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146 Revista Comunicación.

Volumen 12, año 24, números 1 y 2, enero-diciembre 2003

El romanticismo en
la identidad latinoamericana

Ángel Ocampo
aocampo@cariari@ucr.ac.cr

Resumen
La identidad latinoamericana se forjó de la mano del
romanticismo. Este ligamen quedó establecido históri-
camente en el intento de consolidar la independencia
latinoamericana de la corona española. La creación de
una identidad propia permitiría consolidar la indepen-
dencia. Fue el romanticismo el que permitió gestar
esa identidad. De esta manera, el romanticismo
latinoamericano está
social y política-
mente articulado
con la identidad
y la independen-
cia.
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E
n América Latina, la novela blos latinoamericanos. Lo que allá raleza es el espacio propicio para
romántica está asociada con se proclamó como libertad, aquí la bondad y la felicidad humana.
la crisis de identidad surgida se convirtió en esclavitud. Tanto Más que el espacio adecuado, es
después de las triunfantes luchas Noam Chomsky como Franz Hin- el espacio propio del ser humano,
independentistas, acaecidas a lo kelammert han desarrollado este su espacio. Fuera de este ámbito
largo de todo el siglo XIX. Espe- fenómeno de la modernidad en natural, todo tiende a corromperlo
cíficamente, surge en el proceso el que se pretende que la esclavi- o pervertirlo. Y como las ciencias
de consolidación de los Estados- tud es libertad, la guerra paz y la y las artes institucionalizadas -las
Nación emergentes que apenas intolerancia tolerancia. También en complicadas costumbres y sofisti-
rompían su cordón umbilical con la novela de Alejo Carpentier, “El cados convencionalismos, al decir
la corona española. Según la clasifi- Siglo de las Luces”, aparece esta de Rousseau- están regidas por la
cación de Larraín Ibáñez, esta crisis inversión en la cual la “máquina de razón, ahora serán el sentimiento
corresponde a la segunda etapa en la libertad”, instrumento principal y la pasión las que guían en la ruta
la conformación de la identidad de la modernidad, es la guillotina. hacia la naturaleza. Y dado que el
latinoamericana. supremo de los sentimientos, el
“Víctor Hugues se había trans- sentimiento por antonomasia, es el
“Un segundo momento de impor- formado, repentinamente, en una amor, será éste el criterio que deter-
tancia en que reemergen las pregun- Alegoría. Con la Libertad, llegaba mine la ruta hacia la felicidad y
tas sobre la identidad es la crisis de la primera guillotina al Nuevo Mun- realización plena. En este romanti-
la independencia y el período de do”2. cismo se advierte el carácter idílico
constitución de los estados naciona- de la naturaleza y de la sociedad,
les, a comienzos del siglo XIX”. 1 Con la novela La Nouvelle Héloï-
se de Jean Jacques Rousseau (1758), aunque con distinto signo: mien-
Las tierras del llamado hasta ese se inaugura el romanticismo en tras todos los males provienen de la
momento Nuevo Mundo, quebra- Europa. A esta obra se la tiene sociedad, la naturaleza es la fuente
ron durante la época victoriana de como la primera muestra literaria de todas las bondades humanas. A
la Inglaterra dominante, su estructu- la primera se le asocia la complica-
de corte romántico. En esta novela,
ra homogénea diseñada en España ción, a la segunda la simplicidad.
Rousseau signó el romanticismo
y aparece en el panorama, el rostro Felicidad y sencillez, por un lado,
europeo como una corriente cen-
fraccionado que, prácticamente, así como desdicha y sofisticación,
trada en la intimidad y sublimación
muestra hasta hoy en día América por otro, resultan de esta manera
de Yo. De aquí que el amor gravite
Latina. aparejadas. Esta naturaleza, ade-
en lo individual; en soledad, se
más de sencillez, armonía, paz,
disfruta o padece del sentimiento
Quizás la asociación del roman- quietud y sosiego, es tenida y asu-
amoroso, el enamoramiento. Esta
ticismo con las luchas de indepen- mida, sobre todo, como libertad.
soledad es renuncia a todo contac-
dencia, sea lo que provoca el fenó-
to humano; en particular, a todo lo El romanticismo latinoamerica-
meno -hartamente conocido- de
que posea una impronta social. Al no, por su cuenta, no sigue exac-
la particularidad del romanticismo
transitar este camino, finalmente tamente los derroteros anteriores;
latinoamericano. Este romanticis-
renuncia al ser amado: está ena- enfatiza y se dirige, no al anhelo
mo tiene sus especificidades y es,
morado simplemente del amor. El de intimidad y soledad individual
por esto mismo, distinto de su
otro, el objeto amado y objeto de sino a la liberación de lo social en
homólogo europeo. Según Carlos
su amor, resulta ser un pretexto. En la que ese individuo tiene lugar.
Fuentes, esta peculiaridad latinoa-
esta soledad, el único espacio vital (Quizás por esto, aún persista una
mericana se producirá en todos los
que le queda al amor es la naturale- Latinoamérica que anhela la moder-
órdenes. Aunque siempre se alude
za. Ahí el genio creador del subjeti- nidad.) Aunque el escape de la ciu-
a Europa o USA, en América Latina
vismo exacerbado y el individualis- dad o la urbanidad hacia lo rural,
-siempre en Fuentes- la creación
cultural ha sido propia, original. mo absoluto, se ponen por encima al campo, a la hacienda o a la
de toda razón y estética. Este confín selva, signe la literatura romántica
Más que la originalidad que se convierte así en motivo de amor, latinoamericana, no lo hace para
supone Fuentes, se trata de una deleite y gozo. Canta a la naturale- despreciar la sociedad que le tiene
inversión. Lo que la Ilustración za porque es fuera de la sociedad sin cuidado, sino porque, por el
representó para Francia, al cruzar donde encuentra la posibilidad de contrario, le preocupa tan honda-
el Océano, se invierte para los pue- realización de sus anhelos. La natu- mente que no soporta el caos que
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percibe en ella. Más que un despre- En síntesis, se advierte que al cru- históricamente. Las categorías ence-
cio -como en el caso europeo- este zar “la mar océano” todo se invier- rradas en ese lenguaje impuesto y
romanticismo constituye un lamen- te. Mientras en el romanticismo proveniente de otra realidad a la
to por la desastrosa y, sobre todo, europeo -por decirlo en categorías cual correspondía, resulta insufi-
confusa y caótica situación social. del cristianismo- el infierno es la ciente para expresar lo propio: el
De alguna manera, está presente sociedad y el cielo la naturaleza, latinoamericano, con la conquista,
una pretensión por encontrar en la en el latinoamericano, es al revés: se había quedado sin palabra para
naturaleza la guía para compren- el infierno es la naturaleza y el cie- expresar su mundo, su identidad.
der y transformar esa sociedad: la lo, la sociedad idílica. En el prime- Debía ahora intentar otra conquis-
naturaleza como criterio heurístico, ro la utopía es un lugar, la naturale- ta, la conquista de su palabra que,
fuente de discernimiento. No sería za; en el segundo la utopía es un en definitiva, era la conquista de sí
aventurado afirmar entonces que, estado, la sociedad, la cultura. mismo.
debido a esta diferencia señalada,
Cuando el literato Jean Franco Después de crear o legitimar su
la concepción de la naturaleza que castellano propio, con su propia
aparece en este romanticismo, aun- se refiere a esta particularidad de
la estética romántica en América gramática, la novela romántica efec-
que también sea idílica, no lo es túa una especie de inventario de lo
positivamente. Esta naturaleza lati- Latina, revela la especificidad del
romanticismo latinoamericano. que hay en América, de lo que que-
noamericana es un mundo hostil, da después de romper con España,
engañoso, que parece comportarse “En Hispanoamérica el romanti- pues el espacio circundante, des-
como el lugar del mal -infierno ver- cismo había significado nostalgia pués de romper con la metrópoli,
de-. Hay en este romanticismo, aun- de la estabilidad, de la seguridad le aparece caótico. Ha perdido una
que no de manera explícita sino de la fe católica y del sistema tra- identidad y debe construir otra; en
subyacente, una representación de dicional de jerarquías sociales”. medio de ambos momentos, cuan-
la cultura y la historia latinoameri- (1986: 134) do la noche aún no llega y la noche
cana en la que los rasgos primordia- aún no se ha ido -como diría el poe-
les se muestran metafóricamente. La novela romántica supuso pri- ta Julián Marchena-, queda el caos.
Por tal motivo, en el romanticismo mero la apropiación del lenguaje, Así, la novela inicia haciendo un
latinoamericano la naturaleza que de un lenguaje latinoamericano recuento de lo que queda; informa
toma forma de jungla o selva, es un que con Andrés Bello3 se legitimó de la realidad con la que se cuenta.
espacio de batalla -centralmente como distinto del lenguaje caste- Esta realidad es la realidad interior;
entre el bien y el mal, entre civiliza- llano de Castilla, a la sazón insu- pero a diferencia de la interioridad
ción y barbarie-, de intranquilidad, ficiente para pensar lo americano. del Yo europeo, aquí se trata de una
de opresión y sometimiento. La sel- No se trata tan sólo de lo que interioridad territorial de América,
va es un espacio amenazante que, está por decirse de América Latina de sus tierras desconocidas, donde
expresado a la manera de Arturo sino que además, como lo señala la corona española nunca llegó: las
Cova al fin de la novela de Eusta- Carlos Fuentes, se trata de cómo despreció por inservibles e inútiles
sio Rivera, “La Vorágine”, se puede decirlo. La novela permitió desa- a sus intereses. Ya no vuelve los
engullir, tragar al ser humano. rrollar estas cualidades, necesarias ojos a la metrópoli sino que busca
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en sus entrañas, en la América pro- no conoce. En esta dirección, los personajes


funda, su propio ser. Esta dirección del romanticismo latinoamericano
tiene otra motivación en la búsque- Con la emergencia de lo regio- son colectivos o arquetipos más
da de la identidad: la búsqueda nal, la literatura incorporó en sus que, como en el europeo, indivi-
de lo propio suponía la necesidad diálogos y descripciones, regiona- dualidades puras. Se introducen en
de diferenciarse o distanciarse del lismos que, en principio, obliga- esta narrativa, el cholo, el gaucho,
pasado, y España era el pasado. ron a incorporar glosarios expli- el minero, el emigrante y el indio;
El interior territorial constituye el cativos de los términos al final de pueblos o etnias en las que se reco-
territorio propio, virgen, libre de las obras. Es bien sabido que el noce esta América que recién nace
la impronta española. Así, se incor- lenguaje es, en última instancia - a su vida republicana independien-
poran a la literatura selvas, llanos, porque también lo es- un medio de te en busca de su identidad.
sabanas, valles recónditos, cordille- comunicación. El lenguaje es ante
ras aisladas, y todo el confín del todo una forma de ver y de verse, Se dio prioridad de esta manera,
continente4. Estos elementos se una sensibilidad. Es, en tal medida, no a la unidad latinoamericana,
incorporan no sólo a la manera del una forma de pensar y producir sino a la creación de los Estado-
costumbrismo en cuya literatura no conocimiento. El nuevo castellano Nación, es decir, a las unidades a
había mosquitos, serpientes vene- se introdujo en las constituciones escala nacional. Esta fragmentari-
nosas, aguas pantanosas, enferme- políticas de los nacientes Estados y dad permitió que los EE. UU. se
dades, aguaceros e inundaciones; se convirtió en el código oficial de apropiara de más de la mitad del
para este romanticismo la natura- sus gobiernos. Como sensibilidad, territorio mejicano y que separara
leza deja de ser un simple paisaje el lenguaje nuevo permitió generar Panamá del territorio colombiano,
y pasa a ser un personaje, a veces una nueva estructura de valores y, apenas iniciando el siglo XX -
inclusive protagonista. Esta natura- con ello, una nueva espiritualidad 1903-, para iniciar sus proyectos
leza como simple paisaje, no era que, de algún modo, rompiera con canaleros.
más que el escenario en donde los valores impuestos por la corona
Europa montaba su propia obra: Según lo juzga Aínsa, las novelas
durante la colonia. Que rompiera que deben destacarse en esta épo-
la utopía europea en tierras ame- sobre todo con el desprecio de sí
ricanas5. Fue preciso por tanto, ca son “Amalia” de José Mármol
mismos que el español peninsular (1851-1855), “Virgen, monja, casa-
descubrir una naturaleza propia, tenía por el criollo y el indígena,
la naturaleza americana real, no la da y mártir” de Vicente Riva (1865)
y que había transmitido durante y “Cecilia Valdés” con Cirilo Villa-
imaginada por Europa.
todo el período de conquista y verde (1879-1882). Se consideran
De esta manera, en América Lati- colonización, a éstos, al obligarlos también obras como “La Vorágine”
na la noción de patria nació mar- a usar el lenguaje del conquistador de Rivera, “Don Segundo Sombra”
cada por la noción de territorio. que, desde sus propias premisas, de Güiraldes y “Doña Bárbara” de
Nación y tierra se confundieron contenía un profundo desprecio Rómulo Gallegos. En estas obras
para dar soporte a una exaltación por ellos. Así como el conquistador se advierten los rasgos apuntados
de la naturaleza como lo indiscu- somete imponiendo su lengua, la anteriormente, así como las discu-
tible y auténticamente propio. Las liberación del conquistado pasará siones y preocupaciones sobre el
particularidades de la naturaleza por la creación de su propio len- futuro de las sociedades latinoame-
regional fueron motivo de orgullo. guaje. No hay liberación real sin ricanas.
El lenguaje que posibilitara expre- liberación de la conciencia, y esta
sar adecuadamente este orgullo, no se libera sin liberar el lenguaje. Si se entiende el concepto de
debía ser un lenguaje propio, el En fin, el castellano “para el uso de identidad como aquella representa-
que le acompañaba de manera los americanos” -en términos de ción totalizante de sí mismo que
particular. Si el ser reside en el Andrés Bello- permitió recuperar se da un pueblo, y desde la cual
lenguaje, la casa de este ser lati- o crear una dignidad y autoestima se posibilita su autoapropiación,
noamericano sería el lenguaje lati- que abriera las posibilidades para el romanticismo agrega a la identi-
noamericano. Aparecen sustantivos una identidad nacional propia. dad, elementos que le permiten a
que designen la vegetación, las estos pueblos constituidos recién
frutas, las verduras, los animales, “Se trataba de vertebrar naciones como Estados, asumir su propia
los accidentes geográficos y el pai- que padecían las indefiniciones cultura y, en definitiva, asumir su
saje que el castellano peninsular propias del imperio español”6. propio destino, independientes de
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la corona española. Por eso el tema otro, sólo ha permanecido de pie 6 Aínsa, 1986: 126.
de la soledad era inevitable. La sole- lo que hemos hecho como mayor
dad es un sentimiento que emerge seriedad, con mayor libertad y tam-
en el hijo cuando rompe con su bién con mayor alegría”. BIBLIOGRAFÍA
padre. Es el sentimiento que sigue Aínza, F. (1986). Identidad cultural
al de ruptura. (La sensibilidad impe- A partir de aquí, Fuentes se dedi-
ca a levantar una larga lista de de Iberoamérica en su narrativa.
rante lo interpreta -erróneamente- Madrid: Gredos.
como sentimiento de libertad.) todos los campos de las artes en las
que Latinoamérica vive, continúa Franco, J. (1993). Historia de la lite-
El sentimiento de soledad es, produciendo y se mantiene a una ratura latinoamericana. Barcelona:
en realidad, sentimiento de aban- altura universal. Fuentes llama a Ariel.
dono, sólo que ahora en espacios esta producción, la cultura latinoa-
Fuentes, C. (1990). Valiente mundo
cerrados. Sentimiento que continúa mericana.
nuevo. Méjico DF: Fondo de Cultu-
presente en la literatura latinoameri- ra Económica.
cana donde los espacios cerrados En efecto, la recuperación de
son laberínticos o de abandono la unidad pasa indefectiblemente Durán Luzio, J. (1979). Creación y
y yermo; por citar algunos títulos por la recuperación de la unidad utopía Letras de Hispanoamérica.
notorios, “El General en su Laberin- del lenguaje, pero ahora no homo- Heredia: EUNA.
to” y “Cien Años de Soledad” de géneamente -unidad de la diver-
sidad-, la unidad de las palabras Larraín Ibáñez, J. (1996). Moderni-
García Márquez, “Sobre Héroes y dad razón e identidad en América
Tumbas” y “El Túnel” de Sábato, el con las cosas diversas. Conquistar
Latina. Santiago de Chile: Andrés
ensayo “El laberinto de la Soledad” nuestro destino es conquistar el len-
Bello.
de Octavio Paz, la novela corta guaje que permita la asunción de
“Pedro Páramo” de Juan Rulfo. la propia forma de pensar y sentir Oviedo, J. M. (1995). Historia de
en toda su diversidad. Darse a sí la literatura hispanoamericana De
La única forma de salir de estos mismo su propia historia, su propio los orígenes a la emancipación.
espacios cerrados será dejando de relato, su particular testimonio de Madrid: Alianza.
ser pueblos conquistados para ser universalidad. Prat, B. (1978). Historia de la lite-
pueblos conquistadores, pero no ratura hispanoamericana. Madrid:
de otros pueblos sino de sí mismos: Gredos.
conquistando nuestro propio desti- NOTAS
no. Esto pasará por la recuperación 1 1996: 130.
de la unidad latinoamericana que
destituya la fragmentación política. 2 1969: 134.
Carlos Fuentes así lo formula:
3 En 1847 publica su estudio científi-
“La continuidad de la cultura con- co “Gramática de la Lengua Caste-
trasta dramáticamente con la frag- llana destinada al uso de los Ame-
mentación política del continente. ricanos”.
La crisis que vivimos es, en parte,
4 No debe olvidarse la manía expe-
resultado de nuestros fracasos polí-
dicionaria que caracterizó el siglo
ticos. Pero ha revelado, también, XIX. Escalar el monte Everest, llegar
el vigor de la continuidad cultural al punto más alto del Kilimanjaro,
a pesar de ello. Ambos hechos nos a los fríos polos, etcétera, fueron
proponen crear modelos de desa- algunos ejemplos que, fuera de la
rrollo que no estén reñidos con región, se emprendieron en particu-
la continuidad cultural sino que, lar por los ingleses.
basados en ella, le den sentido y
5 Recuérdese los proyectos comunita-
posibilidad a la continuidad políti-
rios de Juan de Zumárraga y Vasco
ca... // Pues si algo ha revelado la
de Quiroga, influidos por la obra de
crisis actual, es que mientras los Tomás Moro, Utopía. Igualmente,
modelos políticos y socioeconómi- las Misiones emprendidas por los
cos se han derrumbado uno tras jesuitas en América de Sur.

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