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FOTOGRAFFITI

“Hay que tener el cuerpo derecho, un poco vuelto y libre del lado izquierdo, y un tanto inclinado hacia delante, de suerte que
estando apoyado el codo sobre la mesa, la barbilla pueda apoyarse en el puño, a menos que el alcance de la vista no lo permita; la
pierna izquierda debe estar un poco más delante bajo la mesa que la derecha. Hay que dejar una distancia de dos dedos entre el
cuerpo y la mesa; porque no solo se escribe con más rapidez, sino que nada hay más perjudicial para la salud como contraer el
hábito de apoyar el estómago contra la mesa; la parte del brazo izquierdo desde el codo hasta la mano, debe estar colocado sobre
la mesa. El brazo derecho ha de estar alejado del cuerpo unos tres dedos, y sobresalir casi cinco dedos de la mesa, sobre la cual
debe apoyarse ligeramente. El maestro hará conocer a los escolares la postura que deben adoptar para escribir y la corregirá, ya
sea por señas o de otro modo, cuando se aparten de ella”1. Si de La Salle ya en el siglo XVIII proponía un único método para el
aprendizaje de la escritura, hoy en día –tres siglos después- la educación escolarizada procede con los mismos criterios y
parámetros, tanto en el contexto latinoamericano cuanto a nivel mundial. Pero, ¿qué acontece cuando es el propio maestro quien
determina nuevas formas de comunicarse a través de grafías auto aprendidas? ¿Qué, cuando a manera de un retorno a la norma, es el
mismo maestro, ahora artista, que decide moverse dentro de los parámetros establecidos por el mercado del arte y el sistema obra-
galería? A excepción de experiencias como las de José Carlos Martinat (Lima, 1974) con las serie ‘Pintas’ (2009-2011), ‘Ejercicios
Superficiales’ (2010-2013) y ‘Monumentos Vandalizables’ (2009-2010)2, no hay evidencia ni hábito de la comunión entre la pintura
con spray en el espacio público y el espacio de la galería, o del museo, en el Perú.

El proyecto ‘Fofograffiti’ de Sergio Martínez se coloca en un intersticio interesante porque es una intersección entre
conceptualización y forma. El artista asume su rol de educador –todo verdadero artista lo encarna, aunque cuando no lo declare- al
proponer tres series de fotografías realizadas con cámaras analógicas desechables y réflex y manipuladas con el uso de la tinta spray
o marcadores y/o por el acoplamiento de dos o tres negativos durante el proceso de escaneo digital en alta resolución. Las
manipulaciones se refieren a la superposición de tags3 en paredes ubicadas en el espacio público, aunque no accesibles por razón de
las normativas que defienden el patrimonio arquitectónico o por el carácter de poder simbólico que estas representan (la Escuela
Nacional de Bellas Artes, el Congreso de la República, el Museo de Arte de Lima); en el primer grupo de imágenes la aplicación de
la tinta spray es directa al negativo fotográfico (celuloide); en el segundo se sobreponen negativos donde aparecen tags desde la
calle con otros en los que se muestran paredes vacías; la última serie son imágenes fotografiadas directamente de la realidad, de
muros, carros u otros soportes, pintados con spray.
Abre la exhibición ‘s/t’, cortometraje realizado por el autor en el año 2017, resultado audiovisual de un proceso conflictivo con el
propio equipo de producción del documental, con relación al significado de espacio público y espacio privado desde la mirada de
quienes están relacionados con el arte, sea ello como creadores o como espectadores. Es cedido un espacio privilegiado de la galería
a un gran mural fotográfico que retrata la fachada de la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú; el artista
sugiere al espectador taggearla metiendo a disposición de los visitantes pintura spray. A manera de cierre, un objet trouvé, la
pizarra, que se convierte en un simulacro del lienzo blanco, aunque vulnerado por la vandalización de un grupo de graffiteros -¿se
les debería decir artistas?- que lo han pintado en los mismos salones de clase de la Escuela de Bellas Artes, donde cada día se
imparte la enseñanza del arte y la enseñanza de la práctica docente, por cierto bajo las normas y limitaciones dictadas por el docente
de turno.

Si el artista acude a la ficción pintando muros en un universo representativo y eterno -la fotografía- mas no en el mundo concreto y
efímero -la realidad-, es porque sucumbe a la que podríamos llamar, con Foucault, la disciplina: “A estos métodos que permiten el
control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de
docilidad-utilidad, es a lo que se puede llamar las ‘disciplinas’ 4”; es importante aquí mencionar que entre las instituciones
disciplinarias, continuando con Foucault, se encuentra precisamente la escuela -junto con el hospital, la prisión, el cuartel, el
orfanato y, por añadidura, el museo- por lo que en ‘Fotograffiti’ la labor pedagógica y la labor artística se acoplan, tal como los
negativos en celuloide, creando un escape a la norma disciplinaria (aunque sin nunca violarla, ni en la escuela ni en el sistema del
mercado del arte) como resultado de la integración de la tecnología con los lenguajes más tradicionales del arte.

Viola Varotto
1
De La Salle, J.B. (1706) ‘Conduite des Écoles chrétiennes’. Paris: Moronval.
2
En ‘Pintas’ y ‘Ejercicios Superficiales’ Martinat extrae y se apropia de pintas de carácter propagandísticos o graffiti sobre vidrios que se encuentran en el espacio público, para
resignificarlos en el espacio galerístico. Por otro lado con ‘Monumentos Vandalizables’ reconstruye maquetas en escala de edificios relacionados con el poder (en Brasil, Perú y México)
para que el público los vandalice con el uso de spray puestos a su disposición en el museo.
3
Tag, del inglés “logo”, es la firma de un autor de graffiti.
4
Foucault, Michel (1976). ‘Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión’. Buenos Aires: Siglo XXI.

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