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Normalmente la historia nos ensena que la mayoría de países pobres o subdesarrollados orientaron su
clase política gobernante a que el sector rural subsidie a las urbes, donde normalmente se asientan las
industrias, a fin que la mano sea barata proveyéndoles alimentos básicos y materias primas con bajos
precios en el mercado y así no exijan por incremento de salarios.
El principal problema de la crisis del agua es el deterioro de las cuencas hidrográficas, la cual
se debe al total abandono que se tienen por parte de las autoridades ambientales y las
administraciones gubernamentales para cumplir con las gestiones ambientales en el control de
la deforestación, la erosión, la extracción antitécnica de los recursos naturales, la pérdida de la
biodiversidad, la ocupación inadecuada de los asentamientos humanos, la inasistencia técnica
para el buen uso del suelo, la deposición de materiales residuales como escombros y basuras
en los lechos de los ríos, la carencia de un sistema de disposición de excretas en áreas rurales,
el avance de la colonización, etc., todo esto trae como consecuencia problemas relacionados
con racionamiento del agua, pérdida de la capacidad de regulación hídrica, desprotección de
los nacimientos de agua, perdida de la productividad de los suelos, perdida de la biodiversidad,
deterioro paisajístico, conflictos por la tenencia de la tierra y el abastecimiento de agua potable
etc.
Pese a que en cifras globales el Perú figura entre los 10 países con mayor caudal de agua dulce,
las autoridades peruanas no saben a ciencia cierta cuánto de este recurso discurre por 119 de
las 159 cuencas situadas principalmente en la sierra y la amazonía, donde se concentran los
conflictos socioambientales. A ciegas
Ante una inadecuada medición, los montos cobrados a las compañías extractivas por el agua
destinada a sus proyectos de inversión son risibles.
La fotografía sobre la situación de las 159 cuencas e intercuencas por donde discurren los ríos
que abastecen de agua a la población y a la actividad productiva que mueve el país es totalmente
difusa. No se cuenta con información confiable de la cantidad de agua de 119 de estas fuentes
importantes de recursos hídricos distribuidas en los Andes y la Amazonía. Esto representa el 75%
del número total de cuencas y más del 95% del volumen de agua disponible para los peruanos.
La ausencia de información obliga a los técnicos de la Autoridad Nacional del Agua (ANA) a
realizar cálculos y proyecciones sobre la disponibilidad de aguas superficiales de las cuencas, con
un alto margen de error, 20% en promedio, advierte el ingeniero Humberto Cruz, director de
Conservación y Planeamiento de Recursos Hídricos de la ANA.
"Hemos encontrado datos desactualizados, interpolados, con un margen de error muy alto, ya
sea para arriba o para abajo, principalmente en la sierra", apunta Cruz. Y es precisamente en los
Andes donde se concentra la actividad minera. Solo si se consideran los once principales
proyectos identificados por el Ministerio de Energía y Minas, hay una inversión de unos U$ 35
mil millones asentados sobre las cabeceras de las cuencas.
Apenas existe información detallada de la cantidad de agua de 40 cuencas, ubicadas en la costa,
por los registros históricos que realiza el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología
(Senamhi) y los técnicos de las operaciones de infraestructura hidráulica (reservorios, proyectos
de riegos, entre otros).
"El Estado ha tenido por mucho tiempo una visión agrarista", y no ha actualizado la información
según las actividades económicas que hoy se desarrollan en las cuencas como la minería y los
hidrocarburos, y que pueden generar altos impactos.
Para darnos una idea, se repite como una letanía en foros y en decenas de documentos oficiales
que la minería solo usa el 2% del agua a escala nacional, pero resulta que ese cálculo se hizo en
1979 cuando existía la Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales y se recomendó
"asegurar" dicha estadística para conocer el uso real del agua, revela una investigación de la
ingeniera agrícola Ruth Preciado, de la Universidad Agraria La Molina.
En 1989 se volvió a hacer un cálculo con el mismo método. Después, esa oficina que se
encargaba de hacer estudios y planificar el uso de los recursos hídricos fue desactivada por el
gobierno fujimorista. Desde entonces, durante más de dos décadas, se ha usado la misma
información a pesar de que la producción minera pasó a representar del 12% a más del 50% del
total de las exportaciones, advierte Ruth Preciado.
"Los estudios no son muy confiables porque se han encontrado curvas y picos (de caudales) que
no se explican", señaló Jorge Ganoza, especialista en Recursos Hídricos de la ANA, quien trabaja
el tema hace casi 30 años y ahora impulsa la creación de consejos de recursos hídricos para
elaborar nuevos estudios hidrológicos y mejorar la gestión de las cuencas en coordinación con
autoridades regionales y locales, pobladores y empresas.
La ANA es la entidad estatal, adscrita al Ministerio de Agricultura y Riego, que otorga las
autorizaciones de uso de agua a compañías y otros usuarios. Se presenta como un órgano
técnico de los recursos hídricos, pero en sus instalaciones se decide la aprobación de varios
proyectos de inversión de gran interés económico y político.
Sin información confiable, las decisiones son débiles y existe un manejo limitado de los conflictos
desatados alrededor del agua, que son los que más abundan en el país, reconocen sus
funcionarios.
PLAN ESPERADO
Con la poca información disponible, la ANA ha realizado un diagnóstico de la situación del agua
hasta 2012 para elaborar el plan nacional de recursos hídricos que regirá en las próximas dos
décadas en un contexto de cambio climático y de disputa de este recurso.
En esta institución hay expectativa de que el plan sea presentado en marzo por el presidente
Ollanta Humala. Mientras tanto, la dirección de Humberto Cruz ha conseguido que el Ministerio
de Economía y Finanzas transfiera a la ANA S/. 11 millones de los 35 millones solicitados para
hacer balances hídricos de doce cuencas con alta conflictividad.
Pero los encargados de hacer estos balances no cuentan con todos los registros del caudal de
los ríos en los últimos diez años que se necesitan para elaborar un estudio sólido. Hay un déficit
de estaciones para el monitoreo.
En el Perú, existen 1.832 estaciones meteorológicas e hidrológicas, de las cuales solo 864 están
operativas (47%), según el Senamhi. De ese universo de equipos, apenas 142 miden el caudal de
los ríos. Para un adecuado registro se necesitan varias estaciones en una cuenca. Por ejemplo,
en la cuenca del río Rímac que abastece de agua a Lima, hay 15 estaciones: 4 hidrológicas y 11
meteorológicas.
Hay cuencas que no tienen ni una sola estación. Esto genera que se realicen cálculos estadísticos
tomando como referencia otras cuencas. Y en aquellas donde hay solo estaciones
meteorológicas, se usa la información de las lluvias para estimar la cantidad de agua. "En zonas
sin estaciones, se han visto casos de registros sin regla, al ojo", advierte Ganoza. Son millones
de litros de agua por segundo que discurren con un débil control.