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Cofré González
Psicólogo de Niños y Adolescentes
LA IMPORTANCIA DE LA RESPIRACIÓN EN
MEDITACIÓN Y EN RELAJACIÓN
La Respiración es una de nuestras principales fuentes de energía. Podemos estar sin comer
unas semanas, sin beber unos días, pero si dejamos de respirar, en pocos minutos dejaríamos de
vivir. La respiración es pura energía vital.
Siempre nos acompaña, siempre va con nosotros, es nuestra amiga fiel que nunca nos
abandona. Se puede recurrir a ella en cualquier momento, circunstancia, lugar, ocasión.
No depende de la actividad mental voluntaria, no hace falta que pensemos en ella para que
ocurra, por lo que supone una cura de humildad contra la tendencia natural que tenemos de
controlarlo todo, de racionalizarlo todo.
Sin embargo, es una de las pocas funciones psicofisiológicas que además de funcionar de manera
involuntaria e inconsciente, también puede ser activada de manera voluntaria y
consciente en estado de vigilia, siendo capaces de controlar el ritmo, la profundidad y otras
características de la respiración que regulan diversas funciones físicas y psicológicas.
A través de la respiración podemos tener acceso a sistemas de control fisiológico que normalmente
son inaccesibles a voluntad como los sistemas simpático y parasimpático; por tanto, puede actuar
como regulador de tus sentimientos y tu conducta. Aunque la respiración no requiere nuestro
control voluntario, podemos influir en ella y dirigirla hacia formas de respirar que consideremos
mas adecuada para determinadas circunstancias y actividades. Ciertas pautas como por ejemplo la
respiración abdominal, son sumamente relajantes. Otras son energizantes. Se puede entrenar para
aguantar mas tiempo bajo el agua, para calmarnos, para hacer ejercicio que requieren gran
consumo de aire, para reducir dolores…
Nos ancla en el momento presente. No se puede respirar el aire de ayer, ni el de mañana. Por
la mañana, no puedes hacer todas las respiraciones del día para tenerlas hechas. Ni siquiera puedes
inspirar y espirar a la vez. Para la respiración sólo existe el ahora, este preciso y precioso instante.
Por lo que las rumiaciones sobre el pasado o el futuro, no tienen cabida.
Como anclaje de tu atención, la respiración es tan sutil que te hace ver con claridad cuándo se
dispersa tu mente y a dónde ha ido. Si estás recordando algo o imaginando o planificando o estás
aburrido, inquieto, creativo, temeroso, ilusionado…
Cuando nos hacemos conscientes de ella, con toda nuestra intención, es capaz de generar
un espacio de paz, serenidad, tranquilidad y de conexión con uno mismo.
En definitiva, la respiración viene a ser el nexo de unión entre la mente, las emociones y el cuerpo.
Compruébalo por ti mismo.
Según Wallace, Mindfulness o Sati es una facultad que implica la conceptualización puesto que es
memoria o recolección de acontecimientos pasados y, también, memoria prospectiva puesto que
nos capacita para recordar cosas que debemos hacer en el futuro. Para el Vipassana moderno, sin
embargo, mindfulness es presente:
Si estás recordando a tu profesor de segundo, eso es memoria, si te estás dando cuenta de que te
estás acordando de tu profesor de segundo, eso es mindfulness. Bhante Gunaratana.
Para la tradición indo-tibetana, Sati supone discriminar entre saludable e insalubre, tendencias
beneficiosas y tendencias perjudiciales. Mindfulness se cultiva en la práctica de Samatha y se aplica
en la práctica de Vipassana. Mindfulness tendría la cualidad del discernimiento, lo que implica
reconocimiento o percepción de fenómenos y no “pura atención”. Aunque el Vipassana moderno
subraya que mindfulness supone aceptar los pensamientos disrruptivos, no hacer ningún intento
para seguir observando el objeto de meditación, supone reforzar la dispersión y el mindlessness.
En los programas que realizamos, siguiendo las lineas de la práctica de mindfulness en occidente,
hemos llegado a la descripción de una serie de claves que son importantes para la práctica de la
meditación. En esta descripción se aúna las visiones sobre mindfulness tanto en la visión indo-
tibetana y del Vipassana moderno.
Toda esta información entrante o primaria ha sido mapeada por Dan Siegel en 8 sentidos o
corrientes de información sensorial, clasificación muy útil, sobre todo a la hora de representarnos
mentalmente la información que manejamos al practicar la atención plena. Estos ocho sentidos
son: los cinco órganos de los sentidos, la interocepción (incluyendo las sensaciones viscerales y
propioceptivas), la “visón” o metacognición de la mente y el sentido relacional, que nos informa
sobre la existencia de resonancia o disonancia en nuestras relaciones interpersonales y nos permite
sentirnos sentidos por los otros.
En la práctica de atención plena tenemos un centro de equilibrio de la atención, pero además
observamos el resto de la información cambiante en cada momento.
Notarás manipulaciones sobre la respiración que resultan imposibles de relajar, si ese es el caso, la
actitud ante estos fenómenos será de total aceptación. La práctica de mindfulness no se trata de
transformar los fenómenos de la experiencia en sí, sino de integrarlos y acogerlos.
No juicio. Pueden surgir juicios sobre cada pensamiento, sensación o emoción. Si es así, mantén un
estado de apertura en el que esas reacciones enjuiciadoras puedan ser observadas sin identificarte
con ellas. A menudo, la práctica de la atención plena genera estados de frustración por el hecho de
no poder concentrar la atención.
En vez de identificarte con estas emociones cultiva una actitud de apertura y aceptación. Estás
iniciando una práctica en la que paso a paso irás encontrando la manera de potenciar el estado de
mindfulness. Todo requiere su tiempo: paciencia.
Curiosidad. Mente de principiante. El hacer la práctica de atención plena día tras día puede generar
un comportamiento mecánico y condicionado. Es importante cultivar una gran dosis de curiosidad
y entusiasmo por el conocimiento de uno mismo. Cada día es un descubrimiento si la atención se
centra en el presente y no en lo aprendido o condicionado.
Observar la experiencia como si nunca antes la hubieras observado, te hará desarrollar una
capacidad receptiva sin precedentes, capaz de darse cuenta de fenómenos que antes no eran
conscientes. No pretendemos buscar fenómenos extraordinarios sino encontrar lo extraordinario
de los fenómenos habituales y esto se consigue inhibiendo el flujo de la información aprendida y
enfocando la atención hacia el flujo de la información fresca de este mismo instante.
Posición. Se realiza en una postura cómoda y sentada, con la espalda erguida, destensada y sin
apoyos. Existe un equilibrio del tronco sobre los isquiones. Puedes sentarte en una silla, en un cojín
de meditación, en un banquito de meditación o directamente en el suelo.
Si esta postura no es recomendable para ti, realiza cualquier postura cómoda que se adapte a tus
condiciones.
Resultados. No busques resultados, vive plenamente cada paso del camino. La meta está aquí y
ahora.
Lugar. Es mejor encontrar un lugar de la casa adaptado para la práctica de mindfulness. Un lugar
aislado, tranquilo donde nadie te pueda molestar. La temperatura ha de ser agradable. Apaga el
teléfono y haz la firme determinación de estar completamente integrada/o en el ejercicio. La luz ha
de ser suave y agradable.
Sueño. Dormirse en el ejercicio de atención plena no es malo en sí, pero, el ejercicio carece de
efectividad.
Una de las estrategias sería convertir el sueño en el objeto de la atención, es decir, si te entra sueño,
observa cada pequeña sensación corporal asociada y la influencia en los contenidos mentales. Si la
atención es lo suficientemente fuerte no llegará el estado de inconsciencia: no caerás dormido/a.
Llegar a este punto no es sencillo, por ello te recomendamos otras estrategias secundarias:
Abre los ojos mientras realizas el ejercicio de exploración corporal. Intenta realizar el ejercicio
cuando te sientas despejado y con el estómago vacío. Regálate una siesta antes de realizar el
ejercicio. Si aun así el sueño persiste consúltanos a través del foro o de un mail.
Y es que creo que podemos estar incluso ante una de las competencias más necesarias para el
individuo conectado actual cuya salud mental y física consista cada día más, como hemos visto en
ocasiones, en saber desconectar.
Hay muchos tipos de meditación pero parece que una de las más interesantes, que más efectos
positivos de ente los listados produce, es la meditación consciente o atención focalizada. Se trata
de concentrarse en un solo pensamiento, de centrarse en el momento presente y como ocurre en
muchas técnicas de relajación, de hacer consciente la la respiración, observando cada inspiración y
exhalación, sin dejarse distraer por ideas que no sean la principal.
No es un ejercicio fácil cuando lo habitual es el fluir constante, incluso frenético, de´ideas movidas
por estímulos externos, de pensamientos autogenerados, en tiempos en los que la atención puede
prestarse solamente en intervalos cortos, pasando con rapidez a nuevos requerimientos, pero sí
parece entrenable.
De hecho meditar es algo habitual en muchas culturas, como ocurre con los monjes Budistas,
acostumbrados a ello desde hace muchos años.
También parece que se producen cambios en cuanto a la respuesta cerebral a situaciones de dolor
o estrés. En este caso se vincula la meditación a mayor densidad en la materia gris, tema que
repercute en mejores respuestas cognitivas, emocionales e inmunes y que también tiene efectos
positivos en cuanto a autocontrol de la respiración y ritmo cardíaco.
En el mismo sentido, parece la práctica habitual de este tipo de técnicas aumenta el tamaño del
hipocampo y el lóbulo frontal con la meditación, resultando en más emociones positivas, más
estabilidad emocional y un comportamiento más consciente en el día a día. Tiene efectos
neuroprotectores, protegiendo del deterioro cognitivo.
Por último se produce cuando meditamos menos actividad en el sistema cerebral por defecto,
responsable como se sabe desde hace algún tiempo de problemas en los lapsos de atención y
desórdenes de ansiedad, como en casos de Trastorno por déficit en la atención e Hiperactividad.
Incluso en el caso de la enfermedad de Alzheimer la meditación podría jugar algún efecto protector.
Un estudio reciente mostraba el poder de la meditación en cuanto a control del estrés en ocho
semanas, reduciendo los niveles de cortisol, hormona asociada a este, cuando nos enfrentábamos
a situaciones de tensión si habíamos meditado previamente. En este caso mejoraba la ejecución
en pruebas de multitarea, lo cual vuelve a darnos una pista de la importancia del tema en el
momento actual y para nuestros jóvenes.
Creatividad, Empatía
Surgía el tema en uno de los Seminarios del curso de Creatividad que terminábamos
recientemente. Se propone en estos casos la meditación abierta, orientada a la generación de
ideas. Opuesta a la que hemos visto al empezar, de lo que se trata es de no monitorizar
constantemente cada idea generada, priorizando el flujo y la conexión entre pensamientos.
Por último, hablábamos hace poco de la necesidad de trabajar Independencia, Sentido Crítico y
Empatía como claves para la prevención del acoso escolar, que multiplica sus posibles efectos
negativos en la época de internet. Pues bien, parece que la meditación puede aumentar los niveles
de empatía.
En este caso la que deberíamos introducir en las escuelas es una variante específica que se centra
en la compasión, comprensión y el cariño. Una prueba de escaneo de los cerebros de monjes con
más de 10,000 horas de práctica comparados con otros con muchas menos deducía que el estímulo
emocional (sonidos de sufrimiento humano) aumentaba la activación de las áreas cerebrales
vinculadas a la emoción, a la empatía, en los monjes más entrenados.
Por eso técnicas como el “mindfulness” han irrumpido en nuestro mundo de manera tan exitosa,
porque necesitamos detenernos, necesitamos relajarnos, y necesitamos ser
conscientes de la vida que está pasando delante de nuestros ojos.
El mindfulness no hace otra cosa que ayudarnos a entrenar nuestro cerebro como si de un músculo
se tratase, tal como se refería a él el psicólogo Daniel Goleman. Un músculo que poco llevamos al
“gimnasio”, pero que sí necesita de un entrenamiento constante. La neuroeducación nos ha
enseñado que nuestro cerebro va modificándose y aprendiendo del entorno y las experiencias, y
tal como nos cuenta el doctor en psicología Andrés Martín Asuero, experto en mindfulness; “no
envejece como los demás órganos”, por eso hemos de sacarle todo el jugo.
“Mi hija no sabe esperar ni cinco minutos”, en seguida se pone irascible si no obtiene lo que
desea al minuto uno.”
“Mi hijo no es capaz de concentrarse ni el breve ratito que dura el cuento que le leo por la
noche.”
“Nuestra pequeña se aburre de todo en seguida, no hay nada que llame su atención tanto
como para que fije su atención un rato.”
¿Os suenan estas situaciones?¿Habéis vivido escenas similares? Pues probablemente esto sí sea
una consecuencia negativa de haber nacido en dicha era digital. Hoy en día el ritmo de
inmediatez a la que nos vemos sometidos hace que lo queramos todo, y que lo
queramos ya, ahora. Además, nos hemos autoimpuesto una capacidad de multitarea, de la cual
incluso a veces presumimos, que para nada consigue una mayor productividad, pero sí una baja
calidad en lo que estamos haciendo, debido al despiste y la falta de atención. Vamos como con el
piloto automático puesto, y no apreciamos ni lo bueno de la vida, ni lo negativo o desventajoso de
la misma, para decidir así no perder el tiempo en ello.
Comiendo: El juego de la pasa. Este ejercicio se puede hacer con una pasa o con cualquier
otra fruta o alimento. Se ha elegido una pasa por su juego de texturas. Consiste en
coger una pasa entre las manos e ir recorriendo poco a poco cada entresijo de la misma,
siempre muy lentamente. A continuación se huele, se prueba, se saborea… Todo de
manera muy consciente, haciendo uso de cada uno de los sentidos.
Escuchando: El juego de los sonidos. Para este podemos usar un cuenco tibetano. Lo
haremos sonar y les diremos a los peques que levanten la mano cuando dejan de apreciar
el sonido. Ese tiempo de silencio y de atención les irá ayudando a mejorar su concentración.
Respirando: Enseñarles a inhalar y exhalar lentamente también les ayudará a relajarse,
siendo conscientes de cómo el aire pasa llega a las diferentes partes de su cuerpo.
Os dejo un vídeo sobre otro ejercicio, el del frasco de purpurina para trabajar la relajación.
Existen muchas otras maneras de practicar el mindfulness, vosotros podéis crear la vuestra propia,
pero la idea principal siempre es ser consciente de cada detalle de aquello que estáis haciendo. Así
la vida sabe mucho mejor, os lo aseguro.
¿No estáis deseando comenzar ya? No dejéis de comentar vuestras experiencias al respecto.