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“Quien imparte justicia debe inspirar la suficiente confianza para que quienes acudan a
él sientan la tranquilidad de que sus derechos o pretensiones no serán objeto de subasta,
ni éstos les serán desconocidos infundada y arbitrariamente”
La palabra “funcionario” viene del francés (fonctionaires). Antes de eso, existía en español
la palabra “función”, derivada del latín, en el sentido de “ejercicio de algún empleo, facultad
u oficio”. Ese ejercicio llevaba consigo la noción de cumplimiento de una obligación.
La función judicial tiene como objetivo resolver todo tipo de controversias, no solo entre
personas particulares, sino entre estas y determinada autoridad o entidad pública. En
síntesis, la función judicial es el recurso final de protección del derecho de las personas,
siendo por ende el más alto foro que decide cómo y a favor de quién debe aplicarse la ley;
por eso demanda la más exigente seriedad y rectitud de proceder de quien está investido
de tan alta responsabilidad, que puede juzgar incluso el honor y dignidad de personas o
instituciones.
Esta semana me tomó cinco días conseguir copia de un escrito, pues el expediente no
estaba en archivos, y cuando llegó no estaba foliado, por lo tanto hubo que regresarlo al
Juzgado para que allí lo foliaran y lo mandaran de regreso a archivo (queja esta
muy común en el Complejo Judicial de Nejapa).
¿El proceso oral hará que los jueces y secretarios funcionen con mayor independencia,
mayor imparcialidad, mayor eficiencia e idoneidad?
¿Les otorgara mayor independencia de las consignas políticas? ¿Se negarán a lanzar
adoquines contra el Holiday Inn? ¿Dejarán de creer que son subordinados del Ejecutivo y
de la PGR?
Quien imparte justicia debe inspirar la suficiente confianza para que quienes acudan a él
sientan la tranquilidad de que sus derechos o pretensiones no serán objeto de subasta, ni
éstos les serán desconocidos infundada y arbitrariamente… En consecuencia, el juez debe
estar revestido de una «toga» de credibilidad y de seriedad en sus actos, que le permitan
ser respetado por las partes que acuden a su decisión para resolver sus controversias.
No existe una formación ética-social del abogado en las aulas de Derecho, y no se trata de
que conozcan o no la doctrina, asunto secundario en la apreciación de la independencia
judicial; lo importante es que los que llegan a ser jueces comprendan la función que en la
sociedad tiene el funcionario judicial al administrar justicia.