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LA ERA DE LOS JUGUETES ÓPTICOS

Le principal défaut de ces joujoux est d'être chers. Mais ils


peuvent amuser longtemps, et développer dans le cerveau de
l'enfant le goût des effets merveilleux et surprenants.

BAUDELAIRE, Morale du joujou.

Dentro de las innumerables innovaciones, inventos y revoluciones,


en todos los campos de las ciencias tecnológicas y sociales que
trajo consigo el siglo de las luces, se encuentran los llamados
juguetes científicos. Dichos aparatos, de por sí olvidados hoy en
día, sentaron las bases tecnológicas para el desarrollo del futuro
campo cinematográfico, llamado, en un inicio, cronofotografía.
Pues “tanto los unos como los otros estaban dominados por la
imaginación del siglo”, en una búsqueda constante del cine total,
como mencionaba André Bazin. Entonces, ¿es, acaso, la evolución
de dichos juguetes ópticos, el aporte más importante aporte al
campo cinematográfico, junto con la fotografía y la linterna
mágica? Sí. Y hoy, en estos tiempos en que los niños no hacen nada
más que derretirse los sesos con las luminosidades emitidas por
las pantallas de los videojuegos, los programas insulsos de la
televisión y las malditas redes sociales, más que nunca, se hace
importante conocerlos, para así, reconocer en ellos su invalorable
aporte al mundo científico y al desarrollo mental de los infantes.
Es decir, darle un sentido a sus vidas.

El taumatropo

En una carrera vertiginosa por probar y sacar partido de las


teorías sobre la persistencia retiniana, aquella que decía que
“una imagen captada por el ojo es conservada por la retina hasta
una décima de segundo después que la observación ha cesado” (1),
expuestas por Peter Mark Roget, en 1824; dos hombres, uno geólogo
y el otro científico: Fitton y John Ayrton Paris, inventaron el
taumatropo. Este aparato, comercializado a partir de 1825 con un
éxito enorme, “consolidaría la moda de los juguetes ópticos que
imperaría en Europa hacia la primera mitad del siglo XIX” (1). El
juguete no era más que un disco de cartón con dos caras. Por un
lado se tenía el dibujo de un pájaro y por el otro, una jaula. Un
par de cuerdas ubicadas en ambos extremos del disco hacían que
fuese posible hacerlo girar. Cuando esto sucedía, las imágenes se
superponían, dando la sensación de que el pájaro se encontraba
dentro de la jaula.
Como señala Georges Sadoul, estos taumatropos se vendían en los
múltiples basares de Londres, París y Viena. Del mismo modo, los
motivos que fueron apareciendo ofrecían una innumerable variedad.
Entre ellos se encontraban: El pájaro y la jaula (Inventado por
Paris), jinete y montura, decapitado y su cabeza, dos mitades de
una casa, bailarina y su pareja, cazador y pieza cobrada. (2)

La importancia del taumatropo radica en la síntesis de la ilusión


del movimiento a partir de la superposición de imágenes. Dicha
técnica es usada, aún hoy, por el cine.

El Fenaquistiscopio

Por el año 1833, dos físicos belgas, sin relación alguna entre
ambos, inventaron dos aparatos muy similares, basados también, en
los principios de la persistencia retiniana: Joseph Antoine
Plateau inventó el fenasquisticopio y Simos Ritter von Stampfer el
estroboscopio.
El fenasquisticopio fue un disco de cartón, con ranuras dispuestas
a lo largo de todo su contorno. Un mango en la parte inferior
servía para poder cogerlo con comodidad, y éste, a su vez, se
encontraba conectado a un eje en el centro del disco, por la parte
trasera, que hacía posible que el disco girase libremente. De
igual modo, una serie de dibujos, en posiciones ligeramente
distintas y, dispuestos entre cada ranura y por todo el contorno,
daban la sensación de moverse al hacer girar el disco y observar a
través de las ranuras con la ayuda de un espejo que reflejaba las
imágenes. Al girar el disco las imágenes daban la sensación de
moverse como si se encontraran dentro de un remolino perpetuo.
Los primeros temas, utilizados por Plateau y Stampfer, fueron
científicos. Luego, los comerciantes impusieron su imaginario con
una serie de distintos temas. Algunos de ellos fueron el caballo
saltando, el perro sabio, Gimnasta, Danzarín equilibrista,
Bailarina, Pareja bailando vals, Trapecista, Boxeadores,
Luchadores, Duelistas, Bebedor, Dos hombres con su bomba, Enfermo
cómico en gran plano a quien le duelen las muelas, Carpintero
serrando una tabla, Gendarme y ladrón, Herrero y un yunque,
Gallina picoteando, Payasos. (2)

El zoótropo

También conocido como la rueda de la vida. Este juguete fue


inventado por el matemático inglés William Horner, en el año 1834.
Consistía, una vez más, y bajo los mismos preceptos que el
fenaquistiscopio y el taumatropo, en un gran cilindro dentado en
su contorno, unido, por medio de un eje central, a una base de
madera. Por dichas hendiduras laterales era posible contemplar, al
hacer girar el cilindro, y luego de colocar en el interior una
banda de dibujos, dispuestos en distintas posiciones, que, según
Sadoul, ya anunciaba el film.

El zoótropo desarrolló aún más la síntesis del movimiento. Los


motivos que utilizaba fueron igual de variados. Por los mismos
años, el campo fotográfico también avanzaba vertiginosamente. En
unos cuantos años más, las bandas con dibujos fueron reemplazados
por bandas con imágenes fotográficas, como sucedió, y se
popularizó, el caballo de Muybridge. Las posibilidades de ya no
ser un espectador individual sino uno colectivo empezaron con el
zoótropo.

El praxinoxcopio

El profesor de mecánica Emile Reynaud realizó una serie de


innovaciones a todos los aparatos inventados hasta el momento.
Como lo menciona Rivera Escobar, Reynaud creía que el problema
principal de la reducción de luz al momento de la visualización,
en el fanquistiscopio y el zoótropo, se encontraba en el
obturador. En 1877, inventó el praxinoscopio como una solución al
problema. Eliminó las hendiduras del zoótropo y dispuso una serie
de espejos en la parte central del cilindro. Es unánimemente
considerado como el padre del dibujo animado, a decir de Sadoul.
Sin embargo, su genio lo obligó a profundizar más en el asunto. En
el futuro, mejoraría su invento, presentando el praxinoscpio –
teatro, que incluía un pequeño escenario; y, el praxinoscopio –
proyector, que, usando una linterna mágica, levantaba un pequeño
espectáculo animado.
El teatro óptico

El teatro óptico merece una mención especial. Este aparato ya no


era un pequeño juguete comercializable. Sus niveles de
funcionabilidad superaban a todos sus predecesores. En él no
solamente formaban parte los juguetes ópticos, sino, también,
tenía una presencia notable, la linterna mágica, las bandas
plásticas de las que hacía uso, y los espejos.

Así Emile Reynaud creó en 1888, el teatro óptico. Este aparato


usaba cintas perforadas, con dibujos secuenciales en distintas
posiciones, muy similares a los usados en las cintas de celuloide
actuales. Además, un complejo sistema de lentes y espejos
proyectaba, por la parte trasera de una pantalla, los dibujos
iluminados de las bandas plásticas, por medio de una linterna
mágica, las cuales se iban enrollando en una de las dos bobinas
manejadas por un operador.

Con el teatro óptico, Emile Reynaud relizó una serie de


espectáculos en el teatro Grévin, en Paris, bajo el nombre de
Pantomimas luminosas, desde el año 1892 al 1900, acompañados por
una serie de efectos sonoros y música bajo el mando de Gaston
Paulin. Casi Medio millón de parisienses tuvo la oportunidad de
presenciar dicho espectáculo.
Con el advenimiento del cinematógrafo, en 1895, el interés del
público por el nuevo aparato, hizo que la popularidad del teatro
óptico decayera y que llevara a su inventor, en un ataque de
nervios, a arrojar casi todo su material al río Sena.

Algunas de las obras del extenso material, enteramente dibujadas a


mano por el propio Reynaud, llegaban a durar hasta 16 minutos.
Además, los espectáculos contaban con una historia y un guión
coherentes. Por lo tanto, de algún modo, las historias contadas
por estas pantomimas luminosas ya se encontraban a un paso de las
futuras historias cinematográficas. La estética que manejaban era
la de la cámara estática, pero en este caso, impuestas por las
dificultades que representaban dibujar todas las bandas de manera
manual. Las historias en el cine también sufrieron estas
limitaciones, pero, si bien no fueron enteramente técnicas, sí
estuvieron fuertemente atadas al imaginario de los primeros
realizadores. Otros aportes técnicos de las historias creadas por
el teatro óptico, pero que no influenciaron directamente a los
realizadores de inicios del siglo XX, pero sí a George Mélies,
padre de la mayor parte de grafemas cinematográficos, fueron el
manejo de la escala en los planos, la suplantación por montaje y
la superposición de imágenes; a juzgar por Pauvre Pierrot,
película en la que se notan las innovaciones técnicas, aún más que
en autour d´une cabine. Algunos otros títulos fueron le clown et
ses chiens, un bon block, Pauvre Pierrot, Autours d´une cabine (15
minutos), Revé au coin du feu. (1,2)

Los privilegiados

Tal y como Charles Baudalaire mencionaba que estos juguetes


científicos, muy beneficiosos para el desarrollo del cerebro de
los niños eran, sin embargo, muy caros y solo pocos podían acceder
a ellos. Sin embargo, su enorme popularidad no pasó desapercibida
en el viejo continente. Pero, ¿qué pasaba en América y en el Perú?
Es indudable que estos juguetes ópticos llegaron y se vendieron en
los almacenes limeños y en algunas provincias. Sin embargo, es
difícil conocer el grado de popularidad que despertaba en la
población y el desfase con que se llegaban a conocer.

En el caso de los espectáculos como el teatro óptico o los de la


linterna mágica, podríamos situarlos dentro del desarrollo inicial
y embrionario del espectáculo cinematográfico peruano. Aunque no
se sabe con certeza si el espectáculo del teatro óptico salió de
los confines de Francia. Se podría inferir que algunos juguetes
ópticos también formaban parte de algunos números circenses como
lo hacía la linterna mágica. O también pudieron tener un
itinerario junto a Las troupes de circos y teatros que llegaban al
país por el sur, por Buenos Aires, y que se internaban, por la
sierra, desde Córdoba, Salta, Jujuy, y que luego pasaban a
Bolivia, para finalmente internarse en el Perú; o, por el norte,
por la ruta de Acapulco, como hace mención Manuel Burga, con
relación al cinematógrafo, a inicios del siglo XX.

Del mismo modo y, como sucede hasta hoy, las novedades traídas por
las familias que tenían un contacto directo con Europa y que
viajaban con regularidad y traían, a modo de regalos, fue
indudablemente otra forma como los juguetes científicos llegaron
al País. Finalmente, los buhoneros trashumantes que viajaban de
ciudad en ciudad y de país en país, llevando la linterna mágica y
otros aparatos que llamaran la atención al público, fueron los
hombres invisibles que dejaron sus huellas imborrables en las
retinas de las generaciones precedentes que tuvieron la dicha de
verlos.
Referencias

1. Rivera E. Raúl. La era silente del dibujo animado. Lima:


Fondo editorial de la UNMSM; 2007.
2. Sadoul G. Historia del cine mundial desde los orígenes.
Buenos Aires: Siglo XXI Editores; 2004.
3. Bazin A. ¿Qué es el cine? Madrid: Ediciones RIALP; 2004.
4. Carbone G. El cine en el Perú 1897 – 1950 testimonios. Lima:
CICOSUL; 1991.
5. Baudelaire C. Le monde littéraire. Paris; 1853.
6. Basadre G. Jorge. Historia de la república del Perú (1822 –
1933). Lima: Empresa editora el Comercio; 2005.
7. Gálvez R. Wari. http://lacarretafantasma.blogspot.com/2011/01/juguetes-pre-
cinematograficos.html#comment-form; 2011.

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