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Conflicto Mapuche en Chile: Razones de la lucha y sus demandas

Los orígenes del conflicto

Los caciques Lautaro, Caupolicán y Galvarino, líderes mapuche de la década de


1550 sólo son referentes para los verdaderos orígenes de la lucha que el pueblo
indígena chileno sostiene hoy. No fue durante la invasión española del siglo XVI:
la historia del conflicto que hasta el día de hoy enardece el sur del país sucedió en
la década de 1860, durante la “ocupación de la Araucanía”.
Durante el siglo XIX, el Estado buscaba consolidar su soberanía en la sureña zona
de la Araucanía, que dividía a Chile y fraguaba sus intentos por una conquista total
del país. La nación mapuche, habitante del lugar, se negaba a formar parte de la
República y ceder su patrimonio territorial y cultural.

Sin embargo, el ejército de Chile, llevó a cabo una sangrienta invasión,


apropiándose de los vastos territorios, para posteriormente venderlas a colonos
extranjeros, principalmente alemanes y italianos.
Asimismo, el Estado entregó a algunas comunidades mapuche sobrevivientes, los
“títulos de merced”, tierras que, paradójicamente, Chile donó a sus originales
dueños. Sin embargo, varias comunidades terminaron perdiéndolas, siendo
engañadas por particulares que luego de ursurparlas, las legalizaron a su nombre.
Para 1929, año del término de la erradicación de la nación mapuche, los indígenas
sólo quedaron con el 5% de las tierras que originalmente tenían. Es decir, 500 mil
hectáreas, de las 10 millones que poseían. Alrededor de 33.000 mapuche
quedaron sin tierras o no fueron radicados.

(Ser Mapuche
La palabra “Mapuche” significa “gente de esta tierra” en mapudungún, su lengua
autóctona. La cosmovisión de ese pueblo va más allá de la tierra como un espacio
físico, esta posee gran significación histórica, ancestral, religiosa. Los mapuche no
sólo fueron despojados de sus “terrenos”, sino de su cultura.)

Las comunidades se vieron forzadas a vivir lejos de sus tradiciones, siendo


relegadas a espacios pequeños en los que existían códigos absolutamente
distintos. Esto, produjo una crisis en los mapuche, desarrollando disputas internas
y el creciente empobrecimiento de su sociedad.
Así, a partir de 1930, los indígenas comenzaron a organizarse para exigir al
Estado chileno la devolución de sus tierras y el respeto por su cultura.
La lucha por la tierra

Luego de más de tres décadas de infructuosos intentos pacíficos y legales -según


el marco de la ley- por recuperar su patrimonio, en 1968, se llevó a cabo el
Congreso de Ercilla, en el que decenas de organizaciones mapuche acordaron
que el conflicto debía tomar otro ribete. Así comenzaron las tomas de terreno
como medida de presión para resolver el problema.
Mapuches luchan por su tierras

Durante el gobierno de Salvador Allende (1970-1973), parte de los terrenos fueron


devueltos a las comunidades, en la profundización de la Reforma Agraria
impulsada por el anterior gobierno, de Eduardo Frei Montalva.
Pese a que estas se entregaron sólo con títulos de usufructo, es decir, el derecho
a usarlas sin ser propietarios, en ese período la reivindicación de los pueblos
originarios alcanzó grandes avances: se creó la Comisión de Restitución de
Tierras Ursurpadas y se creó la ley 17.729, que incorporaba en la sociedad chilena
los conceptos de “tierra indígena” y “ser indígena”.

En 1978, en plena dictadura de Augusto Pinochet, se dictó una ley que dio fin a las
categorías impulsadas por Allende de “tierras indígenas”, traspasando los terrenos
recuperados a dominios privados.
Con el llamado “retorno a la democracia” el conflicto mapuche vio una posibilidad
de resolución en la Ley Indígena de 1993 y en la creación de la Corporación de
Desarrollo Indígena (Conadi). Pero ambas iniciativas eran meramente simbólicas,
según denunciaron los dirigentes mapuche, ya que la devolución de sus tierras
originales no formaba parte de las promesas.
Esto radicalizó la lucha de la nación mapuche. A fines de los año 90 nace el
Consejo de Todas las Tierras y la Coordinadora Arauco-Malleco, organizaciones
políticas de activismo indígena.
Las demandas mapuche

La recuperación y autonomía jurisdiccional (derecho propio) por estas tierras,


ubicadas principalmente en las provincias de Cautín y Malleco, son las principales
demanda de la nación mapuche. Hoy, la propiedad de ellas recae -bajo los marcos
legales del Estado chileno-, no sólo en adineradas familias de origen colono, sino
también de empresas hidroeléctricas y forestales, que han explotado el suelo,
talando bosques originarios, donde crece el canelo, árbol sagrado de los
mapuche, además de la bella araucaria; para sembrar pino radiata y eucaliptos,
bosques artificiales que degradan la tierra pero que benefician los intereses
empresariales.

Marcha por la resistencia Mapuche en Chile


Pero además, los indígenas le exigen al Estado chileno el reconocimiento de su
identidad cultural y beneficios económicos por los daños causados durante largas
décadas.
Para el especialista chileno en temas mapuche, Venancio Coñuepan, Lo que la
etnia quiere es “libertad económica, política y cultural, para lo cual es necesario
un reconocimiento constitucional”

Persecución contra el pueblo


La discriminación que sufren los mapuche no sólo se refleja en los índices de
pobreza de su pueblo, sino también en los entramados sociales. En 2006, un
estudio del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), indicó que el
68% de los jóvenes y niños siente que es más difícil encontrar trabajo para un
mapuche que para alguien que no lo es. Panorama que se repite en la encuesta
del Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) de 2014, revelando que -también- el
68% de los consultados considera que la sociedad discrimina a esta etnia.

Muchas personas en Chile han cambiado su apellido mapuche. Uno de ellos es el


diputado del partido derechista chileno, UDI, Darío Paya, cuyo padre decidió
erradicar de su familia el apellido original, ocultando sus orígenes indígenas. En
2004, el registro civil chileno recibió dos mil 700 solicitudes para modificar el
apellido mapuche por uno occidental.
Por si fuera poco, la cultura se ha perdido con la amalgama experimentada al vivir
en ciudades del Estado chileno. Sólo un 4% de los jóvenes y niños mapuche tiene
el mapudungún como su segundo idioma, según la Unicef. La mayoría sólo habla
español.
Ley Antiterrorista
La ley 18.340, creada en 1984 bajo la dictadura militar, dictamina que los delitos
considerados “terroristas” merecen procedimientos y condenas más duras, como
la prisión preventiva -cárcel mientras se desarrolla el juicio, sin haberse declarado
la culpabilidad o no- y el uso de testigos protegidos en los procesos judiciales.
>> Chile: Familiares de mapuches presos piden solución al Gobierno
Dicha ley, llamada “Antiterrorista” ha sido utilizada para criminalizar a la nación
mapuche desde el año 2001. Para el abogado de la Comisión Internacional de
Derechos Humanos, Jorge Contesse, esta "es una ley hecha bajo la lógica de la
guerra fría y pese a sus modificaciones lo sigue siendo (...) no se condice con su
realidad actual y todavía no alcanza estándares internacionales”.
Este margen es el que ha sido utilizado para la mayoría de los casos en los que se
acusa a comuneros mapuche de delitos; haciendo que, pese a no haberse
comprobado su participación en ellos, permanezcan presos en cárceles públicas
en condiciones que los indígenas y organismos de derechos humanos califican de
“inhumanas”.
Mapuches bajo la ley
Actualmente, decenas de presos políticos mapuche se encuentran presos a la
espera de un juicio. La mayoría de ellos son sospechosos de la quema de predios,
casas empresariales, camiones o iglesias en la zona de la Araucanía.

Sin embargo, un informe de Carabineros de Chile, la policía del Estado, declaró


que entre julio de 2014 y enero de 2015, de los 160 incendios en la región, sólo 16
fueron responsabilidad directa de indígenas, según las investigaciones realizadas.
Para contrarrestar esta persecución, muchos detenidos utilizan la huelga de
hambre como medida de presión, no sólo para protestar por su inocencia, sino
sencillamente para exigir un proceso judicial justo, fuera de la ley antiterrorista.
Uno de los casos más emblemáticos fue el de la machi -dentro de la cultura
mapuche es la figura médica y religiosa más importante de la sociedad- Francisca
Linconao, de sesenta años, acusada de haber participado del incendio de la
parcela del matrimonio Luchsinger-Mackay, en el que la pareja de ancianos murió
calcinada.
La mujer indígena sufrió graves deterioros de salud mientras se encontraba presa
a la espera de un juicio. La presión de organizaciones sociales logró que
cumpliese arresto domiciliario, situación que se mantiene hasta el día de hoy, sin
haberse comprobado su responsabilidad en los hechos.
>> Artistas piden libertad para la machi Francisca Linconao
Otro caso fue el de la joven mapuche Lorenza Cayuhán, quien cumplía una
condena de cinco años al momento de dar a luz a su hija, siendo encadenada al
momento de parir en una clínica de la zona.
Los cuatro comuneros mapuche que se mantuvieron en huelga de hambre durante
más de 100 días es una de las últimas injusticias registradas en torno al tema.
Como así también la llamada “Operación Huracán”, llevada a cabo el pasado
sábado 24 de septiembre en la que ocho dirigentes indígenas fueron apresados
violentamente, sin mediar orden de detención. Siendo, además, allanadas sus
viviendas y agredidos algunos de sus familiares, entre ellos varios niños.

Asimismo, 19 mapuches hombres y mujeres han sido asesinados entre los años
2002 y 2017, la mayoría de ellos durante los gobiernos de Michelle Bachelet.
Violencia que también alcanza a los niños y niñas de la etnia, siendo víctimas de
golpes y perdigones por parte de la policía chilena en sus constantes
allanamientos a las comunidades mapuche con el objetivo de amedrentar a los
indígenas.
La especialista de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Leilani Farha,
afirmó en abril de este año que en Chile, “los pueblos indígenas sufren
condiciones de vivienda perjudiciales, como el hacinamiento, la precariedad de la
tenencia y la falta de acceso al agua y la discriminación”, siendo afectados
mayoritariamente los mapuche, despojados de su cultura “para dar paso a la
industria forestal patrocinada por el gobierno”.
>> Carabineros chilenos atacan a niño mapuche con perdigones
A sólo semanas de una nueva elección presidencial en el país, los candidatos con
mayores chances de llegar a gobernar el país, Sebastián Piñera (derecha) y
Alejandro Guillier (centro) no asoman en sus programas la intención de resolver la
demanda de los pueblos originarios, ni detener de raíz las agresiones e injusticias
contra la nación mapuche que, tras decenas de décadas, hoy se encuentra en uno
de sus puntos más álgidos, haciendo que la resolución del conflicto parezca cada
vez más distante.

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