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ALQUIMIA (primera parte)

La definición académica actual de


la palabra “alquimia” es la
siguiente: “Conjunto de
especulaciones y experiencias,
generalmente de carácter
esotérico, relativas a las
transmutaciones de la materia,
que influyó en el origen de la
ciencia química. Tuvo como fines
principales la búsqueda de la
piedra filosofal y de la panacea
universal.”

Efectivamente, para el
pensamiento racionalista
moderno el carácter de la
alquimia es fundamentalmente
especulativo, lo que la catalogaría
como pseudociencia debido a la
imposibilidad de ajustarse al
método científico. También en la
anterior definición se apunta
como finalidad principal la
búsqueda de la piedra filosofal (sustancia capaz de transformar un
metal vulgar como el plomo en oro) y la panacea o medicina
universal a través de operaciones experimentales relativas a la
transmutación de la materia, lo cual es sin duda cierto aunque sólo
“a grosso modo”, ya que el procedimiento alquímico puede
comprender cualquier tipo de fenómeno físico o químico de la
materia, así como la alquimia espiritual (parte importantísima de
dicho procedimiento) implica un proceso de transmutación psíquico
(de la psique o alma del operador). Es este componente espiritual el
que al parecer otorga el “carácter esotérico” a la alquimia, junto con
el ancestral, sagrado y difuso origen de ésta.

Podemos añadir, para completar la anterior definición y sin salirnos


de la visión más ortodoxa, que la alquimia es una disciplina que
combina un aspecto filosófico primordial con elementos teórico
prácticos de ciencias como la química, la metalurgia, la física, la
medicina, la astronomía, la semiótica, así como el misticismo, el
espiritualismo y el arte. De hecho, se puede afirmar acerca de la
alquimia algo más:
-No sólo influyó en la ciencia química tal y como la conocemos sino
que fue su precursora. Baste con decir que se atribuyen importantes
descubrimientos en el campo de la química debidos a experimentos
desarrollados en laboratorios de alquimistas declarados (cinabrio,
bicarbonato potásico, cinc, ácido sulfúrico, ácido clorhídrico,
fósforo, alcohol….y así una larga lista).
-También aunó botánica y mineralogía aplicadas a la medicina
potenciando y enriqueciendo la farmacología; aquí cabe señalar la
labor de Paracelso, entre otros.
-Tradicionalmente se le asocia un complejo sistema de signos,
símbolos y argot particulares relacionados con la mitología, la
religión en general, la astronomía y otras disciplinas. Este sistema ha
perdurado hasta nuestros días, siendo enriquecido y vivificado
continuamente por los adeptos alquimistas, sin hacerle perder su
significado esencial.
-Existe un componente artístico ligado a la alquimia de una riqueza
incalculable, tanto en escultura, pintura, arquitectura, como en
literatura, donde se habla de la existencia de más de cien mil libros o
manuscritos dedicados al tema.
-Está constatado que la alquimia fue practicada en Mesopotamia, el
Antiguo Egipto, Persia, la India y China, en la Antigua Grecia y el
Imperio romano, en el Imperio islámico y después en Europa hasta
los tiempos modernos, incluyendo una compleja red de escuelas y
sistemas filosóficos que abarca al menos 2 500 años.
-Grandes e ilustres hombres de todos los tiempos han dedicado sus
esfuerzos a penetrar en los secretos de la alquimia, de prácticamente
todas las razas y confesiones; aún así, el pensamiento dominante
sobre todo desde el auge del catolicismo y el posterior racionalismo
han mantenido hacia la alquimia una actitud de ignorancia y
desprecio. El hecho de que jamás se haya juntado un equipo serio de
sabios y expertos para realizar una investigación concienzuda de la
alquimia, prefiriendo relegar esa multitud de textos y conocimiento
al fondo de las bibliotecas y la memoria, demuestra el escepticismo
y desdén general hacia la alquimia.

Una vez dicho todo esto, vamos a hacer un repaso serio y más
concienzudo del arte alquímico.
La etimología del término “alquimia” es motivo de controversia; se
le han atribuído diversas raíces, seguramente porque el origen de
esta palabra en sí se remonta a tiempos inmemoriales. Normalmente
se suele aceptar como origen más inmediato la palabra que los
filósofos árabes usaban para designar a la alquimia: “al-kimiya” o
“al-kimia” (de aquí derivó al latín medieval “alchimia” y al francés
antiguo “alquimie”). Esta palabra árabe, a su vez, puede tener su
origen en:
-El griego clásico “chemeia” (con el añadido del artículo arábigo al-)
cuyo significado sería “lo que fluye, mana o discurre” en el sentido
particular del metal fundido, la misma fusión o toda obra hecha de
un metal fundido. Similar a la palabra también griega “khyma”
(fusión, mezcla de líquidos).
-El nombre “al khem” con que los árabes designaban a Egipto,
similar a la propiamente egipcia “keme” o “khmi”, que alude a la
“tierra negra”, o tierra negra fértil. Algunos autores árabes lo
traducen por “tierra sabia”, o “tierra de conocimiento”, como es el
caso de Idries Shah Sayed (autor sufí contemporáneo).
En todo caso se advierte la vía arábiga, pues la árabe fue una cultura
que asimiló los principios del arte alquímico muy probablemente de
la misma fuente, Egipto, y los desarrolló y propagó a la vez que se
expandía su civilización, además de tener perfecto conocimiento de
la vertiente griega del estudio alquímico que floreció también
alrededor del foco de Alejandría sobre todo y también de los
trabajos persas e indos al respecto. Un auténtico crisol cultural que
recogió sin duda el testigo del arte alquímico.
Desde una perspectiva histórica general podemos distinguir dos
tendencias principales en la alquimia, que parecen ser
independientes, al menos en sus primeras etapas (y teniendo en
cuenta la falta de datos fehacientes acerca del origen del arte): la
alquimia oriental, centrada en China y su zona de influencia cultural
y en la India y con una datación histórica bastante similar, y la
alquimia occidental, cuyo centro se desplazó a lo largo del tiempo
entre Egipto, Grecia y Roma, el mundo islámico, y finalmente de
nuevo a Europa.

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