Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Sabemos que por respeto a los derechos fundamentales se establece que cualquier
imputado como regla general, no debería tener alguna restricción de sus derechos salvo
en los casos excepcionales que se establezca en la norma. Una de dichas restricciones,
en este caso, es la libertad personal, que consiste en la aplicación de una medida
coercitiva personal, como es la prisión preventiva, tipificada en los artículos 268° al
271° del Nuevo Código Procesal Penal (artículos vigentes en todo el territorio nacional
desde el 20 de agosto del 2013 - Ley Nº 30076), cuya esencia se ha visto
desnaturalizada, por diversos factores, entre los cuales destaca la presión mediática, que
encuentra un respaldo en la ciudadanía, la cual está invadida por el miedo y la zozobra
que produce los peligros por el crecimiento de los índices de criminalidad. En esa
misma línea, se puede afirmar que dicha medida coercitiva se viene aplicando en
nuestro país de manera inmoderada, lo que ha ocasionado que ella se transforme en un
ordinario mecanismo represivo de facto. Frente a esta problemática, se realizará un
análisis desde la perspectiva político criminológica de una muestra válida y fiable de
aquellas resoluciones judiciales que disponen la prisión preventiva, así como de la
influencia mediática que ejerce presión en el criterio del magistrado para tal efecto.
Además, se incluirá en el desarrollo del presente artículo, información brindada por el
Instituto Nacional Penitenciario (INPE) respecto a la problemática que tienen respecto
al hacinamiento carcelario, que trae como consecuencia la forma indiscriminada de
aplicar dicha normativa. Por último, se buscará brindar criterios criminológicos que se
deberá tener presente al momento de aplicar o conceder dicha medida cautelar personal.
Así, durante este trabajo se desarrollará nociones de lo que se concibe por una medida
coercitiva personal, que debe caracterizarse por ser excepcional, de ser concedida en
determinadas situaciones que, muy aparte de estar cómo se desarrolla en nuestro
ordenamiento jurídico, merece y responde su existir a una finalidad procesal, y no a un
adelantamiento de condena, que, si bien es cierto, contiene también cierto grado de
subjetividad respecto a los requisitos de fondo.
Capitulo I.
I. Aspectos Generales.
Se ha seguido con cierta similitud con los presupuestos fijados por el Art. 135 del CPP
de 1991; sin embargo, el art. 268 del NCPP trae algunas diferencias que vamos mostrar.
El fiscal está legitimado para solicitar prisión preventiva pero es el Juez quien decidirá.
En el ámbito del fumus comissi delicti, la norma exige la presencia de fundados y
graves elementos de convicción para estimar razonablemente la comisión de un delito
que vincule al imputado como autor o partícipe de este. Los fundados y graves
elementos de convicción, entendemos como la información recolectada por el fiscal,
que debe ser aparejada a su requerimiento y que describa la existencia de un delito en
sus aspectos objetivos y subjetivos, por ejemplo, el hallazgo de una persona fallecida
con proyectiles incrustados en el cuerpo determina que se está ante un homicidio.
Ahora, este delito debe tener una conexión con el imputado; esto es, que haya elementos
probatorios que lo vinculen como autor o partícipe del delito. La pregunta que debe
hacerse es ¿qué información se tiene para inferir que el investigado es el presunto autor?
La conexión debe basarse en los datos que tenga el fiscal en su poder.
B. El Periculum In Mora.
C. Peligro De Fuga.
D. Peligro De Obstaculización.
En el marco del nuevo proceso penal, el artículo 274 del CPP de 2004, que regula la
prolongación de la prisión preventiva, prescribe que esta podrá prolongarse por un plazo
no mayor al fijado en el numeral 2 del artículo 272 (esto es, 18 meses). Además, señala
que tal prolongación debe ser solicitada por el fiscal al juez, antes del vencimiento de la
prisión preventiva (entiéndase antes de que venza el primer mandato de prisión
preventiva que se dio antes de que el proceso fuera declarado complejo).
Asimismo, se debe destacar que la aludida norma menciona que la prisión preventiva
podrá prolongarse por 18 meses y no que deberá prolongarse por ese periodo, de lo que
se infiere que bien puede declararse complejo el proceso y no solicitarse la prolongación
de la prisión preventiva, o bien puede declararse complejo el proceso y solicitarse la
prolongación de la prisión preventiva por un plazo menor a los 18 meses.
Por otro lado, en cuanto al pedido, por parte del fiscal, para prolongar la prisión
preventiva ha surgido un problema en la praxis judicial referente a si dicha solicitud se
efectúa en la etapa de juzgamiento quien resulta ser el juez competente para conocer tal
solicitud: ¿el juez de juzgamiento o el juez de la investigación preparatoria?
Al respecto debemos señalar que existe una posición que sostiene que es el juez de
juzgamiento el encargado de resolver el requerimiento de prolongación de prisión
preventiva, en tanto el CPP de 2004 establece en sus artículos 362.1 y 364.5, que este
juez, ya sea unipersonal o colegiado, tiene la facultad de resolver todas las incidencias
que del juicio oral se derivaren; entonces quien tendría que resolver la incidencia de la
prolongación de la prisión preventiva sería el órgano de juzgamiento. Además de ello,
se argumenta, que con base en el principio de preclusión, el juez de investigación
preparatoria pierde toda competencia sobre la causa penal con la emisión del auto de
enjuiciamiento, no teniendo la posibilidad de resolver cuestiones que sobre el proceso se
den.
Sin embargo, por nuestra parte consideramos que quien se debe encargar de resolver
cuestiones relacionadas a la medida coercional de la prisión preventiva en la etapa de
juzgamiento, específicamente la prolongación de la prisión preventiva, debe ser el juez
de investigación preparatoria.
Ello debido a que no resulta acorde con un proceso penal garantista -esto es el que
existe en un Estado Constitucional de Derecho- que sea el juzgado unipersonal o
colegiado de juzgamiento el encargado de resolver una cuestión como la prisión
preventiva, debido a que la misma tiene como uno de sus presupuestos el fumus delicti
comissi, es decir elementos que vinculan razonablemente al procesado con los hechos
que se le imputan, lo que podría dar lugar a una vulneración del principio de
imparcialidad del juez de juzgamiento, pues estaría conociendo los hechos que se le
imputan al acusado y los elementos que la respaldan en pleno desarrollo del juicio, pues
esto último no se con-dice con la naturaleza garantista del CPP de 2004, el cual
garantiza un juez de fallo lo más imparcial posible, cuya convicción respecto a los
hechos debe surgir del desarrollo del juicio oral y no de aspectos ajenos a ello. Por lo
que para mantener su imparcialidad, el juez de juzgamiento se encuentra prohibido de
examinar los elementos de convicción producidos en la investigación preparatoria o
etapa intermedia, pues ello implicaría conocer los hechos fuera del juicio oral, afectando
el derecho a la imparcialidad del juez en el desarrollo del juicio.
En esa misma perspectiva, al ser la prisión preventiva la medida más extrema con que se
cuenta en el proceso penal, toda interpretación sobre la misma debe hacerse en beneficio
del procesado. Por lo tanto, al no existir dispositivo legal que autorice de forma taxativa
la posibilidad de que el juez de juzgamiento realice audiencia sobre algún requerimiento
fiscal relacionado a la prisión preventiva, y a fin de dejar intangible el principio de
imparcialidad, lo debe realizar el juez de investigación preparatoria.
Es pues para mantener la imparcialidad del juez de juzgamiento que no le está permitido
examinar o revisar los elementos de convicción producidos en la investigación
preparatoria o etapa intermedia, siendo que infringir tal proscripción implicaría conocer
los hechos imputados fuera del juicio oral y vía elementos de convicción, criterio que no
resultaría acorde a un sistema acusatorio, e incluso vaciaría de contenido sustancial a la
división de funciones entre jueces de investigación preparatoria y jueces de
juzgamiento, pues, bajo ese criterio, si los jueces de juzgamiento pueden conocer
pedidos relacionados a la restricción de la libertad personal que son de mayor gravedad,
también podrían conocer otros pedidos de menor gravedad, en suma podrían desarrollar
funciones de investigación preparatoria.
Asimismo tenemos que existen distintos artículos del CPP de 2004 que establecen de
manera literal que el competente para conocer requerimientos relacionados a la prisión
preventiva es el juez de investigación preparatoria, no estableciendo límite a tal potestad
en cuanto al avance de las etapas del proceso penal. Así tenemos, el artículo 29.2, en
donde se ha establecido que “compete a los Juzgados de la Investigación Preparatoria
imponer, modificar o hacer cesar las medidas limitativas de derechos durante la
Investigación Preparatoria”. De otro lado, tenemos que el artículo 274.2 del mismo
cuerpo adjetivo prescribe que es el Juez de Investigación Preparatoria el competente
para resolver la cuestión de la prolongación de la prisión preventiva. Con lo cual, no se
establece límite competencial según la etapa en la cual se encuentre el proceso penal.
De lo contrario, sería fácil sobrepasar el plazo legal, para lo cual bastaría acordar la
libertad provisional antes de su vencimiento y, en seguida, ordenar otra vez la prisión,
reiniciando un nuevo plazo, situación que implicaría la duración indefinida de la prisión
provisional.
Cabe señalar, finalmente, que en caso se enjuicien varios delitos en un mismo proceso,
no se permite que el plazo máximo de duración de la medida se imponga y calcule por
separado respecto a cada delito incriminado, pues, para efectos del cómputo del plazo
de duración de la prisión preventiva en caso de conexión real de delitos, los diversos
hechos enjuiciados forman una unidad y dan lugar a un único plazo de prisión
preventiva.
De esta forma se tiene que el plazo que establece la ley es un plazo máximo, que por
ninguna razón puede dar lugar a uno mayor, pero también existe el plazo estrictamente
necesario de la prisión preventiva. Y es que, aun si la prisión preventiva no hubiera
traspasado el plazo máximo, ese dato per se no resulta suficiente para evaluar los
márgenes de constitucionalidad de estas, pues esta tampoco puede durar más allá del
plazo estrictamente necesario (límite máximo de la prisión preventiva). Como es
evidente, el límite máximo de la prisión preventiva debe ser establecido en atención a
las circunstancias de cada caso concreto, y tomando en especial consideración los
criterios de la complejidad del asunto, conducta de los imputados y de las autoridades,
etc.
De este modo, la Corte IDH considera que la prisión preventiva prolongada se vuelve
una forma de sentencia anticipada. Puede identificarse una clara línea jurisprudencial de
la Corte IDH sobre la afectación al principio de presunción de inocencia como
consecuencia de la indebida prolongación de la prisión preventiva.
Resulta relevante mencionar el Caso Palamara Iribame vs. Chile en el que la Corte
luego de reiterar que el principio de presunción de inocencia es base para afirmar la
excepcionalidad que debe regir la privación preventiva de la libertad, se refirió a los
supuestos que deben presentarse para que pueda ordenarse válidamente la prisión
preventiva.