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Doctorado en Ciencias de la Educación

Análisis del comportamiento humano

Adriana Díaz Hernández


Mdco18914

Ensayo: Familia, sociedad y cultura


Parcial/Módulo # 2: Factores sociales

Adrián Abrego Ramírez

30/06/2018

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Escuela y familia, promotores de resiliencia
Epígrafe
“Actualmente, somos el único mamífero que no les da a sus pequeños los códigos para
vivir en sociedad. Como si el hecho de nacer de un hombre y una mujer fuera suficiente
para hacer de nosotros un ser humano. No… la humanización se construye. Pensemos
que es suficiente amar, pero no lo es. Hay que amar… bien”
Catherine Dolto, 2005.

Introducción

La familia constituye el núcleo de una sociedad, es la primera fuente de conocimiento y


valores para el niño, en ella se consolidan lasos afectivos y se dan los primeros pasos
para la formación integral de los individuos. Sin embargo, al interactuar en sociedad y
hacer parte de una cultura surgen conflictos que muchas veces permanecen en el
corazón, siendo incapaces de ponernos en el lugar del otro y mantener un diálogo sincero
y respetuoso.

Desarrollo

La convivencia es un camino largo y complejo que inicia en la familia, es


complementada por la escuela y la sociedad. Tal como lo afirma Castro (2017), “saber
encontrarse con el otro es un arte que cada vez necesita de más aprendices, sin embargo
pocos se perciben de la necesidad de aprenderlo y faltan artesanos que deseen
enseñarlo” (p.12), desde mi rol como docente observo que mis estudiantes están
aprendiendo en un mundo en el que la violencia y las familias disfuncionales integran una
cultura machista, en la que el papel de la mujer es relegado a las funciones del hogar y
sus hijos toman estos patrones de conducta como estereotipo, dejando de lado un
proyecto de vida que les permite la autorrealización personal.
Como escenario opuesto a lo anterior, es importante entender la convivencia

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escolar como la coexistencia de los distintos miembros de la comunidad educativa, los
cuales se vinculan durante el proceso de formación de sus hijos. De esta manera, como
docentes tenemos una tarea compleja pues cada individuo cuenta con una cultura y un
clima social al cual deben adecuarse, en el que puede surgir empatía o conflicto.
Al respecto comparto el postulado de Castro (2017), “sólo cuando exista
coherencia entre los valores educativos que propone la escuela, los que desarrolla la
familia y los presentes en la sociedad, los alumnos asumirán como justas las normas
establecidas. (p. 16). Por ejemplo, si la escuela educa al niño sobre la importancia de la
verdad, pero la familia y la sociedad le enseñan que mentir es una opción para conseguir
lo que se desea en una cultura basada en la ideología: el fin justifica los medios.
Seguramente, el estudiante entrará en conflicto y la labor de la escuela será desplazada
a un segundo plano.
Es necesario que la relación familia y escuela, sea constante y activa, su
articulación con la educación escolar permitirá consolidar bases morales y éticas que
ayudaran al estudiante en el momento de confrontarlas con la sociedad y la cultura.
Lamentablemente, en el sector rural es complejo como docentes garantizar la
vinculación de la escuela con la familia, pues la mayoría de los padres enfrentan
situaciones como el analfabetismo, desempleo, alcoholismo, ausencia de materiales
tecnológicos y disponibilidad de tiempo para acudir a escuelas de padres o convivencias;
pues ello implica perder el aporte económico de un día de jornal. Sin embargo, la escuela
se ha apoyado de celebraciones importantes dentro de la comunidad como: fiesta de la
familia, san Isidro Labrador, campeonatos de fútbol Inter veredal y cumpleaños del
colegio, para realizar procesos de sensibilización en valores y establecimiento de
compromisos por partes de sus padres en el acompañamiento del proceso académico de
sus hijos.
Otro factor que incide en la consolidación de la conducta de los estudiantes es el
contexto, escenarios en donde abunda la delincuencia, la violencia y las drogas; produce
un impacto negativo en el rendimiento académico, aumentando la deserción escolar, los
problemas académicos.
De acuerdo con lo anterior, hoy la escuela tiene el reto de formar individuos
competentes emocionalmente, tanto en lo personal como en lo social. Para ello, necesita
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del apoyo de la familia, siendo la primera infancia la etapa en la cual el niño adquiere
valores y los consolida. Aprendiendo reglas de la vida en sociedad, siendo tolerante con
otros individuos, aprendiendo cómo sobrellevar las dificultades y controlar las emociones.
Como docente de primaria, en el sector rural direcciono el proceso de enseñanza
en la formación de niños capaces de empatizar, compartir, cooperar, resolver conflictos,
escuchar y dialogar. A pesar de que la comunidad en la que me encuentro se caracteriza
por la violencia intrafamiliar y abandono de padre o madre del hogar, lo que origina en
los pequeños comportamientos agresivos y bajo rendimiento académico. De ahí que
Cyrulnik (2006), considere:
“El fracaso de los niños maltratados esta determinado por las construcciones
sociales alrededor de ellos (estereotipos y representaciones negativas que los
predisponen al fracaso y los condenan a la marginalidad social), y que un ambiente
estimulante y las relacione adecuadas pueden ayudar, incluso a revertir los daños
sufridos por un cerebro afectado por la violencia” (p.33)
Para la escuela, no es sencillo abordar este tipo de situaciones. Crecer en una
familia en el que la madre es objeto de abusos, la función social de la mujer es la crianza
de los hijos y el cuidado del hogar, el hombre es el que toma las decisiones y tiene el
poder y control sobre el resto de los miembros de la familia que deben obedecerle y la
agresión física y verbal como pareja predominan diariamente. Ante este panorama, es
evidente que este tipo de maltrato se extiende a los hijos, afectando negativamente su
bienestar y desarrollo con secuelas a corto y largo plazo, llegando incluso a transmitirse
de generación en generación.
Retomo el planteamiento de Miller (2012), “la infancia no es sólo una etapa de la
vida, es la base de toda nuestra vida, uno no puede librarse de ella, pero sí puede
integrarla, ser consciente de cómo transcurrió. Es necesario hacerlo para evitar más
enfermedades y sufrimientos” (p. 41). En la actualidad, gracias a la ley de derechos
humanos se protege a las esposas que son maltratadas por su conyugue, no está
permitido tener esclavos o golpear a alguien que acaba de robarnos. Lo único que si se
“permite” es maltratar a un niño indefenso y a eso llamarle “disciplina”.

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Conclusión

En conclusión, ser padres no significa engendrar. Se requieren competencias y


habilidades que les permitan afrontar de manera flexible este hermoso arte que no solo
consiste en comprender el desarrollo de sus hijos, sino favorecer su resiliencia. A través,
del ejemplo y la auto realización personal. Permitiéndoles interactuar en una sociedad en
constante transformación, conformada por individuos de diversas culturas y con múltiples
situaciones adversas, en las que gracias a la autoridad afectiva se promueve la libertad
dentro de ciertos límites, en los que expresan sus pensamientos y sentimientos. De esta
manera, Isaacs (1980), afirma: “no debe entenderse la familia como una fábrica de
comportamientos. Los comportamientos deben ser consecuencia de convicciones
profundas. La unidad de la familia está en que todos los miembros compartan y respeten
una serie de valores” (p.61). En consecuencia, la familia se construye mutuamente, en
ella se dan los primeros pasos para interactuar en sociedad, aprender a convivir y
controlar las emociones. Los valores y principios juegan un papel muy importante pues
le permiten conservar su personalidad e identidad al relacionarse con otras culturas.
Desde mi rol como docente, es importante formar a los estudiantes en estrategias
pacificas para la resolución de conflictos y prevención de violencia; involucrando a toda
la comunidad educativa. Potenciando y desarrollando habilidades para la vida, integrando
a la familia para que pueda reflexionar sobre la importancia de mejorar la convivencia y
ayudar a sus hijos en la resiliencia.

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Bibliografía

Candamil Pineda, E. M., & Grajales S., G. M. (1998). Comportamiento Humano, familia,
sociedad y cultura como determinantes del individuo. Santiago de Cali: Universidad del
Valle, Sistema institucional de educación desescolarizada.

Castro Santander, (2017). Gestión escolar del maltrato y el abuso infantile. Familia,
escuela y entorno. Editorial Homo Sapiens. Argentina

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