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Libertada Tebas, un amigo de.

Pelópidas, llamado Epaminondas, en­


cabezó la resistencia contra Esparta.
De noble familia, pero muy pobre, era cuito, sincero y elocuente; llevaba una vida
austera, pues había sido educado por un filósofo pitagórico. En el manejo de las armas
se destacaba por su destreza y agilidad. '
Esparta, deseosa de vengarse, no tardó en provocar la guerra contra
los tebanos, pero éstos — aliados con los atenienses— defendieron heroi­
camente su independencia. En el año 376 (a_C.) la flota ateniense derrotó
a las fuerzas navales espartanas cerca de Naxos: a pesar del contraste,
los lacedemonios invadieron la Beocia, pero los tebanos, a las órdenes
de' Epaminondas, los destrozaron en la batalla de Leuctra. Esta victoria
tuvo gran repercusión en Grecia, pues demostró la'debilidad de Esparta
y dio a Tebas la preponderancia militar.
Alentados por el triunfo, los tebanos invadieron el Peloponeso y ven­
cieron nuevamente a los lacedemonios en la batalla de Mantinea (362
a. O.).
En el transcurso del combate Epaminondas — herido en el pecho con una jabalina-
fue llevado agonizante a su tienda. Próximo el fin, uno de sus amigos murmuró acongo­
jado: “ ¿Es necesario que mueras de esta suerte, sin dejar hijos?" "No — respondió el
héroe— ; dejo dos hijas: Leuctra y Mantinea".
Con la muerte de Epaminondas terminó la supremacia .de Tebas. El
valor moral y militar de Grecia había decaído. Debilitada por las luchas
internas y corrompida políticamente, el t predominio de la Hélade se
desplazaba hacia el norte, a la corte macedónica.

MACEDOMA

El país y su gente
Al norte de Grecia y del mar Egeo se extendía la Macedonia. El in­
terior del país era montañoso, cubierto de bosques y recorrido por dos
grandes ríos que desembocaban en el mar. Cerca de la costa se hallaban
fértiles llanuras donde abundaban el trigo y los caballos, las dos grandes
riquezas del territorio.
Los primitivos pobladores fueron tribus tracias e iliricas; también se
sabe que, a comienzos del siglo Vtll (a. C.), estuvieron gobernados por
reyes dóricos, quienes fueron sometidos por los persas en el transcurso
de las guerras médicas. Estaban emparentados racial y lingüísticamente
con los griegos; sin embargo, los helenos los consideraban "bárbaros” ,
es decir, extranjeros.
Los reyes decían descender del héroe Hércules; por este motivo, los griegos los
dejaban participar en los juegos olímpicos.
Los macedónicos eran un puebio de buenos guerreros, hábiles cazadores y bebe­
dores empedernidos. Obedecían a un rey, no tenían Asambleas y sus ciudades consti­
tuían agrupaciones de chozas primitivas. A partir del siglo V a. C. fijaron la capital en
Pella.
Eran rústicos e ignorantes; el macedonio que no había cazado un jabalí no podía
concurrir a los banquetes y el que nunca había ultimado a un enemigo llevaba una
cuerda arrollada al cuerpo.

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Filipo II
Este príncipe macedónico residió tres años en Tebas y allí conoció
el idioma, la cultura y la organización militar de Grecia. Desde esa
época soñó con ejercer su dominación sobre toda la Hélade.
Cuando Filipo II ocupó el trono de Macedonia tenía decidido su
plan que transformaría a ese pequeño reino en la más grande de todas
las potencias de su época.
Primero debía abrirse paso hasta el mar Egeo y' para ello vencer a
las colonias atenienses que ocupaban la costa; luego, dominar a toda
Grecia y, por último, derrotar a los persas. Empleó la astucia para re­
alizar sus ambiciosos planes políticos y sólo utilizó la fuerza en caso
extremo, pues prefería sobornar a matar.
f . Organizó un poderoso ejército o falange formado únicamente por
soldados macedónicos; los nobles ingresaban en la caballería, y a la
infantería los labradores y los paisanos. Estos últimos estaban equipados
con casco, coraza de cuero, escudo redondo, espada corta y lanza de
seis metros de largo (sarisa).
De acuerdo con sus planes, Filipo. al frente de su poderosa falange,
se dirigió al este y, para abrirse paso hacia el mar Egeo. ocupó Anfipolis
y otras colonias atenienses ubicadas en la península Calcídica. Cuando
estas noticias llegaron a Atenas, el gran orador y sincero patriota De-
móstenes inició, por medio de su elocuencia, una. violenta campaña'
contra la agresión macedónica.
Durante esa época Demóstenes pronunció sus célebres Filípicas contra "el bárbaro
de Pella", mientras otros oradores — entre ellos Esquines— toleraban la dominación ma­
cedónica, pues con su ayuda pensaban enfrentar a los persas. Cuando Filipo se apoderó
de Olinto, la ciudad más importante de la península Calcidica, Demóstenes pronunció
sus famosas Olinticas. Sin embargo, Atenas, que se encontraba en un período de deca­
dencia política y económica, vióse obligada a firmar la paz con Filipo y a reconocerle
todas sus conquistas.

La situación religiosa imperante en Grecia, donde algunas ciudades


se enfrentaban en “ guerras sagradas” , permitió a Filipo II — hombre in­
teligente, pero sin escrúpulos— intervenir militarmente en la Hélade.
Cuando los habitantes de'Lócrida fueron acusados de cultivar tierras
dedicadas al dios Apolo, la Anfictionia de Delfos (liga político-religiosa)
les declaró la guerra y nombró a Filipo jefe de las fuerzas que debían
atacar esa región, pero el ejército macedónico penetró rápidamente en
Beocia con intenciones de marchar sobre Atenas. En esta ciudad todos
los habitantes empuñaron las armas, mientras Demóstenes se dirigió a
Tebas cuya alianza consiguió.
Filipo atacó a los aliados en Queronea y los derrotó totalmente
(338 a. C.). Dueño absoluto de Grecia, impuso las condiciones de paz,
aunque respetó la organización de cada ciudad y trató de unirlas me­
diante una hábil política confederal. En efecto, reunió en Corinto a los
delegados de Macedonia y de los Estados griegos (exceptuando Es­
parta), los cuales se aliaban — sobre la base de una absoluta igualdad—
para luchar contra los persas y nombraban “ generalísimo’’ al rey Filipo.
Sin embargo, cuando éste preparaba los efectivos para iniciar la cam­
paña, pereció asesinado en una rencilla doméstica (336 a. C.).

EL IMPERIO ALEJANDRINO

Semblanza de Alejandro
La empresa, concebida y organizada por Filipo II fue llevada a la
práctica por su hijo Alejandro (336 a 323 a. C.), a quien la historia llamó

La poderosa falange macedónica avanza en perfecta formación, para enfren­


tar al enemigo. Este, cuerpo militar fue la base de grandes victorias. (Pintura
de Rowlandson.J
Alejandro de Macedonia, una de
las figuras más extraordinarias
de la Historia, montado en. su
caballo Bucéfalo. Sólo tenía die­
ciocho años cuando participó en
una batalla. Se afirma que Aris­
tóteles le aconsejó esperar, pero
Alejandro le respondió: “S i es­
pero perderé la audacia de la
juventud”.

Magno (el'Grande) por la amplitud de sus conquistas y la poderosa in­


fluencia que ejercieron en ei mundo antiguo. Tenía sólo veinte años
cuando sucedió a su padre en el trono de Macedonia.
Desde pequeño Alejandro demostró las características más desta­
cadas de su personalidad: activo, enérgico, sensible y ambicioso.
De buena presencia, cutis blanco, cabello rubio y ondulado, ojos claros, aunque
cuando andaba tenia el hábito de Inclinar ligeramente la cabeza sobre el hombro derecho.
Su primer maestro lo inició en los ejercicios corporales y repetidas veces lo com­
paraba con el héroe Aquiles. A los trece años el gran filósofo Aristóteles le enseñó la
política, la elocuencia y la historia natural.
; Sabia de memoria los poemas homéricos y todas las noches colocaba La lliada
debajo de su lecho. Cuando llevaron a la corte' al caballo Bucéfalo, sólo Alejandro pudo
domarlo y.lo hizo su favorito. La escena asombró a todos los presentes; entonces Fi-
lipo se le acercó y, luego de felicitarlo efusivamente, le dijo: "Busca otro reino, hijo
mió; el que yo poseo ya no es bastante grande para ti".
Sin embargo, Alejandro habla adquirido el vicio común a los macedónicos: la
bebida. Se embriagaba con frecuencia y en tales circunstancias perdía el control sobre
sus actos, se enfurecía y podía ilegar al crimen.
Poco antes de su muerte Filipo abandonó a su esposa Olimpia, madre de Alejandro,
y se casó nuevamente con la hija de uno'de sus generales llamado Atalo.
Este, en el transcurso de la fiesta, dijo a todos los presentes: " Roguemos a los
dioses que nuestra reina de a luz un heredero". ¿V yo —le gritó Alejandro—, qué signifi­
co?" Acto seguido le arrojó al general el contenido de su copa en el rostro. Entonces
Filipo —también bebido— sacó la espada con ánimo de ultimar a su propio hijo, pero
cayó pesadamente al suelo. “ Vedle — dijo Alejandro con sorna— quiere ir de Europa a
Asia y ni siquiera puede pasar de una mesa a otra."
Después del incidente, Alejandro abandonó a Macedonia, pero al poco tiempo Re­
gresó y se reconcilió con su padre.

Grecia sometida
Asesinado Filipo II, Alejandro subió al poder en circunstancias muy
difíciles pues había varios pretendientes al trono y, además, las diversas
ciudades griegas estaban prontas para sublevarse. Cuando eliminó de

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Pañi vengar el lertmlumicnlti ¡le las Ichunas. Alejandro pendra en la ciudad
mientras su ejército inicia una cruel represión.

la corte a sus enemigos, penetró con su ejército en la Hélade, fue


reconocido como soberano y reunió en Corinto a los miembros de. la
Anfictionía, quienes le confiaron el mando de las tropas destinadas a
luchar contra los persas.
Posteriormente Alejandro se dirigió al norte y venció a los tracios en
las proximidades del río Danubio. Los griegos creyeron que el macedó­
nico había perecido en esa lucha, ocasión que aprovecharon para le­
vantarse nuevamente a las órdenes de Tebas. En siete días de marcha
forzada Alejandro llegó a las puertas de esa ciudad, al frente de 33.000
hombres; los tebanos se resistieron. Entonces ordenó la destrucción to­
tal, mientras sus habitantes eran degollados y el resto vendido como
esclavos. Con este castigo ejemplar podía emprender tranquilo la con­
quista asiática, sin temor a nuevos levantamientos.

Conquista del Asia Menor y Egipto


En otoño del año 335 (a. C.) Alejandro regresó a Macedonia para,
ultimar los preparativos de la guerra contra Persia, que comenzaría en
la primavera del año siguiente. En esta época, salió de Pella al frente
de 30.000 infantes y 5.000 jinetes, no todos macedónicos, pues la mitad
de estos efectivos eran griegos. Siguió el litoral tracio y cruzó el Heles-
ponto sin ser molestado por las numerosas naves persas destacadas en
el mar Egeo. Desembarcó en territorio asiático y. luego de ofrecer sa-

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orificios recordatorios ante las ruinas de Troya, avanzó hasta encontrarse
con los soldados del Gran Rey a orillas del riachuelo Gránico, donde
obtuvo su primera victoria.
Los sátrapas le opusieron.un ejército de 40.000 hombres, en su mayor parte griegos
mercenarios. En este combate Alejandro estuvo cerca de la muerte, pues un persa'trató
de ultimarlo por la espalda, pero salvó la vida gracias a d ito —su fiel amigo— , que de
uh sablazo derribó al agresor.
Ocupó luego las ciudades establecidas en las costas del Asia Menor;
sólo le ofrecieron resistencia Mileto y Halicarnaso, motivo por el cual
lá última fue destruida. En 'a primavera del año 333 (a. C.) desvió su
rumbo hacia el norte, penetró en la Anatolia y ocupó ¡a ciudad de Gordio.
Alejandro avanzó en dirección a Siria y Darlo III, al frente de 600.000
hombres, le salió al encuentro en Isso, pequeña llanura limitada entre
las montañas y el mar. Obtuvo un nuevo triunfo, pues los persas no
pudieron accionar en tan limitado espacio y fueron derrotados. Darío
huyó amparado en la oscuridad de la noche y dejó en el campo de
batalla sus armas y su manto púrpura.
Alejandro continuó la marcha rumbo ai sur y penetró con su ejército
en territorio fenicio; la mayoría de las ciudades s e . rindieron, con ex­
cepción de Tiro que —edificada sobre un islote— se preparó para la de­
fensa. Al cabo de siete meses de-heroica resistencia fue ocupada,, anu­
lando de tal manera el apoyo que la marina fenicia prestaba a los persas.
Palestina prefirió entregarse,- con excepción de Gaza, que cayó tras breve
asedio.
Luego Alejandro se dirigió a Egipto, donde sólo en Menfis había una
guarnición persa. Fue calurosamente recibido por el pueblo, favor que
supo agradecer respetando la religión del país, de los faraones. Rindió
homenaje al dios Amón en el santuario que se levantaba en el desierto
de Libia. De acuerdo con el oráculo, los sacerdotes dieron al cona,uis-
tador macedónico el título de "Hijo de Amón". En la desembocadura del
Nilo fundó la ciudad de Alejandría, que luego se transformó en uno de
los centros más importantes de la cultura antigua.
153
Alejandro yenct¡
Darío III en la i.
Isso. E l dibujo i.
parte de un pbj
saico descubiem,
ruinas de Pomp§
año 1831, que 2;.
una copia de iva.
de Apeles. (B¿
Leicht.)

Conquista de la M esopotam ia y del Irán


Dueño de todos los países litorales del M editerráneo o rie n ta l, Ale­
jandro se dirigió al interior del im perio persa atravesando los ríos Tigris
y Eufrates. En desesperado intento, Darío III lo esperó en las p ro xim i­
dades de la llanura de Arbeles con un e jé rc ito su p e rio r al m illó n de
hombres, pero desorganizados y sin espíritu com bativo. Ante la vista del
extraordinario enemigo, Parmenio aconsejó a A lejandro que atacase de
noche para obtener algunas ventajas, pero éste le respondió: "/Vo robo
la victoria” . Luego de furioso combate, los persas fueron nuevamente
derrotados y Darío huyó hacia la Bactriana, perdiendo no sólo la batalla
sino su imperio (año 331 a. C.). A los pocos días A le ja n d ro — dueño
virtual del Oriente— hizo su entrada triunfal en Babilonia. Tiem po después
reanudó su avance y tomó Susa, Persépolis y Pasárgada. Luego ocupó.
Ecbátana y allí se enteró de que él sátrapa Beso había secuestrado a
Darío y lo llevaba prisionero. A lejandro prosiguió la m archa y, cuando
entraba en la Bactriana, recibió noticias de la m uerte de Darío, ultimado
por sus apresadores. A lejandro envió los restos de su adversario a
Persépolis para que recibieran sepultura con grandes honores e hizo
justicia con el traidor. Inició luego una serie de luchas destinadas á
someter las comarcas fronterizas situadas al nordeste del im perio persa,
guerras que exigieron muchos sa crificio s a las tropas y o rig in a ro n un
ambiente de encono hacia el conquistador.

Orgulloso de su poder y dominado por la ambición, Alejandro pretendió ser adorado


como un dios. En un banquete, su amigo Clito, cansado de tantas lisonjas, le d ijo indig­
nado: “ No eres un dios, porque los dioses hacen las cosas solos y tú has llegado a ser
grande gracias a los macedonios” . Incorporándose, volvió a grita rle : “ Sin m i, hubieras
perecido en el Gránico". ■
Alejandro, que estaba ebrio, buscó su espada, pero uno de los guardias la había,
ocultado. Clito fue sacado del lugar por varios amigos, pero regresó por otra puerta y,
mirando fijamente al conquistador, repitió un verso de Eurípides: “ Qué perversa costum­
bre han introducido los griegos". Alejandro arrebató una lanza a uno de los guardias y
ultimó a Clito que se desplomó en medio del estupor de los presentes. A rrepentido del
crimen, pasó tres días encerrado en su tienda y algunos afirm an que hasta trató de sui­
cidarse.

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La expedición a la India
Para dominar a la India, Alejandro Invadió el territorio con sus
fuerzas, cruzó el río Indo y derrotó al poderoso rey Poros, quien contaba
con un ejército aguerrido y disponía de elefantes para el combate. A
pesar de la derrota no fue despojado de sus territorios.
Cayó prisionero y fue llevado a presencia de Alejandro, quien le preguntó cómo
quería ser tratado. "Como un rey", le respondió Poros. Admirado de la franqueza y la
valentía de su adversarlo el conquistador le devolvió sus tierras, le entregó valiosos
obsequios y lo hizo su aliado.
Alejandro prosiguió la marcha con intenciones de ¡legar hasta el río
Ganges, pero sus hombres — diezmados por las, fiebres malignas y las
fatigas —se rehusaron a seguir avanzando, a lo que accedió. Una parte
de las tropas emprendió el regreso directamente por tierra; otra, a las
órdenes de Alejandro, descendió en diversas embarcaciones por el río
Indo hasta Paítala. En ese lugar, el conquistador inició un penoso, viaje
por tierra a lo largo del litoral, mientras el resto lo hizo por mar en
una flota a las órdenes de Nearco.
Debilitado por los padecimientos Alejandro, al frente de su extenua­
do ejército, entró en Susa, en febrero del año 324 (a. C.). Terminadas
las guerras, inició la organización de su imperio, basando su política en
la unión de la sociedad greco-macedónica con la persa.
Casado ya con una mujer persa (la hermosa Roxana), contrajo segundas nupcias
con una hija dé Darío. Obligó a ochenta oficiales macedónicos a desposarse con don­
cellas asiáticas y también lo hicieron numerosos soldados. Adoptó en lá Corte el lujo
oriental y en algunas ocasiones llegó a vestir el traje de gala persa.
-!

Se dirigió a Babilonia y, cuando tenía en proyecto nuevas conquistas,


enfermó repentinamente, víctima de sus excesos, y falleció al cabo de
doce días. Tenía entonces 33 años de edad, (año 323 a. C.).

ifnnlitra reproduce los


Pos instantes de vida
y dejandró. El gran,
hisladar agoniza en
Jgdio rodeado ¡)or fu-
oficiales de
W f—
K r/ ’s
Organización del Imperio
Aunque las guerras ocuparon buena parte de su corta vida, no por
esto Alejandro descuidó la organización de su vasto imperio.
Siguió una hábil política y utilizó una prudente tolerancia para no
alterar la forma de vida de los países conquistados. Aspiró a crear la
unidad del mundo antiguo bajo la influencia civilizadora de Grecia, por
lo cual favoreció la inmigración y propició las uniones matrimoniales
entre Oriente y Occidente'. Respetó la religión de los vencidos y confió
la administración civil a los funcionarios nativos. Vigiló a los goberna­
dores y reprimió severamente sus abusos. Propició la fusión de los idio­
mas y el intercambio comercial entre el mundo europeo y asiático.
Estableció colonias militares y agrícolas, esparcidas desde el Egipto a
la Bactriana, y fundó numerosas ciudades.
Las conquistas de Alejandro no sólo fueron una grandiosa epopeya,
sino la obra de un verdadero genio político y militar que extendió por
el mundo la cultura griega. A pesar de su muerte, el impulso iniciado
perduró a través de los años.

Desmembramiento del imperio de Alejandro


La prematura muerte de Alejandro y la circunstancia'de no haber
dejado sucesor plantearon el grave problema de la sucesión legítima.
El vasto imperio comprendía: en Europa, Grecia, Macedonia y Tracia\ en Africa,
el Egipto y en Oriente, Asia Menor, Siria, Caldea, Irán y parte de la India.
Luego de la desaparición del conquistador, los únicos que podían sucederlo eran
su hermano imbécil Arrideo y un hijo que dio a luz su viuda. Como ambos no estaban
en condiciones de gobernar, los generales —que se disputaban el trono— eligieron ¡reí
gente a Pérdicas.
La unidad del gran imperio no tardó en romperse y durante veinte
años los generales lucharon entre sí para adueñarse del poder.
Muerto Alejandro, dividieron él territorio y, con el título de diádocos (es decir,
sucesores), gobernaron en la forma siguiente: Antigono, que era el más poderoso, quedó
al frente del Asia; Antipaler, de Grecia y 'Macedonia; Usimaco, de Tracia, y Ptolomeo,
de Egipto.
Como Antigono pensaba erigirse en amo absoluto de todo el imperio,
los otros diádocos se coaligaron contra él y lo vencieron en la batalla
de Ipso (año 301 a. C.). Al término de las diversas luchas el impertió
quedó desmembrado en los siguientes reinos: a) el de Siria, que corres­
pondió a los Seléucidas o descendientes del general Seleuco; b) el de
Egipto, que fue gobernado por los Lagidas o sucesores de los Ptoloméos,
y c) el de Macedonia, que correspondió a los Antigónidas o descendien­
tes de Antigono.
Aprovechando las guerras, algunas ciudades griegas pretendieron
recobrar su independencia, pero no tuvieron éxito en sus intentos, porque
otras luchas civiles se originaron en la Hélade y destruyeron el esfuerzo
común. Esta debilidad política y militar favoreció los designios de úna
'nueva potencia: Roma, que primero sometió a Macedonia y finalmente
a Grecia, la cual pasó a ser una provincia romana con el nombre de
Acaya (año 146 a. C.).

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EL HELENISMO
Recibe el nombre de helenismo el período de tres siglos comprendido
entre la muerte-de Alejandro y la conquista del mundo antiguo por los
romanos, lapso en el cual la cultura griega se propagó hacia el Oriente,
ganando en extensión y perdiendo en pureza. Esta nueva y última fase
del desarrollo cultural griego, también llamada civilización helenística,
contó con sus focos más brillantes en el Egipto y Asia Menor.
La fusión de los elementos materiales y espirituales griegos con los
asiáticos dio origen a un mundo nuevo en el que se produjeron hondas
transformaciones políticas, sociales, económicas y culturales. En espe­
cial, se desarrollaron con nuevo vigor las ciencias, las artes, la literatura
y la filosofía.
Debemos distinguir las transformaciones en el aspecto político,
social y económico.
a) Políticas. Los griegos, tan amantes de la democracia, se inclina­
ron hacia el despotismo oriental. Así, en los reinos que fundaron los
sucesores de Alejandro, la forma de gobierno fue la monarquía "por de­
recho divino” . El 'soberano estaba asesorado por el Consejo Real y por la
aristocracia, en su gran mayoría formada por griegos y macedónicos.
Esto originó la decadencia de las poderosas castas sacerdotales de
Orlente. .
b) Sociales. Los grecomacedónicos se fusionaron con los asiáticos,
fundaron nuevas ciudades y aumentaron las ya existentes. La sociedad,
además de las clases gobernantes, contaba con profesionales, artistas,
libertos y gran cantidad de esclavos.
c) Económicas. A consecuencia de las conquistas de Alejandro se
abrieron nuevas vías de comunicación entre Oriente y Occidente. Diversas
caravanas se internaron por reglones hasta entonces desconocidas y
llegaron a la India y a la China. En sus viajes de regreso traían sedas,
algodón y especias (pimienta, clavo de olor, canela y nuez moscada).
Los reyes fomentaron el comercio y la industria que produjo papiro,
tejidos de lino, muebles y objetos de cerámica. Consecuentes con esta
política económica, aumentaron el uso de la moneda y la difusión del
oro y la plata, procedentes del gran tesoro persa. Las ganancias origina­
ron la aparición de nuevos ricos, los que no tardaron en especular y
produjeron el alza de los precios.
Cultura helenística
Luego de las conquistas de Alejandro el Oriente ejerció marcado
predominio en el aspecto político y religioso, pues en ambos casos las
costumbres asiáticas tuvieron gran influencia sobre los griegos. Pero en
las letras, las ciencias y las artes el espíritu helénico se impuso en forma
absoluta en toda la extensión del mundo civilizado.
La cultura griega adquirió rápida primacía debido a que la lengua
hablada en Atenas (llamada Koíné) fue el idioma corriente utilizado por
todo el mundo helenístico, tanto en las esferas oficiales y mercantiles
como en la literatura científica y filosófica.
Las grandes ciudades de esta época fueron Alejandría, Pérgamo y
Antioquia.

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El gran edificio de ¿a Escuela de Medicina, que dependía del Museo de Ale­
jandría. En. ese establecimiento se realizaron importantes estudios anatómicos.

Las ciencias
Tuvieron gran desarrollo en el período helenístico, época de grandes'
invenciones y de profusa labor científica, que luego pasó a los romanos
y éstos dejaron a la posteridad y llegó intacta hasta épocas recientes.it
Entre los progresos técnicos que evolucionaron el campo de la mecánica podernos
citar: el tornillo, el perno, la rueda dentada, diversos cabrestantes y poleas, el /aro,
etcétera.
El primer erudito que apartó la ciencia tlel campo de la filosofía
fue Eratóstenes, creador de la Geografía, quien logró medir, con resul­
tados sorprendentes, el arco de meridiano terrestre comprendido entre
las ciudades de Siena y Alejandría y luego calcular el valor total de esa
línea imaginaria. Aristarco demostró la rotación de la Tierra .y su movi­
miento alrededor del Sol (sistema heliocéntrico). Hiparco real izó exactas
observaciones y cálculos astronómicos y redactó un catálogo de más de
mil estrellas, aunque creyó que los astros giraban alrededor de la Tierra
(sistema geocéntrico).
En el campo de la investigación matemática sobresale Euclides (vivió
y enseñó en Alejandría por el año 300 a. C.), autor de los Elementos,
obra en la que resume todo el saber geométrico de la'época y que por
su precisión sigue teniendo actualidad.
Contemporáneo de Euclides fue Arquímedes, de Siracusa, gran ma­
temático y el mecánico más destacado de la antigüedad. Investigó Icjíj
versos problemas geométricos y descubrió que la relación entre jóla
circunferencia y su diámetro es igual a 3,1416. Aplicó la palanca ;en
trabajos-de mecánica,1 estudió la balanza y enunció el. peso específico
de los cuerpos sólidos. Puso su inteligencia al servicio de su ciudad
natal y construyó ingeniosos artefactos de guerra.

i Entusiasmado por los efectos de la palanca, dijo cierta vez:.“ Si.me dan un punto de apoyo, moveré
la Tierra". •
Encontrábase trabajando en sus cálculos cuando los romanos entraron en Siracusa y un soldado,
que no obtuvo respuesta a una pregunta que le dirigió al sabio, lo asesinó en el. acto. Arquímedes tenia
75 años.

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La Botánica y la Zoología progresaron en el período helenístico;
entre los cultores de las ciencias naturales sobresalió Teofrasto, que
Escribió diversos trabajos sobre ia fisiología de las plantas.
En Medicina, Alejandría contó con un instituto anatómico, en el cual
se realizaron por vez primera trabajos de disección sobre cuerpos hu­
manos. Herófilo descubrió los nervios y la importancia del pulso para el
diagnóstico de las enfermedades; Galeno trató todas las ramas de la
medicina, efectuó trabajos anatómicos y en sus obras compendió todo
el saber de la antigüedad.

Las letras
La producción literaria del período helenístico fue muy grande, aun­
que carece de originalidad y faltan las grandes figuras que se distin­
guieron en las letras atenienses. Las obras son en su gran mayoría de
carácter erudito y dedicadas a la crítica de los trabajos anteriores. La
poesía se apartó de la inspiración popular y se tornó artificiosa. Calimaco
sé destacó como poeta brillante, verdadero maestro por sus himnos y
epigramas. Menandro compuso unas cien comedias, en las que describe
con ingenio y humor las costumbres atenienses.
En filosofía mencionaremos a Zenón, fundador de la escuela estoica,
basada en el comportamiento austero del individuo, y a Epicuro, quien
enseñó el goce de los sentidos sin intervención de las pasiones.

El arte
Las creaciones helenísticas se basan en las formas y tendencias
griegas, pero pueden distinguirse influencias orientales. En realidad, falta
la fuerza creadora del genio, pues tas obras, aunque de buena técnica,
imitan todo lo'pasado. Los principales centros artísticos fueron Alejan­
dría, Pérgamo y Antloquia.
En arquitectura, los estilos dominantes fueron el jónico y el corintio,

Busto de Zenón, el fundador


del estoicismo.

Menandro, el poelu griego


cuyas comedias lamenta­

blemente se han perdido en


su casi totalidad. Fue muy


imitado por el latino Te-
rendo.
Reconstrucción clcl Mausoleo tic 11<ditunmsn, la grandiosa tumba de 46 ni
de altura. Sobre un gran basamento se levantaba una serie de columnas
jónicas, que sostenían una pirámide escalonada y sobre ella, las efigies ilel
príncipe Mausolo y su esposa, conduciendo un carro lirado por cuatro
caballos. De esté monumento Itinerario deriva la palabra mausoleo. (Dibujo
de Leichl.)

asociados a la influencia babilónica. Entre los grandes monumentos po­


demos citar el templo de Efeso, consagrado a la diosa Artemisa; el
templo de Apolo, cerca de Mileto, y el Mausoleo de Halicarnaso, levan­
tado para servir de tumb-a a Mausolo, príncipe de Carla.
En escultura los trabajos aparecen con expresiones exageradas, de
fuerte realismo y gran movimiento. Se han encontrado gran variedad de
retratos y estatuas de mármol pertenecientes a este período helenístico.
Entre los grandes artistas figuran Escopas, Plaxiteles y Lisipo.
Las estatuas más célebres son: la muerte del sacerdote Laoconte
con sus hijos; el grupo llamado del Toro Farnesio; el Apolo del Belvedere;
la Victoria de Samotracia y la Venus de Mito.
La pintura y el arte del mosaico tomaron gran incremento. Las pro­
ducciones se conocen por las pinturas murales halladas en Pompeya,
época romana que corresponde al final del período helenístico. Los ar­
tistas prefirieron las representaciones mitológicas y las escenas trágicas,

160
. * . .i v •
, ■. - r « v ^ •A,, V v y,-. aV ’v"' -<í
Guía d e repaso
Pendes. Su obra. El movimiento artístico e intelectual.

La r e lig ió n . Antropomorfismo. Politeísmo. Dioses principales. El culto


Los oráculos. Las fiestas nacionales. Los grandes juegos
los atletas, la palestra, las competencias.

La a r q u it e c t u r a . Estilos dórico, jónico y corintio: sus características. Le


Acrópolis. El Partenón. El Erecteón.

La e s c u ltu r a . Las xoanas. Los grandes escultores.

La lite r a tu r a . La poesía: épica, didáctica y lírica. El teatro. La tragedia


Las tiestas dlonlsiacas. La comedia. La historia: Herodoto >
Tucidldes.

La filo s o fía . Los filósofos naturalistas jónicos. Los sofistas. Los grandes
filósofos: Sócrates, Platón y Aristóteles.

G u erra d e l Sus causas. La Confederación de Délos y la Liga del Pelo­


P e lo p o n e s o . poneso. Primer periodo: Cleón y Brasidas. Segundo perío
do: la expedición a Sicilia. Alcibiades. Tercer período
Lisandro, Arginusas y Egospótamos.

Esparta y P e r s ia . Los treinta tiranos. Agesilao. El Tratado de Antálcidas.

S u p re m a c ía d e T e b a s . Pelópidas. Epaminondas. Leuctra y Mantinea.

M a c e d o n ia . Primitivos pobladores. Filipo II: sus planes. Acción de De


móstenes. Situación religiosa en Grecia. La Anfictionia dt
Dellos. Queronea.

El Im p e r io a l e j a n d r i n o . Semblanza de Alejandro. Sometimiento de Grecia. Con


quista de Asia Menor: Gránico e Isso. La ciudad de Alejan
dría. Conquista de la Mesopotamia y del Irán. Arbeles. Lí
expedición a la India. El regreso. Organización de los pa/se.
conquistados. Desmembramiento del Imperio: los diádocos

El H e le n is m o . Concepto. Las transformaciones en e l aspecto político, so


cial y económico. Cultura helenística. Las ciencias: Eratós
tenes, Hiparco, Euclides y Arquimedes. La botánica, ls
zoología y la medicina. Las letras. Calimaco, Menandro
La lilosofia: Zenón y Epicuro. Principales centros artísticos
La arquitectura y la escultura.

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