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ASPECTO POLITICO DE MANUEL A.

ODRIA

1. CAUSAS DEL GOBIERNO DE ODRIA

La política económica del gobierno de Bustamante

hacía sido claramente contraria a los intereses de

los agroexportadores. La imposibilidad de

disponer de las divisas provenientes de las

exportaciones implicó que en la práctica sus

ingresos se veían reducidos artificialmente.

Además, el gobierno había gravado con impuestos a

las exportaciones sobre todo el azúcar y el

algodón de tal modo que los impuestos a las

exportaciones llegaron a significar el 50% del

total de impuestos. Estas medidas llevaron a la

protesta continua de los agroexportadores, a

través de diversos medios, uno de ellos el diario

La Prensa, y a la formalización de la Alianza

Nacional.

Paralelamente, el aumento de la inflación y la

escasez en los centros de abastecimiento trajeron

consigo el descontento popular y la realización de

huelgas. Estas movilizaciones populares fueron


importantes debido al creciente número de

sindicatos formados en meses anteriores. La

Prensa dirigió a su vez una campaña contra el

programa económico, sin que el gobierno ni los

parlamentarios apristas pudiesen hacer algo.

En este contexto político, en enero de 1947, en

circunstancias poco claras fue asesinado el

Director del diario La Prensa, Francisco Graña,

quien había dirigido abiertamente la campaña

contra la política económica aprista. Las

sospechas apuntaron como era de esperar a los

apristas, por lo que Bustamente decidió pedir la

renuncia de los ministros apristas, para que las

investigaciones sean lo más imparciales posible.

Con el fin de mejorar la imagen política del

Partido Aprista, maltratada por los magros

resultados económicos y por las sospechas por el

asesinato de Graña, el APRA que contaba con

mayoría en la Cámara de Diputados intentó legislar

en varios aspectos a favor de un mayor número de

sindicatos y otras conquistas populares. Ante

esto, la oligarquía y los representantes del FDN

no apristas se unieron contra la “dictadura


parlamentaria aprista”, por medio de un boicot al

Congreso. Dichos parlamentarios decidieron no

asistir a las sesiones de la Cámara de Senadores,

de tal manera que el Congreso no pudo legislar

desde el 28 de julio de 1947 hasta el golpe de

Odría.

Luego del cierre del Congreso, se sucedieron

varios hechos políticos, cada vez con mayor

fuerza, que alteraron aún más el ambiente social,

todavía agitado por el asesinato de Francisco

Graña. Los precios de los alimentos seguían

aumentado, por lo que los sectores populares se

mostraban cada vez más insatisfechos. Al mismo

tiempo, algunos sectores radicales apristas no

creían ya en soluciones pacíficas, tras el cierre

del Congreso. En enero de 1948, fue disuelta por

la fuerza una asamblea sindical organizada por el

APRA. En febrero, fue asesinado el Prefecto de

Cerro de Pasco por una turba, ante la escasez de

arroz y azúcar. En junio, ocurrió un

levantamiento militar en Juliaca dirigido por el

Teniente Coronel Alfonso Llona con participación

aprista. El 3 de octubre de 1948 fue sofocado en

forma sangrienta un intento revolucionario en El


Callao, en el cual tuvieron participación civiles

y marinos apristas. El 4 de octubre el gobierno

declaró fuera de la ley al APRA.

El ambiente político se encontraba sumamente

agitado. En tales condiciones, existía la

posibilidad de que el APRA nuevamente organice un

golpe militar. Ante esto, la Alianza Nacional,

que congregaba a los representantes políticos de

la oligarquía, sobre todo de los agroexportadores,

organizó un golpe de Estado a m ando del General

Manuel Odría. El objetivo era claro: impedir que

los apristas lleguen al poder vía un golpe de

Estado, y al mismo tiempo, acabar con la política

de controles y de reivindicaciones laborales de

Bustamante. Para ello, los agroexportadores

contaron con el apoyo de los industriales, quienes

se encontraban temerosos por las movilizaciones

laborales y la quiebra de varias empresas

manufactureras. Odría encabezó entonces desde

Arequipa la “Revolución Restauradora”, que tras

dos días de forcejeo ganó la adhesión de las

Fuerzas Armadas y que terminó con el derrocamiento

de Bustamante y la toma del poder el 29 de octubre


de 1948. De esta manera culminaba abruptamente el

gobierno del debilitado FDN.

2. LA AUTOCRACIA ODRIISTA Y LOS GRUPOS DE PRESION

La política económica de Bustamante afectó los

intereses de los agroexportadores, lo que, aundo

al malestar de la población por el

desabastecimiento y el caos en los mercados,

explica la crisis política que se produjo entre

1947 y 1948, y el golpe de Estado de Odría en

1948.

La concentración del poder en manos del Ejecutivo,

que permitió la aplicación de las medidas

económicas que Odría y los grupos de presión más

influyentes creyesen convenientes, y los intereses

de los distintos sectores de la sociedad, serán

útiles para comprender la política económica

implementada.

3. EL GOLPE MILITAR, LA REPRESION POLITICA Y EL

JUEGO DE LOS GRUPOS DE PRESION


Odría llegó al poder gracias al golpe de Estado de

octubre de 1948. El levantamiento militar de

odría contó con el apoyo de la Alianza Nacional

ante los resultados económicos de Bustamante y el

peligro de una posible insurgencia aprista.

Los agroexportadores sostenían que la política

económica de Bustamante había fracasado debido a

que no había permitido al mercado operar

libremente. Los controles de precios, del tipo de

cambio y del comercio exterior hacían provocado

caos y agravado el problema inflacionario. Las

políticas macroeconómicas por otra parte debían

dejar de tener como objetivo aumentar la

producción y el empleo, pues lo que provocaban con

el transcurrir de los meses era una mayor

inflación y la devaluación de la moneda. El

camino a seguir consistía en liberalizar los

mercados y aplicar políticas macroeconómicas

restrictivas. Dado el desastre económico de

Bustamante, según los agroexportadores, no había

más remedio que apoyar un golpe de Estado para que

asuma el poder político un gobernante que aplique

un programa económico ortodoxo, más aún si existía


el riesgo de que los apristas tomasen el poder por

medio de un golpe de Estado.

El temor de los agroexportadores ante la gran

fuerza política del APRA es comprensible si

consideramos que los agroexportadores fueron

sumamente perjudicados por la política de

controles y los elevados impuestos con que fue

gravada la actividad exportadora. Podemos pues

comprender el recelo que los agroexportadores

sentían por el apoyo popular que tenía el partido

aprista. En 1948, ese temor fue mayúsculo pues los

apristas habían intentado, infructuosamente, tomar

el poder a través de un golpe de Estado.

Justamente en la sesión del 2 de agosto de 1950

del Congreso, el congresista Chirinos Pacheco

sostuvo que “la Revolución Restauradora de

Arequipa puso término a un Gobierno indeciso y

débil que amenazaba con conducir a la nacionalidad

al desastre y a la anarquía, y sobre todo, a una

graves amenaza; a que se instaure el gobierno

totalitario aprista.”

Luego del golpe militar de 1948, mediante el

Decreto Ley Nº 10889 se estableció la Junta


Militar presidida por Odría. Pronto vendrían las

primeras medidas legales en contra de la libertad

de opinión. En noviembre de 1948, mediante el

Decreto Ley Nº 10890, se declaró fuera de la ley

al APRA, y al Partido Comunista. Estas medidas se

complementaron con el Decreto ley Nº 11048, bajo

el título de Ley de Seguridad Interior de la

República, proclamada en julio de 1949. Por medio

del artículo primero de esta Ley, se estableció

que se cometían delitos contra la seguridad y

tranquilidad pública los que con fines políticos o

sociales atemorizaban verbalmente, por escrito u

otro medio; y los que propagasen por cualquier

medio en el interior o exterior de la República,

noticias o informaciones falsas o tendenciosas,

destinadas a alterar el orden público o dañar el

prestigio y crédito del país. Además, se suprimió

el Habeas Corpus, facultando a los prefectos y a

la policía para administrar justicia.

Estas medidas significaban la represión política

contra cualquier manifestación pública.

Claramante trataban de intimidar a quienes se

oponían al régimen y a quienes intenten exponer

sus puntos de vista públicamente. El gobierno


tenía como fin lograr una paz social con el fin de

aplicar sin voces contrarias un programa económico

liberal. No se fomentaba el diálogo ni la

negociación entre los distintos sectores

políticos, sino se optaba por la imposición de un

grupo de agroexportadores, a quienes se unirían

algunos capitalistas norteamericanos. Para ello,

era necesario este tipo de decretos que acallasen

a los contrarios.

Sin embargo, los capitalistas norteamericanos

ejercieron presión para reflejar una imagen

contraria a la de una dictadura, al menos

internacionalmente. Para ello, era necesario que

Odría se someta a un proceso electoral. Empero,

estas elecciones realizadas en 1950 no fueron del

todo transparentes, pues por diferentes medios, se

logró que el único candidato fuese Odría. Aunque

en un inicio se había presentado la candidatura

del Gral. Montagne, la Ley de Seguridad Interior y

el Estatuto Electoral permitieron dejar fuera de

la ley a la oposición. Además, debemos anotar que

por aquel entonces, todavía las mujeres y los

analfabetos no tenían el derecho al voto, por lo

que no podemos decir que las elecciones eran


representativas de toda la población: solo votaba

el 20% de la población adulta. En lo que respecta

al requisito del alfabetismo para poder votar, a

partir de él se desprende que eran sobre todo los

deseos de la población urbana, y no de la rural,

los que eran reflejados en los resultados en las

urnas. Esto, aunado a la inexistencia de

competencia en las elecciones de 1950, nos lleva a

sostener que ellas sirvieron únicamente como

coartada a Odría y a los grupos de presión que

apoyaron al golpe (los agroexportadores).

Como consecuencia de las elecciones de 1950, el

Parlamento que surgió “fue absolutamente dócil al

Ejecutivo. La presencia de una minúscula

representación socialista que ejerció una

permanente pero insignificante oposición, no pudo

incidir en las reuniones parlamentarias”. El

congreso no asumiría pues su función fiscalizadora

ni de contrapeso de poder político al Poder del

Ejecutivo.

De esta manera, gracias a la represión de la

oposición política y a la docilidad del

Parlamento, Odría tenía la capacidad para aplicar


las medidas económicas que mejor creyese

convenientes. La naturaleza de la política

económica sin embargo estaría también determinada

sobre todo por las demandas de los grupos de

presión que tenían mayor influencia Odría. Es

decir, el hecho de que el gobierno de Odría haya

sido autocrático no significó que los grupos de

presión dejaran de tener influencia sobre las

decisiones del gobierno. Más bien, la

concentración del poder permitió que ciertos

grupos de presión (los más cercanos a Odría)

aumentasen su poder, por o que la política

económica sería el reflejo de lo que ellos querían

y no de lo que la sociedad en general deseaba para

sí misma.

Sin embargo, con el transcurso de los años, la

influencia de los agroexportadores en las

decisiones del gobierno disminuyó, debido a la

mayor presión de los industriales y de los

sectores populares, y al peligro que significaban

los militares reformistas. Esta disminución de la

influencia de los agroexportadores devino en que

si bien en un inicio, tal como lo proponían los

exportadores, se liberalizaron los mercados, se


definieron claramente los derechos de propiedad en

algunos sectores económicos (minería y agricultura

de exportación) y las políticas monetarias fueron

restrictivas; con el transcurso de los años, las

políticas fiscales no fueron restrictivas, y más

bien tendieron a manejarse en forma populista y

cortoplacista. Es más Odría ni siquiera cumplió su

promesa inicial de eliminar o reducir los

impuestos a las exportaciones agrícolas

equivalentes al 50% de las utilidades.

Como consecuencia de ello, hacia 1956, un sector

radical de los agroexportadores agrupado en la

Coalición Nacional se mostró claramente contrario

a la permanencia de Odría en el poder, y pidió la

derogación de la Ley de Seguridad Interior y la

Sustitución del Estatuto Electoral como requisitos

para la realización de las elecciones limpias.

Esta presión obligó a Odría a desistir de su

intento de reelegirse.

4. LOS AGROEXPORTADORES, LOS CAPITALISTAS EXTRANJEROS

Y LA IMPOSICION DEL LIBERALISMO ECONOMICO


Durante los años en que gobernó Odría, la toma de

poder por la fuerza, las elecciones poco claras y

nada competitivas de 1950, la persecución de los

líderes políticos de oposición, la violación de la

libertad de expresión, y la docilidad del

Parlamento devinieron en la concentración del

poder en manos del Ejecutivo, de tal manera que el

Presidente y los grupos de presión más influyentes

podían imponer las medidas económicas que creyesen

más convenientes.

Dado que el poder estaba concentrada en manos de

Odría, las políticas económicas no estarían en

función del debate entre los distintos sectores de

la sociedad, sino en función del poder de los

grupos de presión con mayor influencia. En un

inicio de su gobierno, quienes ejercieron una

mayor presión sobre el dictador fueron los

agroexportadores y los capitalistas extranjeros.

Por ello, la concentración del poder en manos de

Odría favoreció la materialización de las demandas

de esos dos grupos de presión, es decir la

liberalización de los mercados, sobre todo el

cambiario, y la promulgación de normas legales


favorables a la inversión privada en el sector

minero y agrícola.

Esto evidencia que bajo regímenes autocráticos,

los grupos de presión también ejercerán presión

con el fin de ser favorecidos con las políticas

económicas. Es cierto que las reglas de juego

demandadas por los agroexportadores y capitalistas

extranjeros (la liberalización de los mercados y

el dictado de normas legales que buscaban

incentivar la inversión privada), que fueron

finalmente aplicadas por Odría, fueron en términos

generales favorables al libre mercado y al

crecimiento económico. Sin embargo, dada la

concentración del poder, Odría pudo fácilmente

haber aplicado medidas totalmente contrarias al

crecimiento. De hecho, el poder de Odría le

permitió con el transcurso de los años modificar

las reglas de juego en favor de políticas más

populistas.

Ahora bien, pese a que las reglas de juego

propuestas por los agroexportadores y por los

capitalistas extranjeros eran favorables al

crecimiento, no deberíamos pensar que su intención


era garantizar el bienestar de la sociedad. En

realidad, dichas medidas los favorecían

directamente, a diferencia de los industriales y

los terratenientes, por lo que incluso aunque las

medidas económicas liberales no hubiesen

favorecido a la sociedad en general, seguramente

aún así los agroexportadores y capitalistas

extranjeros las hubiesen propuesto. Esto demuestra

que si bien en algunos casos las autocracias

pueden producir buenos resultados económicos, ello

se debe a que quienes tienen mayor poder sobre el

gobierno de turno son los grupos de presión que

demandan el libre mercado. Es decir, bajo,

regímenes autocráticos, la aplicación de medidas

liberales depende de quién tiene mayor poder de

influencia, lo cual no constituye ninguna garantía

de estabilidad económica.

5. LOS INDUSTRIALES Y SU POSICION NEUTRAL

La posición de los industriales en torno a la

política económica era neutral. Durante el

gobierno de Bustamante, algunos industriales

habían podido importar algunos insumos con un

dólar barato, mientras que varios bienes


producidos en el extranjero que competían con la

producción nacional habían sido prohibidos de ser

importados. Esta política proteccionista en favor

de la manufactura nacional había sido rentable

para algunos empresarios del sector, quienes eran

contrarios a la eliminación de dichos privilegios.

Esbozaban, por cierto, algunos argumentos tales

como que es de “necesidad nacional la protección

de la industria” y que ”si no se apoya a la

industria, disminuirá el empleo”. Lo cierto, era

sin embargo, que tales políticas solamente

encarecían al costo de vida, derrochaban las

divisas y propiciaban la corrupción de los

funcionarios públicos.

Sin embargo, en otras áreas, los industriales

proponían restringir la intervención del Estado.

Clamaban por ejemplo por la prudencia fiscal y la

concentración de la iniciativa del Estado en obras

reproductivas (caminos, puertos, irrigaciones). De

hecho, reconocían en el mediano plano mayores

impuestos que tendrían que ser pagados al menos en

parte por los mismos industriales, junto con los

exportadores.
Una vez que Odría asumió el poder, la intervención

del Estado en los mercados se redujo

considerablemente. La eliminación de los

controles de precios, de los controles de cambios

y la disminución de los aranceles desfavoreció

entonces a los industriales. Sin embargo, la

posición de los industriales no fue claramente

contraria a la política económica, pues por otro

lado Odría propició en un principio la reducción

del gasto público. Además, la represión política

del gobierno había permitido controlar las

movilizaciones populares que se produjeron hacia

el final del gobierno de Bustamante. La mano dura

del gobierno había proporcionando a los

industriales, y en general a todos los

empresarios, cierta tranquilidad que en los años

anteriores no sintieron. En tales circunstancias,

es comprensible por qué los industriales no se

opusieron abiertamente al gobierno de Odría y

tomaron un aposición más bien neutral. Sin bien

eran contrarios a una total liberalización de los

mercados la aceptaban si con ellos se podía lograr

el control de las masas populares y la ansiada paz

social.
Fue entonces la coyuntura política la que permitió

que los industriales, contrarios a la

liberalización total de los mercados, adoptaran

una posición neutral. Sólo así fue posible para

los agroexportadores y capitalistas extranjeros

ejercer la posición dominante y materializar sus

demandas. Esto evidencia cuán inestables eran las

bases en las que se sustentaba el programa

económico liberal aplicado por Odría. Si las

circunstancias hubieran sido otras, la presión de

los industriales por políticas proteccionistas

hubiera sido mayor, y por lo tanto, la política

económica hubiera sido otra. La concentración del

poder en manos del Presidente y de sus allegados

así lo permitía.

6. LOS SECTORES POPULARES URBANOS Y LAS CONCESIONES

POPULISTAS

Según los agroexportadores, con el fin de sentar

las bases del crecimiento económico, era necesario

mantener la política económica liberal aunque ello

implicase hacer caso omiso a las exigencias de los

sectores populares. Después de todo, las masas

populares exigirían mayores beneficios laborales y


un aumento del gasto público, demandas que si

fuesen satisfechas desincentivarían la iniciativa

privada de los empresarios pues afectarían el

mercado laboral y devendrían en una mayor cantidad

de impuestos necesarios para financiar los gastos

estatales. En consecuencia, en pro del

liberalismo económico debía obviarse todo ese tipo

de exigencias populares.

Los agroexportadores acertaban cuando sostenían

que de recurrir a la negociación y al consenso, el

programa económico tendería a ser menor ortodoxo,

recurriendo a un mayor gasto público para

satisfacer las demandas populares.

Lamentablemente, es poco probable que en un país

pobre como el nuestro, la reducción del tamaño del

Estado sea el producto de la negociación entre los

distintos sectores de la población. No obstante,

para que las políticas económicas liberales tengan

efectos positivos en el crecimiento económico de

largo plazo, es necesario que ellas sean estables.

Apelar a la concentración del poder en manos de un

gobernante central y de sus allegados no nos

garantiza que las reglas de juego se mantendrán a

lo largo de los años. tal como ocurrió durante el


gobierno de Odría, que las medidas económicas

aplicadas hayan sido liberales se debió a quienes

contaban con mayor influencia sobre el Presidente

a inicios de su gobierno fueron los

agroexportadores y los capitalistas extranjeros.

Sin embargo, esto no garantizaba de ninguna manera

que las reglas de juego se mantendrían en los

siguientes años.

Es cierto que la marginación de los sectores

populares no fue una característica exclusiva del

gobierno de Odría, sino de toda nuestra historia

republicana. Desde siempre, salvo periodos

excepcionales, los sectores populares carecieron

de una adecuada representatividad política, de tal

manera que fueron excluidos del debate político y

económico y de la fijación de las líneas maestras

del programa económico. Sin embargo, durante el

gobierno de Odría, la prohibición de

movilizaciones populares y la persecución de los

dirigentes del APRA y del Partido Comunista no

tuvieron los mismos efectos políticos que en los

gobiernos del siglo pasado o de principios de

éste. En la década de los cincuenta, era mucho

más difícil para los sectores oligárquicos imponer


un programa económico a los sectores populares,

debido a la cada vez mejor organización de éstos.

Es decir, la marginación de los sectores populares

ya no posibilitaría la aplicación de un programa

económico sin mayor oposición de los sectores

populares, por más que se hayan prohibido las

movilizaciones populares. Es más, en los

cincuenta, el apogeo del comunismo a nivel mundial

y las corrientes de pensamiento que de él

emergieron devinieron en la aparición de militares

reformistas que en cualquier momento podrían

levantarse contra el régimen de Odría, si éste no

aplicaba medidas en favor de los sectores

populares.

En este contexto político, para asegurar su

estabilidad en el poder, el gobierno tuvo que

hacer concesiones en la modalidad de un mayor

gasto público, en la medida que se lo permitió la

mayor recaudación de impuestos provenientes

principalmente de los mayores ingresos por

exportaciones tras el alza de los precios

internacionales de nuestras materias primas. El

gasto público se realizó de una manera

paternalista, con inversión pública en obras


públicas poco rentables aunque muy agradables a la

vista, situación que el efectuarse en forma

centralista favoreció el crecimiento de la

corrupción y el clientelismo, y el despilfarro de

los recursos públicos. De esta manera, la

autocracia odriista tuvo que apelar a políticas

fiscales populistas con el fin de compensar la

aplicación de un programa económico liberal.

Dada la concentración del poder político en manos

de un gobernante todo poderoso y paternalista, los

trabajadores urbanos no tenían un incentivo de

demandar modificaciones más profundas de la toma

de decisiones. No se ocupaban de demandar que el

gasto público se realice en forma descentralizada,

ni tampoco de concertar un plan económico de largo

plazo, ni siquiera de mediano plazo. Era cuestión

de solicitar al gobierno cualquier favor que se

pueda lograr. El sistema político, en este

sentido, se tornaba en un juego en el que las

mejoras populares partían de lograr concesiones

aunque sea eventuales de parte del gobierno.

De esta manera, en todo caso, los trabajadores

urbanos tenían mecanismos para por lo menos


obtener concesiones de parte del gobierno central.

El creciente número de sindicatos durante la

gestión de Bustamante facilitó la movilización

popular sobre todo urbana, pese a que en la

práctica fueron prohibidas durante el gobierno de

Odría. La respuesta del gobierno a las exigencias

de las masas populares urbanas fue mayor cuando

las olas de migrantes provenientes del campo

poblaron la ciudad. Los sectores populares

urbanos crecían a pasos agigantados, con la

consiguiente mayor demanda de servicios públicos.

Ante este panorama, Odria tuvo que incrementar el

gasto público. Los sectores populares urbanos

lograban, de esta manera, algunas concesiones de

parte del gobernante.

7. EL CENTRALISMO DE ODRIA Y LOS SECTORES POPULARES

RURALES

Aunque las demandas de los sectores laborales

urbanos eran satisfechas con gasto público

ineficiente dirigido principalmente a la

construcción de inmensas obras públicas con una

baja rentabilidad social, mucha más dramática fue

la situación de los campesinos pobres. Ellos no


tenían ningún mecanismo de diálogo con las

autoridades. En medio de un centralismo fatal,

alejados totalmente de la gran capital, en un

mundo distante del gobierno, sin representación

política adecuada, era en la práctica imposible

que sus demandas sean escuchadas. En una

autocracia como la odriista, las demandas

canalizadas correspondían tan sólo a quienes se

encontraban en el círculo más cercano al dictador,

es decir los agroexportadores, algunos

industriales y los capitalistas norteamericanos.

Por su parte, las masas populares uranas recibían

ocasionalmente ciertas concesiones de parte del

gobierno, principalmente a través de mayores obras

públicas. Los trabajadores del campo, sin

embargo, no tenían un mecanismo efectivo de

integración de sus demandas, ni eran hábiles para

transmitirlas al gobernante central.

No nos debe extrañar que en este contexto, quienes

gozaban de poder económico local y regional hayan

abusado de él ante los campesinos pobres, por

ejemplo despojándolos de sus tierras. Un país

centralista implicaba pues no sólo divergencias

entre quienes vivían y trabajaban en la costa y


quienes lo hacían en la sierra. Además, dado que

las decisiones se tomaban en Lima por burócratas

totalmente alejados de las provincias, era

relativamente fácil para los terratenientes abusar

de los campesinos, pues eran los hacendados y no

los campesinos pobres quienes podían conceder a su

vez el apoyo económico a las autoridades y

funcionarios públicos de turno.

De esta manera, el sistema político no permitía la

canalización de las demandas de los campesinos

pobres. Ellos no tenían representación política

alguna, por lo que no eran tomados en cuenta. No

eran parte del sistema político y no había un

sistema jurídico que defendiera sus derechos de

propiedad, ni medios de comunicación que les

permitiesen integrarse a los mercados económicos,

aumentar su comercio, su producción y su

bienestar.

El centralismo de Odría es evidente cuando

analizamos el papel cumplido por las Juntas

Departamentales o Comisiones de Obras Públicas,

creadas durante su gobierno. Estas Juntas se

crearon para realizar trabajos en los


departamentos de Cusco, Puno, Huancavelica,

Cajamarca y en las provincias del Callao y La

Convención. Sin embargo, su origen “no respondía a

un plan específico” y su formación no estuvo

precedida por ningún debate de importancia, y más

bien la constitución de dichas Juntas estaba en

función de los estímulos de los grupos más

dinámicos de las regiones, los cuales pugnaban por

el apoyo estatal para el levantamiento del a

infraestructura de su base económica y la

ampliación de sus mercados. La burguesía

metropolitana cedía ante estas demandas en la

medida que no contradecía sus intereses

hegemónicos, a la parque le permitía aparecer con

una imagen progresista y preocupada por el aliento

a los pueblos del interior del país. Además, las

atribuciones de esas Juntas eran distintas para

cada caso. Estas diferencias en los fondos y en

las atribuciones de las Juntas indican una

ausencia de voluntad descentralizadora y el

establecimiento de una política de clientelismo o

de concesión a las élites de algunas localidades.

El centralismo significó además la diferenciación

entre agroexportadores, industriales y


terratenientes de la sierra. Los agroexportadores

habían logrado que Odría, pese a todo, implantase

un programa económico por el que ellos clamaban.

Tal como sostuvimos, que los agroexportadores

hayan apoyado la aplicación de ese programa no se

debía necesariamente a que deseaban la mejoría de

los sectores populares, que después de todo el

liberalismo trae en el largo plazo. Más bien, las

medidas económicas liberales planteadas por los

agroexportadores eran favorables a ellos mismos,

lo que motivaba su presión en favor de dichas

medidas. Por otro lado, los terratenientes de la

sierra se dedicaban a la producción para el

mercado interno, por lo que no se veían

favorecidos con una política económica liberal,

pues ella significaba una mayor competencia con

los productos importados. En estas circunstancias,

que se haya optado por la aplicación de medidas

liberales significaba el predominio de la posición

de los productores costeños sobre la de los

serranos. Además durante el gobierno de odría se

prefirió la inversión pública en carreteras y

servicios públicos en la costa, favoreciendo

claramente la producción de los exportadores.


8. CONCENTRACION DEL PODER Y SUBDESARROLLO

La liberalización de los mercados, la definición

de los derechos de propiedad y la aplicación de

políticas macroeconómicas ortodoxas es a todas

luces favorables al crecimiento de la economía de

un país. Por lo tanto, las medidas iniciales que

adoptó el gobierno de Odría eran adecuadas. Sin

embargo, esas medidas económicas surgieron como

consecuencia de la presión de un grupo de

agroexportadores y capitalistas extranjeros, dada

la concentración del poder político en manos de

Odría. Las reglas de juego fueron el reflejo de

los grupos de presión con mayor poder y más

cercanos al gobernante. El programa económico no

surgió pues de un debate público entre todos los

sectores populares, sino de un juego en donde

quien tenía mayor poder pudo imponer sus

intereses, situación que no ofrecía ninguna

garantía de estabilidad de las reglas de juego.

La concentración del poder político en manos del

dictador Odría y la materialización de los

intereses de los agroexportadores y capitalistas

extranjeros significó la marginación política de


los sectores populares. En esas circunstancias,

los sectores populares urbanos apelaron a la

conquista de concesiones populistas por parte del

gobierno. El sistema político aparentaba entonces

ser un juego de suma cero, donde la única manera

de que los trabajadores estuviesen mejor era si

los empresarios ricos estaban peor.

Pero si los sectores populares urbanos no

participaban directamente en la definición de las

líneas generales del programa económico, mucho

peor fue la situación de los campesinos pobres. El

centralismo característicos de los sucesivos

gobiernos de nuestro país y agravado durante el

gobierno de Odría mantuvo a los sectores populares

rurales en la postración política y económica.

Los campesinos eran objeto del abuso de los

terratenientes pues los tribunales de justicia y

las autoridades favorecían claramente los

intereses de los grandes hacendados. Además, la

inexistencia de vías de comunicación impedían su

integración al mercado. En estas circunstancias,

no debería extrañarnos que los campesinos de la

sierra fuesen cada vez más pobres y no tuviesen

mayores esperanzas de progreso. La única


posibilidad de mejora partía de la migración

hacia las ciudades. Fue por ello que a partir de

los años 40 y 50, una vez que los medios de

comunicación empezaron a mostrar las mayores

ventajas de vivir en las ciudades, miles de

campesinos se dirigieron hacia las ciudades con el

fin de alcanzar un futuro mejor.

En consecuencia, si bien en un inicio la

autocracia odriista aplicó un programa económico

liberal, ello se debió a que quienes contaban con

mayor poder de influencia sobre el dictador, es

decir los agroexportadores y los capitalistas

extranjeros, eran partidarios de ese tipo de

políticas. Esto nos lleva a pensar que en caso

hubieran sido los industriales o el APRA quienes

ejerciese una mayor presión estuviera más cerca

del Presidente. El sustento de la política

económica era en este sentido sumamente débil.

La imposición de un programa económico implicó que

los sectores populares sin mayor representación

política no se identificasen con el programa

económico. En estas circunstancias, la ausencia de

negociación entre los distintos sectores de la


sociedad civil favoreció durante el mismo gobierno

de Odría la aplicación de una política fiscal

populista, en la medida que se lo permitieron los

mayores ingresos fiscales provenientes de la

actividad exportadora, tras el alza de los

precios internacionales de nuestras materias

primas. A través de ese populismo fiscal, el

dictador buscó acallar ciertas exigencias

populares, pero a costa de un manejo paternalista

y centralista de los recursos fiscales, que motivó

el crecimiento del clientelismo y de la

corrupción.

Y, años más tarde, esta marginación de los

sectores populares llevó a la población a buscar

en las corrientes socialistas una explicación de

lo que sucedía en el país. En estas

circunstancias, favoreció el surgimiento de

movilizaciones populares armadas en los sesenta, y

lo que es más importante por el daño que provocó a

la economía peruana, del cambio total de las

reglas de juego cuando los militares llegaron al

poder en 1968 deseosos de destrozar los lazos de

explotación que se tejieron durante los años 50 y

60.
Si, por el contrario, el sistema político peruano

hubiese contado con un equilibrio de poderes, con

un Parlamento independiente y fiscalizador con

partidos políticos amplios e integrados a la

sociedad, con líderes políticos preocupados por

sus bases, el debate público de las reglas de

juego hubiera permitido que éstas tengan un

sustento más sólido. En ese caso, las reglas de

juego no hubieran dependido de quién tiene mayor

poder en un determinado momento y además los

sectores populares se hubieran identificado con el

programa económico, con lo que las reglas de juego

hubieran llegado a ser más moderadas y mas

estables.

En las siguientes secciones profundizaremos el

análisis de las interrelaciones entre los

diferentes grupos de poder y el dictador Odría, y

cómo esas interrelaciones se materializaron en un

programa económico liberal en un inicio, pero con

sesgos populistas hacia finales.


ASPECTO SOCIAL DEL GOBIERNO DE MANUEL A. ODRIA

1. EL OCHENIO DE ODRIA

Odría decretó la supresión, con el Decreto Ley

10905, del Control de Cambio. El dólar comenzó a

cotizarse a S/. 19.00 y a un precio oficial menor

-el tradicional de S/. 6.50- en las transacciones

del comercio exterior, controladas por el Estado.

la situación económica era por entonces favorable

al Perú, por el desarrollo satisfactorio de nuestro

comercio internacional.

De esta manera, el gobierno dispuso de las sumas

necesarias para desarrollar una política activa en

materia de obras públicas.

2. OBRAS PUBLICAS DE ODRIA

Se puso en ejecución grandes obras de irrigación en

Piura y otros sectores del país; se dio importancia

a la política vial; se construyeron gigantescos

edificios destinados a los Ministerios de


Educación, de Hacienda y de Trabajo, y el

monumental Hospital de empleados. Asimismo, se

levantaron Unidades Vecinales y Agrupaciones de

viviendas para obreros y empleados, en escala

mayor.

Odría formuló un nuevo plan de desarrollo de

educación nacional, por Decreto Supremo de 13 de

enero de 1950, por el cual en el plazo de 10 años y

a un costo aproximado de 370 millones de soles

debían surgir 136 escuelas provocacionales, 300

escuelas, la terminación de 1.000 locales de

educación primaria, 30 unidades Escolares para

Varones y 25 para mujeres y 4 colegios militares.

Cumplió con dar los pasos fundamentales de este

grandioso proyecto en pro de la educación nacional.

En lo que concierne a la educación secundaria, el

proyecto incluía la construcción de Institutos

Comerciales, Industriales y Agropecuarios, en cada

una de las Grandes Unidades Escolares; y, ene l

área de la educación técnica, de un Instituto

Pedagógico Nacional de Varones, un Instituto

Nacional de Mujeres y 8 escuelas Normales Rurales.

Su acción en este sentido es invalorable.


También en el aspecto social Odría promulgó muchos

Decretos Leyes y Decretos Supremos en favor de los

empleados y obreros. Así, implantó el Seguro Social

obligatorio. Se tendió la red de Hospitales

Obreros en el país; se construyó y equipó el

Hospital del Seguro Empleado; y se realizaron obras

notables destinadas a la vivienda popular.

Por decreto ley 10908, se creó el Salario Dominical

y aunque desvirtuando en la práctica, se decretó la

participación de los empleados y obreros en las

utilidades obtenidas por las empresas. El gobierno

otorgó el reconocimiento de los Derechos ciudadanos

a la Mujer Peruana. La administración pública fue

reformada, con la creación del Servicio Civil y el

Escalafón.

No cabe duda que Odría cumplió con su lema de

“hechos y no palabras”. Su actitud violenta para

con la oposición, le restó simpatías pero le

permitió ejecutar una obra de gobierno fecunda.

Para mejorar la situación de la fuerza armada se

atendió sus necesidades con el 27.6% del

presupuesto nacional en 1949; se compraron dos


cañoneras en Inglaterra y se construyó un dique

flotante en Iquitos; se contrató la construcción de

dos submarinos; se compraron nuevos aviones.

El libre cambio logró mayores ingresos, como en las

aduanas, cuyos ingresos subieron de S/. 241.104.349

en 1948 a S/. 413.838.432 en 1949, y, al elevarse

las diversas producciones, excepto la industria

manufacturera, las rentas fiscales crecieron.

Algunos impuestos como el de los alcoholes, se

unificaron.

Se creó el estanco de la coca y suprimió el de los

fósforos; se exoneraron las importaciones de

equipos industriales, productos de exportación de

la selva y los minerales de exportación.

La agricultura y la ganadería, actividades

vinculadas con la alimentación, se beneficiaron;

también fueron consideradas las cooperativas de

pequeños propietarios para su tuviesen acceso a una

mejor tecnología y maquinaria moderna. Se incentivó

el cultivo del trigo y del arroz, para que en

cinco años cubriesen la mayor parte de las


necesidades nacionales. Otros cultivos intensivos

fueron papa, maíz, cebada y quinua.

El algodón y la caña de azúcar mejoraron

notablemente su producción y hubo campañas de

reforestación, dándose una ley de colonización en

el Huallaga y Tingo María.

La ganadería fue atendida con créditos y con la

compra de cinco mil vacunos de raza lechera y

lechero-carnicera, para cubrir las necesidades de

la población. Se instalaron nuevos mataderos y

frigoríficos y se organizó una campaña de sanidad

animal. El gobierno proyectó diversas irrigaciones

para ganar 281.000 hectáreas.

Fernando Belaunde había dirigido la construcción de

una primera unidad popular de vivienda en época de

Bustamante, Odría hizo varias; el hospital del

empleado, llamado hoy Rebagliati, se veía como un

enorme edificio.

Dentro de las muchas obras de Odría hay que

destacar la que realizó en forma inmediata el

ministro de educación, general Juan Mendoza


Rodríguez. Una increíble labor que Mendoza llevó a

cabo sin enriquecerse.

La población escolar en primaria pasó de 974.263 en

1949 a 1.200.000 en 1953, número que continúa

elevándose hasta hoy. La población estudiantil se

masificó y como respuesta surgieron las grandes

unidades escolares que se construyeron tanto en

Lima como en provincias, entre las que podemos

mencionar: Melitón Carbajal; Tomás Marsano; Emilia

R. Nosiglia; Miguel Grau; Mercedes Cabello; Ricardo

Bentín; Teresa Gonzáles de Fanning; Mariano Melgar,

Micaela Bastidas; Bartolomé Herrera; Alfonso

Ugarte, Juana Alardo de Dammert; Ricardo Palma, en

Lima; San José, en Chiclayo; San Juan, en Trujillo;

San Luis Gonzaga, en Ica; Inca Garcilazo de la

Vega, en Cusco; Mariscal Oscar R. Benavides, en

Iquitos, y, Santa Isabel en Huancavelica.

Fueron edificados los colegios militares de

Arequipa y Huancayo; politécnicos y colegios

industriales para varones en Iquitos, Huánuco,

Huaraz, Carhuaz, Cajamarca, Yurimaguas, Cerro de

Pasco, Chiclayo y Sullana, y para mujeres en Talara

y Tarma; escuelas de segundo grado en Talara y


Cerro de Pasco; escuelas de primer grado para

comunidades indígenas en sierra y selva.

Todos estos centros educativos demandaron

profesores, mobiliario, material didáctico,

gabinetes de física, química, proyectores, telares,

tractores para planteles agropecuarios, etc., que

fue difícil conseguir en el volumen y calidad

deseados. También se atendió la necesidad de dotar

de libros a las escuelas fiscales y se quiso

preparar textos de inspiración en motivos

nacionales, sin descuidar su finalidad humanista y

cultural.

Se establecieron textos oficiales para secundaria.

El 28 de noviembre de 1950 se dio un reglamento de

educación secundaria, pero duró poco, pues el 9 de

mayo de 1953 se nombró una comisión de profesores

universitarios, de escuelas superiores, profesores

secundarios y padres de familia para estudiar una

reforma definitiva, la cual debía comprender todos

los niveles y convertirse en ley orgánica.

Para 1953 existían 144 jardines de infancia, lo que

supuso un gran avance, pues no se exigían estos


estudios preparatorios para la inscripción en

primaria, de ahí que no hubiera casi personal

preparado en jardines. El número de escuelas

primarias llegó a 11.720.

3. EL GOBIERNO DE MANUEL PRADO

Al aproximarse el final del mandato de Prado en

1962, el descontento popular era incontenible. Se

criticaba la baja cotización de la moneda, el alza

de la gasolina y la propia personalidad de Prado,

con su presencia versallesca y frívola, en momentos

tan difíciles para el país, y que hubiera

impresionado tiempo atrás, pero que contrastaba

ahora con los postulados de renovación de Acción

Popular, y la personalidad dinámica y apasionada

por los destinos de las masas populares de su líder

Fernando Belaúnde Terry.

Con todo, es de remarcar que al iniciarse el

período fiscal de 1962, el Tesoro Público tenía un

efectivo de 300 millones de soles. El Banco Central

cerró su cartera de divisas en 1961, con 100

millones de dólares, la más alta suma lograda hasta

entonces.
Prado llevó como vicepresidente a Rafael Larco

Herrera (propietario de “la Crónica”) y Carlos

Diego Gibson.

Nombró mariscal a Benavides y se adhirió a los

aliados cuando entró en guerra Estados Unidos

contra las potencias del Eje, en la segunda guerra

mundial.

Estados Unidos presionó a los paises de

Iberoamérica para que declaran la guerra a Alemania

y sus aliados. Chile demoró algo en someterse a

las presiones yanquis y Juan Perón en Argentina,

después de enfrentarse a Norteamérica y denunciar

los manejos del embajador Braden, tuvo que

someterse. El Perú no tuvo esos problemas.

El Perú fue favorecido por la guerra debido al alza

de sus materias primas, sin embargo hay que tomar

en cuenta las presiones que sufrieron los países

latinoamericanos para controlar los precios de sus

productos.
En el gobierno de Prado el valor interno de la

moneda se debilitó por la emisión inorgánica; los

préstamos aumentaron en 449 millones de soles para

cubrir los déficits de los presupuestos, la defensa

nacional (conflicto con Ecuador) y subsidios por el

alza de vida.

Un caso que debe destacarse es el incendio de la

Biblioteca Nacional. Acertadamente se da el cargo

a Jorge Basadre que pone al servicio del Perú y la

cultura su capacidad y esfuerzo; no solo había que

hacer la biblioteca sino ordenarla y preparar

expertos. Lamentablemente esta labor, en que tuvo

continuadores apreciables, se vio languidecer por

la falta de presupuesto y descuido en el control

cuyas consecuencias se están evaluando.

Basadre escribe: la incurría burocrática tiene

responsabilidad directa o indirecta, en el

siniestro; a ella se suma también el viejo espíritu

(la subestimación de los valores del espíritu). La

reconstrucción tenía que ser total: libros,

servicios, organización, personal, espíritu:

Basadre se entregó a la obra y su logro es


suficiente para que tenga un lugar en la historia

del Perú.

En 1956 se reinicia la experiencia democrática.

Prado es elegido limpiamente, los parlamentarios

ejercitan su cuota de poder, hay libertad de

expresión. Prado serà depuesto casi al terminar su

mandato, y tras un breve interregno militar, se

renueva la experiencia democrática.

La campaña de Beltrán por la vivienda propia,

popular, a través de las cooperativas, es un éxito

y un aporte positivo al problema de la falta de

techo. Beltrán gana simpatía en el gran público.

Prado, dando una vez más muestras de su capacidad

política, ofrece a Beltrán el ministerio de

Hacienda.

Del segundo gobierno de Prado (1956-1962) hasta

nuestros días, no solo cabe apreciar la expansión

y contracción económica, sino el turno de

regímenes que intentan ensayar nuevamente la

convivencia democrática (el pierolismo) y a que

son interrumpidos por golpes de estado. Durante

los tiempos revueltos se suceden los intentos de


orden legal-constitucional y reconciliación, con

crisis políticas que llevan al poder gobiernos de

facto.
REFLEXIONES SOBRE LOS GOBIERNOS DE MANUEL PRADO

Y MANUEL A. ODRIA

1. PRADO UGARTECHE, MANUEL

Político peruano, nacido en Lima (1889). Hijo de

un financiero, pertenecía a una de las influyentes

familias que han ostentado el poder político y

económico en Perú. Se afilió al partido

conservador y participó en el derrocamiento,

dirigio por el entonces coronel Oscar R.

Benavides, del presidente Guillermo Billinghurst,

demócratas y acaudalado industrial. Fue profesor

de Cálculo en la Universidad de San Marcos de Lima

(1915-1919); a continuación, fue elegido diputado

(1919-1921). Una de sus cualidades humanas más

sobresalientes ha sido su trato llano con todo el

mundo.

Fundó el partido de la Unión parlamentaria,

denominado luego Movimiento democrático pradista.

Por su oposición al presidente Leguí, tuvo que

exiliarse (1921-1932). A su regreso, ocupó la


prsidencia del Banco Nacional de Reserva (1934-

1939), hasta que sucedió constitucionalemnte como

presidente del a República al general Oscar

Benavides. Este primer mandato de Prado (1939-

1945), caracterizado por la libertad política, fue

basante positivo, tanto en política interior como

exterior. En cuanto a la primera, Perú se

benefició económicamente de las circunstancias de

la II Guerra Mundial, que contribuyeron a

incrementar las exportaciones y al a expansión

industrial. En lo que se refiere a obras

públicas, se concluyó la parte peruana de la

carretera panamericana. En política refiere a

obras públicas, se concluyó la parte peruana de la

carretera panamericana.

En política exterior, se solucinó el pleito con

Ecuador, recibiendo Perú, por el tratado de Río de

Janeiro (31 de marzo de 1942), parte del

territorio ecuatoriano. A este feliz resultado

para el Perú se llegó después del choque armado

que enfrentaba a ambos paises desde 1941. En una

rápida campaña, que cogió de sorpresa a los

ecuatorianos, los peruanos había ocupado dos

provincias de Ecuador. El avance sorpresa a los


ecuatorianos, los peruanos había ocupado dos

provincias de Ecuador. El avance peruano fue

detenido por intervención extrnjera, y en estas

circunstancias se firmó el protocolo de paz,

amistad y límites (29 de enero de 1972), que se

ratificó en el tratado ya mencionado, y que, en

realidad, no ha dado fin a la discrepancia entre

ambos paises sobre la cuestión de límites, pues,

según los ecuatorianos, se firmó el tratado bajo

presión continental y en circunstancias

apremiantes.

A Prado sucedió constitucionalmente José Luis

Bustamante y Rivero. Desde 1948, Prado residió en

París, donde entró encontacto con los apristas

(Haya de la Torre). En 1956 se presentó a las

elecciones presidenciales como candidato de los

civiles frente a Fernando Lavalle, candidato de

los militares, y Fernando Belaúnde. Con el apoyo

del APRA (Alianza Popular Revolucioanria

Americana), que había recibido de Prado la promesa

de participar en la vida pública, ganó las

elecciones por 540.000 sufragios frente a 433.000

de Belaúnde.
Durante este segundo mandato (1956-1962) se mejoró

la situación de la clase obrera en el aspecto

legislativo, y especialmente los salarios de los

empleados de la Banca, y se reorganizaron los

sindicatos con la intervención del APRA. Sin

embargo, la masa india continuó olvidada. Prado

siguió, en líneas generales, una política de

austeridad económica y de defensa de la moneda;

pero esta política fue atacada a través del

periódico La Prensa, que dirigía Pedro Beltrán,

representante del capitalismo peruano y a quien

Prado encomendó la jefatura del Gobierno (julio

1959 noviembre de 1961). El plan de reforma

agraria fue rechazado por el Congreso, donde

presionaron los terratenientes. Tampoco pudieron

solucionarse los problemas de analfabetismo y

subalimentación. Los pronunciamientos (en

Arequipa) y las agitaciones fueron frecuentes,

hsata tal punto que se suspendieron las garantías

constitucionales. En 1960, hubo huelga de

braceros en Cusco; en 1961-1962, se llevó a efecto

la ocupación de algunas tierras. Las elecciones

de 1962, que parecían dar el triunfo a Haya de la

Torre, fueron anuladas por el general Ricardo

Pérez Godoy, que dirigió el golpe militar que


terminó con el mandato de Prado. Este se refugió

una vez más en París, donde murió en 1967.

2. EL PRIMER GOBIERNO DE PRADO Y LA GUERRA CON EL

ECUADOR

Manuel Prado Ugarteche, asumió la presidencia en

diciembre de 1939, por un período de seis años,

según los establecido por el Plebiscito realizado

por su antecesor. Gobernó hasta julio de 1945, en

que transmitió el poder electo.

Durante el gobierno de Prado tuvo lugar el

conflicto armado con el Ecuador, que reclamaba los

territorios de Tumbes, Jaén y Maynas.

El 29 de enero de 1942 se firmó en Río de Janeiro

el Protocolo de Paz, Amistad y Límites. Luego el

Perú retiró sus tropas del Ecuador.

Prado mantuvo una política de solidaridad para con

los Estados Unidos, durante la Segunda Guerra

Mundial. Así, al ser atacado Estados Unidos por el

Japón, el Perú rompió relaciones con Alemania y los

paises del Eje.


Prado llamó a elecciones para el 10 de junio de

1945. Entre los candidatos figuraba el general

Eloy G. Ureta y el doctor José Luis Bustamante y

Rivero, éste último lanzado por una coalición de

partidos llamada Frente Democrático Nacional

apoyada por los partidarios del APRA. Resultado

elegido José Luis Bustamante y Rivero.

3. ODRIA: IMPULSOR DE OBRAS PUBLICAS

Depuesto y exiliado Bustamante, el general Manuel

A. Odría, nacido en Tarma, en 1897, asumió la

presidencia de la Junta Gubernativa en octubre de

1948, con poderes dictatoriales y con Decretos

Leyes drásticos. A los dos años, deseando legalizar

su régimen mandó convocar a elecciones.

Fue candidato único, en vista de haberse impugnado

a su oponente, el general Montagne. Salió elegido

para el período 1950-1956.

Su primer paso fue el desatar una intensa

propaganda contra el Partido Aprista que declaró

fuera de la ley. Anuló toda oposición -con su ley


de Seguridad Interior- a través de persecuciones y

control de la prensa.

Al término de su mandato, presentándose como

candidato el doctor Hernando de Lavalle, el

arquitecto Fernando Belaúnde Terry y el doctor

Manuel Prado.

4. EL SEGUNDO GOBIERNO DE PRADO Y LA JUNTA MILITAR QUE

LO DEPUSO

Con el apoyo electoral del Apra -al margen de la

ley durante su primer gobierno- fue elegido para el

período 1956-1962.

En las postrimerías de su mandato convocó a

elecciones; pero bajo la alegación de haberse

cometido fraude en el proceso, efectuose un golpe

militar que puso fin a su gobierno días antes de

terminar su mandato, el 17 de julio de 1962.

Prado derogó de inmediato la ley de Seguridad

Interior. La amnistía comprendió a todos los

presos políticos y los que se hallaban expatriados.


Estalló un movimiento militar dirigido por el

general Ricardo Pérez Godoy, el día 18 de julio de

1962. El presidente Prado fue depuesto y se

acusaba al gobierno de haber propiciado el fraude

electoral, perpetrado, según se sostenía, mediante

la dación de libretas a menores de edad y

analfabetos.

5. REFLEXIONES SOBRE LOS GOBIERNOS DE MANUEL PRADO Y

MANUEL A. ODRIA EN COMPARACION CON LOS ACTUALES

MOMENTOS.

Los economismas formados en Estados Unidos y que

asesoraron , en estos años -1990 1992- a Vargas

Llosa o Fujimori, sostienen que la crisise

conómica del Perú se debe a la llamada política

del acordeón; la expansión y la contracción se

suceden. Dentro de este influyente grupo de

técnicos, algunos afirman que con Beltrán ocurre

el período de estabilidad más grande. Durante la

expansión se desarrolla una estructura productiva

artificial, que puede crecer cuando la economía

está saneada. Las tasas de interés baratas y el

dólar que favorece a los exportadores, permiten la

expansión.
Esta secuencia cíclica explica que el primer

belaundismo tenga años iniciales brillants y

queluego el ministro Sandro Mariátegui deba ir,

inevitablemente, a la contracción. Los años de

estabilidad desaparecen y aunque Belaunde declara

que la devaluación es una traición a la patria, no

puede impedirla y el cambio del dólar pasa de 27 a

47.

El fenómeno acordeón se repetiría y el régimen

militar de Velasco tendría un período de expansión

que se agota. El ministro Piazza propone un ajuste

y renuncia tras un breve paso por el ministerio.

Después el ministro Silva Ruete (Moreyra, en el

Banco de Reserva) tiene que imponer un ajuste o

contracción, más severo que el de Piazza. La

economía rehabilitada permite que el segundo

belaundismo encuentre una economía suficientemente

saneada y de 1980 a 1982 hay un crecimiento

relativamente alto. Se agota el ciclo de expansión

y el nuevo ministro del segundo belaundismo,

Rodríguez Pastor, tiene que ir, sacrificadamente,

a la contracción inevitable.
El último ministro de Belaunde, Garrido Lecca, (en

el Banco Central de Reserva está Richard Webb)

hace posible que el gobierno aprista pueda entrar

a una política de expansión. Supuestamente el

aprismo, tratando de lograr un mayor éxito

político, acelera la expansión para dar la

sensación de un crecimiento (aparente) que llega a

los mayores niveles. Por ello es que la

contracción es más fuerte, cuando la fase

expansiva se ha agotado.

Esta visión económica, o economista, da una visión

diacrónica. La tesis o la utopía de los

economistas liberales, es que el gobierno de

Fujimori va a destruir la secuencia económica del

acordeón, el paquetazo o el sunami, a comienzos

del régimen anterior de Fujimori que vivimos, no

va a ser una nueva etapa cíclica. Supuestamente,

el acordeón que se abre y se cierra, va a ser

dejado de lado, para entrar a una economía de

desarrollo sostenido.

Los economistas liberales perciben la influencia

de fenómenos como el de la sequía o el más

destructivo la corriente marítima del Niño, pero


no dan muestra de entender que los fenómenos son

complejos (coyuntura) y que el mejor programa

económico es inviable si no hay un plan político-

social, paralelo. Los sacrificios inevitables en

los momentos de contracción van a generar un

rechazo (revueltas), si no se ha estructura un

plan político paralelo, realizable o posible.

La crisis que se vive, como consecuencia

inmediata, del régimen aprista no puede entenderse

solamente como el flujo de reflujo, la expansión y

la retracción; la crisis se da a niveles en donde

lo económico es objetivamente marginal, comparado

a la degradació, moral la descomposición, la

anomia.

Un país, una nación o un pueblo, es una sociedad

política y aunque esta goce de una situación de

bonanza económica la crisis de la interrelación,

(de los arcos de solidaridad) entre los

integrantes de esa sociedad política, puede

determinar la destrucción. Una sociedad que ha

llegado al punto más alto de su desarrollo

económico, puede deshacerse porque los que forman

esa sociedad no se entienden.


La dictadura oligárquica (Leguía) ha generado

elementos de descomposición que han crecido, aun

punto que pueden determinar que el Perú ya deje de

ser un problema porque no hay una posibilidad de

coexistencia. La opinión que crece es que la

república ha llegado al punto en que puede

deshacerse.

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