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CAPÍTULO 2: ENCUADRE Y ASESORAMIENTO

Habitualmente se piensa en el encuadre como un conjunto de regulaciones que pautan la


configuración de un espacio y un tiempo, que definen condiciones particulares para el
establecimiento de las relaciones entre las personas, que plantean posibilidades y
limitaciones específicas en el contenido y las modalidades del intercambio que ellas
mantienen y que establecen los propósitos de la intervención, entre otras cosas.
Entendemos al encuadre (Ulloa), como un punto de reparo que define el lugar, la
metodología, las modalidades de abordaje desde las cuales es posible intervenir en una
situación dada.

Definiendo el encuadre de asesoramiento

El trabajo de asesoramiento supone la configuración de un campo dinámico en el cual


suceden fenómenos en continuo movimiento e implica la definición de una serie de
constantes que operan como marco dentro del cual se da dicho proceso. Estas constantes
aluden centralmente al concepto de encuadre. El encuadre, en tanto institución, implica el
recorte y la definición de una serie aspectos:
➢ funcionarán como marco dentro del cual se desarrolla determinado proceso.
➢ suponen una toma de posición por parte del asesor, una actitud, un modo particular
de pensar la realidad en la que se está actuando
➢ fundamentan y sostienen un contrato entre personas regulando el intercambio que
ellas mantienen
➢ están presentes de manera más o menos explícita aunque a veces silenciada.
Se define el encuadre como un conjunto de constantes o invariantes que regulan, contiene,
informan, en el sentido de dar forma, la marcha de todo lo que acontece en el campo del
asesoramiento; éstas fijan el margen de lo permitido y lo prohibido, lo deseable y lo posible,
establecen un marco de acuerdo, un contrato entre asesor y asesorados.

Los componentes centrales del encuadre:


(En el marco de un proceso de asesoramiento pedagógico institucional)

1.La posición institucional del asesor:


alude al lugar formal que cada uno de los intervinientes ocupa en la estructura organizativa
entendida como distribución de roles y responsabilidades. La simple observación y lectura
de esta estructura permite advertir las relaciones de jerarquía o de pares, relaciones
organizadas por la dependencia formal interna o externa o basadas en acuerdos de
colaboración mutua. También, al hablar de posición institucional nos referimos a un espacio
simbólico que implica presencia, territorio y límites. Pensar la posición del asesor desde el
punto de vista formal y simbólico lleva a plantearla como una posición implicada. En su
práctica cotidiana, el asesor pone en juego aspectos de su propia personalidad, significados
construidos en su biografía profesional y su trayectoria social, concepciones y
representaciones ligadas a la posición institucional que ocupa.
a) El reto y el riesgo en el trabajo: La idea de reto está ligada a una dificultad que
desafía y genera interés, expectativa y motivación para seguir adelante. Asumir retos
implica enfrentar riesgos, como perder el trabajo, cambiar de posición, quedar sin
palabras frente a los otros, traicionar las propias convicciones, no ser reconocido.
Estos riesgos se vinculan generalmente a la idea de desafío, de audacia y, al mismo
tiempo, a la de miedo y temor por la posible pérdida que podría deparar atravesar un
riesgo y fallar.
b) El apego y el desapego al trabajo: El apego al trabajo nos lleva a pensar en la
posibilidad de establecer un vínculo de afecto, un soporte de la propia identidad, una
vía de realización y crecimiento personal y profesional, un espacio potencial de
creación y placer. A su vez, el desapego tiene que ver con la idea de separación,
desinvestimiento, desprendimiento, sin que ello signifique una situación de
sufrimiento de la persona ni de fracaso personal.
c) “Cuando el trabajo se vuelve droga”: cuando la organización del trabajo le impone al
trabajador una relación de objeto adictiva con su trabajo; el sujeto se ve compulsado
a cumplir con la organización del trabajo pase lo que pase y más allá de sí mismo.
De ahí en más, el sacrificio, la entrega incondicional, los límites difusos entre
espacio de trabajo y el de la vida personal aparecen como rasgos centrales de la
implicación profesional.

2. El objeto de asesoramiento y su definición


Aludimos al objeto de asesoramiento para referirnos a aquel aspecto de la realidad sobre el
cual proyectamos nuestra intervención como asesores. Definirlo supone avanzar en la
focalización tomando como punto de partida el trabajo sobre la demanda. El trabajo de
focalización implica una toma de posición y una decisión por parte del asesor que, si bien
podrá ser más o menos explícita, siempre estará ligada a sus intuiciones personales, a su
marco de referencia, al punto de vista que haya podido construir respecto de lo posible y lo
deseable en cada situación.
Desde la perspectiva ligada a la intervención, la definición de un problema no alude en
sentido estricto a conflicto, la dificultad o la tensión en sí, sino a la posibilidad (Bleger) de
avanzar en un movimiento que promueve el pensamiento en la búsqueda de explicaciones
alternativas y de nuevas estrategias de solución.
La focalización del objeto-problema de asesoramiento implica delimitar aspectos o variables
y relaciones significativas; al definirlo, lo encuadramos, lo delimitamos, lo demarcamos, lo
focalizamos: ponemos en primer plano algunas variantes y relaciones, dejando en segundo
plano otras que siguen estando presentes y operando como trasfondo, aun cuando
temporalmente no se trabaje directamente sobre ellas. El reconocimiento y la definición del
objeto-problema que focalizamos es una condición central del trabajo de asesorar porque:
➢ se trata de una definición que supone un proceso de construcción y reconstrucción
permanente
➢ todo objeto de asesoramiento es en sí mismo complejo
➢ supone una decisión que tiene un efecto cascada sobre otras estipulaciones del
encuadre que mantienen con ella un alto grado de interdependencia.
➢ interroga permanentemente al asesor sobre el sentido, la pertinencia y la
oportunidad de lo que se le plantea como pista o indicio en su trabajo.

3. Los fines y los propósitos que orientan la acción


Aluden al para qué, al sentido que orienta y direcciona el trabajo de asesoramiento, a lo que
se pretende alcanzar en relación con la escena de trabajo del asesorado; generalmente el
asesor trabaja simultáneamente sobre más de un fin; sus propósitos son siempre plurales,
múltiples. Si bien algunos de éstos están directamente ligados a los cambios que se intenta
promover en el asesorado y su situaci´n de trabajo; otros propósitos ocuparán el papel de
medios para llevar adelante su trabajo.
Otra cuestión a considerar, es el modo cómo juegan las propias intenciones, concepciones
y representaciones. Plantearse un fin supone avanzar en la interrogación de uno mismo
preguntándose sobre aquello que cada asesor se propone en su acto de intervención. Este
análisis podrá develar tensiones:
➢ la tensión que suele planteársele al asesor entre ser fiel a las propias intenciones y,
simultáneamente, ser leal al otro en su necesidad, su pedido de ayuda.
➢ la tensión entre los diferentes significados que al asesor pueda portar sobre qué es
asesorar, para qué asesora, por qué asesora y aquello que se propone como
intencionalidad explícita de su trabajo.
➢ la tensión que puede presentarse entre significar los fines y los propósitos del propio
trabajo como mandato o responsabilidad. Mientras que el mandato es un imperativo
genérico y atemporal, la responsabilidad pone al asesor en situación.

4. El espacio físico
Además de poseer determinadas propiedades que lo distinguen, como la amplitud, la
estabilidad y la comodidad, tiene la capacidad de ser medible y está determinado por
variables psicológicas, sociales, culturales y económicas, entre otras. Cabe pensar de qué
manera cada grupo institucional concibe el espacio físico en el que trabaja, el tipo de
vinculación que establece y, desde allí, cómo lo usa y dispone de él. Es un objeto
observable mediante el cual pueden estudiarse los climas grupales, las relaciones
interpersonales y las representaciones circulantes sobre cada uno, los otros y las tareas.
El espacio físico es una condición clave en las prácticas. Tiene un efecto de provocación
sobre el tipo de material que allí surge y sobre los significados que éste porta para las
personas. No es lo mismo asesorar en el despacho del director que en la sala de maestros;
constituye una condición difícil de modificar.
Otra cuestión a considerar es la representación y los significados que circulan sobre los
espacios físicos destinados a tareas de asesoramiento, como el gabinete de una escuela, el
departamento de orientación o el despacho de la asesora; estas representaciones
circunscriben la función de ayuda en estos espacios.
En esta perspectiva, adoptar criterios sobre el uso y la distribución del espacio supone
considerar las posibilidades y las limitaciones que éstos brindan tanto desde el punto de
vista material como simbólico.

5. El tiempo en el que transcurre el asesoramiento


La preocupación central está dada en hacer un esfuerzo para comprender la irrupción del
presente: implica considerar simultáneamente al sujeto y su trabajo en situación.
Gestionar el tiempo supone pautar una duración global del proceso de asesoramiento y,
luego, reconocer fases o etapas en las cuales se pueda organizar una secuencia de
acciones ligadas a determinadas intenciones o propósitos, definiendo en cada una de ellas
la frecuencia de los contactos y/o encuentros entre asesor y los otros. La gestión del tiempo
instrumental requiere reflexión y el ajuste permanentes. En ella se juegan tensiones
derivadas de la oposición entre tiempo necesario - tiempo disponible, necesidad - urgencia.
Algunas veces, la solución será un tiempo extra, fuera de aquel que forma parte del contrato
de trabajo; otras veces, se termina por dejar en suspenso tareas ligadas a la
responsabilidad de cada uno, abandonándolas sin que nadie pueda asumirlas y hacerse
cargo de ellas.
6. Recurso técnicos en el trabajo de asesoramiento
Nos referimos al repertorio de instrumentos y de técnicas de que el asesor dispone para
trabajar en su campo. Los instrumentos aluden a la palabra, al cuerpo, a las producciones
expresivas y narrativas. Las técnicas representan los diferentes usos que de esos
instrumentos se hace; las más habituales son las técnicas dramáticas, de juego, narrativas,
de entrevista y observación, proyectivas, de recopilación documental, de señalamiento e
interpretación, entre otras.
Contextualizar el uso de los recursos técnicos requiere cierta versatilidad e ingenio para
descartar, modificar o ajustar la utilización de tales recursos en cada situación singular.

Algunos principios del encuadre:

● NEUTRALIDAD, se alude a la actitud de abstinencia que todo asesor debe mantener


respecto de alianzas y coaliciones preexistentes en el ámbito de trabajo donde
desarrolla su tarea. Supone no participar en los rumores y evitar que la propia
información sea utilizada para apoyar intereses ligados a la toma de decisiones y no
utilizar la posición institucional para ejercer influencia sobre otros. Droeven: habla de
“compromiso sensible” que es propio de quien no forma parte de la escena de
trabajo del otro pero que tampoco es totalmente ajeno a ella. El asesor asume un
tipo de compromiso que lo involucra y, en este sentido, lo hace ser parte de la
situación sin que esto signifique necesariamente pertenecer a ella.
● El principio de INDEPENDENCIA Y AUTONOMÍA se relaciona con el margen de
discrecionalidad que el asesor tiene para tomar decisiones relativas a su trabajo; en
la relación que éste mantiene con el sistema de autoridad y de poder de la
organización; y también con la libertad que cada asesor tiene para manejarse con su
propio criterio, respetar su marco de referencia y definir el plan de trabajo que
considere más conveniente.
● El principio de CONFIDENCIALIDAD se refiere al uso responsable de la palabra y de
la información en términos de producción y circulación. En tanto secreto, la
información tiene una circulación restringida: no puede compartirse ni ser conocida
por todos o debe mantenerse como patrimonio de determinadas personas o grupos.
La violación de este secreto suele ser interpretado como una “falta de ética
profesional”.

5.El encuadre del asesoramiento en acción

El trabajo de asesoramiento es una acto de intervención que se desarrolla en un marco de


un conjunto de reglas, pautas y regulaciones que conforman el encuadre y donde lo inédito
está siempre presente.
El encuadre en acción nos ubica en la dimensión real del trabajo de asesoramiento, un acto
que implica considerar el contenido de la tareas, la distribución de las responsabilidades, las
modalidades de producción, comunicación y gestión, las relaciones de poder y control, las
condiciones de trabajo, las personas y los vínculos, tal como se configuran en cada
situación particular.
El problema se plantea cuando lo previsto debe ser abandonado y el asesor tiene que tomar
una decisión respecto del sostenimiento de su encuadre. Suelen presentarse dos salidas:
1. mantener a ultranza lo estipulado y no cambiar nada o renunciar a todo y empezar
de cero
2. dejar en suspenso lo anticipado y ver qué ocurre.
La brecha o interjuego entre lo anticipado y lo real requiere como condición central la
posibilidad de dar la palabra y garantizar la escucha, es decir, de abrir un espacio de
encuentro con el otro. Este espacio es posible cuando el asesor puede, en presencia de
otro, dejar en suspenso lo imaginado y previsto, enfrentarse a lo nuevo y diferente que este
otro le plantea y, desde allí, ajustar y mejorar su encuadre.

6. El encuadre como andamiaje

El andamiaje no es un marco fijo y rígido que todo lo prescribe y al cual hay que amoldarse,
sino que implica un conjunto de orientaciones que se relacionan con aquello que en el
trabajo de asesoramiento puede predecirse y proyectarse dejando lugar a lo que escapa a
toda posibilidad de anticipación. En efecto, el andamio es siempres movimiento y hacer a
medida. Como el montaje entre la escena de trabajo del asesorado y la escena de trabajo
con el asesor nunca es perfecto, sino que siempre implica un “ajuste-desajuste”, el
encuadre operará como garante para captar y sostener este movimiento.
En cambio, cuando el encuadre se conmociona en su cualidad de “andamio”, de
apuntalamiento, de intermediario y filtro, el acto de trabajo de asesorar se convierte en un
espacio de insatisfacción y sufrimiento.

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