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CONOCIMIENTO DEL ALUMNO.

Perfiles de desarrollo integral

Primer ciclo de Educación Primaria (6 a 8 años)

En el sexto año de vida, aproximadamente, aparecen cambios


fundamentales en el niño, tanto somáticos como psicológicos.
Es una etapa de cambio y transición. En él, que antes era
equilibrado y cuyo desarrollo fluía con suavidad y lentitud,
surgen nuevos impulsos, sentimientos y acciones. En esta
edad, tiende a los extremos: su conducta empieza a
desintegrarse, unas veces es belicoso y otras retraído.
También es la edad de los cambios físicos (caída de dientes,
infecciones, etc.)

Hay que tener en cuenta que en la evolución del ser humano


se suceden dos períodos: el primero tiene como
características más peculiares la acción, la expansión, la
captación y el progreso; mientras que en el segundo se
organizan, asimilan y maduran los cambios ocurridos en la
fase anterior. El niño de 6 años se encuentra en el primero
de esos periodos, abocado a la actividad y al desarrollo
progresivo.
Perfil de desarrollo del niño de seis años

Los niños de seis años cumplidos o a punto de cumplir


normalmente han adquirido unas destrezas y un desarrollo que
se puede sintetizar del siguiente modo:

* Desarrollo motor

Toma parte en actividades encaminadas a aumentar la


resistencia física y la fuerza muscular con juegos de ritmo,
música y pelota.

Tiene una mano y una pierna más hábiles; posee un hemisferio


dominante. Va madurando e interiorizando su estructura
espacial y temporal.

Es una edad típicamente activa. El niño se encuentra en


actividad casi constante.

Está equilibrando conscientemente su propio cuerpo en el


espacio. Posee equilibrio y control de sus movimientos.
Comienza a interesarse por su propia anatomía.

* Desarrollo cognitivo

Empieza a articular todos los sonidos y experimenta con


ellos. Usa correctamente los tiempos verbales, los plurales
y los pronombres. Intercambia información objetiva, pero le
cuesta expresar ideas y sentimientos. Le gustan las
adivinanzas y los juegos de palabras. Adquiere un
vocabulario creciente y usa de forma correcta la mayoría de
las palabras que conoce. Comprende frases elaboradas. Lee
comprensivamente.

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Va del aprendizaje intuitivo hasta el pensamiento concreto.
Sigue acumulando experiencia suficiente para distinguir
entre realidad y fantasía. Este mundo de realidades se forma
gracias a su mayor memoria para recordar las experiencias y
a su mayor capacidad para simbolizarlas.

Quiere aprender cosas. Más que "¿para qué sirve?", pregunta


"¿cómo funciona?". Se decanta hacia cuentos de aventuras
reales: ya no le interesan los de hadas. Es capaz de
proyectar la manera de resolver un problema y de comprender
sus consecuencias. Identifica un objeto por el tacto.

Quiere complacer a su profesor. Necesita su elogio, atención


y ayuda. Desea seriamente trabajar a pesar de sus altibajos.

Instintivamente el niño se identifica con todo lo que le


sucede y está a su alrededor, por lo que está capacitado
para interiorizar nuevos conocimientos y nuevas experiencias
personales y culturales. Sus dibujos espontáneos son más
realistas. Capta lo primitivo y lo sencillo de la
naturaleza: casa, árbol, etc.

* Desarrollo afectivo y social

Posee iniciativa. Disfruta de la compañía de los demás,


aunque siga queriendo hacer las cosas a su manera.

Es el centro de su propio universo. Egocéntrico. Dominador,


obstinado y agresivo. Emocionalmente excitable, desafiante.
Tiene un comportamiento inconsecuente al intentar hallar
formas de relación que tengan éxito. Cambia frecuentemente
de amistades. Se basa en sus normas para juzgar sus actos y
los de sus compañeros de juego.

Recurre a los adultos para recibir consejos sobre las normas


morales y culturales. Asimila los patrones de conducta
propios de la cultura en la que vive. Cierta noción de lo
bueno y lo malo, relacionado, aún fundamentalmente, con
actividades aprobadas o desaprobadas por los padres y
profesores.

Tiene dificultad para decidir. Reacciona lenta o


negativamente ante una orden, pero pasado el tiempo quizás
la ponga en práctica espontáneamente, como si se tratase de
su propia idea.

La madre ya no es el centro del mundo del niño, ya que él


mismo ocupa ahora esa posición. Esta autonomía del niño
respecto a la madres no es aún completa, siendo muy sensible
a los estados de ánimo y tensiones. Respeta y admira más a
un padre, le agrada jugar con él.

* Adquisición de hábitos de conducta

Aún está en el período sensitivo de la sinceridad.

Comienzan los periodos sensitivos de las virtudes humanas


básicas (laboriosidad, generosidad, amistad, fortaleza,
etc.), que conforman el carácter y durarán hasta los doce
años –comienzo de la pubertad–.

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* Desarrollo religioso

Ha terminado el período sensitivo de la existencia de Dios y


de las primeras prácticas de piedad y aún no ha empezado con
otros períodos sensitivos de profundización, por lo que debe
seguir viviendo las prácticas adquiridas, sin olvidar la
importancia que tiene para el desarrollo de su vida
cristiana el ejemplo de sus padres y educadores.

Segundo y tercer ciclos de Educación Primaria (8 a 11 años).

* Desarrollo físico

Los niños de 8 a 10 años crecen físicamente a un ritmo más


lento que en edades anteriores, pero son sensiblemente más
altos y espigados que los de la etapa anterior (6 y 7 años).

Entre los 8 y 10 años la altura y la fuerza son muy


valoradas entre los chicos y conceden, a los más
desarrollados, prestigio social y mayor éxito en las
actividades deportivas. Influyen sobre la conducta,
personalidad, concepto de sí mismo y seguridad.

Consecuencia de ello es la satisfacción que encuentra en los


juegos y ejercicios físicos, en las excursiones o salidas al
campo. Otra manifestación es la tendencia a hacer ostenta-
ción de sus habilidades y fuerza, y competir con sus
compañeros. Suelen excederse en el ejercicio físico, por lo
que les cuesta relajarse después de un juego o de un rato de
deporte. Conviene estar pendientes para evitar el agota-
miento o la sobreexcitación.

Afianzada su lateralidad, son más hábiles en sus comporta-


mientos motores y les agrada ostentar sus habilidades. El
dominio de la lateralidad, facilita la correcta localización
y orientación espacio-temporal, la comunicación con los
demás y la memoria en términos de tiempo y espacio.

* Desarrollo intelectual

Es la edad propicia para el desarrollo del pensamiento


operativo concreto, a través de la paulatina aprehensión
intelectual. El proceso natural que siguen es el paso de lo
intuitivo e imaginativo a lo racional, para llegar a
sintetizar y estructurar sus propios conocimientos. La
inteligencia sensomotora pasa a ser lógica, aunque necesite
de los sentidos para captar las cosas, ya que el razonamien-
to abstracto vendrá después, alrededor de los 13 años.
Empiezan a razonar por sí mismos a partir de los porqué, y
son frecuentes las preguntas sobre el porqué o para qué de
las cosas.

Está abandonando la subjetividad y el egocentrismo propio de


la primera infancia y el pensamiento se hace más lógico y
más capaz de captar las propiedades objetivas de las cosas.
No son capaces de abstracción, sino de lo concreto, apoyán-
dose siempre en las impresiones sensoriales y en las
representaciones ("realismo infantil"). Es capaz de
relacionar ideas sencillas, pero llegar a una definición
general le resulta todavía difícil. Es un pensamiento
intuitivo, muy apoyado en las imágenes.
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Quieren descubrir el mundo y cómo funcionan las cosas.

Es un buen momento para educar la laboriosidad, de modo que


arraigue el hábito de un trabajo serio y ordenado, que lo
preparará para vencer la tendencia al desorden y la desgana
que aparecerán con la pubertad. Pueden proponerse y
esforzarse por cumplir un pequeño horario de trabajo. Es
interesante que aprendan a utilizar una agenda para sus
tareas escolares.

Todavía quedan residuos de conductas negativas respecto a


los avances

Las dificultades más frecuentes que suelen presentarse en


esta etapa son las de fracaso escolar causadas por problemas
lingüísticos o por una adquisición deficiente del apren-
dizaje lecto-escrito; por problemas físicos o motrices ya
considerados, o por problemas de adaptación y ajuste
personal que afectan a la conducta y al rendimiento.

En el orden intelectual los más frecuentes son:

- Los que se deben a limitación intelectual leve, que no


permite al alumno seguir el ritmo normal de la clase
debido a una baja comprensión de las enseñanzas. Estos
alumnos suponen un porcentaje muy bajo en las clases
normales y exigen una dedicación y programación
especiales del maestro y un trato cuidado de los
compañeros, para evitar situaciones frustrantes.

- Son más abundantes los problemas de atención -


dispersión en los alumnos de estas edades, dadas su
variabilidad de intereses y su gran movilidad.

- También se presentan con cierta frecuencia los


problemas de hiperactividad, a veces, unidos con los
anteriores.

* Desarrollo lingüístico

Uno de los intereses prioritarios en este momento son el


gusto y la afición por la lectura, sobre todo por aquéllas
en las que predomina el diálogo de los personajes y las que
se centran en la acción. La lectura, al ser argumental,
ofrece al niño razonamientos que él no es capaz aún de
realizar por sí solo, y de los que va aprendiendo. Aunque
aún se encuentran yuxtapuestas realidad y fantasía,
distingue el mundo real del fantástico.

La mayoría de los niños lo pasan muy bien leyendo y es


preciso aprovechar este interés para fortalecer o promover
hábitos lectores y afición a todo tipo de lecturas. A esta
edad les gustan especialmente los libros de aventuras, leen
y devoran libros en casa y en el colegio pueden ser buenos
usuarios de la biblioteca. Prefieren las lecturas amenas que
las científicas o de divulgación.

Poner libros al alcance de estos niños y fomentar la lectura


con comentarios y motivación, es básico para aumentar su
evolución psicológica, asegurar su interés por la cultura y
formación y evitar el aburrimiento en los momentos de ocio.
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* Desarrollo afectivo

La afectividad pasa por un período de latencia, que se


interrumpe en algunos momentos de excitación o
incertidumbre. En esta etapa se forma la conciencia de sí
mismo diferenciada y se configura la personalidad
típicamente masculina o femenina. El niño adopta papeles de
identificación con uno de los padres, el de su propio sexo.
Los intereses se van centrando más en el mundo de sus
compañeros que en el de los adultos.

El interés por los temas sexuales tiene un carácter marcada-


mente intelectual. Es el momento más adecuado para iniciar
una verdadera educación sexual, no únicamente información,
que permita al niño afrontar del modo menos perturbador los
problemas de la adolescencia. Éste deberá facilitarse de un
modo gradual, con franqueza, acomodándose a su mentalidad y
a su capacidad de comprender, anticipándose a su natural
curiosidad.

La falta de madurez afectiva los lleva a tener afán por


llamar la atención, ser tenidos en cuenta y sentirse
queridos, así como a sentir envidia, a una cierta tendencia
a la crueldad y a excluir del trato a unos, acaparando el de
otros.

Los sentimientos no son muy duraderos y oscilan entre la


alegría y la tristeza, aunque la alegría es más permanente,
por lo que predomina en este período una actitud optimista,
de buen humor.

Todos estos rasgos de inmadurez afectiva repercuten en la


atención, que oscila también según su estado de ánimo,
aunque es capaz de fijarla voluntariamente cuando un asunto
atrae su interés.

En estos años tiene lugar un aumento de la autoestima o


sentimiento positivo de sí mismo, por su aspecto físico, por
su forma de comportarse, por los trabajos que es capaz de
realizar, gracias al reconocimiento que hacen los adultos y
–sobre todo– los niños de su misma edad. Necesita contar con
la aceptación y aprobación de sus iguales, y se acomoda a
los modos de vestir, hablar y comportarse de los de su
pandilla.

Se van mostrando más seguros de sí mismo, más extrovertidos


e independientes. En definitiva, se va logrando una
estabilidad emocional y un cierto control de su vida, que
permanecerá hasta que –hacia los once o doce años– los
cambios orgánicos de la pubertad perturben el equilibrio
conseguido.
* Desarrollo moral y de la voluntad

Este período constituye la etapa de mayor desarrollo del


criterio moral, por el progreso cognitivo, por el creciente
poder de interiorización y por el gran número de
oportunidades de participación y desempeño de papeles nuevos
en todos los ambientes donde el niño se desenvuelve.

Los sentimientos morales se van independizando de los de los


padres. El desarrollo intelectual alcanzado le facilita la

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realización de sus propios juicios morales. El pensar
analítico facilita el diferenciar el bien del mal y
contribuye a una mayor valoración moral tanto de la propia
conducta como de la ajena. Por otra parte, la vida moral se
va relacionando con los preceptos divinos, con lo que Dios
manda o prohíbe.

Suelen aceptar sin crítica los valores dados por los


adultos, aunque a veces sean excesivamente justicieros e
inflexibles, sobre todo con sus hermanos menores. Al final
de esta etapa comienza a surgir el afán de independencia y
es necesario insistirles en la obediencia con motivaciones
positivas. Importa mucho explicarles el "porqué"; no basta
señalarles el "qué" y el "cómo".

Es un momento especialmente propicio para el desarrollo de


algunas virtudes humanas básicas, aprendiendo a luchar en
pequeñas metas. Deben facilitárseles ocasiones de
ejercitarse en la práctica de las virtudes en el colegio y
en su casa. En el capítulo dedicado a la educación de las
virtudes hacemos referencia detenida a cada una de las que
conviene atender especialmente en estos años.

Conviene encauzar positivamente su fuerte inclinación hacia


la amistad y el compañerismo, ayudándolos a entender que
esos valores suponen entrega a los demás, espíritu de
colaboración y servicio, de lealtad y solidaridad.

La inclinación al esfuerzo físico, a la aventura y a la


competición puede favorecer la adquisición de hábitos de
reciedumbre y austeridad, virtudes especialmente necesarias
para los años siguientes. Las propinas o pequeñas asignacio-
nes económicas periódicas ayudarán a aprender a conocer el
valor del dinero y a aprender a ahorrar.

Disfruta sintiéndose importante y útil. Los encargos en casa


y en el colegio lo prepararán para ser más responsable.

Los chicos de estas edades atraviesan un período óptimo para


formar su conciencia moral, para empezar a plantearse
pequeñas autoexigencias, de modo que se logre una colabora-
ción respetuosa de todos ante las normas de convivencia, que
propicie un auténtico clima moral en el aula.
* Desarrollo social

Es la edad social por excelencia de la infancia: le desa-


grada estar solo. Aprenden un comportamiento social y a
respetar las reglas de juego a través de las pandillas de
compañeros. Se produce un mayor desarrollo de la
sociabilidad, fruto de su maduración intelectual, que
invita a abrirse al mundo que lo rodea, repercutiendo así en
el comportamiento social.

Le gustan las actividades de club y las excursiones le dan


ocasión de satisfacer su gusto por la aventura.

Las actividades que más potencian el desarrollo social de


los 8 a 10 años son los juegos

Los niños buscan en el juego:

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- Satisfacer sus necesidades de movimiento, intereses
intelectuales y necesidades afectivas.

- Seguridad y autoafirmación.

- Nuevas experiencias.

- Ser conocidos como valiosos.

- Ser aceptados y necesitados por los otros.

Los juegos que practican están directamente relacionados con


las destrezas y hábitos intelectuales por consolidar, con el
grado de integración social que desean lograr y con la
situación afectiva-emocional que atraviesan.

Los alumnos de estas edades poseen dominio corporal y


equilibrio suficiente para patinar, trepar por distintos
sitios, escalan muros, rocas, árboles. Han adquirido gran
agilidad de movimientos en el salto, la carrera, sortear
obstáculos sobre la marcha, mantenerse recto sobre objetos
móviles, etc. Como la gran mayoría de los niños ha
desarrollado estas habilidades, el reto está en la
competencia; por ello, el juego se torna más competitivo:
"quién sube más alto", "quién corre más"... complicándose
más y combinando diferentes habilidades.

La integración social está muy relacionada con los juegos de


grupo, con el fortalecimiento de lazos afectivos y con la
aceptación de normas en su seno. Ahora son grupos
monosexuales: chicos con chicos y chicas con chicas.

Estamos en la edad de las diferenciaciones psicológicas en


el campo del sexo. Niños y niñas van adquiriendo una fuerte
conciencia de las diferencias que los separan. Esta
separación de los sexos –que permite que los niños y las
niñas afirmen, respectivamente, su masculinidad y su
feminidad– no es sistemática ni agresiva, como lo será en la
adolescencia, sino más bien un distanciamiento del trato por
intereses distintos.

El niño busca su lugar en el grupo y le preocupa no caer


bien a los demás. La pandilla es el núcleo social de este
período. Se forma sin intervención del adulto, tiene un
carácter unisexual y activo. Las exploraciones, los comba-
tes, las proezas, las construcciones... todo ello les
cohesiona.

* Desarrollo religioso

Tienen lugar en este ciclo la Primera Confesión y Comunión,


precedidas y continuadas por la catequesis oportuna.

Estos son años para afianzar la religiosidad, para dar las


bases doctrinales que han de dejar huella profunda en su
alma. Algunos de sus "porqué" serán ocasión próxima para
hablarles de Dios y con sentido sobrenatural de múltiples
incidencias. Aunque no sean capaces aún de comprender en
todo su sentido algunos conceptos religiosos, no por eso hay
que dejar de dárselos.

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Para ello, la formación moral ha de tener un sentido
positivo, reafirmando la importancia que tiene hacer el
bien. Al exponer la ley moral y los mandamientos se debe
subrayar la fuerza y la belleza de la vida cristiana que
residen en el amor y en la misericordia divinas.

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