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LA ONTOLOGÍA.- (onthos = ser), es el estudio del ser en cuanto ser: de la esencia del
ser. Analiza por ello los principios, categorías generales del ser y las diversas clases de
entes.
La honestidad es aquella cualidad humana en la que las personas se expresan con verdad,
coherencia y justicia, la cual tiene que ver tanto con las palabras, como con el pensamiento
y los hechos.
30 Ejemplos de honestidad:
Liderazgo secular: es el acto de influenciar a las personas con el fin de que hagan lo que
el líder quiere dentro de cada escala administrativa.
Confucio
Confucio (chino simplificado y tradicional: 孔子, pinyin: kǒngzǐ, Wade-Giles: K'ung-fu-
tzu, literalmente «Maestro Kong») (tradicionalmente 28 de septiembre de 551 a. C.-479
a. C.) fue un reconocido pensador chino cuya doctrina recibe el nombre de
confucianismo.1 Procedente de una familia noble arruinada, a lo largo de su vida alternó
periodos en los que ejerció como maestro con otros durante los cuales fue funcionario del
pequeño estado de Lu, en el noreste de China, durante la época de fragmentación del
poder bajo la dinastía Zhou.
Nació en el pueblo de Zou en el antiguo estado de Lu, actual provincia de Shandong, en
el seno de una familia de terratenientes nobles, el clan de los Kong. Su padre murió
cuando Confucio tenía tres años y dejó a la familia en la pobreza. Confucio, a pesar de
ello, recibió una esmerada educación.2
Siendo aún joven, trabajó para la administración del estado de Lu. Su primer trabajo fue
en los graneros estatales y llegó a alcanzar el rango de ministro de Justicia. Dimitió del
cargo años más tarde, ya que no estaba de acuerdo con la política que seguía el príncipe.
Una de sus grandes influencias fue Zi Zhaan, primer ministro de Cheng, quien introdujo
el primer código jurídico en China. También influyó en Confucio el escepticismo de su
época en lo concerniente a la religión, pues a causa de haber sufrido muchas guerras se
había perdido la fe en los dioses.
A los cincuenta años comenzó sus enseñanzas. Viajaba solo de un lado a otro instruyendo
a los contados discípulos que se reunían en torno a él. Su fama como hombre de saber y
carácter, con gran veneración hacia las ideas y costumbres tradicionales, pronto se
propagó por el principado de Lu, y luego a toda China.
A partir de la dinastía Han, diversos emperadores se inspiraron en la obra de Confucio
para organizar la sociedad china. En los siglos posteriores sus enseñanzas ejercieron una
poderosa influencia en la filosofía y en la historia de China.
Durante la segunda mitad de la época en que China estuvo regida por la dinastía Zhou,
antes de Confucio, el gobierno central sufrió un proceso de degeneración y decadencia, y
las intrigas y la relajación de costumbres se generalizaron. Confucio lamentaba el
desorden característico de aquellos tiempos, así como la ausencia de modelos morales
que revirtieran tal situación. Por ello, llegó a la conclusión de que el único remedio era
recuperar y difundir entre la población los principios y preceptos de los sabios de la
antigüedad. Por este motivo instruía a sus estudiantes en los clásicos de la literatura china.
También subrayó la importancia de la música china, que en aquella época tenía funciones
ceremoniales y religiosas en las prácticas del Estado y del culto. Propugnó el gran valor
del poder del ejemplo. Los gobernantes, decía, solo pueden ser grandes si llevan vidas
ejemplares y se guían por principios morales. De esta forma, los ciudadanos de sus
estados tendrían el necesario estímulo para alcanzar la prosperidad y la felicidad.
Una popular tradición sobre su vida establece que a los 50 años de edad se convirtió en
magistrado de Zhongdu y un año después fue nombrado para ejercer en Lu un cargo
equivalente al de ministro de Justicia. Se cuenta que, a los pocos días de ser nombrado
ministro, mandó ejecutar en el principado de Lu a un noble, Chao Chong Mao, delante de
las puertas de su castillo, y ordenó, además que su cadáver fuera expuesto durante tres
días. Cuando le preguntaron cómo se atrevía a hacer aquello con uno de los hombres más
considerados en Lu, Confucio respondió que aquel hombre, además de ser un indeseable,
poseía algo que lo hacía más peligroso: era tan brillante y tenía tal facilidad de palabra
que sería capaz de arrastrar a otros en sus errores.
Confucio habría establecido numerosas reformas que condujeron a una administración de
justicia caracterizada por su imparcialidad y a la práctica erradicación del crimen. Lu
llegó a ser tan poderoso que el gobernante de un estado vecino intrigó para conseguir la
destitución del ministro. Es más probable, sin embargo, que solo fuera un funcionario
menor. En cualquier caso, Confucio dejó su cargo en el 496 a. C. y se dedicó a viajar por
diferentes territorios impartiendo clases y esperando en vano que algún otro príncipe le
permitiera emprender reformas. En el año 484 a. C., después de que su búsqueda de un
gobernante ideal se revelara por completo infructuosa, regresó por última vez a Lu. Pasó
el resto de su vida escribiendo comentarios sobre los autores clásicos. Falleció en Lu y
fue enterrado en Qufu (Shandong) en el año 479 a. C. El templo y cementerio de
Confucio, así como la residencia de la familia Kong fueron declarados Patrimonio
cultural de la Humanidad en 1994.
a esencia de sus enseñanzas se condensa en la buena conducta en la vida, el buen gobierno
del Estado (caridad, justicia, y respeto a la jerarquía), el cuidado de la tradición, el estudio
y la meditación. Las máximas virtudes son: la tolerancia, la bondad, la benevolencia, el
amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados. Si el príncipe es virtuoso, los
súbditos imitarán su ejemplo: gobernante/súbdito, marido/mujer y padre/hijo. Una
sociedad próspera solo se conseguirá si se mantienen estas relaciones en plena armonía.
La base de la doctrina confuciana es recuperar a los antiguos sabios de la cultura china e
influir en las costumbres del pueblo.
El maestro Hong fue el primero que reunió a un grupo de discípulos provenientes de
distintos principados para formarlos adecuadamente en el buen gobierno. Junto con las
medidas a tomar que ya había formulado en su época de joven funcionario, propuso llevar
a la práctica sus ideas basándose en el respeto de las Tres Dinastías y recuperar la política
del duque de Tcheu. Confucio confiaba en que un príncipe siguiera sus indicaciones. De
este modo, al final de un ciclo de doce meses, se habría logrado algún resultado; en tres
años, su proyecto social se habría consumado a la perfección. Podemos resumir la
doctrina confuciana en una serie de mandatos que deberían ser los principales deberes de
todo hombre de gobierno:
1. Amar al pueblo, renovarlo moralmente y procurarle los medios necesarios para la
vida cotidiana.
2. Por este motivo, debe servirse en primer término con soberano respeto a Aquel
que es el Primer Dominador.
3. Cultivar la virtud personal y tender sin cesar a la perfección.
4. En la vida privada como en la pública, observar siempre el sendero superior del
«Justo Medio».
5. Tener en cuenta las dos clases de inclinación propias del hombre: unas proceden
de la carne y son peligrosas; las otras pertenecen a la razón y son muy sutiles y
fáciles de perder.
6. Practicar los deberes de las cinco relaciones sociales (explicadas más abajo).
7. Tener por objeto final la paz universal y la armonía general.
En el poco legado escrito que dejó, las Analectas, una colección de conversaciones con
sus discípulos, vemos que basaba toda su filosofía moral en una enseñanza central:
el ren (jen), que es la virtud de la humanidad y a su vez está basada en la benevolencia,
la lealtad, el respeto y la reciprocidad. Estos valores son imprescindibles en las relaciones
humanas, que Confucio describió: