Você está na página 1de 138

1.

CONCEPTO:
Es un movimiento literario, cultural e ideológico que surge inspirado en
el poblador andino mal llamado “indio”, en la década de 1920, en los
países hispanoamericanos con población de habla quechua (Perú,
Bolivia y Ecuador) En el Perú, alcanza mayor apogeo en las décadas 30
– 40 del siglo pasado.

2. CARACTERÍSTICAS:
 Contrariamente al indianismo de Ventura García Calderón, muestra al
indio tal como es; un hombre con dignidad, con costumbres y
tradiciones propias, capaz de organizarse y realizar, de manera
colectiva, obras trascendentales y luchar por su reivindicación.
 Exalta los valores, las creencias, tradiciones y cosmovisión,
milenarias del hombre andino.
 Plantea la reivindicación racial, cultural y social del indio por él
mismo.
 Denuncia la condición de humillado, explotado y excluido social del
“indio” ejercida por el gamonal, las autoridades corruptas y la
iglesia católica.
 Señala que el problema del indio empieza por la tierra.
 Refleja la contradicción social, política y cultural del mundo de arriba
(andino, con raíces incaicas) y el mundo de abajo (costa, con raíces
españolas)
 Revalora al quechua como lengua andina y demuestra la fuerza
connotativa y expresiva de su literatura.
 Rechaza la imagen pintoresca y falsa del indio mostrada por Ventura
García Calderón.

3. REPRESENTANTES:
EN NARRATIVA:
 Ciro Alegría (trujillano) con “El Mundo Es Ancho y Ajeno”.
 José María Arguedas (apurimeño) con “Todas las Sangres”.
 Manuel Robles Alarcón (apurimeño) con “Sara Cosecha”.
 Alcides Arguedas (boliviano) con “Raza de Bronce”.
 Jorge Icaza (ecuatoriano) con “Huasipungo”.

57
EN POESÍA:
 Mario Florián (cajamarquino) con “Urpi”.
 Kilku Warak’a (cusqueño) con “Taki Parwa”.
 Luis Nieto Miranda (cusqueño) con “Charango. Romancero Cholo”.
 Efraín Miranda (puneño) con “Choza”.

EN ENSAYO:
 Luis E. Valcárcel (cusqueño) con “Tempestad En Los Andes”.
 Uriel García (cusqueño) con “El Nuevo Indio”.
 Gamaliel Churata (puneño) con “Qori Challwa”.
 José Carlos Mariátegui Lachira (moqueguano) con “Siete Ensayos de
Interpretación de La Realidad Peruana”.

“YAWAR FIESTA”
A. CRONOLOGÍA DEL AUTOR:

JOSÉ MARÍA ARGUEDAS ALTAMIRANO.


1911: Nace el 18 de enero en la Prov. de
Andahuaylas, departamento de Apurímac.
1914: Fallece su madre Victoria Altamirano.
Arguedas, se va a vivir con su abuela
paterna.
1917: Su padre casado en segundas nupcias con
Grimanesa Arangoitia Vda. de Pacheco, lo
lleva a vivir a la casa de su madrastra en
Puquio – Ayacucho. Allí inicia sus estudios
escolares.
1918: Sigue estudios en San Juan Lucanas,
donde la madrastra es gamonal. Queda al
cuidado de ella, pues su padre atiende un juzgado fuera de San
Juan y sólo lo ve los fines de semana.
1921: Hostilizado por su hermanastro Pablo, en San Juan de Lucanas,
huye y se refugia en al hacienda Viseca de su tío.
1924: Viaja por Ica, Pisco, Arequipa, con su padre, quien, por cuestiones
políticas pierde su puesto de juez estable y empieza a buscar
trabajo por lugares antes mencionados.
1926: Ingresa a un internado en Ica. Pese a ser buen alumno sufre
constante marginación racial por parte de sus propios profesores y
compañeros.

58
1927: Deja el internado, pero continúa sus estudios en Ica. Viaja a
Huaytará, donde vive el padre, separado de la madrastra. Por ser
serrano quechuahablante una compañera de quien él se había
enamorado lo desprecia.
1929: Es matriculado en el colegio Mercedario de Lima.
1931: Ingresa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos a su
facultad de letras.
1932: Muere el padre. Sin apoyo económico busca trabajo y encuentra
como portapliegos del Correo Central.
1933: Publica los cuentos: “Warma Kuyay” (Amor de Niño), “Los
Comuneros de Ak’ola”, “Los Comuneros de Utej-pampa” en el
semanario “La Calle” de Lima. Asimismo, en el semanario “La
Prensa” publica otros dos cuentos más “Kollkatay – pampa” y “El
Vengativo”.
1935: Publica su primer libro de cuentos: “Agua”. Con este obtiene el
segundo premio de un concurso internacional convocado por la
revista americana de Buenos Aires.
1937: Concluye la especialidad de Literatura. Por participar en una
manifestación estudiantil en la San Marcos contra el ingreso a esa
casona de un militar fascista es detenido y recluido en el penal “El
Sexto” y pierde su empleo.
1939: Se casa con Celia Bustamante Vernal. Trabaja como profesor de
Castellano y Geografía en el Colegio Mateo Pumacahua de Sicuani –
Cusco.
1941: Ingresa al Ministerio de Educación como colaborador en la reforma
de los planes de educación secundaria. Publica “Yawar Fiesta”, su
primera novela.
1950: Concluye la especialidad de Antropología en San Marcos.
1553: Es nombrado jefe del Instituto de Estudios Etnológicos del Museo de
Cultura Peruana.
1954: Publica en la revista Letras Peruanas el cuento “Orovilca” Y en
volumen editado en Lima por Mejía Baca la novela: “Diamantes y
Pedernales”.
1955: Gana un premio en México con el cuento: “La Muerte de los
Hermanos Arango”.
1958: Publica su novela “Los Ríos Profundos” en la editorial Losada de
Buenos Aires.
1959: Obtiene el premio Ricardo Palma por su novela “Los Ríos
Profundos”.
1961: Aparece su novela “El Sexto” en la editorial Mejía Baca. Recibe
nuevamente el premio Ricardo Palma por “El Sexto”.
1962: Publica su poemario en Quechua: “Tupac Amaru Kamaq

59
Taytanchisman; Hailli taki” (A nuestro Padre Creador Túpac Amaru;
Himno – Canción) Es contratado como profesor a tiempo parcial por
La Universidad Nacional Agraria La Molina. Publica su cuento “La
Agonía del Rasu Ñit’i”.
1963: Es nombrado director de la casa de Cultura del Perú.
1964: Aparece su novela “Todas las Sangres”.
1966: Intenta suicidarse. En la revista Cachkanirajmi aparece su poema
en quechua “Katatay” (Temblar).
1967: Se casa en segundas nupcias con la chilena Sybila Arredondo.
Publica “Amor Mundo y Todos Los Cuentos”.
1968: Obtiene el premio Gracilaso de la Vega. Viaja a Cuba, como jurado
del premio Casa de Las Américas.
1969: El 28 de Noviembre se dispara en el baño de la Universidad La
Molina. El 02 de diciembre muere en el hospital 2 de Mayo.

OBRAS:
Narrativa:
– “Agua”, 1935.
– “Yawar Fiesta”, 1941.
– “Diamantes y Pedernales”, 1954.
– “Los Ríos Profundos”, 1958.
– “El Sexto”, 1961.
– “Todas Las Sangres”, 1964.
– “Amor Mundo y Todos los Cuentos”, 1967.
– “El Zorro de Arriba y El Zorro de Abajo” (póstuma), 1971.

Poesía:
– “Tupac Amaru Kamaq Taytanchisman; Hailli taki” (A Nuestro Padre
Creador Túpac Amaru; Himno – Canción), 1962.
– “Katatay” (Temblar), 1966.

B. CONTEXTO SOCIOCULTURAL:
Después del gobierno de Augusto B. Leguía en la década del 30, se
suceden los gobiernos de Sánchez Cerro y Oscar R. Benavides,
caracterizados por proteger a los grupos de poder a través de formas de
gobierno dictatoriales, donde la persecución y la crueldad para sus
opositores no tenían límites.
Las movilizaciones y las reivindicaciones populares eran dirigidas por la
Confederación General de Trabajadores y otras organizaciones, con el
60
apoyo del Partido Socialista y el APRA. Partidos que eran puestos fuera de
ley y sufrían prisiones, persecuciones y un sinnúmero de tropelías.
Las clases populares organizadas, sus dirigentes y los grupos
intelectuales tenían conciencia clara de lo que era el Perú a nivel
económico: fuente de riqueza del imperialismo norteamericano y
propiedad feudal de algunas familias que detentaban el poder del Estado.
En lo social, la diferencia de clases era abismal; la clase pudiente y la
popular (en su mayoría campesinos analfabetos y abandonados), era
aprovechada para la servidumbre incondicional en el campo, minas y
fábricas. En lo cultural, las castas gobernantes imponían a través de su
poder, con apoyo de la prensa y la iglesia modelos y estereotipos
extranjeros con el fin de aniquilar definitivamente a la cultura andina.

“Yawar Fiesta” surge en medio de este problema y además entre dos


posiciones ideológicas más representativas del siglo XX: el socialismo y el
capitalismo. La primera estaba en aquella época ligada a la valoración
del pensamiento de Mariátegui y la defensa del indio contra los abusos y
la marginación de las autoridades. El capitalismo, a su vez, estaba
vinculado a una estructura económica impuesta por los capitalistas
norteamericanos que no sólo desconocían las tradiciones y lengua
autóctonas, sino, pretendían exterminarlos. Esta tensión desigual fue la
causa de que muchas personas, entre ellas: el pintor indigenista José
Sabogal, El educador puneño José Antonio Encinas y el narrador Arguedas,
entre muchos otros, tomaran conciencia de la importancia de revalorizar
el mundo andino, sus derechos y su idioma.

C. TRAMA ARGUMENTAL:
I. PUEBLO INDIO.
Puquio es un pueblo indio ubicado en una lomada desigual entre,
chacras de trigo, de habas y cebadas. Desde el abra de Sillanayok se
divisa para abajo tres ayllus: Pichk’achuri, K’ayau y Chaupi. Hay también
tres riachuelos que bajan desde las punas. Las casas con techos de teja
suben desde las orillas de dichos riachuelos y terminan en el jirón Bolívar
porque allí viven los vecinos principales o mistis y los techos de sus casas
son de calamina.

Visto desde el abra Puquio se ve grande. Cuando llegan allí los


costeños, con un poco de desprecio y tiritando de frío exclaman: “¡Pueblo
indio!”. De los tres barrios, los chaupis techaron sus capillas con calamina
como si fuera iglesia de mistis: “¡Atatao!”, decían los de los otros ayllus.
“Mejor que de mistis” respondían orgullosos los chaupis. Por su parte el
61
ayllu Pichk’achuri empieza a orillas del riachuelo Chullahora. Allí no hay
calles bien trazadas porque los comuneros habían levantado sus casas
según sus intereses entre chacras y grandes corrales. Junto a la pared del
corral, a la casa o al centro del patio no faltaba un molle frondoso. El techo
de sus casas era de teja como de los k’ollanas y k’ayaus. Al medio siempre
había una cruz, como de los ayllus Pichk’achuri y K’ayau. Viniendo de la
costa se entra al pueblo por estos ayllus. A los Pichk’achuris, se les
llamaba punarunas; pues, tenían en las punas sus chukllas o chozas. Ya
sea en tiempos de sequía o tiempos de lluvia de esas chocitas salía un
humo azul.
En la lomada hay callecitas empedradas, tiendas en cuyos mostradores
de barro hay botellas de cañazo, panes, botones, camisas, velas, jabones,
etc. Los dueños son los “chalos” o mestizos. Allí no hay ni indios ni mistis,
sólo “chalos” que visten de percala y usan sombreros de paja. Estos chalos
según su conveniencia estaban a favor de los comuneros unas veces y las
otras con los mistis. De ellos, muchos eran los mayordomos serviles de sus
haciendas y como perros cumplían las órdenes; por eso, los comuneros los
llamaban “k’anras” (asquerosos). Muchos de estos “chalos” provenían de
los indios; por eso, hablaban a favor de ellos y se emborrachaban con
ellos.
El jirón Bolívar es la calle de los mistis o vecinos principales. Es larga,
angosta y termina en la plaza del ayllu Chaupi. Allí hay una piedra grande
de cuatro caños. Asimismo, Makulurumi, una estatua india de piedra
alaymosca que es la seña del barrio. De una de las esquinas de esta plaza
comienza la calle Derecha, es la prolongación del jirón Bolívar solo que no
es de mistis sino de indios.
Al otro lado del jirón Bolívar tras la lomada está K’ollana, ayllu indio que
no se puede ver de Sillanayor, pues, la lomada lo oculta. Igual que
Pichk’achuri, K’ollana termina en el riachuelo Yallpu. Es resumen el pueblo
comienza y termina en riachuelos. En el Jr. Bolívar está la botica, el billar,
las tiendas comerciales. Las puertas de las casas son verdes, azules y
amarillas. Las casas casi todas de dos pisos y con balcones. Las calles
angostas y en las noches los gatos que se persiguen saltan de techo en
techo. La plaza de armas es también de los principales que no está en la
parte central del pueblo; sino, al extremo. Los principales o mistis tienen
amistades en Lima y son llamados “extrangueros” por los indios o
comuneros. En la plaza de armas está la Iglesia, la Subprefectura, el
Puesto de Guardia Civil, el Juzgado de Primera Instancia, la Escuela Fiscal
de Varones, la Municipalidad, la Cárcel. Hay también una pila de cemento,
un jardín redondo con yerbas y algunas flores. El Jr. Bolivar parte al pueblo
en dos y es como culebra. Los principales viven allí, se buscan, se pasean,
62
se aman, se odian, se emborrachan y se pelean. Al mencionado jirón
llegan también los principales de los distritos, después de entregar los
obsequios entran al billar y se emborrachan.

Para los mistis, Puquio es un pueblo nuevo. Cuando todo el pueblo era
indio, talvez hace trecientos años llegaron los mistis, buscando peones
para la mina, provisiones o mujeres. En los mismos cerros de Puquio no
había mineral; sino, en otros pueblos. La explotación minera se acabó y los
mistis, a la fuerza, se apropiaron y repartieron todos los pueblos indios de
la provincia. Muchos mistis eligieron Puquio porque era grande, con cuatro
acequias de agua y muchos indios para la servidumbre. Se establecieron
en el pueblo, construyen su templo y con ayuda de los curas, militares,
políticos y papeles de toda talla que los jueces firmaban, despojaron poco
a poco a los indios.

II. EL DESPOJO.
En tiempos pasados, todas las tierras; quebradas, pajonales, cerros y
todo lo que en ellos había fueron de los campesinos. No de cada uno sino
de todos. Las pampas no estaban cercadas. Los indios vivían en cualquier
parte. De todo eran dueños naturales. No había mucho ganado en
Lucanas. Al principio los mistis no querían echaderos o pastizales porque
no criaban ningún ganado. De vez en vez subían a la puna a cazar vicuñas
o a comprar carne; pero sólo un ratito porque los mistis tenían miedo a la
puna. “Para esos salvajes está bien la puna”, decían. Cada ayllu tenía un
echadero suficiente. Un riachuelo o la ceja de una montaña era la división.
Nunca hubo pleitos causados por las tierras entre los comuneros. Además
del varayok o alcalde (que era sabio y honesto), otra autoridad no era
necesaria. Todo estaba bien organizado y los bienes bien distribuidos. No
había desigualdad ni marginación social, tampoco pobreza. Todo ello vino
ya con los mistis. Ellos habían traído los pleitos, la ambición y la
desigualdad. Les quitaron sus animales con ayuda de los cachacos o
militares y algunos “chalos” mayordomos; pero aún no las chacras, el
agua, ni los pastizales. Es que , los indios aprendieron las artimañas de los
litigios. Los ayllus bien organizados se reunían cada domingo y tomaban
decisiones. Sólo así pudieron defender el agua para los sembríos. Los
principales les pedían agua y el varayok les daba de manera justa; pero,
eran tan ambiciosos y querían más. Los Varayok les negaron. Así con
ayuda de los guardias detenían a los indios, pero, ellos, ni bala, ni zurriago,
ni ruego de cura daban su brazo a torcer “¡Mi ojo premero sacarán!
¡Jajayllas!” decían.

De pronto hubo gran demanda de reses en la costa. Los mistis vieron


63
que criando ganado podían enriquecerse fácilmente. Pero no tenían donde
hacerlo; así que, a la fuerza empezaron a quitar los pastizales a los indios.
Para lo cual contaban con la ayuda de las autoridades, policías y curas.
En los terrenos quitados empezaron a sembrar alfalfa y criar ganado. De
un tiempo prudente arreaban el ganado a la costa y regresaban platudos,
no conformes con ello, expandieron sus alfalfares por otras partes. Con esa
ambición llegaron a la puna y se apoderaron, también a la fuerza, de los
pastizales. Los comuneros todos quechuahablantes fueron en busca de
justicia donde el juez. Este aprovechando la presencia de los comuneros,
leía unos papales y luego autorizaba al misti la posesión de todas las
tierras. El juez dirigiéndose a los campesinos pronunciaba
“¡Punacumuncuna, desde ahora, señor Santos es dueño de todo este lugar
hasta donde abarcan sus ojos. Aquí está papel”. Si sus animales comían
los pastos, era daño y se atendrían al castigo. El taita cura ratificaba que la
ley estaba a favor de don Santos y que hasta Dios respetaba dicha ley. Les
ordenaba besar la mano de don Santos. Cuando un indio no lo hacía o
protestaba, ahí estaba el capitán y algunos gendarmes que lo
masacraban, mataban o lo conducían a la cárcel. Allí acusado de ladrón el
comunero resignado a su suerte cantaba desgarradores harawis.

Mientras tanto, don Pedro, don Jesús, don Federico o cualquier otro
misti se convertía en gamonal. Los comuneros ayllu y todo se fueron más
allá de la puna, al cerro, al pie mismo del auki K’arwarasu (cerro tutelar).
Allí no crecía ni siquiera pasto. Sus pocos animales se acabaron y los
comuneros ya no tenían nada, ni tierras, ni animales, nada. Entonces,
bajaron al pueblo. Muchos se convirtieron en lacayos de los gamonales,
otros trataron de acomodarse en Puquio y otros se fueron a Nazca o Acarí.
Allí como eran analfabetos, fueron esclavizados por los hacendados en los
algodonales. Algunos lograron regresar amarillos y enclenques dando
pena. En las punas cuidaban los animales de los mistis hacendados,
sufrían y lloraban pero en sus corazones fermentaba un odio a los
principales: hacendados, curas, autoridades y policías, que un día tenía
que estallar.

III. WAKAWAK’RAS, TROMPETAS DE LA TIERRA.


Cada mes de julio desde los primeros días en la puna y en los cerros
que rodean al pueblo ya sonaban las wakawk’ras. Al oír el turupukllay en
las chacras y los caminos indios y vecinos no dejaban de hablar de la
corrida: “¡Caragu!” ¡Pchk’achuri va para juirme! Siempre año tras año,
Pichk’achuri ganando…, dejando viuda en plaza grande”. Se hablaba
también que ese año, el ayllu K’ayau se había propuesto traer a Misitu de
K’oñani, nadie daba crédito a ello; pero en los cuatro ayllus no se hablaba
64
nada más que de la corrida. Los pichk’achuris ganaban en la corrida año
tras año, regaban con sangre la plaza de toros. Un torero valiente de
Pichk’achuri el año pasado fue cogido por un toro bravo. Mientras las
niñas temblaban en los balcones y los concurrentes gritoneaban; Honrao
Rojas, con la sangre saliéndose como de una pila, después de haber sido
tumbado, se paró firme para el asombro de los asistentes. Ni hablar de un
torero Pichk’achuri como Honrao, no tenía cotejos. Pero, ese año el ayllu
K’ayau quería ser primero.

En el descampado “la voz del wakawak’ra suena gruesa y lenta, como


voz de hombre, como voz de la puna alta y su intenso frío… las mujercitas
de los cuatro ayllus lloriqueaban oyendo las cornetas”, para Misitu, que
era un toro legendario, bravísimo y endemoniado se decía que era la
fiesta. “¡Quién será! ¡Quién pues, panteón llorando estará vintiuchu!” Se
decían todos.

Sonaban las wakawak’ras o trompetas de tierra anunciando el yawar


fiesta. Los indios de los cuatro ayllus tocaban en la madrugada, al medio
día y al anochecer. Los corneteros de los cuatro barrios entraban como en
competencia. Don Maywa del ayllu Chaupi, era el mejor cornetero, su casa
estaba junto a Makulurumi. Visitado por autoridades indios chacchando
coca o tomando cañazo tocaba en su corneta el turupukllay. De rato en
rato los otros ayllus contestaban la tonada del turupukllay. El ritmo llegaba
al mismo jirón Bolívar. Las señoritas y los mistis lo escuchaban, por las
noches y la melodía. Parecía de sonido panteón y amilanaba el ánimo. Eso
porque se asociaba con las corridas en las que muchos toreros indios
morían. La opinión de los mistis se dividía respecto al wakawak’ra incluso
algunos sugerían que la guardia civil debería prohibir, pues, la corneta
lloraba feo y del cholo Maywa era el peor. Pero la música se escuchaba
hasta en el almuerzo de los mistis. Ya parecía corrida. “¡Toro,
toro!”gritaban y al son de la música de Maywa jugaban a los toros. Para el
cura era música del diablo; pero igual se oía en plena misa. El bramido
bronco de los Wakawak’ras recorría todos los rincones del pueblo a veces
tan alto y nítido; a veces, medio apagado, según la intensidad del viento.
Era el anuncio de un buen yawar fiesta o fiesta sangrienta entre toros y
humanos.

IV. K’AYAU.
K’ayau era uno de esos ayllus o barrios indios que el 28 de ese año
quería quitar el puesto de primero a Pichk’achuri. Para ello, se habían
propuesto firmemente traer a un toro bravísimo y endemoniado llamado

65
Misitu. Ese toro no era de ellos, sino de don Julián Aragüena un poderoso
hacendado dueño de K’oñani, lugar donde estaba el toro más bravo y
temido de Puquio. Los varayok visitaron a Arangüena a pedir permiso para
traer al Misitu. Ya en la casa del gamonal los varayok: “nos días Tayta
Julián” lo saludaron y luego le pidieron permiso para traer al Misitu. El
gamonal Arangüena se opuso, argumentando que ni él mismo siendo su
dueño había logrado traerlo, que era imposible porque ese toro estaba
encantado por el demonio. Las autoridades indígenas lo convencieron y
Julián Arangüena aceptó, advirtiendo que ese toro destriparía a todos los
que intenten traerlo.
Todos brindaron con cañazo por el traslado del Misitu, luego se retiraron
agradeciendo y con sus sombreros lok’os en la mano. Don Pancho Jiménez
preguntó desde la puerta de su tienda si era verdad lo de Misitu, el
varayok contestó que sí, que don Julián les había regalado al toro.
Emocionado don Pancho se ofreció regalar dos arrobas de cañazo si traían
al Misitu para el 28 de julio. Todos, sean indios, chalos o mistis hacendados
comentaban sobre la destripadera que ocurrirá si los de K’ayau traían a
Misitu. Algunos señores juzgaban como salvajismo y hasta proponían no
permitir. El Ayllu completo que era más de mil se reunió en pleno. El
alcalde o varayok ultimaba detalles para traer al Misitu. “¡Eso sí, carajo!
¡Ahora sí carajo! ¡Misitucha! ¡Ahora sicha!” decían los indios de K’ayau.
Don Pancho dijo a don Julián que los k’ayaus sí traerían al toro. Julián
Aragüena dijo que eso era imposible y apostaron a diez cajas de cerveza.

Desde entonces los k’ayau andaban soberbios, alzando los brazos


tirando las puntas de su poncho sobre los hombros. Los demás
conversaban de la corrida y la competencia entre K’ayau y Pichk’achuri. Al
ver a los toreros de ambos barrios mostrando valiente sus ponchos los
demás temblaban. Chaupi y K’ollana también pondría cuatro toros cada
barrio.

Algunos recordaban corridas anteriores, en las que los toros “Callejón”,


pillko o allk’a destripaba a los indios y daba vueltas por la plaza de toros
cargando en sus astas a veces de la ingle o del chumpi a Juancha o
Nicacha. “Honrao” Rojas entraban dinamita en mano y llamaba a los toros
bravos. Un allk’a escarbaba el suelo, sacando su lengua. Don Maywa y los
otros corneteros tocaban el turupukllay. Desde lejos arrancaba el toro.
Honrao Rojas esperaba riéndose y cuando el toro estaba cerca de él tiraba
con dirección al toro la dinamita. El animal corría como loco echando
sangre del pecho. La sangre se le acababa y moría pataleando con su lomo
en tierra. El Honrao llegaba riéndose a la barrera y exclamando “¡Jajayllas
turucha! Los fanáticos de esa fiesta sangrienta eran sólo K’ayau y
Pichk’achuri.

66
Los de Chaupi y K’ollana preferían el baile de tijeras. En eso no tenían
competencia.Taita “Untu” y Tankayllu de K’ollana eran los danzak de tijera.
Tankayllu estaba ataviado lujosamente y con uniforme de danzak y era
acompañado por Nicanor Rojas de arpistas y Jacinto Pedraza de violinista.
Todos los ayllus lo contemplaban. Los mistis salían a sus balcones y desde
allí exclamaban: “¡Es un artista!” “¡hay que llevarlo a Lima!”.

Pick’ahuri y K’ayau se alistaban para la corrida. En la subprefectura se


hablaba de la corrida más que en los ayllus. El Subprefecto era iqueño y
nunca había visto un Turupukllay. Los mistis que lo visitaban le
describían: “la indiada de cada barrio cierra una esquina con barreras de
eucalipto, nosotros vemos la corrida desde los balcones de don Crisóstomo
Bendezú o de un palco que los indios hacen sobre el muro. La indiada se
acomoda en los techos, en las barreras y sobre las paredes”. Ya vería el
subprefecto. Los indios eran más bravos que los toros y entraban
desafiando. Capeaban con sus ponchos y cuando ya no podían corrían y se
tiraban a una zanja en el poso. El toro resoplando con furia se quedaba a
la orilla del hueco. Algunos indios eran alcanzados por los toros y eran
retaceados como trapos.
Eso no es nada decían otros. Hay cuatro enjalmas para los toros más
bravos, regalados por las señoritas del pueblo. Las enjalmas eran de seda
y de colores vistosos con monedas de plata y a veces de otro en las puntas
y bordados. Dichas enjalmas las paseaban los mistis a caballo, al son de
las wakawak’ras, la banda y los reventones de cohetes. Al toro bravo se le
cose la enjalma en el lomo. Lo que un torero indio debe hacer para ser
mejor es arrancarle dicha enjalma. “¡Carajo! Pero debe ser fuerte eso… yo
no creía que fuera tan salvaje, ya lo veremos, sólo que quizás no es muy
cristiano eso”, decía el subprefecto iqueño. Los mistis le replicaban
diciendo que siendo limeño el subprefecto anterior gozó de las corridas. El
subprefecto calificaba de salvajada todo lo que contaban, pero para los de
Puquio el 28 era cualquier día sin el turupukllay. Recordando tiempos los
demás contaban que Hace 20 años se amarraba un cóndor al lomo del
toro más bravo, para que rabiara más. El toro picoteado por el cóndor,
volteaba indios como si nada, al final de la corrida se amarraban cintos a
las alas del cóndor y se liberaba entre gritos y cantos. Tiempo después a
ese cóndor se le podía ver en las cumbres de sus cintas. Al subprefecto
también le hablaban del danzante Tankayllu, tanto así que él quería verlo.
El juez, el capitán jefe provincial que también era de la costa, le decían el
secreto, que ese indio era un sucio y la corrida una salvajada. El
subprefecto ya vería.

V. LA CIRCULAR.

67
El subprefecto convocó al alcalde y vecinos notables de Puquio un
miércoles por la mañana, era mediados de julio y les comunicó que
acababa de recibir una circular de parte del gobierno en la que se prohibía
la corrida al estilo indio. Los vecinos argumentaron que eso no era posible
que el pueblo reclamaría, pero el subprefecto se puso firme y dijo que él
haría respetar la ley. La circular se pegó en las esquinas del jirón principal.
Todo Puquio se desconcertó, don Pancho y don Julián se oponían a la
circular, algunos vecinos apoyaron la posición del subprefecto para
ganarse confianza y favores de la autoridad. Ellos eran: al alcalde don
Antenor Miranda, don Demetrio Cáceres y don Jesús Gutiérrez.

El subprefecto propuso que contrataran toreros limeños. Don Pancho


Jiménez aceptó con molestia. Invitados por el alcalde Antenor se fueron a
brindar con champaña en el billar de don Norberto. Don Pancho no asistió,
más bien fue a su tienda lamentándose, incluso hablaba de telegrafiar a
Lima y pedir una reconsideración al gobierno. “¿Qué tendrán que meterse
en las cosas de los pueblos?” se preguntaba. Muchos lo apoyaron.
Animado por el cañazo gritaba en su tienda. Ante los gritos, vino el
subprefecto seguido por el alcalde, don Demetrio y don Jesús Gutiérrez,
“¿Qué pasa aquí? ¿Qué tanta bulla?” preguntó el subprefecto. Don Pancho
trató de explicar, mas don Demetrio avanzó y se cuadró ante don Pancho.
“¡Chusco, carajo! ¡Adulete!” diciendo esto, don Pancho agarró el vaso y
echó a la cara de don Demetrio. El subprefecto empujó a don Pancho
ayudado por policías. Todos los curiosos se reunieron para ver el
espectáculo. Dos guardias civiles detuvieron al revoltoso. Cuando ya
estuvo esposado don Demetrio pateó en las nalgas a don Pancho. El
subprefecto ordenó “¡Lleven este cholo a la cárcel! ¡Y despejen guanacos!
¡Fuera!” Toda la gente corrió asustado. “Estos pueblos son una porquería,
bien hicieron los yankis en exterminar a los pielrojas”, comentaba el
subprefecto cerca ya al juzgado. Desde el cuartel se escuchó un grito
grueso y macho como bramido de toro: ¡Me zurro en Demetrio Cáceres,
carajo!. El subprefecto ordenó al sargento hacer callar a golpes a ese
hombre.

El alcalde don Antenor Miranda opinaba que de verdad la corrida de los


indios era salvajismo y lo de Lima y España corrida civilizada. En la tarde
hubo sesión del concejo. Todos los vecinos principales hasta el cura
calificaban de santa la circular. Sólo don Julián Arangüena preguntó sobre
qué hacer con las enjalmas, dinamita y el toro Misitu que había regalado
a K’ayau. La respuesta fue que normal ese toro vendría solo que la corrida
será al estilo civilizado y no salvaje. Eso consistía en que un torero
profesional tenía que capear al toro y matarlo luego poco a poco. Ante una

68
multitud de indios chalos y mistis preocupados, el alcalde pronunció:
“¡kank’am pukllay!”(habrá corrida). En el corazón del pueblo y del mismo
alcalde y a sí de los que se habían opuesto a la corrida india estalló la
alegría. “¡Qué pueblo de indios! El capitán jefe provincial y el juez de
primera instancia maldecían a Puquio.”

VI. LA AUTORIDAD.
De pronto, mientras el subprefecto se paseaba por el corredor de su
despacho reflexionando para sí, la indiada de los cuatro barrios entró a la
plaza. Era de noche y el subprefecto miraba a la indiada. Se arrepentía por
estar en un pueblo serrano como ese. Los guardias opinaban lo mismo,
todos aseguraban que con pueblos como Puquio “la patria era una gran
vaina”. También se quejaba de la hipocresía de los gamonales y la
guapura de Pancho Jiménez y Julián Arangüena. Si fuera por él, el alcalde y
las demás autoridades hipócritas merecían ser fregados por Jiménez. La
bulla del gentío terminó y el subprefecto mandón traer a Pancho Jiménez.
Tenían un poco de pisco y quería hacer hablar a ese cholo. Entraron a la
subprefectura Pancho Jiménez habló. Ante la pregunta de porqué Puquio
era feo él respondió que para extranjeros sería así pero que para uno
como él que ha nacido allí, de ninguna manera era feo. Dijo también que
don Antenor Miranda, el alcalde, no servía para nada; pues su alma estaba
en Lima y su panza en Puquio. Él (Pancho) era puquiano nacido en Chaupi.
Ante tanta amabilidad del subprefecto, Jiménez pensó que algo se traía
ese. Don Pancho explicó sobre Puquio y lo que pasaría si se daba la corrida
al estilo costeño. Antes de hablar el subprefecto invito a brindar, todos lo
hicieron. El subprefecto se paró y rodeándole con las manos en el bolsillo
dijo a Jiménez que haría enterrar Puquio, que no servía para nada, que
todos los serranos eran unos sarnosos y piojosos. Don Pancho no pudo
más y corrigió a la autoridad política. Se puso de pie. El subprefecto se
encrespó furioso y preguntó a Jiménez, sobre si lo estaba tildando de
mentiroso, Jiménez machamente le dijo que sí. El subprefecto lo botó de su
despacho y lo mandó a su celda. Su objetivo era hacerlo matar con el
sargento. El militar se negó a cumplir la orden. Colérico el subprefecto
entró a su despacho miró el retrato del presidente y le dijo: “¡Si tú
estuvieras aquí! ¡Desgraciado!
VII. LOS SERRANOS.
Dos mil lucaninos vivían en Lima. Más de quinientos eran de Puquio que
es la capital de la provincia Lucanas. Estos abandonaron sus tierras porque
querían“llegar a Lima, ver, aunque fuera un día, el palacio, las tiendas de
comercio”, los autos y el tranvía. Para ir a Lima volteaban el Kondorsenk’a,
tras ese cerro empezaba una meseta inmensa llamada Galera pampa. Los
69
chalos iban como sirvientes y se quedaban allá. De vuelta estaban con
nueva ropa y caminaban con el cuerpo erguido. En Lima se ganaron la
fama de honrados y trabajadores con sus patrones. Serviciales pero
brutos para el estudio. Después de un tiempo se compraban una guitarra y
cuando sus patrones salían los serranos cantaban huaynos de sus pueblos
en su cuarto. Los domingos generalmente eran sus días libres. Iban a la
plaza o paseo Colón y sentados en una banca se pasaban horas y horas
viendo a la gente y los autos. Al verlos así los limeñitos se burlaban y los
insultaban. Muchos de ellos se defendían con bravura. En esos parques
también se encontraban con sus paisanos y tras conocerse se hacían
amigos, se contaban de sus pueblos y hasta lloraban recordando sus
pueblos y se despedían.

El mes de enero de 192… llegó a Puquio la noticia de que los de


Coracoca abrirían carretera a la costa. Los indios puquianos no quisieron
quedarse atrás y acordaron abrir también la carretera a Nazca. Alentados
por el vicario, se organizaron y como en desafío los diez mil indios de
lucanas vivaron y empezaron a hacer la carretera. Reventaban de vez en
vez cohetes, en las noches cantaban y en menos de 28 días llegaron a
Nazca con una carretera ancha. El 28 de julio llegó el primer camión de
Puquio, los varayok eran 16 y estaban contentos. Algunos vecinos
lloraban. “¡Qué vivan los varayok!”gritó subido a la pila don Pancho con
lágrimas de emoción cayéndole sobre el pecho. Celebraron misa, las
mujeres cantaron hasta el amanecer. Los varayok chacharon sus cocas,
tomaron cañazo salpicándolo en el suelo. Los periódicos limeños hablaron
de la carretera. Trescientos kilómetros en menos 28 días sólo por iniciativa
popular y sin apoyo del gobierno, era asombroso. Por esa carretera
llegaron los lucaninos a Lima, Después de 600 años o talvez mil, como
antes, la gente de los andes bajaban en multitud a la costa. Allá
celebraban las fiestas patronales al estilo de la tierra, y Lima creció en
población.

Todos los lucaninos se ayudaron entre ellos; pero la mayoría vivía en el


barrio Ascona. En ese barrio en la casa del sastre Gutiérrez, se fundó el
“Centro Unión Lucanas” de otros pueblos hicieron lo mismo. El estudiante
Escobar fue elegido presidente. En los primeros días de julio de 193… el
presidente del club recibió un telegrama donde le pedían que contrate un
torero profesional, el centro lucanino avaló la circular. Los integrantes
estaban de acuerdo con el subprefecto y algunos mistis. La corrida india
por ser salvaje debía terminar.

70
VIII. EL MISITU.
Misitu era un toro legendario y bravísimo que vivía en el k’eñwal de
Negromayo en las punas de K’oñani, que era la vaquería de los mistis.
Según los k’oñanis no tenía ni padre ni madre, que había salido de
Torko’ocha, tras una tormenta que había caído sobre la laguna Torkok’ocha.
Al día siguiente muy temprano el centro de la laguna se hizo remolino. Del
medio de la laguna salió el Misitu bramando con furia y sacudiendo su
astada cabeza. Nadó hasta la orilla. Luego entró a los k’eñwales de
Negromayo donde se asentó. Todos los punarunas contaban esta historia,
decían también, que ese toro corneaba a su propia sombra, rompía las
k’eñwas y que araba la tierra con sus filudas astas. Cuando bajaba a tomar
agua el Negromayo corría turbio. De día miraba el sol rabiando y de noche
corría leguas y leguas tras la luna. Había arañado la nieve del K’arwarasu
pretendiendo subir a la cumbre. Era como puma y que a sus dominios no
entraba ningún otro animal, por eso, con un poco de temor pero decidido
si es posible a morir, los comisionados al mando del don Julián Arangüena
fueron en busca del Misitu. Estaban dispuestos a meter bala si el toro no
salía. Eran doce comisionados nuevos montados en sus caballos.
Arangüena montaba a su brioso overo. Él tenía la fama de ser decidido y
rabioso, que no temía ni a dios por eso, un día oyó misa borracho y
montando en su caballo. Arangüena y sus comisionados durmieron en la
casa estancia de K’oñani y escucharon una sonido extraño. Era la
wakawak’ra del vaquero Kokchi. Despertó a su mayordomo Fermín y
ordenó a los indios quedarse ahí y nada de músicas ni wakawak’ras, ni
cantos, si no los mataría de un balazo. Montó a su overo y seguido por su
mayordomo y otros comisionados desapareció en la pampa. El corcel
chapoteando cruzó a saltos el riachuelo Negromayo. El patrón ordenó a su
gente permanecer ahí porque el Misitu vendría. Cuando estaban a la
espera de Misitu, el monte se movió con fuerza, sonó el rió y las ramas de
los árboles empezaron a quebrase. El vaquero gritó: “¡Curriychik!”
(corran). Se vio la cabeza del Misitu mirando a los otros jinetes y estos
guidados por el mayordomo Fermín corrieron asustados. Don Julián no
corrió y alistó su lazo, cuadró su caballo en sitio estratégico. Misitu al verlo
cargó contra Arangüena. Este, lanzó su lazo pero falló y además el Misitu
se escondió en el k’eñwal. Los demás ya volteaban la lomada
escapándose. Arangüena les disparó y la bala cogió al caballo de su
mayordomo Fermín. Por la tarde retornaron a Puquio sin éxito. Aragüena
se emborrachó de cólera y fracaso. Kokchi que era el vaquero de Aragüena
había hecho un pago al cerro taita Ak’chi para que Misitu no sea llevado,
así pues el Misitu, más salvaje que nunca seguía en Negromayo.

71
IX. LA VISPERA.
Un grupo de vecinos notables obsequió un caballo fino al subprefecto y
a través de una carta redactado por don Demetrio le felicitaban por
rechazar la corrida al estilo indio. El subprefecto convocó a una reunión.
La mayoría de los asistentes adulaban al subprefecto menos Julián
Arangüena que explicó las desventajas de toreros profesionales traídos
desde Lima. Después de su participación llamándolos ¡quejones! se retiró
de la reunión. Los demás se quedaron y hablaban del plan, que el “Centro
Unión Lucanas” ya había contratado al torero. Luego se preguntaron si el
torero costeño querrá torear en la plaza Pik’achuri porque era grande. El
subprefecto propuso mandar hacer una plaza chica de eucalipto dentro de
la misma plaza Pichk’achuri. Los ayllus lo harían a fin de que toreen. Para
que se vea mejor se necesita una plaza chica con asientos buenos donde
se acomodarían todos los vecinos principales. De esa forma el subprefecto
quería engañar a los indios. Don Demetrio pidió el encierro de Aragüena,
lo tildó de peligroso. Los vecinos principales tenían que poner cuota para
contratar a un torero limeño, don Jesús se opuso, pero enojado y todo dio
200 soles. Don Demetrio y el alcalde Antenor entregaron al subprefecto
1500 soles. Abrazados festejaron el arreglo, enviaron a Lima 500 soles con
los cuales el “Centro Unión Lucanas” contrató al torero español Ibarito II,
con pasajes y estadía pagada para que toreara seis toros. Este Ibarito
confesó que no le gustaba torear donde los indios; porque según él los
indios le echaban a uno aquellos toros que antes ya habían matado tres o
cuatro vidas.
Escobar en Lima les informó que los vecinos de Puqio estaban divididos
por lo de la corrida. El obispo también participó y dijo que todos del centro
irían a defender la circular con ayuda de los guardias.
En Puquio el vicario citó a varios varayok les habló de Misitu diciendo
que era diabloy que no traigan. Ellos estuvieron firmes en su decisión de
traerlo, el cura aceptó con al condición de que construyeran una plaza
más chica y que los cuatro ayllus deberían hacerlo. Ellos aceptaron.

X. EL AUKI.
Todas las montañas de Lucanas tienen un padre: el auki K’arwarasu.
Este tiene tres picos de nieve. Es el más alto y el más venerado. Los
viajeros indios, los arrieros lucaninos, lo miran con respeto y rocían o
esparcen aguardiente o cañazo al aire en su honor. El auki es la seña de
Lucanas. Al K’arwarasu, el varayok o alcalde de K’ayau encomendó su
ayllu con tres llamas blancas enterrándas en la cumbre misma para que
así los bendiga y ayude en el arreo del Misitu. Fue acompañado pon un
72
regidor wayna (joven) y retornó con un layk’a (brujo) de Chipau. El layk’a
quiso ir solo por el Misitu porque según él el auki K’arwarasu le había dado
poder sobre todos los ganados de la puna. El varayok se opuso pues todo
K’ayau iría y además contó que K’arwarasu le había hablado de la
siguiente manera: “Yo voy a mirar desde mi cumbre el yawar fiesta” y
todo saldría bien porque estaba con K’ayau. El vayayok al escucharlo
había llorado de emoción.
Raura tocaba su wakawak’ra y lo mostraba grande y circular, hecho con
cuernos de toros bravos. Los cuernos daban tres vueltas hasta formar el
instrumento musical y tenían boquilla de acero. Raura soplaba con furia,
su cara se hinchaba y la wakawak’ra bramaba como toro. Al oír ese son
taurino los k’ayaus se llenaban de coraje y gritaban: “¡Maypim chay Misitu
Carago!” (Dónde está ese Misitu) El 25 de Julio todo K’ayau hervía de valor
y coraje. Los indios, sea como sea, tenían que torear si no es en la plaza
de toros, aunque sea en la iglesia. Saldrían a la media noche, cada cual
con su lazo y fiambre.
Reunidos al extremo de la iglesia partieron detrás del layk’a y después
de los varayok, el Raura y el Tobías. Algunos mistis salieron para verlos.
Pancho Jiménez rogó en vano a los policías que lo llevaran a despedir a
los valientes indios aunque sea con grilletes. Tras la negativa, caminaba
furioso de aquí para allá dentro del calabozo. Se preguntó con respecto al
gobierno: “¿Para qué se meterá en la vida de los pueblos? ¿Quién friega de
aquí al gobierno?”. Luego se hizo encerrar en un cuartito más oscuro.

Desde las quebradas de las punas, desde las cumbres, ronco se


escuchaba el turupukllay de los wakawak’ras. Los indios k’ayaus que iban
eran por lo menos seiscientos. Don Julián Aragüena montado en un overo
corría junto con los curiosos a despedirlos.
Cuando los k’ayaus aparecieron en K’oñani, los vaqueros le salieron a
su encuentro. El varayok de K’ayau expuso al vaquero mayordomo Kokchi
que venían a llevar al Misitu y que el auki K’arwarasu lo autorizaba. El
vaquero miró con sumo respeto al K’arwarasu y aceptó resignado y ordenó
la despedida del toro. Las mujeres de K’oñani lo hicieron llorando. El
vaquero y el varayok brindaron con cañazo.
Luego todos los k’ayaus entraron a la quebrada Negromayo. Se
distribuyeron en el prado que estaba a orillas del río. El layk’a se paró solo
en la pampa. Miraba de aquí para allá. En eso, los k’ayaus gritaron: “!Toro,
toro! ¡Misitu está corriendo!”. El layk’a se volteó con dirección al vacuno.
Levantó su brazo. En el preciso instante, cual gato montés, el Misitu brincó
de la quebrada a la pampa con su cogote levantado y sacudiendo la

73
cabeza. Corría decidido a cornear a quien sea. “!Só, salk’a¡ ¡Só,
carago¡ ¡Sáyay¡” dijo el layk’a y estiró el brazo. Sin hacer caso la orden del
layk’a, el toro clavó sus astas en el pecho del layk’a. Le sacudió, le tiró al
suelo y le hizo dar vueltas. El Misitu estaba endiablado, volvió donde
estaba, escarbó el suelo con sus patas, bramó con furia, volvió donde el
layk’a que intentaba pararse, le rajó la barriga y la entrepierna. El layk’a
murió.

Con sumo cuidado y sin ser visto por el toro el Raura tiró su lazo y le dio
justo en las astas. El Misitu se encabritaba, sacudía su cabeza laceada. El
varayok también laceó, el animal volteó y arremetió contra él, pero ahí
estaba Raura que lo jaló apoyado a la keñwa. Los otros comuneros
también lacearon y algunos llevaron el cuerpo del layk’a al pie de una
k’eñwa. El Tobías tocó la wakawak’ra que animó a los indios. El Misitu se
cuadró en un rincón. Los demás lo vieron de lejitos. “Ahistá Misitucha”
señalaba tranquilo Raura. “Era gateado, color pardo oscuro”, aunque no
era tan enorme, su cogote estaba bien crecido y redondo, sus astas
gruesas y filudas. Seis lazos colgaban de las astas del toro: tres para
arrastre tres para tiemple de atrás. Turnándose de distancia en distancia
traían al Misitu. Un poco detrás de ellos cuatro k’ayaus cargaban en una
camilla de k’eñwa el cuerpo del layk’a. Cuando salieron de la quebrada el
varayok derramó aguardiente al k’eñwal de Negromayo como pago por el
Misutu. Cuando ya anochecía llegaron al abra de Pedrork’o. Quitándose el
sombrero el alcalde miró al Auki K’arwarasu. En el coso ya habían
ganados bravos que otros ayllus habían traído, por su parte.
El vaquero Kokchi se adelantó al pueblo para avisar a su patrón don
Julián que al Misitu lo estaban trayendo los k’ayaus. Asombrado, incrédulo
y pensativo Julián Aragüena no sabía qué hacer. Mientras su vaquero
Kokchi esperanzado en su patrón imaginó la liberación del Misitu. Don
Julián recordó entonces que si los k’ayaus traían a su toro él perdía diez
docenas de cerveza a favor de don Pancho que estaba detenido. Kokchi
lloraba por el toro y Aragüena ordenó hacerlo en la cocina. De un
puñetazo tumbó a su mayordomo Fermín y lo revolcó a patadas por haber
sido cobarde aquella vez cuando él como dueño intentó traer al salk’a.
Dejándolo medio muerto, partió rumbo al cuartel a decirle a don Pancho
que Misitu ya bajaba a Puquio. Cuando quiso entrar le impidió un cabo
argumentando que tenía que pedirle permiso al subprefecto. Aragüena
fue al despacho de la autoridad. Allí estaban los chalos renegados del
Centro Unión Lucanas: el estudiante Escobar, Guzmán, el chofer Martínez,
Tincopa, Vargas, apoyando al subprefecto su idea de hacer la corrida a la
limeña. Don Julián Aragüena pidió venia al subprefecto para entrevistarse
con Pancho Jiménez. El motivo era simple: decir que había ganado la

74
apuesta y que lo felicitaba. El hacendado se peleó con los del club. El
subprefecto autorizó y cuando ya estaba en la celda de don Pancho, la
autoridad a traición ordenó el encierro del visitante. El estudiante
Ecobarcha y sus compañeros felicitaron al subprefecto. Allí también estaba
el torero español Ibarito y dijo que el inicio con pelea era mala seña para
la corrida. Tampoco quería ver de noche al toro.

Desde la cumbre, muy machos los k’ayaus se anunciaban con las


wakawak’ras. Guzmán del Centro Lucanas dijo: “Necesitaríamos mil años
para salvar a los indios de las supersticiones.” Ellos se creían civilizados y
superiores a los indios, procediendo de padres indios. Hablando estas
cosas iban al encuentro de los k’ayaus. En el encuentro hipócritamente se
abrazaron con los campesinos. Cuando el varayok ordenó cambio de
sujetadores del Misitu los del club querían coger el lazo pero pensaron
que sus manos se desollarían y desistieron. Sólo Martínez lo hizo. Con él
los k’ayaus llegaron al pueblo. El tumulto que llegaba con toro y
wakwak’ras alborotó al pueblo. Los perros empezaron a ladrar como
aullando. “!Qué viva K’ayau¡!” gritó Escobar. Luego arribaron por fin a la
plaza de Pichk’achuri, donde estaba el coso. Allí descanzaría el Misitu.
Faltaba poco para amanecer.

XI. YAWAR FIESTA.


Llegado el día 28 de julio de todos los distritos cercanos y como nunca a
pie y a caballo arribaban a Puquio para ver el Yawar Fiesta, el gran yawar
p’uchay, en el que se retaban K’ayau y Pichk’achuri. Indios y mistis
llegaron temprano para encontrar sitio en la plaza. Los llegados antes que
nada corrían al coso para ver a Misitu. La plaza reventaba de gente, pero
más antes que la caterva de curiosos, quien al rayar el alba saludó al
Misitu fue el vaquero Kokchi. Le habló llorando. Los indios que lo
escuchaban chakchaban sus cocas en silencio ocultando sus penas por el
toro. Luego llegaron más personas que desde temprano buscaron y
encontraron el mejor sitio. Nadie quería moverse para nada de su sitio.
Llegaron también los mistis y los guardiaciviles. Los comuneros al saber
que un misti rubio costeño torearía por los mistis y los chalos, comenzaron
a hablar alto pidiendo a los mistis a torear por su cuenta y no con
apoderaditos. Todo desafiante el varayok de K’ayau gritó: “¡Que entren los
Werak’ochas si hay valor!”, “¡Que entren principales!”o ¡Acaso indio
apoderadito!” Todos los k’ayaus estaban ebrios porque toda la noche
había tomado cañazo en la plaza K’ayau k’ari (varón) “¡yu pacito!” decían
“¡claro tayta!” ¡Nada, nada, extranguero! ¡Misitu es para endio! El desafio
estaba hecho. Por K’ayau estaban los toreros: Raura, Tobías y Wallpa y por

75
el de Pichk’achuri, pararon K’encho y “Honrao” Rojas.

Los del “Centro Lucanas”, se reunieron porque podría ser que a su


torero Ibarito talvez la gloria lo quiten los toreros indios, eso era
preocupante. Las calles, incluido el jirón Bolívar hervía de gente. En las
puertas de la casas flameaban las bandera peruanas. Las campanas de la
iglesia repicaban llamando a la misa. Los del centro visitaron al
subprefecto, preocupados informaron del coraje de los indios; pues estos
por haber traído al Misitu, exigían su derecho a torear. El representante
del gobierno los calmó diciéndoles que al primer indio que salga a torear
se le baleará.

Entonces, estaba terminantemente prohibido que los indios toreen.Hizo


informar a los indios por medio de los varayok. Ellos no aceptaban la
amenaza. Los del club Lucanas preocupados decían: “Sí Ibarito comienza
toreando bien y capea con voluntad; los indios se quedaran mirándolo”.
Mientras el Yawar Fiesta estaba a punto de estallar. Los detenidos don
Julián Arangüena y Pancho Jiménez conversaban y se amargaban por no
estar viendo la corrida.

En la oscuridad el lunar grande en la mejilla derecha de Arangüena


parecía un apasanka, Jiménez habló: “¡don Julián! ¡Que perra es mi suerte!
¡Quisiera estar allá, junto al coso! Regaría con aguardiente los pies de los
k’ayaus, tocaría wakawark’ra con el Raura, con el Tobías ¡si quiera un
puñete le daré a esta puerta. Incluso rezaba pidiendo que lo dejaran ver
aunque sea después que lo encierraran un mes, no importaba.

Los corneteros de los cuatro ayllus empezaron a tocar el turupukllay


verdadero, del yawar punchay, “el canto grueso y triste de los
wakawak’ras… sacudía esa tarde el corazón de los principales, los alocaba,
se reunían para ir, hacían cargar aguardiente y cerveza a la plaza, se
entusiasmaban…”

Las autoridades y los vecinos principales venían al coso abriéndose


campo. El torero, con su capa y su vestido de luces reverberaba, los del
centro Lucanas venían detrás. El torero español Ibarito II, aquel a quien el
alcalde, los del Centro Lucanas y otros mistis lo contrataron con 500.00
soles desfilaba gallardo y valiente con su uniforme de torero profesional
por el jirón Bolívar. Los mistis lo miraban con admiración y los indios con
curiosidad. Llegó al coso y se acercó al Misitu. El sitio de lso mistis eran
palcos hechos pro los indios. Todo el ruedo o coso estaba atorado de
indios que no querían moverse. En vano los guardias y los tenientes

76
querían detener, golpeaban empujaban pero los indios se filtraban por
cualquier sitio. Las mujeres empezaron a cantar al son de los Wakawak’ras
una canción titulada “Wak’raykuy”:

“¡Ay turullay turu, ¡Ay, toro, toro,


wak’raykuyari, cornea pues,
sipiykuyari mata pues
turullay, turu!” toro, toro!

Escuchando el bramido de los wakawak’ras Ibarito ya estaba con miedo


- señor Escobar - dijo refiriéndose al Presidente del Centro Lucanas: - ¿No
podrían taparles el hocico a esas mujeres?, cantan como si ya estuvieran
viendo mi cadáver”,- Imposible - respondió Escobar.

La concurrencia miraba el lugar por donde saldría el toro. Cuando las


mujeres callaron, los corneteros empezaron a tocar el “jaykuy” que subía
al cielo. De pronto, saltó el Misitu al ruedo taurino. Se fue de frente. Se
paró al medio de la plaza, con el cogote levantado y los cachos
hambrientos de sangre humana. Los toreros K’encho, Tobías, Wallpa y
Honrao Rojas, se alistaban, pero apareció Ibarito. “¡Bravo!” Los mistis
aplaudían. El Misitu se enderezó bien, hacia el lado del torero. Ibarito se
acercó al toro, cuidándose y mirando, a pasos lentos. Los mistis y del
Centro Lucanas, soberbios ante los indios, exclamaron “¡Viva Ibarito¡ ¡Viva
el gran torero!”. El Misitu arañó el suelo, levantó polvo con sus patas, dio
el primer brinco y corrió con dirección al torero con una bravura extrema.

Con su capa lista y sus piernas en el suelo esperaba Ibarito. Levantó la


capa y cuando Misitu seguía corriendo contra él, tiró la capa al Misitu
hasta taparle la cara. De tres saltos llegó a esconderse mientras el toro
pisó la capa y con sus cachos la rajó por todas partes. “¡Maula carago!
¡k’anra! ¡Atatau carago! ¡Maricón carago!” gritaron lo toreros indios al
matador costeño y profesional que se orinaba de miedo. Entonces el
mismo alcalde Antenor aquel que se opuso al torero de los indios, ordenó
que entraran los toreros indios Wallpa con su poncho rojo y sus hojotas
corrió de frente al Misitu. Este cargó y Wallpa esquivó la cornada con
maestría. La gente miraba con la respiración detenida. El toro volteó y lo
buscaba loco de rabia y ante la atenta mirada de la concurrencia, metió
su asta izquierda en la ingle de Wallpa, quien, ya cogido gritó; “¡Misitucha!
¡pierro!”. Su cuerpo estaba pegado a la barrera. Los demás toreros
trataron de distraer al toro. El Honrao lo jaló de la cola y cuando volteó
hacia él le arrojó su poncho bermejo. El toro lo despedazó, fue entonces
que, el varayok de K’ayau alcanzó un cartucho de dinamita prendida al

77
Raura. El valiente Wallpa aún pudo pararse, pero de pronto se hincharon
sus pantalones y a borbotones un chorro de sangre se deslizó por el suelo
y Wallpa cayó muerto.

Un dinamitazo soltado por Raura estalló muy cerca del Misitu. Este, con
el pecho perforado, sangrando y aún con vida buscaba cuerpo humano.
Los wakrapukus tocaron la tonada de ataque. Honrao Rojas se acercó al
toro y le dijo “¡Muere pues, muérete salka!”. Al presenciar aquello, el
alcalde le dijo al subprefecto que estas eran las corridas indias, el yawar
p’unchay verdadero.
Fin.

D.PERFIL PSICOSOCIAL DE LOS PERSONAJES:


Como la novela presenta tres distintas clases sociales sus personajes
también se clasifican en tres grupos como sigue:
LOS INDIOS:
1. MAYWA: del ayllu Chaupi, el mejor cornetero, su casa estaba junto a
Makulurumi y desde allí soplaba su corneta todo el mes de julio de
cada año.
2. TANKAYLLU: Danzak o danzante de tijera del barrio K’ollana.
3. KOKCHI: Vaquero de K’oñani que sirve a don Julián Aragüena y
cuida a Misitu.
4. TOBIAS: Torero valiente del barrio K’ayau.
5. RAURA: Torero y laceador trejo del ayllu K’ayau, es el primero en
lacear al Misitu en su misma guarida y además el que acaba con la
vida del toro de un dinamitazo.
6. LAYK’A: Brujo de Chipau que muere como pago en las alturas de
K’oñani corneado por Misitu.
7. WALLPA: Torero del ayllu K’ayau que muere corneado por Misitu, en
el yawar fiesta del 28 de julio.
8. HONRAO ROJAS: Torero del ayllu Pichk’achuri, que año tras año
vencía a los de K’ayau.
9. K’ENCHO: Valiente torero del ayllu Pichk’achuri.
10. LOS VARAYOK: Sin nombre alguno, son hombres de habla
quechua, decididos, sabios, honestos y respetados que organizan a
78
su ayllu para labores de gran envergadura como el arreo de Misitu
y/o la construcción de la carretera a la costa.

LOS MISTIS:
1. ANTENOR MIRANDA: Alcalde de Puquio que hace sin murmurar la
que dice el subprefecto. Se opone radicalmente a la corrida india.
Cuando cobardemente el torero que contrató se escapa del Misitu,
autoriza el ingreso de toreros indios. Al final de la novela comenta al
subprefecto que esa era el yawar p’unchay verdadero.
2. EL SUBPREFECTO: Máxima autoridad política representante del
gobierno centralista. De origen costeño (Ica), hace todo lo posible
para sabotear la corrida al estilo indio, por considerarla salvaje.
Como costeño desprecia a todo lo que es de la sierra.

3. DON DEMETRIO: Vecino principal de Puquio que como buen


ayayero del subprefecto rechaza la corrida india. Es humillado por
don Pancho Jiménez.

4. EL VICARIO: Sacerdote de Puquio que apoya al subprefecto en el


saboteo de la corrida india.

5. DON PANCHO JIMÉNEZ: Vecino principal de Puquio y siendo blanco


es uno de los principales defensores de la corrida al estilo indio, por
lo cual es visto como un peligro para los intereses de las autoridades
y encarcelado hasta el fin de la corrida.

6. DON JULIÁN: Uno de los vecinos principales de Puquio, como todo


gamonal es abusivo y prepotente, dueño del territorio en el que se
encuentra Misitu, por ende dueño también del toro. Defiende la
corrida india eso le geenra malos entendidos con las autoridades,
pero simpatía con los indios. El día de la corrida es también
encarcelado.

LOS CHALOS O MESTIZOS:


1. Los Integrantes del Centro Unión Lucanas: El estudiante Escobar, El
Chofer Martínez, Guzmán, Tincopa, Vargas. Estos han perdido la
identidad cultural andina y han asimilado la costeña, por eso apoyan
a lo dispuesto por el gobierno en la circular y califican de salvajes y
atrasados a los indios. Ellos contratan al torero Ibarito II.

LOS OTROS:
IBARITO II: Torero de origen español, rubio a quien por quinientos soles
los principales de Lucanas a través del Club Unión Lucanas contratan, a

79
fin de que toree profesional y “civilizadamente”. Pero cuando se
encuentra frente a frente con el Misitu corre y se esconde.

MISITU: Toro legendario que enfrenta a dos ayllus (Kayau y Pick’achuri).


Vive en el K’eñwal Noegromayo de K’oñani. Su pasado es una leyenda,
por eso todos lo temen hasta el torero Ibarito II, pero de manera brava
es traído por los k’ayaus y matado por ellos mismos en la plaza de toros
de Pichk’achuri.

E. UBICACIÓN CRONOTÓPICA (ESPACIO Y TIEMPO):


ESPACIO. El escenario principal de esta novela es Puquio (pueblo
indio) capital de la provincia de Lucanas - Ayacucho. Allí están los cuatro
ayllus típicos como K’ayau, Pichk’achuri, K’ollana y Chaupi. Además los
otros espacios son:
 K’oñani, vaquería ubicada en las alturas de Puquio, donde está el
K’eñwal de Negromayo y donde vive el Misitu.
 T’ortococha, de donde según la creencia popular salió el Misitu.
 El Jirón Bolivar, calle que como víbora divide al pueblo. Allí residen
los mistis o principales.

TIEMPO. Los hechos transcurridos en la historia corresponden a los


años 1920 – 1930.

F. INTENCIONALIDAD DEL AUTOR:


 Exaltar la fuerza, coraje y bizarría del hombre andino quechua
sustentado en el trabajo colectivo y la ayuda mutua. Esto
demostrado en la construcción de la carretera a Nazca y el arreo y
posterior muerte de Misitu.
 Señalar la victoria cultural del pueblo andino frente a la prepotente
imposición costeña del gobierno, el subprefecto, algunos vecinos y
los del centro Lucanas.
 Describir la geografía del pueblo indio y presentar a sus clases
sociales.
 Mostrar la dramática contradicción cultural, política y social entre dos
mundos: el zorro de arriba (la sierra, de pensamiento incaico) y el
zorro de abajo (la costa, de pensamiento extranjero hispanista)
 Referir el despojo abusivo y apoderamiento de las tierras comunales
por parte de los blancos mistis, quienes terminado sus minas se
convirtieron en gamonales con ayuda de los curas y las autoridades.
 Señalar que la violencia, la mentira, el individualismo, el estupro, el
racismo y la brutalidad llegaron al mundo andino con los blancos.
 Referir el sincretismo y la transculturación que se opera en el Perú de
hoy. Hecho palpable en el amestizamiento del indio en cholo (los del
80
Centro Lucanas) y también la indianización del gamonal blanco (don
Julián y don Pancho)
 Dar una auténtica visión de la cultura andina quechua en toda su
complejidad.
 Referir la imposición antidemocrática centralista del gobierno en los
pueblos andinos sin respetar sus costumbres y tradiciones.
 El genial crítico literario, Antonio Cornejo Polar, sostiene que Yawar
Fiesta “es la primera tentativa de Arguedas en otorgar a su obra una
dimensión del conocimiento del mundo peruano en su peculiar,
difícil y aterradora heterogeneidad”.

G. TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS LITERARIOS:


 Narración lineal.
 Flash back.
 Cajas chinas.
 Narrador omnisciente.
 Vuelta de Tuerca.

H.MANEJO LINGÜÍSTICO:
El etnólogo y reconocido narrador apurimeño, José María Arguedas
Altamirano, en su primera novela “Yawar Fiesta” hace uso de un
castellano culto, directo y poético; pero, magistralmente, el castellano
andino más conocido como el Quechuañol. Como se puede ver: el título
“Yawar Fiesta” (Fiesta de Sangre) y expresiones como: “Nu hay
empusible para ayllu, taytay. Capaz cerro grande también cargando
hasta lamark’ocha”. “¡Só salk’a! ¡Só, carago! ¡Campu! ¡Maqt’a Tankayllu
está entrando! ¡Misitucha! ¡Pierro!”

I. EXPERIENCIAS Y SITUACIONES HUMANAS:


José María Arguedas tuvo el privilegio y a la vez el drama de vivir entre
dos culturas antagónicas en constante lucha hasta el día de hoy: la
limeña criolla de bases españolas y la andina autóctona de bases
incaicas. Pero con el que mejor se ha sentido identificado y lo defendió
aún con su suicidio es con el andino incaico, por esa razón Arguedas
puede darnos una visión interior de lo indio, pues culturalmente
hablando, ha sido un indio. Vivió en su infancia, como el mismo
confiesa, “en el ocllo mismo de Felipe Maywa”, allí asimiló las
costumbres, tradiciones y creencias milenarias del hombre andino,
asimismo el quechua que fue su lengua materna. Sufrió en carne
propia la marginación y maltrato que los mistis hacendos cometían
81
contra el indígena. Pero, entre ellos, experimentó la ternura de la mujer
andina, la solidaridad y la humanidad del hombre andino. Cantó sus
canciones, bailó sus danzas, adoró sus apus; conoció, admiró y exaltó el
poder y la fuerza del pueblo andino sustentado en la faena colectiva,
en el ayni y la mink’a, sistemas de trabajo que han utilizado los mismos
constructores de Machupicchu y otros santuarios históricos y que son
una realidad concreta que Mario Vargas Llosa ni Martha Hildebradt
logran entender y lo llaman utopía, ficción e irracionalidad.

G.ESTRUCTURA EXTERNA:
“Yawar Fiesta” de José María Arguedas está presentada en XI capítulos,
cada capítulo marcado con cifras romanas y a la vez con título.

1. CONCEPTO:
Se denomina así a la producción literaria en género narrativo que se
desarrolló en la década del 1960 en el Perú y alcanzó notoriedad
nacional e internacional.

2. CARACTERÍSTICAS:
 Moderniza e innova la narrativa peruana con la experimentación de
las técnicas narrativas modernas bajo el magisterio de Kafka, Joyce,
Dostoievski y Faulkner entre otros narrados vanguardistas del siglo
XX.
 Se proyecta hacia lo internacional o universal a través del “Boom”
Literario Latinoamericano.
82
 Logra la producción de una novela total o completa que abarque todo
un universo en toda su complejidad política, social, cultural e
histórica.
 Pone mayor interés en Lima capital; sus barriadas y solares
aristocráticos, pero también el mundo andino con la técnica del
realismo mágico.
 Muestra con crudeza y realismo lacerante la vida de los marginados
sociales en Lima.
 Los escritores vivían una intensa agitación política cultural a raíz el
triunfo de la Revolución Cubana al mando de Fidel Castro y las
muertes: del poeta y guerrillero Javier Heraud (Puerto Maldonado,
1963) y del “Che” Guevara (Bolivia, 1967).

3. REPRESENTANTES:
 Eleodoro Vargas Vicuña con “Taita Cristo” (1960)
 Mario Vargas Llosa con “La Ciudad y Los Perros” (1963)
 José Antonio Bravo con “Las Noches Unidas” (1968)
 Miguel Gutiérrez Correa con “El Viejo Saurio Se Retira” (1869)
 Edgardo Rivera Martínez con “Ángel de Ocongate”
 Alfredo Bryce Echenique con “Huerto Cerrado” (1968)
 Oswaldo Reynoso con “En Octubre No hay Milagros” (1965)
 Julio Ramón Ribeyro con “Crónica de San Gabriel” (1961)

“LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO”


A. CRONOLOGÍA DEL AUTOR:

JORGE MARIO PEDRO VARGAS LLOSA


1936: Nace el 28 de marzo en Arequipa, Perú. De la
unión de Ernesto Vargas Maldonado y Dora
Llosa Ureta.
1937: Se muda con su familia materna a
Cochabamba, Bolivia. Estudia los cuatro
primeros años de primaria en el colegio La
Salle.
1946: Se traslada a Piura, norte del Perú. Estudia en
el colegio Salesiano el quinto año de

83
primaria.
1947: Viaja a Lima, donde estudia el sexto año de primaria y los dos
primeros años de secundaria en el colegio La Salle.
1950: Ingresa al colegio militar Leoncio Prado de Lima, donde estudia el
tercer y cuarto año de secundaria.
1952: Regresa a Piura, donde termina la secundaria en el colegio nacional
San Miguel. Inicia su carrera literaria como columnista en periódicos
locales.
1953: Vuelve a Lima e inicia estudios de Letras y Derecho en la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
1955: Se casa con Julia Urquidi. Publica sus primeros cuentos. Trabaja
como periodista en las revistas Turismo y Cultura Peruana y en el
suplemento dominical de El Comercio.
1957: Gana, con su relato “El Desafío”, el concurso organizado por la
Revue Française, lo que le permite viajar a París.
1958: Se recibe de Licenciado en Literatura, con la tesis “Bases Para Una
Interpretación de Rubén Darío”.
1959: Le conceden la beca "Javier Prado" para hacer el doctorado en la
Universidad Complutense de Madrid. Gana el premio Leopoldo Alas
(España) por su colección de cuentos “Los Jefes”. Se muda a París
donde vive cerca de siete años, trabajando como profesor de
español en la Escuela Berlitz, como periodista en la Agencia France
Press y en la Radiodifusión-Televisión Francesa.
1963: Publica su primera novela “La ciudad y Los Perros” y obtiene el
premio Biblioteca Breve. Con esta misma novela, gana el premio de
la Crítica Española.
1964: Vuelve al Perú, donde realiza su segundo viaje a la selva. Se
divorcia de Julia Urquidi.
1965: Se casa con Patricia Llosa, en Lima, y regresa con ella a Europa.
1966: Publica su segunda novela “La Casa Verde”, su obtiene el premio de
la Crítica Española.
1967: Publica el relato “Los Cachorros”. “La Casa Verde” gana el premio
Nacional de Novela (Perú), y el Premio Internacional de Literatura
Rómulo Gallegos (Venezuela).
1969: Publica la novela “Conversación en La Catedral”.
1971: Publica “Historia Secreta de una Novela” y “García Márquez:
Historia de un Deicidio”, en ensayo literario.
1973: Publica la novela “Pantaleón y las Visitadoras”.
1975: Es nombrado Miembro de la Academia Peruana de la
Lengua.Publica “La Orgía Perpetua: Flaubert y Madame Bovary”,
ensayo literario.
1977: Publica su novela “La tía Julia y el Escribidor”.

84
1981: Publica y estrena en Buenos Aires su pieza de teatro “La Señorita
de Tacna”. Publica su novela “La Guerra del Fin del Mundo” y su
colección de ensayos “Entre Sartre y Camus”.
1983: Toma parte, a petición del Presidente de Perú, Fernando Belaunde
Terry, en la comisión investigadora sobre los sucesos ocurridos en
Uchuraccay, donde fueron asesinados ocho periodistas por
soldados peruanos, pero que para Vargas Llosa fueron campesinos.
1984: Publica “Historia de Mayta”, novela.
1985: Gana el premio Ritz Paris Hemingway (Francia), por su novela, “La
Guerra del Fin del Mundo”.
1986: Publica y estrena en Lima su pieza de teatro “La Chunga” y la
novela policial “¿Quién Mató a Palomino Molero?”. Gana el premio
Príncipe de Asturias de las Letras (España).
1988: Funda en Perú el Movimiento Libertad y forma parte del Frente
Democrático(FREDEMO), con partidos políticos de la derecha,
creando así una opción para las elecciones presidenciales de 1990.
Publica su novela erótica “Elogio de la Madrastra”.
1989: Se oficializa FREDEMO y es lanzado como candidato presidencial a
las elecciones de 1990.
1990: Publica su libro de ensayos literarios “La Verdad de las Mentiras”. El
10 de junio, en la segunda vuelta electoral, pierde las elecciones
presidenciales y regresa a Londres donde retoma su actividad
literaria.
1992: Recibe el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Boston y
de la Universidad de Génova.
1993: Profesor invitado en la Universidad de Princeton para el semestre
de primavera, donde dicta un curso sobre Literatura
Hispanoamericana. Publica su libro de memorias “El Pez en el
Agua”. Publica la novela “Lituma en los Andes” con la que denigra
al mundo andino y pese a ello, obtiene el Premio Planeta.El
Gobierno Español le concede la ciudadanía española.
1994: Obtiene el Premio Miguel de Cervantes, instituido por el Ministerio
de Cultura de España, como reconocimiento a su trayectoria
literaria.
1996: Publica el polémico ensayo literario “La Utopía Arcaica. José María
Arguedas y las Ficciones del Indigenismo”.
1997: Visita la República Dominicana para realizar un trabajo de
investigación sobre el dictador Leonidas Trujillo. Se publica su
novela “Los Cuadernos de don Rigoberto”.
2000: Presenta en Madrid y varias ciudades de España, su novela “La
Fiesta del Chivo”.
2001: El Presidente del Perú, Dr. Alejandro Toledo le concede la

85
condecoración Orden “El Sol del Perú”, en el Grado de Gran Cruz
con Diamantes, la más alta distinción que otorga el Estado peruano,
2002: La Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, le otorga el
grado de Doctor Honoris Causa.
2003: Se publica su novela “El Paraíso en la Otra Esquina”. Se publica
“Diario de Irak”, con los artículos del reportaje sobre la guerra en
Irak.
2006: Se presenta su novela, “Travesuras de la Niña Mala”, en Madrid
(España).
2007: Publica “Odiseo y Penélope”.

OBRAS PRINCIPALES:
NARRATIVA:
– “La Casa Verde” (1966)
– “Conversación en La Catedral” (1969)
– “La Guerra del Fin del Mundo” (1981)
– “La Fiesta del Chivo” (2000)
– “El Paraíso en la Otra Esquina” (2003)
– “Travesuras de la Niña Mala” (2006)

ENSAYO:
– “García Márquez: Historia de un Deicidio” (1971)
– “La Orgía Perpetua: Flaubert y Madame Bovary” (1975)
– “La Verdad de las Mentiras: Ensayos sobre la Novela Moderna”
(1990)
– “La Utopía Arcaica. José María Arguedas y Las Ficciones del
Indigenismo” (1996)
– “El Lenguaje de la Pasión” (2001)
– “La Tentación de lo Imposible” ensayo sobre Los Miserables de Víctor
Hugo (2004)

TEATRO:
– “La Huida del Inca” (1952)
– “La Señorita de Tacna” (1981)
– “Kathie y el Hipopótamo” (1983)
– “La Chunga” (1986)
– “El Loco de los Balcones” (1993)
– “Ojos Bonitos, Cuadros Feos” (1996)
– “Odiseo y Penélope” (2007)

MEMORIAS:
– “El Pez en el Agua” (1993)

86
PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS:
 En 1959 gana el Premio Leopoldo Alas por “Los Jefes”.
 En 1962 obtiene el Premio Biblioteca Breve con su obra La ciudad y
los perros. Con esta misma novela obtiene en 1963 el Premio de la
Crítica Española.
 En 1967 obtiene los premios Nacional de Novela del Perú, el Premio
de la Crítica Española y el Rómulo Gallegos por su novela La casa
verde.
 En 1985 gana el Premio Ritz París Hemingway por su novela La
guerra del fin del mundo.
 En 1986 gana el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
 En 1988 recibe el Premio Libertad (Suiza) otorgado por la Fundación
Max Schmidheiny.
 En 1994 Premio Cervantes de Literatura. Entre otros que superan el
medio centenar.

B. CONTEXTO SOCIOCULTURAL:
En el nordeste brasileño, a finales del siglo XIX, se desencadenó una de
las más sangrientas rebeliones populares de la historia americana,
llamada Guerra de Canudos. Movimiento pacífico religioso que adquirió
tintes políticos y pasó a ser considerado subversivo por el gobierno,
mientras se extendía por una de las áreas más necesitadas y pobres del
país.

Canudos era una pequeña hacienda abandonada del interior de Bahía,


en un área de difícil acceso. Allí se instaló a partir de 1893 Antonio
Vicente Mendes Maciel, mejor conocido como Antonio el Conselheiro.
Antes, el beato había recorrido el sertão seguido de una farándula de
fieles. El Conselheiro comandó una quema de edictos de cobro de
impuestos y, después, se refugió con sus seguidores en Canudos.

El gobierno federal comenzó a enviar tropas para invadir la misérrima


aldea, pero éstas eran irremediablemente diezmadas por el tenaz bando
de los beatos. En 1897, en el marco de la cuarta incursión de tropas
gubernamentales a la región, después de tres estrepitosos y vergonzosos
fracasos en los que la represión vino a confrontar armas rudimentarias con
sofisticados productos de la industria bélica germana, los militares
federales desarrollaron literalmente una guerra de exterminio, incendiaron
Canudos, mataron a toda la población y degollaron a los prisioneros.

87
El día 1º de octubre de 1897, 5.871 soldados según el mapa de
batallones, iniciaron el asalto final al exhausto pueblo de Canudos.
Solamente esa primera jornada se arrojaron 90 bombas de dinamita,
avivadas por latas de kerosene derramadas en torno al miserable caserío,
y se contaron 567 bajas del Ejército Federal. La última defensa cesó por fin
el día 5 de octubre, cuando fueron destrozadas todas las casuchas, en un
total de 5.200, cuidadosamente contadas. Canudos no se rindió. Ejemplo
único en toda la historia, resistió hasta el agotamiento completo. Al
amanecer del día 6 se encontró en una fosa, entre cientos, el cadáver
pestilente de Antonio Conselheiro, muerto hacía un par de semanas. Luego
de fotografiarlo y de labrar una rigurosa acta castrense, antes de restituirlo
a la fosa, con una espada le cortaron la cabeza, que fue enviada a la
Universidad de Bahía para que la ciencia dijese la última palabra.

C. TRAMA ARGUMENTAL:
” O Anti-Christo nasceu
Para o Brasil governar
Mas ahi está O Conselheiro
Para delle nos livrar”

Era un hombre alto y tan


flaco que parecía siempre de
perfil. Su nombre: Antonio
Vicente Mendes Maciel, más
conocido como “El
Consejero”. Esto porque
siempre andaba predicando
que había que restaurar la
iglesia y el cementerio o del
infierno, y de lo que había que destinar el tiempo restante a lo esencial: el
alma. Al comienzo apareció solo, pero después de recorrer ciertos pueblos
como Jacobina, Itabaiana, Campos y Gerú, se le veía aparecer
acompañado de algunos pordioseros que veían en aquel hombre enjuto, a
un santo. En el pueblo de Pombal se le uniría un muchachito de catorce
años llamado Antonio Mota, a quien llamaban en el pueblo el Beatito, por
la vida religiosa y casta que llevaba. Después de observarlo unos
segundos, sin pestañear, el Consejero asintió y una sonrisa cruzó
brevemente su cara. El Consejero señaló un pequeño espacio de tierra
libre, a su lado, que parecía reservado para el amontonamiento de
cuerpos. El muchacho se acurrucó allí, entendiendo, sin que hicieran falta
las palabras, que el Consejero lo consideraba digno de partir con él por los
88
caminos del mundo, a combatir contra el demonio. “Los perros
trasnochadores, los vecinos madrugadores de Pombal, oyeron mucho rato
todavía el llanto del Beatito sin sospechar que sus sollozos eran de
felicidad por haber sido aceptado como seguidor del predicante».

A Pombal llegó, simultáneamente, un escocés de cuarenta y seis años


llamado Galileo Gall, cuyos preceptos eran dos a saber: la revolución
libertará a la sociedad de sus flagelos y la ciencia al individuo de los
suyos. A luchar por ambas metas había dedicado Galileo su existencia. El
cura era lo que más odiaba después del militar y el banquero.
Por otro lado, ni la sequía, ni la hambruna, ni las epidemias detuvieron
al Consejero en su peregrinaje por diferentes pueblos. Llamaba la atención
entre los pobladores ver cómo los bandoleros más sanguinarios como
Pajeú, Pedrao y hasta el más malévolo de todos, Joao Satán, se arrepentían
de sus crímenes y se convertían al bien y lo seguían. El hombre flaco y
moreno continuaba peregrinando entre la pestilencia y mortandad, de
manera tenaz.
Al poco tiempo la nación dejó de ser imperio y pasó a ser República.
Como consecuencia de este cambio, una mañana de 1893 al entrar en la
aldea de Natuba, el Consejero y sus prosélitos leyeron unos edictos recién
colocados en las tablas, en los cuales se anunciaba que todos debían
pagar impuestos. Esta noticia, más el hecho de que la República había
entronizado el matrimonio civil, aceptado la libertad de credo, la
separación de la iglesia del estado y la administración de la iglesia que
harían los municipios, indignó al Consejero, quien de inmediato incitó a la
multitud a que rompieran todo edicto dado por la República, a la que tachó
de Anticristo y enemigo número uno por enfrentar.

Tras esta rebelión contra la republica en Natuba, el Consejero y sus


seguidores llegaron a Canudos, donde estaba la hacienda del Barón de
Cañabrava. Allí tuvieron que repeler a las fuerzas del orden empecinados
en desalojarlos de las tierras del ilustre Barón. Inferiores en número, las
fuerzas del orden emprendieron la retirada, pues, se dieron cuenta que
nada podían hacer contra aquella turba enardecida que vociferaba
«¡Muera la República!». Cuando semanas después se supo en Salvador
que en una aldea remota llamada Natuba, los edictos de la flamante
República sobre los nuevos impuestos habían sido quemados, la
gobernación envió una fuerza de la Policía Bahiana a prender a los
revoltosos y a capturar al Consejero. Tras semanas de búsqueda lo
hallaron en un poblado llamado Masseté, donde el Consejero era
reverenciado más que antes, ya que sus adictos interpretaron dicho
tiempo como una señal venida del cielo.
89
Una joven que había sido violada cuatro veces, y que se llamaba María
Quadrado, se unió al séquito del Consejero quien ya llevaba varias
semanas establecido en Canudos, porque el resto del país, según decía a
sus seguidores el fanático religioso, había caído en manos del Anticristo,
es decir, en la República. Cuando Fray Joao Evangelista de Monte Marciano
se dirigió a Canudos a defender el rol de la Iglesia durante siete días, en
medio de una hostilidad sorda, se vio tratado de masón y protestante.
Centenares de hombres pobres seguían al Consejero, aldeas enteras
quedaban sin habitantes; por eso, el cura Evangelista exhortó a los
yagunzos (seguidores del Consejero) a retornar a sus pueblos. Tuvo que
salir huyendo prácticamente porque la multitud enardecida se negó
rotundamente.

Alguien dijo que esos yagunzos eran una secta político-religiosa


subvertida contra el gobierno constitucional del país, constituyen un
Estado dentro del Estado pues allí no se aceptan las leyes ni son
reconocidas las autoridades, no es admitido el dinero de la República. “La
Iglesia ha perdido su autoridad allí por culpa de un demente que se pasa
el día haciendo trabajar a todo el gentío en la construción de un templo de
piedra».
Cuando Leus Piedades, el abogado del Barón de Cañabrava, ofició al
Juzgado de Salvador que la hacienda de Canudos había sido invadida por
maleantes, el Consejero llevaba allí tres meses. Hasta aquel sitio cercado
de montes pedregosos, llamado Canudos por las cachimbas de canudos
que fumaban antaño los lugareños, fueron llegando grupos de curiosos, de
enfermos, de pescadores, de vagos, de huidos, con la esperanza de que
allí encontrarían perdón, refugio, salud, felicidad. A medida que Canudos
fue creciendo se fue construyendo un gran templo de piedra que se
consagró al Buen Jesús. El Consejero advirtió a sus seguidores, que la
República seguiría mandando anticristos con uniformes y fusiles para
reprimirlos. Sin directivas específicas, pero en función de las enseñanzas
del Consejero, la vida se fue organizando, aunque no sin tropiezos; pero en
general, la vida era pacífica y reinaba un espíritu de colaboración entre los
vecinos.
En tanto, Galileo Gall descansaba en un hotel de Queimadas, mientras
hasta su habitación llegaba un mitin del Partido Republicano Progresista de
Epaminondas Goncalves, director del periódico «Jornal de Noticias» y
opositor del Barón de Cañabrava y todo sus esbirros monárquicos. «
¿Tienen algo que ver con los intereses de los humildes las querellas
retóricas de los partidos burgueses?», se preguntaba Galileo Gall, mientras
esperaba la hora de partir a Canudos con Rufino, su guía a apoyar a los
yagunzos. La repentina aparición de la policía pareció truncar los
90
proyectos del escocés, pues, le dieron una orden por la cual se le
expulsaba del país por «extranjero indeseable». En la antevíspera de su
partida, dos hombres al servicio de Epaminondas Goncalves lo fueron a
buscar para llevarlo a un albergue donde lo esperaba el director del «Jornal
de Noticias». Goncalves propuso a Galileo que llevara armas a los
hombres de Canudos a cambio de la anulación de la orden de extradición.
Era esa la intención de Galileo Gall, y lejos de interesarse de cómo se
había enterado aquel hombre de sus actividades, le preguntó por qué
estaba interesado en aquella causa. La respuesta fue clara: Bahía era un
baluarte de terratenientes retrógados, de corazón monárquico, pese a que
la República imperaba. Si lo de Canudos prosperaba los monárquicos de
Bahía entrarían en crisis perdiéndose así su poder, y eso lo beneficiaba a
Goncalves como republicano progresista que era. «Los enemigos de
nuestros enemigos son nuestros amigos», concluyó Epaminondas. Gall se
preguntó si era ético para un revolucionario confesarse con un politicastro
burgués. “Sí, la conjura ayudaba a los yagunzos”, se respondió, y aceptó la
propuesta.

Una compañía de soldados de Bahía desembarcó en la localidad de


Joazeiro, con la misión de capturar al santo. Inmediatamente pusiéronse en
acción hombres y mujeres quienes prepararon escopetas, machetes,
lanzas, punzones, hondas y ballestas para hacer frente al enemigo que,
como había predicho el Consejero, vendría a atacarlos. Encabezados por
Joao Satán, Pedrao y María Quadrado, una gran multitud de fieles partieron
al encuentro de los republicanos después de dos días de recorrido por
terrenos rocosos y desérticos, aquel gentío, que blandía orgulloso una
inmensa cruz de madera y una enorme bandera en la que el Beatito había
dibujado una paloma, arribaba a la ciudad de Uauá. Allí, después de varias
horas de encarnizada lucha, lograron derrotar a los ciento cuatro soldados
del Noveno Batallón de Infantería de Bahía.
El Consejero, con sus prédicas, animó a los fatigados vencedores que
ingresaban portando heridos y cadáveres. Hubo cohetes y fuegos
artificiales preparados por Antonio el Fogueteiro y el Beatito organizó
procesiones que recorrieron los meandros de casuchas que habían brotado
en la hacienda. Mientras tanto las autoridades de Bahía, criticadas sin
piedad por el Jornal de Noticias y el Partido Republicano Progresista por los
sucesos de Uauá, enviaba una segunda expedición de quinientos
cuarentaitrés soldados y catorce oficiales
portando cañones y ametralladoras.

Aunque el Consejero parecía más


preocupado en la construcción del Templo
del Buen Jesús que por la guerra, Joao

91
Abade, Pajeú, Joao Grande y otros, se preparaban para la batalla del juicio
final, echando mano de todos los recursos posibles. De vez en cuando
recibían una prédica del Consejero sobre los temas de siempre: la
superioridad del espíritu, las ventajas de ser pobre y frugal, el odio a los
impíos y la necesidad de salvar a Canudos para que fuera la tierra
prometida, la segunda Jerusalén, refugio de justos. Y realmente lo era,
pues allí todos eran aceptados por igual: asesinos arrepentidos, seres
deformes que habían sido rechazados por sus familias, etc.

Al mismo tiempo, se desarrolló una de las primeras experiencias


socialistas en el mundo: en Canudos, cada familia entregaba
prácticamente todas sus pocas posesiones al conjunto de la comunidad,
mantenía las tierras de labranza y el ganado familiar, vivía de ese trabajo
y mantenía a los desvalidos que iban llegando. No hubo robos, ni
envidiosos. Todos se veían como hermanos y así se trataban con respeto
verdadero. El Consejero seguía los principios de la Iglesia católica. Todos
rezaban con una devoción extrema el rosario todas las noches. Allí el uso
del aguardiente era delito grave.

El León de Natuba era un ser deforme despreciado por su propia


familia, había nacido con las piernas muy cortas y la cabeza enorme, de
modo que los vecinos de la ciudad de Natuba pensaron que sería mejor
que se muriera, pues, sería tullido y tarado. Sólo; lo primero resultó cierto,
ya que, para asombro de todos, aprendió a leer y escribir sin que nadie se
lo enseñara. “No se llamaba León, sino Felicio, pero el sobrenombre, como
ocurría a menudo en la región, una vez que prendió, desplazó al nombre.
Le pusieron León tal vez por burla, seguramente por la inmensa cabeza
que, más tarde, como para dar razón a los bromistas, se cubriría en efecto
de unas tupidas crenchas que le tapaban las orejas y zangoloteaban con
sus movimientos. O, tal vez, por su manera de andar, animal sin duda
alguna, apoyándose a la vez en los pies y en las manos (que protegía con
unas suelas de cuero como pezuñas o cascos), aunque su figura, al andar,
con sus piernas cortitas y sus brazos largos que se posaban en tierra de
manera intermitente, era más la de un simio que la de un predicador. Así,
no conoció el amor paternal, ni el fraterno, ni la amistad, pues los chicos
de su edad le tuvieron al principio miedo y, luego, repugnancia. Lo
acribillaban a pedradas, escupitajos e insultos si se atrevía a acercarse a
verlos jugar. Los borrachos lo buscaban por las callejuelas para divertirse o
desafogarse. Jugueteaba horas con él, desnudándolo para comprobar si
debajo de la túnica ocultaba otras monstruosidades además de la que
tenía a la vista, subiéndolo sobre un caballo o pretendiendo cruzarlo con
una cabra para averiguar qué producía la mezcla”. Fue el Consejero quien

92
lo libró de una turba que quería quemarlo, y se lo llevó con él en su
peregrinaje.

En tanto, en casa de Rufino, el guía que iba a llevar a Galileo Gall hasta
Canudos para entregar las armas a los yagunzos, se ha marchado a ver un
trabajo que le han ofrecido y lo mantendrá fuera durante cuatro días.
Jurema, su mujer, muestra su satisfacción ante este hecho ya que no
quiere ver a su marido comprometido en tales acciones. Sorpresivamente
tres hombres asaltan la vivienda y, aun cuando Gall logra dar muerte a
dos de ellos, el tercero logra apoderarse de las armas y huir. En un
arrebato brusco, incontenible, incomprensible, Galileo viola a Jurema tras
de diez años de no tocar a una mujer.

Después de una ardua batalla sostenida contra los hombres del


Consejero, el Mayor Febronio de Brito y un puñado de soldados
sobrevivientes se ven aplastados por las fuerzas del santo. Así, la segunda
expedición enviada por las autoridades de Bahía, caía ante aquellos
hombres mal artillados, pero a quienes movía una fe fanática
inquebrantable. La victoria no fue fácil, pues, muchos yagunzos habían
sido despedazados por los cañonazos de los enemigos, pero, el ataque
sorpresivo de hombres, mujeres, niños y viejos que cayeron como un alud,
inclinó la batalla en favor de los seguidores del Consejero. “No dieron
tiempo a los soldados a salir del estupor de ver de pronto, en ese llano, la
masa vociferante de hombres y mujeres que corrían hacia ellos como si no
hubieran sido ya derrotados. Cuando el susto los despertó, los sacudió, los
puso de pie y cogieron sus armas, ya era tarde. Ya los yagunzos estaban
sobre ellos, entre ellos, detrás de ellos, delante de ellos, acuchillándolos,
apedreándolos, clavándolos, mordiéndolos, arrancándoles los fusiles, las
cartucheras, los pelos, los ojos, y, sobre todo, maldiciéndolos con las
palabras más extrañas que habían oído jamás». Pocos militares lograron
escapar.

Galileo descubre que quienes le robaron las armas, son bandidos


enviados por Epaminondas Goncalves. Lo había engatusado, pues, le
había propuesto facilitar armas a los hombres del Consejero, pero lo que
buscaba era asesinarlo antes que pudiera lograr su cometido y así, hacer
un escándalo comprometiendo al Estado de Bahía por su ineficacia al
permitir que un extranjero traficara con armas. En la Asamblea Legislativa
del Estado de Bahía, se arma un enfrentamiento verbal hasta corporal. Los
Republicanos Progresistas de Epaminondas Goncalves acusan al
Gobernador Luis Viaña de consentidor y al Barón de Cañabrava de
conspirador.

93
La estación de Queimadas se engalana con banderolas que dan la
bienvenida al Coronel Moreira César, el militar más prestigioso del Brasil, y
a quienes consideran la última esperanza para debelar a los rebeldes
sublevados estacionados en Canudos. Una de sus primeras medidas es
prohibir al Mayor Febronio de Brito y a sus hombres a entrar en acción.
“Permanecerán en la retaguardia, encargados de los enfermos y del
ganado”, fue la orden. Enemigo de los banquetes, recepciones, bailes o
agasajos, el parco militar se entrevistó con el grupo de periodistas que lo
acompañarían en la difícil tarea que le esperaba. Todos aceptaron de
buena o mala gana las severas disposiciones del experto militar, como si
en aquella energía que transmitía sus ojos les costara imaginárselo
matando de cinco tiros de revólver a un oscuro periodista que se había
atrevido a insultar al Ejército. Moreira César mostró a los periodistas allí
presentes una caja de fusiles ingleses que decía haber capturado en el
sertón bahiano (las mismas que le sustrajeron a Galileo Gall) y acusó
gravemente a los ingleses de entrometerse en los problemas internos del
Brasil. Moreira César concluyó la reunión con los periodistas indicando que
él no había llegado a Bahía a intervenir en las luchas políticas entre
Republicanos y Autonomistas. “El Ejército está por encima de las querellas
de las facciones, al margen de la politiquería. El Sétimo Regimiento está
aquí para develar una conspiración monárquica. Porque detrás de los
ladrones y locos fanáticos de Canudos, hay una conjura contra la
República. Esos pobres diablos son un instrumento de los aristócratas que
no se resignan a la pérdida de sus privilegios, que no quieren que el Brasil
sea un país moderno. De ciertos curas fanáticos que no se resignan a la
separación de la Iglesia del Estado porque no quieren dar al César lo que
corresponde al César».

Mientras tanto en Canudos, el Consejero no podía ocultar su


preocupación, diciendo: “El fuego va a quemar este lugar”. Aquel
presentimiento con la llegada del Coronel Moreira César a Bahía, tomaba
visos de realidad. Ante esta prestidigitación, el Beatito y Joao Abade
decidieron organizar una guardia para que protegiera al Consejero: “Cada
día, cada hora, hay más gente. Ya están cientos ahí esperando. No
podemos conocer a todo el mundo”, manifestó el Beatito preocupado. El
Consejero aceptó y fue Joao Grande, un exbandido arrepentido, el indicado
para dirigir a grupo de guardianes. Los presentimientos de Consejero se
confirmaron cuando el padre Joaquín, un cura renegado que daba misa los
yagunzos, anunció que desde Río había llegado un Regimiento del Ejército
Federal para acabar con ellos.

94
Cuando Rufino regresó de Itiuba una vez terminado su contrato con la
gente del Ferrocarril de Jacobina, encontró su casa deshabitada, y un
rumor que lo enfureció. Se decía que ha hubo un tiroteo y muertos en su
casa y que su mujer se ha fugado con un forastero de pelos rojos. Rufino
va a Queimadas a ver a su madre, quien le confirma dichos rumores. Le
cuenta que Caifás, el único sobreviviente que se apoderó de las armas
cuando atacaron su casa, trató de matar a Galileo, pero que la oportuna
intervención de Jurema evitó que el sicario cumpliera su cometido: “Caifás
quiere verte, quiere explicarte. Es tu amigo, quiere explicarte. No venían a
matarte a ti. Ni a ella. Iban a matar al forastero solamente. Pero él se
defendió y mató a dos. Ella lo salvó, ella le cogió las manos a Caifás. Se
fue con él, abrazándolo, apoyada en él”, concluye su anciana madre.

Mientras tanto en Salvador, el Barón de Cañabrava, el Gobernador Luis


Viana y una comisión del Partido Autonomista que había recibido a su viejo
líder, discuten los pormenores de lo acontecido al mayor Febronio Brito, a
quien acusan de haberse vendido para desprestigiar al gobierno. Todos
concluyen que quien está en todos aquellos actos de boicot, es
Epaminondas Goncalves, director de “Jornal de Noticias”. Ducho en los
menesteres políticos, el Barón de Cañabrava dispuso que se enviara un
cable al Coronel Moreira César ofreciéndole el apoyo de las autoridades de
Bahía y del Partido Autonomista. Asimismo, dispuso que se inicie una
colecta para ser entregada al Ejército Federal y se emplee en la lucha
contra los bandidos. “Para defender los intereses de Bahía hay que seguir
en el poder, hay que cambiar de política, al menos por el momento”,
concluyó. Ante tantas muestras de gentileza, el Coronel Moreira César
entendía que todo lo que hacía el Barón de Cañabrava no era más que una
forma de congraciarse con él con la finalidad de mantener indemnes los
tentáculos de su poder. “Eso significa que el Barón es más inteligente que
sus amigos”, se limitó a decir Moreira César.
Jurema se une a unos cirqueros llevándose con ella a Galileo, quien se
hallaba mal herido por la disputa sostenida con Caifás. Estacionados en
Ipuriará, Jurema recibe la visita de Caifás, quien llega a un arreglo con la
mujer. El sicario parte llevándose el cabello de Gall, que Jurema había
recortado, así como un loco del lugar que había asesinado a unos niños.
La intención de Caifás es evidente: entregará a Epaminondas Goncalves el
cadáver del orate haciéndolo pasar por el de Galileo Gall. En una
entrevista que sostiene Rufino y Caifás, el primero de ellos recrimina al
sicario por no haber dado muerte a Galileo Gall, y por haber engañado a
Epaminondas Goncalves haciéndole creer que el extranjero estaba muerto.
“Sí yo lo hubiera rematado, allá en Ipupiará, te hubiera ofendido a ti,
impidiéndote lavar la mancha”, se defiende Caifás.
95
Mucha gente, aun la madre de Rufino, marchan de sus lugares rumbo a
Canudos en busca del Consejero. La preocupación del Barón de Cañabrava
es la de todos los grandes hacendados que ven marcharse a sus
trabajadores con toda su familia. Cientos de familias que abandonan
trabajo, animales, casas, todo ¿y para qué? Para esperar en Canudos el
Apocalipsis. Muchos hombres son apresados por no haber declarado sus
armas al Sétimo Regimiento, tal como lo indicaba la ordenanza. Algunos
de los detenidos piden que les den un tiro en la cabeza, pero el Coronel
Moreira César se limita a responderles que él no gasta municiones en
traidores a la República.

Ante una señal del oficial, dos soldados desenvainan sus facas del
cinto, y con movimientos idénticos, cogen, cada cual con la mano
izquierda, los pelos de un prisionero, de un tirón le echan la cabeza atrás y
lo degüellan al mismo tiempo de un tajo profundo. Todos los oficiales
presentes, entre los que se cuentan Olimpo de Castro, Cunha Mattos y el
coronel Tamarindo, quedan atónitos al ver que Moreira César ni se inmuta
ante tan cruento espectáculo. Sus pensamientos parecen estar en otra
parte. Cuando el capitán Olimpo de Castro lo interroga sobre el motivo de
su preocupación, Moreira César habla como si tuviera un cuerpo extraño
en la boca: “El tiempo que huyan antes de que lleguemos”. Un ataque de
epilepsia pone fuera de mando al legendario coronel, en quien estaban
puestas las esperanzas para acabar con la insurgencia religiosa
establecida en Canudos.

El doctor Souza Ferreira determina que el desgaste físico y nervioso de


los últimos días, han llevado al enfermo a un estado tal que era imposible
evitar, que aquel ataque se repitiera, después de dos años, justamente en
aquel momento en que su presencia resulta de vital importancia. Tras una
corta deliberación, los oficiales acuerdan trasladar al enfermo a Calumbí
propiedad del Barón de Cañabrava, a riesgo de que Moreira César se
sienta ofendido de permanecer en casa de uno de los jefes de la
subversión monárquica.

Mientras tanto en Canudos, ante la anunciada llegada del Regimiento


del Ejército Federal, Pajeú, un hombre que tenía una gran cicatriz en el
rostro, es comisionado para espiar y hostilizar a las tropas de Moreira
César en su avance hacia Canudos. Por su parte, Joao Grande, aquel
musculoso negro que llevaba ya quince años acompañando al Consejero,
había logrado, con la ayuda del comerciante Antonio Vilanova, reunir cerca
de cuatrocientos miembros para integrar la Guardia Católica que se le

96
había encomendado dirigir. Un domingo más tarde, la Guardia Católica
recorrió en procesión las calles de Canudos entre una doble valla de
gentes que los aplaudían y los envidiaban. A la madrugada siguiente
llegaba hasta Joao Abade un mensajero de Pajeú a informar que el ejército
enemigo tenía mil doscientos hombres varios cañones y que al coronel
que lo mandaba le decían Cortapescuezos.

Rufino abandona Queimadas después de incendiar su cabaña, como


buscando borrar con este hecho la ofensa recibida por Gall y Jurema. Cinco
días después se le ve por Ipupiará, hasta donde lo ha llevado su sed de
venganza. En su obsesionada búsqueda, Rufino encuentra a los hombres
de Pajeú, quienes le proponen que se una a ellos. El pistero se niega
explicándoles lo que le ha acontecido y lo dejan marchar. A la mañana
siguiente llega a Casancao casi al mismo tiempo que la soldadesca de
Moreira César. Un herrero del lugar le informa que no hace mucho pasó por
el Cansacao el circo, al cual se han unido Jurema junto que Galileo Gall y
un enano del circo. Rufino no puede ocultar la satisfacción de saber que
anda cerca de sus presas.

Mientras tanto en Calumbí, el Coronel Moreira César no puede ocultar


su disgusto por tener que permanecer, a pesar de las constantes
atenciones que recibe, en casa del Barón de Cañabrava. A Moreira César le
parece ridículo que faltando cuatro años para que comience el siglo veinte,
todavía haya alguien que se jacte de llevar el título de Barón. Es por eso
que, una mañana montó en su caballo blanco y partió, seguido de su
escolta, en busca de sus soldados. En tanto, el Mayor Febronio de Brito
hace lo imposible por proteger el ganado que se le ha encomendado. Las
reses van cayendo una tras otra, envenenadas, víctimas de los dardos de
los yagunzos. “Han bastado las dos primeras reses alcanzadas para que
descubran que esas víctimas no son ya comestibles, ni siquiera por
quienes en todas las campañas que han vivido juntos aprendieron a comer
piedras. Los que probaron esas reses comenzaron a vomitar de tal modo y
a padecer tales diarreas que, antes que los médicos lo dictaminaran,
supieron que los dardos de los yagunzos matan doblemente a los
animales, quitándoles la vida y la posibilidad de ayudar a sobrevivir a
quienes venían arreándolos. Desde entonces, apenas cae una res, el
Mayor Febronio de Brito la rocía con kerosene y le prende fuego.

Enflaquecido, con las pupilas irritadas, en los pocos días desde la salida
de Queimadas el mayor se ha vuelto un ser amargo y huraño. Su mala
suerte hace que sea suya la responsabilidad de esos cuadrúpedos que
caen en medio de elegías sonoras, que sea él quien deba ordenar que los

97
rematen y carbonicen sabiendo que esas muertes significan hambrunas
futuras. Ha hecho lo que estaba a su alcance para amortiguar el efecto de
los dardos, disponiendo círculos de patrullas en torno a los rebaños y
protegiendo a las bestias con cueros y crudas, pero, con la altísima
temperatura del verano, el abrigo los hace sudar, demorarse y a veces se
desploman. Los soldados han visto al mayor a la cabeza de las patrullas
que, apenas comienza la sinfonía (sonido de los pitos que soplan los
yagunzos preludiando el lanzamiento de los dardos), salen a dar batidas.
El ejército de Moreira César, con éste a la cabeza, llega a Monte Santo
donde hace saltar puertas y ventanas a culatazos y patadas y pronto
empiezan a ver filas de vecinos arrastrados hacia cuatro corrales
enmarcados por centinelas. Allá son interrogados en medio de insultos y
protestas. Un periodista miope del Jornal de Noticias pregunta al Coronel
Moreira César si era necesario convertir a todo Monte Santo en enemigo
en esos interrogatorios. «-Ya lo son, todo el pueblo es cómplice. El
cangaceiro Pajeú ha estado aquí en estos días, con una cincuentena de
hombres. Los recibieron en fiestas y les dieron provisiones. ¿Ven ustedes?
La subversión ha calado hondo en esta pobre gente, gracias a un terreno
abonado por el fanatismo religioso», responde el Coronel, a quien no se le
nota alarmado. Al producirse un incidente en el cual tres soldados violan a
una muchacha, Moreira César pone a prueba una vez más su temple de
soldado. Después de azotar cruelmente a los culpables, advierte que el
próximo caso de violación será castigado con la pena de muerte, pues,
casos como aquellos son los que dañan la imagen del Ejército.

Mientras tanto, día a día más gente llega a Canudos a unirse al séquito
del Consejero. Antes de ser aceptados, el Beatito, como era costumbre, les
tomaba el juramento de no ser republicanos, ni aceptar la expulsión del
Emperador, ni la separación de la Iglesia y el Estado, ni el matrimonio civil,
ni los nuevos pesos y medidas ni las preguntas del censo. Al enterarse los
yagunzos que el Barón de Cañabrava servía al Anticristo, ordenando a los
hacendados que dieran provisiones, caballos y mulas al Ejército, se decide
arrasar Calumbí, lugar donde habitaba el Barón. Pajeú es el encargado de
comunicar el ultimátum al Barón, quien valiéndose de todo tipo de
argumentos trata de que los yagunzos cesen en sus intenciones pero todo
es inútil, pues, los hombres del Consejero saben que si Calumbí no es
destruida, les será más difícil defender Canudos cuando el Ejército llegue a
combatirlos. Así pro orden de Pajeú se quema la hacienda Calumbí. Ese
hechp provoca la locura del al esposa del Barón.

En su desenfrenada búsqueda Rufino recorre varios pueblos en busca


de Galileo Gall. En su camino encuentra a Pajeú y sus hombres, quienes le

98
dicen que al forastero que busca se lo llevaron a Calurnbí, donde el Barón
de Cañabrava. Allí se dirige el pistero con la esperanza de que ha llegado
el momento de salvar su honor. Aristarco, un criado del Barón, le dice que
Galileo será entregado al Ejército. Enfurecido, Rufino pide a Aristarco que
le diga a Galileo Gall. Después de muchas cavilaciones el Barón deja partir
a Galileo quien se halla decidido a ir a Canudos para combatir al lado de
los yagunzos. El cura Joaquín es detenido por el Ejército e interrogado por
el mismo Moreira César. El cura hace gala de su oratoria para impresionar
al imperturbable militar, quien ante la sorpresa de todos los presentes
coloca el cañón de su pistola en la sien del sacerdote: “Siempre ha sido
política de la Iglesia Católica estar donde cree que está su conveniencia”,
dice Moreira César. Todo el temple del cura Joaquín se desploma ante la
amenaza de que el famoso “Cortapescuezos” le vuele la cabeza de un tiro.
Ante tal situación y por orden del Coronel, el curita dibuja en un papel un
mapa detallado de todo aquello que facilite la toma de Casnudos. Cuando
el Periodista Miope del Jornal de Noticias manifiesta a Moreira César el
temor que lo invadió porque pensaba que realmente mataría al cura
Joaquín, el Coronel respondió muy serenamente: “-El señor cura nos será
útil en Canudos. Y, además, conviene que se sepa que la adhesión de la
Iglesia a la República no es tan sincera como algunos creen”.

Galileo Gall, guiado por Ulpino, hombre de rasgos fuertes y piel cobriza
que mascaba tabaco, llega a Caracatá, un pequeño pueblo invadido de
arbustos y cactus. Momentos antes, un grupo de yagunzos habían
masacrado a una patrulla de soldados, a quienes después de darles
muerte, colgaron de unos árboles para que sean picoteados por los
urubús, en un espectáculo que pone los pelos de punta a los hombres más
inicuos. Allí el Caracatá también se halla Rufino, quien ha llegado en busca
de Jurema, a la que ha logrado capturar. Por Ulpino, Rufino se entera de la
llegada de Galileo a Caracatá. Ahora tiene en sus manos a los que han
mancillado su honor, y piensa que ha llegado la hora de saldar cuentas.

Mientas tanto, el Barón de Cañabrava y su esposa loca ya se refugian


en la hacienda Pedra Vermelha, de propiedad del Coronel José Bernardo
Murau. Allí, lo más nutrido de la rancia monarquía, escucha los planes del
Barón de Cañabrava, para quien el enemigo principal en ese momento ya
no es Epaminonda Goncalves, sino los yagunzos, quienes no sólo se
comen a los animales sino que están dejando las tierras inservibles. Para
el Barón no queda otro camino por el momento que pactar con los
Republicanos Progresistas, es decir, con Epaminondas Goncalves y recibir
al Coronel Moreira César como el Salvador.

99
Enterado de la emboscada que han sufrido sus hombres, el Coronel
Moreira César se dirige a Caracatá. El Periodista Miope de “Jornal de
Noticias” piensa que la casualidad lo salvó de morir, pues sin saber por
qué, se rehusó a acompañar al sargento rubio que comandaba la patrulla
que sucumbió a la furia de los yagunzos en Caracatá. El espectáculo que
encuentran en aquel pequeño pueblo los deja estupefactos: “En la
cenicienta tarde que comienza a ser de noche, vuelve a ver cómo el
paisaje adquiere de pronto perfil fantasmagórico, con esos extraños frutos
humanos colgados de las umburanas y la favela, y esas botas, vainas de
sables, polacas, quepís, bailoteando de las ramas. Algunos cadáveres son
ya esqueletos vaciados de ojos, vientres, nalgas, muslos, sexos, por los
picotazos de los buitres o los mordiscos de los roedores y su desnudez
resalta contra la grisura verdosa, espectral, de los árboles y el color pardo
de la tierra. Moreira César ha desmontado y lo rodean los oficiales y
soldados que cargaron tras él. Están petrificados. Todos observan y, en las
caras, al estupor, al miedo, van sucediendo la tristeza, la cólera. El joven
sargento rubio tiene la cabeza intacta -aunque sin ojos- y el cuerpo
deshecho de cicatrices cárdenas, huesos salientes, bocas tumefactas que
con el correr de la lluvia parecen sangrar. Se mece, suavemente”.

Desde ese momento, aun antes de espantarse y apiadarse, el periodista


ha pensado lo que no puede dejar de pensar, lo que ahora mismo lo roe y
le impide dormir: la casualidad, el milagro que lo salvaron de estar
también ahí, desnudo, cortado, castrado por las facas de los yagunzos o
los picos de los urubús, colgando entre los cactos. Alguien solloza. Es el
capitán Olimpio de Castro, que, con la pistola todavía en las manos se
lleva el brazo a la cara. En la penumbra, el Periodista Miope ve que otros
oficiales y soldados también lloran por el sargento rubio y sus soldados, a
los que han comenzado a descolgar.Moreira César permanece allí,
presenciando la operación que se hace a oscuras, con el rostro fruncido en
una expresión de una dureza que no se le ha visto hasta ahora. Envueltos
en mantas, unos juntos a otros, los cadáveres son enterrados de
inmediato, por soldados que presentan armas en la oscuridad y disparan
una salva en su honor. Después del toque de corneta, Moreira César señala
con la espada las laderas que tienen delante y pronuncia una arenga
cortísima. “Los asesinos no han huido, soldados. Están ahí, esperando el
castigo. Ahora callo para que hablen las bayonetas y los fusiles».

Galileo despertó de un prolongado sueño, pero en vez de encontrar a


Ulpino, a quien vio fue a Rufino, el cual tenía a Jurema atada de una soga
al cuello. Ambos hombres discuten y Galileo trata vanamente de hacer ver
al pistero que el verdadero enemigo de ellos son los soldados y que deben

100
ahorrar esfuerzos para ayudar a los yagunzos. Rufino no entiende más
razón que la de lavar su honra. “Hablas mucho de los pobres, pero
traicionas al amigo y ofendes la casa donde te dan hospitalidad”, le dice a
Gall. Estaban luchando ardorosamente cuando aparecieron dos soldados
quienes convencidos de que son yagunzos les disparan a quemarropa pero
sin efecto, llevándose luego a rastras a Jurema hacia unos matorrales
secos. Allí la mujer es violada por uno de los soldados. El otro no logró su
objetivo, pues la fortuita aparición de una partida de yagunzos comandada
por el caboclo Pajeú, pone fin al conato. Después de dar muerte a los dos
hombres, Pajeú y sus hombres se retiran, habiéndose negado el caboclo a
intervenir en la pelea que aún sostenían Rufino y Galileo Gall, quienes
terminan matándose mutuamente. “–Es cosa de hombres, Jurema. Tú los
metiste en eso. Déjalos donde los pusiste, que resuelvan su negocio como
dos hombres. Si tu marido se salva te matará y si muere su muerte caerá
sobre ti y tendrás que dar cuenta al Padre. En Belo Monte el Consejero te
aconsejará para que te redimas. Ahora márchate porque aquí se viene la
guerra”, le dice Pajeú antes de irse. La guerra tan esperada a la que se
refiere Pajeú ya había llegado. Los cañonazos de las huestes de Moreira
César habían sorprendido a la multitud congregada en Canudos, en la
procesión más larga que María Quadrado recuerda haber visto. El
Consejero y su séquito habían desfilado por las calles de Canudos
alentando a toda su grey para que enfrenten con hidalguía y valentía al
destino que les esperaba. El pueblo estaba transformándose como si fuera
a combatirse en cada casa. En el interior de las viviendas, hombres,
mujeres y niños abrían fosos o llenaban sacos de tierra. Todos tenían
carabinas, trabucos, picas, palos, facas, collares de balas, o cargaban
guijas, fierros, pedruscos. Los reiterados cañonazos eran el anuncio
esperado por aquellos que desde hacía tiempo atrás habían optado por el
camino del Buen Jesús: el anuncio del fin del mundo. El cañoneo aumenta
y Canudos queda sepultado en una nube de humo que escala las faldas de
los cerros. Techos y paredes, alcanzados por incesantes explosiones, salen
despedidas por todas partes. El Coronel Moreira César no puede ocultar su
preocupación al ver que los yagunzos resisten las arremetidas de las
compañías dirigidas por Olimpio de Castro, Cunha Mattos y el Coronel
Tamarindo.
En un instante de desesperación, Moreira César monta en su corcel
blanco para dirigir él mismo el ataque. Unas balas mortíferas hacen blanco
en él, destrozándole el vientre. En su lecho de agonía, el bizarro militar
arenga a sus oficiales para que continúen en aquella loca guerra que está
ya perdida. Los oficiales se rehúsan a obedecer las órdenes por
considerarlas una locura. Es entonces que el periodista del Jornal de

101
Noticias escribe, por orden del agónico Coronel, una “acta de infamia” en
la que se hace constar que la retirada del sitio de Canudos es decisión que
se toma en contra de su voluntad, por subalternos que no están a la altura
de su responsabilidad histórica. Al morir Moreira César, sus subalternos
toman la decisión de retirarse, para así evitar que los sobrevivientes sean
sacrificados en vano.
Jurema, después de cubrir con una manta de yerbas trenzadas los
cadáveres de Rufino y de Gall, parte acompañada de un enano en busca
de un lugar seguro. Sin saber cómo, se ve inmersa en medio de aquella
vorágine, ve caer al Coronel Moreira César víctima de las balas del caboclo
Pajeú. En su loca fuga, Jurema y el enano topan con el periodista miope del
Jornal de Noticias quien se halla acompañado del padre Joaquín, a quien
ha liberado de manos de las huestes del malogrado Moreira César. El
periodista miope tiene miedo, pues, después de la derrota del Ejército
Republicano, se siente desprotegido en aquellos lares extraños donde fue
testigo de la tardía retirada del ejército: “No le hicieron caso al Mayor
Cunha Mattos, no se retiraron anoche y lo hacen sólo ahora como quería el
coronel Tamarindo”, piensa. Será testigo también del innecesario
ensañamiento con que los yagunzos barren a las columnas que huyen
despavoridas. Ve a los yagunzos “recogiendo los fusiles, las municiones,
las bayonetas, pero sus ojos no se engañan y desde el primer momento
saben que, además, esos grupos de yagunzos, aquí, allá, más allá, están
también decapitando a los cadáveres con sus machetes, con la aplicación
con que se decapita a los bueyes y a los chivos, y echando las cabezas en
costales o ensartándolas en picas y en las mismas bayonetas que esos
muertos trajeron para ensartarlos o llevándoselas cogidas de los pelos. En
tanto que otros prenden fogatas donde comienzan a chisporrotear, a
estallar, a chamuscarse los cadáveres descabezados.
Nada de lo que ve y oye le sorprende lo asusta o interesa. Pero un
momento después se para en seco y, con la serenidad que ha alcanzado,
se pone a escudriñar una de las cabezas auroleadas por enjambres de
moscas. No hay duda alguna: es la cabeza de Moreira César».
Ante la catástrofe que ha significado la caída del mejor Regimiento del
Brasil, el Barón de Cañabrava cita de urgencia a Epaminondas Goncalves
para buscar un acuerdo que salve a Bahía, pues, ante lo sucedido, es
evidente que el Presidente Prudente del Moráis eliminará toda forma de
poder local por lo que Bahía se convertirá en un simple apéndice de Río. El
Barón ofrece al director del Jornal de Noticias y dirigente del Partido
Republicano, el camino libre para que pueda llegar al poder, solo, pues, le
garantiza que él será el único candidato. A cambio el Barón exige que no
se toquen las propiedades agrarias ni los comercios urbanos. Nada de
confiscaciones ni expropiaciones que hagan peligrar la propiedad privada.

102
Mientras tanto en Canudos, casi no hay escombros en las calles. No
había terminado la procesión celebrando el triunfo contra los anticristos de
la República, cuando ya estaba Antonio Vilanova a la cabeza de piquetes
de voluntarios organizando el entierro de los muertos, la remoción de
escombros y la reconstrucción de las cabañas, de los talleres y el rescate
de las ovejas, cabras y chivos espantados. El ruido que produce la
reconstrucción se confunde con la voz monótona, afinada, del enano que
llegó a Canudos con Jurema, el periodista miope y el padre Joaquín. Este
último es interrogado por Joao Abade sobre las noticias que el cura ha
traído de su viaje a Joazeiro. Las noticias son por demás alarmantes: un
contingente de más de nueve mil soldados, al mando del General Artur
Oscar, viene a Canudos por Queimadas y por Sergipe. Apesadumbrado,
manifiesta también que estuvo con el doctor Aguilar de Nascimento quien
recomienda que lo único que pueden hacer es dispersar a la gente y
regresar todos a los pueblos de origen, antes de que ese ejército blindado
y bien armado llegue a Canudos. La vida para Jurema, el Enano y el
Periodista Miope, en Canudos, se le torna muy difícil, pues la pobreza de
los yagunzos raya en la desesperación. “Están más hueso y pellejo que
nosotros”, murmuró el enano, quien nunca en su vida había visto tantos
mancos, ciegos, tullidos, tembladores, albinos, sin orejas, sin narices, sin
pelos, con tantas costras y manchas. Dentro de ese ambiente, el enano se
sentía un ser normal. El enano, con sus payaserías y recitaciones,
conseguía algunos puñados de farinha de maíz o de carne de chivo secado
al sol que los mantenía vivos a los tres. Poco después fue Antonio Vilanova
quien los acomodó en un depósito donde se guardaban fusiles, pólvora,
morteros y cartuchos de dinamita y todas las armas arrebatadas del
Ejército vencido. El Periodista Miope, sumido en una ceguera debido a que
se le habían roto sus anteojos, estaba horrorizado de pensar que en
cualquier momento sus dos amigos lo abandonarían. Así permanecía,
encogido, atento, esperando -no sabía por qué- recibir una patada, un
bofetón, un escupitajo.

En Queimadas es donde se halla acantonado parte de los soldados que


han sido elegidos para vengar a los patriotas muertos, a salvar a las
instituciones humilladas y a restaurar la soberanía de la República. El
Teniente Pires Ferreira se lamenta de lo mal artillado que se encuentran
sus hombres. Piensa que esta vez al Ejército le puede suceder lo mismo
que a los hombres que acompañaron a Moreira César: los uniformes
quedaron destrozados con el sol, la lluvia y la polvareda, los soldados
perdieron gorras y zapatos y tuvieron que andar descalzos la mayor parte
del tiempo. Sobre las deficientes armas asignadas a los soldados, Pires
Ferreira se limitó a decir al Teniente Pinto Souza: “Hay que seguir
usándolos, sirvan o no sirvan”. En este estado de ánimo llegó la noticia de
que debían estar preparados, pues partirían rumbo a Canudos.
103
Enterados del avance del Ejército, Pajeú sale de Canudos al frente de
trescientos hombres armados. Su misión es clara: hostigar el avance del
enemigo con ataques sorpresivos y tratar de enrumbarlos por el cerro de
la Favela para emboscarlos, pues, allí, atrincherados, los hombres de Joao
Abade y Joao Grande, los acribillarán desde los cerros y llanos vecinos.
Joao Abade sabe que si los soldados no caen en la trampa y los deshacen,
será muy difícil impedir que entren en Canudos. Pero el Ejército
Republicano, conocedor de la difícil geografía de esos lares, así como de la
destreza de los yagunzos para las emboscadas, ramifican sus hombres en
nueve grupos, dificultando así los planes de los yagunzos. Pajeú, Táramela,
María Quadrado, el viejo Macambira y Felicio, los hombres más
experimentados, multiplican sus esfuerzos produciendo muchas bajas en
el enemigo; pero esto no impide el inexorable y peligroso avance de los
miles de soldados en cuyas mentes no anida otro pensamiento que el de
destruir Canudos. Y en ese pensamiento se halla concentrada la cabeza
del Sargento Fructuoso Medrado, quien entró al Ejército a los catorce años
e hizo la guerra contra el Paraguay y peleó en las revoluciones que
alborotaron al Sur desde la caída de la monarquía. «Es un hombre
enérgico con sus subordinados, a la primera se las ven con él. En lugar de
los castigos reglamentarios como: pérdida de salida, calabozo o varazos,
el Sargento prefiere los coscorrones, jalones de orejas, puntapiés en el
trasero o aventarlos a la charca lodosa de los cerdos. Estaban bien
entrenados, lo han probado hoy. Todos se hallan salvos, con excepción del
soldado Corintio, quien se golpeó contra unas piedras y cojea. Es
flacuchento, camina aplastado por la mochila. Buen tipo, Corintio, tímido,
servicial, madrugador y Fructuoso Medrado tiene con él favoritismos por
ser el marido de Florisa. El Sargento siente una comezón y se ríe para sus
adentros. “Qué puta eres Florisa, piensa. Qué puta para que, estando tan
lejos y en una guerra, seas capaz de parármela”. Tiene ganas de reírse a
carcajadas con las burradas que se le ocurren. Mira a Corintio, cojeando,
jorobado bajo la mochila, y recuerda el día que se presentó con el mayor
desparpajo al rancho de la lavandera: "O te acuestas conmigo, Florisa, o
Corintio se queda todas las semanas con castigo de rigor, sin derecho a
visitas”. Florisa resistió un mes; cedió para ver a Corintio, al principio, pero
ahora, cree Fructuoso, se sigue acostando con él porque le gusta. Lo hacen
en el mismo rancho o en el recodo del río donde ella va a lavar. Es una
relación de la que Fructuoso se ufana cuando está borracho. ¿Sospechará
algo Corintio? No, no sabe nada. ¿O se hace, pues, que puede hacer contra
un hombre como el Sargento que es, además, su superior?»

El Sargento Fructuoso va a la cabeza de sus hombres porque piensa que


si se pone atrás, estos pueden flaquear, nerviosos como andan por esa
oscuridad en la que en cualquier momento brotan disparos. Fructuoso sabe
que la oscuridad es una ventaja para el enemigo y eso lo hace estar de
104
mal humor. En uno de esos ataques traicioneros, tan desiguales, los
hombres del Sargento Fructuoso se ven emboscados. El Sargento, dando
muestras de coraje, arremete contra el enemigo cayendo en una trinchera
yagunza. Una lanza curva lo atraviesa de parte a parte. Pero sabe que no
morirá, que se salvará; pero sabe también que necesita ayuda y, donde se
encuentra, no hay ningún soldado de su regimiento. Luego de una larga
espera, Fructuoso se emociona al ver a dos soldados que se avecinan. «-
¿Me reconoce Sargento? ¿Sabe quién soy? -dice el soldado que,
estúpidamente en vez de acuclillarse a desclavarlo, apoya la punta de la
bayoneta en su cuello. -Claro que te reconozco, Corintio -ruge-. Qué
esperas, idiota. ¡Sácame esto de la barriga! ¿Qué haces Corintio?
¡Corintio! El marido de Florisa está hundiéndole la bayoneta en el
pescuezo ante la mirada asqueada del otro, al que Fructuoso Medrado
también identifica: Argemiro. Alcanza a decirle que, entonces, Corintio
sabía».
Hacía un mes que los soldados estaban en los montes de la Favela y la
guerra se eternizaba. Los bombardeos ciegos contra Canudos destruían
manojos de casa, despanzurraban a los viejos y a las criaturas, es decir, a
quienes no iban a las trincheras. Parecía que todo iba a marchar igual
hasta que el León de Natuba descifró un mensaje interceptado al Ejército
por un muchachito que servía de espía, en el que se leía que tomarían
Canudos en la madrugada. Todos los intentos por cerrarle el paso a los
republicanos son inútiles, pues, a pesar de que éstos sufren muchas bajas,
el número de soldados enviados a debelar la insurrección es tan grande,
que los empecinados yagunzos se sienten impotentes para detener el
avance. Los soldados poseen un cañón ancho, lo disparan a las torres y las
paredes del Templo del Buen Jesús, haciéndolo desaparecer. Es por eso
que el viejo Macambira y sus once hijos se ofrecen de voluntarios para
inutilizarlo; pero son sorprendidos por los encargados de cuidar a aquel
“dragón que vomita fuego” y mueren acribillados por la fusilería.

Cuando Pajeú fue donde Jurema a pedirle que fuera su mujer, el


Periodista Miope se sintió horrorizado, pues, por su ceguera, dependía
totalmente de aquella buena mujer que había llegado a quererlo tanto
como a un hijo. Además él estaa enamorado. En cambio, el Enano pensaba
que aquella unión resultaría provechosa, ya que como Pajeú estaba
dispuesto no sólo a cargar con la mujer sino también con aquellos dos
lastres que la acompañaban, el pequeño juglar veía así asegurada su
ración de comida. El padre Joaquín hubo de intervenir en el lance, pues
como la muchacha se negó de plano, el padre no deseaba que aquel
exbandido se sintiera ofendido, ya que, como marchaba la guerra, su
serenidad era importante. Si la situación entre los yagunzos era agobiante,
la de los republicanos no lo era menos. “Se pudren antes de morir”, decía
afligido e impotente el joven médico Teotonio Leal Cavalcanti, encargado
105
de cuidar a los soldados heridos. Cavalcanti se había hecho cargo de tan
crítica situación, debido a que su jefe inmediato, el doctor Alfredo Da
Gama, había muerto por accionar el cañón Krupp 34 cuya culata cerró mal
por apresuramiento. Su pasión por aquellas armas lo mató. Quienes
presenciaron el accidente lo vieron volar varios metros, cayendo de
inmediato convertido en un informe montón de carne. Lo que más
maravilla a Cavalcanti es la velocidad con que se infectan las heridas,
cómo en pocas horas el hervor de los gusanos se hace presente y cómo
inmediatamente empiezan a espumar pus fétida. Cavalcanti piensa que
más que una práctica de carpintero, “Algo ha aprendido en estas tres
semanas: los heridos mueren más en razón de la gangrena que de las
heridas, los que tienen más posibilidades de salvarse son aquellos que
reciben el balazo o el tajo en brazos y piernas -miembros separables-
siempre que se les ampute y cauterice a tiempo. Sólo los tres primeros
días alcanzó el cloroformo para hacer las amputaciones con humanidad;
en esos días era Teotonio quien reventaba las ampolletas, embebía una
mota de algodón con el líquido emborrachante y lo sujetaba contra la nariz
del herido mientras el Capitán-cirujano, doctor Alfredo Gama, serruchaba,
resoplando. Cuando se terminó el cloroformo, el anestésico fue una copa
de aguardiente y ahora que se terminó el aguardiente las operaciones se
hacen en frío, esperando que la víctima se desmaye pronto, de modo que
el cirujano pueda operar sin la distracción de los alaridos. Es Teotonio Leal
Cavalcanti quien ahora serrucha y corla los pies, piernas, manos y brazos
de los gangrenados, mientras dos enfermeros sujetan a la víctima hasta
que pierde el sentido. Y es él quien, luego de haber amputado, cauteriza
los muñones quemando en ellos un poco de pólvora, o con grasa ardiente,
como le enseñó el Capitán Alfredo Gama antes del estúpido accidente”.
Otro de los males que han tenido que soportar los soldados son las
picaduras de las caníbales hormigas “cacaremos”, cuyos hormigueros los
“yagunzinhos” se han encargado de hacer reventar entre los soldados que
descansan. El teniente Pires Ferreira, sin ojos y sin manos, es otra de las
víctimas de aquella sanguinaria guerra. En vano pide a Cavalcanti que por
favor le pegue un tiro en la sien.

En esta guerra sangrienta, Antonio Vilanova juega uno de los papeles


más importantes para los defensores de Canudos, pues es él quien provee
de alimentos y municiones a los yagunzos. El ex comerciante asalta los
convoyes de los republicanos con gran maestría. El éxito se debe, sobre
todo, a los informes que recibe, a la colaboración que los pisteros y
cargadores de los soldados, que son, la mayoría, yagunzos que se han
hecho contratar en localidades diversas, de Tucano a Itapicurú. Cuando
Joao Abade le informa que ya los republicanos están decididos a atacar
Canudos, el ex comerciante y su hermano Honorio toman las armas y
comienzan junto a otros líderes, a organizar la defensa de lo que será la
guerra total. La resistencia se realiza con firmeza y entrega en todas las
106
posibles vías de acceso a la ciudad, pero la superioridad numérica y
armamentista de los republicanos comienza al fin a inclinar la lucha a su
favor. A cada instante, los yagunzos comienzan a ceder terreno, dejando
en el camino cadáveres, heridos y sobre todo, coraje y hombría. Ya en el
centro de la ciudad, la lucha se torna sanguinaria; en la confusión de
vítores, de mueras a la República y a los otros por parte de los soldados, se
aprecia a mujeres, niños y ancianos llenando baldes y cajas de arena para
apagar los cuantiosos incendios que aparecen por todos lados como
producto del incesante bombardeo. Todo alrededor es polvo, carreras,
desbarajuste, entre casas con techos desfondados, fachadas acribilladas y
ennegrecidas por el humo y otras desmoronadas o removidas. El gran
almacén de las municiones parece, por ausencia de éstas, haber triplicado
de tamaño. En un rincón del almacén el periodista miope, el León de
Natuba y la “Madre de los Hombres”, María Quadrado, se hallan
agazapados, presos del terror de ser aplastados en cualquier instante.

En ese momento de estupor, y ante la borrosa figura del León de


Natuba, el Periodista Miope cayó en la cuenta de que él también era
monstruo, tullido, inválido, anormal. Pensó que no era accidente que
estuviera donde habían venido a congregarse los desgraciados, los
anormales, los sufridos del mundo. Era inevitable, pues, era uno de ellos.
Cuando el techo del almacén voló por los aires por el impacto de una
explosión, Joao Grande diose cuenta de que había llegado el momento de
sacarlos de ahí y llevarlos al Santuario del Buen Jesús Consejero. Allí el
periodista miope percibió la borrosa figura del padre Joaquín, quien
armado de un fusil, dejaba ver una imagen enflaquecida y avejentada por
los estragos de la guerra. “Ya los tenemos encima”, murmuró tristemente
el cura. Casi enloquecido, el Periodista Miope salió del Santuario dando
tumbos en busca de Jurema y el enano, gritando: “Voy a buscar a mis
amigos, quiero morir con mis amigos”. Como escuchado por el Dios de los
hombres, el Periodista Miope tropezó con ellos en la puerta del Santuario.

Cuando parece que todo para los yagunzos está terminado, el ataque
de los soldados cesa por completo. A pesar de que muchos de sus oficiales
se hallan en desacuerdo, el general Artur Oscar, militar de alto rango al
mando de la expedición republicana, ordena a sus hombres el cese del
fuego, pues, considera que continuar el asalto hubiera significado el
aniquilamiento. Han tenido mil veintisiete bajas, la tercera parte de sus
fuerzas. Veintitrés oficiales muertos, entre ellos, los coroneles Carlos Telles
y Serra Martins. Después de hacer un recuento de la situación se llega a la
conclusión de que sólo la quinta parte de Canudos ha sido lomada y que si
en vez de tres mil, hubieran sido cinco mil soldados, Canudos estaría en
poder de los Republicanos. El General Artur Oscar recorre todas las
guarniciones acantonadas impartiendo ánimos entre los heridos y a todos
aquellos valerosos defensores de la República, quienes se hallan
107
aletargados por el hambre y el cansancio. Entre toda esa miseria humana
que lo rodea, el General Oscar siente renacer sus ánimos al ver la heroica
labor del doctor Cavalcanti, aquel joven a quien días antes ni conocía y
que se presentó ante él para decirlo: “He matado a mi mejor amigo y
quiero ser castigado”; se refería al Teniente Pires Ferreira. El hambre es
apremiante entre la soldadesca, y más aún cuando los yagunzos roban
cientocincuenta reses que iban destinadas a alimentar a la tropa. La moral
de los soldados decae considerablemente por la falta de alimento. Los
hombres comen las sobras y los perros que capturan y hasta tuestan
hormigas y se las tragan para aplacar el hambre. Hundido hasta el cuello
en esa miserable región, el General Artur Oscar maldice la hora en que
aceptó ese comando. Tres generales habían rehusado aceptarlo. Ahora
entendía por qué le habían hecho lo que él, en su ingenuidad, creyó una
distinción, un regalo para cerrar con broche de oro su carrera.
La invasión a Canudos había comenzado un 18 de julio, y veinte días
después, cuando la desmoralización del ejército estaba en su etapa más
crítica, el General Oscar recibe la grata visita de un oficial quien le informa
que la Brigada de refuerzos del General Girard llegaría en pocas horas.
Cuatro mil quinientos soldados terminarán por fin para él y para el Brasil la
pesadilla de Canudos.
Ya en el umbral de la muerte el Consejero manda llamar al ex
comerciante Antonio Vilanova. Hacía más de seis días que su estómago no
dejaba de evacuar una aguadija que María Quadrado no cesaba de limpiar.
Su rostro oscuro, alargado, inmóvil, sigue con los párpados sellados
esperando la llegada de Antonio. Ya frente a él, el Consejero, le pide que
abandone Canudos llevándose a su familia y a los forasteros amigos del
padre Joaquín. “Anda al mundo a dar testimonio, Antonio. Aquí me quedo
yo con el rebaño. Allá irás tú. Eres hombre del mundo, anda, enseña a
sumara los que olvidaron la enseñanza” , le dice con voz susurrante. El
Beatito capta la mueca que contrae la cara de Pajeú. Maravillado, el
Beatito entiende por qué el Consejero, en ese instante supremo, se ha
acordado de los forasteros que protege el padre Joaquín. ¡Para salvar a un
apóstol! ¡Para salvar el alma de Pajeú de la caída que podría significarle tal
vez esa mujer! El Consejero muere acariciando las greñas tupidas del León
de Natuba. De inmediato el cadáver del santo es sepultado en una fosa
hecha a toda prisa, pero muy profunda, para que los Perros de la
República no encuentren nunca su cadáver. El Beatito toma juramento a
todos los presentes para que nunca revelen, sea cual sea la tortura, el
lugar donde reposa el Consejero. El padre Joaquín se encarga de avisarle a
Jurema la decisión del Consejero. La mujer se siente agraciada después de
tanto sufrimiento y penurias, más ahora que siente que ama al Periodista
Miope como una mujer ama a un hombre. Pese a que ya ha sido suya
108
como una mujer es de su marido o amante, Jurema seguía cuidándolo,
mimándolo, jugando mentalmente con él como una madre con su hijo.
Pajeú da las instrucciones precisas que deben acatar todos los que
abandonarán Canudos. Al ver que el periodista miope estornudaba, el
exbandido de la gran cicatriz en el rostro le dijo con voz impasible:
“Estornuda ahora. No después. No cuando estén esperando la señal. Si
estornuda ahí, le clavarán una faca en el corazón. No sería justo que por
sus estornudos capturaran a todos”. Para que los fugitivos puedan huir,
Pajeú y un grupo de treinta hombres atacan un campamento de cerca de
quinientos soldados a punta de dinamita que sorprende a Queluz, un cabo
que se ha quedado dormido haciendo guardia. Pajeú es herido en una
pierna y cuando trata de huir, se topa de lleno con Queluz quien lo
captura. El exbandolero muere a consecuencia de los puntapiés que le
propina el coronel Madeiros, responsable de la guarnición atacada por
Pajeú y sus hombres. «.Termina el trabajo -le dice Madeiros a Queluz,
alcanzándole su sable con movimiento enérgico-. Reviéntale los ojos y
córtale la lengua. Después, le arrancas la cabeza y la echas por encima de
la barricada, para que los bandidos vivos sepan lo que les espera». Hasta
oídos del León de Natuba llega la noticia de que la cabeza de Pajcú, sin
ojos ni lengua ni orejas, se balancea desde hace unas horas en una estaca
plantada en las trincheras de los republicanos. Como puede, el León, va
abriéndose camino entre llamaradas de fuego, escombros y cadáveres.
Joao Grande logra salvarlo cuando ya era evidente que un soldado le
volaría la cabeza. Cuando siente el inmenso calor que reina a su alrededor
como consecuencia de las grandes llamaradas, el León de Natuba cree
que ya le ha llegado su momento; ese fuego que lo espera hace veinte
años.

Antonio Vilanova y los otros lograron salir de Canudos y se refugiaron


en una cueva donde antaño pernoctaban los pastores de chivos, y donde
llevaban escondidos doce días. Hasta allí llegó Antonio el Fogueteiro,
antaño eximio maestro en el manejo de fuegos artificiales. El enano, al
verlo, recordó que lo había visto, allá en Canudos, preparar esos fuegos
artificiales que en las noches de procesión encendían el cielo de rutilantes
arabescos. Recordaba sus manos quemadas por la pólvora, las cicatrices
de sus brazos y de cómo, al comienzo de la guerra, se había dedicado a
preparar esos cartuchos de dinamita que los yagunzos arrojaban a los
soldados por sobre las barreras. Antonio el Fogueteiro les contó que
cuando el Beatito con un trapo blanco pidió a los republicanos que dejaran
rendirse a los inocentes (niños, viejos y embarazadas), Joao Grande, él y
otros más se opusieron porque sabían que los matarían de la forma más
atroz. Cuenta Fogueteiro que cuando vieron a los rendidos desfilar hacia
las líneas enemigas, Joao Grande ordenó dispararles, pues, así no sufrirían
109
los vejámenes de los republicanos. Aquello desencadenó la represalia de
los soldados al ver que les quitaban de las manos esas presas que creían
suyas. De ahí para adelante todo fue un caos, del cual Antonio el
Fogueteiro se salvó porque lo creyeron muerto. Una piedra impactó en su
cabeza desmayándolo. “–Eso me salvó –repitió el Fogueteiro–. Pero no sólo
eso. Porque cuando desperté y me vi en medio de los muertos, también vi
que los ateos iban rematando a los tumbados con las bayonetas o a
balazos si se movían. Pasaron a mi lado, muchos, y ninguno se agachó a
comprobar si estaba muerto. Sintiéndolos pasar, rematar a los vivos,
acuchillar a los prisioneros, dinamitar las paredes –dijo el Fogueteiro, pero
eso no era lo peor. Lo peor eran los perros, las ratas, los urubíes. Los oía
escarbar, morder, picotear. Los animales no se engañan. Saben quién está
muerto y quién no está. Los urubíes, las ratas, no se comen a los vivos. Mi
miedo eran los perros. Ese fue el milagro: también me dejaron en paz”.
Antonio el Fogueteiro se despide de sus amigos ya que volverá a
Mirandela, su ciudad natal. Vilanova y los suyos regresarán a Assare, de
donde vinieron.

Cuando la guerra terminó, las cinco mil doscientas casas que habían en
Canudos estaban convertidas en escombros. El Coronel Gerardo Macedo,
jefe del Batallón de la Policía Bahiana, buscó entre aquella pestilencia el
cadáver de Joao Abade, a quien había tratada de capturar sin ningún éxito
durante diez años. Conocido con el apodo de “Cazabandidos”, Macedo
había dado muerte al padre de Joao Abade treinta años atrás en el pueblo
de Custodia. Una viejecita, que se encontraba entre los prisioneros, le dijo
que ella había visto que unos arcángeles lo habían subido al cielo. Macedo
comprendió que proseguir con esa obsesionante búsqueda resultaría
inútil.

Por el Periodista Miope, el Barón de Cañabrava se entera de muchos


pormenores de lo acontecido en Canudos. Después de su pacto con
Epaminondas Goncalves, ahora Gobernador de Bahía, el Barón se había
marchado a Europa, buscando la recuperación de su esposa, pero todo
había sido inútil, pues, la mujer,
después del incendio de Calumbí,
había perdido la razón por completo.
Le cuenta que el cadáver del Consejero
fue decapitado. Habían encontrado la
tumba sólo dos días después de caer el
último reducto. Consiguieron que el
Beatito le indicara el lugar donde
estaba enterrado. El Beatito era un
mártir nato y no hubiera hablado por
simples brutalidades como ser pateado, quemado, castrado o porque le

110
cortaran la lengua o le reventaran los ojos. Para el Beatito encontraron la
única tortura que no podía resistir: los perros. Después de largas horas de
charla, el periodista miope se marchó; el Barón sintió un gran alivio, pues,
con ese hombre se iba el recuerdo de Canudos, recuerdo que nunca
hubiera querido recordar.

Fin.
D.PERFIL PSICOSOCIAL DE LOS PERSONAJES:
1. CONSELHEIRO: Cuyo verdadero nombre era Antonio Vicente
Mendes Maciel. Hombre alto y tan flaco que siempre parecía de
perfil. Piel oscura y huesos prominentes. Sus ojos ardían con fuegos
perpetuos. Pastor, misionero o peregrino, aunque su edad,
procedencia y familia nunca se supo; predicaba la ley del buen Jesús
por más de veinte años en el sertón del noreste brasilero,
proclamando que en 1900 se iba a producir el juicio final. Con su
oratoria religiosa logró dar esperanza de una nueva vida a los
desposeídos, los más sanguinarios bandoleros y a los marginales e
incomprendidos sociales. Estos se convierten en sus seguidores
fanáticos. Junto con ellos invade la hacienda Canudos del Barón de
Cañabrava para fundar la comunidad del buen Jesús (la nueva
Jerusalén) donde no hay desigualdad, ni incomprensión, convivencia
pacífica y hermandad hasta que aparecen las fuerzas militares para
violentarlos y luego exterminarlos. El Conselheiro, muere tras larga
agonía acariciando la cabeza del león de Natuba y ordenado a
Vilanova irse de, Canudos con su familia y los amigos del padre
Joaquin, para proclamar lo que pasó. Su cuerpo enterrado en una
fosa común finalmente fue encontrado por los militares. Lo
decapitaron y su cabeza fue llevado para un estudio.
2. EL BEATITO: Su nombre verdadero es Antonio Mota. Nacido en
Pombal. Sobrevivió a la sequía y hambruna que azotó la región. Al
morir su padre fue recogido por un zapatero. Un Tuerto que lo
explotaba. Por su físico, que daba lástima, las mujeres de Pombal
eran altruistas con él. Ellas le llevaron al templo. A partir de ese
momento se volvió tan cristiano. Con estampas construyó un altar en
su cuarto. Después de realizar penitencia y obras caritativas fue
aceptado por el Conselheiro como su seguidor. Muere en la masacre
de Canudos. Él es quien delata la tumba del santo.
3. MARIA QUADRADO: Muchacha de veinte años que con la cabeza
pelada y ropa andrajosa venía en peregrinación (por haber matado a
su propio hijo) desde Bahía de San Salvador hasta el calvario de la

111
sierra Picuaracá. Cargaba una enorme cruz y en el trayecto fue
violada 4 veces. Se instaló en una gruta camino al pueblo de Monte
Santo. Allí la llamaban como “La madre de los hombres”... Muere en
Canudos.

4. EL LEÓN DE NATUBA: De nombre Felicio. Sus papás fueron


Celestino Pardiñas y doña Gaudencia. Nació con piernas menudas,
brazos largos y cabeza enorme. Adefesio, tullido, fenómeno y
vástago del diablo para los de Natuba y para su propia familia.
Tratado peor que una bestia, apedreado y burlado aprendió a leer y
escribir sólo mirando. Tenía una letra preciosa. Acusado de causar el
mal de ojo a Almudia, hija única del hojalatero Zózimo, cuando
estaba a punte de ser quemado fue salvado por el Conselheiro y se
convirtió en su escriba. Muere en la masacre de Canudos.

5. JOAO SATAN: Nacido en Custodia. Al morir su padre su mamá se


fugó con un sargento. Fue acogido y criado por su tío Zé. De niño
escuchaba fascinado los relatos de los narradores ambulantes. A él le
gustaba mucha la historia de Roberto el diablo. Tras la muerte de su
tío hecho por el alférez Gerardo Macedo, decidió vengarse y con tan
sólo 17 años se convirtió en el delincuente más buscado de la
región. Mataba policías en el camino. Resignado por el infierno un día
escuchó las predicas del Conselheiro lo siguió hasta la muerte
convertido en Joao Abade.

6. JOAO GRANDE: Es el ser que resultó de los cruces que


experimentaba el caballero Adalverto Gunucio, dueño de un ingenio
en Reconcavo. Desde niño tenía un cuerpo enorme y era rudo.
Adelhina Isabel hermana del caballero, le protegió como si fuera su
hijo y lo crió como si fuera un rey. Pero él jamás agradeció eso. Un día
que iba manejando un coche donde estaba su protectora Adelhina y
Joao Meninho, asesinó macabramente a la mujer delante de su
amigo. A partir de dicho episodio se convirtió en fugitivo y
vagabundeó por los pueblos más alejados, gigantesco, miserables y
semidesnudo. Un día en las afueras de Pombal escuchó a un hombre
hablar del diablo. Las palabras remecieron su alma negra. Las
lágrimas le salieron y al final del discurso siguió al hombre de túnica
morada.

7. PAJEÚ: Cabloco, delincuente sanguinario que robaba a los


hacendados y repartía lo robado entre los pobres. Después de
escuchar al Conselheiro lo siguió y fue uno de sus más astutos
112
estrategas de guerra para organizar la resistencia de Canudos. Se
enamoró de Jurema y le propone que sea su esposa sin tener éxito.
Capturado en la masacre de Canudos por el soldado Queluz muere
torturado y su cabeza la exhiben en una estaca.

8. JUREMA: Mujer parca y misteriosa. Fue sirvienta del varón de


Cañabrava. Casada con Rufino le obedece sólo por respeto y no por
amor. Escapándose de su esposo y tras ser violada por Gall. Llega a
Canudos. Allí se conoce con Pajeú que la pretende; pero en los
dramáticos momentos de la masacre se enamora del Periodista
Miope. Al final de la historia muere. Su nombre significa Flor.

9. EL ENANO: Formaba parte del circo de un gitano muy violento. Sus


compañeros eran todos los seres anormales. Su función en el circo
era relatar historias grandiosas. Se conoció con Jurema y con ella
entraron a Canudos.

10. EL BARÓN DE CAÑABRAVA: Dueño de la finca Canudos y


Columbí. Simboliza a la vieja aristocracia feudal, al poder
socioeconómico y en el terreno político al camaleón, un tránsfuga
capaz de cambiar de color según su conveniencia. Su esposa Estela
enloquece tras el incendio de Columbi y muere. Es a él a quien el
periodista miope le cuenta sobre la masacre de Canudos.

11. GALILEO GALL: Anarquista y frenólogo escocés que simpatiza


con los de Canudos y decide ir hasta allí para ayudarlos. Traicionado
por Epaminondas Goncalves, muere en un enfrentamiento con Rufino
a quien también mata.

12. ANTONIO VILANOVA: Comerciante desde niño. Junto con su


hermano Honorio un día abandonan su pueblo Assaré llevándose a
sus primas Antonia y Asunción a quienes convierten en sus mujeres.
Ellos con el tiempo fueron los mercaderes más exitosos de la región,
pero una inundación malogró sus negocios. Partió junto con su
familia escuchando el tercer llamado hasta Canudos. Allí se convirtió
en el almacenero de Canudos. El Conselheiro antes de morir le pide
que se marche con su familia y con los forasteros (Jurema, Enano y el
Periodista Miope).

13. EPAMINONDAS GONCALVES: Dueño del periódico “El Jornal De


Noticias” es un político, líder corrupto del Partido Republicano
113
Progresista. Que se aprovecha del conflicto de Canudos y se
convierte en presidente de Bahía.

14. EL PERIODISTA MIOPE: Flaco, desgarbado, con unos lentes


gruesos de fondo de botella. Trabaja como cronista de “El Jornal De
Noticias”. Escribe con una pluma enorme de ganso. Es enviado a
Canudos por Epaminodas Goncalves como reportero cronista. Al
borde de la muerte en la destrucción de Canudos conoce el amor y el
placer correspondidos, en Jurema.

15. FEBRONIO DE BRITO: Mayor que intenta capturar al


Conselheiro pero fracasa. Como castigo cuidaba los caballos de los
soldados y las reses para alimento de los militares.
16. CESAR MOREIRA: Coronel de vasta experiencia en guerras que
llega a Canudos y ante la derrota de sus subordinados, subido en su
caballo blanco intentó batallar; pero, muere acribillado por las balas
de Pajeú.

17. ARTUR OSCAR: General del ejército brasilero que finalmente


destruye la nueva Jerusalén (Canudos) con la ayuda de otros
generales y más de seis mil militares.

E. UBICACIÓN CRONOTÓPICA (ESPACIO Y TIEMPO):


ESPACIO: La historia transcurre en el gran sertón brasilero.
Específicamente: Canudos. Este fue hacienda del Barón de cañabrava,
pero tomado por los seguidores de Consejeiro se convierte en la nueva
Jerusalén. Donde funciona la Comunidad del Buen Jesús. Allí ocurre el
fin del mundo para el Conselheiro y sus seguidores.
Aparecen también:
 El gran sertao del noreste de Brasil.
 El estado de Bahía de San Salvador. Donde es gobernador Luis de
Viaña del Partido Autonomista Bahiano.
 Pombal donde nació El Beatito.
 Natuba pueblo natal de Felicio, el león de Natuba.
 Quemaidas desde donde el ejército planifica su ataque a los
yagunzos.

TIEMPO: Finales del siglo XIX (1893 - 1897).

F. INTENCIONALIDAD DEL AUTOR:

114
 Recrear literariamente la rebelión de Canudos
 Señalar que el fanatismo puede enceguecer tanto al hombre hasta
conducirlo a la muerte y la destrucción.
 Condenar la intolerancia, represión y violento accionar de las
fuerzas armadas (policías y soldados) que representan no al pueblo
pobre y oprimido, sino, al poder político, al gobierno de turno y otros
intereses.
 Mostrar el inevitable aplastamiento y destrucción a la clase, raza y
cultura débil por parte de la fuerte y poderosa.
 Denunciar la condición infrahumana, el olvido y abandono, extrema
pobreza y exclusión en la que se hallaban los campesinos del
noreste brasilero.
 Advertir que la continua exclusión y abandono a los campesinos
por parte de los gobernantes puede provocar una nueva rebelión
mucho más violenta que la anterior.
 Revelar la incapacidad de la clase política para solucionar de
manera pacífica y no únicamente con al violencia represión brutal.
 Señalar cómo un discurso esperanzador puede tocar
profundamente el alma de los marginados, indeseables y pobres
hasta llevarlos a una rebelión.
 Señalar que ni la fe ni la razón garantizan exclusivamente la
correcta interpretación del mundo.
 Mostrar las ambiciones económicas y personales que llevan a los
políticos a delinquir y engañar al pueblo.

G.TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS LITERARIAS:


 Vasos Comunicantes.
 Cajas Chinas.
 Narración Cinética.
 Narrador Omnisciente.
 Flash Back.

H. MANEJO LINGÜÍSTICO:
Pese a referir hechos suscitados en una zona de habla portuguesa, en
“La Guerra del Fin del Mundo”, Mario Vargas Llosa maneja un español
estándar; esto es, el lenguaje que usa es directo, claro y algunas veces
hiperbólico.

G.EXPERIENCIAS Y SITUACIONES HUMANAS:


Euclides Da Cunha, fue un periodista, sociólogo y militar brasilero que

115
escribió y publicó en 1901 un tratado sociológico titulado “Os
Sertaoes” (Los Sertones). En dicho texto mostró y analizó las causas
de la guerra de Canudos y principalmente denució la masacre, el
crimen y el genocidio que los militares en su afán de gloria y fanatismo
bélico cometieron contra los seguidores del Conselheiro. Tanto el libro
como el hecho pasaron con el tiempo al olvido. Y cien años después, es
Mario Vargas Llosa quien los resucita, para ello, leyó principalmente el
libro de Euclides Da Cunha, visitó en un viaje de estudios los lugares
principales donde se sucitaron los hechos narrados para mostrarnos a
tarvés de la ficción: El fanatismo religioso y bélico, la intolerancia,
represión y violento accionar de las fuerzas armadas, el inevitable
aplastamiento y destrucción a la clase, raza y cultura débil por parte
de la fuerte y poderosa, la continua exclusión y abandono a los
campesinos por parte de los gobernantes y las ambiciones económicas
y personales corruptas de los políticos y como no podría faltar, el amor
correspondido entre un hombre y una mujer hallado en un Apocalipsis
o fin del mundo.

G.ESTRUCTURA EXTERNA:
“La Guerra de Fin del Mundo” Está estructurada y presentada en cuatro
parte solo macados con cifras romanas.

Es una foto histórica de uno de los episodios más comentados acerca de dos
grandes protagonistas de la literatura latinoamericana. El ojo izquierdo negro de
Gabriel García Márquez, en un primer plano del rostro del Premio Nobel de Literatura
que acaba de cumplir el martes 81 años de edad, con celebraciones en todo el mundo.
La trompada se la dio otra gloria de las letras sudamericanas, el escritor peruano y
hasta entonces su amigo, Mario Vargas Llosa.
La historia es conocida y tiene varias versiones porque en verdad ni García
Márquez ni Vargas Llosa ni sus respectivas mujeres han contado cuál fue la razón de
la reacción furibunda, salvaje, del autor de La ciudad y los perros, contra el
colombiano de Cien años de soledad.
El diario mexicano La Jornada y el italiano la Repubblica publicaron primero la
famosa foto. Hay dos instantáneas. En una Gabo sonríe, mientras que en la otra está
muy serio.
Autor de las fotografías es el colombiano Rodrigo Moya, naturalizado mexicano,
amigo de familia de García Márquez. Moya guardó las fotos durante 31 años. "Ahora
que él cumple 80 años y 40 la primera edición de Cien años de soledad, considero
correcta la publicación de este comentario sobre el terrorífico encuentro entre dos
grandes escritores, uno de izquierda y el otro de contundentes derechazos."
Con fidelidad e ironía, Moya cuenta en el testimonio La horripilante historia de un ojo
morado que escribió para La Jornada que el 14 de febrero de 1976 García Márquez se
presentó en su casa para que le tomara fotografías "con un tremendo hematoma en el

116
ojo izquierdo y una herida en la nariz, causada por el puñetazo que dos días antes le había propinado su colega y
hasta ese momento gran amigo Mario Vargas Llosa.
La crónica. Era de noche y numerosos intelectuales se habían congregado en un cine de ciudad de México para
asistir a la proyección de La odisea de los Andes, el filme que narra la aventura del grupo de uruguayos que estuvo
72 días entre las nieves de la cordillera de los Andes y que practicó el canibalismo para sobrevivir.
Al terminar la película hubo un momento mundano, con copas y canapés. García Márquez, que estaba
acompañado por su mujer, Mercedes, divisó al amigo Vargas Llosa. Se dirigió a abrazarlo. Alcanzó a decirle
sonriendo: "Mario..." y recibió el tremendo puñetazo, un derechazo entre el ojo izquierdo y la nariz. Vargas Llosa le
gritó. "¡Cómo te atreves a venir a saludarme después de lo que le hiciste a Patricia en Barcelona!"
Con una abundante hemorragia, entre los gritos y algunos sollozos de las damas presentes, sentado en el suelo,
perplejo por lo que había ocurrido y no terminaba de entender, Gabo fue socorrido de inmediato.
Un escritor mexicano corrió a buscar un bife que le fue aplicado en el ojo tumefacto al glorioso autor de Crónica
de una muerte anunciada para absorber la hinchazón. Vargas Llosa se retiró tras el puñetazo. Y los dos ex amigos
nunca más volvieron a hablarse.
No hubo razones políticas en la agresión del peruano, que se había volcado a la derecha liberal mientras García
Márquez permanecía fiel a la izquierda y a su estrecha amistad con Fidel Castro.
Algunos contaron más tarde que Vargas Llosa había abandonado a su mujer Patricia y a sus dos niños para correr
detrás de una estupenda joven sueca. Los dos matrimonios vivían en Barcelona y Patricia buscó consuelo en sus
amigos. Los García Márquez le habrían aconsejado la separación legal. No se sabe bien qué pasó, pero cuando
largó a la sueca y se reconcilió con Patricia, que le contó con pelos y señales sus diálogos con los García Márquez,
algo ofendió terriblemente a Mario Vargas Llosa.
¿Fue así la historia de la más famosa pelea en la historia de la literatura latinoamericana? Misterio. "Dejemos el
tema a los historiadores", dijo hace poco Vargas Llosa. García Márquez no habla del asunto.
Una nueva edición de Cien años de soledad, con el auspicio de la Real Academia Española, está por salir con un
millón de copias, que se agotarán enseguida. Y Mario Vargas Llosa autorizó a que se publique como prólogo el
extracto de Historia de un deicidio, el ensayo que escribió sobre el libro de su entonces amigo en 1971,
¿Es ésta una señal de reconciliación? Así lo señalaron varios periódicos y revistas. Otras fuentes negaron que en
ambos haya buena voluntad para superar el pasado.

1. CONCEPTO:
Llamada también Urbanismo, Narrativa Criolla o Capitalina, es una
corriente literaria que surge en Lima aproximadamente en la década de
1930 y agarra mayor fuerza desde 1950 hasta la actualidad.

2. CARACTERÍSITICAS:
 Su espacio y tema favorito es Lima, “la horrible”: su gente y sus
problemas.
 Muestra la crisis y decadencia de la aristocracia oligárgica limeña.
 Refleja el caos, la violencia, drogadicción, delincuencia,
homosexualismo y degeneración de la sociedad limeña.

3. REPRESENTANTES:
 José Diez Canseco con “Estampas Mulatas”.
117
 Enrique Congrains Martín con “Lima, Hora Cero”.
 Julio Ramón Ribeyro con “La Palabra del Mudo”.
 Oswaldo Reynoso con “En Octubre No Hay Milagros”.
 Mario Vargas Llosa con “Conversación En La Catedral”.
 Alfredo Bryce Echenique con “Un Mundo Para Julius”.
 Maynor Freire con “Puro Cuento”.
 Cronwell Jara con “Patíbulo para un Caballo”.
 Fernando Ampuero con “Puta Linda”.
 Jaime Bayly con “No se lo Digas a Nadie”.

“UN MUNDO PARA JULIUS”


A: CRONOLOGÍA DEL AUTOR:

ALFREDO BRYCE ECHENIQUE


1939: Nace en 19 de febrero en Lima, Perú.
1952: Completa sus estudios primarios en los colegios norteamericanos
Inmaculado Corazón y Santa María, regidos por monjas y
sacerdotes estadounidenses.
1953: Realiza sus estudios de secundaria en el recién fundado internado
británico San Pablo.
1957: Comienza sus estudios de Letras y Derecho en la Universidad
Nacional de San Marcos.
1964: En octubre marcha a París. Estudiará en
La Sorbona durante dos cursos
universitarios.
1965: Reside, por temporadas, en las ciudades
de Peruggia, en Italia, y la isla de
Mykonos, en Grecia, donde escribe su
primer libro de cuentos, que le roban al
regresar a París.
1967: El 27 de enero se casa en París con
Maggie Revilla. Las revistas Cuadernos del
Ruedo Ibérico, de París, y Amaru, de Lima,
publican su primer cuento, «Con Jimmy,
en Paracas».
1968: Se publica su primer libro de cuentos
“Huerto Cerrado”, gracias a una mención
honrosa en el concurso Casa de las Américas, de La Habana.
Obtiene la plaza de lector en la Universidad de Nanterre.

118
1970: Publica “Un Mundo para Julius”. La novela qu eda finalista del no
adjudicado premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral.
1972: Obtiene el Premio Ricardo Palma que se convierte en el Premio
Nacional de Literatura en Perú por “Un mundo para Julius”.
1974: Publica el volumen de cuentos “La felicidad ja ja”. Ingresa en la
Universidad de Vicennes, como Asistente de español.
1977: Publica su novela “Tantas Veces Pedro”. Durante una estancia de
ocho meses en Perú obtiene el título de Doctor en Letras,
especialidad de Literatura, por la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos.
1980: Es contratado por la Universidad Paul Valery de Montpellier, donde
al año siguiente es ascendido a Catedrático de Literatura y
Civilización latinoamericanas.
1981: Se publica con éxito “La Vida Exagerada de Martín Romaña”, primer
volumen del díptico “Cuadernos de Navegación en un Sillón
Voltaire”.
1985: Se instala en Barcelona y publica la segunda parte del díptico, “ El
Hombre que Hablaba de Octavia de Cádiz”.
1986: Se publica “Magdalena Peruana y Otros Cuentos”.
1988: Publica “La Última Mudanza de Felipe Carrillo”.
1989: Se casa con Pilar de Vega y fija su residencia en Madrid.
1990: Edita tres novelas breves con el título de “Dos Señoras Conversan”.
1993: Ve la luz “Permiso Para Vivir” (Antimemorias) El Rey de España le
otorga la Encomienda de Isabel la Católica.
1995: Publica “No Me Esperen en Abril”, una novela sobre la
adolescencia. Rechaza, en un viaje a Lima, la Orden del Sol de Perú
que le ofrece el gobierno de Alberto Fujimori, en protesta por la
amnistía decretada por ese gobierno a los integrantes del grupo
paramilitar Colina. Francia le concede la insignia de Caballero de la
Orden de las Artes y las Letras.
1996: Edita “A Trancas y Barrancas”, que integra los textos que ha venido
publicando en diversas revistas y periódicos del mundo
hispanoahablante.
1997: Publica la novela “Reo de Nocturnidad”. Se le tributa un homenaje
en la Universidad de Montpellier.
1998: Concesión del premio Nacional de Narrativa en España.
1999: Publica la novela “La Amigdalitis de Trazan” y los cuentos de “Guía
triste de París”. Regresa a vivir definitivamente a Perú, donde recibe
el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos.

119
2000: Francia le asciende a Comendador de la Orden de las Artes y las
Letras. El Ministerio de Educación y Cultura de España le concede la
Encomienda de Alfonso X El Sabio.
2002: Recibe el premio Planeta por la novela “El Huerto de mi Amada”.
2006: Publica su novela: “Entre La Soledad y el Amor”.
2007: Publica su novela “Las Obras Infames de Pancho Marambio”.

PRINCIPALES OBRAS:
CUENTO:
– “Huerto Cerrado”.
– “La Felicidad Ja, Ja”.
– “Magdalena Peruana”.
– “Guía Triste de París”.
NOVELA:
– “Un Mundo Para Julius”.
– “La Vida Exagerada de Martín Romaña”.
– “El Hombre Que Hablaba de Octavia de Cádiz”.
– “La Última Mudanza de Felipe Carrillo”.
– “Tantas Veces Pedro”.
– “Reo de Nocturnidad”.
– “La Amigdalitis de Tarzán”.
– “El Huerto de Mi Amada”.
ANTIMEMORIAS:
– “Atrancas y Barrancas”.
– “Permiso Para Vivir”.

B. CONTEXTO SOCIOCULTURAL:
“Un Mundo Para Julius” fue escrita en Paris en los años 60 y publicada
en 1970. Según los críticos, retrata a la aristocracia limeña entre los años
1958 – 1963. Durante este tiempo fueron presidentes del Perú, el nefasto
dictador Manuel A. Odría (1948 – 56); Manuel Prado Ugarteche (1956 – 62)
y Fernando Belaunde Terry (1963 – 196__). Este último con su gobierno
favoreció el mayor enriquecimiento de la aristocracia feudal y entregó los
recursos al capitalismo norteamericamo, como hoy lo está haciendo Alan
García. En esta época se crea la tarjeta de crédito, asimismo, pocas
familias peruanas se enriquecen con la venta de minerales a EE.UU.
durante la guerra de Corea. Por primera vez se permite el voto de las
mujeres en 1956, pero aún no de los campesinos.

Alentados por el triunfo de la Revolución Cubana, los socialista

120
empiezan a organizar luchas guerrilleras. Así surgió el MIR (Movimiento de
Izquierda Revolucionaria) y el ELN (Ejército de Liberación Nacional), La
represión fue brutal y sanguinaria. Así El 15 de mayo de 1963 en Puerto
Maldonado, el Ejército Peruano acribilló el cuerpo del poeta Javier Heraud
quien convertido en guerrillero por un Perú justo e igualitario finalmente
murió.

Durante este tiempo en el Perú se dieron también varios movimientos


campesinos que iniciaron la lucha antifeudal y antiimperialista, pese a que
eran reprimidos duramente por las fuerzas militares. La más descollante
de las luchas fue el alzamiento de los campesinos en los valles de la
Convención y Lares al mando del ya legendario Hugo Blanco. Con el lema
“¡Tierra o Muerte, Venceremos!” los campesinos convencianos se
apoderaron de las haciendas y empezaron a repartirse entre ellos.

Con esto, los oligarcas limeños que tenían haciendas en el interior del
país como los personajes de “Un Mundo Para Julius”se vieron afectados.
Por la década de 1970, el general Velasco Alvarado tras un golpe de
estado tomó el poder. Inició una política antioligárquica, antifeudal y
antiimperialista lo que empobreció a la aristocracia. Lo curioso es que el
joven narrador (de entonces) Alfredro Bryce Echenique por su novela “Un
Mundo Para Julius” fue visto como un aliado de Velasco. El Ministro de
Educación velasquista llegó a afirmar que “Entre el general Velasco y
Alfredo Bryce Echenique habían liquidado a la oligarquía limeña.”

C. TRAMA ARGUMENTAL:
Julius es un niño de la clase aristocrática limeña que “nació en un
palacio de la avenida Salaverry, frente al antiguo hipódromo de San Felipe;
un palacio con cocheras, jardines, piscina, pequeño huerto donde a los dos
años se perdía y lo encontraban siempre parado de espaldas…” Su
bisabuelo había sido presidente de la República. Su padre Santiago era un
hombre distinguido y de buen apellido que se había casado con Susan una
señorita aristócrata que siempre estaba linda, en la casa Sarta de
Londres. Ella dio a Santiago cuatro hijos: Santiago, Bobby, Cinthia y el
último: Julius. Cuando todo iba bien en la familia, el padre enfermó de
cáncer y tras una penosa agonía dejó de existir cuando Julius tenía un año
y medio de vida. Su mamá linda y olorosa, los primeros años lloró todas
las noches por su esposo muerto. Mientras, Julius se instaló
definitivamente en la carroza del bisabuelo presidente en la que pasaba
todo el día. A eso de las seis de la noche venía a buscarlo una muchacha
de nombre Vilma que según la mamá de Julius por ser chola hermosa

121
debía descender de algún indio noble o un inca. Sólo esa niñera podía
sacarlo a Julius de la carroza y llevarlo al baño de los niños pequeños. Allí
lavaba el pequeño cuerpo de Julius con todos los cuidados posibles. La
bañera era una tina enorme llena de cisnes, gansos y patos que bien podía
ser una piscina de Beverly Hills. Julius le preguntaba a la chola hermosa de
dónde era y ella le respondía de Puquio – Nazca, camino a la sierra. Un
pueblo con muchas casas de barro.

El comedor era una enorme sala llena de espejos, vitrinas, alfombras


persas y vajillas de porcelana regalados a la familia por el presidente
Sánchez Cerro. Julius con los años aprendió a entrar solo y miraba con
asombro y ganas de alcanzar el juego de té que el bisabuelo presidente lo
había adquirido en Bruselas. Un día logró por fin alcanzar la tetera pero
sus pies que estaban de punta no aguantaron más y cayó la tetera
abollándolo. Desde entonces no quería volver a ingresar al comedor
grande. Y comía en el comedorcito que era una habitación así como
Disneylandia. Las paredes ilustradas con dibujos de Pato Donald,
Caperucita Roja, Mickey Mouse, Tarzán, Chita, Popeye, Olivia, etc. Los
espaldares de la mesa eran conejos riéndose, la mesa en la que comía
Julius la cargaban cuatro indiecitos. Había también un columpio con su
silletita para que Julius tomara su sopita.

La chola hermosa le hacía comer diciéndole: “Juluisito, una cuchara por


tu mamá, otra por Cinthia, otra por Bobycito, etc”. La mamá de Julius
pasaba por casualidad por ahí, se indignaba del hecho que la mucama
hermosa malograra el nombre de sus hijos poniéndoles diminutivos.
Llamaba a sus amigas por teléfono lamentándose por esas cosas. Cuando
Julius intentaba acercársele le respondía: “mamá esta apuradita, darling,
mamá no tiene tiempo, darling”. Como todas las veces, Julius de tanto
columpiar se dormía. En Disneylandia, o el comedorcito de Julius, toda la
servidumbre lo acompañaba, incluso Nilda, la cocinera selvática natural de
Tambopata – Madre de Dios que olía a ajos y por eso la madre le había
prohibido acercarse a Julius. Al niño en la bañera y el jardín le gustaba
Vilma, pero en el comedor le fascinaba la cocinera. Eso trajo problemas a
las dos sirvientas. Es que a demás ser buena cocinera, Nilda narraba
historias asombrosas de la selva a Julius.

Julius al darse cuenta de los celos y amargura de Vilma comenzó a


hablarse también con la lavandera Arminda y su hija Dora que también
lavaba, luego con Anatolio, el jardinero, Carlos el chofer, los mayordomos
Daniel y Celso. Este último procedía de Huarocondo – Anta – Cusco.
Además era tesorero del club amigos de Huarocondo con sede en Lince,

122
donde se reunían todo tipo de provincianos. Celso como tesorero guardaba
bien la caja y al ver que el candado de la puerta del local estaba viejo,
trajo la caja al palacio. El niño orejón le rogaba para ver la caja.

En la puerta del dormitorio de Julius había un letrero que decía: “Fuerte


Apache”. Esto porque en su dormitorio estaban congregados todos los
cowboys del mundo, pegados en las paredes y al medio, en tamaño
natural, hecho de cartón y con pistolas de plástico. La batalla había
terminado y sólo el indio Jerónimo que simpatizaba a Julius había
sobrevivido y estaba parado al fondo del cuarto.

La chola Vilma adoraba a Julius, sus orejas enormes y su pinta increíble


había despertado en ella enorme cariño, por eso lo cuidaba con afecto y
con esmero como si fuera su propia madre. Ella, últimamente salía de
noche y retornaba a la mañana siguiente. Antes de dormirse se dirigía al
cuarto de Julius pero él se hacía el dormido y cuando su madre se
marchaba abría grandes los ojos y se ponía a pensar en la condición de la
servidumbre. Otros días, al sentir los pasos de su madre, Julius saltaba de
su cama y se metía al cuarto de su madre a despertarla. En un lujoso
cuarto que para Vilma era un templo y para Julius el paraíso dormía la
señora, viuda de treinta y tres años, pero linda, siempre linda.

Julius ya cerca a su madre la cogía del brazo pronunciando ¡Mami! y ella


le respondía con una sonrisa coqueta porque en su sueño quien la estaban
tocando era el hombre galante que la noche anterior había conocido. Julius
insistía: “¡Mami!, ¡Mami!” pero ella se dormía profundamente soñando con
el apuesto caballero. Despertaba casi al medio día y recién desayunaba en
compañía de Julius y Vilma. Al final, Vilma retiraba a Julius y la señora
Susan empezaba a llamar a sus amigas y a sacar nuevos planes.

Mientras tanto, a falta de un afecto materno, y comunicación con sus


familiares, una noche Julius decidió escaparse de su mundo y su clase e
ingresar de una vez por todas al mundo de la servidumbre que le brindaba
afecto, atenciones, cariño y que además ocultaba un tesoro.

Cinthia, la hermana de Julius al igual que él tenía también una niñera


gorda, pero muy buena gente de nombre Bertha. Ella había sido también
nana de Susan hasta que la señorita se fue a Inglaterra a estudiar. La
gorda niñera se murió una tarde de verano de la presión alta, su cuerpo
fue llevado por la puerta trasera en un lujoso coche. Este hecho le recordó
a Cinthia la forma como también se fue su padre, por lo que ella dedujo
que su papá también había muerto. De eso le preguntaba a su madre y

123
ella por más linda que estaba no le respondía. Cinthia y Julius pese a la
negativa de su madre pudieron vestirse de luto por la muerte de nana
anciana. La muerte de Bertha unió a los dos hermanos.

Cierto día los dos niños asistieron al santo de su primo Rafaelito


Lastarria. De éste, su mamá se llamaba Susana y era horrible. Su papá
Juan Lucas, un gordito cursilón. El primo vivía en una mansión que más
parecía un castillo. Con un jardín enorme donde jugaron todos los niños
invitados aunque nadie tenía cinco años como Julius. Cinthia y su hermano
fueron recibidos por sus primos de manera no amistosa. Rafaelito cumplía
ocho años.
Víctor el mayordomo cholo de los Lastarria aprovechó la fiesta para
piropear a Vilma, la chola hermosa. Después de la comida llegó un mago
famoso llamado Pellini que todo mariconsísimo empezó a animar la fiesta.
Sacaba infinidad de huevos de su sombrero pequeño y varias palomas de
sus bolsillos; pero alguien sacó su honda y mató a varias palomas. Lo que
disgustó al mago. Luego para un número sorpresa pidió a un niño
voluntario. Julius se ofreció incluso dijo que sabía un truco, el mago pidió
aplausos para Julius quien solicitó a su vez la ayuda de Rafaelito. Julius
colocó el cenicero y una pequeña piedra sobre la mesa. Y miró a Rafaelito
Lastarria que ya estallaba de cólera, luego. “Yo pongo la piedrita y tapo
con el cenicero, digo unas palabras mágicas y saco la piedrita sin tocar el
cenicero”. Rafaelito se puso verde y odió a su primo para siempre.
“Abracadabra – pronunció Julius, poniendo las manos veinte centímetros
encima del cenicero”- ¿Y ahora? Preguntó Rafaelito, furioso. Y Julius
respondió que ahora sacaría la piedrecita sin tocar el cenicero - ¿Cómo?
Preguntó nuevamente el primo. “Mira para que veas” respondió Julius.
Entonces Rafaelito levantó el cenicero para comprobar si Julius había
retirado sin tocar el cenicero. En el preciso instante que Julius retiraba la
piedra como lo había dicho. Al principio nadie entendió nada, pero luego
los niños empezaron a aplaudir con risas incontrolables. Sólo Rafaelito
todo inflado de rabia gritó a Julius: “¡Pero tú no tienes casa en Ancón!”
Los adultos: Juan Lastarria, Susana, Susan, Chela y otros habían entrado
al bar del castillo a tomar un whisky, fumar y conversar. Allí todo era
ameno y feliz.
Mientras que en el jardín el trío terrible: Rafaelito, su hermano Pipo y
Martín acompañado de otros adeptos pretendían jugar al perro y al amo
con la intención de vengarse de Julius. Antes de jugar, Julius y Cinthia
inspeccionaron la casa y los salones de los Lastarria. Allí Cinthia le contó a
Julius sobre los amoríos prohibidos de su bisabuelo Lastarria. Por su parte,
Víctor sacaba plan a la chola hermosa para verse el jueves y le conversaba
según decía el librito “El Arte de Enamorar” que compró en el mercado
124
central. Un griterío de niños sacó de sus galanteos a Víctor y Vilma. Unos
venían a gatas con un cinturón en el cuello y atados por otros que eran los
dueños de los perros. Vilma aún desconcertada, vio como Cinthia se
arrojaba al suelo y Julius tenía que coger el cinturón. El bracito de Cinthia
empezó a sangrar. Todo fue una agitación hasta que Julius y Cinthia
partieron con su madre Susan. No es nada darling, nada. Se despidió de
todos, nerviosa pero linda como siempre.
Susan se quejaba de Cinthia y Julius, pues, sus hijos mayores no le
habían dado problemas, que crecían sin padres, entre amas y mayordomos
por eso hasta pensó internarlos.
El día jueves Vilma y Víctor no pudiera encontrarse porque Susan que
siempre era linda, viajó a EE.UU. a hacerle curar a Cinthia de la tos. Toda la
familia fue llevada al aeropuerto por un tal Juan Lucas en su mercedes
guinda. Nadie conocía a ese señor, pero se llevó a Susan por el hall del
aeropuerto. Eso enfadó a Santiago, hermano mayor de Julius, quien
entendió que a ese señor elegante, su madre lo había conocido en el
campo de golf y que con él salía todas las noches.
En el bar del aeropuerto todos tomaron Cocacola menos Cinthia porque
tosía, aunque Julius le pasó medio vaso. Eso enojó a Susan que fue
calmada por Juan Lucas. Santiago ya había tomado tres vasos de whisky y
se iba por el cuarto. En la despedida el único que no lloraba era Juan Lucas
que abrazó y besó a Susan. El avión se elevó por los cielos. Cinthia iba
tosiendo y Susan con gafas oscuras como siempre, linda. En el bar,
Santiago estaba más borracho. Carlos lo convenció para irse a casa,
entonces se paró y se fue a pagar lo bebido. El cobrador le dijo que esa
cuenta ya había sido pagado su padre (Juan Lucas). Santiago no pudo más
y gritó de cólera diciendo que ese alcahuete no era su padre que lo iba a
matar.

Desde Boston, una semana más tarde Cinthia escribió dos cartas a su
hermano Julius. Susan también escribió le tres cartas. Juan Lucas apareció
en la casa muy fino y muy serio también. Susan llamó por teléfono y Juan
Lucas viajó a Boston llevándose a Santiago. Julius entre tanto, pasó las
horas con la señorita Julia quien le preparaba para la primaria.

Algo estaba pasando en el palacio puesto que todos hablaban en voz


baja y cuando Julius preguntaba el porqué le pedían que rezara. En la
noche vinieron el tío Juan Lastarria y la tía Susana con un cable. La
servidumbre lloraba. Cinthia la querida hermana de Julius había muerto de
TBC. El cuerpecito de la niña vuelto de Boston fue llevado al cementerio
donde lo enterraron, en el mausoleo de la familia, junto a su padre.
125
Después, Santiago y Bobby iban todos los días a misa con su mamá antes
de partir al colegio. Después de sus exámenes finales los hermanos
mayores partieron a Europa. Julius seguiría mientras tanto con la señorita
Julia. Un día Julius se acercó a su madre pidiéndole que lo llevaran también
a Europa, Susan notó que bisqueaba, asustada consultó con el médico y
este le dijo que eso era producto de la hipersensibilidad y recomendó que
lo llevaran a un lugar seco.

Mientras que Susan, Juan Lucas, Santiago y Bobby se fueron a Europa,


Julius y la servidumbre partieron a Chosica. La señora Julia también fue a
enseñarle a Julius. Cuando al primer error era pellizcado. Un médico venía
a examinarlo calato y con él, una señorita a ponerle inyecciones. Cuando
junto con Vilma fue a visitar a una monjita del colegio Belén que era
pariente de Julius, el niño se acercó a los mendigos. A ellos les preguntó
por qué todos tenían cacerolas.

De Madrid llegaron cartas. Informaban que el señor Juan Lucas tenía


muy buenos amigos y los llevaba a jugar golf a un club en las afueras de
la ciudad. Además le estaba enseñando a Santiaguito a jugar golf. Bobby
nadaba mucho en la piscina. Allá pasaban de lo mejor y se distraían,
luego irían a Londres y París. Un día Julius y Vilma se fueron a Chosica
Baja. Allí un pintor norteamericano tartamudo los retrasó. Llegó otra carta
más de mamá, pero esta vez de Francia. La señorita Julia se enfermó y no
vino. También la chica que le ponía inyecciones y otro tuvo que venir en su
reemplazo. Era estudiante de medicina apellidado Palomino. Este se creía
el donjuan de Chosica pero la verdad era el rey de las empleadas del
Parque Central. Nilda y Vilma se pelearon justo cuando por primera vez
llegaba Palomino que no se fijó en Julius, sino, casi come con los ojos a
Vilma. Desde esa vez, venía Palomino hasta los días que no le tocaba y
conversaba mucho con Vilma, metido en el jardín hasta que se olvidaba de
poner inyecciones a Julius. Luego, trajo una cámara fotográfica y sacó
muchas fotos a Vilma que incluso apareció con ropa de baño. Una tarde
cuando tenía cinco años Julius se escapó de al casa. En el mercado se
encontró con el pintor Peter, que le regaló un cuadro pintado por él. Le
llevó también a cruzar el viejo puente. En la casa todos alborotados
empezaron a llamar a Julius. Vilma y Nilda se pelearon. Celso y Carlos
golpearon a Palomino rompiéndole la cara. Pensaron en todas las
posibilidades del raptor: los mendigos eran gitanos, el pintor gringo sería
maricón. Vilma se lamentaba angustiadísima. Sonó el teléfono y llamaban
del colegio Belén diciendo que Julius estaba allí. El alma les volvió al
cuerpo.

126
Carlos fue a recogerlo. Ya en la casa, Vilma se puso a llorar y prometió
no ver más a Palomino. Julius contó su encuentro con el pintor, luego lo
que fue a ver a los mendigos. Dijo también que si no fuera por la monja
que le retuvo hubiese vuelto ya hace rato. Volvió también la señorita Julia.
Julius falló en un ejercicio y recibió un pellizco, al escuchar el llanto de
Julius vino la cocinera y se quedó durante toda la clase. La maestra
empezó a enseñarle con suma delicadeza hasta cuando se equivocaba
hasta le enseñó un poemita para el día de la madre.

Cuando todo marchaba bien en Chosica, Dora, la hija de la lavandera,


se marchó a la sierra con un heladero de Donofrio. Desde Londres llegó
una carta de Susan que seguía linda, avisándole que se acababa de casar
con Juan Lucas. La noticia cayó mal a todos. Después de un tiempo,
Susan, Juan, Lucas, Santiago y Bobby retornaron a Lima.

Aunque Santiaguito y Bobby estudiaban en el Markham, El colegio


donde Julius inició sus estudios se llamaba Inmaculado Corazón.
Regentado por monjas norteamericanas funcionaba en dos lugares: la
pequeña en Av. Angamos y la grandaza en Av. Arequipa. Alrededor de las
8:30 todos los niños ricos llegaban bien bañaditos, menos los Arenas que
eran inmundos. Los primeros días Julius asistía llevado por un ómnibus del
colegio cuyo conductor se llamaba Gumersindo Quiñones. Un negro
bonachón que rápidamente se convirtió en su amigo. Pero Juan Lucas
destinó una camioneta especial para Julius. Como Julius, todos los niños
tenían una camioneta a su disposición.

El golfista se compró un Jaguar sport y a Susan, un nuevo Mercedes.


También a Santiaguito le prometieron auto si ingresaba en la universidad a
Agronomía para así administrar las haciendas de sus padres. Una noche
Santiago intentó violar a la chola Vilma. Ella se quejó a Susan y esta a
sugerencia de Juan Lucas la despidió. La nueva ama que vino en vez de
Vilma se llamaba Imelda, una muchacha que no confraternizaba con
nadie, porque no tenía sentimientos para sus compañeros de trabajo; así
que, ni bien terminó sus estudios de corte y confección abandonó a la
familia sin pena alguna.
Las monjitas eran todas americanas y realmente amables, menos una a
la que por su color le decían “La Zanahoria”. Terminado la primaria en el
Inmaculado los alumnos pasaban al Santa María. Un colegio de padres
americanos. Las monjitas compraron un terreno inmenso en la Av.
Angamos. Estaban felices y con deudas, por lo que los niños entre ellos
Julius rezaban para que el colegio sea realidad. Morales era el profesor de
fútbol de los niños. Cuando Julius llegó al colegio acababa de formarse la

127
pandilla de la Pepa. Julius a diferencia de los demás niños no entregó el
lapicero de Cinthia ni tomó como ídolo a la Pepa. Por eso, fue revolcado a
patadas en el suelo. Cuando ya el 98% de los niños integraban la pandilla
de la Pepa y resultaba aburrido pegar a los mismos, llegó Arzubiaga que
levantó una piedra. Pepa no pudo hacer lo mismo y se convirtió e uno más
del montón. A diferencia del primer líder, Arzubiaga no era belicoso, nunca
pegaba a nadie y eso era el problema. Un día, Julius le pidió que lo pegara
a Gómez un cholón bruto; pero él no le hizo caso.

Arzubiaga no cumplía los mínimos requisitos para ser malo, pero nadie
pudo con él. Hasta el gordo Martinto fue tumbado fácilmente. Este gordo
por esa época era el mejor amigo de Julius, por eso, un día lo desafió a un
duelo con espadas de madera. Así pasaron mucho tiempo. El gordo
tratando de volarle las orejas y Julius tratando de desinflarlo. Una tarde,
Silva cargó un pedrón y se le puso a Arzubiaga. El atrevido, que era rubio
y tenía cara de gato malo, había pegado a Ramírez, a King, el
norteamericano, y a Rafaelito Lastarria, primo de Julius. Como había
retado, Arzubiaga lo esperaba macanudo en el recreo. Silva estaba más
gato y malo que nunca, mientras que Arzubiaga con una calma que daba
coraje le preguntó por qué quería pelear y le hizo más preguntas. El gordo
Martinto se desesperaba porque no quería que se acabara el recreo sin la
pelea. Después que Silva le dijera mariconcito, ambos retantes se vinieron
abajo. Arzubiaga, con suma tranquilidad apretó el cuello de Silva
preguntando si se rendía. Hasta que se escuchó un gemido afirmativo.
Arzubiaga estaba en tercero y era el ídolo de Julius.

El padre del gordo tenía una hacienda extensa cerca a Lima. Lugar
ideal para que el gordo se revolcara a sus anchas. Un día invitó a Julius.
Ambos corretearon casi todo el día y regresaron inmundos a San Isidro.
Allí entablaron una lid. El gordo ya le había volado diecinueve veces la
oreja derecha y Julius había logrado pincharle la panza once veces.
Martinto arriconó poco a poco al orejón hasta tumbarlo. Entonces, Julius
recordando lo que había visto en un a película, cogió un puñado de arena
y arrojó a los ojos del gordo que ya se le venía encima. Martinto lo
persiguió llorando por todo el jardín hasta que lo alcanzó y le dió un
puñetazo en el ojo. Hubo lío de madres.

Además de este incidente hubo otro más ese año. Todos los niños
traían sendas pelotas, pero ocurre que el colegio era pequeño y
terminaban rompiendo vidrios de las ventanas. Y para peor de males, el
gringo King, hijo de un embajador norteamericano, nunca comprendió el
fútbol a la peruana. Por eso, en lo mejor del partido cogía la pelota con las

128
manos, corría como un loco y se metía al arco gritando goool.
El local nuevo del colegio andaba viento en popa, mientras la
construcción del nuevo palacio que el terreno de Juan Lucas cerca al polo,
no. Eso porque ni Juan Lucas, ni Susan ni el arquitecto de moda se ponían
de acuerdo en el plano. Pusieron cimiento para la construcción del colegio
de las monjitas. Hubo misas y rezos. El pobre Julius no se daba abasto para
tanta avemaría. A fin de año, Julius terminó entre los primeros de su clase.
La madre superiora le colgó una medallita. Santiago y Bobby como
siempre habían aprobado apenas. Por ser uno de los mejores de la clase,
Julius tenía que participar en el recital de piano. Su maestra era una
monjita linda y con pecas llamada Mary Agnes.

Después de ello, llegó el verano. Santiago estuvo metido en su


preparatoria para Agronomía y tenía un montón de profesores particulares.
Bobby por su parte se daba la gran vida, lanzándose mil veces del
trampolín para impresionar a una gringuita de trece años: Peggy, hija de e
un embajador de Canadá.

Cuando Julius tenía siete años, después de tantos saltos mortales Bobby
por fin logró acercarse a la canadiense. Se bañaban juntos cual si fueran
Tarzán y Jane. Ambos nadaban pegaditos como si fueran a encontrarse con
un cocodrilo que un día apareció y era Julius. Se acercó a preguntarle la
hora, por mocoso y cocodrilo se ganó un tremendo cocacho de un Tarzán
avergonzadísimo.

Terminado el verano Julius volvió al colegio y reinició su amistad con


Gumersindo Quiñones. Santiago logró ingresar, por eso, Juan Lucas fiel a
su promesa le entregó su antiguo Mercedes. Las cosas empezaron a
cambiar. Nilda se comía las uñas cuando Julius hablaba de los Mochicas y
Chimús. Ya no comía en el comedorcito sino con los mayores. Hasta
Cinthia se iba convirtiendo en una visita anual al cementerio y en un
hombre que venía a cobrar el cuidado del mausoleo.

Los niños del Inmaculado, se preparaban para la confirmación con el


padre Brown quien mitad en inglés y mitad en pésimo castellano les
hablaba del bien, del mal y de los mandamientos. Ellos se aprendieron los
diez mandamientos sin entender bien algunos; porque el padre prefería no
explicarles aún. En fin, ya la vida les iría enseñando quién es la mujer del
prójimo o cómo es eso de “no fornicarás”, que traía bien preocupados a
varios niños.

También ensayaron la forma de recibir el cuerpo de cristo. Ellos lo


hacían contentos y se equivocaban adrede para no asistir a las clases de
la Zanahoria. Terminadas las clases jugaban a confirmarse y se daban

129
cachetadas hasta que fueron descubiertos por la Zanahoria. Cuando llegó
el día de la confirmación, todos se morían de miedo. Temblaban cuando les
llegaba el turno. Se tenían todos la lista de los pecados y no faltó quien los
había enumerado. Al final hicieron unos propósitos de enmienda decisivos
y definitivos. Entre otras cosas: nadie más desearía que San Martín, el
chancón de la clase, se enfermara o se equivocara alguna lección, nadie
más desearía que la Zanahoria se resbalara en la escalera y se le viera el
calzón.
Llegó el día de la primera comunión y como regalo de su padrino Juan
Lucas, Julius recibió un juego de lapiceros Parker de oro, aunque él quería
una pistola para matar al diablo. Así pasó otro año escolar. Julius quedó
segundo de su clase. Bobby aprobó apenas y Santiago por mucho
mercedes, mucho plancito, mucha enamorada fue desaprobado. Ahora
tenía que irse a los Estados Unidos.
El colegio grande por fin se terminó. Ahora hasta Gumercindo Quiñones
tenía una cochera. Todo era nuevo y limpio pero semanas después el
gordo Martinto ya había escrito VIVA MARTINTO en una pared.
Cierto día, Susan había comprado una puerta viejísima de un convento
en demolición. Pidió ayuda a los sirvientes para bajar la puerta inmunda y
podrida. Incluso ella misma la cargó. Y en ese trajín fue que sintió un
hincón terrible en el brazo y antes de desmayarse alcanzó a ver al autor:
un alacrán. Luego vino un médico. Juan Lucas casi vestido para la ocasión,
comprobó que aunque envenenada Susan seguía linda. Por esa época
también le había dado a Susan darse a los repartos parroquiales. Visitaba
barriadas inmundas. Julius se propuso acompañarla un sábado por la
tarde, pero el golfista le interrumpió mandándolo a bañarse y a dormir al
mocoso del cuerno. Mientras Susan linda y Juan Lucas elegante se fueron a
bailar. Susan llevaba una vida intensa. Se levantaba temprano para llevar
a Julius a la misa. Luego volvía y tomaba desayuno con Juan Lucas a quien
le leía el periódico en voz alta. Eran contadas las noticias que le
interesaban al golfista: algún ministro nuevo y amigo suyo, si Eisenhower
seguía jugando golf y las crónicas taurinas provenientes de España y lo
demás nada. Pues, aun hombre tan elegante y millonario como él nunca
se le habla sobre el sufrimiento y pobreza de la gente, porque eso es feo,
lo más horrible y nauseabundo. Susan le contó sobre un pobre del
hipódromo y al toque Juan Lucas le hizo stop con la mano. Una lágrima
inesperada resbaló por la mejilla de la bella Susan. Julius presenció la
escena.
En la tarde, el golfista y la linda se fueron al hotel Bolívar a buscar a
unos amigos panameños. Bobby comió con Peggy, la canadiense, por
teléfono y Julius comió solo. Vino un periodista de asuntos sociales a

130
entrevistar a Susan sobre sus acciones altruistas. Susan convenció a Juan
Lucas para asistir a una misa. Allí el golfista estaba tan aburrido y cuado
ya terminaba la misa, el padrecito cantor lo exhortó para que ayude con la
colecta dominical. El elegante lo hizo, sin querer, muerto de vergüenza y
odiando toda labro filantrópica.

Un día asistieron a un almuerzo de sociedad. Allí tomaron pisco y Juan


Lucas conversó con su amigo Romero, un gordo aficionado a la
tauromaquia. Por esa época apareció el arquitecto de moda para anunciar
que el segundo piso de palacio nuevo ya iba a empezar y anunciando
prontísima boda con su novia, la Susan disminuida. A pedido de Julius, el
arquitecto de moda le llevó hasta la construcción y lo dejó al cuidado de
los obreros. Estos le hicieron tomar cerveza y cargar la mezcla hasta el
segundo piso. Los obreros le parecieron a Julius payasos locos de circo
barato. En la noche Julius contó a su madre sobre lo sucedido.

Las últimas semanas del año escolar Julius se dedicó a estudiar y a


preparar su preludio de Chopin. Estaba preocupado el pobre por si tal vez
salía el primero de la clase, pues eso era sólo de chancones, gilipollas,
sobones y mujercitas. Llegó la condecoración y los premios. Julius tocó su
preludio y Juan Lucas no asistió. Susan estaba aburridísima, y
lamentándose porque jamás sus hijos mayores le habían dado tanto
problema de asistir a la premiación por ser su hijo uno de los mejores
alumnos del salón.

Dos semanas después, abandonaron el palacio en Avenida Salaverry y


se fueron a vivir al Contry Club. Hasta que el nuevo palacio estuviera listo,
vivirían en el hostal y para ello, era necesario despedir a la servidumbre.
Sólo Carlos, el chofer, se quedaría. Susan no los despidió, sino les dio
vacaciones pagadas. Eso aprovecharon Celso y Daniel para edificar sus
casitas de estera en sus barriadas.

Ya en el Country Club, Julius pasó el mejor verano de su vida, aunque


sin sirvientes. Mientras Santiago, en Estados Unidos y Bobby que ya podía
manejar la camioneta iba todos los días a buscar a Peggy. Juan Lucas
también andaba de maravillas con su uniforme de golfista, su gorrita, su
bronceado, sus patas de gallo, sus carcajadas para algunas amiguitas ya
parecía duque de Windsor. Aunque ya se iba por los cincuenta años, el tío
continuaba fresco como una lechuga. Y Bobby sólo aparecía en la casa
para “mamá, necesito plata”.

Una tarde cuando Susan y Julius se encontraban en la piscina apareció

131
Pericote Siles quien se había declarado a Susan antes de que se case con
Santiago, luego antes de la boda con Juan Lucas. Susan, linda como
siempre lo rechazó como todas las mujeres a quienes se había declarado.
Se acercó a Susan quien le presentó a Julius que rechazó la mano de
Pericote. Los tres comieron butifarra.

Se acercaba el santo de Julius, pero, Susan parecía no recordar. Julius


pasaba todos los días metido en la piscina del country Club y en la tarde
subía a la suite. Un día Julius descubrió a Manolo y su enamorada Cecilia
en pleno chape, pero luego le sonrieron y hasta le ayudaron a abrir la
puerta. Arminda la lavandera, trajo un regalito de pobre para Julius cuando
cumplió nueve años. Una colonia y un par de medias amarillas era el
obsequio lo que Juan Lucas juzgó de horrible y huachafo, por ser regalo de
una sirvienta mugrosa.

Julius y toda su familia fueron invitadas a una casa de cristal en


Monterrico. También Juan Lastarria recibió la tarjeta de invitación. Lastarria
fue el primero en llegar y el último en irse. Vino en su carro Cadillac y casi
atropella a un mozo. En el cóctel estaba una sueca que pretendía explicar
a los hijos de Altamira, el anfitrión, sobre porqué sus senos eran tan duros.
Esta sueca llamada Dita profería el amor libre y llegó a estar con varios
políticos y gente adinerada. Al cóctel llegó también el Premier. Finita y
Ernesto Pedro de Altamira eran los esposos anfitriones. Juan Lucas se puso
a hablar con la sueca feliz y Susan que estaba linda, se puso celosa. Juan
Lucas y Susan abandonaron la casa de Cristal. El Jaguar que manejaba
Juan Lucas se perdió. Susan recordó su estancia en Londres donde conoció
a una argentina que se llamaba Cinthia y que le prometió que a su hija lo
llamaría así. En una fiestecita también conoció a David, Liz, Elizabeth, la
pareja JJ (John y Julius). Allí, también se conoció con Santiago su primer
esposo un 27 de Setiembre de 1937. Todo esto recortaba Susan hasta que
Juan Lucas pisó el freno. Julius estaba con ellos. Se dirigieron en un local
llamado Acuarium para festejar el santo de Julius que bostezaba y
cabeceaba de sueño. Allí Juan Lucas se reconoció con un gordo a quien le
decían Bello.

En el barrio Marconi que quedaba al lado del Country Club, las chicas
se pelearon con los chicos por culpa de Carmincha, que se había
enamorado perdidamente de un gringuito. Los únicos que no pelearon
eran Manolo y Cecilia que seguían besándose, justo cuando un niño
blanquinosito, nerviosito, orejoncito y muy flaquito pasaba por su lado en
ropa de baño. Cecilia y Manolo pretendía que el gringo se fijara en
Carminacha, pero, ese todo el día saltaba más alto en la piscina hasta que

132
un día cuando también cayó Carmincha el gringo la elevó en sus hombros.
Luego la piscina se clausuró y mañana todo el mundo al colegio.

Como todos los años los Arena llegaron inmundos. Cano(nuevo amigo
de Julius)estaba tristísimo. Martinto había desaprobado el año y ya no
recordaba que Julius fuera su amigo. Sánchez Concha llegó enorme. Del
Castillo estaba muy rubio y Julius también había crecido pero estaba muy
desgarbado. Bobby ahora estaba interesado en una chica de Villamaría
que conoció en Ancón. Por decisión de su madre, Julius tenía que estudiar
piano con una profesora alemana. Morales armó el equipo del Inmaculado.
Sánchez Concha era el capitán. Julius también estaba en el equipo pero
no de arquero como él quería sino de winger. Los entrenamientos se
hacían por las tardes bajo la vigilancia de la madre Mary Joan, la monjita
fitbolista recién llegada. Tres semanas más tarde, Sánchez Concha le
volvió a pegar a Del Castillo, luego a Zapatero, Espinoza, De los Heros y a
Julius a quien le sacó la mugre. Ocurre que él estaba contando sobre su
profesora de piano diciendo que era nieta de Beethoven y Sánchez
Concha lo desmintió. Insultándolo incluso con lo de su padrastro.

Susan se alegró porque lo del golfista y la sueca era una fugaz


aventurilla. Todas las tardes la nieta de Beethoven daba clases de piano al
orejón. Carlos, conmovido por la pegada de Sánchez, le enseñó a Julius
golpear con la cabeza. Frau Proserpina era el nombre de la famosa nieta
de Beethoven. Era ya vieja y golpeaba la muñeca de Julius cada vez que
se equivocaba. Además de la profesora, en dicha quinta, Julius conoció a
un viejecito sabio y calvo, a una mujer mal humorada que se bañaba
desnuda sin cerrar la puerta del baño, a un escribano y a una escolar
bonita que se pintaba las uñas. La profesora era exigente con la
puntualidad porque según ella Julius se iba y otro venía. La chica bonita le
sonreía a Julius. En el colegio el reinado de Sánchez Concha se acabó con
la llegada de Fernandito Rachal y Ladrón de Guevara. Hijo soberbio de un
embajador en Argentina. Su carpeta estaba en la última fila, por eso, De
Los Heros le puso la pierna para que FRLG se caiga pero más bien él
terminó quejándose de un pisotón fuerte.

Lo que desconcertaba a los niños compañeros no era el nombre del niño


nuevo sino su cara siempre furiosa. Un día el gordo Martinto le cuadró con
su espada de palo, pero Fernandito lo miró furioso y el retante tuvo que
disculparse y venir muy limpio. Hasta enflaqueció. Fernandito venía todos
los días más furioso. Hasta Morales lo respetaba. Según la profesora de
Castellano, una mujer huachafa y vulgar, la actitud de Fernandito era un
caso de altanería excepcional. Sánchez Concha decidió imitarlo. La cara de
Fernandino seguía siendo seria y furiosa.

133
Un zambo de 35 años apellidado Del Castillo vino al colegio como
fotógrafo oficial. La Madre Superiora lo hizo traer para que tomara fotos a
los niños como recuerdo para que ya de viejitos se lo muestren a sus
nietos. La Madre Superiora siempre hacía bromas y todos los niños se
rieron hasta Sánchez Concha pero cambió de rostro inmediatamente
porque Fernandito seguía con la cara seria y furiosa. Del Castillo fotógrafo
después, de una semana trajo las fotos y vendió a los niños. Todos
compraban contentos para mostrársela a mamá, pero ocurrió algo grave
que afectó mucho a Sánchez Concha. Sucede que, como nunca,
Fernandito sonreía en la foto de oreja a oreja, mientras que Sánchez tenía
la cara de uno que estaba a punto de ir al baño.

Juan Lucas y Susan que estaba más linda que nunca, se habían ido a
Madrid a adorarse. Allí en el hotel Ritz recibieron un cable del arquitecto
que decía:“Todo listo para la mudanza”. Volvieron entonces pronto y lo
primero que escucharon fueron las quejas del chofer en contra de Bobby.

Ya al nuevo palacio vino el decorador, Celso, Daniel y los otros


sirvientes reaparecieron. Julius los sometió a un interrogatorio. Luego los
empleados pedían aumento de sueldo. Susan contrató a una nueva
empleada que se encargaría de Julius. Se llamaba Flora y era una chola
frescachona, pero como era tan decidida y firme al expresar sus ideas la
llamaban “La Decidida”. A pedido y trámite de Juan Lucas también llegó
Abraham, el cocinero, a quien el golfista lo había conocido en la casa de la
Señorita Aranzazu Marticorena, una ex amante de Juan Lucas. Este seguía
acostándose con la sueca a igual que otros ministros. Vino también un
nuevo jardinero llamado Universo.

Cano, amigo de Julius, vivía con sus abuelita y no tenía tanto dinero, así
no pudo poner nada a la alcancía que traía la monja futbolista. Por eso
Fernandito le pegó con su guante de béisbol.

Julius le dijo a Fernandito que por atrás no se pega y se ganó un


puñetazo en la nariz. Cano le contó su secreto y sus planes contra
Fernandino Ranchal, pero antes le pidió que jurara no decir a nadie, Julius
sin faltar lo hizo por Dios, incluso casi jura no decir a nadie que su casa era
tan sucia y tan fea; pero se contuvo. Pidiéndole que se acercara, Cano le
señaló tres pedrones, pues, según la sugerencia de un chico del barrio si
los cargaba todos los días a los dos meses sería más fuerte que
Fernandito.

Ya por la tarde, Carlos, el chofer, llevó a Julius donde la nieta de


Beethoven, es decir, la profesora de piano. Carlos era burlón con Frau
Proserpina. Así que no hizo otro comentario más con él y con sus
134
cuadernos se bajó del Mercedes.
La niña bonita que se pintaba las uñas y que le gustaba a Julius
tarareaba unos boleros. Por eso Julius la contemplaba cada vez que iba a
sus clases de piano. Incluso una tarde le hizo un adiós con la mano, le
sonrió y empezó a cantarle: “Te duele saber de mí, mi amor, amor que
malo eres...” Julius pegó un salto hacia atrás. El viejito sabio que también
vivía en la quinta se rió mucho. Frau Proserpina estaba cada día más
severa, insolente y malcriada, le decía que ella tenía tantos alumnos y que
de ellos él era el peor.

Es que Julius tardaba en llegar a sus clases por ver a la bonita. Julius se
preguntó que por qué nunca se cruzó en el camino con los tantos alumnos
de la nieta de Beethoven. Un reglazo en la muñeca dada por la profesora
le volvió en sí. Julius tomó la firme decisión de conocer bien al viejito sabio
y enseñarle a la niña bonita el buen camino. La maestra le dijo que pasado
mañana no habría clases para Julius porque había recital sólo con los
mejores alumnos. La clase terminaba, Julius salió y esperó al alumno
siguiente y puntual de su maestra. Del alumno puntual ni sombra.
Después de un ratito regresó a la sala de sus clases, rarísimo: la maestra
había apagado las luces que iluminaban a los pianos. Julius tosió y
carraspeó. Julius dijo al viejito calvo que la maestra era la nieta de
Beethoven y este se rió más. Le preguntó en qué trabaja y el viejito
respondió: filatelia. Julius que no entendía la última palabra recordó que en
Estados Unidos quedaba Filadelfia y qué tenía que ver eso con el viejito
“Yo colecciono estampillas” dijo el viejito, felizmente. ¿Y la viuda de
Montepío? Y el viejito se rió más. A pedido del anciano Julius le compró un
periódico. El viejito decidió probarle a Julius sobre la mala y loca que era
Frau Proserpina y que no era ninguna nieta de Berthoven. Julius y el viejito
ingresaron al famosísimo concierto de piano de los mejores alumnos. El
piano tocado por ellos sonaba como nunca.
Al llegar a la puerta quiso dar marcha atrás, pero el viejito calvo y sabio
estaba decidido a todo. Hasta le cogió la mano para darle coraje. Julius vio
las cuatro bancas de siempre, todo oscuro, sólo los pianos bien iluminados
y el que la tocaba era nada menos que la misma Frau Proserpina, la nieta
de Beethoven. No había ningún mejor alumno más. Julius perdió el
equilibrio y casi se va de narices al piso.
La maestra dejó de tocar. Era el intermedio, escuchando varios ruidos
se acercó a la puerta y descubrió al viejito y al niño orejón espiándola. A
Julius le canceló las clases para siempre y al viejito le recriminó. Y este se
puso a llorar porque ahora le botaría del cuartucho que lo subalquilaba.

Anochecía y Carlos, el chofer negro empezaba a tocar la bocina. Julius


se subió y se fueron al palacio nuevo. Nadie les abría la puerta. Carlos
135
empezó a bocinear. Por fin abrió Celso, Julius que estaba de capa caída fue
despertado por un automóvil lujoso y corrió a verlo por dentro. Era como
en las películas de gánsters. El dueño un amigo embajador de Juan Lucas.
Julius iba a preguntar más cosas pero apareció la Decidida con sus gritos.
El amigo embajador parecía Al Capone y estaba sentado sobre un
taburete. Tus padres están por llegar, le dijo a Julius con una mirada tan
seria y amarga que Julius no recordaba dónde la ha visto ni a quién.
“Apúrate Julius, tengo que limpiarte y tienes que hacer las tareas”, dijo La
Decidida.

Llegaron Juan Lucas y Susan que con el mechón para arriba y atrás,
estaba más linda. Venían en una carroza jalada por unos caballos.
Apurados porque seguro, su amigo embajador ya los estaría esperando.
Julius al escuchar desde su cuarto los pasos de los caballos se asonó a la
ventana para mirarlos. Los reyes bajaban. Al ver la carroza nuevecita,
Julius recordó el antiguo palacio y los disparos que hacía a los sirvientes
desde allí. Pero volvió a su edad actual y dijo ¿Mami?, y Susan linda le dijo:
“Bájate, darling”. El amigo embajador de Juan Lucas era enano. Había
llegado de Buenos Aires donde fue embajador y antes de visitarlos en
Lima se fue hasta su hacienda en Trujillo. Enorme de torso y chiquito de
piernas no dejaba de asombrar a Julius más por la cara seria y amargada.
Era además calvo. Amigo y compañero de Juan Lucas desde el colegio.
Seis años embajador en Argentina. Se llamaba Fernando Ranchal y Ladrón
de Guevara. Julius tenía que irse pero esa mirada, ese rostro lo tenían
preocupado. Las había visto en algún sitio. El amigo lanzó un piropo a la
antigua usanza a la mujer de Juan Lucas. Susan linda dejó caer íntegro el
mechón para ocultar la sonrisa, aun así seguía linda.

“¡Mami!, dijo por fin el orejón, no quiero seguir estudiando piano” y le


contó lo de la nieta de Beethoven, “Perfecto!” exclamó Juan Lucas. No más
pianos. No más señora del montepío no más viejito calvo y sabio de
estampillas. “Tío la chica que se va por el mal, camino es mentira”, Le dijo
al golfista elegante, “Frau Proserpina no es nieta de Beethoven., insistía
Julius, “ándate a la cocina” le respondió el interpelado.

El amigo gánster de Juan Lucas era otro millonariazo, dueño de vairas


haciendas , en los que a sus empleados todos serranos, los hacía saltar
disparándoles al piso cerca de sus pies. Julius llevó al hielo que tanto pedía
Juan Lucas. En ese instante reconoció la cara del embajador era padre de
su compañero Fernandito Ranchal y Ladrón de Guevara. “Pobre Cano”
Murmuró.

La profe de Castellano que era bien huachafa y la habían visto con su


novio en la Av. Wilson, les dio como tarea redactar una composición sobre

136
algún acontecimiento o personaje que los hubiera impresionado
últimamente. Les recomendó los temas, podían redactar incluso de su
mejor amigo “o de su peor enemigo”, pensó Julius para sí. Al día siguiente
Julius fue el primero y el voluntario para leer su composición, Pero la
huachafa le dijo momento porque Espejo hacía bulla y ante todo
disciplina.

Toda la cocina había ayudado a Julius en la redacción. Gracias a Carlos,


Julius ya tenía el título de su composición, “El Señor de Negro”. Antes de
entrar a la clase Julius advirtió a Cano a que no se metiera con Fernandito,
porque en la clase pagaría con su composición al furioso y soberbio, pero
Cano no le entendió. Autorizado por la profe huachafa, Julius empezó la
lectura de su composición. A medida que avanzaba la lectura Fernandito
Ranchal, pensaba que el señor de negro y pies chiquitos de Julius se
parecía mucho a su padre. Increíble, hasta se vestía igualito que su papá,
que caminaba, se sentaba y tenía la misma calva y la misma cadenita de
oro de su papá, su misma expresión. Toda la clase se estaba riendo,
menos Fernandito. Julius corregido por la profe seguía leyendo, que el
señor no alcanzaba a la mesa, que el mayordomo le trajo un montón de
cojines, que el cocinero le sirvió un pejerrey que era más grade que el
señor calvo, alicate y panzudo. El pejerrey lo miraba serio y el pejerrey
también lo miraba, entonces se quedó estático mirando al pececillo. El
pejerrey se pudrió y el cocinero se lo llevó a la basura. El señor de negro
como hipnotizado lo siguió con su cara seria y amargada y como era tan
chiquito se metió al basurero después del pejerrey.

Toda la clase era risas y zapateo incontrolables. Fernandito Ranchal al


fondo con la cara seria y hecho una mierda ya lloraba de verguenza. El
golpe ya estaba hecho pero Cano no entendía nada. Y seguía con eso de le
pego y le pego. Llegó el día de la pelea pero le fue mal a Cano. Vinieron los
exámenes finales y los ensayos para la repartición de premios. Julius por lo
del piano, por leer mucho a Mark Twain y Dickens no salió premiado. Susan
se alegró mucho porque ya no asistiría a tan aburrida premiación de su
hijo. La madre Superiora leyó el discurso de fin de año. A Fernandito
Ranchal le dieron una medalla por ser el mejor futbolista. Él la recibió con
la cara seria.

El año que Julius cumplió diez, Bobby empezó a armar escándalos y


griterías tan fuerte que ni todos los techos matarruidos de Juan Lucas
lograron silenciar. Empezó una noche a las 7:00 p.m. en el palacio. Juan
Lucas estaba en su cancha de golfito. Tomaba contento en su vaso de
cristal su wisky importado. Bobby venía furioso, soltando miles de
palabrotas. Julius que apareció por ahí, se escapó porque Bobby quería
pagar a quien sea. Bobby corría de una habitación a otra hecho un

137
energúmeno, Susan le dijo ¡Darling!, ¡Darling! Juan Lucas, ¿Qué pasa
muchacho? La decidida se cruzó con Bobby que seguía gritando. Se calmó
un poco y le preguntaron qué pasaba, pero Bobby, no dijo ni pío. Juan
Lucas tenía sus sospechas. Por eso, ordenó distribuir todos los wiskys en
los lugares estratégicos para que Bobby cayera a la tentación y se lo
bebiera.

El objetivo era simple: Que Bobby se embriagara tanto hasta confesar


su problema. Bobby bebió pero cuanto más beodo se enfurecía más y
gritaba peor. Susan aterrada fue hasta la puerta del cuarto de Bobby. Le
dijo en ingles que por favor abriera, que si no se moriría de pena. Bobby
no abrió. Juan Lucas le dijo “¡Vamos muchacho!”, Bobby no le hizo el
menor caso pero soltó algo, dijo que no iba a parar hasta vengase, que no
perdonaría esa falta. Juan Lucas, les ordenó a todos que se fueran, que él
solucionaría. “¡Vamos muchacho!” dijo, y como respuesta escuchó
¡Váyanse a la mierda todos! Además “¡Tú no eres mi padre!” y otras
groserías más. Veinticuatro horas después, el hambre obligó a Bobby a
abrir la puerta. Hacía medio día Celso le ofreció algo de comer pero Bobby
le dijo llorando ¡Vete a la mierda! Después de cuatro horas salió y tomó el
wisky y regresó a su dormitorio con la botella. Más tarde el escándalo
seguía. Julius fue el primero en escuchar los gritos, salió corriendo a la
escalera pero Bobby que estaba por ahí le dijo: “Quítate de ahí hijo de
puta”, delante de su madre. Lloraba y gritaba ¿Por qué? Nadie lo sabía.
Juan Lucas les ordenó que desaparecieran. Ellos lo hicieron pero sólo por
ahí, desde donde escuchaban atento. Empezó a hablar pero nada se le
entendía, al fin dijo: “Iba a cumplir diecisiete años y había tenido sexo”.
Pero él motivo del escándalo no era eso, ¿La niña del Villamaría? Tampoco
¿Entonces, cuál?
Peggy, la canadiense le había cambiado con Pipo Lastarria, su primo.
Les preguntó si no era bueno morirse de pena. diecisiete años y ya con
cuernos. Todos se enteraron del asunto. Juan Lucas y Susan salieron.
Bobby llamó por teléfono a Peggy ella se había ido hacia Ancón con Pipo.
Bobby partió a toda velocidad. Una mano cogía el timón y la otro la botella
de Wisky que iba tomado. Julius se solidarizó. Bobby apareció más tarde
totalmente abollado.
Todo parecía tranquilo en la noche pero los gritos de la Decidida,
despertó a todos. Bobby había intentado violar a la Deci y ella no se dejó y
de un puñetazo le tapó el ojo que aún tenía sano. Julius los vio forcejearse.
Bobby lo amenazó con descuartizarlo si contaba a mamá. Ya en su cuarto
Bobby recordaba que el primer ojo le había tapado Pipo, luego que fue a
un burdel donde no lo dejaron entrar por más que gritó su apellido, su
clase social y sus influencias. Fue entonces que, para desfogase había
pensado en la Deci.
138
Al día siguiente a pedido de Susan que aunque desconcertada seguía
linda, Bobby se disculpó de la Deci. Arminda la lavandera ya estaba tan
vieja que confundía las cosas, hasta que murió.
Celso abrió la puerta del palacio. Carlos, la puerta del Mercedes
diciendo: “traigo a un herido” Era Julius que estaba furioso y adolorido
porque venía de un consultorio dental. El entierro de Arminda le abrió a
Julius una vieja herida: la muerte de Cinthia. Bobby tenía una nueva
enamorada. Se llamaba Maruja y era un hembrón. Bobby quería
encamarse, pero ella se le escapaba argumentando que primero tenían
que estar casados. Bobby le prometía, que así sería, pero Maruja que
había quedado segunda en un concurso de “Mis todas las playas del Perú”,
y quería ser modelo, siempre se le escapaba. Bobby soñaba con el cuerpo
de Maruja, hasta que ante la negativa terminó donde Nanette una
proxeneta que administraba un prostíbulo y donde había una poderosa
prostituta chola llamada Sonia. Bobby decidió escribirle una carta a su
hermano Santiago, contándole sobre lo que le pasó y pidiéndole consejos.
No fue necesario redactar, el consejo estaba dado telepáticamente. ¡Que
se metiera con la mejor amiga de Peggy! Así que sólo le saludó al
hermano, como respuesta recibió una carta personal e intransferible. Más
que carta era una encomienda que contenía fotos de chicas desnudas
posando con Santiago.

Susana Latarria que era horrible, se enteró tarde lo de Pipo a su primo.


Le reclamó a Pipo. Consultó con el cura. Habló con su esposo Juan
Lastarria. Este no le hizo caso. Así que muy afligida le escribió una carta a
su prima disculpándose, Susan leyó con asombro. Bobby ya estaba con
Rosemary, la mejor amiga de Peggy que había rechazado a Pipo varias
veces.
Susan que estaba linda, pero preocupada, consultó sobre Bobby con
Juan Lucas, por su actitud violenta y alcohólica. A sugerencia del golfista le
quitó la propina. Bobby empezó a robar plata de la cartera de Susan.
Entonces ella escondió la caja fuerte. Bobby intentó abrirla pero no pudo.
Justo ahora que llegaba Sonia al prostíbulo. Estaba triste hasta que se
acordó de la alcancía donde Julius había ahorrado todas las propinas de su
vida. Entró al cuarto del orejón pero por más golpes no pudo abrir.
Entonces se acordó que Celso era el tesorero del club de amigos de
Huarocondo y robó todo el inmundo dinero. Celso se quejó con Susan y
antes que termine de hablar Juan Lucas le estiró un cheque.

El arquitecto de moda apareció ahora donde Juan Lastarria. Anunció que


ya tenía hijo con su esposa, la Susan disminuida. Susana la mujer horrible
de Lastarria estaba más insoportable. Así que el gordito cursilón decidió
hacer publica a su querida.

139
Juan Lucas y el crítico taurino Romero decidieron ir a Ecuador junto con
Susan. Sólo a ver torear a Briceño. El viaje fue una decepción. El gordo
Romero enfermó. En Quito Susan estaba más linda. Hasta allí Bobby le
escribió una carta pidiéndoles permiso para su fiesta de promoción. El
golfista y su esposa se rieron. Retornaron a Lima.

En el nuevo palacio todo marchaba bien para Bobby. El electricista ya


había venido para la iluminación. El problema era la orquídea que debía
entregar a su pareja en la fiesta. Juan Lucas le dijo que desde la selva de
Tingo María donde tenía una inmensa finca llegaría una orquídea
verdadera. Bobby le agradeció contento. Juan Lucas y Susan partieron a
una reunión social.

Llegó el día de la fiesta. Faltaba apenas tres horas para el inicio. Bobby
estaba feliz. La Decidida corrió a encender las luces que iluminarían la
gran fiesta de promoción. Apretó el botón, pero se escuchó chic y unas
chispas salieron de todos enchufes. El fluido se fue. Ya anochecía y Bobby
se largó gritando que quería luz en cinco minutos. El hijo del electricista
que era de la misma edad de Bobby pero más alto y agarrado salió en
defensa del padre. Bobby lo midió y se retiró diciendo: “contigo, dónde y
cuándo quieras”. Andaba tan furioso porque aún la orquídea no llegaba de
Ucayali. Julius por nada del mundo quería perderse la fiesta, así que se
alistó. Los músicos llegaron y empezaron a instalar los instrumentos. Julius
se acercó al piano y empezó a tocar. Eso enojó Bobby que lo prohibió y lo
ordenó desaparecer. Julius se retiró diciendo que los buenos pianos no
olían a orines de gato y salió disparado. Bobby también, para matarlo pero
allí le esperaba el hijo del electricista mascando chicle. Bobby se paró
apenas y le repitió: “contigo, dónde y cuándo quieras”. Los invitados ya
estaban y la orquídea no llegaba, le reclamó al golfista y éste le dijo que
esperara. La orquídea llegó. Una hora más tarde Bobby partía en un Jaguar
a recoger a Rosemary. Antes advirtió a Julius con romperle la cara si es que
asomaba por la fiesta. Pero Julius se puso su ternito, se peinó y hasta usó
la corbata de Bobby, era su primera fiesta juvenil, habrían chicas
dispuestas a bailar y él estaba contento porque bailaría con una de ellas.
Y así lo hizo. Los empleados a escondidas veían todo, gozando. Julius
luego se retiró. Ya en su cuarto no dormía con la bulla, por eso, empezó a
comunicarse con Cinthia. Pasaron los días y Bobby le propuso algo a Julius:
“Si me das la plata de tu alcancía yo te digo a quien voy a tirarme esta
noche”, Julius que no entendía nada, respondió ¡No!

“Lo prometido es deuda” dijo el golfista, y es que para navidad había


prometido traer de vuelta a Santiago desde los Estados Unidos. Todos
fueron recibirlo al aeropuerto a Santiago, que regresaba con su amigo

140
Lester Lang IV. Saludó a todos incluso a Julius, “orejas” le dijo. Santiago y el
norteamericano protagonizaron miles de borracheras y orgías en Lima.
Bobby estuvo con ellos. Lester hasta se enamoró de Delfina y esta lo
rechazó. Una noche que regresaban de Ancón a toda velocidad, el carro se
salió de la pista. Felizmente no pasó nada. Ante tanto desenfreno, la
Decidida opinó que Susan no cumplía su deber. Por fin los visitantes
partieron. Bobby tenía que prepararse para la universidad.

Vilma, después de tiempo apareció en el nuevo palacio para saludar al


orejó que había crecido. Luego Nilda contó que Vilma, la chola hermosa,
ahora trabajaba e un burdel de la Victoria. Eso afectó a Julius hasta hacerle
recordar a Cinthia, su hermana muerta, con quien por una necesidad de
comunicarse con alguien empezó a hablar a través de monólogos. El
orejón estaba muy apenado y lloraba en silencio entre otras cosas por ese
mundo de infancia solitaria y sin afecto que estaba dejando atrás. Ahora
empezaba otra etapa, otro mundo, tal vez más solitario. Julius tenía
muchas interrogantes, pues ahora ya tenía once años, ya sabía el
significado de la palabra tirar. Carlos se lo dijo. Ya sabía a quien se iba a
tirar su hermano Bobby en el prostíbulo de La Victoria. Y Su mamá, como
siempre linda, salió a otra fiesta de sociedad sin sospechar el triste estado
emocional de Julius.
Fin.
D. PERFIL PSICOSOCIAL DE LOS PERSONAJES:
CLASE ALTA (LOS ARISTÓCRATAS)
1. JULIUS: Un niño rico, falto de afecto materno y familiar, pero,
inteligente y sensible que poco a poco se da cuenta sobre la vida
frívola y fría que llevan la gente de la alta sociedad. Físicamente es
orejón, blanquiñoso, rubio y muy enjuto.

2. SUSAN: Siempre linda, estudió en un internado de Inglaterra, de


ahí su dejo inglés al hablar. En Londres, se casó con Santiago en la
casa Sarrat y tuvo con él cuatro hijos: Santiago, Bobby, Cinthia y
Julius. Es linda, rubia y blanquinosa, pero muy despreocupada para
sus hijos. Cuando dice algo tonto o se equivoca deja caer su mechón
a toda la cara. Nunca tomo una decisión si antes no toma Coca- Cola.

3. JUAN LUCAS: Golfista millonario y elegante casado con la madre


de Julius. Dueño de muchas haciendas en todo el país. Su mayor
preocupación el golf, los negocios y las reuniones sociales. Trabaja
una hora al día. Nunca se equivoca siempre tiene la razón. Nunca se
le puede hablar de los pobres ni la pobreza, porque esas cosas le
repugnan.

141
4. JUAN LASTARRIA: Gordito cursilón. Tío y padrino de primera
comunión de Julius. Su mujer Susana aunque prima de Susan era
horrible, por eso Lastarria tenía querida.
5. MORALES: Entrenador de fútbol del Colegio Inmaculado que formó
la selección de dicho centro.
6. LOS ARENAS: Hermanos que siempre venían sucios al colegio.
7. LA PEPA: Alumno del Inmaculado que a la llegada de Julius había
formado su pandilla y cobraba cupos, a los que no eran de su
pandilla los masacraban.
8. ARZUBIAGA : Alumno del Inmaculado e ídolo de Julius en el colegio
acabó con la pandilla de la Pepa. Nunca fue malo, sino pacífico.
9. SILVA: Compañero rubio de Julius con cara de gato malo, que un día
retó a Arzubiaga pero le fue mal.
10. EL GRINGO KING : Hijo de un embajador norteamericano.
Nunca entendió el fútbol a la peruana y en pleno juego se
equivocaba y lo confundía con el fútbol americano.
11. EL GORDO MARTINTO: Amigo de Julius. Por mucho tiempo se
pasaron juntos tratando de cortarse la oreja y /o desinflarse.
12. CANO: Compañero y amigo pobre de Julius que fue pegado por
Fernandino Ranchal y Ladrón de Guevara. Vivía con su abuelita y
pretendió vengarse de Fernandito.

13. FERNANDITO RANCHAL Y LADRÓN DE GUEVARA : Niño


nuevo, serio y soberbio que llegó de Argentina donde su papá fue
embajador. Nunca se reía. Mostraba la cara amargada y seria. Sólo
sonrió para la foto de la primera comunión.

14. PEGGY: La canadiense. Hija del embajador de Canadá que fue la


primera enamorada de Bobby, pero lo cambió por su primo Pipo
Lastarria.

CLASE BAJA (LA SERVIDUMBRE)


15. CARLOS: Chofer negro de la familia. Burlón pero responsable y
afectuoso con Julius.

142
16. BERTHA: Nana anciana de Cinthia, antes fue de Susan hasta que
se fue a Londres. Murió después de Santiago padre.

17. VILMA: La chola hermosa. Niñera que brindó a Julius el afecto


materno que Sunsan nunca pudo dar a su hijo. Proviene de Puquio.
Tras ser acosada sexualmente por Santiago es expulsada del palacio
y termina como prostituta y se acuesta algunas veces con Bobby.
18. DANIEL Y CELSO: Mayordomos de la familia. Celso provenía de
Huarocondo – Cusco. Además era tesorero del Club Amigos de
Huarocondo y guardaba en una cajita mugrosa el dinero del club.
19. ANATOLIO: Jardinero de la familia desde el palacio viejo.
20. UNIVERSO: Jardinero de la familia en el nuevo palacio.
21. ARMINDA : Lavandera de la familia. Su hija Dora que también
era lavandera se escapó con un heladero de Donofrio.
22. VICTORIA SANTAPACIENCIA : Sastre que confeccionaba los
uniformes de Julius y de sus hermanos.
23. LA DECIDIDA: Su nombre era Flora. Tenía unos pechos enormes
y se expresaba sus ideas con una seguridad, por eso, Susan le puso
el sobrenombre que utilizarán todos en el palacio. Vino en reemplazo
de Imelda, la que a su vez reemplazó a Vilma. Cumplía su deber con
una disciplina militar. Una noche Bobby intentó forzarla, pero ella se
defendió con bravura.

CLASE MEDIA:
24. EL ARQUITECTO DE MODA : Jovencito brillante a quien le
faltaba vivir un poco todavía. Se enamoró de Susan que estaba linda.
Bailó toda la noche con él. Fue quien diseñó el nuevo palacio.
Amaba tanto a Susan que al no ser correspondido se consiguió una
novia, la Susan disminuida, quien de dio un hijo.

25. LA ZANAHORIA: Monja temida por los niños del Colegio


Inmaculado Corazón, por su estrictez y carácter fuerte.

26. MARY AGNES: La monjita pianista, profesora de Julius.

27. GUMERCINDO QUIÑONES: Chofer negro del colegio


Inmaculado Corazón. Fue amigo de Julius.

143
28. EL PADRE BROWN: Cura inglés que prepara a Julius y a sus
compañeros para la primera comunión.
29. FRAU PROSERPINA : “Nieta de Beethoven” según el golfista
que en un solar viejo enseña a Julius a tocar piano. Le pega cuando
se equivoca. Al final resultó ser una vieja avara y medio loca.

30. LA MADRE MARY JOAN: Norteamericana fanática del fútbol.

E. UBICACIÓN CRONOTÓPICA (ESPACIO – TIEMPO):


En la novela, la reconstrucción de la infancia del protagonista, Julius, se
desarrolla especialmente en 6 escenarios y 2 tiempos.

ESPACIOS: El palacio viejo, casa de Chosica, Colegio Inmaculado, El


Country Club; El palacio nuevo, La quinta o solar donde Julius asiste a
sus clases de piano.

TIEMPO: Desde los cinco hasta los once años. Así, los dos tiempos
pertenecen a la primera infancia de Julius que pasa en el palacio viejo y
en Chosica, y a la segunda infancia del protagonista lo que pasa en el
colegio, en el hotel del Contry Club, en la academia de piano y en el
palacio nuevo. La infancia de Julius finaliza en las puertas de la
pubertad con una toma de conciencia de la sexualidad.

F. INTENCIONALIDAD DEL AUTOR:


 Reflejar con fina ironía y bastante humor la forma de vida de la
aristocracia limeña a mediados de 1950: una clase adicta a las
fiestas sociales, el golf, las modas, las apariencias, los negocios, los
viajes y la infidelidad, pero sin afecto ni afecto ni tiempo para sus
propios hijos.
 Criticar la actitud frívola y fría de la alta sociedad limeña cuyos
miembros son incapaces de sentir la humanidad en su interior y
que prefieren dejar a sus hijos al cuidado de los sirvientes.
 Señalar el contraste entre el mundo de los ricos con el mundo de los
sirvientes pobres.
 Mostrar los secretos, trampas, mezquindades, ambiciones, afectos y
costumbres de la alta sociedad de Lima.
 Relatar con nostalgia el abandono familiar, la soledad y la
incomunicación afectiva que sufren los niños de la clase alta por
parte de sus padres y familiares.

144
 Narrar el crecimiento y desarrollo (entre aventuras y desventuras de
la etapa escolar) de un niño rico hasta la toma de conciencia de su
mundo y la sexualidad.
 Refrir que la aristocracia es dominado por los bellos y ricos, donde
los pobres y sus acciones son feos y nunca tienen la razón.
 Mostrar las vivencias, conductas y afectos de los sirvientes de la
clase alta.

G.TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS LITERARIOS:


 Monólogo Interior.  Monólogo Exterior.
 Cajas Chinas.  Flash Back.
 Relato Humorístico.  Mudas o Cambios de narrador.
 Autobiografía ficcional.

H.MANEJO LINGÜÍSTICO:
El lenguaje que Alfredo Bryce Echenique, notable narrador peruano, usa
en “Un Mundo para Julius” es claro y humorístico, mezclado
magistralmente con algunas jergas inglesas como “Darling” y también
con la jerga infantil, juvenil y la de los sirvientes.

I. EXPERIENCIAS Y SITUACIONES HUMANAS:


Alfredo Bryce Echenique, es uno de los mejores y personalísimos
narradores peruanos contemporáneos, bohemio por naturaleza y
escritor por bohemia. Socialista en lo político. Inició su carrera literaria
como cuentista y lo continuó como novelista. Por ser un escritor de cuna
aristocrática burguesa, y haber vivido en Europa, principalmente
Francia, ha encontrado en esas dos experiencias, pero con el estímulo
del alcohol, su beta narrativa. Así muestra en sus obras la forma de
vida de la aristocracia limeña a mediados de 1950: una clase adicta a
las fiestas sociales, el golf, las modas, las apariencias, los negocios, los
viajes y la infidelidad, pero sin afecto ni afecto ni tiempo para sus
propios hijos; y las peripecias, amores y desamores de un latino en
Europa. Todo esto con fino humor e ironía indirecta.

J. ESTRUCTURA EXTERNA:
La magistral novela “Un mundo para Julius” está presentada en cinco
capítulos, y cada uno con su propio título.
 Primer capítulo titula “El palacio original”. Se divide en cinco
secciones.
145
 Segundo capítulo titula “El colegio”.Se divide en tres secciones.
 Tercer capítulo titula “Country Club” se divide en tres secciones.
 Cuarto capítulo titula “Los grandes” no tiene secciones.
 Quinto capítulo, titula “Retornos” consta dos secciones.

Con el hallazgo de la nueva


fórmula, Bryce Echenique
emprende la composición del
cuento «Las inquietudes de
Julius», pero pronto advierte que el
personaje, su ambiente, la voz y el
componente social requieren de
una extensión mayor. El empeño
se convierte en la primera novela
del autor, Un mundo para Julius
(1970), con la que logrará el
reconocimiento internacional y de
su país, como demuestra la
concesión del premio Nacional en
1972. La interpretación sociológica,
comprometida y antioligárquica con
que se entendió entonces en Perú
-dede 1968 gobernado por el
general Juan Velasco Alvarado-
sólo resultará uno de los muchos
rostros que ofrecía una novela
desenvuelta, rica y de sabor tierno
que no sólo desplegaba los
resortes de los más clásicos
mecanismos narrativos sino que
también arriesgaba una exposición
grave. Ese riesgo provenía del uso

146
de, por ejemplo, la distanciación hallada en «Con Jimmy, en Paracas» y la libertad formal que, por Cortázar, había
practicado en ese cuento, lo que suponía el alejamiento de la trama a lo Montherlant; del mundo adolescente
descubierto en «Las notas que duermen en las cuerdas» y que se abría, con la decadencia de la oligarquía, a los
relatos de La felicidad ja ja ; de la práctica del tiempo que le llegaba de Proust, el flujo de conciencia de Joyce y el
poderoso diálogo de Hemingway, que se unían a una variadísima galería de voces y perspectivas desde las que
se retrataba el mundo de la oligarquía, contemplado unas veces con nostalgia, en otras ocasiones con alguna
simpatía, y por momentos con cierta agria y no disimulada queja. Pero lo importante, junto al humor, la nostalgia y
otros gustos, resultaba el perfilado de los personajes, que convertían a los espacios retratados en un universo
abigarrado, atractivo y extraordinariamente vivo a pesar de la distancia existente, fundamentalmente económica,
con el lector, como a éste le recordaba en alguna ocasión el narrador en una prueba de vigorosa oralidad.

1. CONCEPTO:
Es una corriente literaria que surge y se desarrolla en los países
hispanoamericanos durante el siglo XX, el fin es mostrar mediante la
narrativa la inmensidad, misterio, peligro y vivencias que se operan en
la selva enmarañada del continente hispanoamericano.

2. CARACTERÍSTICAS:
 La temática principal es la relación dicotómica del HOMBRE con la
NATURALEZA en la selva amazónica.
 Muestra las inclemencias, mitos, misterios, espantos, peligros, flora
y fauna en la selva llamada también catedral verde.
 Señala que el espacio geográfico determina la conducta y
temperamento del hombre selvático.
 Revela o muestra al mundo una realidad y espacio original, nuevo,
propiamente hispanoamericana.
 Las acciones abarcan un espacio limitado: la región selvática.
 Denunciar los conflictos políticos, sociales, culturales y económicos
suscitados en la selva.

3. REPRESENTANTES:
 Rómulo Gallegos (venezolano) con “Canaima”.
 José Eustasio Rivera (colombiano) con “La Vorágine”.
 Arturo Hernández (peruano) con “Sangama”.
 Ciro Alegría (peruano) con “La Serpiente de Oro”.

147
 Mario Vargas Llosa (peruano) con “Pantaleón y Las Visitadoras” y “El
Hablador”.

“LA VORÁGINE”
A. CRONOLOGÍA DEL AUTOR:

JOSÉ EUSTASIO RIVERA


1888: Nace el 19 de febrero en Huila, San Mateo
hoy Rivera.
1894: Estudió en los colegios de Santa Librada, de
San Luis Gonzaga de Elías.
1906: Rivera ganó una beca para ingresar a
estudiar en la Escuela Normal de Bogotá.
1909: Se trasladó a vivir a Ibagué y trabajó como
inspector escolar.
1917: Se graduó como abogado logrando a
obtener el grado de doctor en Derecho y
Ciencias Políticas con la tesis "Liquidación de
las herencias".
1921: Publica su poemario “Tierra de Promisión”.
1922: Después de la muerte de su padre, Rivera se trasladó a
Sogamoso y comenzó a escribir “La Vorágine”. Fue designado
secretario abogado de la Comisión Limítrofe Colombo-Venezolana.
1923: A finales de enero, se reintegró nuevamente a la Comisión.
Salieron de San Fernando, bajaron a Yavita, Maroa y Victorino.
1923: El 18 de julio, Rivera envió desde Manaos al Ministerio de
Relaciones Exteriores, sus denuncias sobre las injusticias y
crímenes cometidos a los colombianos en las fronteras. El 12 de
octubre regresó a Bogotá.
1924: En abril publica “La Vorágine” en la Editorial Cronos de Bogotá. En
mayo, luego de organizar una Junta Patriótica de Defensa Nacional
en Neiva, se dedicó a escribir artículos de denuncia en la prensa
nacional, pero sus advertencias y peticiones no fueron acogidas.
1925: Rivera fue elegido miembro de la Comisión Investigadora de
Relaciones Exteriores y de Colonización. Publicó entonces una serie

148
de artículos en “El Nuevo Tiempo” de Bogotá, bajo el título "Falsos
Postulados Nacionales". En estos artículos, Rivera denunció todo
tipo de irregularidades, especialmente en la contratación del
oleoducto Cartagena-Barrancabermeja. Estas denuncias, que
involucraban desde el presidente Pedro Nel Ospina hasta el
exministro Esteban Jaramillo, provocaron un gran escándalo en el
Congreso y en el país entero.
1926: Apareció la segunda edición corregida de “La Vorágine”, y Rivera
empezó a escribir su segunda novela “La Mancha Negra”, perdida
años después en Nueva York.
1928: Viajó a Cuba, a representar a Colombia en el Congreso
Internacional de Inmigración y Emigración de La Habana. En Nueva
York, buscó las conexiones necesarias para pasarla al cine, sin
resultados positivos a causa de sus exigencias nacionalistas. Más
adelante, publicó la quinta y definitiva edición de “La Vorágine”,
con más de tres mil correcciones.
1928: El 1 de diciembre, a los 40 años de edad, José Eustasio Rivera
murió en su apartamento de la calle 73 en Nueva York, de muerte
misteriosa. Llegado a su país natal su cuerpo embalsamado recorrió
sin descanso, durante un mes y nueve días, distintos lugares:
primero en la Sixaloa de la United Fruit Company, luego en el vapor-
correo Carbonell González, por el río Magdalena, y al final por el
ferrocarril central, recibiendo en cada puerto y en cada pueblo los
homenajes que nunca recibiera en vida.
1929: El 9 de enero fue enterrado en el Cementerio Central de Bogotá.

OBRAS PRINCIPALES:
– “Tierra de Promisión” (Poemas, 1921).
– “La Vorágine” (Novela, 1924).

B. CONTEXTO SOCIOCULTURAL:
El historiador y antropólogo colombiano, Roberto Pineda Camacho, en
un artículo titulado: “El Caucho y el Proceso Esclavista” y publicado en la
revista “Credencial Historia” en Bogotá Colombia en Abril del año 2003.
Nos narra la historia de la explotación cauchera: Según él: “Un censo del
año 1849 estimaba la población de esa zona en tres grupos sociales: los
"racionales" o “civilizados”—como se designaba a los funcionarios,
comerciantes y colonos— de esta región que sumaban 242 personas; los
indios "civilizados", nativos que influidos por las misioneros católicas y los
colonos abandonaban su cultura para adoptar la citadina, llegaban a
16.549; y por último los nativos, calificados en los textos censuales

149
como:"salvajes", "antropófagos" e "irracionales", que eran grupos cuyo
número desconocían los mismos censadores. Eran los witotos, muinames,
mencas, carijonas, cubeos, tucanos, boras, etc.

Acabado la quina en dicha selva vino el boom del caucho. Hubo una
creciente demanda de caucho natural por parte de las grandes industrias
de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y otros países europeos. La
masificación del neumático para bicicletas y luego su aplicación a gran
escala en la industria automotriz, telecomunicaciones (cables submarinos),
medicina y hasta en los zepelines, dispararon, hasta enloquecer, su
demanda.

En la Amazonía se organizó una vasta red de extracción y distribución


del látex a través del sistema de endeude. Por lo general, una familia se
encargaba de extraer el látex por medio de incisiones en la corteza del
árbol. El trabajador debía entregar la goma a un patrono, llamado
siringalista por ciertos víveres. A su vez, este empresario vendía a una
Casa mayor, De esta forma, sólo esas casas vendían a buen precio; pero
quienes más se enriquecía eran los norteamericanos. La bonanza del
caucho transformó la cuenca, al multiplicar los contactos y promover la
formación de la ciudad de Manaos y la modernización de la vieja ciudad de
Belém. En el alto Amazonas, la población de Iquitos se consolidó como el
centro de los negocios del caucho peruano.

En 1901, el comerciante peruano Julio César Arana entró en negocios


con algunos caucheros colombianos de la Colonia Indiana (La Chorrera)
para explotar el caucho. En 1903 fundó la Casa Arana y Hermanos, sobre
la base de la compra de las instalaciones de La Chorrera, e inició la
expansión de su empresa, utilizando incluso la fuerza con el apoyo del
ejército peruano.

Hacia 1907, La Casa Arana cambió su razón social por Peruvian Amazon
Company, con sede en Londres y cuyos dueños eran norteamenricanos e
ingleses.

En 1907, un joven ingeniero norteamericano, W. Hardenburg, de paso


por el Putumayo, presenció en el Caráparaná el trato que recibían los
indios y del régimen de tortura a que eran sometidos. En 1909, el
periódico londinense Truth publicó su testimonio, bajo el título "El paraíso
del diablo". Hardenburg denunció la existencia de un verdadero régimen
de esclavitud en el Putumayo, en el cual los indios y los blancos
enganchados eran forzados a trabajar, sometidos a la tortura en el cepo y

150
al látigo, expuestos a hambrunas y a las pestes provocadas por las
precarias condiciones de trabajo, entre otras formas de represión. La huída
era penalizada con la muerte. Debían hacer penosas travesías llevando
grandes y excesivos cargamentos de caucho hacia los centros de acopio. A
cambio se les entregaban ciertas mercancías a precios exorbitantes, e
incluso recibían una lata de carne por toda una jornada el trabajo.

Arana y la junta directiva de la Peruvian Amazon Company


reaccionaron airadamente, negando los hechos. El gobierno colombiano
decidió investigar a fondo, pero, el estallido de la Primera Guerra Mundial
desvió la atención de la opinión pública internacional hacia otras latitudes
y sirvió para que en la década del 20 la empresa norteamenrican Rubber
Developmen Corporation, se instalara definitivamente en la zona
monopolizando todo comercio cauchero y esclavizando a más seres
humanos para enriquecerse. El régimen de trabajo que practicaban era un
verdadero sistema social fundado en el terror, y provocó el genocidio total
de los indios, el extermino de la flora y la fauna en la zona.

C. TRAMA ARGUMENTAL:
“Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón
al azar y me lo ganó la violencia. Nada supe de los deliquios
embriagadores, ni de la confidencia sentimental, ni de la zozobra de
miradas cobardes. Más que el enamorado fui siempre el dominador cuyos
labios no conocieron la súplica. Con todo ambicionaba el don divino del
amor ideal, que me encendiera espiritualmente, para que mi alma
destellara en mi cuerpo como la llama sobre el leño que la alimenta. Alicia
fue un amorío fácil; se me entregó sin vacilaciones, esperanzada el amor
que buscaba en mí”; de esta manera el poeta bohemio Arturo Cova, nos
introduce a la vorágine de su vida sentimental con Alicia, muchacha con
la que huye de Bogotá para evitar que sus parientes la casen a la fuerza
con un viejo terrateniente al que no quiere. Ya en Casanare, Cova empieza
a ser invadido por un leve arrepentimiento: “Saciado el antojo, ¿Qué
mérito tiene el cuerpo que a tan caro precio adquiriste?” se pregunta Cova
en una noche de insomnio. Desde Bogotá muy extrañado su amigo le
escribe una carta avisándole que allá se armó un gran escándalo social y
que la justicia le está buscando. Esta noticia le hace pensar que quizá
fuera mejor regresar y eso le propone a Alicia. Ella se enoja y le reclama
entre enojada y llorosa: “¿Para qué me trajiste? Porque la idea partió de ti.
¡Vete, déjame! ¡Ni tú ni Casanare merecen la pena!”. En el camino se
toman con un hombre llamado Pepe Morillo Nieto, quien después de
ganarse la confianza de los fugitivos, huye en la oscuridad de la noche

151
robándoles el caballo de Arturo. Más adelante se encuentran con un
hombre semicano y rechoncho quien dice ser el general Gómez y Roca.
Alegando conocer a Alicia de niña, se toma la libertad de acariciarla
libidinosamente, provocando la reacción de la muchacha y de Cova, quien
lo golpea con los zapatos de Alicia hasta hacerlo perder el conocimiento.

Luego se encuentran también con el señor Rafo, un viejo amigo del


padre de Cova de sesenta años. Acompañados por él, los fugitivos fueron
internándose en la selva de Canasare, guiados por este viejo viudo
dedicado al comercio ambulante. Por él, se entera Cova de que el hombre
que le robó su caballo es un conocido salteador que ha estado varias
veces en presidio.

Así continuaron por ese mundo extraño donde se unen la vegetación y


el misterio. “...la laguneta de aguas maravillosas estaba cubierta de
hojarascas. Por entre ellas nadaban tortuguillas llamadas galápagos,
asomando la cabeza rojiza; y aquí y allí los caimanejos nombrados
cachirres exhibían sobre la nata del pozo los ojos sin párpados. Garzas
meditabundas, sostenidas en un pie, con picotazo repentino arrugaban la
charca tristísimo cuyas evaporaciones maléficas flotaban bajo los árboles
como velo mortuorio”.

En el viaje Alicia sufre constantes mareos y nauseas. Arturo Cova,


deduce que la muchacha, está embarazada. Cova piensa que debe
rodearla de todos los cuidados posibles y regresar a Bogotá antes de tres
meses. Algo contrariado, confiesa a don Rafo que no está enamorado de
Alicia y que le mortifica el tener que fingir. Ocho días después llegaron al
rancho de “La Maporita “, hogar de Fidel Franco y su mujer Griselda, donde
los viajeros se instalan. Allí se enteran que un hombre llamado Narciso
Barrera ha llegado al pueblo vendiendo mercancías a bajo precio y
ofreciendo trabajo en la modalidad de enganche todos los hombres para
explotarlos en el caucho. Dos días después que Cova y sus acompañantes
llegaron a “La Maporita”, arribaron unos hombres enjutos y pálidos
quienes amenazaron a don Rafo para que desistiera de vender algo a los
pobladores del lugar: “Nos mandó Barrera a quitarte la mercancía, y es
mejor que te largues con ella”; dijeron antes de marcharse. Una noche
Cova tiene un sueño premonitorio, pues, en su sueño Alicia se le perdía en
una selva oscura.

Sebastiana, vieja criada de Griselda, cuenta a don Rafo la situación en


que se halla la estancia llanera llamada “Hato Grande”, desde la llegada
de Barrera. Refirió que todos los trabajos se habían suspendido porque los

152
vaqueros se emborrachaban con el licor que les vendían los secuaces de
Barrera; pero el más juerguero de todos era el viejo Zubieta, dueño del
hato quien se emborrachaba y perdía en el juego de los dados, fuertes
cantidades de dinero jugando con Barrera, quien no era más que un
conocido asesino, ladrón, traidor y traficante de personas para trabajos
en las caucherías de selva adentro.

Una mañana apareció Narciso Barrera, elegantemente vestido y con un


lenguaje y modales caballerescos que contrastaban con la fama que
tenía, saludó a Alicia y Griselda. Ducho en la materia, Barrera envolvió a
todos los presentes diciendo: “Inmenso pesar me causó la nueva de que
seis jinetes, ladrones sin duda, habían pretendido expropiar en mi nombre
una mercancía, y tan pronto como amaneció, me encaminaré a presentar
mis respetuosas protestas contra el atentado incalificable”.

Griselda la mujer de Franco por ser una morena, simpática, coqueta y


pechugona era una tentación constante para Arturo Cova. Llegó a
enamorarla con éxito escandaloso. Una tarde mientras Fidel estaba de
viaje y Alcia dormía con una fiebre alta y Cova estaba en su chinchorro
Griselda se el acercó en con poca ropa y él la tomó de la cadera. Ella se
inclinó sobre su pecho y sus aretes de esmeralda columpiaron cerca a su
pómulo. Cova le preguntó: “¿Estas son las esmeraldas que ambiciona
barrera?” Y ella le respondió toda coqueta que eran para Cova. Incluso le
mordió la oreja enseñándole que así debía quitarlas de las orejas de ella.
Estuvieron a punto de encamarse, pues, Griselda quería eso. El mismo
Cova lo evita. Después de un rato regresó Griselda para suplicarle a
Cova: “¡Que no le vaya a sabé mi hombre! ¡Ni tu mujé!” y así fue. “¿Iba a
injuriar el honor de un amigo, seduciendo a su esposa, que para mí no era
más que una hembra y una hembra vulgar?”; la lealtad hacia Franco pudo
más que su fama de mujeriego. Por despecho, al enterarse por Alicia que
Griselda ha comentado que él es “inferior a Barrera”, Arturo se vuelve
hacia Alicia, de la que llega a apasionarse.

Después de un tiempo el viejo Zubieta, dueño de Hato Grande dio a


Franco, mil toros a bajo precio. Don Rafo y Arturo Cova aportaron lo que
tenían, formando así una sociedad con la cual pensaban obtener
cuantiosas ganancias. Don Rafo abandona Casanare para realizar algunas
gestiones relativas al negocio, prometiendo regresar al mes. Fidel Franco y
Antonio Correa, hijo de Sebastiana que trabajaba para Franco, parten a
contratar vaqueros. Arturo Cova se quedó a cargo de “La Maporita” y de
las dos mujeres: Alicia y Griselda. En ese tiempo aparece Narciso Barrera
que galantea a Griselda y a Alicia, quienes dormían juntas. Cova

153
sospecha que en las noches viene a la casa un hombre en caballo y
entra al cuarto de Griselda. Una tarde, llevado por los celos, Cova se
emborracha y golpea a Griselda a quien acusa de alcahuetear a Alicia con
Narciso Barrera. Ella no niega ni afirma la acusación. Entonces, ebrio aún
va a “Hato Grande” en busca de Barrera. Allí juega a los dados con el
Viejo Zubieta y con Barrera. Se produce entonces una discusión y
posterior pelea entre Barrera y Cova, resultando herido de un balazo en el
brazo Cova. La pelea fue porque Barrera hacia trampas y ganaba de esa
forma. Pero felizmente es curado y cuidado por Clarita, una prostituta
oriunda de Ciudad Bolívar, Venezuela y conviviente del viejo Zubieta.

Al día siguiente, Barrera envía una carta a Cova en la cual declara su


arrepentimiento por lo ocurrido; Cova, encolerizado, envía al mensajero
para que le diga “que cuando se encuentre a solas conmigo sabrá en qué
para su adulación”. En “Hato Grande”, durante el tiempo de la
convalecencia Clarita y Cova llegan a estar. Por versión de la muchacha,
Cova se entera que la famosa venta que Zubieta ha hecho a Fidel Franco,
es sólo una farsa del viejo borracho para negarse a las pretensiones de
compra por parte de Barrera, quien se creía dueño de todas las reses de
Zubieta e incluso hace encorralar con su gente. Una noche Cova y Clarita
asustan a los ganados hasta logran hacerlos salir en tropel del establo.
Franco llega a “Hato Grande”, donde al enterarse de la jugarreta del viejo
Zubieta, recrimina a éste por su actitud.
A los pocos días, Barrera asesina por medio de sus hombres al viejo
Zubieta, por la fuga de los ganados. Un juez de nombre José Isabel Rincón
Hernández, había sido sobornado por Barrera dictaminó que Cova y Franco
eran los culpables del crimen. De regreso a “La Maporita”, Sebastiana les
comunica que Griselda se ha marchado con Barrera llevándose a Alicia con
dirección a la selva. Franco enfurecido, prende fuego a la casa y junto con
Cova, parte en busca de su infiel mujer.
Pepe Morillo Nieto, más conocido como el “Pipa”, el que timó a Cova su
caballo al inicio de la historia, acompaña a los dos hombres. Cova lo había
salvado de morir a manos de los vaqueros, éste le había quedado
agradecido. Vanamente esperaron en unas llanuras cercanas a “La
Maporita” a que llegara don Rafo, pues, éste no dio signos de vida por
ningún lado. Al ver tan preocupado a Cova Fidel Franco le propone a Cova
que se olvide de Alicia, que ya le encontrará reemplazo. Hasta Pepe Morillo
le canta estos versos:
“El domingo la vi en misa,
el lunes la enamoré,
el martes ya le propuse,
154
el miércoles me casé;
el jueves me dejó solo,
el viernes la suspiré;
el sábado el desengaño...
y el domingo a buscar otra
porque solo no me amaño”
Morillo o el Pipa, dominaba la lengua de muchas tribus, lo cual
significaba una gran ayuda para aquella comitiva perdida en aquella
“selva, esposa del silencio, madre de la soledad y de la neblina”. En su
viaje conviven con los indios de diferentes bohíos, conociendo sus bailes,
sus costumbres, su alimentación, etc. Cuando después de ocho días
llegaron al monte Vichada. Cova esperó encontrar a Alicia y a Barrera en
sensual coloquio, para caerles de sorpresa; pero grande fue su decepción:
“¡Nadie! ¡Nadie! El silencio...”. Deprimido y angustiado, Cova piensa en
quitarse la vida. “...el fantasma impávido del suicidio, que sigue
esbozándose en mi voluntad, me tendió sus brazos esa noche y permanecí
entre el chinchorro, con la mandíbula puesta sobre el cañón de la
carabina. ¿Cómo iría a quedar mi rostro?”. Franco lo consuela y anima, y
Cova, olvidando sus vesánicos pensamientos, logra dormirse. Al otro día
topan con un lanchero llamado Helí Mesa, quien había sido soldado
subalterno de Fidel Franco en Arauca. Franco era natural de Antioquia y
como militar ya había ascendido a teniente. Fue entonces que conoció a
Griselda, muy hermosa y joven. Esa belleza despertó deseos en el capitán
de Franco que acosaba a Griselda constantemente hasta que por eso
Franco se enfrentó a su capitán y este último terminó muerto. Helí Mesa
les informa que Barrera va rumbo al Brasil llevándose con él a mucha
gente para venderla en el río Guaimí, con él también viajan Griselda y
Alicia. Aquella noticia aumentó más el odio que se había apoderado de
Franco y de Cova, quienes acompañados por Mesa, prosiguen camino en
busca del inescrupuloso explotador. Una noche, mientras todos dormían, el
Pipa se fugó junto con algunos indios guahibos, nadie lamentó aquella
pérdida, pues le consideraban un elemento traidor y peligroso. Por esos
días, en el río de la selva casi son devorados por un remolino espantoso.
Después de este episodio Cova y Franco discuten y se agarran a
trompadas; pero felizmente son separados por Mesa y Correa. Más
adelante encuentran a un viejo cauchero llamado Clemente Silva. Este
había trabajado dieciséis años picando gema en los siringales “La
Chorrera” y “El Encanto” del famoso cauchero peruano Arana, mientras las
sanguijuelas, que le habían ulcerado las canillas, lo sangraban.
El viejo Silva les cuenta las andanzas de un bandido a quien llaman el
Cayeno, hombre sin escrúpulos a quien el villano Barrera no le llega ni a
los talones. El Cayeno roba el caucho y caza a los pobres indios a quienes

155
esclaviza de generación en generación. El viejo Silva ha trabajado en las
peores condiciones para aquel bandido durante dieciséis años de miseria.
Silva cuenta además como su hija, María Gertrudis, había fugado con un
miserable que la engañaba. Su extensa relación incluye también la fuga
de su pequeño hijo, Luciano, quien al ver que su padre no le hacía caso
cuando lo prevenía del mal hombre que cortejaba a su hermana, optó
también por irse del hogar. Durante años el viejo Silva ha estado tras las
huellas de su hijo, a quien ha buscado por toda la selva, sufriendo los
vejámenes más inhumano y crueles que le hacían sus patrones en las
caucherías. Balbino Jácome, un viejo a quien se le secó la pierna derecha
por la mordedura de una tarántula, resume la vida de explotación que
llevan los caucheros: “...peones que entregan kilos de goma a cinco
centavos y reciben franelas a veinte pesos; indios que trabajan hace seis
años, y aparecen debiendo aún el mañoco (palmito) del primer mes; niños
que heredan deudas enormes, procedentes del padre que les mataron, de
la madre que les forzaron, hasta que las hermanas que les violaron; y que
no cubrirán en toda su vida porque cuando conozcan la pubertad, los solos
gastos de su niñez les darán medio siglo de esclavitud”.
Una mujer llamada Zoraida Ayram, compró al viejo Silva, por dos mil
soles y se lo llevó a Iquitos; allí se entera el pobre viejo que a su hijo
Luciano a quien le había buscado soportado todo tipo maltratos porque
era el único familiar que le quedaba le cayó un árbol encima causándole
la muerte, minutos antes del encuentro con su padre. La narración del
viejo Silva hace reflexionar a Cova, quien, por medio del dolor, se siente
unido a aquel hombre que ha sufrido tanto: “¡Y pensar que tantas gentes
en esta selva están soportando igual dolor!”, se dice Cova a sí mismo. Al
poco rato Arturo Cova sufre un ataque de espanto que lo lleva a correr
como un loco por entre la tupida selva. Veterano en esas cosas, Clemente
Silva logra calmarlo hasta hacerlo volver en sí:“Por primera vez, en todo su
horror, se ensanchó ante mí la selva inhumana; árboles deformes sufren el
cautiverio de las enredaderas advenedizas, que a grandes trechos los
ayuntan con las palmeras y se descuelgan en curva elástica, semejantes a
redes mal extendidas, que a fuerza de almacenar en años enteros
hojarascas, chamizas, frutas, se desfondan como un saco de podredumbre,
vaciando en la yerba reptiles ciegos, salamandras mohosas, arañas
peludas”, medita Cova aún turbado.

Agotados por el intenso trajín, Cova y los otros continuaron por aquella
vorágine verde que emergía ante ellos colosalmente; tratando de
sobrevivir al ataque de las hormigas carnívoras, que nacen quién sabe
dónde y, que al venir al invierno, emigran para morir, barriendo todo a su

156
paso. “Avispas sin alas, de cabeza roja y cuerpo cetrino, que se imponen
por el temor que inspiran su veneno y su multitud; toda guarida, toda
grieta, todo agujero; árboles, hojarascas, nidos, colmenas, sufren la
filtración de aquel oleaje espeso y hediondo, que devora pichones, ratas,
reptiles y pone en fuga pueblos enteros del hombre y de bestias”. Días
después, Cova, Silva, Fidel y Correa, llegan a Guaracú donde se hacen
pasar por caucheros, allí encuentran a Zoraida Ayram y al brazo derecho
del Cayeno, el temido “general” Aquiles Vácares. La llegada de estos
extraños crea la desconfianza en ambos fascinerosos quienes, si bien les
dan cierta libertad, los tienen como si fueran prisioneros; poco después,
Clemente Silva y el mulato Correa, parten con el pretexto de que traerán
un cargamento de caucho con el cual piensan pagar a Zoraida y a Vácares
por la libertad de ellos y de los hombres que quedan; pero en realidad,
están llevando una carta para el cónsul de Colombia a quien le piden que
interfiera por ellos.

En Guaracú, Cova encuentra a un antiguo amigo llamado Ramiro


Estévañez, quien le cuenta la matanza que realizo el “coronel” Tomás
Funes, en San Fernando de Atapabo el 8 de Mayo de 1913. “Fue el siringa
terrible – el ídolo negro – quien provocó la feroz matanza”, le dijo
Estévañez a Cova con cierto malestar; Estévañez narra a su amigo como
los hombres se corrompen con la explotación del caucho, y como muchos
otros son esclavizados, hasta el gobernador, Roberto Pulido, negocia con el
caucho, para lo cual se vale de una serie de disposiciones y decretos que
él mismo establece para beneficio propio. Con lujo de detalles Estévañez
describe como Funes mandó a sus esbirros a acribillar al corrupto
gobernador Pulido, así como a empleados, amigos y familiares del mismo:
“Vino a poco la noche, una noche medrosa y relampagueante. De la casa
de Funes salieron grupos armados de winchesters, embozados en
bayetones para que nadie los conociera, tambaleantes por el influjo del
ron que les enardecía la animalidad; por las tres callejas solitarias se
distribuyeron para el asalto, recordando los nombres de las personas que
debían sacrificar. Algunos, mentalmente, incluyeron en esa lista a cuanto
individuo les inspiraba antipatías o resentimientos a sus acreedores, a sus
rivales, a sus patrones. Allá en la alcoba del sentenciado, ardía una
lámpara que lanzaba contra la lluvia lívidas claridades.

El grupo de López, felonamente, se acercó a la ventana abierta.


Adentro, Pulido, abrigado entre su chinchorro, sorbía la poción preparada
por los enfermos, de repente volviendo los ojos hacia la noche, alcanzó a
sentarse: “¿Quiénes están ahí?” ¡ Y la boca de veinte rifles le contestaron,
llenando la estancia de humo y sangre!. Según Ramiro; Funes mató como

157
comerciante que es, sólo por reprimir la competencia, mas como le
quedan competidores en siringales y en barracas, ha resuelto
exterminarlos con igual fin y por eso va asesinando a sus mismos
cómplices. La narración de Ramírez, sumada a del viejo Silva, cae como
plomo hirviente sobre el alma de Cova: “Calamidades físicas y morales se
han aliado contra mi existencia en el sopor de estos días viciosos”, se
decía a cada instante. Arturo, a pesar de la repulsión que siente por la
obesa Zoraida, tiene que satisfacer los requerimientos sexuales de la
cuarentona mujer, pues, sabe que negarse, pone en peligro su vida como
de sus compañeros y sus planes de fuga.
En una de esas sesiones amorosas, Cova descubre que Zoraida lleva
puesta los zarcillos de Griselda; el hecho evidencia a Cova y a Franco de
que Griselda debe hallarse cerca, y por ende, también Alicia. Es Franco
quien encuentra a Griselda confundida entre un grupo de indios que
transportaban caucho de los depósitos de Zoraida Ayram con destino a un
puerto clandestino. Trabajo le costó a Franco reconocer a su concubina;
“¡Tan espectral, tan anémica, tan consumida!”, le decía a Cova. Este
mientras tanto, había perdido las esperanzas de que el anciano Silva
regresara; o que en el mejor de los casos, el cónsul, al leer su carta,
replicara que su jurisdicción no alcanzaban a esas latitudes. Zoraida
confiesa a Estévañez Ramírez que el Cayeno y su gente llegarán en
cualquier momento y que sospecha de Arturo y sus amigos. Cova
presintiendo el peligro que acecha a él y a los otros, declara que el cónsul
es amigo suyo y que ya se encuentra en camino de Guaracú para poner fin
a los desmanes que allí están sucediendo.
Al ver que Zoraida y el Vacarés se asustan ante tal declaración, Cova
logra que ésta acceda a que él pueda entrevistarse a solas con Griselda.
Esta confiesa a Cova que huyó de “La Maporita”, porque estaba cansada
del maltrato que Franco le daba continuamente. En cuanto a Alicia, Barrera
había contado a ésta sus relaciones con Clarita. Alicia, dolida y celosa,
había decidido huir con Griselda al amparo de Narciso Barrera, como para
vengarse de la infidelidad de Cova, que nunca había sido amante de
Barrera. Pero ahora Alicia se hallaba en Yaguaraní por obligación de
Narciso Barrera, quien al intentar forzarla sexualmente, había recibido de
la muchacha ocho rajaduras en pleno rostro.
Antes de partir en busca de Barrera, hacía tierras de Yaguanarí, Arturo
Cova contrae el temible mal de beriberi, lo cual hace más doloroso su
viaje. Momentos antes se había despedido de Ramírez que había decidido
pasar sus días metido en aquella selva infernal: “El que dejó sus lares por
conquistar a la fortuna no debe tornar pidiendo limosna; por aquí siquiera

158
nadie conoce mis vicisitudes, la miseria torna aspectos de obligatoria
renunciación. Vete, la vida nos amasó con sustancias disímiles; no
podemos seguir el mismo camino, si algún día ves a mis padres, cúrate de
decir dónde estoy”, le dijo a Cova, su amigo Ramírez.

Ante la sorpresa de todos, un hombre rechoncho, rubio y de rubicunda


calva, hizo su aparición. Era el Cayeno. Cova fue golpeado por éste, quien
lo acusaba de ladrón y mujeriego. Minutos después, el Cayeno, aquel
extranjero invasor (turco) que había talado árboles, matado indios y
esclavizado infinidad de gente, moría a manos de Fidel y de otros hombres
que desfogaban así su odio sobre el presidiario. Parten al fin en busca de
Barrera; después de pasar por el villorrio de san Joaquín y por el pueblo de
San Gabriel, llegan a Yaguanarí. En el al río Yurubaxí, Cova encuentra a
Narciso Barrera. La fiereza con que luchan ambos hombres denota el odio
que los domina. Cova casi ya en el desmayo haciendo un último esfuerzo
logra vencer a Barrera. Lo asfixia y lo tira río abajo donde millares de
pirañas lo devoraron, “y aunque él manoteaba y se defendía, lo
descarnaron en un segundo, arrancando la pulpa a cada mordisco, con la
celeridad de pollada hambrienta que le granos a una mazorca”. Después
del espectáculo dantesco, Cova corre al encuentro de Alicia. Ella
presentaba síntomas de aborto.

A los pocos días, Alicia dio a luz a un pequeño sietemesino, fruto de sus
amores con Cova. “Anteanoche, entre la miseria, la oscuridad y el
desamparo, nació el pequeñuelo sietemesino. Su primer queja, su primer
grito, su primer llanto fueron para las selvas inhumanas. ¡Vivirá! ¡Me lo
llevaré en una canoa por estos ríos, en pos de mi tierra, lejos del dolor y al
esclavitud...!”. Encontrándose en el barracón de Manuel Cardoso, donde le
vendrá a buscar Silva, en un cuaderno de contabilidad Arturo Cova
empieza a escribir esta su historia conmovedora. Entre emocionado Cova
exclama: “¡Ya no existe el enganchador! ¡Lo maté! ¡Lo maté!”

Enterado que el viejo Clemente Silva aún está vivo, Cova le deja una
nota. “Don Clemente: Sentimos no esperarlo en el barracón de Manuel
Cardoso. Aquí, desplegado en la barbacoa, le dejo este libro, para que en
él se entere de nuestra ruta por medio del croquis imaginado que dibujé.
Cuide mucho esos manuscritos y póngalos en manos del Cónsul, son la
historia nuestra, la desolada historia de los caucheros... Viejo Silva: nos
situaremos a media hora de esta barraca, buscando la dirección del caño
Marié, pro la trocha antigua. Caso de encontrar imprevistas dificultades, le
dejaremos en nuestro rumbo grandes fogones. ¡No se tarde! ¡Sólo
tenemos víveres para seis días! ¡Acuérdese de Coutinho y de Souza

159
Machado! ¡Nos vamos, pues! ¡En nombre de Dios! ”

Meses después, un cable del cónsul colombiano dirigido a un Ministro,


relacionado con la suerte de Arturo Cova y sus compañeros: Franco,
Griselda, Alicia, su bebé, Helí Mesa y Correa decía así: “Hace cinco meses
búscalos en vano Clemente Silva. Ni rastro de ellos. ¡Los devoró la selva!”.
Fin.
D.PERFIL PSICOSOCIAL DE LOS PERSONAJES:
1. ARTURO COVA: Proviene del Tolima – Bogotá. Es un personaje
paradójico, de ánimo inestable. Está en constante confrontación
consigo mismo y sus ideales. Inseguro y celoso. Mujeriego, piensa en
la perfección de las mujeres (las idealiza) y dedica gran parte de su
tiempo a analizar sus vivencias y reflexionar sobre ellas (desde una
visión poética). Sintiéndose muchas veces inconforme, asume una
actitud en la que él mismo se predestina al fracaso en el amor. Cova
busca un "amor ideal" que sea capaz de llenar las expectativas que
ha mantenido. El se relaciona con varias mujeres (Alicia, Griselda,
Clarita y Madona) en una contradicción sentimental de amor
apasionado y odio extremo.
2. ALICIA: Mujer bogotana que se fuga con el poeta Arturo Cova,
escapando de un matrimonio forzado con un viejo. Ella tiene miedo
de montar a los caballos. Convertida en amante de Arturo Cova, su
fuga también de él estando embarazada y siguiendo a Barrera. Al
final de la historia se reencuentra con Cova y con él se pierde en la
selva tras dar a luz a un niño sietemesino.
3. FIDEL FRANCO: Amigo de Cova es noble y sensato representa a los
hombres del llano. Él junto con Cova fue tras las huellas de Barrera
quien se ha llevado a su mujer Griselda y a Alicia, mujer de Cova. Es
natural de Antioquia. Fue militar y escaló hasta teniente. Por
defender a su mujer Griselda se peleó con su capitán quien murió
apuñalado por la misma Griselda.
4. NARCISO BARRERA: Personaje perverso, engancha o recluta gente
en los llanos para venderlos en las caucherías de la selva. Es un
charlatán. En al hacienda de Zubieta dispara contra Cova. Mientras el
herido se está recuperando, con intrigas y chismes mal
intencionados se lo lleva a Alicia. Alcanzado al fin por Cova en a
yaguaraní, tras una pelea con Cova muere y su cuerpo fue devorado
en cuestión de segundos por las pirañas.

160
5. DON RAFO: Hombre mayor de 60 años, comerciante viudo en la
zona de Casanare que había sido amigo del padre de Cova.
6. CLEMENTE SILVA: Anciano que encarna a la víctima de la vil
explotación del hombre por el hombre en las caucherías de la selva
colombiana. Ha perdido a su mujer, su hija e hijo. Al final de la
historia busca sin éxito a Cova y sus compañeros. Es también el
eterno buscador.

7. ZORAIDA AYRAM: Aventurera turca, que se caracteriza por ser


astuta para los negocios y muy libidinosa. Se hace amantes de
Cova. Antes fue del joven Luciano Silva. Le dicen La Madona.
Trabaja en complicidad con Aquiles Vácares.

8. HELÍ MESA: Personaje de la selva colombiana esforzado y valiente


que asesina a Matacano. Fue soldado subalterno de Fidel Franco. Es
uno de los extraviados también en al selva.

9. GRISELDA: Morena, fornida, estatura mediana, cara regordeta, ojos


simpáticos, pechugona, fuerte. Mujer de Franco que vive con él en La
Maporita, se fuga de la casa siguiendo a Barrera.

10. ZUBIETA: Viejo hacendado, dueño de “Hato Grande” a quien


Barrera lo alcoholiza, para quitarle sus bienes. Muere asesinado por
la gente del perverso enganchador Barrera.

11. EL CORONEL FUNES: Militar perverso y criminal. Es jefe militar del


estado de San Fernando de Atabopa, que está involucrado en el
negocio de caucho en la selva colombiana. Que mató a su
compinche el gobernador o jefe civil del citado estado, el 08 de mayo
de 1913.

12. CAYENO: Hombre perverso y criminal, roba el caucho y caza a los


pobres indios a quienes esclaviza de generación en generación con
la ayuda de Zoraida Ayram y Aquiles Vácares, más conocido como el
váquiro. Es un ex militar analfabeto.

13. PEPE MORILLO: Le dicen Pipa, es el más astuto de los salteadores.


Fue varias veces prófugo, capitán de indios salvajes, sabe idiomas de
varias tribus, es boga y vaquero, muy disimulado, hipócrita y servil.

161
14. ANTONIO CORREA: Hijo de Sebastiana, cuadrado de espaldas,
fornido de pecho, trabajador modesto que acaompaañ su jefe Franco
en esa travesía de la selva.

15. SEBASTIANA: Arrugada, pelo gris, brazos temblones. Mamá de


Correa que trabaja como criada en el rancho de Fidel Franco.

16. CLARITA: Simpática con Cova, atiende a Barrera; por quién es


ultrajada, pero también es una de las amantes de Cova. Es una
prostituta, natural de La Ciudad Bolívar- Venezuela.

E. UBICACIÓN CRONOTÓPICA (ESPACIO – TIEMPO):


ESPACIO: Los hechos principales en “La Vorágine” trascurren en la
selva aterradora de Colombia.
– La selva colombiana, destructiva y nociva del hombre.
– Bogotá, Casanare, Guaracú, Yagauraní, Río Maríe.
– Estado de San Fernando de Atapobo.
– Iquitos, Manaos, Río peligrosos de la selva.

TIEMPO: Años anteriores a 1924 desde aproximadamente 1910.

F. INTENCIONALIDAD DEL AUTOR:


– Denunciar la explotación del hombre por el hombre motivado por el
dinero y la riqueza material, en las caucherías de la selva
colombiana.
– Mostrar a la selva como un medio hostil, aterrador, destructivo y
devorador para el hombre.
– Denunciar la ilegal e indiscriminada exportación del caucho por parte
de los traficantes del caucho.
– Reflejar la corrupción de la autoridad y la asociación ilícita para
delinquir.
– Mostrar el perfil psicológico de un hombre emocionalmente
inestable.
– Mostrar la verdadera amistad y solidaridad que practican los
extraviados de la selva para subsistir.

G. TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS LITERARIOS:


– Racconto.
– Vasos Comunicantes.
– Cajas Chinas.

162
– Técnica onírica.
– Narrador protagonista, (yo) e interno o intrínseco.
– Flash Forward.
– Iceberg.
– Narrador Editor.

H.MANEJO LINGÜÍSTICO:
Rivera José Eustasio en su novela “La Vorágine”, utiliza un lenguaje
culto, poético y pasional mezclada con escasas expresiones típicas o
modismos del hombre de la selva.

I. EXPERIENCIAS Y SITUACIONES HUMANAS:


En los primeros meses del año 1922 José Eustasio Rivera viajó a
Sagamoso allí y en tal oportunidad empezó a escribir “La Vorágine”,
cuya parte inicial terminó en el mes de setiembre. El proyecto era hacer
una novela romántica en el llano. Pues, en esa fecha Rivera aún no
conocía la zona amazónica o el infierno verde que le inspiraría el resto
de su libro. Eso se da recién cuando fue designado secretario abogado
de la Comisión Limítrofe Colombo – Venezolana. Partió con esta
Comisión rumbo a Girardot el 19 de septiembre. José Eustasio Rivera,
cansado por el abandono en que los tenían los gobiernos de Colombia y
Venezuela decidió renunciar a la Comisión y continuó solo el viaje. El 20
de diciembre llegó a San Fernando de Atapobo. En un caserío en
Orocué, contrajo paludismo y allí se reencontró con Melitón Escobar, su
antiguo compañero de comisión. A finales de enero, se reintegró
nuevamente a la Comisión. Salieron de San Fernando, bajaron a Yavita,
Maroa y Victorino, en plena selva, y sin mapas, ni los más elementales
instrumentos de trabajo, trazaron los límites, en compañía de los
ingenieros suizos con los que viajaban.

En ese trajín por la selva, el escritor fue encontrando una a una a sus
personajes. A muchos los vio y habló. De otros oyó contar sus vidas
turbulentas, sus hazañas, las facetas patológicas de su crueldad o el
misterio y silencio que siguieron a su doloroso extravío en ese infierno.

El 18 de julio, Rivera envió desde Manaos al Ministerio de Relaciones


Exteriores, sus denuncias sobre las injusticias y crímenes cometidos a
los colombianos en las caucherías de las fronteras. El 12 de octubre
regresó a Bogotá y toda la experiencia selvática vista, oída y vivida la
convirtió en su novela, como testimonio documental o denuncia
novelada sobre la explotación del hombre por el hombre en las
163
cacuherías ilegales de Colombia, Perú y Venezuela.

J. ESTRUCTURA EXTERNA:
“La Vorágine” consta de tres partes sin capítulos internos y señalados
con letras.

A mediados del siglo XIX, todos los territorios localizados en el suroriente


colombiano se encontraban cubiertos por grandes selvas tropicales: el gran
territorio del Caquetá —surcado por grandes ríos que descienden sinuosa y
lentamente desde los Andes hasta verter sus aguas en el majestuoso río de las
Amazonas—estaba en su mayoría habitado por comunidades nativas que
hablaban diversas lenguas.
CONQUISTA DE LOS UITOTOS
Al este del río Caguán, entre los ríos Caquetá y Putumayo, algunos caucheros entrevieron la
existencia de una verdadera "tierra de promisión". Allí no sólo existían grandes existencias
de cierto tipo de cauchos, hasta la fecha inexplotados, sino un gran número de comunidades
indígenas con un mínimo lazo con la "civilización", que podían ser enganchadas en la
explotación del látex.
De esta forma, diversos caucheros penetraron a los ríos Caráparaná, al alto Cahuinarí e
Igaráparaná, fundando barracas y campamentos para la explotación del caucho con la
ayuda de los indios.
En general, los indígenas vivían en casas colectivas ó malocas, practicaban la agricultura de
roza y quema itinerante, cazaban y pescaban, y dedicaban gran parte de su actividad a la
vida ritual o ceremonial. Hablaban diversas lenguas ——uitoto, andoque, bora, nonuya, etc.
—— y desconocían el español. Por lo común, una maloca estaba dirigida por un hombre cuya
autoridad se basaba en el conocimiento del ritual y de la mitología. Como la piedra era
escasa en la región, estas gentes apetecían las hachas de acero con las cuales se les
posibilitaba abrir huertas o chagras más grandes. Los excedentes de la producción los
dedicaban a la realización de rituales y ceremoniales, de manera que bien pudieron decirle
al gran etnólogo alemán Theodoro Konrad Preuss, que visitó una comunidad uitoto en 1914:
"Trabajamos para bailar".

ORGANIZACIÓN DE LA CASA ARANA


En 1901, el comerciante peruano Julio César Arana
entró en negocios con algunos caucheros colombianos
de la Colonia Indiana (La Chorrera) para explotar el
caucho. Arana había conocido años atrás el Putumayo,
negociando y transportando el caucho hacia Iquitos y
Manaos, los centros —como se dijo— de la economía
gomífera en Perú y Brasil. Sin duda, esto le permitió
hacerse a una idea del potencial del Putumayo en el
contexto del Amazonas y le abrió sus apetitos por
controlar la región.
En 1903 fundó la Casa Arana y Hermanos, sobre la base de la compra de las instalaciones de
La Chorrera, e inició la expansión de su empresa, utilizando incluso la fuerza con el apoyo del

164
ejército peruano. Por entonces, la zona estaba en disputa entre las repúblicas de Colombia y
del Perú, de manera que la ocupación de facto era también una manera de reafirmar
derechos de soberanía.
Arana organizó en dos grandes distritos su compañía, cuyos centros principales era los
barracones del Encanto y La Chorrera. Del primero dependía la extraccción del caucho en el
río Caráparaná y sus principales afluentes. La Chorrera, a su vez, tenía jurisdicción sobre
todos los barracones de los ríos Igaráparaná y Cahuinarí y sus principales afluentes.
La explotación del caucho natural se organizó en diferentes secciones vinculadas entre sí por
trochas y caminos, o por río. En cada una de estas secciones o barracones vivía un capataz
con un grupo de "racionales", y algunos "muchachos de servicio", jóvenes indígenas al
servicio de los caucheros. Existía también un pequeño grupo de gentes de color traídas de
Barbados, que hacían de vigilantes y cocineros, entre otras labores.
De cada una de estas secciones dependían diversas comunidades indígenas, las cuales a
través de su jefe o capitán se encargaban de extraer el caucho y llevarlo cada 15 o 20 días a
la sección. El barracón estaba conformado por casas de pilotes con techos de palma, en las
cuales vivían los capataces y su personal. En la parte baja de la casa se guardaba el caucho,
mientras era transportado a La Chorrera o al Encanto, desde donde se desplazaba por río a
Iquitos o Manaos. En el ámbito del campamento también sobresalía el cepo, y la casa de
muchachos, una especie de maloca donde éstos residían.
Hacia 1907, La Casa Arana era percibida como un modelo de empresa, y en efecto ese
mismo año cambió su razón social por Peruvian Amazon Company, con sede en Londres.
Arana no sólo era un prospero cauchero, sino un verdadero hombre de patria. En Colombia,
sin embargo, la imagen de la Compañía había sido cuestionada desde años atrás, cuando los
caucheros colombianos habían solicitado de forma reiterada la protección del gobierno
colombiano para defender sus intereses, vulnerados, según su punto de vista, por los
atropellos de la mencionada Casa, que no había escatimado esfuerzo alguno para forzarlos a
vender sus propiedades o a abandonar sus negocios.
Se dice, con razón, que el gobierno, presidido por el general Reyes, miraba un poco
despectivamente la situación como "cosas de caucheros", y uno de sus altos funcionarios
representaba los intereses de la Casa en Bogotá.

1. CONCEPTO:
Es una corriente literaria que surge y se desarrolla principalmente en
Argentina entre los años 1780 – 1930 y trata de las vivencias del
gaucho y se dio en la poesía, la novela y el teatro.

2. CARACTERÍSTICAS:
 Su personaje principal es el gaucho, hombre típico, experto en el
arreo de ganados, doma de potros y manejo del lazo y boleadora o
liwi en las pampas argentinas de Mendoza, Córdoba, Tucumán, etc.
 Muestra los usos, costumbres, tradiciones, vivencias, amores y
padecimientos del gaucho.

165
 Recrea de manera fiel posible los sentimientos y pensamientos del
gaucho.
 Usa el lenguaje típico del gaucho.
 Tiene una tendencia política en defensa del gaucho.

3. REPRESENTANTES:
EN POESÍA:
 Bartolomé Hidalgo (uruguayo) con “Cielitos y Diálogos Patrióticos”.
 Hilario Ascasubi (argentino) con “Paulino Lucero”.
 José Hernández (argentino) con “Martín Fierro”.

EN NARRATIVA:
 Domingo F. Sarmiento (argentino) con “Facundo”.
 Benito Lynch (argentino) con “El Inglés de Los Güesos”.
 Leopoldo Lugones (argentino) con “La Guerra Gaucha”.
 Ricardo Güiraldes (argentino) con “Raucho”.

EN DRAMA:
 Florencio Sánchez (argentino) con “M’ hijo el Dotor”.
 Juan Moreira (argentino) con “El Amor de la Estanciera”.

“DON SEGUNDO SOMBRA”


A. CRONOLOGÍA DEL AUTOR:

RICARDO GÜIRALDES GONI


1886: Nace el 13 de febrero en Buenos Aires,
Argentina. Sus padres fueron don Manuel
Güiraldes y doña Dolores Goni.
1887: La familia Güiraldes viaja a Europa y se van a
vivir a París (Francia) por cuatro años.
1890: Los esposos Güiraldes y sus tres hijos:
Manuel, Ricardo y José Antonio regresan a
Buenos Aires.
1898: Inicia sus estudios secundarios en el colegio
Lacordaire.
1904: Recibe el título de bachiller; breve paso por la
facultad de Arquitectura.
1905: Paso breve por la facultad de Derecho. Lee a
los genios del realismo: Balzac, Flaubert, Zola, Nietzsche, entre
166
otros.
1908: Empleado en el Congreso Nacional de la Argentina.
1910: Viaja a París (Francia), empieza a escribir la obra “Raucho”.
1912: Vuelve a Buenos Aires, Argentina.
1913: El 20 de octubre contrae matrimonio con la hermosa y joven
Adelina. Tuvo una agitada labor literaria y periodística.
1914: Colabora en “Caras y Caretas” y viaja a Brasil.
1915: Publica “El Cencerro de Cristal” y “Cuentos de Muerte y de Sangre”.
Empieza a escribir “Rosaura”.
1916: Ricardo Güiraldes viaja a las Antillas.
1917: Empieza a escribir “Xaimaca” publica “Raucho”.
1918: Publica “Rosaura”.
1920: Empieza a escribir en París su famosa novela “Don Segundo
Sombra”.
1921: Regresa de París a Buenos Aires.
1922: Viaja de nuevo a Europa y reside en París.
1923: Publica “Xaimaca”.
1924: Colabora en “Martín Fierro” y funda “Proa” con Jorge Luis Borges.
1926: Aparece en julio la novela “Don Segundo Sombra” y en octubre
aparece su segunda edición.
1927: Aparece la tercera edición de “Don Segundo Sombra”. Recibe el
Premio Nacional de Literatura por esta novela. El escritor argentino
Ricardo Güiraldes fallece en París, Francia el 08 de octubre.

OBRAS:
– “Cuentos de Muerte y de Sangre” (cuento,1915)
– “Raucho” (novela, 1915)
– “Rosaura” (novela, 1922)
– “Xaimaca” (novela, 1923)
– “Don Segundo Sombra” (novela, 1926)
– “Seis Relatos Pequeños” (cuento, 1929)

B. CONTEXTO SOCIOCULTURAL:
Al fin del siglo XIX en América Latina la vida ejemplar fue la vida
urbana, donde vivía la gente de origen española (europea en general). Ese
tipo de vida fue la vida “normal” -en el sentido de modélica- del país, la
vida que determinaba la cultura dominante. Los del campo, los indios, los
mestizos, los afrolatinomericanos, fueron considerados de la clase baja,
casi no humana. La causa de esa cultura baja empezó cuando vinieron los
españoles a las colonias españolas de América Latina. Ellos construyeron
las ciudades para ser centros de la economía, lugares de negocios.

167
Crearon pequeñas réplicas de su propio país. Ciudades construidas con el
mismo modelo para el desarrollo que se usaba en España. La gente que
vivía fuera de las ciudades era nada más que la mano de obra o peor,
gente que no participaba en la colonización sino continuaba practicando el
mismo modelo de vida agraria que han practicado durante miles de años.

En los primeros años del siglo XIX España perdió el control de la


mayoría de sus tierras americanas. La época después de la independencia
de la corona española fue un tiempo turbulento en la historia por varias
razones. Uno era por que gente que nunca ha tenido poder, los del campo,
en papel tuvo los mismos derechos que los hombres de origen español en
los ciudades. Se sucedieron guerras entre el gobierno del país y la gente
indígena de la región para el control de sus tierras. En “la conquista del
desierto” la mayoría de la población indígena fue matada.

Después de la independencia y estas luchas la población empezó a


mezclarse así la cultura dominante fue tan fusionado con las culturas de
los inmigrantes. El único lugar donde existía la cultura pura y auténtica fue
en el campo, el interior de los países latinoamericanos.

Tras la horrorosa Primera Guerra Mundial y el triunfo de la revolución


socialista en Rusia, las elites cambiaron mucho. Algunas de ellas tenían en
su posesión muchas hectáreas de tierra y estancias. La clase media, el
mayor grupo de Argentina y América Latina, tenía un origen inmigrante
grande. Fuera de Buenas Aires, era la región Pampeana. Tenía ciudades,
cuya función principal era servir de estaciones ferroviarias. Muchas partes
de las Pampas tenían problemas de miseria social y económica. El modo
de vida gaucho empezó a declinar durante este período. El progreso
económico se opuso la existencia del gaucho. La producción agricultura y
de carne para el mercado europeo se mostró el fin del gaucho. El ganado
ovino y el crecimiento de los ferrocarriles cambiaron la vida del gaucho.

Todos esos eventos funcionaron para cambiar radicalmente la vida en


Argentina. En aproximadamente 50 años los gauchos reseros de la pampa
Argentina, han pasado de ser parte de la cultura que merezca ser
celebrado, porque ya no existía. Es como la celebración de un buen
recuerdo, nostalgia por el pasado, por tiempos mejores, pero también la
necesidad de buscar una identidad cultural y racial para Argentina. La
revaloración del gaucho era principalmente la labor de los intelectuales y
artistas aristócratas.

C. TRAMA ARGUMENTAL:
168
En un pueblo no especificado de la pampa Argentina que bien podría
ser San Antonio de Arico, de casas chatas distribuidas en cuarenta
manzanas y separadas por calles siempre paralelas o perpendiculares
vivía un muchacho a quien sus conocidos le llamaban indistintamente
guacho. Cuando ya tenía catorce años, un día se fue al río a pescar
bagrecitos para luego cambiarlos al pulpero de “La Blanqueda” por
golosinas, cigarrillos u otros centavos. Aquel día, ya en el río que dividía al
pueblo, el muchacho no recordaba cuantos años tenía cuando fue
separado de la mujer a quien siempre había llamado “mamá”, para pasar
a vivir con dos mujeres desconocidas y un vecino de quien conservaba un
vago recuerdo. Las primeras le dijeron que debía llamarlas Tía Asunción y
Tía Mercedes. Mientras el vecino se llamaba Fabio Cáceres. No exigió del
guacho trato alguno; pero siempre lo trataba con cariño y le obsequiaba
ropa y algunas otras cosas, pues, parecía ser un hombre acomodado.

Poco a poco el guacho, fue convirtiéndose en un jovenzuelo ladino y


popular de quien sus trazas de vagabundo, llevaron a más de uno a
manifestar que era un perdidito que concluiría su vida viviendo de malos
recursos. Como tenía fama de sagaz, hizo oficio de ello, satisfaciendo por
un poco de dinero, la maldad de los fuertes contra los débiles. Hacía
bromas a los borrachos en la pulpería “La Blanqueada” y después pasaba
a cobrar a aquellos que gozaban a costa de sus chanzas.

Llegado a los doce años, Don Fabio se mostró más que nunca su
protector, pero su soledad se hizo mayor, porque ya la gente se había
cansado algo de divertirse con él, y él no se afanaba tanto en
entretenerlos. Un día, el guacho decide huir de la casa en que vive con sus
presuntas y rezongonas tías, ya que éstas pronto se aburrieron de aquel
jovenzuelo inquieto y ladino, a quien regañaban el día entero, poniéndose
de acuerdo solo para decirle que estaba sucio, que era un atorrante, y
para culparlo de cuanto desperfecto sucedía en la casa. Esta situación
inconveniente hace que él huya rumbo a la pampa infinita. Allí sin destino
fijo, ve aparecer y aproximarse a un jinete vestido a la usanza gaucha y
montado en su caballo. El encuentro fue fugaz, pero muy significativo para
el muchacho huérfano. “Inmóvil, miré alejarse, extrañadamente
agrandada contra el horizonte luminoso, aquella silueta de caballo y
jinete. Me pareció haber visto un fantasma, una sombra, algo que pasa y
es más una idea que un ser, algo que me atraía con la fuerza de un
remanso, cuya hondura sorbe la corriente del río”. Tras esta desaparición
por la pampa, el muchacho la sigue hasta llegar a un pueblo. En una riña
que don Segundo Sombra sostiene con un delincuente llamado Burgos, el
guacho, único testigo de aquel pleito, queda admirado por la destreza
mostrada por el viejo gaucho, así como su caballerosidad e hidalguía para
169
perdonar la vida al vencido.

A partir de ese hecho, la admiración del muchacho por Don Segundo


Sombra iría aumentando, y enterado de que éste trabajará en el rancho de
Galván domando yeguas, decide anticiparse presentándose ante don
Goyo, uno de los capataces del rancho, para solicitarle empleo. Allí el
guacho irá alternando con hombres rudos y duchos en los quehaceres del
hombre de la pampa como: domar potros, arrear reses y marcarlos. Poco a
poco se irá ganando la simpatía y el aprecio de Horacio, del domador
Valerio Lares y del cocinero, de quien será ayudante durante sus primeras
semanas.

Don Segundo Sombra, llega al rancho y en quince días logra amansar


las yeguas de Galván, quien queda muy complacido con el viejo gaucho:
“hombre práctico y paciente, sabía todos los recursos del oficio. Pasaba las
mañanas en el corral manoseando sus animales, golpeándolos con los
cojinillos para hacerles perder las cosquillas, palmeándoles las ancas, el
cogote y las verijas para que no temieran las manos, tusándolos con mil
precauciones para que se habituaran al ruido de las tijeras, abrazándolos
por las paletas para que no se sentaran cuando se les arrimaba.
Gradualmente y sin brusquedad, había cumplido los difíciles compromisos
del domador y lo veíamos abrir las tranqueras y arrear novillos con sus
redomonas”. Aprendiendo los oficios varoniles del guacho. Su primera
salida con los gauchos, arreando el ganado, se da justo cuando junto con
la policía sus supuestas tías lo estaban buscando. Para evitar ser llevado
por ellas, el gaucho con la poca plata que recibió de su trabajo en el
rancho Galván se compró un caballo. En el pueblo donde compró conoció a
una chinita con quien mantuvo una relación sexual en un maizal. Se
llamaba Aurora, a quien tuvo que dejarla por irse con los otros gauchos en
el arreo de ganado, en los primeros días pensaba en ella, pero, la dureza
del trabajo, lo sacaba constantemente de sus pensamientos para llevarlo a
la cruda realidad de aquellos hombres siempre dispuestos a emprender las
duras marchas, tanto en invierno como en verano, sufriendo sin quejas ni
desmayos la brutalidad del sol, la mojadura de las lluvias, el frió tajante de
las heladas y las cobardías del cansancio.

El guacho tuvo que pagar su inexperiencia, cuando trató de montar su


nuevo caballo, que lo tiró por tierra en varias oportunidades. Cada vez que
caía, Horacio le decía sonriendo, mientras lo subía sobre el empecinado
animal: “yo te ayudo, aunque no sea más que por tomar café esta noche
en tu velorio”. El guacho seguía los consejos de los viejos gauchos pero
muchas veces contestaba a las bromas que éstos le hacían con gran

170
suspicacia. Ello motivó que Don Segundo Sombra dijera alguna vez. “Antes
de callarse, más bien se le va a hinchar la trompa. Es de la misma ley que
los loros barranqueros”. El guacho comprendió con esas sabias palabras,
que antes de estar alardeando de ser un resero, tenía que aprender a
carnear, enlazar, domar, pialar, correr como gente en el rodeo, hacer
riendas, bozales y cabestros, lonjear, sacar tientos, echar botones,
esquilar, bolear y tantas cosas más. Don Segundo, viendo que todos los
arrieros se divertían de las inexperiencias del novato le dijo: “gueño. Yo te
voy ayudar para que no andes sirviendo de diversión a la gente. Aquí
naides nos va a ver y va hacer lo que yo mande”. Ése fue un gran secreto
que uniría fuertemente al guacho con Don Segundo.

Transcurrieron cinco años sin que el gaucho se separara de Don


Segundo Sombra, lo suficiente como para que el guacho aprendiera en la
misma práctica las manías y secretos de un gaucho baquiano y se
convirtiera de guacho en Guacho. En todo caso, Don Segundo Sombra fue
aquel hombre que en su paso, lo había llevado tras él, como hubiera
podido llevar un abrojo de los cerros prendido en el chiripa: “Cinco años de
esos hacen de un chico un gaucho, cuando se ha tenido la suerte de
vivirlos al lado de un hombre como el que yo llamaba mi padrino. Él fue
quien me guió pacientemente hacía todos los conocimientos de hombre de
pampa. Él me enseñó los saberes del resero, las artimañas del domador, el
manejo del lazo y las boleadoras, la difícil ciencia de formar un buen
caballo para el aparte y las pechadas, el entablar una tropilla y hacerla
parar a mano en el campo, hasta poder agarrar los animales donde y
como quisiera. Viéndolo me hice listo para la preparación de lonjas y
tientos con los que luego hacía mis bozales, riendas, conchones,
encimeras, así como para ingerir lazos y colocar argollas y presillas”.

Con él también fue aprendiendo el Gaucho la resistencia y la entrega en


la lucha, el fatalismo en aceptar sin rezongos lo sucedido, la fuerza moral
ante las aventuras sentimentales, la desconfianza para con las mujeres y
la bebida, la prudencia entre los forasteros, la fe en los amigos. Se
quedaba admirado al ver la cantidad de amigos que lo querían y lo
respetaban, aunque poco tiempo se detenía en un lugar por que el gaucho
es como el viento pampeano. “Yo no me puedo quedar mucho en ninguna
estancia porque en seguida estoy queriendo mandar más que los
patrones”; decía el viejo maestro, amante acérrimo de la libertad, a quien
el Gaucho llamaba padrino.

Llevados por su oficio, habían recorrido gran parte de la provincia:


ranchos y matanzas, como Pergamino, Rojas, Baradero, Lobos, las flores y

171
otros muchos sitios que los vieron pasar cubiertos de tierra y barro, a la
cola de un arreo. En estos interminables trajines, Don Segundo Sombra fue
revelándole la admirable facilidad para relatar cuentos, que sirvió para
agigantar más la admiración de su “ahijao”. En el pueblo de Navarro, el
Gaucho obtiene buenas ganancias en la pelea de gallos; más adelante
topan con Pastor Tolosa, gaucho veterano que tenía la cicatriz de un tajo
que le cruzaba la frente. Don Segundo Sombra le había hecho en el rostro
muchos años antes. Se despidieron con un abrazo y prosiguieron maestro
y discípulo el largo camino de vicisitudes que aún les aguardaba. En un
rodeo el Guacho hubo de enfrentarse a un fornido toro que ya le había
herido uno de sus caballos. Si bien el toro muere en el enfrentamiento con
el osado muchacho, éste terminó la contienda con un brazo fracturado. De
regreso al rancho el Galván, el patrón, al verlo lastimado le dijo: “ya has
corrido mundo y te has hecho hombre, gaucho. El que sabe los males de
esta tierra por haberlos vivido, se ha templado para domarlos”. En el
rancho de don Calendario, el Gaucho se restablece con la ayuda y los
cuidados de otra chinita simpática llamada Paula, quine será su segunda
enamorada. Este hecho provoca los celos de Numa, un muchacho medio
opa, quien se bate con el Gaucho. Este último, a pesar de tener un brazo
en cabestrillo, logra darle un tajo en la frente, poniendo fin a la riña.
Arrepentido de lo sucedido, el gaucho deja a Paula a pesar suyo y se
reúne con Don Segundo Sombra y asisten a una carrera de caballos donde
el audaz ahijado pierde trescientos sesenta y cinco pesos y cinco caballos;
pero la mala suerte queda atrás, cuando después de cuatro días de
marcha, llegan a la estancia de
don Juan, donde luego de
domar doce caballos, son
recompensados con dos de
ellos. Don Juan viendo la
destreza del Gaucho para la
doma, le pide que se quede
como domador oficial, pero el
muchacho, al ver que el empleo
es sólo para él, se niega, pues,
no quiere separarse de su
padrino. Prosiguen su camino y
presencian una pelea entre dos
hombres por una mujerzuela, el
Gaucho queda estupefacto al
ver morir a uno de ellos víctima
de una certera puñalada en el
tórax, mientras que Don
172
Segundo Sombra ni se inmuta ante tan espectáculo, como quien dice “de
la muerte no voy a pasar, y la muerte ni me asusta, ni me encuentra
arisco”.

Después de una semana logran encontrar trabajo como arrieros.


Arreando el ganado del patrón llegan a las quintas de Navarro donde
encuentran a Pedro Barrales, un peón del rancho de don Leandro Galván, a
quien ahijado y padrino conocían muy bien cuando trabajaron allí, tiempo
atrás. Barrales entrega una carta al Gaucho, cuyo remitente es don
Leandro. La misiva revela que Fabio Cáceres ha muerto, dejando toda su
herencia a su hijo, que no es otro que él. Asimismo le manifiesta que el
occiso lo ha nombrado su tutor, hasta que el cumpla la mayoría de edad.
El Gaucho, herido en su amor propio, manifiesta que él no es hijo de nadie,
y que de nadie tiene que recibir consejos, ni dinero, ni un nombre siquiera.
Don Segundo le pide que se serene y se ofrece a acompañarlo.
Una serie de pensamientos se arremolinan en la mente del
desconcertado muchacho: “Si en vida del finao no ha sabido reconocerme
como hijo, yo ahora lo desconozco como padre”, pensaba cariacontecido,
el Gaucho. En lugar de alegrarse por las riquezas que le traía el destino, el
muchacho se entristecía por las pobrezas que iba a dejar, porque detrás
de ellas, estaban todos sus recuerdos de resero vagabundo y, más arriba,
esa indefinida voluntad de seguir andando por el mundo; concretamente,
lo entristecía el hecho de haber dejado de ser el Gaucho. A sugerencia de
don Segundo acepta la herencia de su padre, pero también con la
condición de que Sombra lo acompañe. Se corta el cabello y se compra
ropa de hacendado. Ahora recibía un trato cortés con que ahora era
recibido por todos, se sentía un hijo natural, escondido mucho tiempo
como una vergüenza. Con gran resignación, el Gaucho recibió la estancia,
la casa grande y vacía, poblada de muebles serios como sus tías, no lo
veían más que de paso. Así pasaron tres largos años, compartiendo
lecturas y experiencias con Raucho, el hijo de don Leandro. Enseñado por
Raucho, el gaucho estudió y se volvió un hacendado culto llamado Fabio
Cáceres como su padre.

Pero llegó el día en que el Gaucho recibiría el golpe más duro d su vida.
Aquel día en que don Segundo Sombra se decidió a partir, pues, él estaba
hecho para irse, siempre, y tres años de permanencia inútil, lo habían
saturado de inmovilidad. Lo siguió hasta la pampa infinita donde lo vio
alejarse por la lomada y desaparecer seguro para siempre. El Gaucho dio
vuelta a su caballo y lentamente, se para las casas. Se fue, “como quien
se desangra”.

173
D.PERFIL PSICOSOCIAL DE LOS PERSONAJES:
1. DON SEGUNDO SOMBRA: Es un gaucho, un hombre de carta
cabal. Su pecho era vasto, las coyunturas huesudas, las manos
gruesas y cuerudas como cascarón de peludo. Su tez era aindiada,
sus ojos ligeramente levantados hacia las sienes. Su indumentaria
era de gaucho pobre. Un simple chanchero rodeaba su cintura. Era
un hombre de nobles sentimientos y de una sólida moral, era
práctico y paciente.

2. EL GAUCHO: Muchacho vagabundo de catorce años, era huérfano


ya que ni siquiera conoció a su padre. Al conocer a Don Segundo
Sombra, cambió su modo de ser de guacho (bastardo) se convierte
en gaucho. Después del aprendizaje de la vida gaucha volvió a su
pueblo porque su padre, al morir le había dejado su hacienda, a sí
mismo su identidad pues, su nombre era Fabio Cáceres. Estudió y se
volvió un hombre culto.

3. RAUCHO: Hijo del hacendado Galván, joven de la misma edad del


gaucho, citadino, leído y escribido que convertido en su amigo le
enseña a leer y escribir al gaucho hasta convertirlo en Fabio Cáceres,
hacendado culto.

4. DON FABIO CÁCERES: hacendado padre del protagonista gaucho,


que sin decir que era su padre protege al guacho y recién al morir lo
reconoce, le hereda su hacienda.
5. DON LEANDRO GALVÁN: dueño de la hacienda donde durante
cinco años el guacho se convierte en gaucho bajo la tutela de don
Segundo Sombra. Era amigo de Fabio Cáceres, padre, a quien le
confió su secreto. Él escribe la carta al gaucho en la cual le dice
sobre la herencia y su nombre. Asimismo, le asesora en la
administración de la hacienda.

6. ASUNCIÓN : Supuesta tía de Fabio era panzuda, tetona y voraz en


todo placer.

7. MERCEDES: Otra supuesta tía de Fabio, era flaca, angulosa cuya


nariz de pico de carancho asomaba brutalmente entre los ojos
hundidos.

8. VALERIO LARES: Domador, forzudo, callado y risueño que trabaja


en el rancho de Galván.
174
9. AURORA: Chinita pampeana primera enamorada del gaucho.

10. EL NEGRITO LECHUZA: hijo del molinero Manzoni y amigo de


infancia del gaucho.

11. DON JUAN: Dueño de una hacienda en la pampa argentina donde


trabaja como domador el gaucho.

12. DON JEREMÍAS: El mayordomo inglés de la hacienda de Galván.

13. PAULA: Segunda enamorada de Fabio Cáceres, laboriosa y


risueña.

14. BARRALES: Amigo y compañero del gaucho que le entrega la


carta en la cual el remitente Fabio Cáceres le reconocía como hijo y
le heredaba su hacienda.

E. UBICACIÓN CRONOTÓPICA (ESPACIO – TIEMPO):


ESPACIO: El espacio o lugar donde transcurren los hechos en “Don
Segundo Sombra” es la Pampa argentina, espacio privilegio del
gaucho.
 El pueblo donde hasta los 14 años vivió el guacho que podría ser: El
Rancho “La Porteña” propiedad del padre de Ricardo Güiraldes en
San Antonio de Arico.
 La estancia de Galván, hacienda donde conoce a Don Segundo
Sombra.
 La hacienda sin nombre que ha heredado el gaucho de su padre
Fabio Cáceres.
 El pueblo Navarro donde recibe la carta.

TIEMPO: Es utópico el autor no precisa a qué años exactamente


corresponden los hechos narrados.

F. INTENCIONALIDAD DEL AUTOR:


 Exaltar las vivencias, costumbres,
idiosincrasia, las labores, la vida solitaria,
aventurera y nómada del gaucho pampeano,
como fuente de la identidad cultural y
nacional de Argentina.

175
 Señalar que la ausencia de la figura paterna perjudica la definición
de la personalidad del hombre, ya que no existe una figura
paradigmática.
 Demostrar que la tierra es el alma y la vitalidad de los hombres de la
pampa; el gaucho no existiría fuera del campo.
 La importancia de la educación formal y la alfabetización para el
gaucho.
 El crecimiento, madurez y aprendizaje por parte del protagonista.
 Proponer la “civilización” del gaucho mediante la educación formal
de tendencia europea.
 Narrar el abandono, la orfandad y falta de afecto y figura paterna del
guacho, que lo encuentra en su padrino y maestro Segundo Sombra.
 Relatar el éxito personal y económico de Fabio Cáceres ex gaucho y
ahora hacendado leído y escribido.
 Señalar cómo el gaucho por más ilustrado y rico no olvida su pasado
pobre y a sus amigos de verdad en la pobreza.

G.TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS LITERARIOS:


 Narrador protagonista.
 Monólogo interior.
 Monólogo exterior.
 Cajitas chinas.
 Racconto.
 Iceberg o dato escondido.
 Descripción alegórica.
 Simbolismo y metáfora

H.MANEJO LINGÜÍSTICO:
El lenguaje que utiliza Güiraldes es culto y popular; entre estos lo más
notables es el regionalismo pampeano, es decir, las expresiones o
modismos más usuales de los gauchos reseros y granjeros como:
“Güena animalada”. “Bien arreadita”. “Es ponderao pa’l trabajo”, etc.

I. EXPERIENCIAS Y SITUACIONES HUMANAS:


Catorce años tendría más o menos Ricardo Güiraldes cuando su padre
lo llevó a su estancia “La Porteña” en San Antonio de Arico, pueblo ubicado
a unos 160 kilómetros de Buenos Aires. Allí el niño Ricardo conoció entre
los peones de la hacienda paterna a un gaucho pobre, noble, baquiano y
legítimo que lo asombró. Se llamaba Segundo Ramírez y a los cincuenta
años empezó a trabajar como puestero en la estancia citada. Allí

176
permaneció hasta su fallecimiento a los ochenta y cinco años en 1936.

A través de Segundo Ramírez conoció no sólo al gaucho; sino, su


mundo, sus costumbres, sus vivencias y su personalidad. Con esta
experiencia ya en los años posteriores encontrándose en París, empieza a
pergeñar su obra, que es el reflejo más fiel sobre el mundo gaucho. Los
personajes principales de la novela: Segundo Sombra y Fabio Cáceres,
serían los alter ego de Segundo Ramírez y el mismo Ricardo Güiraldes,
respectivamente, en una relación de maestro a discípulo. Y por
curiosidades de la vida: Los restos de ambas personas descansan en el
mismo cementerio de San Antonio de Arico separados sólo por unos
metros.

J. ESTRUCTURA EXTERNA:
Externamente la novela “Don Segundo Sombra” tiene 27 capítulos
enumerados con cifras romanas y cada uno con título.
E internamente según el crítico literario, doctor Alberto Blasi, “Don
Segundo Sombra” se divide en tres secuencias:
Secuencia 1: La niñez del resero Fabio Cáceres.
Secuencia 2: Las actividades del raserito en la pampa, bajo la tutela de
don Segundo Sombra.
Secuencia 3: Ingreso a una nueva forma de vida (la educción formal)
por parte del gaucho.

177
Don Segundo Sombra, un maestro
Desde el primer encuentro Fabio lo pinta como un fantasma o "sombra" huidiza.
"Me pareció haber visto un fantasma, una sombra, algo que pasa y es más una
idea que un ser..." Esa admiración incondicional del primer encuentro se
acentuará cuando la vida de Fabio comience a transitar junto a la del gaucho.
El apellido de Don Segundo da una clave para ubicarlo en la mente de Fabio. Y
también en la de Ricardo Güiraldes. Estamos ante un gaucho idealizado, suma
de todas las virtudes del hombre rural en su "esencialidad". Aunque debemos
señalar que los críticos literarios de la izquierda argentina, no vacilarán en
decir, con dictámenes sociológicos dignos de análisis, que Don Segundo es la
visión nostálgica y elegíaca de los hacendados oligárquicos, separados, tanto en
la realidad, como en la literatura gauchesca, de un personaje combativo,
luchador, reivindicativo, como Martín Fierro. Ante la obra santificada por
Lugones, el mismo Borges ha sostenido, siempre, una actitud de significación
personal ambivalente. Desde no considerar al poema como la máxima obra
nacional, hasta la sentencia irónica de su paradoja de que, al fin de cuentas,
Fierro es un gaucho desertor y "homicida".

Un aporte merecedor de estima en el orden de estas polémicas ideológicas, es


suministrado por Ernesto Sabato. Dice, en relación con la crítica marxista: "Un
crítico de izquierda, que pretende utilizar a Marx como maestro, sostiene que el
Don Segundo Sombra de Güiraldes no existe, que es apenas la visión que un
estanciero tiene del antiguo gaucho de la provincia de Buenos Aires; lo que es
más o menos como acusar a Homero de falsificador, porque exhaustivos
registros llevados a cabo en las montañas calabresas y sicilianas no han dado
con un solo cíclope".

La sociología de la literatura muestra -empero-, con todos los cuidados que se


deben tener, que en toda valoración de una obra literaria las ideologías,
sociales, políticas y económicas, no pueden dejar de alguna manera de estar
presentes.

Fabio, el discípulo
Hay momentos en que Fabio evoca los singulares días de su infancia y va
reconociendo su transformación en gaucho; su indumentaria y la posesión de su
caballo, son un testimonio. La metamorfosis es atribuida a Don Segundo, que en
el término de cinco años ha hecho de él un hombre. Guiándolo en el
conocimiento de las tareas rurales, como resero, baquiano y domador. Pero el
aprendizaje no se cierra en lo material. Se amplifica moral y espiritualmente en
la formación de un carácter y de una límpida conducta hacia la vida.
Alcanzándole "resistencia y entereza en la lucha", "fatalismo en aceptar sin
rezongos lo sucedido", "fuerza moral ante las aventuras sentimentales",
"desconfianza para con las mujeres y la bebida", la alerta y "la prudencia entre
los forasteros"...y "la fe en los amigos".

Asi vemos como se superponen en un ensamble conmovedor la formación de un


hombre útil y de provecho y la conformación de una personalidad moralmente
178
cabal.Y bien se ve que esta conjunción prodigiosa no ha de trastabillar cuando
Fabio, ineluctablemente atado a los bienes que ha heredado, y ya habiendo
resuelto ser un hombre cultivado, presiente con desgarro que no logrará retener
a su vera a su maestro, que, como lo sabe bien el alumno, es "un espíritu
anárquico y solitario".

1. CONCEPTO:
El crítico literario mexicano, Antonio Castro Leal, en su libro “La Novela
de la Revolución Mexicana” dice: “Se entiende por novela de la
Revolución Mexicana al conjunto de obras narrativas… inspiradas en las
acciones militares y populares, así como en los cambios políticos y
sociales que trajeron consigo los diversos movimientos (pacíficos y
violentos) de la Revolución”.

2. CARACTERÍSTICAS:
 Se dio preferentemente en la novela.
 Caracteriza y retrata de cuerpo entero a los involucrados en la
revolución: sus pasiones, sus anhelos y sus ideas.
 Las novelas tiene un carácter autobiográfico, puesto que, los mismos
autores fueron protagonistas de la revolución.
 Mostrar la manera improvisada como los grupos rebeldes fueron
formándose para la revolución.
 Reflejar la manera cínica de actuar de los políticos oficiales de
entonces y su falta palabra ante sus ofrecimientos al pueblo.
 Narrar con crudeza la violencia sangrienta que se apoderó de los
estados mexicanos.
 Señalar que la revolución mexicana se originó de la injustita social,
el hambre y el olvido por parte de los corruptos gobernantes de
turno.
 Mostrar los intereses personales que motivaban a los caudillos de la
Revolución.

3. REPRESENTANTES:
 Mariano Azuela con “Los De Abajo”.
 Martín Luis Guzmán con “Memorias de Pancho Villa”.
 Mauricio Magdalena con “El Resplandor”.
 José Rubén Romero con “La Vida Inútil de Pito Pérez”.
179
 Gregorio López y Fuentes con “Mi General”.

“LOS DE ABAJO”
A. CRONOLOGÍA DEL AUTOR:

MARIANO AZUELA GONZALEZ


1873: Nace el 1 de enero en Lagos de Moreno, Jalisco,
México. Sus padres fueron Evaristo Azuela y
Paulina González.
1885: Estudia en el Liceo del Padre Guerra, en Lagos y
luego en Guadalajara, Jalisco.
1892: Empieza a estudiar medicina en la Universidad de
Guadalajara.
1896: Aparece “Impresiones de un Estudiante” en
México.
1900: Contrae matrimonio el 14 de setiembre con la
señorita Carmen Rivera.
1902: Nace su primer hijo, Salvador.
1907: Publica su primera novela: “Maria Luisa”.
1908: Publica la novela “Los Fracasados”.
1909: Publica la novela “Mala Yerba”.
1910: Organiza un comité de apoyo a la candidatura de Francisco Madero
en Lagos.
1912: Publica la novela “Sin Amor”.
1914: Diciembre: es nombrado Director de Educación en Jalisco.
1916: Aparece la primera edición del libro: “Los de Abajo”.
1917: Publica la novela “Los Caciques”.
1918: Publica la novela “Las Tribulaciones de una Familia Decente” y los
relatos “Las Moscas” y “Domitilo Quiere Ser Diputado”.
1923: Publica la novela “La Malhora”.
1925: Publica la novela corta “El Desquite”.
1927: Publica la novela “La Luciérnaga”.
1933: Publica la biografía novelada “Pedro Moreno, el Insurgente” en el
diario El Nacional.
1935: Publica los relatos “Los Precursores”.
1937: Publica la novela “El camarada Pantoja”.

180
1938: Publica “San Gabriel de Valdivias, Comunidad Indígena”.
1939: Publica la novela “Regina Landa”
1940: Publica la novela “Avanzada”.
1941: Publica la novela “Nueva Burguesía”.
1942: Publica la biografía “El Padre Agustín Rivera”.
1943: El 8 de abril, es nombrado miembro del Colegio Nacional.
1944: Publica la novela “La Marchanta”.
1946: Publica la novela “La Mujer Domada”.
1947: Publica “Cien Años de Novela Mexicana”.
1949: Publica la novela “Sendas Perdidas”. Recibe el Premio Nacional de
Artes y Ciencias.
1952: Muere el gran escritor mexicano Mariano Azuela, el 1 de marzo.

OBRAS:
– “María Luisa”.
– “Mala Yerba”.
– “Sin Amor”.
– “Los de Abajo”.
– “Los Caciques”.
– “Domitilo Quiere Ser Diputado”.
– “El Camarada Pantoja”.
– “La Mujer Domada”.
– “Cien Años de Novela Mexicana” (ensayo).

B. CONTEXTO SOCIOCULTURAL:
Hasta el año 1900
México era país de
dos clases sociales:
Una minoría
privilegiada de
caciques que
poseían no sólo las
tierras sino eran los
únicos que accedían
a la educación, la
cultura, la tecnología
y el progreso; y la
otra clase, la
mayoritaria excluida,
desfavorecida y
analfabeta: los
campesinos. Los
181
gobernantes de turno siempre han hecho más para los caciques y casi
nada para el pueblo. Frente a esta realidad lacerante en 1910 en México
estalló una serie de luchas y revueltas conocidas como revolución
mexicana, que intentaron transformar el sistema político y social instituido
por Porfirio Díaz que se había mantenido en el poder durante más de
treinta años. La revolución mexicana, que contribuyó a formar el México
contemporáneo, no tuvo un carácter homogéneo, sino que consistió en
una serie de revoluciones y conflictos internos, protagonizados por
distintos jefes políticos y militares que se fueron sucediendo en el gobierno
de la nación. Fue iniciada por Francisco Madero, en el norte, en Chihuahua,
Pascual Orozco y Francisco (Pancho) Villa, con unas tropas improvisadas,
empezaron a asaltar las guarniciones gubernamentales; y en el sur, en
Morelos, Emiliano Zapata llevó a cabo una sangrienta campaña contra los
caciques locales. Otros focos revolucionarios destacados fueron Sonora,
con José María Maytorena, y Zacatecas. Poco a poco se fue hundiendo el
régimen de Díaz, cuyo ejército, dirigido por envejecidos militares, no supo
hacer frente a las guerrillas revolucionarias. En la primavera de 1911, tras
la caída de Ciudad Juárez, Díaz se vio obligado a renunciar y entregar el
poder a Madero.

En la convención de Aguascalientes intervinieron representantes


carrancistas, zapatistas y villistas y comparecieron Álvaro Obregón, aliado
de Carranza, y Villa. En ella se intentó conciliar las facciones en lucha, pero
resultó un rotundo fracaso. Se puso de manifiesto la rivalidad existente
entre Villa y Carranza, y tan solo se pudo llegar a la designación de Eulalio
Gutiérrez como presidente interino de la nación.

Villa solicitó la ayuda de Zapata y ambos se enfrentaron a las tropas de


Obregón y Carranza, que tenían el apoyo de los Estados Unidos. Los
primeros fueron derrotados en 1915. Zapata regresó a Morelos y allí fue
asesinado en 1919 en una emboscada. La actitud belicosa de Villa obligó a
los estadounidenses a enviar al general John J. Pershing en su persecución.
Para muchos historiadores, el año de 1920 finalizó la revolución mexicana

C. TRAMA ARGUMENTAL:
Es el año de 1913 en el Ranchito Limón de Moyahua: “El cuartito se
alumbra por una mecha de sebo. En un rincón descansaban un yugo, un
arado, un otate y otros aperos de labranza. Del techo pendían cuerdas
sosteniendo un viejo molde de adobes, que servía de cama y sobre
mantas y desteñidas hilachas dormía un niño”. Allí un hombre comía de
cuclillas tortillas y tacos. De pronto se escuchó un ruido de pasos de
caballos en el pedregal cercano y un perro blanco y gordo llamado Palomo
empezó a ladrar. La mujer de la casa, intuitivamente sugirió al hombre

182
esconderse. Este tranquilo terminó de comer. Luego se acercó al cántaro
y tomándolo con sus dos manos bebió el agua. Seguidamente se puso de
pie. Ciñó una cartuchera a su cintura y cogió su fusil y su cuerno.

El hombre se llamaba Demetrio Macías y “era alto, robusto, de faz


bermeja, sin pelo de barba, vestía camisa y calzón de mata ancho
sombrero de soyate...”.Aprovechando la oscuridad de la noche salió de su
casa. El perro Palomo ladró con más rabia. Se escuchó un disparo y el
perro no ladró más. Eran unos militares llamados federales cinco en total
que venían en busca de Macías. Arribaron a la casa maldiciendo la sierra y
muertos de hambre. La mujer del campesino los atendió con amargura. Le
preguntaron por el hombre del ranchito y la mujer les dijo soplando las
brasas del fogón y arrimando la leña, que no sabía nada.

El teniente ordenó al sargento traer tequila porque había decidido


pasar la noche con la campesina. Con lenguaje vulgar le pidió que se
arrime a él y tome un trago de tequila. Le dijo también que no tema a su
marido. Que salga de su escondrijo que él le acabaría de un plin y que las
ratas no le estorbaban.

De pronto una silueta blanca apareció en la puerta. “!Demetrio Macías!”


exclamó el sargento temeroso. El teniente libidinoso puesto de pie se
quedó mudo e inmóvil. “¡Mátalos!” pidió la mujer. Llenos de miedo
saludaron a Macías y éste despreciándoles el saludo, los dejó ir.

Demetrio Macías dijo a su mujer que estos regresarían pronto con más
gente. Luego, ordenó a su mujer que se fueran donde sus padres. La mujer
no quería, pero luego aceptó. Salieron juntos ella con el niño en los brazos.
Luego tomaron direcciones opuestas. Él con dirección a las altas cumbres
y ella para abajo. Cuando arribó a la cima miró con dirección a su casa.
Ardía porque los federales la habían quemado.

Cruzó quebradas y ríos, volteó varias cumbres y cuando hubo llegado a


un barranco sopló tres veces el cuerno que llevaba y fue respondido por
tres silbidos seguidos de varios hombres con pechos y piernas desnudas.
Bebieron el trago que traía. Demetrio les contó sobre lo ocurrido con su
casa. Planificaron la venganza. Sus incondicionales: Anastasio Montañés,
Codorniz y Manteca lanzaron vivas a Macías, su jefe. Los hombres eran
cerca de treinta y sólo contaban con veinte armas.

Entre malezas de la sierra durmieron los hombres. Se encontraban en el


cañón Juchipila del Paso Tejas. Pancracio desde una peña los despertó.
183
Después de una hora aparecieron alrededor de cien federales o militares.
Macías y sus hombres los esperaban listos para acatarlos. Veintiún
hombres iniciaron el disparo haciendo caer de inmediato a muchos
federales de sus caballos. Los hombres hacían gala de su puntería y
pasándose las armas disparaban contra los federales. Los soldados les
gritaban que se asomaran si eran hombres. A pedido de la clientela salió
Codorniz desnudo con los calzones extendidos como si esperara a un toro
bravo. Una balacera infernal se desató contra los hombres de Macías que
se vinieron al suelo. Los federales celebraron su triunfo; pero, cuál sería la
sorpresa nadie había muerto y desde otras ubicaciones arremetieron sin
fallar contra los federales que morían y otros se escapaban río abajo.
Demetrio gritaba disparen a los de abajo hasta que una bala enemiga lo
hirió. Pero aún sangrante seguía disparando y gritándoles: “No corran,
mochos, vengan a conocer a su padre Demetrio Macías”.

Al fin de la batalla parece que hubo dos bajas en la fila de Macías


porque faltaban Serapio el chamusquero y Antonio que tocaba platillo en
una banda de Juchipila. Felizmente cuando iban caminando los dos
aparecieron. Anastasio Montañés rezó el padrenuestro y todos
respondieron. Como Demetrio estaba mal herido decidieron llevarlo en
camilla. Iban por el cañón de Juchipila con dirección al norte. Cuando
llegaban a algún caserío de la sierra eran bien recibidos por los
campesinos. Quienes les decían además que pronto estarían en sus filas,
porque esos condenados del gobierno les habían declarado guerra a
muerte a todos los pobres.

En un pueblito serrano señá Remigia les invitó chile y tortillas de maíz.


Hasta alojó al herido Macías en su casa. Les contó que esos militares eran
peor que ratas, porque, a la fuerza quitaban a los campesinos lo poco que
tenían. Inclusive se habían alzado a una hija de señá Nieves.

Entre sueños Codorniz escucha un balazo y despierta a Anastasio para


que le de apoyo por si fueran federales y cuando se asomaron eran
Pancracio y un fulano llamado Luis Cervantes al cual había encontrado y
detenido cuando merodeaba la zona; pero que, según él se les quería unir.
Por eso, pidió hablar con el jefe Demetrio para ver si lo acepta en sus filas
pero él estaba durmiendo. Al fin logró que lo llevaran con Macías a quien
le expuso su argumento de porqué quería ayudar, quién era y de dónde
había salido. Era un estudiante de Medicina. Apoyó al gobierno y como
periodista atacó a los rebeldes, pero que ahora estaba arrepentido.
Demetrio al escucharlo ordenó que lo encerraran en un corral de puercos

184
y que lo vigilaran Pancracio y El Manteca y que luego verían qué hacer con
él.

Al día siguiente, Anastasio Montañés preguntó al jefe que iban a hacer


con el curro, o sea, Luis Cervantes. Lo único que Demetrio hizo fue mandar
a que le trajeran una sotana para que así La Codorniz actuara de
sacerdote. Le dijeron a Luis Cervantes que lo iban a asesinar y lo
confesaron con el cura falso antes de fusilarlo, según pero como al
confesarse no encontraron nada malo en él Demetrio decidió su perdón,
pero seguía encerrado. Poco después, Remigia le proporcionó unos paños,
aguardiente y otras cosas con los cuales se empezó a curar él mismo, pues
el curro era médico. Asimismo, Luis Cervantes se ganó la confianza de
algunos de sus cuidantes y luego del mismo Macías a quien curó la
herida.

Camila empezó a enamorarse de Luis y como no hallaba la forma de


acercársele le inventó la mentira que Demetrio se había querido propasar
con ella, pero Luis no le hizo caso.

En una conversación Anastasio Montañés contó al curro Cervantes que


él andaba en ese movimiento de rebeldes por ayudar a su compadre
Demetrio; pues, él tiene sus tierras y que no le hace falta nada. Por su
parte, Demetrio Macías dice que él anda en el movimiento por algo de
gusto y que a la vez por hostigar a los federales, pero que principalmente,
por vengarse de don Mónico, cacique abusivo y déspota de Moyahua que
explotaba y humillaba a campesinos indígenas como él. Luis Cervantes le
dice al jefe que lo admira por su gran valor y que es muy bueno luchar
por lo que está luchando y que siga así.

Anastasio Montañés
estaba platicando con
Demetrio Macías de cómo
era muy inteligente el curro
y de lo bueno que era saber
leer. Entonces Anastasio le
dice a Demetrio que como
se van a presentar con
Natera y con tan poquitos
hombres. Macías le contestó
que su idea era cómo la de
Crispín Robles: llegar a los
pueblos llevándose caballos

185
y armas cuantos encuentran, liberar presos y así armarse de más hombres
y en poco tiempo ser muchos más. En eso entran Luis y otros para
informarse de la partida y del día. Demetrio dice que se van el día
siguiente y entonces La Codorniz propone una fiesta de despedida y todos
aceptan. Después Luis Cervantes en una vereda se encuentra con Camila
la que estaba enamorada de él y le dice que ya se van a ir y le empieza a
encandilar con el jefe Demetrio Macías y el dinero que pronto tendrá.
Camila cuando escucha a Luis se hecha a llorar y desaparece de ahí.

Se hizo la fiesta y Camila no asistió por tener una jaqueca según su


mama Aguedita. Al terminar Demetrio se despidió de la gente con mucho
agradecimiento. Cuando Camila vio que ya iban desapareciendo se puso a
llorar y María Antonia, una prostituta, se rió de ella. Luego Demetrio y su
gente encontraron a un viejito al cual le preguntaron cuantos federales
había por el rumbo y este les contestó que menos de la docena. Estos se
van con Demetrio al frente a buscar a los federales con la idea de que
cada uno que mataran iba a ser una carabina más para ellos.

Secuestraron a un jornalero para que los llevara al cuartel. Iban


llegando al pueblo y los recibieron a balazos y durante la balacera matan
al Tecolote e hirieron a Demetrio; felizmente, un señor les dio asilo en su
casa. Aparece entonces el general encargado del cuartel y un soplón le
dice donde están los revolucionarios. Este manda al teniente Campos a
que los mate y los cuelgue a todos en la plaza después de la misa mayor y
empieza a pensar en el ascenso que le van a dar.
Pero la gente de Demetrio les hace una emboscada después de haber
brincado un cerco de tapias y el muro final del templo. Cuando encuentran
a los federales los bombardean con un chorro de granadas y matan a la
mayoría. Todos los que quedaron vivos también son asesinados junto con
el general de tez blanca que dirigía en ese momento a los federales.
Demetrio llega con cien hombres a Zacatecas para unirse a Pánfilo
Natera quien lo acepta muy cordialmente. Celebraron los logros obtenidos
por Demetrio, mientras Luis Cervantes se ponía a platicar con el señor
Solís. Este le dijo que ya estaba desilusionado porque ya tenía veinte y
cinco años en la revolución y sólo veía hombres muy acabados como
resultado de tal movimiento. Luis le dijo que no se desanimara y que
siempre tuviera presentes los motivos que lo llevaron a unirse a esa causa.
Macías asciende a coronel. A la mañana del día siguiente amanecieron
muertos dos reclutas de Macías y una vieja prostituta. Macías da la orden
de enterrarlos.

186
El asalto a la ciudad de Fresnillo Zacatecas fue un éxito revolucionario.
Demetrio explicó a Anastasio y Pancracio lo fácil que fue tomar esa plaza.
Al anochecer Demetrio se acordó de Camila y le dijo a Anastasio que
volvieran al ranchito por ella; ya que se había enamorado profundamente
de ella. Anastasio sólo dijo que cuando quisiera iban al ranchito. Cuando
estaba reunida la gente de Pánfilo Natera y del coronel Macías se empezó
a comentar que Pancho Villa (legendario revolucionario mexicano) iba para
ese lugar. La gente de Natera empezaron a contar a los de Macías las
hazañas de Villa y todo lo que había logrado conseguir. La gente de Macías
y de Natera sufrieron una emboscada y Luis Cervantes sin darse cuenta
apareció solo con Solís y entre la lluvia de balas. Después la gente de
Macías fue por los federales hasta la cumbre de una ladera donde dar un
paso falso era morir, pero felizmente arribaron a la cima y acabaron con
los federales de esa ladera.

El caudillo campesino y toda su gente arribaron a un restaurante de un


pueblo donde Anastasio Montañés le presentó a Macías al güero
Margarito, viejo amigo de él. En el restaurante se encontraba una mujer
llamada La Pintada quien elogió a Macías y éste alegre mandó pedir
champagne y todos empezaron a brindar. Casi al amanecer Macías
preguntó a Anastasio sobre la hora
y éste le dijo que ya no tarda en
amanecer y lo que decidió
Demetrio Macías es irse con La
Pintada a pasar un rato en un hotel.
Mientras los hombres de Macias se
dedicaron a saquear y vender lo que
encontraban ante la desaprobación
de Cervantes. Macías se durmió con
La Pintada y amaneció con un poco
de malestar. Al llegar el güero
Margarito, La Pintada lo despertó y
éste ordenó que lo trajeran al güero
Margarito. En la entrevista el güero le dijo a Macías que quiere incluirse en
sus filas y el coronel dio su aprobación. Preguntó qué cargo tenía y él le
respondió que era capitán primero. Macías lo ascendió a mayor.

Luis Cervantes, el curro, entró a donde estaban reunidos todos e hizo


entrar a una bella mujer a quien le presentó como su futura al coronel
Macías. Entonces brindaron y Cervantes le dio una aguilita con un paño
negro a Macias el cual se sintió elogiado y todos aplaudieron. Mientras La
Pintada apareció trayendo consigo a una yegua que dijo era para su

187
monta. Por su parte Margarito dijo que iba a matarse porque un querubín
(la novia de Cervantes) no le hacía el más mínimo caso. Ese día en la
noche, Demetrio Macías borracho fue a buscar a la novia de Cervantes
porque se le había antojado, pero al verlo todos lo detuvieron y lo
desarmaron para que no matara a La Pintada que trataba de impedir que
Macías lograra su propósito. Lograron dormir a Macías y en la mañana
siguiente Luis fue a buscar a su novia y La Pintada le dijo que la había
aconsejado para que se fuera y ella lo había hecho. Demetrio partió rumbo
a Moyahua y cuando iban llegando le dice a su gente que van a visitar a
don Mónico “un amigo que lo quiere mucho” y que les dará comida. Don
Mónico no es sino el perverso cacique que se apoderó de todos los
terrenos en Moyahua en cuya siembra explotaba a muchos campesinos de
manera prepotente y abusiva. Macías era el claro ejemplo de esa injusticia
por eso es que en busca de venganza y justicia se alió a las filas del
general rebelde Victoriano Huerta. Participó en varias escaramuzas y
batallas con gran heroísmo y éxito pasa ascender de grado militar.
Cuando Macías y su gente arribaron a la casa de don Mónico nadie les
abre la puerta, por eso, de un balazo Anastasio abre la puerta. Entraron y
sólo vieron mujeres con niños a las cuales las obligan a dar unos cuantos
billetes y armas a base de amenazas de cateo. Cuando vieron lo poco que
les dieron Macías ordenó cateo de la casa y encontraron a don Mónico
encerrado en un guardarropa y con un fusil. Este, al verse descubierto le
pidió a Demetrio Macías que no le hagan nada a él y a su familia. Que si lo
que quieren es dinero que se lo lleven. Macías decidió perdonarlo y se fue.
Pero antes mandó el encierro del cacique. Cuando salieron todos de la
hacienda de don Mónico afuera los aguardaba mucha gente pobre
esperando que Macías les diera algo de lo que sacaran de la propiedad de
don Mónico. Al ver que no traían nada le dijeron a Demetrio que saque
algo y éste sin más explicaciones ordenó el incendio de la c asa del
cacique. Luego se retiraron, ante la muerte de uno de sus soldados que
quiso contradecirlo.

Al camino les salió Luis Cervantes y le dio cuentas de lo que había


logrado en el día. Asimismo, le dijo que él no estaba de acuerdo en pelear
para que Carranza o Villa llegaran a la presidencia, sino para que la gente
lograra justicia y igualdad. A lo que Macías dijo que a él no le interesaba
tanto todo eso, sino, que él era feliz con su trago y una chamaca (mujer
joven) que le cuadrara bien. Se acordó de Camila, entonces Luis
Cervantes le propuso traérsela o que fueran con ella, pero Macías le dijo
que él a lo único que le tenía miedo era a las chamacas que de verdad le
cuadraban. Al día siguiente Luis se fue por Camila y ella le dijo que sí se
quiere ir con él. Cuando llegan todos borrachos junto con Camila Luis deja

188
a la muchacha con Macías quien amanece gozando de la ingenua
chamaca.

Cuando ya Demetrio se fue Camila despertó y se puso a llorar. La


Pintada se encargó de consolarla y le preguntó que si quería a Luis. Ella le
dice que sí, pero que él se portó mal obligándola a estar con Macías.
Entonces La Pintada elaboró un plan para que Camila finja estar enferma y
así la pueda llevar a su casa cuando los del pelotón se vayan. Esto no se
pudo hacer porque a la hora de al verdad Camila se hizo para atrás
traicionando a La Pintada. Entonces todos partieron a Jalisco en busca de
los orozquistas. En el camino se encontraron con unos federales
encabezados por un cura al cual mataron sin compasión después de sus
militares.

Camila y Demetrio empezaron a quedar y cuando ya estaban a tres


jornadas de Limón, La Pintada fue a decirle a Camila que Demetrio iba a
volver con su mujer. Que ella era apenas una amante más de tantas a
quienes Demetrio había embaucado. Camila le contó todo a Demetrio con
reclamo y molestia, pero, él le dijo que no le hiciera caso que La Pintada
estaba loca. Partieron a Tepatitlán, el curro Cervantes y La Codorniz se la
pasaron haciendo apuestas. Cuando llegaron asaltaron un caserón de ahí.
Luego La Pintada tumbó del caballo a Camila por envidia. Ella contó sobre
lo ocurrido a Demetrio, el cual corrió a La Pintada; pero ésta antes de irse
le dio una puñalada a Camila hasta matarla. Pese a ello, después de
discusiones la dejaron ir. Cuando llegaron a Aguascalientes se dedicaron al
saqueo y ociosidad, a parte de ser víctimas de charlatanería de alguno que
otro vendedor.

Ya en el tercer capítulo, Luis Cervantes, el curro, le escribió a Venancio


desde el paso Texas el 16 de mayo de 1915 felicitándolo por el título de
médico que logró obtener y luego, para proponerle el negocio de un
restaurante. Por ese tiempo se lamentaba la muerte del Manteca y de
Pancracio en una partida de pócker. Macías dio la orden de que maten a
todos los que anden escondiéndose. Dos de los que fueron presos le
contaron a Macías que Villa había sido derrotado en Celaya por Obregón.

Un tal Valderrama que era poeta, le cantó a Macías la canción "El


enterrador" hasta hacerlo llorar con las frases. Cuando pasan por Juchipila
se pusieron tristes y meditaron el porqué estaban aceptando tantos
exfederles en sus filas y el tal Valderrama desapareció. En Juchipila les
llegó los recuerdos de sus batallas como la de Zacatecas y se dieron

189
cuenta como nunca de que ya nadie se acordaba de ellos ni de sus
triunfos.

Demetrio llegó al encuentro de su mujer y su hijo, quien pese a ser


reflejo de Demetrio no reconoció al padre. Demetrio al verse frente a su
pequeño hijo lloró. Su mujer había envejecido. Le pidió que no se fuera
más. Le advirtió que algo grave le puede pasar. ¿Por qué pelen ya? Le
preguntó su mujer y él con las cejas muy juntas tomó distraído una
piedrecita y la arrojó al fondo del barranco. Después de ponerse pensativo
un ratito dijo a su mujer: “Mira esa piedra ya no se para” y partió.

En cañón el cañón Juchipila del Paso Texas, Macías volvió a encontrarse


con su gente. De improviso fueron atacados por los federales. Cogido por
la bala Anastasio cayó de su caballo. El Meco abaleado se desbarrancó.
Toda la gente de Macías murió. Macías al verso solo disparaba y
disparaba. Ya no fallaba ni un tiro. Pero a él también le disparan y cayó
muerto. “E humo de la fusilería no acaba de extinguirse. Las cigarras
entonan su canto imperturbable y misterioso; las palomas cantan con
dulzura… Y al pie de una resquebrajadura enorme y suntuosa como
pórtico de vieja catedral, Demetrio Macías con los ojos fijos para siempre,
sigue apuntando con el cañón de su fusil”.
Fin.
D.PERFIL PSICOSOCIAL DE LOS PERSONAJES:
1. DEMETRIO MACÍAS: Es alto, robusto y lampiño. Valiente,
decidido, vengativo, protector y sin miedo a la muerte. De clase baja
(campesino) con poca preparación que se involucra en la revolución
por venganza personal y no por un principio ni ideología, pues carece
de conciencia y formación política.

2. LUIS CERVANTES: Rubio, con rizos, ojos verdes, piel blanca.


Instruido, aprovechador y astuto. Como periodista y estudiante de
medicina es de la clase media. Se apodera de un diamante y se fuga
a Texas, donde continúa sus estudios de medicina. Es quien intenta
orientar a los rebeldes hacia una conciencia política e ideológica.

3. DON MÓNICO: Cacique de Moyahua, ambicioso, avaro y abusivo.


Hacendado poderoso. Su actitud abusiva y explotadora para con los
indígenas hace que Demetrio reaccione contra él.

4. VENANCIO: En su pueblo era barbero. Además sacaba muela y


ponía sanguijuelas por eso le llamaban el dotor. Había leído algunos
libros y tiene el deseo y la esperanza de hacer estudios

190
universitarios, su modo de hablar es un español más “correcto”, con
un léxico muy amplio. Se desempeña como médico de la tropa de
Macías.

5. ANASTASIO MONTAÑÉS: Compadre de Demetrio, aunque


prófugo de la justicia por asesino, es leal a su líder Macías.

6. CODORNIZ: Hombre vulgar y violento que antes de la revolución


fue ladrón y escapando a la justicia fue a dar con los rebeldes.

7. EL MECO: Amigo incondicional de Demetrio que está en la


revolución sólo por solidaridad con su amigo.

8. GENERAL PÁNFILO NATERA: Jefe rebelde partidario o seguidor


de Pancho Villa. Se alía con Macías en la toma de Fresnillo
Zacatecas.

9. ALBERTO SOLÍS: Militar subordinado de Natera. Cumplidor de las


órdenes impartidas por su superior. Muere en la batalla de
Zacatecas.

10. MUJER DE DEMETRIO: Esposa y compañera sumisa de


Demetrio. Aún sin entender la revolución apoya a su esposo.

11. LA PINTADA: Prostituta violenta y amiga del coronel Maximiano


Hernández. Chica prieta, muy pintada de la boca, ojos y carrillos. Es
chismosa y mala. Es vulgar, intrigante, envidiosa, infiel, autoritaria,
traicionera, ladrona y abusiva.
12. CAMILA: Muchacha ingenua, indefensa y romántica que se
enamora del curro Luis Cervantes, y luego decepcionado del curro
termina como amante de Macías. Dulce y buena, pero confiada,
ignorante y débil; muere apuñalada por La Pintada.

13. MANTECA: Hombre violento que muere tras matar a Pancracio.

14. EL GÜERO MARGARITO: Hombre despiadado y brutal, violador


y abusivo. Goza viendo padecer a la gente. Amante de la prostituta
“La Pintada” es el personaje más siniestro de la novela. Se
caracteriza por ser sádico y perverso. Muere Ahorcado.

15. VICTORIANO HUERTA: General a quien apoyó en sus inicios el


joven indígena Macías.

191
16. MARIA ANTONIA: Prostituta coja y amiga íntima de “La Pintada”.

E. UBICACIÓN CRONOTÓPICA (ESPACIO – TIEMPO)


ESPACIO: Limón, ranchito donde vivía Demetrio con su familias. Los
escenarios de las batallas son:
 Aguascalientes.
 Moyahua.
 Jalisco.
 Zacatecas.
 Juchipila.
 Guadalajara.
 El Paso Texas.
 Fresnillo.

TIEMPO: Es ectópico o real corresponde a los años 1913 – 1915.

F. INTENCIONALIDAD DEL AUTOR:


 Reflejar la participación de los campesinos o la gente de abajo en la
revolución mexicana.
 Retratar las motivaciones y causas verdaderas que llevaron a los
insurgentes a la violencia.
 Mostrar la forma espontánea cómo los campesinos se volvieron
rebeldes esperanzados en una revolución y cambio verdadero.
 Denunciar la persistencia del caciquismo que explota y denigra a los
campesinos indígenas.
 Afirmar que la revolución es un huracán y el hombre que se entrega
a ella es una miserable hoja seca arrebata pro el vendaval.
 Señalar que la revolución mexicana fue refugio de muchos ladrones,
asesinos y prostitutas.
 Reflejar cómo la guerra vuelve violento al hombre y cómo esa
violencia afecta a familias y pueblos inocentes.
 Reflejar el drama de los rebeldes que se vieron obligados a dejar a su
propia familia hasta no ser reconocidos por sus hijos.
 Describir los defectos y virtudes de los caudillos o líderes rebeldes
que participaron en la revolución.
 Mostrar las alianzas entre los cadillos rebeldes para derrotar al
enemigo común: el cacicazgo y el sistema político opresivo y
excluyente.

G.TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS LITERARIOS:

192
 Narración lineal.
 Narrador externo omnisciente.
 Monólogo interior.
 Cajitas chinas.
 Racconto.
 Flash back.
 Relato directo o periodístico.

H.MANEJO LINGÜÍSTICO:
Mariano Azuela en su novela “Los de Abajo”, utiliza un lenguaje culto,
popular y con una maestría inserta el lenguaje regional mexicano.
Ejemplo: los cuicos, milpa, chile, petate, güero, jacal, tequila,
chaparra, mezclado con palabras de contexto militar y bélico como:
plomazo, fusilen a ese mocho, correligionario, disparen, alto al fuego,
¡Viva Demetrio Macías!, etc.

I. EXPERIENCIAS Y SITUACIONES HUMANAS:


En pleno caos revolucionario de México, el joven médico castrense y
aficionado al periodismo Mariano Azuela, conoció a un joven caudillo
campesino heroico y arrojado de nombre Manuel Caloca. Su edad era
prematura porque aún estaba en etapa escolar, pero, por su heroísmo
fue hecho coronel y auxiliar del jefe de Montoneras Julián Medina. Estas
dos personas sirvieron a Mariano Azuela para perfilar al aguerrido
Demetrio Macías, campesino que lidera improvisadamente a unos
rebeldes sin orientación ni principios ideológicos hacia la revolución que
no es si no la muerte misma.
Al respecto, el mismo Mariano Azuela publicó en 1929 “Cómo Escribí
Los de Abajo” donde confiesa: “Con el nombre de “Cuadros y Escenas
de la Revolución” he ordenado muchos apuntes recogidos al margen de
los acontecimientos político sociales, desde la revolución maderista
hasta la fecha. De tal serie, forman parte los episodios de mi relato Los
de Abajo, escrito en plena lucha, entre las dos grandes facciones en que
la ambición dividió a los revolucionarios, a raíz de su triunfo sobre
Victoriano Huerta. Satisface entonces uno de mis mayores anhelos,
convivir con los genuinos revolucionarios, los de abajo… Formando
parte, como médico, de las fuerzas revolucionarias de Julián Medina,
compartí con aquellos rancheros de Jalisco y Zacatecas – ojos de niño y
corazones abiertos – muchas de sus alegrías, muchos de sus anhelos y
muchas de sus amarguras. Han desaparecido casi todos ellos y quiero
dedicar estos renglones a esa casta indomable, generosa e

193
incomprendida que, si sabía soNreír para matar, sabía también sonreír
para morir. En Guadalajara nos llamaban convencionistas: pero un día
que amanecimos en Lagos y nos dijeron que ya éramos villistas. Así
como se cambia la etiqueta de una botella. Dos capítulos en lagos.
Otros dos en Tepatitlán. El general Medina no se sentía seguramente
muy a gusto cerca de Francisco Villa y le prometió recuperar
Guadalajara con el puñado de sus hombres… pero en el combate de
Guadalajara cayó gravemente herido Manuel Caloca. Un muchacho de
quince años que se había ganado su grado de coronel como los
machos.”

J. ESTRUCTURA EXTERNA:
La novela “Los de Abajo” está presentada en tres partes:
 La primera parte contiene 21 capítulos;
 La segunda parte, catorce capítulos
 La tercera parte siete capítulos.

194

Você também pode gostar