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Tulio Citrini
0. Introducción
El punto de partida para este discurso, no podría ser más que el nuevo testamento. Se
necesitaría, sin ninguna duda, dirigirnos también al antiguo testamento, pero si no
queremos dispersarnos por caminos que nos conduzcan luego demasiado lejos, será
necesario redirigirnos como a la búsqueda de las raíces, que se pueden recorrer a partir
del tronco y del cepo para descender profundamente.
Sin duda el nuevo testamento nos ofrece amplios horizontes y temáticas complejas,
que se reclaman entre si y se interpelan de manera estrecha.
Respecto al ministerio del orden sagrado, exploraremos diversas caras del mismo
ministerio; cada figura del ministerio reclama los temas generales de la vida cristiana,
horizontes misioneros y pastorales, horizontes espirituales, vivaces y profundos;
historias de personas e historias de iglesias particulares. Y más allá de todo esto, el
sentido de la nueva alianza y el misterio mismo de Dios, revelado como Padre a través
del hijo y en el Espíritu Santo.
No descuides el carisma que hay en ti, que te fue dado a fuerza de profecía, con la
imposición de las manos de los presbíteros (1 Tim. 4,14)
Primera observación
Segunda observación
En los textos paulinos más antiguos el término presbítero no aparece, es más la
terminología ministerial del apóstol se mueve en otra dirección, como se
atestigua en el elenco de los carismas o también en 1Cor 12,8-10.28-30 o el de
Rm 12,6-8.
En el nuevo testamento por lo general el término presbíteros se encuentra en
plural, cuando se refiere a los ministros eclesiales, a excepción del texto de 1Tim
5,19: “No acepten acusaciones contra un presbítero sin el testimonio de dos o
tres”; o también en el evangelio de San Juan en los capítulos 2 y 3; en el que se
autodenomina “el Presbítero”.
Éstas son las páginas en donde Susana, asediada por dos presbíteros y
juzgados estos a su vez por los presbíteros del pueblo.
Dos interpretaciones alternativas desde un punto de vista exegético: en el
primer caso como sujeto agente y en otro como un fin en sí mismo.
Por otro lado, la imposición de las manos en vista al presbiterado introduce
en el colegio de los presbíteros, así pues en la tradición litúrgica la
imposición de las manos de parte del presbiterio o al menos de una parte de
ella, será el gesto de acogida en el colegio presbiteral.
Podemos hacer una división del texto para entenderlo adecuadamente según
el contenido en los versículos:
Un doble honorario
El problema sería definir si se trata aquí de honorarios o genéricamente de
honor. Es posible escoger, fundadamente, la traducción de “honorario” ya
que esta idea se refuerza en el versículo 18, que hace referencia al texto de
Deuteronomio 25,4; en segundo lugar, un doble honorario puede ser
calculado con precisión, un doble honor tiene solo un sentido metafórico.
Pero doble en que sentido?
La dificultad para imaginar una gradación de estipendios entre presbítero y
presbítero, hace creer a los estudiosos que se trata del subsidio económico a
las viudas de las cuales se habla en los versículos precedentes (1Tm 5,16)
La comunidad sostenía a las viudas que pasaban realmente necesidad (a tenor
de la regla apostólica de repartir los bienes materiales a quienes más lo
necesiten, socorriéndoles en sus necesidades temporales) estas esperan todo
del Señor dada su indigencia. Así pues la configuración entre organización
económica y pastoral se revela ya desde los orígenes de las comunidades
cristianas un nudo difícil de atar y nunca simple de atender, es aquí donde el
presbítero subsidiará hasta de lo suyo propio a quiénes más lo necesitan, sin
afán de acumular riqueza, tanto más acorde con su estado de configuración a
Cristo pobre.
El servicio de la Palabra
Sujetos dignos de doble honorario son los presbíteros que ejercen la
presidencia de manera honrosa, sobre todo aquellos que se fatigan en la
predicación de la palabra y en la enseñanza. En la interpretación de esta
instrucción las preguntas se multiplican. Es difícil explicar a que se refiere la
palabra “sobretodo”, a propósito de una disposición de orden financiero que
como tal pediría solamente un rigor administrativo, según el texto se entiende
que el ministerio de la palabra y de la enseñanza son oficios de los cuales no
todos los presbíteros participan y ello es digno de un particular
reconocimiento. Más aun, debemos caer en la cuenta, sobre todo; que si bien
es cierto que el ministerio de la predicación y enseñanza es exigente, ello no
es un impedimento para desplegar otras labores útiles propias del presbítero;
tales como la asistencia a los enfermos, la guía de la oración comunitaria, el
consejo sobre algunas cuestiones eclesiales; y la particularidad de saber que
las funciones pastorales en un presbiterio son plurales, no a gusto del propio
sacerdote sino regidas por un plan pastoral que ayudarán a fructificar la labor
apostólica y también inspiradas por el buen Espíritu para la edificación del
cuerpo místico de Cristo, así en el presbiterio, podemos encontrar muchas
riquezas carismáticas todas validas por ser experiencias del mismo Espíritu.
La buena presidencia
Con exactitud no podríamos decir si se trata de elogiar aquí a los presbíteros
que presiden con dignidad, pero análogamente podemos observar algunas
aproximaciones:
1Tim 3,4: Quien aspire a ser obispo que sepa gobernar bien su propia casa y
mantener a sus hijos obedientes y bien criados.
El versículo no se entiende en un sentido retorico sino que aparece como un
criterio de discernimiento.
1Tim 3,13: hablando sobre la elección de los diáconos dice: los que cumplan
bien su oficio se ganarán un lugar de honor, llegando a ser hombres firmes en
la fe cristiana.
De estas páginas canónicas nacen los caminos del presbiterado de todos los
tiempos, destinado a desarrollarse en “la iglesia santa y siempre necesitada
de purificación” (Lumen Gentium 8) bajo la guía del Espíritu Santo.