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Las relaciones entre cine e historia. La historia piensa al cine, pero el cine también piensa a la
historia. La utilización del cine en la enseñanza de la historia. Cine y dictadura: las relaciones
entre industria y estado (entre la censura y la calificación). El cine “pasatista”. La resistencia.
El “otro cine”: exilio, documental, cine político.
CINE E HISTORIA
Para establecer las relaciones entre Cine e Historia creo que es importante que partamos
de la consideración de aquello que ambas disciplinas tienen en común. Si pensamos en su
finalidad, las dos, más allá de sus especificidades – una es investigación académica, otra es
producción artística- han surgido de la voluntad de captar la vida, de conservar el movimiento
para burlar simbólicamente a la muerte.
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Profesor: Valentín Goró-profgoro@hotmail.com
resultante es diegético. para el desarrollo de la trama. Por último, los films de reconstitución
histórica son aquellos que tienen la intencionalidad de hacer historia, y que muchas veces nos
dicen más de cómo una sociedad piensa un hecho pretérito que de cómo ese hecho
realmente fue.
Las líneas de investigación histórica sobre cine más conocidas son las de Marc Ferro y
Pierre Sorlin, por un lado y la de Robert Rosenstone por el otro, aunque debemos reconocer que
numerosos historiadores se han interesado en los aportes que el cine puede hacer a la Historia
(Peter Burke, Hayden White, Sigfried Krakauer).
propone en relación al cine son dos cuestiones: por una parte considera al cine como agente de
la historia (con esto quiere decir que el cine cumple una función política y social, sea como
propaganda o crítica) y, por otra, lo considera como un documento que revela el verdadero
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“Más que como copia de la realidad, la imagen le parece un revelador: “la cámara
[...] abre perspectivas nuevas sobre lo que una sociedad confiesa de sí misma y
sobre lo que niega, pero lo que deja entrever es parcial, lagunario y sólo resulta
muestra “hechos y análisis que no entregan ni los documentos oficiales ni los discursos ni las
estadísticas" y que, aunque nos muestre hechos pasados nos “informa del presente3”, en
tanto nos muestra cómo ven el pasado los cineastas contemporáneos, influidos, hoy, por lo
Siguiendo la línea de investigación propuesta por este autor, podemos situar a Pierre
Sorlin, quien coincide con el primero en que los films nos permiten conocer a las sociedades que
los han realizado (considera que el estudio del cine es de importancia vital para la comprensión
del siglo XX) y agrega que éstos permiten generar un conocimiento más preciso de un universo
que ya no es el nuestro. A continuación una cita de sus dichos4:
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Entrevista a Marc Ferro. En:Carpetas Docentes de Historia. Historia del Mundo Contemporáneo.
Relato histórico, cine, arte y literatura. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. UNLP.
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Sorlin, Pierre. El cine, reto para el historiador. En:
http://www.istor.cide.edu/archivos/num_20/dossier1.pdf
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“Ha llegado el momento en que el historiador debe aceptar el cine histórico como un
nuevo tipo de historia, que, como todo tipo de historia, tiene sus propios límites. Por
ofrecer un relato diferente al de la historia escrita, al cine no se le puede juzgar con los
mismos criterios. La historia que cuenta el cine se coloca junto a la historia oral y a la
Escrita.”
Algo parecido diría Peter Burke cuando llama a entender al cine no ya como fuente
histórica a interpretar sino como historia hecha con imágenes6.
“Dada la importancia que tienen la mano que sujeta la cámara y el ojo y el cerebro que la
dirigen,
Pero convendría
las relaciones hablar
entre Cinedel realizador
e historia cinematográfico
no son como historiador. O mejor
unidireccionales,
todavía, hablar de los “castas” en plural, pues una película es fruto de una empresa
Colectiva (...)”
Las relaciones entre cine e Historia no son unidireccionales, así como la Historia piensa
y analiza al cine, el cine también examina a la Historia. Veamos a continuación algunas
declaraciones de cineastas en relación a esto:
“Trabajando sobre el pasado se descubre que este no existe, que se transforma cada día. Esta
puesta en orden del pasado, que se denomina historia, se colorea a gusto del presente.
Nuestra visión del pasado siempre la forma nuestro presente. Una película histórica siempre
es actual.”
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Cita en: José María Caparrós Lera. El pasado como presente. Editorial UOC. Barcelona. 2017.
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Cita en: José María Caparrós Lera. El pasado como presente. Editorial UOC. Barcelona. 2017.
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Roberto Rossellini
Como vemos, los cineastas son tan conscientes de las potencialidades del dispositivo
cinematográfico para hacer Historia como lo son los historiados.
El uso del cine como herramienta didáctica es de larguísima data. A continuación les
dejo unos videos de un curso virtual organizado por la Universidad de México, en donde pueden
informarse acerca del surgimiento del cine educativo. (Opcional)
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Luego, para continuar con esta clase, les recomiendo la lectura del texto de Maximiliano
Eckermann, “La utilización de cine en la escuela secundaria para la enseñanza de la
Historia Reciente: un desafío metodológico y conceptual”. En dicho artículo, el autor
nos invita a recapacitar acerca de nuestras prácticas en el aula y a estar atentos hacer un
uso reflexivo – y no meramente ilustrativo- de los films. Para ello es importante conocer no
solo el contexto en el que vamos a presentar esos materiales audiovisuales, sino también el
propio contexto de producción de dichas obras. Esto implica tener en cuenta decisiones
estéticas, circunstancias de producción y de recepción de las obras, y la elección de un
punto de vista narrativo por parte sus realizadores. Como veremos a lo largo de la lectura
del texto de Gocia e Inverniza, en el caso del cine producido durante la dictadura, factores
como la relación entre cine y Estado y la situación económica imperante se volverán
aspectos claves para nuestra comprensión del mismo.
Las experiencias áulicas que Eckermann recupera son importantes porque nos
permiten observar intervenciones y apropiaciones diversas para el uso del cine en la
escuela, pero al mismo tiempo también permiten establecer regularidades como por
ejemplo la estrecha relación que este investigador descubre entre la elección de las
películas a trabajar y la generación a la que pertenece el/la docente que las elije. Esto da
cuenta de “la importancia de las trayectorias de vida de los docentes a la hora de elaborar sus
clases”. También resulta digno de destacar aquí el hecho de que la mayor parte de las veces
las trabas para la utilización de cierto cine en el aula vienen de la mano de recaudos
innecesarios tomados por las instituciones escolares.
CINE Y DICTADURA
Industria y Estado:
Sobre las relaciones entre cine y dictadura nos informa muy bien el texto de Gocia e
Inverniza, allí observamos cómo esta industria se vio sometida no solo a una situación
económica crítica -que empeoró hacia los años 80-81, un período de inflación altísima- sino
también a una serie de mecanismos que- a través de diversos organismos de censura y control-
limitaron aquello que el cine podía mostrar y decir.
Como bien observan estos autores, el cine no fue atacado particularmente por las
políticas económicas de la dictadura, pues, éstas no buscaban destruirlo sino someterlo, ponerlo
a su servicio. Pero, dada la estrecha relación existente entre cine y Estado -este último interviene
para que esa industria cultural sea posible- podemos decir que las medidas que se tomaron
tuvieron un impacto muy fuerte, aunque, siguiendo lo señalado por ambos autores, este fue un
periodo en el cual algunos pudieron hacer grandes negocios, entre ellos se destacan los tres
exhibidores que acapararon la mayor parte de los beneficios-los cuales, además, obtenían sus
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Según lo señalado por los autores el “sistema de control cinematográfico (…) se apoyaba
en la lógica misma de la industria fílmica, la articulación entre productores, distribuidores,
exhibidores y el Estado”, allí residía su eficacia, en tener todas las etapas de realización de un
film bajo la lupa y censura y, en caso de hacer falta, bajo la amenaza de muerte o desaparición
(o la desaparición efectiva como en los casos de Raymundo Gleyzer y Pablo Szir).
El primer paso para producir un film consistía en llevar el guión al INC (el Instituto
Nacional de Cinematografía) para obtener apoyo financiero en la forma de subsidios y créditos.
Vale decir que el Instituto había sido intervenido por las FFAA y que la calificación que obtenía
el guión de una película influía directamente en los beneficios económicos a los que tenían
acceso sus productores para poder llevarla a cabo. Las calificaciones posibles eran “sin ningún
interés”, de “interés simple”, o de “interés especial”. Ésta última permitía a los productores
recuperar hasta el 100 % de los costos de producción reconocidos por el INC, aunque esto,
obviamente, dependía de la cantidad de entradas vendidas. Teniendo en cuenta lo antes
expuesto, vemos que si la comisión evaluadora o el director - quien tenía la última palabra-
querían dejar de lado la posibilidad de que un film se realizara, podían empezar por denegar el
subsidio o crédito, a partir de declarar a dicho film como carente de interés, como ocurrió en el
caso de “Hay que parar la delantera” de Rafael Cohen.
Una vez que una película estaba realizada el paso previo a la distribución y exhibición
era la calificación (si, otra calificación); la misma debía tributar un derecho y tenía una duración
de diez años. Para que un film fuera calificado debía someterse al visionado y evaluación por
parte del Ente de Calificación Cinematográfica.
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Una figura que pronto se destacó al interior de dicha institución- por su severidad e
intransigencia- fue Miguel Paulino Tato, apodado “el censor”. Tato había sido designado
director del Ente por María Estela Martínez de Perón, pero había sido, luego, ratificado por
Jorge Rafael Videla, es decir, que, como bien aclaran Gociol e Invernizzi, y como muy bien
también señalo Guadalupe , si bien 1976 marcó ruptura a varios niveles, en general supuso la
continuidad de procesos que se habían iniciado anteriormente. Evidentemente uno y otro
gobierno coincidían en sus políticas culturales, los criterios de censura fueron los mismos
antes y después del golpe. Los encontramos explicitados en las “Pautas de la Secretaría de
Información pública en relación con la Cinematografía.”
Si bien Tato es la figura más reconocida de la censura al cine nacional, solo ejerció dos
años y medio durante la dictadura, luego sus sucesores, con Alberto León al mando, continuaron
con el trabajo. También vale resaltar que, si bien el Consejo Directivo del Ente (designado por la
Presidencia de la Nación) tenía siempre la última palabra, éste contaba con un Consejo Asesor
Honorario conformado por miembros de organizaciones privadas que defendían la familia y la
moral, tales como la Unión Argentina de Protección a la Infancia y la Comisión Central de la Liga
de Padres de Familia y contaba con la participación de organismos públicos como la SIDE.
-Prohibida.
Respecto a las calificaciones (a las cuales también debían someterse los films
extranjeros) es importante tener en cuenta que éstas determinaban no solo las posibilidades de
que un film se exhibiera o no, sino también la cantidad de público que podía asistir a verlo. Es
decir, una calificación- si es que la emitían- afectaba directamente la rentabilidad económica de
una película. En los casos en los que una calificación resultaba muy desfavorable para una
película era posible que el Ente entablara negociaciones con productores, directores y
distribuidores ya que en la mayoría de los casos era posible mejorar la calificación efectuando
cortes de algunas escenas o planos a la película. Como podemos concluir de lo enunciado
anteriormente si se quería acceder al apoyo estatal para realizar una película había que
afrontar las condiciones impuestas, de otro modo, uno quedaba fuera del circuito, ya que el
mismo abarcaba la totalidad del proceso productivo y de difusión.
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Cine pasatista:
El cine y La resistencia:
Como bien planteó Guadalupe, los años 60 fueron un momento de grandes cambios en
la esfera del arte, en el caso del cine, fue un período en el que se desarrollaron movimientos de
búsqueda por constituir una identidad latinoamericana, revolucionaria, anticapitalista y
antiimperialista, movimientos que se enfrentaron a los modelos estéticos y narrativos
tradicionales, experimentando, invocando a las vanguardias, y asimismo propusieron canales
alternativos no solo de producción y realización , sino también de circulación –preferentemente
clandestina-de la obras.
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Si la realización de films en el exilio es una forma de resistir al régimen militar, otra forma
de hacerlo es mediante “modalidades de representación alternativas y la crítica más o menos
Otra autora importante, Ana Laura Lusnich- propone que, dentro del cine de ficción realizado durante
él período, podemos encontrar una variante que ella llama “hermético-metafórica” que
constituye una opción narrativa que permite exhibir las tensiones existentes entre la ideología
impuesta por el régimen dictatorial y las conductas de resistencia o denuncia de directores,
productores y guionistas. Según esta autora, es a través de una representación oblicua u opaca del
contexto social que estos films pueden reflexionar críticamente sobre el contexto político, al mismo
tiempo que subsistir y permanecer en el mercado cinematográfico y campo cultural.
Ana Laura Lusnich propone que el uso de estas prácticas discursivas en el campo del
cine argentino comenzaron hacia los años 50 como problematizaciones del modelo de
representación imperante (en las filmografías de Torre Nilson, Klimovsky y Christensen) y se
continuaron en los 60 (en el Grupo de los 5, en los films de Hugo Santiago, Miguel Bejo y Edgardo
Cozarinsky). En el caso de los films realizados durante la dictadura, dichas prácticas discursivas
fueron retomadas, en este caso no solo para problematizar la capacidad del cine de mostrar y
referenciar, sino, además, para atacar la ideología del Estado.
Como vemos, a pesar de tener prácticamente el control absoluto de todas las etapas de
una producción cinematográfica, el Estado no pudo generar estrategias para impedir que,
aunque dentro de límites muy estrechos, esos sujetos y ese arte se expresaran.
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BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA:
-Gociol, Judith; Invernizzi, Hernán; Cine y dictadura. La censura al desnudo. Claves para
todos. Editorial Capital Intelectual. Buenos Aires. 2006.
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