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AUTOBIOGRAFÍA ACADÉMICA

Nací un 26 de diciembre del año 1986, de padre comerciante y de madre


educadora, mi nombre es Heczobeth, mis padres deciden llamarme así debido a
que es el producto de unir sus nombres y el de mi abuela materna (Héctor, Zoila y
Betty).

Mi infancia hablando de los comienzos académicos puedo decir que éstos


fueron un tanto atropellados debido a que la familia se mudaba con frecuencia y
eso suponía un cambio de escuela constante, la primaria la cursé en cuatro
escuelas diferentes, de las cuales guardo recuerdos muy gratos en mi mente,
sobretodo de mis maestras, dos de las cuales actualmente considero como parte
de mi familia, mujeres que con su amor y ternura lograron transmitir conocimientos
que se afianzaron tanto en la mente como en el corazón de aquella niña cuyo
entretenimiento nunca fueron las muñecas sino que más bien era la “maestra” de
sus primos o amiguitos, desde muy joven mi corazón ya sentía pasión por
transmitir lo que aprendía a diario en la escuela.

Ahora bien, con el comienzo del bachillerato también llegó la estabilidad en


lo familiar, ya no nos mudamos más y cursé mis estudios desde el año 1998 hasta
el 2003 en el liceo que para entonces se llamaba U.E “Rafael Morales Sánchez”,
en el que mi tía Gladys de Marín era la directora y su esposo Rogel Marín era
profesor de física y matemáticas, la influencia de ellos y de mi madre fue
fundamental para enamorarme de la docencia, de mi madre aprendí la
responsabilidad, la dedicación y el compromiso que se debe tener en esta
profesión, de mi tía, mujer intachable con dos maestrías y un doctorado conocí la
importancia de la ética profesional y aprendí que un buen docente debe
mantenerse en constante formación, de mi tío aprendí el amor por los números y
que la evaluación de los conocimientos va más allá de una calificación
cuantificable, tuve el privilegio de ser su alumna y la pasión con la que enseñaba
era admirable .
En mi paso por el liceo conocí más personajes a los cuales les debo lo que
hoy soy como docente, puesto que de cada uno aprendí algo, por ejemplo de la
profesora de biología aprendí lo que no se debe hacer como docente, no puedes
enseñar con palabras toscas ni despectivas, de la profesora de educación física,
por el contrario, aprendí que con ternura y paciencia no sólo enseñas sino que te
quedas tatuado en la mente y el corazón de tus estudiantes, de la profesora de
historia a quien recuerdo claramente aprendí que no sólo en las cuatro paredes de
un salón se nutren los conocimientos, ella hizo que la historia de mi país nos
resultara no sólo interesante sino divertida, al igual que la profesora de química,
quien con buen humor y eterna disposición siempre nos recibía en el salón. Y
como olvidar a mi profesor de geografía y posteriormente compañero de trabajo y
mentor, a quien le debo tanto y de quien aprendí el amor, el compromiso, la
entrega y la dedicación por los estudiantes, con él corroboré que un docente es
más que alguien que te da clases es muchas veces psicólogo, orientador, padre o
madre y un amigo entre otras innumerables cosas más.

El liceo para mí era un lugar muy agradable al que me gustaba asistir, fui
una estudiante aplicada, con curiosidad e inquietud por aprender e ir más allá de
lo visto en clases es por ello que solía pasar gran parte de mi tiempo libre con los
profesores porque realmente me sentía cómoda en ese entorno. Fui por dos años
el mejor promedio del liceo y el tercero de mi promoción.

Cuando llegó el momento de escoger la carrera que estudiaría mi corazón


ya lo sabía pero mi mente se encontraba contrariada debido a que muchas
personas sugerían que no estudiara educación. Fue así como teniendo promedio
para escoger cualquier carrera y pensando en tener una profesión mejor
remunerada e influenciada por terceras personas decidí estudiar ingeniería y como
se esperaba obtuve el cupo en la universidad, cursé tres semestres de ingeniería
industrial, pero esa carrera no llenaba mis expectativas y es así como un buen día
decidí poner fin a esa insatisfacción académica que sentía y me inscribí en una
carrera que sabía que combinaría mis dos grandes pasiones: los números y la
educación, de ese modo cursé estudios para optar por el título de Licenciada en
Educación Matemática Mención Informática, graduándome en el año 2010.

Durante los años en la universidad me topé también con personas


extraordinarias de las que aprendí infinidad de cosas y quienes forjaron en gran
manera mi carácter como docente, recuerdo que durante el proceso de formación,
como todo en esta vida, se me presentaron problemas que hicieron que dudara si
de verdad estaba hecha para enseñar, sin embargo, muy dentro de mi sabía que
ser docente sería lo que me haría feliz y logré superar los obstáculos con
constancia y dedicación.

Me visualizaba en un futuro como profesora en el liceo donde estudié al


punto que lo plantee como una meta y fue así como todo comenzó, en primer
lugar solicité realizar las prácticas profesionales ahí y lo logré, recuerdo
claramente la emoción que sentí cuando estando en ese lugar me llamaron por
primera vez “profe”, esa sensación fue increíble y en mis pensamientos solo
ratificaba que no me había equivocado de profesión.

Durante las últimas prácticas y habiendo terminado la carga académica


ingreso con unas horas de trabajo en esa institución, lo que representaba una
oportunidad muy buena de comenzar a desenvolverme en educación formalmente
y todo esto me resultaba atractivo y desafiante.

Para aquel entonces alterné mis últimos días como estudiante universitaria
con mis funciones como profesora de matemáticas, al graduarme incrementaron
mis horas y poco tiempo después en el año 2014 llega la oportunidad y el
compromiso de asumir una función directiva, en ese entonces la coordinación de
cultura del plantel, tenía aun 12 horas académicas y el resto eran para cumplir
funciones administrativas, no puedo negar que fue todo un desafío y que ambas
funciones me gustaban, posteriormente asumo de tiempo completo la
coordinación de evaluación en donde tengo la importante función de dirigir,
orientar y hacer seguimiento a todos los procesos relacionados con la evaluación
de los aprendizajes, he logrado a través de ello establecer muy buenas relaciones
con mis compañeros de trabajo, no puedo negar que han existido altos y bajos
pero ejercer esta función ha sido por demás gratificante y satisfactorio, aunque la
decisión más difícil que he tenido que tomar en esta profesión ha sido salir de un
aula de clase para una oficina, pues el contacto a diario con los estudiantes es
algo que como docente valoro muchísimo, sin embargo, he comprendido que a
través de este rol puedo contribuir a mejorar la manera que se desarrolla el
proceso educativo en esta institución con la cual me siento profundamente
comprometida.

Aunado a esto, alterné mis funciones en el liceo con el trabajo de docencia


en la Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda”, donde laboré
como docente a tiempo convencional desde el año 2011 al 2014 impartiendo
clases de matemática e informática para las carreras de educación e ingeniería,
posteriormente paso a formar parte de la comisión revisora de trabajos de grado,
donde se ejercen funciones administrativas y de docencia a través de la
evaluación de los trabajos.

Todo esto me inspiró para cursar estudios de postgrado en una


especialidad que me permitiera obtener aún más conocimientos y obtener
herramientas necesarias para ejercer un rol gerencial dentro de cualquier
institución educativa, es por ello que realicé una maestría en gerencia educativa
obteniendo dicho título en el año 2017.

Hoy en día continuo como coordinadora de evaluación, desde esa función y


sin desligarme del contacto con los estudiantes he logrado un sin número de
satisfacciones en lo personal y lo profesional que es lo que le da sentido a seguir
luchando por ser una mejor docente cada día. También en la actualidad me
desempeño como evaluadora de trabajos de grado de postgrado en la Universidad
Pedagógica Experimental Libertador.

En este momento de mi vida profesional y con apenas 8 años en la


docencia, me siento plena, con muchas metas por cumplir, entre ellas darle
continuidad a mi formación académica a través de la realización de un doctorado.
Considero que la educación es el arma más poderosa de un pueblo, por
ende el educador juega un papel protagónico en el proceso educativo, es por ello
que debe ser menester del mismo mantenerse en constante formación debido a
que la educación evoluciona conforme evoluciona esta sociedad.

En algunos años me visualizo como directora del plantel con muchos planes
para desde ese cargo y con una visión humanista y liberadora continuar poniendo
un granito de arena en pro del bienestar no solo de los estudiantes sino de todo el
personal que labora y hace vida en esta casa de estudio, contribuyendo de esta
manera a la construcción de una mejor sociedad, una sociedad más justa, con
pensamiento independiente y racional.

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