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Pensamiento ambiental.

Historia

Enfoque ético ambiental

La ética ambiental, en el ámbito de sus reflexiones sobre los valores y la moral en su relación con la
naturaleza, intenta dar respuesta a un conjunto de preguntas entre las que destacan las siguientes: ¿la
naturaleza, en cuanto a hábitat del hombre, debe ser materia moral al igual que lo son las propiedades
privadas o la salud? ¿Los paradigmas éticos tradicionales están capacitados para responder a los problemas
derivados de la crisis ecológica? ¿Existen obligaciones y deberes a los que los hombres deban adecuar sus
conductas cuando se relacionan con espacios naturales, animales o plantas? ¿La ética debe ser un objeto
privativo del ser humano en cuanto a persona dotada de razón, libertad y lenguaje o debe atribuirse a seres no
humanos, por ejemplo, los simios?

¿La naturaleza genera deberes? ¿El origen de la obligación debe estar en la naturaleza, como
propugnan pensadores ecologistas, en el propio hombre, como afirmaría Kant, o en Dios, como propone la
Iglesia? ¿Los animales, plantas y espacios naturales deben ser sujetos de derecho? (Martínez de Anguita, et
al., 2003).

El hombre es el punto de partida y de llegada de las acciones humanas. En la sociedad antigua el ser
humano aprendió progresivamente el lugar que le estaba reservado en el universo y la prudencia lo llevó a
aceptarlo; el habitante de la sociedad contemporánea no rechaza todo lo que la tradición le ha transmitido,
pero quiere conocer el mundo por sus propios medios y exige que ciertos principios que él mismo escoge
rijan etapas completas de su existencia. Los elementos de su vida ya no son todos dados por anticipado;
algunos de ellos son queridos (Todorov, 1999). Aunque para tal propósito, el mundo deba ser desencantado y
los valores que se le quitan a uno se le otorguen al otro.

Dentro del marco del sistema de valores, pensar en la naturaleza es pensar en una ética de la
conservación; es necesitar, en opinión de Aldo Leopold, de una ética de la tierra y con ese fi n escribió:
“Hasta hoy, todas las éticas se basan en una sola premisa: que el individuo es miembro de una comunidad de
partes interdependientes […] la ética de la tierra simplemente ensancha las fronteras de la comunidad para
incluir los suelos, aguas, plantas, animales o, de manera colectiva, la tierra” y agrega: “Una cosa es justa
cuando tiende a conservar la integridad, estabilidad y belleza de la comunidad biótica; es injusta cuando
procede de otra manera” (McCloskey, 1988). De este modo, el sistema de valores es la conciencia de la
ecología.

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