El artículo 7 de la constitución política de la república exige a los funcionarios
públicos y a los órganos de la administración del estado desempeñar su labor en armonía con las atribuciones y límites que la ley establece, cualquier acto administrativo que no obedezca a este imperativo resulta nulo y se aplicarán sanciones adicionales si corresponde. La norma contenida en este artículo da origen a una figura jurídica denominada "principio de juridicidad"
El principio de juridicidad es uno de los pilares elementales que sustentan al
derecho administrativo, tiene por objeto subyugar todo acto administrativo al rigor de la ley en pos de generar seguridad jurídica (en principio, todo acto administrativo debe estar contenido o ser permitido por ley). Sin embargo, en la práctica, la aplicación del principio de juridicidad no es absoluta y admite excepciones.
Se justifica una restricción al principio de juridicidad en aquellos casos que su
aplicación a la gestión administrativa derive en un resultado desfavorable al fin último del derecho administrativo, o sea, se haga valer en desmedro de la satisfacción del interés general. Resulta lógico en todo sistema coherente que al colisionar directamente una condición aparentemente necesaria con el fin, se debe optar por la conservación de éste último, de lo contrario la condición no es viable.
La excepción al principio de juridicidad se manifiesta de dos formas:
La urgencia o necesidad: Se genera cuando ocurre una situación excepcional y se
hace necesario actuar fuera del marco de la ley o incluso en contra de la ella con el fin de evitar un perjuicio al bienestar público. Sus condiciones son las siguientes:
1. Debe salvaguardar bienes jurídicos de interés público como la seguridad,
salubridad o el orden público
2. Existe la necesidad de actuar fuera del marco legal
3. Existe peligro inminente de resultar dañados los bienes jurídicos esenciales
Las potestades discrecionales: La administración pública se enfrenta a un número
infinito de situaciones imposibles de precaver, y por lo tanto, no reguladas expresamente. En este caso, la administración pública tiene la facultad de proceder de entre sus opciones en la que resulte más afín con los principios que inspiran la filosofía del derecho administrativo: promover, resguardar y satisfacer el interés general. En principio, el derecho privado (civil) se rige por el principio de prohibición, todo aquello que no está prohibido está permitido. Por el contrario, el derecho público, y dentro de este el administrativo se rige por el principio de juridicidad administrativa consagrados en el artículo 6 y 7 de la CPR y art. 2 de la ley 18.575, la ley debe autorizar expresamente al órgano llamado a ejercer la administración del estado.
No es susceptible de nulidad pública una vulneración a la norma como tal, solo se
puede impugnar por esta vía una actuación administrativa que vulnere los requisitos establecidos en el artículo 7 de la CPR para los actos administrativos, a saber: actuar sin previa envestidura, fuera de su competencia y exceder las atribuciones que el ordenamiento jurídico les confiere. En adición, los actos de la administración gozan de una presunción de legalidad, en el evento de ser inconstitucionales debe alegarse su inconstitucionalidad por vía regular (TC)
-Diferencia entre principio de legalidad y juridicidad- Si decimos legalidad podría
entenderse como el respeto debido a la norma en específico, el contenido de una norma jurídica positiva (prescripción) y su fuerza vinculante. La juridicidad implica una observación holística -global- al ordenamiento jurídico, no basta con respetar la norma particular sino en última instancia proceder del modo que resulten satisfechos los objetivos que el legislador ha tenido en mente al momento de configurar todo el ordenamiento jurídico.
En resumen, el principio de juridicidad está consagrado en los artículos 6 y 7 de la
CPR y en el artículo 2 de la ley 18.575 sobre estatuto administrativo: Los órganos de la administración y los funcionarios públicos deben actuar en la medida que la ley los habilita a actuar y dentro del marco que ella establece. El principio de juridicidad es de suma importancia y es obligatorio (se refuerza esta idea con la supremacía constitucional). Genera una especie de doctrina de la cual -se podría decir- emergen una serie de subprincipios dirigidos al alcance del fin último del derecho administrativo (satisfacción del interés general).
No se debe interpretar al principio de juridicidad como el respeto y cumplimiento
irrestricto a lo que ordena la ley. Se debe interpretar como un ideal que rige al derecho administrativo: los actos administrativos son fieles al ordenamiento jurídico que aboga por el interés público. Sugerencia jurisprudencia -recurso de casación en el fondo / nulidad de derecho público-