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PENSAMIENTO PEDAGOGICO AFRICANO

1- AMÍLCAR CABRAL (1924-1973) Fue un ingeniero agrónomo y escritor, máximo dirigente


revolucionario de la llamada Guinea portuguesa Guinea-Bisáu y Cabo Verde. Fue asesinado el 20
de enero de 1973 por agentes de los colonialistas portugueses que tenían la pretensión de
controlar al pueblo para que no hubiera revolución. Al contrario de lo que suponían los
organizadores, el pueblo prosiguió la lucha iniciada por Cabral y conquistó su libertad el 24 de
septiembre de 1973.

CULTURA Y LIBERACIÓN NACIONAL: podemos considerar el movimiento de liberación como la


expresión política organizada de la cultura del pueblo en lucha. La dirección de ese movimiento
debe tener una noción clara del valor de la cultura en el ámbito de la lucha y conocer
profundamente la cultura de su pueblo, sea cual fuere el nivel de su desarrollo económico.

Este movimiento, representante y defensor de la cultura del pueblo, debe tener conciencia de que
es portador y creador de la cultura, y debe comprender el carácter de masa, el carácter popular de
la cultura.

La distribución horizontal y vertical de los niveles de cultura tiene una cierta complejidad, porque
dentro de una categoría social, hay variaciones significativas del nivel cuantitativo y cualitativo de
cultura. Tener en consideración esos hechos es una cuestión de importancia primordial para el
movimiento de liberación.

La experiencia del dominio colonial demuestra que el colonizador no solo crea un sistema perfecto
de represión de la vida cultural del pueblo colonizado, sino que todavía provoca y desarrolla la
enajenación cultural por parte de la población, ya sea por medio de la pretendida asimilación de
los indígenas, o por la creación de un abismo social entre las elites autóctonas y las masas
populares. Como resultado de ese proceso de división o de profundización de las divisiones en el
seno de la sociedad, sucede que parte considerable de la población, especialmente la “pequeña
burguesía”, urbana o campesina, asimila la mentalidad del colonizador y se considera
culturalmente superior al pueblo al que pertenece y cuyos valores culturales ignora o desprecia.
Así se muestra indispensable una reconversión de los espíritus, de las mentalidades, para su
verdadera integración en el movimiento de liberación. Esta reconversión puede comprobarse
antes de la lucha, pero solo se completa en el transcurso de ésta, en el contacto cotidiano con las
masas populares y en la comunión de sacrificios que la lucha exige.

La vigilancia es indispensable, tanto en el plano de la cultura como en el plano de la política. Y una


verdad que el movimiento no puede ignorar, es no traicionar los objetivos económicos, políticos,
sociales y culturales de la lucha.

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