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DIVORCIO VINCULAR. Abandono voluntario y malicioso del hogar conyugal. Esposa que
padece un delicado estado de salud, tras una intervención quirúrgica. CÓNYUGE QUE EN
DICHAS CIRCUNSTANCIAS SE AUSENTA DEL HOGAR CONYUGAL. Contacto vía correo
electrónico con quien fuera su novia durante la juventud. Convivencia con ella luego del
abandono del hogar. Concepción de un hijo. Extensión de beneficios económicos en su favor.
CONFIGURACIÓN DE ADULTERIO. Reconvención entablada por el cónyuge. Injurias graves
cometidas por la esposa. Incumplimiento del débito conyugal durante varios años. RECHAZO.
SE DECRETA EL DIVORCIO VINCULAR POR CULPA EXCLUSIVA DEL MARIDO. Daño Moral.
Gastos por tratamiento terapéutico
"T., C. A. C/ V., A. D. S/ Divorcio" - CNCIV - 05/09/2011
DIVORCIO VINCULAR. Separación de hecho sin voluntad de unirse durante más de tres años.
RECONVENCIÓN ENTABLADA POR LA ESPOSA. EXCESO De ACTIVIDADES
DOMÉSTICAS A SU CARGO. Atención diaria de las necesidades de sus tres hijos. Cuidado de la
madre anciana y de un hermano discapacitado del marido. Obligaciones que superan los deberes
matrimoniales. AUSENCIA DE COLABORACIÓN POR PARTE DEL CÓNYUGE. ACTITUD INDIFERENTE.
INJURIAS GRAVES. Ponderación de dicha circunstancia junto a otras pruebas
que acreditan malos tratos del marido y la existencia de un vínculo amoroso con otra mujer. SE
CONFIRMA LA SENTENCIA QUE DECRETA EL DIVORCIO POR CULPA EXCLUSIVA DEL MARIDO EN
LOS TÉRMINOS DEL ART. 202 INC. 4° DEL CÓDIGO CIVIL. AUSENCIA DE ARBITRARIEDAD.
RECHAZO DEL RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD
"De La R. E. M. en J° 92.202/06/1f 26.609 de la R. E. M. c /S. I. A. P/ Div. cont.
s/ inc." - SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE MENDOZA - 09/03/2012
DIVORCIO VINCULAR. Solicitud de divorcio conforme al Código Civil (Ley 340). VIGENCIA
DEL NUEVO CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL DE LA NACIÓN. Convenio Regulador. Art. 439
DEL CCCN. Remisión de propuesta por parte del esposo. Contrapropuesta de la cónyuge.
Falta de acuerdo entre las partes. SE DECRETA EL DIVORCIO. Disolución de la comunidad
con efecto retroactivo a la fecha de interposición de la demanda. Se desestiman las propuestas
reguladoras. Deber de iniciar causa autónoma ante el mismo Tribunal de Familia
"G. V., C. C/ C., H. S/ DIVORCIO POR CAUSAL OBJETIVA", Expte. N° 852- Año 2013" - TRIBUNAL DE FAMILIA DE
FORMOSA - 01/09/2015 (Sentencia no firme)
DIVORCIO VINCULAR. Art. 7 del Código Civil y Comercial de la Nación. Proceso que cuenta
con sentencia de primera y segunda instancia. Recurso de inaplicabilidad de la ley. Aplicación
de las nuevas normas que sobre la materia se dictan durante la secuela del juicio. DIVORCIO
"INCAUSADO". Noción de "consumo jurídico". Necesidad de proveer conforme los contornos
actuales del proceso de familia para evitar la dilación de los conflictos. Arts. 705/706 DEL
CCCN. SE DECRETA EL DIVORCIO CONFORME LO DISPUESTO POR EL ART. 437 DEL
NUEVO CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL. Convenio regulador. Reenvío de las presentes
actuaciones al juzgado de origen
Expte. N° 7059 - "L. I. N. C/ G. H. A. M.- S/ Ordinario divorcio" - STJ DE ENTRE RÍOS - SALA CIVIL - 05/10/2015
DIVORCIO VINCULAR. Acción iniciada durante la vigencia del Código Civil derogado.
Invocación de causales contradictorias por ambos cónyuges. Artículos 214, inciso 2°, y 202,
incisos 4 y 5, del Código velezano. Derecho transitorio. Art. 7 del Código Civil y Comercial de la
Nación. Readecuación de pretensiones. ARTS. 436, 437, 438 Y CCDS. DEL CÓDIGO CIVIL Y
COMERCIAL DE LA NACIÓN. Carácter constitutivo de la sentencia de divorcio. SE
CONFIRMA LA RESOLUCIÓN RECURRIDA EN CUANTO ORDENA READECUAR EL
PROCESO A LOS NUEVOS REQUERIMIENTOS QUE PREVÉ EL NUEVO ORDENAMIENTO
"L. M. D. L .A. c/ B. A. s/divorcio (Art. 214 inc. 2 C.C.)" - CÁMARA DE APELACIÓN EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE MAR DEL
PLATA (Buenos Aires) - 30/12/2015
DOCTRINA DEL PLENARIO: “En nuestro derecho positivo es susceptible de reparación el daño moral
ocasionado por el cónyuge culpable, como consecuencia de los hechos constitutivos de las causales de
divorcio”
Cuestión: “Si en nuestro derecho positivo, es susceptible de reparación el daño moral ocasionado por el
cónyuge culpable, como consecuencia de los hechos constitutivos de las causales de divorcio”
La cuestión acerca de la indemnización de los daños y perjuicios resultantes del divorcio, como derivación
distinta de sus tradicionales efectos, no tiene solución expresa en la legislación argentina.
Tanto en el régimen del Código Civil, tal como fue concebido por Velez Sársfield, como en el de la ley 2393
y en la ley 23.515 (EDLA, 1987-A-330) que derogara esta última, existe una ausencia de norma concreta, en
torno a la cuestión en análisis, a diferencia de lo que ocurre con la nulidad del matrimonio. Respeto de
ésta el primero acordaba derecho al cónyuge de buena fe a reclamar del de mala fe y de los terceros que
hubieran provocado el error, los daños y perjuicios sufridos, a través del art. 234, la segunda lo hacía
mediante los arts. 91 y 109 y tercera lo hace en el actual art. 225.
La omisión legislativa acerca del tema de que se trata dio origen, en la doctrina y jurisprudencia, a
corrientes antagónicas.
de eliminar del art. 1078 toda referencia al daño moral, argumentando que “la conciencia moral se subleva
ante los reclamos del marido que pretende cobrarse el precio de su honor lastimado” (T. II-p. 510 y
sigtes.). Guillermo A. Borda, sustentó su oposición al resarcimiento en razones de moral y buenas
costumbres, mientras que Jorge Joaquín Llambías interpretó que no era posible proyectar las sanciones de
tipo resarcitorio propias del incumplimiento de las obligaciones, a la infracción de deberes de contenido
extramatrimonial, como el de fidelidad o el de asistencia entre los cónyuges.
Alberto Domingo Millonario descartó tal resarcimiento en el derecho vigente por ausencia de norma
expresa, sin perjuicio de considerarlo conveniente de lege ferenda (en Jornadas Australes de Derecho
reunidas en Comodoro Rivadavia del 1° al 4 de octubre de 1980, “Responsabilidad Civil”, Córdoba, 1984,
págs. 387 a 392, 396, 398 y 401).
Enrique Díaz de Guijarro insiste en que carece de respaldo legal la tesis afirmativa por ausencia de
preceptos particulares que entiende ineludibles al sostener el carácter autónomo del régimen de
sanciones que determina el divorcio; pero a diferencia de Molinario es reacio –más allá del derecho
positivo- a todo resarcimiento en ese ámbito y lo califica como “una indignidad” (“Improcedencia del
resarcimiento del daño moral en el juicio de divorcio y su admisibilidad en la nulidad de matrimonio” , JA,
1983-III-625/630).
La doctrina nacional favorable al resarcimiento de los daños unidos al divorcio es mayorista. Encontramos
a Juan Carlos Rébora (“El daño moral”, J.A. –Sec. doc. Pág. 100), quien fue el primero en apoyar la doctrina
sentada en la materia, por los tribunales franceses, basados en el texto del art. 1382 del Código Civil y, la
jurisprudencia italiana, a partir del art. 1151 del Código Civil, lamentando el vacío existente en la materia
en la jurisprudencia nacional (Barbero, Omar, “Daños y perjuicios derivados del divorcio”, pág. 197, N°
155). También se ubican como defensores de esta tesis; Acdeel Ernesto Salas (“Indemnización de los daños
derivados del divorcio”, en JA, 1942-II-1011), Leonardo Colombo (“Indemnización del daño producido por
el adulterio de la esposa”, LL, 89-708), Arturo Acuña Anzorena (Responsabilidad Civil del cónyuge adúltero
y de su cómplice por causas de adulterio”, LL, 27-212), Elías P. Guastavino, Augusto César Belluscio (“Daños
y perjuicios derivados del divorcio”, LL, 105-1041), Omar Barbero (ob. cit.), Alberto Gaspar Spota (“Tratado
de Derecho Civil”, T. 12 pág. 149), Julio J. López del Carril, Jorge Adolfo Mazzinghi (“Derecho de Familia”, T.
II, pág. 26, n° 160 y T. III, pág. 183 y ss.), Jorge Mosset Iturraspe (“Los daños emergentes del divorcio”, LL,
1983-C-348), Daniel Hugo D’Antonio, Eduardo A. Zannoni (“Derecho de Familia”, T. 2, pág. 175 y sigtes.),
Héctor L. Mancini, Santiago C. Fassi, Ricardo J. Dutto y Gustavo A. Bossert (Sociedad Conyugal”, T. II, pág.
362), entre otros.
La tendencia autoral que acepta la indemnización se basa en el carácter general de las normas del
responder civil contenidas en los arts. 1077, 1109 del Código Civil, y en relación al daño moral en el art.
1078, por advertirse en las causales de divorcio verdaderos actos ilícitos. En ese sentido a dicho Mosset
Iturraspe “que no hay razón fundada para hacer del matrimonio un coto impenetrable para el derecho de
daños… es un principio general del derecho la responsabilidad de los perjuicios sufridos y que ello avanza a
todos los extremos de la vida comunitaria sin dejar afuera ningún sector. No es justo otorgar a uno de los
esposos “un derecho a dañar sin responsabilidad…” (“Los daños emergentes del divorcio”, LL, 1983-C-
348). Aunque en general estén en juego hechos ilícitos dolosos, se admite también el resarcimiento frente
al obrar negligente, meramente culposo, o sea tanto para los delitos civiles como para los cuasidelitos
(conf. Belluscio,”Derecho de Familia”, T. III, Bs. As., 1981, núms. 886 y 890 y reenvío de nota 256 de pág.
587 a núm. 738, Mosset Iturraspe alude a hechos dolosos, ob.cit. pág. 352).
La sala II de la Cámara 1° Civil y Comercial de la Plata , el 7 de abril de 1983, por el voto del Dr. Juan Carlos
Rezzónico (LL, 1983-C-350) admitió la indemnización en concepto de daño moral ocasionado por el
adulterio del consorte.
Si bien se distingue en cuanto a los perjuicios reparables, los daños emergentes del divorcio en sí mismo,
de aquéllos derivados de los hechos constitutivos de las causales de divorcio, atento el tema de la
convocatoria la decisión del Tribunal debe ceñirse a la indemnización de estos últimos.
Limitada la cuestión a la reparabilidad de los daños morales vinculados con los hechos determinantes que
llevaron al divorcio, considera esta mayoría que la ausencia de normas particulares en la materia no puede
ser aducida para inhibir la indemnización. No puede evidentemente acudirse al silencio en la regulación
legislativa de los efectos del divorcio en el régimen legal vigente, para obstar a un resarcimiento que si
bien tiene conexión circunstancial con el divorcio, en realidad se correlaciona con el acto ilícito que
condujera a su declaración.
El principio de especialidad que domina al derecho de familia, no constituye obstáculo para –frente al
silencio de la ley- por vía interpretativa, obviar principios de responsabilidad civil como lo son las
disposiciones expresas contenidas en los arts. 1077, 1078, 1109 y concordantes del Código Civil que, por su
generalidad también son aplicables cuando de los hechos que dan lugar al divorcio, se derivan daños al
cónyuge inocente.
Esa fue por otra parte la interpretación que hicieron los tribunales franceses con anterioridad a la ley del 2
de abril de 1941, convalidada por la Ordenanza del 12 de abril de 1945, que completó el art. 301 del
Código de ese país (conf. Henri León y Jean Mazeaud, “Lecciones de Derecho Civil”, parte primera, vol. IV,
trad. De Luis Alcalá Zamora y Castillo, Ed. Jurídica Europa-América, n° 1514, pág. 510 y sigtes.; reseña
efectuada por Belluscio, “Derecho de Familia”, T. III, n° 878, pág. 553 y sigtes.).
La satisfacción de la víctima del daño moral generado por los hechos que desencadenaron el divorcio, no
se alcanza con la sanción de culpabilidad para el ofensor, lo que explica que si se atiende a las finalidades
indemnizatorias deba imponerse en forma paralela el correspondiente resarcimiento.
Es que si uno de los cónyuges incurre en alguna causal de las taxativamente enumeradas por el art. 202
del Código Civil, está cometiendo un hecho ilícito, porque viola deberes derivados del matrimonio que son
susceptibles de dar lugar a la sanción civil del divorcio. Pero si ese ilícito además causa un daño
objetivamente cierto a la persona del inocente, no existe impedimento alguno para penetrar en el campo
aquiliano y disponer que se enjugue el perjuicio con las sanciones propias de ese ámbito.
Si bien puede admitirse que el derecho de familia ofrece particularidades que, en algunos aspectos, lo
diferencian de otros institutos, lo cierto es que integra un cuerpo normativo congruente, cual es el Código
Civil, que sanciona a quien viola un deber jurídico, sea dolosa o culposamente, con la obligación de resarcir
el daño causado. Tales disposiciones, ante la ausencia de norma específica que excluya su aplicación,
también forman parte del régimen jurídico que integra el derecho de familia.
Bien dice Mosset Iturraspe en el trabajo citado, “la vida en comunidad donde tiene vigencia plena el
naeminem laedere o deber de no dañar y, como contrapartida la responsabilidad por los perjuicios
ocasionados, en relación adecuada de causalidad con el hecho antijurídico, no puede fraccionarse; no es
posible sostener que el matrimonio es una comunidad con su propio plexo normativo “autónomo y
cerrado”…, sino que a la vez “se encuentra sometida a las normas generales”.
Desde otro ángulo se ha sostenido que no se trata de una acumulación de reparaciones por un mismo
hecho como sostuviera la tesis negativa, sino de consecuencias distintas con reparaciones independientes,
que también tienen un fundamento diferente. Así el derecho de alimentos del cónyuge inocente, tiene un
fin asistencial que tiende a cubrir las necesidades alimentarias de éste. Y el resarcimiento por daño moral,
apunta a enjugar las consecuencias del hecho ilícito.
Tampoco se advierten tintes inmorales en el reclamo indemnizatorio del daño moral en tratamiento, ni
tampoco que su reconocimiento conlleve al estigma de la indignidad. Muy por el contrario, la ética
quedaría reñida con el derecho si en materia de daños morales conectados con las causales del divorcio se
concluyera que la reparación se limita a la simple declaración de culpa del ofensor.
En consecuencia, y si bien corresponderá al juzgador en definitiva analizar los elementos de juicio que
presente cada caso, la conducta de los cónyuges y la relación de causalidad entre esta y el daño moral que
uno de ellos alega, este Tribunal no encuentra obstáculo en el sistema legal vigente para la procedencia de
su reparación.
Por estas consideraciones, como doctrina legal obligatoria (art. 303) se resuelve: “En nuestro derecho
positivo es susceptible de reparación el daño moral ocasionado por el cónyuge culpable, como
consecuencia de los hechos constitutivos de las causales de divorcio. – Carlos Roberto Degiorgis – Jorge
A. Giardulli (con aclaración).- Gladys Stella Alvarez.- Ana María Luaces (por sus fundamentos).- Hugo
Molteni (por sus fundamentos).- Jorge Escuti Pizarro (en disidencia y con ampliación de sus fundamentos).
–Luis López Aramburu (en disidencia y por sus fundamentos).- Gerónimo Sansó. – José A. Martín de
Mundo (en disidencia). – Javier Ruda (por sus fundamentos). – Jorge H. Alterini. –José Luis Galmarini (por
sus fundamentos). – Alberto J. Bueres. – Alí Joaquín Salgado. –Osvaldo D. Mirás (en disidencia y por sus
fundamentos). – Juan Carlos Dupuis. – Mario P. Calatayud (con aclaración). – Elena I. Highton (con
ampliación de fundamentos). –Ana María Conde. –Fernando Posse Saguier. – Roberto Ernesto Greco (por
sus fundamentos). –Leopoldo L. V. Montes de Oca. – Marcelo J. Achával (en disidencia). –Claudio Marcelo
Koper (en disidencia y por sus fundamentos). –Julio Ojea Quintana (en disidencia y por sus fundamentos).
– Delfina M. Borda (en disidencia y por sus fundamentos). – Eduardo Leopoldo Fermé. – Luis Gerardo
Lérida (con aclaración). – Teresa M. Estévez Brasa (en disidencia y con ampliación de fundamentos). – Julio
R. Moreno Hueyo (en disidencia). – Emilio M. Pascual (con aclaración). – Carlos Polak. – Hernán Daray. –
Carlos Horacio Gárgano (en disidencia). – No intervienen los Dres. Russomanno y Wilde por hallarse en uso
de licencia. Las vocalías N° 19, 23 y 28 se encuentran vacantes (Sec,: Adriana de Pildán).
En disidencia los Doctores Escuti Pizarro, López Aramburu, de Mundo, Achával, Kiper, Estévez Brasa,
Moreno Hueyo y Gárgano dijeron.- Esta minoría considera que el tema del plenario merece una respuesta
negativa.
En primer lugar el derecho de familia se caracteriza por su especialidad, de ahí que sus normas, en gran
medida, sean de orden público, imperativas en su mayor parte, lo que obsta a la aplicación de las normas
generales de la responsabilidad por daños.
Además en materia de sanciones sólo deben aplicarse las específicamente admitidas por la ley, sin que por
vía de analogía puedan utilizarse las previstas para otras situaciones jurídicas, de origen contractual o
extracontractual, desde que ni el estado de familia, ni el de su pilar, el matrimonio, tienen tales linajes.
Tanto en el Código Civil en su texto original (art. 234) cuanto en la ley 2393 (art. 91 y 109) se previó la
indemnización de los daños y perjuicios a cargo del cónyuge de mala fe en los supuestos de nulidad de
matrimonio. La última norma admitió la reparación del daño moral en época en que el art. 1078 del Código
(antes de la reforma de la ley 17.711 ED, 21-961) requería para obtenerla que se estuviese en presencia de
un delito de derecho criminal. Así, al no haber previsión semejante para el cónyuge culpable del divorcio,
pudo sostenerse que en esta hipótesis se excluyó la factibilidad de reclamar daños y perjuicios (conf. Díaz
de Guijarro, “Improcedencia del resarcimiento del daño moral en el juicio de divorcio y su admisibilidad en
la nulidad del matrimonio”, JA, 1983-III-625).
Si el legislador hubiese entendido que correspondía la reparación de los daños y perjuicios en el divorcio,
sea por la aplicación de los principios generales sobre la responsabilidad civil, o por analogía con lo
dispuesto por la citada ley de matrimonio civil, debió pronunciarse expresamente para concluir con la
discrepancia. Sin embargo, al instaurarse el divorcio vincular con la sanción de la ley 23.515, se mantuvo
una norma semejante para los efectos de la nulidad de matrimonio (art. 225 del Código Civil en su
redacción actual), sin agregar una similar para el culpable del divorcio, a cuyo fin bastaba con establecer
que a las relaciones ente los cónyuges les serán aplicables las disposiciones de este código sobre
responsabilidad civil. De tal modo, puede sostenerse que tácitamente se adscribió a la discriminación en el
tratamiento de uno y otro instituto; sirviendo ello de interpretación auténtica del régimen vigente así
como del anterior en lo que a situaciones aún pendientes pudiere ser aplicable (art. 3, Código Civil).
La esencia del matrimonio es el constituir una sociedad del hombre y la mujer que se unen para perpetuar
su especie, para ayudarse, para socorrerse mutuamente, para llevar el peso de la vida y compartir su
común destino, según la clásica definición de Portalis citada por Borda (“Tratado…”, “Familia”, 5° ed.
Perrot, pág. 45, núm. 47) y por Mazzinghi (“Derecho de Familia”, ed. Abeledo Perrot, T. I, núm. 21,pág. 68).
En presencia de una hipótesis de nulidad es de rigor que no hubo connubio. Ningún efecto de tal se prevé
para el cónyuge de mala fe (art. 223 del código Civil antes art. 89 de la ley 2393). Y si no hubo matrimonio
no concurren aquellos principios que hacen a esta particular comunidad, base del entramado social, con lo
que ésta pudo ser la razón por la cual el legislador ha admitido el resarcimiento causado por quien
desplegó un obrar delictivo.
En cambio, habiendo matrimonio, dichos angulares principios excluyen toda idea de reclamo
indemnizatorio, pecuniario, entre los consortes y en razón de tales, ni aun frente al cometimiento de
actos ilícitos, como son los que constituyen las causales de divorcio.
Quien contrae matrimonio lo hace prestando un consentimiento válido con todo lo que ello implica. Si por
distintas circunstancias, la elección del cónyuge se revela equivocada, se sufren disgustos, humillaciones o
inevitables rupturas, ha de admitirse que tales circunstancias deben ser cuidadosamente sopesadas antes
de dar un paso tan trascendental. Con lo que, acordar por vía jurisprudencial una indemnización,
significaría tanto como asegurarle a quien se equivoca en su elección una reparación pretendidamente
paliativa de los agravios sufridos.
Es que, precisamente por las características propias de la institución del matrimonio que atiende a una
particular realidad vital de convivencia y afinidades, fundada en el amor y la tolerancia recíprocas, en
modo alguno cabría aplicar normas que son propias del ámbito negocial o relativas a la responsabilidad
por hechos ilícitos.
Por otra parte, de aplicarse la tesis permisiva ello importaría una eventual “fuga” de los litigantes desde el
divorcio remedio hacia el divorcio sanción, toda vez que las partes buscarán por todos los medios
acreditar, en juicio contradictorio, la culpa de su consorte para hacerse acreedor de la indemnización de
los daños materiales y morales, eludiendo la vía del divorcio por presentación conjunta o la causal objetiva
de separación de hecho por más de tres años (art. 214. ley 23.515), a la que tiende la legislación moderna
sin excepción.
En suma, cabe concluir que el régimen de sanciones que determina el divorcio es autónomo tanto por la
inexistencia de normas precisas y concordantes en otros dispositivos legales, como por la naturaleza
propia y exclusiva de la regulación de la familia, por lo que no es dable sostener la aplicación de normas
comunes de responsabilidad y condenar al culpable a una satisfacción pecuniaria que se añada a las
sanciones que específicamente contempla la ley para tales conductas.
Los fundamentos expuestos excluyen la posibilidad de reconocer una reparación como consecuencia de la
culpabilidad recaída en el juicio de divorcio.
Por estas consideraciones como doctrina legal obligatoria (art. 30 del Código Procesal) se resuelve: “En
nuestro derecho positivo no es susceptible de reparación el daño moral ocasionado por el cónyuge
culpable, como consecuencia de los hechos constitutivos de las causales de divorcio.- Jorge Escuti Pizarro.
– Luis López Aramburu. – José A. Martín de Mundo – Marcelo J. Achával. – Claudio Marcelo Koper. –
Teresa M. Estévez Brasa. – Julio R. Moreno Hueyo. – Carlos Horacio Gárgano.
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