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Mayo Negro de Okupas y D.I.Y.

(Apuntes del diario de campo)

Josué Federico Pérez Domínguez

El 5 de mayo de 2018, en el Centro Social Okupado Casa Naranja, en la colonia Olivo II (una de
esas que van trepando los cerros que parecen marcar el límite de la metrópoli), en
Tlalnepantla, Estado de México, se realizaron varios talleres: composta, mecánica de bicis,
electricidad y serigrafía. La Casa Naranja es una casa grande, con una cochera donde los que
llegaron en bici las fueron dejando unas al lado de las otras (¡una banda, a partir de la
convocatoria del colectivo Boomsday, se vino desde el Faro de Oriente hasta la Casa Naranja,
en un recorrido de 32 km pedaleados!), un pequeño jardín con un naranjo y varias macetas
(donde se llevó a cabo el taller de composta), luego un taller con herramientas diversas (donde
fue el de mecánica de bicis), un pasillo que lleva al comedor, la cocina y la sala de estar, donde
una pared completa está cubierta por el mural de un jabalí de pelaje color ocre y blancos
colmillos, y debajo la leyenda “Libres y Salvajes”. Subiendo por las escaleras, en el primer piso
están las habitaciones de los okupantes, y más arriba la azotea, con dos cuartos donde hay un
“pulpo” y una plancha para hacer serigrafía, y en la pared una pinta: “Tinta & Kaos”. En una
pared del baño, a la tradicional frase anti-autoritaria de “Ni dios, ni amos”, alguna mano había
agregado: “Ni jefes, ni novios”. En una mesa se exponían y vendían por cooperación voluntaria
varios fanzines, entre ellos: Okupación. Más que 4 paredes (6ta edición extendida), Manual
ilustrado del pequeño okupante, Todo lo que quisiste saber sobre la lucha por la vivienda y no
te atreviste a preguntar, El CSO La Metropolis y la auto-organización. Reflexiones desde la
práctica autonomista y libertaria, Las casas pasan, las experiencias se mantienen, entre otros.
En el momento de mayor asistencia llegamos a ser como 40 o 50 personas. Había puros
jóvenes, de entre 20 y 40 años, tal vez. Varias mujeres, algunas mexicanas, la mayoría de
rasgos europeos, algunas de hecho eran estadounidenses y otras chilenas blancas, de ojos
grises o azules. También había varios hombres de otras nacionalidades, estadounidenses y
chilenos también. Casi todos vestidos de negro, mostraban sus tatuajes, sus cortes de pelo a
medio rape, sus copetes teñidos de azul o rubio, sus aretes en la nariz y las orejas, sus parches,
sus chamarras, chalecos y pantalones raidos por el uso y la ciudad. Me sorprendió que tanta
banda entrara al taller de mecánica de bicis (con un gringo ruco-joven que hablaba muy bien
español, pero sin hacer imperceptible el acento) y al de electricidad (coordinado por dos de los
moradores principales, uno moreno y delgado, muy alegre, otro alto y macizo, de barba y

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mandíbula abundante, de pelo rapado a los lados y largo hasta los hombros con las puntas
pintadas de rubio, unos pantalones rotos y llenos de parches y una playera negra con un
pajarraco muerto y la leyenda “Fatalismo inútil”). No me parecía que todos hubieran llegado
en bici, ni que todos los que entraron al de electricidad vivieran en casas donde no pagaran el
servicio de energía eléctrica; pero ahí estaban, me parecía que más atraídos por el
histrionismo, la seguridad personal y la habilidad discursiva de los expositores (su carácter de
líderes ácratas), que el interés genuino o la necesidad práctica de aprender tales saberes. En
cambio, en el de composta, que dio D, habíamos menos personas, también porque fue el
primero y todavía no llegaba la mayoría de los asistentes. Estuvo bien, hicimos una pequeña y
sencilla composta con residuos orgánicos de frutas y hojarasca, y luego unas macetitas con
algunas plantas pequeñas llamadas suculentas que el mismo D llevó del herbolario que tienen
los compas anarcos en la UAM. Cuando yo estaba cortando una botella de PET para hacer mi
macetita, una de las compas más visibles de la Casa, una chilena a la que ya casi no se le nota
el acento y que es novia o algo así del alto de los cabellos teñidos de rubio que dio el taller de
electricidad, gritó, “¡Compa, no, ahí hay una planta!”, y yo levanté los pies, me hice para atrás
y sólo dije “Perdón”. Vino el gringo viejo-joven de la mecánica de bicis, dijo “Es un cedrón”, le
acomodó algo de tierra en la base, y le puso una mallita de alambre alrededor para protegerlo.
Vi que en el lado interior de su brazo derecho llevaba escrita la frase: “Mi liberación está atada
a tu liberación”. Le ayudé a acomodar la tierra y a levantar la plantita que veía más torcida por
mis torpes pies, pero él me dijo “Esa no es nada” y la dejé. La chilenita le dio las gracias y él se
acercó a platicar con ella. D me dijo “No pasó nada”, y seguimos con lo de las suculentas y las
macetitas. La mía la dejé al lado de una maceta más grande, a la sombra del naranjo. Comimos
una comilona vegana de varios platillos: arroz blanco, calabazas, sopa de zanahoria con
cardamomo y jengibre, ensalada de col, ensalada de jitomate con chile y aguacate, ejotes,
tacos dorados de papa, etcétera. Después de la comida, en el taller de serigrafía, que dio Ja, la
chilena que va también al taller de música con C los lunes, la asistencia fluctuó, porque se
desarrolló casi simultáneamente que el de electricidad y luego se prologó un buen rato porque
mucha banda comenzó a imprimir sus playeras y chamarras con un diseño que decía “Okupa o
muere” con un dibujo donde veían unas cabañitas y una bandera negra en un costado. Me
acordé de un meme que me mostró Emi con animaciones de Los Simpson donde en la primera
imagen un profesor frente a un grupo dice que va a dar una clase sobre anarquismo y que
empezarán con el pensamiento de Bakunin, Kropotkin, Malatesta, Goldman, y en la siguiente
imagen está el abuelo de los Simpson parado y diciendo que él quiere aprender a hacer
okupaciones, serigrafía y no sé qué más. Varios fumaban mariguana; una de las
norteamericanas, que casi no hablaba con nadie, sólo estaba presente observando y

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escuchando en los talleres, forjaba y fumaba tabaco con un agradable aroma, indiscernible
para mí. Tenía que hacerlo, tenía que preguntarme en algún momento de la tarde ¿qué están
haciendo aquí? ¿Cuál es el sentido de este encuentro de talleres en una casa okupada? Y cómo
en el camino había ido leyendo Ética amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y
alegres, no me resultó descabellado pensar que tal vez era precisamente aquello de mantener
una “disposición deseante. Construir el deseo de un hábitat que incremente nuestra potencia,
ecología anti-jerárquica/sistema/heterocapitalista en el cual el deseo discurra” (Ludditas
Sexxxuales, 2012: 26-27). Eso es: un hábitat en el cual el deseo discurre. Y lo peor no fue haber
pisado el cedrón, ni no haber impreso mi playera, fue que me entregué a mis pasiones tristes y
me fui antes de que terminaran con el taller de serigrafía y comenzaran la plática colectiva
sobre experiencias de okupaciones.

II

Al siguiente sábado, el día 12 de mayo, se realizó la 2da Feria de la Publicación Anarquista,


organizada por la Cruz Negra de México y el Círculo Errante de Estudio y Discusión Anarquista,
en El Mundano, ese bar contracultural en Eje Central. Llegué cuando J de Cruz Negra
terminaba de presentar El Canero, el periódico que edita el preso anarquista Francisco
Bárcenas y otros presos desde el Reclusorio Norte. Luego siguieron Banderas Negras con la
presentación de Detrás de la máscara, una recopilación muy interesante de textos en los que
diversos colectivos e individuos anarquistas griegos, franceses y mexicanos realizan críticas,
algunas feroces y ácidas, otras solidarias, al neozapatismo mexicano; compilación que incluye
una introducción hecha por Gustavo Rodríguez, el teórico del insurreccionalismo en México.
Aunque uno de los objetivos de la edición de esa compilación, según los presentadores, es
generar discusión entre los propios anarquistas para delinear la propia agenda y no ir a la cola
de otros movimientos, en ese momento no dio para que se prendiera mucha discusión; sólo J
pidió la palabra y luego otro compa de pelo largo chino que ya había visto en los Encuentros de
Reflexiones Anarquistas de la ENAH. Yo me encontré a V, y estuvimos platicando de su trabajo
con La Ardilla Manca, un colectivo anarquista de artistas gráficos que editan el fanzine titulado
Con lujo de violencia. Luego de un rato V me dijo que una compa sí sabía llegar a EL B.A.N.C.O.
en Ecatepec, que si quería ir, le dije que sí y nos fuimos. Dos compas que también salieron con
nosotros se fueron en bicicleta hasta allá, cuando íbamos en el metro Nezahualcoyotl los
vimos como iban casi al parejo del vagón del metro en el que nosotros viajábamos. Luego de
bajar del metro Olímpica caminamos varias cuadras, en el camino nos encontramos a un

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compa, Gu, que nos saludó y nos dijo que él ya se iba, pero que estaba fácil llegar, que había
que caminar hasta donde se veía en lo alto el letrero de un Bancomer. Al llegar vimos, con
alegre sorpresa, que precisamente de eso se trataba: de la okupación de un local abandonado
de Bancomer. Entramos y saludamos. Estaban terminando otro taller de mecánica de bicis, y
estaban por comenzar las pláticas sobre defensa jurídica en caso de desalojo de okupaciones.
Ya había pasado la hora de la comida, así que sólo me hice un taco de verduras con esa especie
de aderezo espeso o sopa fría o salsa sin chile a base de zanahoria y jengibre que ya había
probado la otra vez. Por todos lados había murales y cuadros, destacaba un mural hecho
totalmente con taparroscas de distintos colores que, al estilo wirrarika, dibujaba la cabeza y la
cornamenta de un venado azul; encima y a lado de este nadaban unos ajolotes rosados; en
otro un joven apuntaba con una resortera y se leía: “Desconfía de aquel que cree en dios y
viene del barrio”. En un pequeño pasillo han montado una galería, que en esa ocasión
albergaba la exposición titulada “¡Qué vulvaridad!”, que consistía en varias decenas del
fotografías de vulvas cerradas, abiertas, verticales, horizontales, diagonales, de distintos
colores y formas, con distinto tipo de objetos. También por ahí había unas cuantas fotos de
eventos de aniversarios pasados en los que los okupantes comparten festivales artísticos con
los vecinos. Un compa invitó a que nos fuéramos acercando para ya comenzar la conversación
sobre cuestiones jurídicas y okupaciones. La conversación fue coordinada por un joven
abogado, amigo de los organizadores, que hizo circular algunos folletos y hojas impresas con
fragmentos de artículos del código penal y civil de la Ciudad de México y del Estado de México
sobre el “despojo” de bienes inmuebles realizado por grupos o individuos. Nos explicó las
distintas causas y fases del proceso judicial y los posibles “huecos” o estrategias de evasión y/o
retraso de la ejecución judicial condenatoria. Básicamente su exposición consistió en sostener
la tesis de la imposibilidad de mantener una okupación ante la ofensiva de los procesos
judiciales una vez desatados contra los okupantes, lo que según mi percepción provocó
bastante desazón, e incluso, como dijo una compañera chilena, cierta “desmoralización”, entre
algunos participantes en la conversación. Lo interesante, en todo caso, no fue el por
momentos burdo y arrogante, pero bien intencionado, despliegue de lenguaje legaloide y
tecnicismos jurídicos del “experto” abogado solidario (quién en cierto momento llegó a decirle
a unas compas que “guardaran silencio por favor”), sino los pequeños intentos de algunos
compas en compartir sus experiencias fallidas de okupación. J, el gringo viejo-joven del letrero
en el brazo, compartió dos estrategias evasivas o retardatarias que se le quedaron en el tintero
en la plática de la semana pasada: una consistía en formar una asociación civil fantasma que
otorgara un contrato de arrendamiento falso, el cual los okupantes podrían mostrar cuando
llegara la policía, y que simplemente les serviría para evitar el desalojo violento en el instante,

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y tener tiempo de retirarse antes de que descubrieran el engaño del contrato y fueran contra
los responsables de la asociación civil; la otra consistía en que, ya iniciado el proceso judicial
para determinar quién era el dueño del inmueble, se saturara al juez con muchos reclamos de
particulares de ser los verdaderos dueños del inmueble, lo cual tendría por objetivo retardar lo
más posible el desalojo. Otro compa compartió otra estrategia ingeniosa de “salvar el bulto”;
contó que habían okupado una casa por cerca de tres meses, cuando la policía llegó ya tenían
preparada su coartada: traían puestas unas playeras que habían impreso con el letrero de una
supuesta empresa de limpieza que, dijeron, los había contratado y ellos estaban ahí
simplemente limpiando el inmueble, nada sabían de ninguna okupación ilegal. Uno de los
okupantes del B.A.N.C.O compartió que cuando algún vecino se asomaba o preguntaba sobre
la okupación, ellos le mostraban un acuerdo en el que el gobierno federal y varias empresas,
entre ellas Bancomer, se comprometen a brindar las condiciones para hacer posible la
recuperación de “espacios públicos” en beneficio de la comunidad; la chilena le reviró que ese
lugar no era un “espacio público”, sino propiedad privada. El compa alto, también organizador
de estas jornadas, aclaró que había que reconocer que no había un método de okupación, que
cada espacio tenía sus propias condiciones y desde ahí tenía que encontrar sus propias
estrategias para consolidar la okupación. Otro compa quiso aportar a la reflexión y recomendó
a los okupantes del BANCO que reflexionaran y consolidaran la afinidad entre ellos, pues en
una experiencia que él había vivido el grupo okupante se dividió entre los que en cierto
momento vieron con buenos ojos la posibilidad de constituirse en asociación civil y disputar
legalmente la posesión del inmueble, y aquellos que mantenían una posición ilegalista de
confrontación contra la propiedad y el Estado. Casi al terminar el diálogo, el gringo preguntó al
abogado cuáles eran las consecuencias legales para él como extranjero ser detenido en una
okupación; el abogado le dijo que si su estatus migratorio (visa de turista, aclaró el gringo) era
legal y vigente simplemente se le deportaba pero no se le impedía volver a entrar al país; ante
esa nimiedad represiva el gringo alegremente anunció a todos que sí alguien quería okupar él
estaba dispuesto, que incluso el miércoles por la noche tenía libre. Después de algunas risas, el
gringo insistió que él ya tenía una lista de lugares que se podían okupar, que si alguien más
tenía lugares vistos, él sugería que formaran una lista común en un pad al que se pudiera ir
agregando más información. Entonces se inició una breve discusión sobre si sería seguro o no
abrir un pad al que todos los que tuvieran la clave podrían acceder, o si no sería mejor un
grupo en sigma (entiendo que algo parecido al watsapp pero con software libre). En eso llegó
el punk que iba a dar el taller de software libre, un compa que ya había visto en el Rancho
Electrónico, y también dio sus sugerencias de otra aplicación que según él era segura; agregó
que él consideraba que los grupos no funcionaban porque luego comenzaban a enviarse

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memes y terminaban deseándose feliz navidad, y como vio que no le daban mucha
importancia a su propuesta y que más bien seguían concentrados en que si un link o un grupo,
se levantó y se retiró riendo y diciendo: “Mejor hagan un grupo cerrado en Facebook”. La
conversación se dio por formalmente terminada y nos empezamos a dispersar por distintos
rincones de la okupa. Una compañera nos mostró la parte de arriba; subimos por una larga
escalera de barrotes y llegamos a su azotea verde, con plantas comestibles y de ornato y un
sistema hidropónico que ellos mismos construyeron. También tenían una antena captadora de
agua de lluvia que recientemente habían levantado. La compañera nos contó que el local
llevaba abandonado más de cinco años cuando ellos decidieron okuparlo, y que ya llevaban
poco más de dos años ahí; que aunque claro que les gustaría que fuera una okupación en la
que habitaran, todavía no habían construido cuartos habitación, por lo que más bien era un
centro social o casa cultural para hacer exposiciones y talleres (danza africana, box, teatro,
música, arte-objeto, yoga, reiki), además de brindar algunos servicios para beneficio de la
comunidad (biblioteca, regularización en matemáticas, diseño, atención y terapia psicológica y
músico-terapia). Nos contó de las condiciones de inseguridad en la zona: como hacía pocas
semanas habían baleado a un amigo suyo que ni la debía ni la temía; que en esa semana
habían asaltado en tres ocasiones la tienda Elektra que está en la siguiente esquina; como
Ecatepec es un municipio con altos índices de feminicidios. Además nos contó que siempre
que llueve con abundancia las calles se inundan, en ocasiones el agua llega por encima de las
rodillas, y a ellos les toca cada vez sacar el agua y limpiar todo el local; “por eso los de
Bancomer no aguantaron”, dice. Nos cuenta que fueron a preguntarles a los ingenieros que
están trabajando en la construcción del nuevo aeropuerto si también iban a mejorar las
condiciones del drenaje para esas colonias de Ecatepec o se iba a seguir inundando, y les
contestaron: “Acostúmbrense, se va a seguir inundando”. Una banda bajó por una cana para
armarse un toque de mota. Mientras regresaban, los compas se sentaron en unas llantas que
había por ahí, confeccionadas con mecate en el espacio vacío de la circunferencia para
hacerlas asientos. D comentó algo sobre la destrucción de la naturaleza y la novela ¿Sueñan los
androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick, que estaba leyendo; le pregunté que si había
visto la película Blade Runner, no la nueva, sino la de los 80’s, y me dijo que no, pero que la
novela sí estaba bien chida. Me bajé por la escalera de hierro cuando ellos empezaron a
“subir” con la hierba.

Después de un rato nos movimos con V, H y otras dos compas, una de ellas también
artista gráfica del taller y la otra que vive acá por avenida Tlahuac, según me dijo. En el camino
compraron una caguama que vaciaron en una cantimplora y se la fueron tomando. Ellos tres se

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bajaron en San Lázaro, iban a una fiesta por Viaducto. V me estuvo platicando de sus
experiencias en el Chanti Ollin y porque le pusieron a su colectivo de artistas gráficos La Ardilla
Manca. Era una ardilla disecada que le habían regalado al Cl, un compa que hace teatro,
performances y zancos, una vez que había andado por Oaxaca. Luego del primer desalojo del
Chanti Ollin habían quedado varios cuartos solos; le ofrecieron a V y a otra banda que si
querían podían okuparlos. V se mudó con su ropa y materiales de trabajo a uno de esos
cuartos amplios y vacíos y ahí estaba la ardilla a la que, por no sé sabe qué trajines, le faltaba
una manita. V invitó a la banda de su colectivo a que hicieran de ese espacio su taller de
producción gráfica y un día que estaban ahí trabajando pensaron cómo se iban a llamar y
decidieron que así: La Ardilla Manca. Cuando vino el desalojo definitivo los compas no
pudieron sacar sus cosas, pero luego de que los dejaron ir sin cargos ni declaración ante el
ministerio público, regresaron y a escondidas sacaron las cosas que pudieron, entre ellas V
sacó a la ardilla disecada, que se instaló, junto a los compas okupantes y otros solidarios, en un
plantón afuera del Chanti. Cuando la policía desalojó el plantón los compas no pudieron
llevarse con ellos a la ardilla. “Así hay algunos objetos que sintetizan la memoria de las luchas”,
le dije a V, y él me dijo que sí, que lo que sí había logrado conservar era un sello con el logo del
Chanti, de esos sellitos que usaban para imprimir en la mano a los que entraban a los toquines
o eventos que ahí organizaban. Me platicó de sus múltiples viajes: su año y nueve meses en
Suiza y Alemania, sus tres años en Oaxaca, su viaje de seis meses por Centroamérica,
Colombia, Ecuador y Perú. Todo gracias a las redes de apoyo y afinidad de okupas y artistas
gráficos. En cierto momento me preguntó sobre el tema de mi tesis, le dije que era sobre
activismo político y redes sociales. Sacó su celular y me explicó que tiene un programa que un
compa le instaló que le permite tener Facebook y otras aplicaciones sin necesidad de dar de
alta en su celular una cuenta de Google. Le compré una playera y un fanzine; cuando los sacó
de su mochila vi que traía el libro En el camino de Jack Keruac; le dije que él podría escribir una
novela como esa, me dijo que sí, que lo andaba pensado. Luego de que nos despedimos con un
abrazo, antes de que la puerta del vagón se cerrara me preguntó: “¿Cómo dijiste que estás en
Facebook?” y le dije. Ahora somos “amigos” en esa red social.

III

Sábado 19 de mayo. Mientras paso del metro a los camiones urbanos y luego a las combis que
me llevan hasta San Buenaventura, en Ixtapaluca, Estado de México, voy leyendo algunas
páginas de Miguel Amorós sobre la degradación de la vida urbana y la conquista del territorio

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por el capital. Al comentar el concepto de “anticiudad” de Lewis Mumford, dice Amorós que la
ciudad metropolitana “es un producto de la descomposición de la realidad urbana, ya iniciada
con el Estado moderno, un conjunto de fragmentos desnaturalizados dispersos por el entorno,
sin vida pública ni comunicación normal; un espacio quebrado donde se instala azarosamente
la población masificada y uniformizada […] lo urbano invadió y deshumanizó todo el espacio
social amontonando a una población sin autonomía en bloques patógenos, destruyendo
tierras de cultivo y deteriorando y trivializando el paisaje: el territorio no era más que el
espacio suburbano resultado del nuevo modelo bárbaro de ocupación” (Amorós, 2017: 125-
126). Mientras leo, observo el paisaje: largas avenidas que conectan las vías de salida de la
Ciudad de México con las calles principales de Ixtapaluca; casuchas de tabicón que invaden
desordenadamente los cerros devastados; calles sucias con paredes uniformes pintarrajeadas
de letras y signos; grandes almacenes y tiendas de abastos; algunas tierras de cultivo y
porquerizas; y cuando la combi da la vuelta para dirigirse a San Buenaventura, centros
comerciales llamados “Galerías”, con cines, amplios estacionamientos y restaurantes de
comida rápida.

El Centro Social Ocupado El Engrane es una especie de foro al aire libre, que forma
parte de un amplio espacio de “áreas verdes” en la colonia Los Chopos. Llegué cuando estaban
terminando el taller de electricidad, en el que sólo estaban unos cinco asistentes. La mayoría
estaba conversando en el espacio abierto del foro y otros sentados en los bancos de concreto
o recostados sobre el pasto. Saludé a Au, a nadie más conocía. Eché una rápida ojeada sobre
las mesas donde había libros y fanzines; estaban en una mesa los fanzines de la fanzinoteca del
Okupa Che, y en otra los libros, parches, libretas y stikers de Marea Negra. Me senté y observé
los murales: un gran pasamontañas rojo en el centro; a un costado, en negros, grises y blancos
una madre buscando a su hija desaparecida repetía: “Hasta encontrarte hija mía”. Cuando
llegó la comida (arroz, verduras, aderezo de calabaza, agua de pepino y agua de naranja con un
toque de jengibre) todos nos acercamos a la mesa a servirnos. Ahí estaba el bote de la
cooperación voluntaria; eché unas monedas y me preparé un taco. Mientras comíamos
conversé un poco con Au. “Vienes de allá de Coapa?”, me preguntó, refiriéndose a la zona
cercana a la UAM. “Sí, está bien lejos”. “Esto es lo que yo hacía todos los días cuando iba a la
UAM”, me dijo. La familia de Au todavía vive ahí en San Buenaventura, una zona controlada
por los antorchistas, como casi todo Ixtapaluca; él ahora vive por la colonia Agrícola Oriental.
Ya no estudia en la UAM. Le pregunté por cómo se había okupado ese espacio. Según me
contó Au, quien fue de los iniciadores de esa okupación, ese espacio lo construyó el DIF, y se
suponía que una asociación civil local lo administraba; sin embargo, ante el abandono oficial y

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la inactividad por parte de la asociación civil, él y otros afines del Colectivo Kontracultura
Libertario decidieron en 2013 formar una biblioteca pública comunitaria en uno de los dos
cuartos que forman parte del edificio. Fueron casa por casa anunciando que formarían la
biblioteca comunitaria y pidieron a los vecinos que donaran algún libro. Juntando y vendiendo
basura lograron recabar lo suficiente para comprar los estantes donde colocaron los libros. Y
así pudieron okupar el espacio e inaugurar la biblioteca comunitaria. Una frase pintada a mano
recorre las cuatro paredes de la biblioteca: “Hasta que los oxidados engranes dejen de crujir,
hasta que las manecillas del reloj nos dejen de contar, hasta que desaparezca de nuestras
mentes la necesidad de producir y festejemos en lo cotidiano la capacidad de crear”.
Acordaron con la asociación civil dividirse el espacio, ellos en la biblioteca y la asociación civil
en el otro cuarto, y en ocasiones se ayudaban a realizar alguna actividad; luego la asociación
civil ya no se presentó, y los de la biblioteca trajeron herramienta, botaron la cerradura y
okuparon el otro cuarto. Los miembros de la asociación civil nunca volvieron a presentarse ni a
reclamar nada. Pintaron los murales e hicieron algunos tokines de rock y demás actividades. “Y
ya no hacen tokines?”, le pregunté a Au, “No, desde hace como dos años que no se hace nada;
no sé ni por qué estamos festejando”, me contestó; “Bueno, puede servir para volver a
reactivar algo”, le dije; “Sí, pero no sé quién se vaya a rifar porque yo ya no. Deja ir por otro
taco”, me dijo y se acercó a la mesa, pero ya no había tortillas. Todavía quedaba mucha
comida, por lo que una compa y un compa fueron a la tortillería y trajeron más. Después de
que comimos, B anunció que quienes quisiéramos imprimir nuestras camisetas o chamarras o
trapos, las fuéramos acercando ahí donde estaban las máquinas, que los compas nos las iban a
imprimir “en corto”. Nos acercamos como unos 20, y dos compas imprimieron y plancharon en
nuestras prendas el diseño de “Okupa o Muere”. Mientras esperábamos, Du, de El B.A.N.C.O.,
me preguntó: “Tú has venido a varios eventos, no?” “Sí”, le dije, luego ella “¿Y dónde
trabajas?”, “No, yo estudio en la UAM y de ahí conozco a varia banda” y le señalé hacia donde
estaba Au. Conversamos un poquito más: “Están bien lejos todos los lugares”, le dije; “Sí, pero
eso es lo chido, porque son bien necesarios estos lugares”; yo asentí. Le recordé que nos había
comentado en El BANCO que le habían dado unos balazos a un compa suyo, y le pregunté si
había muerto, dijo que sí. Le pregunté: “Y eso hace cuánto fue?”, “Hace como un mes”,
respondió; ya no supe que decirle. Ella imprimió una playera sin mangas y un suéter, yo mi
chamarra de color “negro triste”, como había dicho Ka en Casa Naranja. Mientras los compas
imprimían, la chilenita novia de B ponía varias rolas de bandas de punk. Unos compas se
alejaron unos metros para fumarse un churro. Otros se dispersaron a otras bancas (una tenía
escrita la frase REVOLUCIÓN EN LAS CAMAS Y EN LAS PLAZAS) o se sentaron en el pasto a
conversar, y mirar como dos perritos jugaban rabiosamente. Antes de que empezaran la

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plática me despedí de algunos; el cielo ya estaba gris y los relámpagos anunciaban la lluvia. Me
fui pensando: ¿Por qué son necesarios estos espacios para esta banda? Pensé casi
inmediatamente que no estaba de más responderme con una de las nociones que los editores
de Marea Negra ponían como texto introductorio a “Equidad y energía”, de Iván Illich: la
convivencialidad. En la zonas suburbanas, llenas de bloques habitacionales, donde la vida se
reduce a salir temprano y regresar tarde del trabajo o la escuela, o como dijo la chica del video
“la gente solo viene, duerme y a la mañana siguiente se va a sus trabajos en el Distrito y
regresa hecha así, papa, quiere llegar solo a dormir”1; donde no hay vida pública y colectiva,
para los jóvenes rebeldes, como los que estaban ahí, casi todos tatuados y con piercings en la
cara, algunos con rastas, pelo largo o rapado a los costados, encontrarse y convivir libremente
era una necesidad incluso más apremiante que comer o dormir. La convivencialidad, eso era lo
que ahí estaba pasando.

Algunos días después, el 22 de mayo, el colectivo Doomsday, el que organizó los


recorridos kilométricos en bicicleta a las distintas okupas, junto a una fotografía que mostraba
algunos murales de la parte posterior del edificio de El Engrane, publicó en su página de
Facebook lo siguiente:

“Las colectivas, espacios okupados e individualidades que participamos en la organización de


esta jornada denominada, MAYO NEGRO POR LA OKUPACION, HAZLO TX MISMX O MUERE, nos
pronunciamos en contra de todo acto represivo del estado-capital, en cualquier latitud,
posicionándonos como enemigos naturales de toda forma de dominación. Es por eso que
vemos importante asumir los espacios okupados como una herramienta de sabotaje y afronte a
la propiedad privada. Los entendemos como lugares que potencian la participación política y
social ante los aconteceres históricos y las coyunturas emergentes en las que nos encontremos
presentes para detonar cualquier tipo de propaganda, contrainformación y/o manifestación.
Es por ello que nos parece importante posicionarnos respecto a la ficción construida por el
estado chileno a raíz de la muerte del compañero Mauricio Morales el 22 de mayo del año 2009
en Santiago de Chile, con la cual se inicia la persecución y el desmantelamiento de los espacios
okupados libertarios. Mauri, sigues rodando en nuestro camino.”

Sí, Mauricio Morales, el insurreccionalista chileno. En la ciudad de Tijuana, Baja


California, hay una okupa que se llama así: Centro Social Okupado Mauricio Morales.

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Video documental Otras voces, otras historias, Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=MkVehIvdFaY

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IV

Como parte de las actividades de estas jornadas de Mayo Negro de Okupaciones y Do It


Yourself, el compa Ar de Noticias de abajo y del Laboratorio Popular de Medios Libres,
impartió cada miércoles del mes, en el Okupa Che, un taller sobre elaboración de potcast para
radios libres. Como resultado de esas sesiones, algunos y algunas compas elaboraron el
programa “Desobediencia radio”, cuya primera emisión la postearon en la página web de
Noticias de abajo el 11 de mayo y fue compartida por Ar en su perfil de Facebook el 12 de
mayo. Yo lo escuché el 16 de mayo. Además de Ar, la compa Le, el Cl y otro compa de aquí de
México, estuvieron M de España, Jo y Ca de Francia. La primera parte del programa se dedicó a
la ZAD, una okupación en Francia en resistencia contra la construcción de un aeropuerto que
recientemente fue desalojada. Ar comentaba que incluso Trini del FPDT-Atenco había ido a
Francia a manifestarles su solidaridad; mencionaba también que lo que les molesta a los
poderosos no es que “nos pintemos la cara de payasos” sino el “hacer cosas en colectivo”. La
compañera francesa, Ca, leyó en español un texto sobre esa resistencia y al final hizo la
denuncia de que se ha incrementado el hostigamiento policial a los involucrados en ese
proceso. Para terminar esa primera parte del programa pusieron “La Rage”, esa rolita libertaria
y “revolté”.

La segunda parte del programa se dedicó a conversar sobre el Okupa Che. Ante
pregunta de la compañera conductora, Cl explicó algunos aspectos de la historia y la situación
actual de esta okupación; transcribo algunos fragmentos:

“El Okupa Che se define básicamente como un espacio autónomo de trabajo autogestivo … en
un inicio la toma del espacio pues es de manera más estudiantil … el movimiento estudiantil en
la UNAM tiene un reflujo en términos considerables en la segunda parte del 2001 … Después
de lo cual, compañeros que están participando en el espacio pueden empezar a gestar la
forma de okupar el auditorio desde esta perspectiva. Entonces, hablamos de Okupa Che a
partir de 2002 […]”.

“El hecho de que la Okupa esté dentro de una comunidad estudiantil, en una dinámica
universitaria, hace que tenga rasgos particulares, no es como en algún otro lugar de la ciudad o
en las periferias de la urbe que se desarrolle el okupa … En el auditorio coexisten también
ideas del trabajo con los estudiantes, hay quien platea que no es una manera servilista con la
que vamos a trabajar con los compañeros, no se trata de ideologizar, de dogmatizar a partir
del Che, sin duda como que la okupa no le vende una idea a los estudiantes, no les vende una
moda, no está ejerciendo como en otros tiempos los activistas universitarios sí te vendían un

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dogma, sí te vendían una idea, un modo de proceder en términos de cómo accionar la
participación política de los jóvenes, la okupa es muy respetuosa de eso, cada quien vive su
proceso…”.

“… Creo que esta parte de que se cumplen 50 años del movimiento estudiantil de 1968, lo cual
es un parteaguas a nivel nacional, creo que tenemos a la par que se le nombra a este auditorio
Che Guevara, 50 años de nombrarlo así … en este sentido el okupa tiene todo el tiempo que
estar asumiendo esta autogestión, esta autonomía, para esto hay varias actividades en puerta,
como eventos programados de música para este viernes 11 de mayo tenemos una tocada de
punk para apoyar el proyecto del taller de defensa personal que se está dando en el okupa Che
aquí los miércoles, los viernes y los sábados en la tarde noche, y parte de lo que se recaude es
para financiar las guanteras … y está confirmado el domingo 13 la banda que se llama “Doña
maldad” … el lunes 21 tenemos el evento “Cuarto para después” una varieté de clown y artes
circenses … también los talleres permanentes, por ejemplo, taller de defensa personal para
mujeres los martes de 12 a 2 en el espacio anarco-feminista, varias actividades como el
comedor popular vegetariano, la fanzinoteca, queremos hacer notar este esfuerzo que se
encuentra más vivo que nunca, la fanzinoteca está produciendo publicaciones de manera
periódica y constante … últimamente se ha tomado la parte exterior de lo que es el auditorio
con talleres de dibujo al aire libre con modelos al desnudo, ese es cada 15 días los viernes de
12 a 2.”

La conductora dice que ahora escucharemos una rolita, que es todo un éxito: El Chico
del Che, con “Quen pompó”. Aquí una transcripción de la letra de la rola:

“Quien los ve llegando en la madrugada / quién los ve destrozando los portones / quién los ve
torturando a la banda / se alborota el despliegue militar / Quen pompó, quen pompó / quien
pompó las mascaritas, quen pompó /quen pompó, quen pompó / quien pompó esas cositas,
quen pompó / quien los ve con sus armas y sopletes / quien los ve con picanas y toletes /
quien los ve amarrando a la banda / se alborota el despliegue militar / quen pompo, quen
pompó / quien pompó chalequitos, quien pompó / quen pompó, quen pompó / quien pagó el
operativo, quien pagó / quien los ve llegando como acarreados / quien los ve actuando como
sicarios /quién los ve mintiendo en comunicados / se alborota el despliegue militar / quen
pompó, quen pompó / quien pompó los gasesitos, quien pompó /quen pompó, quen pompó /
quien desde la rectoría solapó / quen pompó, quen pompó / quien pompó las mascaritas,
quien pompó / quen pompó, quen pompó / quien pompó esas cositas / quen pompó, quen

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pompó / quen pompó, quen pompó / toda la herramienta y las armas eran nuevas, eh, todo
nuevecito / quen pompó, quen pompó / quen pompó, quen pompó…”.2

Continúa el programa y una compañera opina sobre los prejuicios, hostigamiento y


criminalización sobre los okupantes del Che: “…. no solamente por parte de las autoridades,
los medios masivos de desinformación en los últimos meses han estado hostigando a todos los
compañeros que acá nos encontramos tratando de hacer talleres, proponer actividades
culturales, de tener una manera de expresar esta insatisfacción, esta crítica. Varias
publicaciones, como Milenio, en que se han criminalizado a los compañeros han sido el pan de
cada día, todo el tiempo hay una manera hostil de estar criminalizando, y bueno, lo más ideal
es poder invitar a las personas que pueden escuchar de que la okupación es abierta, los
talleres son para que todas las personas que tengan interés de expresar su sentir, su rabia, su
ira, su descontento, lo puedan hacer a través del linóleo, de la comida, de talleres de defensa,
del espacio anarco-feminista, del taller de serigrafía, creo que esto es lo que no les gusta a este
sistema, acá en el okupa es lo que se hace. Más allá de la criminalización de los compas de que
si fuman mota, de que si se ponen hasta la madre, en todos lugares se fuma mota, en todos
lugares se ponen hasta la madre, acá la diferencia es que se proponen cosas para que haya una
diversidad de pensamientos, de autocrítica y de crítica del Estado y de lo establecido. Entonces
los invitamos a no dejarse mal informar de la okupación y tener pensamiento más abierto,
más crítico, y al final de cuentas que le caigan, que conozcan los talleres, que siga este
pensamiento crítico, que sigan las okupaciones en México y en todo el mundo”.

Ar agrega: “Esto es también parte del taller de potcast para hacer estos programas, un
poco de ruido y conciencia y es parte de estas actividades de este legendario espacio, nos
decía Cl, la banda le puso el Che, el nombre no se lo puso una institución, sino la banda
combativa”. Ya para ir cerrando Cl agrega: “Los invitamos a las actividades por la libertad por
los presos Luis Fernando Sotelo y Fernando Bárcenas y sobre todo les pedimos estemos al
pendiente del caso de Miguel Peralta Betanzos, el proceso se torna difícil, y creemos que es
necesario estar informados, que no esperemos a que nos llegue la información, buscar, estar al
pendiente y ser solidarios en las actividades por la libertad de los compañeros”. Para despedir

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Audible y disfrutable en:
https://ia601502.us.archive.org/29/items/DESOBEDIENCIARADIO01OKUPAz/DESOBEDIENCIARADIO_01
_OKUPAz.mp3

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el programa nos comparten la rola “Ira” de Maleto Patriarcal, que en una frase dice: “Escondan
a los niños, vienen las feministas repartiendo vicios…”.3

El sábado 26 de mayo fue el cierre de estas jornadas del Mayo Negro de Okupaciones y D.I.Y. El
escenario fue el “legendario” auditorio Che Guevara, en Ciudad Universitaria. Cuando llegué ya
habían pasado los talleres de soldadura, plomería y bombas de semillas, y estaban terminando
la plática, con otro abogado solidario, sobre “dudas legales” y recursos jurídicos en caso de
represión a okupaciones. No parecía haber entusiasmo generalizado, más bien parecía que la
mayoría esperaba ya el tokin. Cuando terminó la plática saludé D quien me convidó a comer
algo o tomar agua. Como ya había comido solo tomé un poco de agua (no tenía jengibre como
la otra vez). Mientras llegaba la banda que iba a abrir el tokin, fuimos con los compas del
cubículo de la UAM e I a comprar combustible etílico, unas cuantas cervezas. Regresamos y
dudamos si no abría problema de tomárnoslas dentro del auditorio, pues se había anunciado
que todo el evento del Mayo Negro sería sin consumo de alcohol; pero ya algunos estaban
bebiendo, así que entramos, nos sentamos en las gradas sin sillas del auditorio y bebimos. Con
algo de nostalgia I recordó cuando durante la huelga del 99-2000 se llegó a quedar a dormir
ahí en el auditorio, antes de que la PFP entrara y arrancara todas las sillas y detuviera a los
huelguistas; y cómo luego la “Brigada Verde” (así denominada porque fumaban mota) okupó y
cambió totalmente la dinámica del espacio. Yo me acordé de otras cosas también tristes y no
tan heroicas de mi historia personal. La banda de ska Los Jamon’s prendió a la banda que se
puso a bailar. D bailaba al viejo estilo: moviendo los brazos de arriba abajo, uno primero y
luego el otro, y la cabeza rebotando cadenciosamente; I agitaba la mata rockera. Nos
acabamos las cervezas y mientras Jo y Gu iban por más, compré una bebida que ahí hacían y
vendían: vino de jamaica, con una etiqueta donde un demonio con una máscara de chivo atiza
una fogata a sus pies y un letrero “Sangre de diablo” sobre una luna llena. Me encontré a U,
que vende libros ahí en el pasillo y habita en el Che, y a R que hace artesanía y vende también
ahí en el pasillo; les invité unos tragos en honor a los caminos antaño compartidos. La banda
de punk Los desenchufados no estuvo tan chida; “como que le faltaba distorsión a la guitarra”
comenté, pero D lo dijo mejor: les faltaba mugre o porquería o mierda o algo así. Luego
empezaron los MC’s y fuimos a buscar más cerveza. Cuando regresamos la mayoría ya se había

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Programa disponible en el sitio web de Noticias de abajo:
https://noticiasdeabajoml.wordpress.com/2018/05/11/desobediencia-radio-okupas-la-zad-y-el-che/

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ido. Cerca de las 12 nos preguntaron que si nos íbamos a quedar o nos íbamos a ir porque ya
iban a cerrar la puerta. Nos fuimos. Atravesando la noche y la ciudad Cá, aquel punk que vi en
el Rancho Electrónico y que iba a dar el taller de software libre en El B.A.N.C.O, nos fue
platicando como se hizo hacker: a los 16 años, cuando entró a estudiar a una vocacional del
Poli, falsificó sus documentos para poder entrar a trabajar en una empresa de programación y
decidió salirse de su casa; desde entonces se dedica a trabajar como programador para
obtener dinero y beber-vivir, pero él se considera hacker, “no es lo mismo el software libre,
como el Rancho Electrónico, que el underground”, me dice. En el antebrazo derecho tiene
tatuada la frase “Posh Punk”. Viste un sombrero para el sol y para tapar el comienzo de la
calvicie, un pantalón amarrado por la cintura con unos audífonos y una playera del Hackmitin
del 2013 en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, donde vivió una temporada. Cuenta que junto
con otros tres o cuatro compas fundaron el Hack-Lab en una casa okupada por Avenida
Universidad y Eje 10, y ahí vivieron cerca de tres años, hasta que un día que no estaban
llegaron los dueños, cambiaron la chapa y ya no pudieron entrar ni recuperar sus cosas,
incluidas las computadoras y demás equipo del Hack-Lab. Cuando nos despedimos, casi
eufórico le dijo a D: “¡El mal volvió a triunfar!”.

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