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RICCY GONZALEZ

Maté a un humano. En sentido estricto, no


sé si era realmente humano o demonio,
pero sí sé que mi vecino era una especie de
monstruo. Podía caminar entre la sociedad
con normalidad, y había matado ya a
muchas niñas, muchachas y mujeres
adultas. Si hubiera descubierto que yo sabía
quién era, me habría matado a mí también.
Así que lo llamé demonio, y como no había
nadie más que pudiera hacerlo, lo maté.
Creo que era lo que había que hacer. Al
menos los asesinatos se detuvieron.
Bueno, se detuvieron un tiempo.
Verás yo también soy un monstruo, pero no
un demonio sobrenatural, solo una simple
chica seriamente dañada. He pasado toda
mi vida tratando de mantener mi lado
oscuro oculto, donde no pudiera lastimar a
nadie, pero luego apareció el demonio y
pues la única forma de detenerlo fue
dejando salir mi lado oscuro. Y ahora no sé
cómo encerrarlo. A mi lado oscuro le llamo
maléfica, es el lado que sueña con
momentos sangrientos e imagina cómo te
verías con un cuchillo degollando tú cuello.
Tengo personalidades múltiples, escucho
voces, es difícil de explicar. Pienso en
muchas cosas terribles y quiero hacer cosas
terribles, aunque a veces sienta miedo, pero
es más fácil negociar con ese lado de mí si
pretendo que es alguien más.
Antes no entendía de lo que era ser un
asesino, pero ahora creo que sí.
Ahora puedo sentirlo en lo más profundo de
mis huesos y es tan insistente e inevitable.
Tenía seis años, jugaba con mis amiguitas
como era de costumbre, solía tener una
hermosa infancia, disfrutaba correr, gritar,
reír, amaba hacer lo que todos los niños
hacen a esa edad. Amaba a mi familia
demasiado, y ahora ya no sé si es amor o
como llamarle a este sentimiento, no puedo
explicarlo.
Era la pequeña Rous, ayudaba a mamá en
los que haceres del hogar pues a mi corta
edad no ha hacía mucho; ordenar, barrer,
lavar trastes, aunque no lo hacía perfecto
pues estaba chiquita, pero la intención de
ayudar a mamá era lo que contaba. Y de mi
papá que te digo, él era mi ejemplo a seguir,
un hombre trabajador, ordenado y cuando
podía ayudaba a mamá en la casa aun
después de llegar cansado del trabajo,
ahora supongo que en estos tiempos ya no
quedan hombres así.
Respecto a la escuela tenía buenas
calificaciones, me gustaba participar en los
eventos de la escuela, recuerdo participar
en un evento grande de reinado a nivel
intercolegial nacional, ´´´miss chiquita´´ los
maestros me buscaron a mí por mi
entusiasmo, aunque no todos estaban de
acuerdo, pero me bastaba el apoyo de mi
familia y algunos maestros. Se llego el día
del concurso y todo marcho bien, sentí una
adrenalina de felicidad al quedar en las tres
últimas y aunque no gane quede de
princesa, pero eso ya era un avance para
mí, era un logro más en mi vida. fui tan
querida en mi escuela maestros,
compañeros me halagaban con palabras
bonitas; —Rous la mejor, Rous aquí y allá,
me sentía tan feliz al tener el apoyo de mis
padres y toda mi familia.
En el barrio, me llevaba bien. con todos,
tenía el cariño de las personas, les gustaba
tocar mi larga cabellera.
Pase tantos momentos felices, pero no
todos los momentos bonitos y felices duran
para siempre.
Una tarde de mayo, estábamos en
primavera y jugaba como lo hacía de
costumbre, pero esa tarde me cansé de
tanto jugar, la verdad era raro, yo nunca me
cansaba era imparable. Me fui a recostar en
la cama de mi nana, me dormí, luego sentía
una incomodidad en medio de mis piernas
un dolor fuerte, pensaba que era un sueño y
me daba vueltas de un lado a otro, pero
luego escuché una vos que dijo…
—Qué le estás haciendo a Rous; el contesto
-Nada la veo dormir.
Para mi desgracia me di cuenta, que no era
un mal sueño, y entre dormida me senté
abrí mis ojos, y para sorpresa un demonio,
había tocado mis partes íntimas.
Sentí tanto dolor físico y moralmente, ese
demonio era parte de mi familia, me
arrebato la felicidad, el amor y la inocencia.
Le pregunte porque me estaba tocando a lo
que respondió…
—Yo no te toque, no te hice nada, y si vas
de chismosa a ver qué tal te va. No dije
nada me bajé de la cama y fui a buscar a
mis papás, pero no estaban, me fui a llorar
sin entender la situación yo estaba
confundida, era una niña. Se llego la noche
mis padres llegaron y les comenté lo
sucedido sin importar aquellas amenazas.
Tenía plena confianza en ellos, estaba
segura de que me ayudarían… cuando
comente lo sucedido mi padre respondió. —
Rous!! a ti nadie te manda a dormir en
casas ajenas. Le respondí: —No es una
casa ajena papá es la casa de la nana. Mi
madre se metió y contesto —Sí, es la casa
de tú nana, pero tú tienes tu casa. Solo bajé
la cabeza y no dije nada al ver mi reacción
me preguntaron —Donde esta él. Les dije
que había salido, estábamos esperándolo
en la sala cuando volvió abrió la puerta y
mis padres rápidamente le preguntaron. —¿-
Qué le hiciste a la niña? El tranquilamente y
sereno contesto -Yo no le hice nada a Rous,
que puedo hacerle o te hice algo Rous.
Pregunto… como yo estaba con mis papás
no le tuve miedo y le dije -Sí vos me
tocaste, —¿Es cierto eso? — pregunto mi
papá y él le dijo: —Pues revísenla y si no
hay nada de que me puedan culpar yo los
meteré a la cárcel por difamación, como se
ponen a creer que yo le hare algo a la
pequeña Rous es apenas una niña, dijo con
un tono muy molesto. Mi papá solo le dijo: -
Mas te vale que sea cierto lo que dices.
Pero al llegar a casa, mis padres me
regañaron a mí, como si era yo la culpable
de todo lo sucedido, me decepcione tanto
de ellos y cambie un tanto o quizás mucho.
Desde aquel día todo cambio para mí,
aquella niña ya no era feliz, me volví fría ya
no era sociable, amigable, detestaba todo y
a todos. En la escuela baje mis
calificaciones, ya no participaba en nada a
raíz de eso algunos niños se aprovecharon
y se burlaban de mí. Gritaban con burla.
—¿Qué le pasa Rous? —¿Qué le pasa a la
niñita? ¡Yo solo lloraba en silencio, claro!
No sé si después de lo que me sucedió la
desgracia me perseguía en realidad no
comprendo aun muchas cosas.
Paso el tiempo y cuando tenía 9 años otra
vez paso algo similar.
Recuerdo que en la escuela había dos
malditos niños que hacían mi vida más
difícil. Pasaban tocándome las piernas,
besándome a la fuerza eso pasaba cuando
nos tocaba hacer aseo a mí me tocaba con
ellos dos y otra niña más, pero a ella no la
molestaban. Todo era solo contra mí y
nuevamente lo hice saber… a la maestra le
pedí que me cambiara de horario de aseo y
que me pusiera con otros niños porque
Kevin y Luis molestaban mucho.
La profesora dijo —Rous usted ya tiene un
horario de aseo y si la molestan es porque
usted se lo busca, nadie molesta a alguien
solo porque quieren.
—Ellos me tocan, ellos me besan y levantan
mi falda, son unos demonios me agarran a
la fuerza —dije —Ella molesta dijo —Ve como
se expresa de sus compañeros y así quiere
un cambio de horario.
Pasaron dos semanas y todo era igual
nadie hacía nada, varias ocasiones llegue a
casa llorando y mi mamá preguntándome —
¿Rous que te pasa, te hicieron algo? Yo
como ya sabía que no me habían creído
una vez no quería decirle nada a ellos. Pero
a la siguiente semana ellos se
sobrepasaron me tocaron más de la cuenta,
llegué molesta y llorando a casa y dije a
mamá
—Estoy harta, me quiero morir. Y ella —pero
porque mi niña si la vida es bella. —Kevin y
Luis me han estado tocando y besando a la
fuerza y la profesora no hace nada ya di la
queja, pero solo les dijo que no me
molestaran- le conteste.
Faltaba poco para que mi papá llegara de
trabajar, al llegar mi mamá le conto lo que
me estaba sucediendo y esa era la razón
por la cual yo llegaba llorando a casa. —¿Es
cierto eso Rous? —pregunto.
y yo asenté con la cabeza diciendo sí. —
déjame estar estos cabrones —dijo muy
molesto.

Kevin y Luis pasaban todos los días a eso


de las ocho de la noche por la casa, porque
iban a jugar a una cancha de futbol, ellos
eran de esos niños que nunca presentaban
la tarea, que nunca hacían caso pues sus
padres eran unos borrachos y
problemáticos.
Esa noche mi papá los espero y pudo
agarrar a uno, Kevin era el que mas me
molestaba.
—Tú eres el que pasa molestando a mi hija
—dijo papá. —yo no sé
de qué habla señor- respondió llorando
Kevin. —estas seguro —mi papá
sosteniéndole de una mano y en la otra
tenía un cinturón para pegarle a Kevin.
mientras Luis de largo le gritaba.
—SE VA ARREPENTIR VIEJO ESTUPIDO!
— Si sus padres no les han enseñado a
respetar yo sí — dijo molesto. Mientras yo
solo reía y le preguntaba al maldito —que se
siente estar acorralado y sin poder hacer
nada. A lo que respondió —perdón no lo
volveré hacer. Obviamente mi padre no lo
castigaría sabíamos que, si hacia eso podía
tener problemas, pero por ese momento
sentí felicidad, sí de esa extraña y malvada
que te da cuando estas viendo sufrir al que
te hizo daño, disfrute tanto ese momento.
Lo mejor fue al día siguiente en la escuela,
podía ver su cara de odio contra mí y hasta
tuve el valor de saludarlo y decirle —hola
Kevin no quieres jugar hoy — y me eché a
reír. El en verdad le había tenido pánico a
papá esa noche porque solo dije eso y se
fue no dijo nada.
Pasaron los días y ellos no me volvieron a
molestar.
Lo que paso en primero y segundo año de
colegio en resumido, no tenía amigos,
seguía igual de sola como en la escuela
desde aquel día.
El tiempo paso rápido, yo crecía tenía
quince años y ya cursaba noveno de
primaria ahí empecé hacer amigos, y a ser
mas sociable. Ellos preguntaban…
—¿por qué nunca te llevabas con los
demás? ¿no te gusta la compañía?
—no sé — dije, evadiendo la respuesta que
se cruzaba por mi mente. —hay no seas
aburrida, vente con nosotros. Y me
apartaron un puesto donde ellos y hasta me
jalonearon. Después de poco tiempo me
hice amiga de ellos nos llevábamos seis en
total, nos salíamos de clase todos los días,
nos íbamos a la casa de uno de los seis ahí
nos drogábamos y tomábamos mucho
alcohol, yo en principal era la que mas
tomaba llegaba a casa borracha y drogada,
tenia demasiadas peleas con mis padres
me castigaron muchas veces, pero de nada
sirvió yo me hacía más rebelde con ellos. A
decir verdad, me gustaba sentir dolor.
Un día una amiga me traiciono, una vez
más Rous fue violada. Aunque creo que
esta vez si fue mi culpa o no… ese día que
paso todo no estaba tomando, lo que me
extraño es que mi amiga me dio algo de
tomar y me dijo.
—te traigo un jugo tu preferido Rous.
-vaya que milagro que hoy no me das algo
de alcohol — dije. ella solo se dijo a reír y
dijo. —no todo en la vida tiene que ser
alcohol Rous. Nos tiramos una risa las dos.
Me tome el jugo y a los pocos minutos todo
me daba vueltas, recuerdo que le pregunte
que me había dado y ella solo respondió
con una vos quebrantada. —lo siento Rous.
Vi entrar un hombre, claro que lo reconocí
era un amigo de ella y no cualquier amigo
era el hombre que nos facilitaba las drogas
y la bebida y como yo nunca lo acepté,
nunca quise tener algo con él. Y me confié,
porque él me decía nunca te obligare hacer
algo que no quieras. Pero obviamente sabia
lo que planeaba y era lógico algo quería
porque nadie te regala drogas o alcohol
cuando ese es su negocio.
Recuerdo que le dije —que me disté, porque
clara se esta yendo, no te vayas no me
dejes. Gritaba y sentía que todo me daba
vueltas y me dormí…
Al despertar él estaba encima de mí y yo
forcejeaba con él y me pego y me gritaba.
Aun escucho su vos en mi mente, fue a
dejarme a casa porque él ya sabía dónde yo
vivía.
—Cuidado con mandarme a la policía o
meter a clara en problemas, te ira mal, Rous
mi amor muy mal a ti y a tu familia.
Cuando entro a casa mi mamá, pregunta. -
que te ha pasado Rous. — ¿por qué
vienes tal golpeada? Y dijo a llorar.
—Me violaron mamita- dije. Mi papá muy
molesto me pregunto si yo sabía quién
había sido. Les dije que sí y les conté como
había sucedido todo. No quise poner una
denuncia por no poner en peligro a mi
familia y me enfermé.
Enfermé de odio hacia mí, contra mi familia
y más hacia los hombres. Padecía de
ataques de miedo sentía como si alguien
me perseguía, escuchaba voces que
decían.
—matar, matar, matar…
—Rous nadie te quiere, todos te odian, no
sirves. Era algo que escuchaba todos los
días y no seguí más en el colegio. Estuve
hasta con psicólogos, pero nada parecía
mejorar.
Yo solo quería matar a todo hombre que se
me pusiera enfrente, sentía asco por ellos,
mi familia no me soportaba, porque peleaba
hasta con ellos y me burlaba de ellos, me
cortaba enfrente de ellos y me burlaba. Me
había vuelto loca una psicópata. A veces
hablaba con maléfica mi otra yo la parte que
quería matar así me controlaba un poco,
nunca llegue hacerle daño a mi familia de
matarlos, pero si moralmente. Pasaba
encerrada en mi cuarto, escuchando música
eso era algo que me relajaba y no pensaba
hacer cosas estúpidas.
Y así fue mi vida hasta la edad de veinte
años. Salía me divertía cambie un tanto con
mi familia nos llevábamos mejor y mi otra
personalidad a maléfica ya la podía
controlar.
Pero luego todo cambio debido a unos
asesinatos que estaban sucediendo en la
ciudad.
Yo por mi parte sospechaba de mi vecino,
sospechaba de el porque me tiraba una
mirada como de deseo le tenía asco.
Era raro no tenía amigos y vivía solo, era
alto y fornido caminaba siempre con una
chaqueta negra larga, tampoco era amable
y nadie lo conocía. Un día le comente sobre
los asesinatos, yo estaba en el patio de mi
casa y justamente el estaba saliendo y
aunque no me daba buena impresión
hablarle lo hice por mis sospechas.
—Buenas tardes señor John.
—Buena tarde señorita hermosa- contesto.
—qué opina usted de lo que está
sucediendo con ese asesino asqueroso que
mata inocentes, ya van diez muertes y la
policía no encuentra al ese maldito-. Le dije.
—Rous yo no puedo opinar nada, hay veces
que ni la policía es capas de entender
algunas cosas. Dijo con una sonrisa y me
hecho una mirada de pies a cabeza.
—bueno, no lo interrumpo mas veo que va
de salida, que le vaya bien.
—nos vemos Rous-. Dijo.
No sé porque, pero algo me decía que el
asesino era el, así que lo seguí, luego de
caminar y tomar autobuses porque los
asesinatos no eran en un mismo lugar. Lo vi
caminar con una muchacha por cierto era
bonita los seguí y la llevaba al bosque. Se
me hizo raro pero yo vi que ella lo abrazaba
así que dije que solo eran ideas locas mías
decidí regresarme a casa.
Para mi sorpresa al día siguiente por las
noticias, otra victima y era la muchacha que
vi con él. Ahí estaba más que claro que el
agua era él. Sentí tanta rabia al ver que ese
maldito asesino a once mujeres y yo no
pude salvar a la última. Digo ultima porque
planee mi venganza y para mi el era un
demonio, así como los que me violaron a mi
y nunca hice nada pero ya era tiempo de
que no siguiera más.
Espere a que el saliera como lo hacia
siempre todas las tardes me metí a su casa
como pude. El tenia un cuarto donde tenia
cosas como para torturar a alguien asi que
él me facilito el trabajo, maléfica estaba tan
emocionada y Rous con un poco de miedo y
algo nerviosa.
Lo espere y cuando llego le golpee la
cabeza con un bate y cayo al suelo lo lleve
al cuarto y lo amarre en una meza, cuando
despertó me dijo.
—qué haces Rous.
—oh no, no soy Rous soy maléfica y esta
noche te matare. En carcajadas.
—hay muchacha no te atreverás hacer nada,
a ti te mataré igual que a todas las demás-.
Dijo.
—no claro que no, yo ya pase por algo asi y
por suerte no me mataron y hoy toca
vengarme.
—y porque no lo haces con los que te lo
hicieron. Dijo.
Agarre un cuchillo y se lo ensarte en una
pierna, le salió mucha sangre y yo
disfrutaba ver su dolor. Arranque carne y
comía de él definitivamente nada de Rous
en mí. El gritaba pero nadie podía
escucharlo ese cuarto quedaba debajo de
su casa. Le dije…
—hiciste un cuarto para torturar y te torturare
a ti.
—eres una maldita psicópata dijo.
Le clave un clavo en el ojo y gritaba
pidiendo perdón pero ya no servía de nada,
luego le di con una almágana en los dedos,
abrí su pecho y le saque el corazón lo mate
y por una vez en mi vida volvió la felicidad a
mí.
Lo enterré ahí me costo toda la noche
entera cavar un hoyo para que el mal olor
del cuerpo no saliera y lave el cuarto.
Por fin los asesinatos iban a parar, y por el
no preguntaría porque nadie lo conocía.
Llegue a casa al día siguiente, y mi mamá
me pregunto.
—de dónde vienes tan feliz y porque vienes
sucia.
—porque hoy más que nunca me siento
viva.
Lo que ella no sabía, era que su hija había
matado un demonio, un animal y lo había
hecho sufrir, y eso era felicidad para ella.

Lo malo fue que yo, ahora quería matar a


todo aquel que hacia daño, matar y matar
porque yo era la asesina de demonios y
quería acabar con todos.
Los asesinatos de mujeres pararon y por un
buen tiempo. Pero mi necesidad de tomar
venganza se sentía aún más. Así que me
aleje y me fui tan lejos donde no habitaba
nadie pasaron unos dos años y me
tranquilicé. Quizás lo que hice estuvo mal, o
quizás bien, pero por lo menos ya no sufría
tanto eso fue como una descarga de mí.
Rous volvió a mi y era tiempo de volver a
casa, hablar con la verdad hacer justicia con
los que me hicieron daño.
Desde el tiempo de mi infancia sufrí era
tiempo de ser feliz y enfrentar todos los
miedos.

EL TIEMPO DE LAS
MENTIRAS
TERMINO.

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