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En la OMS consideramos la
espirulina una comida muy
adecuada por sus altos niveles
de hierro y proteínas
En contra de la creencia popular, la espirulina no es un alga. Es
una bacteria. En concreto, es una cianobacteria, es decir, un
organismo capaz de realizar la fotosíntesis. Pero es difícil luchar
contra la costumbre: durante décadas se la ha incluido dentro de
las llamadas 'algas verdiazules', e incluso algunas organizaciones
oficiales, como la OMS o la Unesco, se refieren a ella de este
modo. Al igual que sus aterradoras primas 'comecarne', estos
microorganismos pueden ser cultivados por el ser humano. Para
crecer necesitan pequeños charcos, entornos salinos y suelos
alcalinos, características que dificultan el cultivo y crecimiento de
cualquier vegetal. Esto propicia que en zonas del planeta donde se
cumplen estas características se críe esta bacteria para
satisfacer las necesidades alimenticias de la población. Es el
caso del lago Kossorom en Chad, en el que se adoptó este cultivo
a principios de los años sesenta. Además de su resistencia a las
malas condiciones del medio, otra ventaja de la espirulina es que
es muy barata de producir (mucho más que un cereal), ya que
una hectárea de cultivo genera una mayor cantidad
de proteínas que la misma área dedicada a la ganadería bovina.
Entre los atractivos de la espirulina no solo se encuentra el tener
proporcionalmente cuatro veces más proteína que el huevo, sino
que también posee una gran cantidad de micronutrientes, como
las vitaminas B1 y B2, con las que cubre (de sobra) las
necesidades diarias recomendadas. Lo mismo pasa con el hierro.
Además, es una buena fuente de manganeso y vitaminas B3 y B5.
Hay que tener en cuenta, de todos modos, que estas aportaciones
nutricionales son las que proporcionan 100 gramos de espirulina,
que equivalen ni más ni menos que a 200 comprimidos si la
tomamos en forma de suplemento. Un montón de pastillas.
Su valor nutricional es una de las principales causas de su
reciente éxito. La OMS emitió un comunicado en 1993 sobre la
revolución que podía suponer para determinadas zonas del
planeta con suelos infértiles y graves problemas de desnutrición:
"Para la OMS, la espirulina es interesante por una variedad de
razones, como ser rica en hierro y proteínas. Además, se puede
administrar sin riesgo a niños. Nosotros en la OMS la
consideramos una comida muy adecuada".
Pero nos llega con promesas de salud: es un imprescindible de
las dietas 'healthy'. El mundo de la alimentación lo sabe, y lo
aprovecha lanzando al mercado nuevas gamas de bebidas que
contienen espirulina, y chefs 'green' la utilizan para dar un nuevo
sabor y color a sus platos.