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El goce estético consiste en que, al expresarnos, nos sentimos libres. Por lo pronto, no hay
nada que nos limite en la elección de temas, pues todo lo que pasa por la mente es digno de
convertirse en literatura. Sin duda no podemos escaparnos del sistema solar en que vivimos ni
dejar de ser hombres ni prescindir de los datos que recibimos por los órganos sensoriales, pero sí
podemos construir un mundo propio, sin más propósito que el de expresar nuestra
contemplación de una belleza superior a la de la naturaleza. En el instante de la creación literaria
la realidad pierde su imperio sobre nosotros. El contenido de nuestra conciencia no se ajusta a
objetos externos, sino que concuerda consigo mismo: es decir, nuestra verdad es estética, no
lógica. Enriquecemos el mundo añadiendo un valor estético a lo existente. Nos despegamos de
los hechos y nos apegamos a las metáforas. Apoyados en un mínimo de realidad, operamos con
un máximo de fantasía. Con elementos reales inventamos un mundo irreal y, al revés, con
elementos fantásticos inventamos un mundo verosímil. Y cuando no recurrimos a la invención
para emanciparnos de la realidad sino que, en nombre del realismo más extremo, resolvemos
reproducir las cosas tal como son, nuestro sometimiento no es absoluto: seguimos seleccionando
con criterio estético”
Los primeros en apartar las obras en géneros fueron los griegos. En Platón ya hubo indicios
de una división tripartita en literatura épica, lírica y dramática pero fue Aristóteles, en su Poética,
quien inició un estudio sistemático de los géneros. Con los siglos ese sistema se completó pero lo
que había sido una descripción empírica después pretendió ser una ciencia normativa. La historia
de la doble serie de defensores e impugnadores de la teoría de los géneros ya ha sido estudiada”
“Pocos eran los géneros clásicos: la Lírica (un («yo» canta sus íntimas efusiones), el Drama
(texto para que actores, desde un escenario, representen la acción ante un público) y la Épica
(relato de acontecimientos entretejidos en una trama imaginaria). Desde hace ya muchos siglos
es insuficiente para clasificar una producción cada vez más abundante y diversa. Pero tampoco las
clasificaciones más recientes son satisfactorias. No pueden serlo porque los géneros son clases
que tienen bajo sí otros géneros o especies, y las especies son clases que bajo sí tienen
subespecies o individuos. Géneros, subgéneros, especies y subespecies pueden, como los
círculos, ser tangenciales entre sí, por fuera y por dentro, y también pueden interseccionarse
haciendo coincidir ciertas áreas. Son clases limítrofes o clases menores circunscriptas en mayores.
Suelen ser clasificadas y reclasificadas según el contenido, la técnica, la psicología, la lógica, los
dechados ideales, los arquetipos universales y los núcleos ónticos, todo esto con una
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nomenclatura de sustantivos que indican una función y de adjetivos que a veces descalifican la
función de los sustantivos: v. gr., «cuento lírico».”
El cuento
“Existieron narraciones medievales similares al género moderno que hoy llamamos «cuento»
pero se las llamaba fábulas, fablillas, ejemplos, apólogos, proverbios, hazañas, castigos, palabras
que señalaban la raíz didáctica del género”
“Algunos términos o han desaparecido de la lengua (fablilla, hazañas) o han adquirido otro
contenido específico (apólogo, fábula, proverbios). La palabra «cuento» empieza a ganar
aceptación durante el Renacimiento, sólo que se da junto con «novela» y otros términos” y hoy se
las llama novelas cortas.
“El término «cuento» era empleado por los renacentistas para designar formas simples: chistes,
anécdotas, refranes explicados; casos curiosos. Quedó, pues, establecido el término «cuento»
pero nunca como designación única: se da una constelación de términos diversos. En general
retiene una alusión a esquemas orales, populares, de fantasía”
“Según avanza el siglo XIX el término «cuento» va triunfando, empleándose para narraciones de
todo tipo, si bien la imprecisión no desaparece nunca”
“En Los primeros cuentos del mundo he mostrado cómo el cuento emergió hace miles de años de
una tradición transmitida de boca en boca. Durante algún tiempo esta materia narrativa, aunque
escrita, mantuvo sus características orales. Después la encontramos enredada con otros géneros:
la historia, la mitografía, la poesía, el drama, la oratoria, la didáctica. Sus formas son
innumerables: el mito, la leyenda, la fábula, el apólogo, la epopeya, el chiste, el idilio, la anécdota,
la utopía, la carta, el milagro, la hagiografía, el bestiario, el caso curioso, la crónica de viaje, la
descripción del sueño, etc”
“La concentración —con lo que implica: unidad y originalidad en el arte de sugerir e intensificar el
significado de mínimos incidentes— distingue el cuento de la novela, aunque tal distingo sea
meramente de grado”
“Cuatro clases: cuentos cuyos sucesos son ordinarios (probables); cuentos cuyos sucesos son
extraordinarios (improbables); cuentos cuyos sucesos son extraños (posibles); y cuentos con
sucesos sobrenaturales (imposibles)”
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CUENTOS REALISTAS: LO ORDINARIO, PROBABLE, VEROSÍMIL
El crítico reconoce en el cuento «realista» los reinos de la naturaleza porque sus datos coinciden
con los de la Física y la Biología. Reconoce las costumbres porque son las descritas por la
Etnografía, la Sociología, la Historia, la Lingüística. Reconoce, porque la Psicología ya las ha
estudiado, las distorsiones de la realidad producidas por la pesadilla, la superstición, la mentira, la
locura, la fantasía, las intoxicaciones y la alucinación. Cuando duda de si los hechos de un cuento
son o no son realistas es porque las ciencias todavía dudan: por ejemplo, los casos de
Parapsicología (telepatías, premoniciones, etc.).
El narrador con aspiraciones al realismo se planta en medio de la vida cotidiana y observa con
ojos normales desde la altura de un hombre del montón. Su gusto está en que lo tomen por un
testigo prescindible. Presume al revés, despersonalizándose. Nos hace creer que todos vemos lo
Cuentos fantásticos
Allí el narrador presenta un mundo donde todas las criaturas son sobrenaturales y por tanto
nadie se sobresalta ante nadie o, al revés, en ese mundo sobrenatural de súbito se aparece un
hombre y entonces es el hombre el que viene a romper el orden de los duendes
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No son los temas sobrenaturales los que convierten a un cuento en fantástico, sino la intención
con que el narrador los concierta en un juego refinado. Sano de espíritu, el narrador compone,
para un público también sano, una narración mórbida: el juego consiste en no creer en lo que se
lee.
Temas fantásticos
“Si se toma en cuenta la definición de Edgar Poe “pieza de ficción en prosa cuya brevedad permite
leerla de un tirón, ininterrumpidamente”, es posible puntualizar que la brevedad no está dada
exclusivamente por su extensión, sin fundamentalmente por su tensión.
“El cuento, conciso e intenso, debe logra un efecto contundente en el lector: concentrar su
atención con los elementos precisos y a la vez posibilitarle resonancias profundas y
plurisignificativas”
El cuento de autor y el cuento folklórico
La primera distinción válida entre los cuentos tiene que ver con el origen. Será de autor si existe
un autor identificable detrás del texto, al que se le ha dado un estilo particular reconocible.
La creación folklórica goza del beneficio de ser de todos y de nadie: la comunidad es la que ha ido
puliendo y adaptando el argumento hasta obtener la forma simple para ser retenida en la
memoria de los narradores y poder transmitirla por tradición oral.
Cuento de autor: el autor es conocido, de transmisión escrita, tiene una forma fija que hay que
respetar, tiene lugar de origen y fecha de edición
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Cuento folklórico: el autor es la comunidad, de transmisión oral, vive en variantes, no tiene lugar
ni fecha de creación.
Se fueron apropiando de los cuentos folklóricos Ch. Perrault, los Hnos Grimm, Afanassiev.
También Andersen o Selma Lagerlöf.
El lector u oyente va anticipar lo que va a suceder. Los personajes tienen un atributo único y
constante (estereotipado), no tienen vida interior como tampoco edad; el tiempo no pasa para
ellos o pasa en forma meteórica.
La narración gira en torno a un personaje central: el héroe. Es inspirado en los mitos, pero el
nacimiento no sucede por razones extraordinarias, y su misión le favorece solamente a él.
Los escenarios están mas o menos indeterminados. Los héroes deben distanciarse para conseguir
sus objetivos. El relato no se detiene en el viaje en sí, sino en sus etapas: el encuentro con el
ayudante, con el antagonista, princesa.
La trama de los cuentos es lineal, todas las acciones se ordenan en una sola línea temporal, sin
saltos hacia el pasado o futuro. Todas las acciones se realizan en función de un único conflicto.
No hay casi descripciones, el mundo del cuento es nítido.
Se usan fórmulas y repeticiones, ya sean de apertura o de cierre (para reconocer el comienzo y
final) Muchas veces hay repeticiones, por ejemplo: tres pruebas, tres deseo, tres hermanos.
Sirven para estructurar firmemente el relato.
El final feliz es algo que lo caracteriza, el triunfo del bien sobre el mal y el logro de las expectativas
del personaje central.
Cuentos de animales: salvajes, domésticos, pájaros, peces, los hombres y los animales
El origen de estos relatos estaría dado por los conflictos por la supervivencia y la lucha por la vida,
lo que homologa al ser humano con las restantes especies naturales. Por eso no están incluidos
los animales fantásticos o desconocidos, sino aquellos que comparten el espacio propio del
hombre, como zorros, tigres, sapos, monos.
Se cree que estos cuentos se originaron en el bajo Neolítico, cuando el hombre evolucionó de la
tribu nómade y cazadora a la sociedad agraria.
Algunos críticos sostienen que estos cuentos se originaron en las fábulas literarias indias, las de
Esopo, los cuentos medievales de animales y la tradición oral pura.
Estos cuentos ayudan, al niño y a la niña, a asimilar la realidad a través de las vivencias de sus
protagonistas. El niño se siente integrado en estas narraciones, puesto que en ellas encuentra
respuestas a muchos de sus interrogantes: soledad, temores, incertidumbres, necesidad de
atención y cariño...
De los muchos valores que tienen los cuentos maravillosos, destacarían, el estímulo para
desplegar y cultivar la imaginación, como fuente y motor de la creatividad. Bruno Bettelheim,
opina en este sentido, que los cuentos de hadas “ofrecen a la imaginación del niño nuevas
dimensiones a las que le seria imposible llegar por sí solo”.
Cuentos religiosos
Las principales figuras de la religión católica (Jesús, Juan Pedro, la Virgen María) aparecen en
estos cuentos, cumpliendo el rol de divinidad que baja a la Tierra para ponerse en contacto con
los hombres y observar su conducta para premiarlos o castigarlos. Por ejemplo el cuento del viejo
Miseria
Se caracterizan por tener como antagonista principal uno o más ogros que sobresalen por su
fuerza bruta. Por ejemplo Jack y las habichuelas mágicas.
Cuentos que manejan el humor como elemento fundamental. En general son breves y realistas.
Por ejemplo, Los tres viajeros de Gustavo Roldán.
Estos cuentos hacen referencia a los cuentos mínimos o breves, los de nunca acabar
y los acumulativos. Más que su contenido, interesa la forma en que se narran y el efecto que
producen en los niños y niñas.
Los recursos literarios que se suelen utilizar son: Repeticiones, onomatopeyas, rima, reiteración y
el encadenamiento.
Los cuentos mínimos o breves, son muy cortos, en una frase se enuncia un personaje y la acción,
la siguiente frase se queda como conclusión.
Un ratoncito
iba por un arado
y este cuentecito
ya se ha acabado.
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Los cuentos de nunca acabar, proporcionan la información elemental formulando una pregunta,
que provoca una respuesta al que escucha, la respuesta es indiferente al narrador, pues vuelve a
comenzar de nuevo.
Los cuentos acumulativos: Son similares a los cantos colectivos de suma de elementos, estimulan
la memoria, van añadiendo elementos de forma que cada estrofa contiene los elementos de las
anteriores.
Todos aquellos que implican a seres humanos y en los que no intervienen elementos fantásticos.
Surgen a partir del asentamiento de las primeras tribus primitivas y del reparto de la tierra,
muestran los cambios sociales, posesión de la tierra.
En estos cuentos incluyen aquellos cuya estructura supone una adivinanza, un chiste, una
historieta y los cuentos de costumbres. Se encuentran además los cuentos pícaros, los tontos y
los exagerados.
Resumiendo
EL MITO
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El mito son las respuestas primeras sobre orígenes y destino de una colectividad. Comprensión de
la naturaleza y de su comportamiento, de la enfermedad y la muerte, justificación de las clases
sociales y división del trabajo.
Ya Tales decía que eran relatos sobre la interacción de fuerzas naturales personificadas. Para
Eliade (1968, 19) son hechos remotos que han sufrido una transformación «numinosa», son
fundantes de un sistema cultural o incluso de todo un ideal nacional. Los mitos son resultado de
intuiciones privilegiadas que han descubierto lazos insospechados entre realidades que están más
allá de la experiencia; intuiciones que más tarde los pensadores volverán a conseguir aunque
vestidas de abstracción y discurso lógico.
Es su naturaleza emocional, sensible: el hombre y sus símbolos, mediante los cuales nos
acercamos a las raíces más profundas de la vida. No explican nada, son experiencia, por ello, no
es exagerado decir que forman parte de nuestro entramado neuronal ya que son motivadores de
las maneras de ver, de interpretar el mundo y de justificar nuestras relaciones con los demás.
Destacan la naturaleza de saber esencial, su intemporalidad y universalidad. Los clasifican,
establecen complejas redes de parentesco, relación de los mitos históricos con los de nuestros
contemporáneos primitivos y con nosotros mismos. Hay mitos tribales, de culturas arcaicas, de
héroes civilizadores, y se deciden por su unidad a pesar de las múltiples máscaras. El sol, la lluvia,
manes, penates, las madres de la vida como Cibeles, Deméter, Artemisa, héroes por tanto solares,
lunares, agrícolas y de la fecundidad, del mar y de las aguas. Del Diluvio, del número, de los
hermanos, Prometeo, Pandora, el Árbol de la Vida, la Serpiente y el Paraíso, trinidad de dioses,
Huevo Cósmico, la pareja primordial (Zeus y Hera, Adán y Eva) y equivalentes en todas las
culturas. Fundadores de civilización y trabajo como el Hermes griego, Caín y Abel, símbolos de
nuestra realidad psíquica más profunda.
Se puede establecer la diferencia entre la forma primaria que es el cuento popular, sobre todo en
su clase que es el cuento maravilloso, y el Mito, la gesta heroica, la leyenda, el apólogo, cuya
precisión es también difícil por sus denominaciones distintas en las culturas, por sus variables
formas y contenido. Pero es fácil decir que el Mito está lejos del cuento. Este podría ser una
derivación popular y humilde, muestra degradada como la leyenda y aun más el apólogo, del
aliento mítico. O que ambos viven de una materia común tratada de diferente manera. El mito
parece anterior, el cuento le sucede en el tiempo con la desacralización del mundo, el mundo
desencantado. Otros consideran su coexistencia y complementariedad, pero en este caso,
necesariamente, su contenido ha de ser distinto. No pueden coexistir un Mito (que ha de ser
creído) un cuento (evasión, curiosidad) sobre la misma materia. Lo que sí parece es que en el
cuento hay una trivialización de los caracteres fundantes del Mito, relaciones humanas y aliento
aldeano, deformaciones caricaturescas, simplismo del bien y del mal, siempre final feliz. Es la
diferencia entre los protagonistas: el rey y el héroe campesino nacido del pueblo, el bobo, el
humilde, el hermano pequeño y los dioses y semidioses de alto coturno o héroes humanos cuya
peripecia es vigilada por un coro de divinidades exigentes. Sin embargo, en ambas formas vive
una naturaleza común aunque distinto sea su trato y hoy el cuento, aunque para el adulto sea
evasión tan sólo, para la infancia supone cauces de crecimiento emocional. Porque para el niño
tiene el valor iniciático y con la identificación que el relato supone —el maravilloso— vive las
pruebas de viaje, trabajos, lucha con monstruos y rivales, cuyo vencimiento y regreso es la
madurez, la casa de los padres merecida y un lugar digno entre los iguales de la comunidad.
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Mircea Eliade cree que el cuento conserva aún hoy para el hombre de las sociedades modernas
en su psique profunda la importancia de la iniciación imaginaria.
Al conjunto de relatos de un pueblo se lo llama mitología e incluye todos los mitos que conforman
su cultura.
Hay diferentes mitos: Los cosmogónicos que dan cuenta de la aparición del universo y de los seres
humanos. Las teogonías, mitos relacionados con la creación de los dioses. Los mitos heroicos
narran las hazañas de los héroes.
EPOPEYA y cantar de gesta son formalizaciones literarias muy tardías de un mito original y
constituyen el contenido de obras conocidas de la literatura universal. Su formalización literaria
supone unicidad, a pesar de su carácter anónimo, frente a lo mostrenco, la materia común
popular. Más recientes, los llamados cantares de gesta, sobre Sigfrido, Roldan, Mío Cid,
paradigmas de conducta en función de los contextos en que nacen. Alrededor de un núcleo
histórico, distante en el tiempo, se construye el poema, así aquellos hechos son fáciles de
comprender, retener y repetir.
Desfilan toda posible variedad de formas de vida, universales y a la vez enraizadas en anécdotas y
quehacer locales. Para un grupo nacional que comienza supone espejo de su propia fisonomía y
hechos de la raza, del suelo, de las formas de producción. Ulises navega —es griego, comerciante
y marinero— por las costas del Mediterráneo, conoce, se ata y rompe lazos porque siempre
vuelve a Itaca, a Penélope y Telémaco. Paradigma de conductas es el poema para los asombrados
oidores. Muy cercano a nuestro tiempo, Mío Cid, castellano, referencia de la comunidad que a
través de él va tomando conciencia de sí misma, es guerrero, comedido y tenaz, hombre de
meseta, sobriedad de afecto y palabra, buscador de orillas fértiles.
La epopeya participa del cariz trágico y pesimista del mito frente al cuento, optimista y de final
feliz. En el cuento también, por la capacidad conservadora del pueblo, aparecen reminiscencias
tan extrañas como el canibalismo, animales que hablan, magia o inactuales como el incesto. Todo
ello está en la epopeya filtrado por su voluntad de estilo aristocrático, por su formalización
literaria.
La LEYENDA ocupa un lugar entre el mito y el cuento. Se caracteriza por su practicidad, tiene un
valor propagandístico. Relata en la cultura occidental un suceso histórico, generalmente religioso
acrecentado por el tiempo y los intereses de la comunidad a la que afecta. El especialista Van
Gennep nos dice que sus personajes son individuos determinados, tienen sus actos un
fundamento que parece ser histórico y son de cualidad heroica. Participa como los mitos en ser
portadora de fe, exigen asentimiento y creencia.
Y tienen un paisaje preciso a diferencia de los cuentos. Estos responden al modelo de ubicación
imaginativa. Gennep clasifica las leyendas en relativas al mundo natural (explicativas: sobre los
astros, cielo, tierras, aguas...); relativas al mundo sobrenatural (demonios, dioses, rituales,
dramatizadas, héroes civilizados, santos) y, por último, leyendas históricas (memoria colectiva,
cambios por hechos sociales o históricos y las originadas por las epopeyas, cantares de gesta).
Son muy numerosas las leyendas, en su vinculación a época y lugar, de tema hagiográfico o del
medievo cristiano: leyenda de San Alejo, de San Francisco de Asís predicando a los pájaros, de
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Teófilo. Y en cuanto al carácter propagandístico que achacábamos a la leyenda en nuestra casa
castellana tenemos fáciles ejemplos.
Brian Dutton estudia los móviles de Berceo cuando narra la vida de San Millán y las excelencias
milagreras de la tradición del monasterio de la Cogolla, en La Rioja, al sur de Nájera. Es
propaganda, dice, para que vuelvan los peregrinos, las limosnas y ofrendas, que hicieron en otro
tiempo y de este lugar religiosos un centro próspero y abastecido.
En la FÁBULA, forma primaria también según Jolles, existe un fin práctico inmediato y en ella los
animales son los protagonistas, «La grulla saca un hueso de la garganta del lobo», «las ranas
que pedían rey» o el diálogo entre el ratón campesino y el de ciudad de nuestro Arcipreste de
Hita. Género menor y pedagógico, está bien presente-en el mundo griego y en el humor de
Aristófanes.
Parece que para la cultura occidental es la India el origen, al menos el más intenso, donde por una
visión panteísta de la vida los animales hablan y suponen grados elevados o menores, desde la
paloma a la serpiente, de purificadoras metempsícosis. Sin olvidar la presencia no tan lejana de
los animales totémicos, protectores, encarnación de las fuerzas de la naturaleza o de los
antepasados, alimento, protección. La colección oriental más conocido, el Panchatantra (cinco
hilos o series), enseña al hombre cómo se ha de conducir en diferentes situaciones y resolver de
manera adecuada la elección de los caminos. Con las fábulas, Visnú-Sarman educó a los tres
príncipes holgazanes y en poco tiempo. Con los apólogos. Nunca con el discurso lógico de
orígenes y consecuencias, siempre el estilo oblicuo de la narración que tiene a los animales como
protagonistas en un tiempo primordial: «La grande y creciente amistad que tenían en el bosque
un toro y un león fue destruida por un chacal avaricioso y calumniador...». «Se reunieron un día
todos los habitantes del bosque, el gamo, el verraco, el búfalo, la liebre...». Y así la rica galería de
personajes, hechos y consecuencias morales para aprender a caminar por la vida. En «este muy
hermoso tratado dividido en cinco libros» Los animales en las fábulas están presentados según lo
que su perfil físico ofrece: mansedumbre, astucia, tozudez, violencia, crueldad, sabiduría. El
hombre viste su entorno de sí mismo, en este caso a los animales para conocerse en sus
dimensiones profundas, objetivadas en esta proyección. Colecciones hindúes, griegas, latinas,
Pilpay, Esopo, Fedro, Fabliaux, o simplemente en la tradición oral de todos los pueblos.
La fábula se desarrolló en una doble vertiente. Por una lado, la fábula popular, creación anónima
arraigada a los núcleos sociales, transformadas, conservadas y multiplicadas por la tradición oral.
Eminentemente dramática, en la que el narrador da cuenta de un hecho o caso. Por otro, la
fábula literaria escrita por un autor con una intención artística íntimamente unida a otra de índole
preceptiva, sociológica, ética o filosófica. Esta es la fábula culta o esópica, predomina la narración
por sobre el dramatismo y se organiza en función de una única y excluyente interpretación moral
conforme a un dogma o a una conciencia punitiva: “la moraleja”. Su moral es externa al relato
mismo, impuesta de una vez para siempre por quienes tienen el poder de establecer qué es lo
bueno, qué es lo malo y qué debe aparecer claro.
La fábula popular presenta un hecho en que las preocupaciones primordiales del ser humano
están inmediatamente vinculadas al orden de la realidad y representa el deseo de los espíritus
disconformes con una sociedad arbitrariamente jerarquizada. Las gestas de los animales son la
voz de los más desposeídos, débiles, de los que han aprendido empíricamente que el orden del
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mundo descansa sobre la fuerza y que a ésta sólo es posible oponerle una trampa. Las primeras
se convirtieron en cuentos populares de animales.
BESTIARIO
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