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ESQUIZOFRENIA Y EL ROL TERAPÉUTICO DE LA IGLESIA

RESUMEN DEL POST:


Existen varios prejuicios que caracterizan la actitud de ciertas comunidades cristianas ante la esquizofrenia. Ante esto, uno de los
principales desafíos de la actual iglesia de Cristo es informarse sobre el tema para derribar tales prejuicios que podrían estar
estorbando el cumplimiento de la gran comisión. Con esto, se hace necesario que la iglesia comience a tomar en serio el importante
rol que le compete en la ayuda a aquellas personas que sufren de tal condición en cuanto a su bienestar mental y espiritual.
 Fecha:
04 mayo 2015, 03.14 AM
 Autor:
Pablo López-Silva
o 58
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 Publicado en:
Actualidad y Opinión
 Comentarios:
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ESQUIZOFRENIA Y EL ROL
TERAPÉUTICO DE LA IGLESIA
Existen varios prejuicios que caracterizan la actitud de ciertas
comunidades cristianas ante la esquizofrenia. Ante esto, uno de los
principales desafíos de la actual iglesia de Cristo es informarse sobre el
tema para derribar tales prejuicios que podrían estar estorbando el
cumplimiento de la gran comisión. Con esto, se hace necesario que la
iglesia comience a tomar en serio el importante rol que le compete en la
ayuda a aquellas personas que sufren de tal condición en cuanto a su
bienestar mental y espiritual.
1. Introduction

La esquizofrenia es un desorden mental que afecta al 7% de la


población adulta a nivel mundial (WHO, 2013). A pesar de que su
incidencia es bastante baja, se le considera un desorden crónico lo
que hace su prevalencia muy alta. Esto quiere decir que la gente que
es diagnosticada con tal condición debe aprender a lidiar con ella de
por vida. Ahora bien, si la iglesia realmente desea cumplir su gran
comisión (Marcos 16:15), debería ser capaz de acoger e integrar a
este 7%. Lamentablemente, cuando se trata de entender diversos
asuntos asociados a la esquizofrenia en el contexto de nuestras
iglesias, muchos son los prejuicios y malos entendidos que quedan al
descubierto. Esto, junto con una falta de información generalizada en
la sociedad, ha desembocado en una especie de falta de claridad en
la forma natural en que las iglesias podrían ayudar a las personas que
sufren de tal condición. El objetivo de este breve ensayo es examinar
e informar sobre algunos de los aspectos prácticos más importantes
relacionados con este fenómeno (sección 2), para así clarificar
algunas de las principales formas en que nuestras comunidades
podrían ayudar a las personas que sufren de síntomas mentales
(sección 3).

2. Esquizofrenia y naturaleza humana: Despejando algunos


prejuicios

Antes de explorar el rol terapéutico de la iglesia es necesario despejar


algunos de los prejuicios que rodean la comprensión de la
esquizofrenia. Porter (2002) – un connotado historiador de la locura –
indica que aquello que llamamos ‘trastorno mental’ es algo que ha
estado entre nosotros desde los mismos inicios de la historia de la
humanidad. Ya en Deuteronomio 28:28 parecen haber referencias
directas a esto cuando se escribe que: ‘Jehová te herirá con locura,
ceguera y turbación de espíritu’. En cierta medida – e infelizmente –
parece ser que el desarrollo de patologías mentales es algo exclusivo
e intrínseco a la naturaleza humana. Pues bien, a pesar de esta
aparente familiaridad que deberíamos tener con el fenómeno, un
sinnúmero de prejuicios y malos entendidos rodean su ocurrencia. Por
ejemplo, mucha gente asocia a los esquizofrénicos con excéntricos
antisociales sumamente peligrosos para la sociedad. Otros, indican
que la locura es nada más que la consecuencia final de una vida en
extremo licenciosa (abuso de drogas y alcohol por ejemplo). Sin
embargo, un grupo de especial interés para nuestro análisis son
aquellos que indican que condiciones como la esquizofrenia son nada
más que el producto de un específico castigo divino. Básicamente,
este grupo parece estar muy presente en ciertas congregaciones y
parece ser una de las principales razones por las cuales la iglesia falla
algunas veces en ayudar, acoger y discipular a personas que sufren
de esquizofrenia.

Es importante notar que todas estas opiniones parecen estar


fundamentadas en ‘algunos datos’ que podrían ser verdaderos. Sin
embargo, una verdad a medias no es nada más que una mentira. Por
ejemplo, hay ciertos pacientes que pueden tornarse peligrosos dada
la naturaleza de los delirios y alucinaciones que experimentan[1]. Un
paciente con delirio paranoico puede creer que su hijo quiere
asesinarlo y al tratar de defenderse de acciones que son
experimentadas como ‘aparentes ataques’, el paciente podría llegar a
dañar a su hijo. Sin embargo, es importante notar que este tipo de
caso no representa a la mayoría y por lo tanto, el prejuicio de que los
esquizofrénicos en general son peligros no parece bien
fundamentado[2]. En realidad, es un mito decir que todas las
personas que sufren de esquizofrenia son violentos (Warner, 2000).
Muchos de ellos pueden mantener una vida relativamente funciona
cuando siguen los tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos
necesarios. Mucha gente tiende a pensar de que los esquizofrénicos
‘viven en otro mundo’, como si estuviesen ‘atrapados’ en otra
realidad de la cual no puede zafarse. Muchas veces, se piensa que los
pacientes no tienen voluntad propia o que, básicamente, son una
especie de autómata que no piensa en realidad lo que está haciendo.
Esto no es tan así, los pacientes sufren de sus síntomas, de muchas
maneras ellos saben que algo anda mal y tratan desesperadamente
de mantener un contacto más o menos funcional con la realidad
(Fuchs, 2005). Muchas veces, al hacer esto, los mismos pacientes
piden ayuda para poder lidiar con tales situaciones. Muchos de los
problemas afectivos que los pacientes experimentan son el resultado
de este conflicto.

Ahora, sobre el segundo caso, es importante destacar que el abuso de


drogas y alcohol en sí mismo no tiene la capacidad de generar
enfermedades mentales como la esquizofrenia dado que ésta tiene
otras causas. Muchas veces, gente tiende a confundir los síntomas del
abuso de drogas y alcohol con los síntomas asociados a la
esquizofrenia. El abuso de alcohol junto con el uso de algunas drogas
puede generar cuadros clínicos que se manifiestan en una
generalizada debilidad muscular[3]. Cuando este tipo de cuadros se
hacen más graves, gente tiende a confundirlos con el inicio de ciertos
estados catatónicos, que muchas veces se asocian a expresiones
severas de la esquizofrenia. Junto con esto, el abuso de alcohol y
drogas puede causar la enfermedad de Wernicke. Esta enfermedad
afecta el pensamiento, los sentimientos y la memoria. Los pacientes
se vuelven irritables fácilmente, se les observa desorientados,
presentan problemas visuales y comienzan a tener problemas para
recordar ciertas cosas. Esto último afecta bastante sus capacidades
para comunicarse con los demás. En algunos casos, algunos
alcohólicos podrían experimentan alucinaciones (como escuchar
voces) en un contexto generalizado de stress. Así, muchas veces esto
tiende a confundirse con síntomas comúnmente relacionados con la
esquizofrenia.

Ya en los casos más extremos de abuso de alcohol y drogas, pacientes


podrían presentar síndrome de Korsakoff. Las personas que sufren se
esta condición se vuelven incapaces de comprender y aprender
nuevos contenidos de forma rápida, y además, comienzan a tener
severos problemas de memoria. Una de las cosas que uno puede
notar en estos pacientes es que su forma de pensar se torna muy
inflexible, se les torna sumamente difícil pensar formas alternativas
para, por ejemplo, resolver algunos problemas de la vida diaria. Junto
con esto, tienden a quedarse atrapados en ciertos temas de
conversación por ejemplo y tienden a mostrar una incapacidad para
argumentar y dar razones suficientes para ciertas cosas. También,
cuando tratan de recordar ciertas cosas, este tipo de paciente tienden
a sustituir hechos pasados por otros que nunca han vivido
personalmente (confabulación). Ahora bien, muchas personas tienden
a tomar estos síntomas como señales de enfermedades mentales
como la esquizofrenia, lo cual es un error. El principal asunto en este
contexto es que estos síntomas, si bien pueden parecerse a simple
vista, tienen causas diferentes. Mientras las consecuencias del abuso
de alcohol y drogas se relacionan con daños que estas sustancias en
su consumo extremo producen en ciertas áreas cerebrales, los
síntomas de la esquizofrenia tienen causas más diversas, por
ejemplo, una alta producción de ciertas sustancias químicas en el
cerebro llamadas neurotransmisores, algunos problemas con la forma
en que ciertas personas estructuran sus relaciones personales con los
demás y con la realidad. Es más, muchas veces, pacientes que sufren
de daños a algunas zonas cerebrales no sufren de delirios o
alucinaciones, y otras veces, pacientes que llegan a desarrollar
síntomas esquizofrénicos nunca han tenido un historial de abuso de
drogas o alcohol o lesiones cerebrales de consideración. Por lo tanto,
más que expresar un hecho, este tipo de opinión solo refleja un
estigma sin fundamento en la evidencia que tenemos disponible. La
llamada ‘vida licenciosa’ poco tiene que ver con la explicación de los
orígenes de condiciones como la esquizofrenia. Lo que sí puede
suceder es que un cierto tipo de vida con hábitos nocivos podría
apresurar la expresión de ciertos síntomas psicóticos en personas que
poseen ya ciertas pre-condiciones para manifestar este tipo de
patología (Addington & Addington, 2007). Sin embargo, esto es
bastante distinto de decir que el alcohol y las
drogas causan condiciones como la esquizofrenia.

Finalmente, deseo detenerme en uno de los más dañinos malos


entendidos que permea la comprensión de la esquizofrenia en ciertas
comunidades cristianas. Mucha gente parece creer que los síntomas
asociados a la esquizofrenia son el producto de algo así como una
‘posesión; el producto de las fuerzas demoníacas actuando sobre la
voluntad, mente y cuerpo de ciertas personas. Muchas personas
explican así la bizarra naturaleza de las experiencias que los
esquizofrénicos dicen tener por ejemplo (escuchar voces, creer que
están muertos, creer que algún familiar ha sido reemplazado por un
extraterrestre, etc.). Pues bien, este no es un asunto menor dado que
tal noción estorba la comprensión del rol que la iglesia podría jugar en
ayudar a las personas que sufren de tales síntomas. Este tipo de
opiniones parece ignorar –peligrosamente- el hecho de que la
esquizofrenia es bastante diferente de la posesión demoniaca. Las
posesiones demoniacas se caracterizan por una exacerbada
animadversión a cualquier cosa que tenga relación con la vida
cristiana. Por ejemplo, reacciones violentas y repugnancia ante
oraciones, blasfemias, e incluso fenómenos sobrenaturales como
manifestación de fuerzas sobrehumanas o conocer la ubicación de
objetos escondidos a la vista, entre otras cosas. Tales fenómenos no
están ni remotamente presentes en casos de esquizofrenia. Es más,
muchos pacientes acuden explícitamente al evangelio y a la Biblia en
general para encontrar consuelo (Mohr et al. 2006). Mientras las
posesiones demoníacas son un fenómeno sobrenatural generado
específicamente por la acción de demonios, las enfermedades
mentales reflejan distintas alteraciones en el funcionamiento de
nuestra mente y por lo tanto, una vez que nos adentramos en la
forma en que ésta funciona, podemos – con diferentes grados de
dificultad – generar explicaciones para tales fenómenos (Coltheart,
Langdon & McKay, 2007). Por razones de espacio es imposible revisar
todas las propuestas explicativas para los síntomas de la
esquizofrenia en este ensayo, sin embargo, la idea principal es que
existen modelos en psicopatología y psiquiatría que explican la
ocurrencia de los síntomas esquizofrénicos en base a diversas fallas
en los sistemas perceptuales, afectivos, y cognitivos que dominan el
funcionamiento de nuestra mente (McKay, Langdon & Coltheart,
2009). Una mayor comprensión de tales. El desafío para nuestras
comunidades es comenzar a familiarizarse con este tipo de
investigaciones con el fin de desmitificar a, entre otros, los
esquizofrénicos.

Sin embargo, un análisis del funcionamiento mental desde un punto


de vista cristiano no puede negar la siguiente verdad fundamental: a
pesar de que los síntomas psicóticos no son el resultado directo de la
acción demoníaca en la vida de ciertas personas, hay una estrecha
relación entre pecado y enfermedades mentales (Johnson, 2010). El
problema es que muchas veces tal relación no es lo suficientemente
clara y mucha gente prefiere descansar en alguno de los prejuicios y
estigmas anteriormente comentados. El pecado se manifiesta en
todas las dimensiones de la naturaleza humana como desorden,
tendencia a la destrucción, o como déficit. Por ejemplo, en el plano
físico, el pecado se manifiesta en las múltiples imperfecciones y
enfermedades físicas que los seres humanos deben enfrentar a lo
largo de sus días. En el plano existencial, el pecado se manifiesta en
el vacío con el cual debemos lidiar cuando Dios no es el norte en
nuestras vidas. En el plano de lo social, el pecado se manifiesta en las
diversas desigualdades, injusticias y conflictos que han caracterizado
a la sociedad humana desde sus inicios. Esto no quiere decir que tales
déficits e imperfecciones son el producto de una influencia demoniaca
sobre nuestras vidas, sino que toda la existencia y acciones humanas
están articuladas desde una naturaleza que es imperfecta; aquella
naturaleza que cayó cuando el pecado entró por Adán en la
humanidad. Por lo tanto, el déficit como tal es intrínseco a la
naturaleza humana caída.

Pues bien, esta naturaleza caída en la cual los seres humanos


articulan su existencia también se manifiesta como desorden en lo
mental (Adams, 1976). Tal como se manifestaría como desorden en
cualquier área de la existencia humana, sea social, política,
económica, intelectual, etc. La psicosis es tan antigua como la
historia humana. Tal vez podríamos explicar esto indicando que a la
base de la locura –así como a la base de cualquier condición que
afecta nuestro bienestar físico y espiritual- se encuentra una
naturaleza humana que manifiesta como imperfección en cada
momento. Aquellos que piensan que la locura es el resultado de una
acción adicional o excepcional de fuerzas demoníacas –por ejemplo-
fallan en reconocer esta verdad fundamental, y además, fallan en
reconocer un gran numero de estudios en psicopatología y
neuropsicología que apoya las diferencias observables entre
posesiones y síntomas neuróticos.

3. El contexto de los síntomas esquizofrénicos y el rol


terapéutico de la iglesia

La esquizofrenia es una condición compleja en términos de detección,


diagnóstico y tratamiento (WHO, 2013); lo que es claro, es que ésta
se define por la naturaleza de sus síntomas (APA, 2013). A diferencia
de los síntomas físicos que caracterizan a la mayoría de las
enfermedades que enfrentamos a lo largo de nuestra vida (dolores,
fiebre, náuseas, etc.), los síntomas mentales refieren a diferentes
experiencias conscientes con contenido muy extraño. Por ejemplo,
gente con delirios de Capgras experimenta que algún pariente ha sido
reemplazado por otra persona, a pesar de que tal pariente sigue
poseyendo las mismas características físicas (Pacherie, 2008).
Pacientes con delirios de inserción de pensamientoindican que otras
personas o cosas han puesto ciertas ideas en su cabeza (Mullins &
Spence, 2003). Los primeros síntomas de la esquizofrenia comienzan
a manifestarse durante la adolescencia y sus causas biológicas aún
son foco de intensa discusión (Klosterkötter et al., 2001). Ahora bien,
si la iglesia desea discipular e integrar a aquellos que sufren de
síntomas psicóticos, no es necesario que se haga experta en sus
causas o tratamientos (aunque una mayor proporción de
profesionales especializados ayudaría mucho). Sin embargo, es
necesario poseer información general fidedigna, y por sobre todo,
entender el contexto en el cual los síntomas mentales surgen. Una
vez que se entiende esto último y se derriban los prejuicios
comentados en la sección anterior, el rol de la iglesia en tanto
comunidad se torna un poco más claro.

La mayoría de los síntomas que caracterizan la esquizofrenia surgen


en contextos emocionalmente inestables y negativos (Henry et al.
2008; Marwaha at al. 2013; Kramer et al. 2013; Strauss et al. 2013).
Es más, muchas veces los desórdenes como la esquizofrenia y los
trastornos de personalidad son indistinguibles de algunos trastornos
afectivos hasta la aparición de síntomas específicos como los delirios
y las alucinaciones (Hafner, Maurer & Hide, 2013). No es como si los
pacientes fuesen caminando tranquilamente por la calle y
repentinamente tuviesen extrañas experiencias. El período previo a la
aparición de ciertos síntomas esquizofrénicos, por ejemplo, está
caracterizado por una serie de cambios en la forma en que los
pacientes sienten su relación con el mundo. Ellos se sienten
sumamente extraños y además sienten que ‘algo anda mal’ con la
realidad (Fuchs, 2005). Poco a poco, durante este periodo que puede
durar días, semanas, e incluso meses, los pacientes experimentan
una creciente sensación de incertidumbre respecto de todo lo que
escuchan, ven, sienten, etc. Les cuesta confiar en las personas, y
hasta su cuerpo se comienza a sentir distinto. Todos estos cambios
hacen que los pacientes se experimenten a ellos mismos y a la
realidad de forma muy confusa. Es más, algunos investigadores
indican que síntomas como lo delirios podrían surgir como una forma
de hacer frente a todos estos cambios (Mishara & Corlett, 2009;
Mishara, 2010). Un estudio dirigido por Strauss et al. (2013) demostró
que la mayoría de los síntomas más severos de la esquizofrenia están
precedido por problemas afectivos, stress y ansiedad y un estudio
dirigido por Marwaha et al. (2013) indica que junto con otros
problemas relacionados al pensamiento y la forma de percibir el
mundo, la sensación de que ciertas experiencias afectivas están fuera
de control podría conducir a los pacientes a experimentar síntomas
como los que caracterizan la esquizofrenia.

Acá, necesitamos entender que la aparición de ciertos síntomas


característicos de la esquizofrenia es causada por diversos problemas
del pensamiento, memoria, la forma de experimentar el mundo, y
además, problemas afectivos. Pero a su vez, es importante entender
que tales desórdenes poseen una importante dimensión psicosocial y
es en tal dimensión donde el rol de la iglesia puede tornarse clave.
Las características positivas o negativas de los distintos contextos
sociales en los cuales los pacientes se desenvuelven
podrían prevenir o estimular respectivamente la aparición de ciertos
síntomas mentales (Liberman & Kopelwics, 2011). Mientras que un
contexto inestable, caracterizado por stress y emociones negativas
podría estimular la aparición de ciertos síntomas en pacientes con
ciertos problemas como los antes descritos, contextos estables,
cálidos, equilibrados y bien definidos podrían prevenir la aparición de
algunos síntomas. Esto último es lo que se denomina un factor
protector. Desde este punto de vista, la iglesia de Cristo sería en su
esencia más pura, un factor protector para pacientes con problemas
mentales. Las características naturales de la iglesia de Cristo podrían
ayudar activamente a la estabilización, en incluso recuperación, de
pacientes esquizofrénicos por el rol que podrían tener en proveer un
contexto donde el amor sería la principal característica. La iglesia de
Cristo se define fundamentalmente como una comunidad que es
organizada en torno al amor por el prójimo y el cuidado mutuo. Tal
como escribe el apóstol Juan: ‘En esto conocerán que sois mis
discípulos, si se aman los unos a los otros’. Es en este amor que está
a la base de la organización de la iglesia donde recae el rol
terapéutico fundamental de la iglesia. En la comunidad cristiana, los
individuos no están aislados lidiando independientemente con sus
problemas. Cuando un miembro de la iglesia sufre, la comunidad
sufre con el. Es esto lo que hace a la iglesia un cuerpo, teniendo a
Cristo como su centro. Este tipo de apoyo es clave para aquellos
pacientes diagnosticados con esquizofrenia. Muchos de ellos, en los
períodos previos a la aparición de síntomas mentales severos,
comienzan a sentirse alejados de la realidad, que nadie podría
comprender por lo que están pasando. En estos períodos el apoyo y la
contención que los miembros de la iglesia podrían ofrecer podrían ser
claves para que los pacientes pudiesen enfrentar tales períodos de
mejor manera. La posibilidad de pertenecer a una comunidad
amorosa sin duda actuaría positivamente en la reducción de los
niveles de estrés y ansiedad que preceden la emergencia de ciertos
síntomas psicóticos. Muchos pacientes se sienten aislados de sus
comunidades, y por ello, no poseen el apoyo necesario para lidiar con
ciertas situaciones. El amor que permite la articulación de una Iglesia
sana permite que los pacientes puedan sentirse amados y
considerados a pesar de cualquier condición que puedan poseer, tal
como Cristo nos ama sin importar nuestra condición. Esto, es sin duda
una característica exclusiva de la iglesia de Cristo. Así, la expresión
del amor de Cristo es una de las formas más básicas por medio de las
cuales las iglesias pueden ayudar a los esquizofrénicos. Cuando
consideramos el contexto en el cual los síntomas psicóticos emergen,
la expresión del amor incondicional de Cristo es uno de los apoyos
fundamentales a los cuales los pacientes se pueden aferrar. Esto, en
conjunto con la acción de ayuda profesional especializada podría
conducir a significativos cambios en la calidad de vida de los
esquizofrénicos. Para lograr esto sin embargo, es necesario que las
diversas comunidades cristianas se informen sobre la naturaleza de
las enfermedades mentales. Actualmente, el sitio oficial de la
Organización Mundial de la Salud (www.who.int) posee diversos
informes oficiales sobre los aspectos más relevantes de la
esquizofrenia por ejemplo. Una coordinación con profesionales
cristianos que trabajan en el área también es necesaria. Con un buen
nivel de comunicación, se podrían realizar jornadas de información
sobre los aspectos en los cuales la iglesia podría ayudar activamente
en este contexto. A su vez, las iglesias podrían generar redes con
diversas ONG’s y fundaciones que intentan ofrecer contextos
protectores para los enfermos mentales en forma de co-tutela.
Finalmente, es importante indicar que todas estas acciones
constituyen solamente una dimensión de un tratamiento que es
significativamente más amplio. Las enfermedades mentales
envuelven tratamientos farmacológicos y terapéuticos focalizados.
Sin duda, el acompañamiento que las iglesias pueden hacer en este
contexto más amplio es clave en la recuperación de los pacientes,
pero a su vez, se debe reconocer que las otras dimensiones del
tratamiento son igual de cruciales para el bienestar de las personas
que sufren de tales condiciones.

4. Conclusión

Existen varios prejuicios que caracterizan la actitud de ciertas


comunidades cristianas ante la esquizofrenia. Ante esto, uno de los
principales desafíos de la actual iglesia de Cristo es informarse sobre
el tema para derribar tales prejuicios que podrían estar estorbando el
cumplimiento de la gran comisión. Con esto, se hace necesario que la
iglesia comience a tomar en serio el importante rol que le compete en
la ayuda a aquellas personas que sufren de tal condición en cuanto a
su bienestar mental y espiritual. Dada las condiciones en las cuales se
dan los principales síntomas de la esquizofrenia, la expresión del
amor de Cristo en las iglesia en tanto preocupación, cuidado y apoyo
mutuo se torna un importante factor protector. Por lo tanto, la iglesia
debe preocuparse de expresar ese amor natural –en contra de los
prejuicios que caracterizan algunos comunidades- para así ser capaz
de integrar y discipular a ese 7% de la población que sufre de
esquizofrenia.

Referencias

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http://www.who.int/mental_health/management/schizophrenia/en/

[1] Los delirios y las alucinaciones son los principales síntomas de


trastornos mentales (Scheinder, 1959). Mientras las alucinaciones
refieren a problemas perceptuales (ver cosas o escuchar voces que no
existen realmente), los delirios refieren a problemas en el proceso de
formación y mantención de ciertas creencias básicas sobre la
realidad, por ejemplo, creer que la mesa que está en frente mío es
real (Bayne & Pacherie, 2005).
[2] Útil información sobre este asunto puede ser encontrada acá:
http://www.livingwithschizophreniauk.org/advice-
sheets/schizophrenia-and-dangerous-behaviour/
[3] A esto se le llama neuropatía periférica.

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