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El cristianismo actual ha afirmado durante siglos un discurso de pureza doctrinal, algo así como que las ideas
cristianas (resurrección, encarnación, etc.) se originaron en un total divorcio del entorno cultural en el que nacieron.
Nada más falso y sesgado. Es inconsistente académicamente hablar de ‘origen del cristianismo’, en singular, lo correcto
es sostener los ‘orígenes’ (fuentes variadas) de los muchos cristianismos. Una de las tantas influencias del cristianismo
fue el helenismo que le marcó radicalmente en sus inicios.
El helenismo. Con Alejandro Magno (s. IV a.C.) se inició un proceso de urbanismo y una nueva colonización,
a la par la lengua griega (koiné o griego común) sirvió de vehículo de la cultura helénica (artes, ciencias, literatura,
religión, etc.). Fue un desarrollo nuevo sobre las bases tradicionales. Los judíos no fueron ajenos a la efervescencia
literaria del helenismo, ya consumada la diáspora occidental hacia Egipto, Asia Menor y Roma, gran número de judíos
entendían griego. De este período es la traducción del AT al griego, llamada de los “Setenta”, que partía del texto
hebreo más antiguo que el actual y, desde el punto de vista de la cultura, fue un ejemplo del “griego de traducción”.
Asimismo el impacto del helenismo se observa en el éxito de Menandro, por ejemplo, en un trímetro yámbico delTais, el
cual fue citado a manera de proverbio por Pablo de Tarso (1Cor 15,33). Filosóficamente, los pensadores hicieron el
esfuerzo de replantearse problemas metafísicos y sobre el conocimiento repensando la herencia platónica (v.gr., la
inferioridad del cuerpo), aristotélica (v.gr., el ejercicio de la virtud) y pitagórica (v.gr., la inmortalidad del alma),
desarrollándolas y permitiendo el último gran sistema del pensamiento griego: el neoplatonismo (Plotino).
Religiosamente, el helenismo tenía ansias de salvación, las religiones mistéricas, de las que bebió el cristianismo.
El cristianismo helenista. Entre marzo y setiembre, los judíos celebraban las tres grandes fiestas (Pascua,
Pentecostés y Tabernáculos). Jerusalén era visitada por muchos extranjeros (de Roma, Grecia, Chipre, Asia Menor,
Mesopotamia, Arabia, Egipto y Siria). Este trasiego de viajeros facilitaba el intercambio de ideas. La sinagoga cristiana
anunciaba la próxima venida del Mesías de acuerdo con la predicación de los profetas Juan Bautista y Jesús. En
continuidad con este mensaje, Pablo de Tarso defendió la no obligatoriedad de algunas prescripciones de la Ley para los
paganos devotos del judaísmo.
Las autoridades judías administraban también el orden público, disponían para ello de policías. Es perfectamente
plausible que los ‘helenistas’ fueran perseguidos. Sin embargo, es inverosímil la sentencia de muerte contra Esteban
(Hch 8,1), pues a renglón seguido se indica que los únicos que no fueron molestados fueron los ‘apóstoles’. En Hch
9,31, se dice explícitamente que la iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria.
Los seguidores helenistas de Jesús no se contentaron con limitar el alcance de la Ley. Refugiados en Antioquía y
Damasco, continuaron profundizando el significado de la muerte de Jesús como profeta (como sostenía la comunidad de
Jerusalén) hasta elevarlo a la categoría de resucitado por Dios y ser designado Mesías que ha de venir de manera
inminente. Este mensaje conmovió a Pablo y motivó su conversión.
En el núcleo del evangelio de Marcos hay dos noticias: Jesús rechazado por sus familiares y la responsabilidad de los
judíos en la muerte de Jesús. La primera noticia es cierta; la segunda es una gran mentira creada por los grupos
helenistas que escaparon de Jerusalén. En la lógica de los helenistas, los judíos celosos de la Ley entregaron a Jesús
porque venía a abolir la Ley.