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ENSAYO SOBRE LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD 146/2007 Y SU

ACUMULADA 147/2007.

Nos parece muy objetiva a la conclusión que llega el Ministro Azuela


Guitrón, al decir que no existe enfrentamiento entre los derechos fundamentales
de la mujer y la protección constitucional de la vida del producto de la concepción,
puesto que la mujer se encuentra en aptitud de ejercer el derecho sobre su cuerpo
de manera natural, pero el producto en gestación se considera ajeno a su ser, no
debe entenderse como parte de la misma. Y finaliza mencionando que la
Constitución Federal protege la vida, desde el momento de la concepción y en ese
contexto se encontraba a favor de la propuesta de declarar la invalidez de las
normas impugnadas.

Por otra parte Ministros como Franco González Salas, Góngora Pimentel,
Gudiño Pelayo, Cossío Díaz y Silva Meza comentaron que el tema central del
debate era la decisión que debía tomarse entre derechos y valores que se
encuentran reconocidos por nuestra Carta Magna, los cuales están unidos, pues
por una parte se tenía a los que tienden a proteger al producto de la concepción
humana dentro de las primeras doce semanas de embarazo; y, del otro lado,
tenemos el derecho de las mujeres a decidir sobre su propia maternidad, en el
mismo periodo señalado con antelación.

Si bien es cierto, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos


tiende a proteger la vida humana, también lo es, que la misma se encuentra
limitada en cierta medida y tiene algunas excepciones, ya que la misma
Constitución no establece en ninguno de sus artículos derechos absolutos ni la
superioridad de uno sobre otro.

Una vez derivado del análisis pericial dentro de la presente resolución, a


juicio de algunos ministros de la Suprema Corte, no existe formalmente una norma
que obligue al Estado mexicano a sancionar penalmente a la mujer que decida
interrumpir su embarazo en las primeras doce semanas de gestación y a su vez
señalan que la vida en gestación tiene un tratamiento y protección diferente
dependiendo del ciclo en el cual se encuentre el embarazo.

A lo largo del tiempo en México y el mundo, el tema del aborto ha sido


tratado de muchas formas, y como se menciono con anterioridad la ley le otorga
una protección distinta al producto de la concepción según en el momento en el
que se encuentre.

Los argumentos que señalan la validez de la postura legislativa según los


MInistros, es que se atendieron diversos factores como sociales, de salud,
morales, jurídicos y científicos, para aprobar las reformas que ahora se impugnan,
mediante lo cual se llega a la conclusión de que el órgano legislativo no tomó su
decisión sobre una consideración aislada sobre el aborto, sino que fue producto de
un juicio de ponderación, entre los derechos que protegen al producto de la
gestación en esas primeras semanas, y los derechos constitucionales que
protegen la dignidad, la igualdad, la salud, y sobre todo la intimidad de la mujer.

En la opinión de un servidor, el derecho de “autodeterminación” para tomar


una decisión sobre algo que podría incluso no pertenecerle de manera estricta,
puesto que hablamos de un cuerpo ajeno al de la mujer, nos hace ir en contra de
la postura fijada por los ministros Franco González Salas, Góngora Pimentel,
Gudiño Pelayo, Cossío Díaz y Silva Meza, puesto que no hablamos de una
maternidad impuesta en contra su voluntad, bajo coacción de ir a prisión, sino que
hablamos de que está interrumpiendo la vida de un ser viviente que no es la
misma.

Por otro lado, entendemos que el derecho a la vida, es un bien protegido


que no obstante no está previsto de manera expresa en la Constitución, se deduce
de que sin la misma no podrían existir todos los demás derechos fundamentales
de una persona o individuo, por tanto, se considera que el Estado es responsable
de generar una protección general de la vida, es decir, que todos los poderes
públicos y autoridades deben actuar dentro de sus facultades para lograr el
desarrollo de la vida humana desde su concepción y no sólo una vez que entre en
el rango considerado por Ley.

Los derechos fundamentales que procedía ponderar en el presente caso,


por un lado son el derecho a la salud y vida de la mujer, y por el otro y no menos
importante, el derecho a la vida del no nacido antes de las doce semanas de
gestación, derechos que no deberían tener la misma categoría, sin embargo
analizan y comentan que del texto constitucional, no se desprende que el derecho
a la vida sea absoluto e irrestricto.

Son dos cuestiones distintas, tenemos pues que de seguir con la


penalización del aborto continuarían los problemas por muertes a causa de aborto
clandestino en clínicas particulares sin licencia y bajo condiciones insalubres, pero
por otro lado tenemos que al no penalizarlo se está dejando abierta una puerta en
la cual se tendrían abortos al por mayor, bajo la premisa de cualquier excusa para
poder llegar al objetivo.

En cierta forma, la medida que no criminaliza la interrupción del embarazo


resulta idónea para salvaguardar los derechos de las mujeres, ya que ofrece la
oportunidad de decidir sobre la no imposición de un embarazo y se optimizan las
condiciones de atención médica que protejan su vida y su salud, mientras que la
medida por parte del propio Estado que obliga a culminar un embarazo bajo la
amenaza de la penalización de su interrupción, no es un medio idóneo para
proteger el derecho a nacer del producto de la concepción, pues de cualquier
forma las mujeres que no quieran estar embarazadas se someterán a un aborto,
solamente que en condiciones riesgosas para su vida y salud.

Bajo la idea anterior, la penalización del aborto lejos de salvar vidas,


llámese producto de la concepción, provocaría más muertes entre las mujeres que
se someten a prácticas clandestinas, y en fin, se llega a la conclusión de permitir
la despenalización del aborto en ciertos casos, a efecto de evitar el número de
abortos dentro de la clandestinidad.
Es obligación del Estado proveer políticas públicas integrales y eficaces en
materia de salud reproductiva y educación sexual, para evitar embarazos no
deseados, y a la par, combatir la discriminación a las mujeres por causas
económicas, biológicas y sociales que tienen que ver con la maternidad.

CONCLUSIÓN.

En cierta medida, podemos entender que el valor de la vida es intrínseco


desde el momento de la concepción, y el que una persona atente de forma directa
o indirecta contra la vida desde el momento de la fecundación se considera algo
fuera de toda ética.

A manera de cuestionamiento, para el ser humano en la escala de valores,


¿qué es más importante?, la vida, las posesiones, la seguridad económica, el
poder, la libertad. A nuestro punto de vista y bajo la postura que defendemos,
creemos que el primer y fundamental derecho de las personas, del cual derivan
los demás derechos es el derecho a la vida.

En ningún momento se debió legitimar el quitarle la vida a un ser inocente,


bajo la primicia de que el derecho no tiene que ser justo para ser derecho, es que
llegamos a esta situación lamentable, a poder condenar de manera libre y sin
ningún remordimiento a muerte a un inocente, el darle más valor a la opinión de
quien lleva dentro de sí a lo que es nueva vida. Una Ley que justifique el aborto,
desde el punto de vista y la forma en que se vea, es gravemente injusta.

Si nos ponemos a pensar propiamente en la salud, integridad de la mujer,


dejando de lado al producto de la concepción, habría que tomar también en
consideración los efectos físicos y psicológicos que deja en la mujer un aborto. De
un lado tenemos efectos físicos tales como infecciones, hemorragias que puedan
llevar a la muerte por un indebido procedimiento quirúrgico, esterilidad, cáncer,
entre otras; y del lado de las cuestiones psicológicas tienden a tener problemas de
sueño, remordimiento a futuro, alteraciones en el sistema nervioso, disfunción
sexual, ideas suicidas e incluso el suicidio, depresión, en pocas palabras el
síndrome postraumático. Sabemos que dicho síndrome tiende a ser una alteración
psicológica que resulta de una experiencia traumática que sobrepasa los
mecanismos normales de defensa.

Saliéndonos un poco del tema jurídico y del análisis de la acción de


inconstitucionalidad, es nuestro deseo dejar ver clara nuestra postura sobre el
tema, y decimos que las personas que abortan se escudan en que en los
primeros meses del embarazo no se sabe si es o no un ser humana.

Para muchos médicos es indiscutible que desde el primer momento de la


concepción tenemos un nuevo ser humano, esto en base a diversos estudios
realizados por la ciencia, en los cuales se ratifica la existencia de vida humana
independiente de la de la madre desde el primer momento de la concepción.

El argumento de que sólo cuando llega a su nacimiento o cierta etapa


después de las doce semanas de gestación, el embrión adquiere capacidad de
viabilidad, esto es, que se convierte en ser humano, resulta una tontería. Desde el
primer instante de la concepción hasta la muerte el hombre está en etapas
distintas de un mismo proceso evolutivo.

En este orden de ideas, se hace notar que dentro del actuar humano, la
libertad debe ser ejercida en razón de ideales y de valores, que encuentran
coherencia con el texto constitucional, y tal circunstancia debe ser aprovechada al
máximo por las autoridades para garantizar el correcto y sano desarrollo del ser
humano.

Los derechos fundamentales de las mujeres, como la protección de la vida


en gestación, son bienes constitucionalmente protegidos, los cuales en dicha
acción de inconstitucionalidad se han puesto en la balanza, para observar cual
tiene mayor peso, habrá puntos a favor y puntos en contra, pero discrepamos de
la ideología de aprobar parcialmente la decisión de un ser humano sobre otro.

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