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ESCULTURAS DEL
EN CHICLAYO
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TEMA :
PASEO LAS MUSAS
ARÉA :
CIENCIAS SOCIALES I
DOCENTE :
Herminio
INTEGRANTES :
Balcázar Paiva Donald Larry
Santa Cruz Neyra Evelin C.
Tantarico Flores Héctor David
Valencia Mori Arni José B.
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En la misma ciudad de Chiclayo, en el
departamento de Lambayeque, y a pocas
cuadras de su plaza central encontramos un
corredor turístico al que llaman Paseo Las
Musas. Se encuentra adornado de jardines
con bellas flores y cuyo principal atractivo es
un monumento de rotondas ornamentadas
con esculturas helénicas.
El paseo de las Musas se encuentra entre las avenidas Garcilaso de la Vega y Balta sur.
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Cuando se llega al Paseo Las Musas, se observa primero un portal que es
sostenido por cuatro Cariátides de aproximadamente cinco metros de altura,
sobre la cual está el lema “Heroica Ciudad de Chiclayo”, un título que se le fue
dado a los pobladores que defendieron los intereses patrios durante la guerra
del pacífico.
Uno de los salones de actos más conocidos del Palacio Nacional Dominicano
lleva el nombre de Las Cariátides, puesto que alterna columnas de mármol
blanco y hermosas cariátides semidesnudas.
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Atenea junto a las musas, de
Frans Floris (c.1560).
Clío Calíope
Talía Terpsícore
Erato Melpómene.
Euterpe Urania
Polimnia
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(Κλειώ, „la que ofrece gloria‟) musa
de la Historia (epopeya).
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(Πολυμνία, „la de muchos
himnos‟); musa de los cantos
sagrados y la poesía sacra
(himnos).
Se representaba vestida de
blanco.
Según Ripa, quien cita a
Hesíodo, el nombre de Polimnia
«está compuesto de la
palabra poly y la palabra mnia,
que juntas significan abundante
memoria», y la considera por
ello la Musa que preside la
Retórica, pues recuerda todos
los recursos de la lengua para
persuadir.
Sin embargo, parece mucho
más verosímil que esté
compuesto de polýs, „mucho‟,
y hýmnos, „himno, canto de
alabanza a Dios o a los dioses‟,
y así signifique „muchos
himnos‟; por ello Polimnia está
considerada la Musa que inspira
los cantos sagrados.
La
palabra hýmnos significa
también „canto nupcial‟;
de aquí su relación con
Himeneo, el dios que
preside los cortejos
nupciales. Basándose
probablemente en esta
etimología, Platón la
considera la madre del
amor terrestre.
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(Μελπομένη, „la melodiosa‟);
musa de la tragedia. La
tragedia como difícil arte que
despierta el ingenio y la
imaginación. se la representa
ricamente vestida y portando
una máscara trágica como su
principal atributo
Posteriormente se la identificó
con la Musa que preside el
arte de la tragedia. De esta
idea parte Ripa cuando
explica que se representa a
Melpómene «grave de ropas y
maneras por su
correspondencia con el objeto
mismo de la Tragedia,
que trata de una acción
preclara y conocida por
medio de la Historia o
de la Fama.
La misma gravedad se
la atribuye Ovidio
cuando dice: “La
Tragedia vence en
gravedad a toda clase
de escritos.”»
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(Θάλεια o Θαλία, „la festiva‟);
musa de la comedia y de la
poesía bucólica. Presidía los
banquetes y otras festividades,
otorgando dones de abundancia.
Se relaciona con la raíz thállo-,
que en griego quiere decir
„florecer, reverdecer, llenarse de
hojas o frutos‟; por ello en la
lámina la vemos en un campo,
con árboles frondosos y junto a
un arroyo. Se atribuye a Talía un
temperamento húmedo, por lo
que su inclinación natural la hace
lasciva y variable.
Se la considera la Musa que
preside el arte de la comedia,
como lo afirma Virgilio: «La
cómica Talía se alegra con la
lasciva charla.» Existe una
relación misteriosa entre la risa,
propia de la comedia, y el
nombre de Talía, que, como
hemos dicho, significa
„reverdecer‟. Sobre esta relación
escribe E. d‟Hooghvorst: «Esta
Musa de la comedia representa
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(Ευτέρπη, „la muy placentera‟);
musa de la música, especialmente
del arte de tocar la flauta.
Se representaba coronada de
flores.
Era el arte de la
armonía, y por ello
escribe Virgilio:
«Euterpe apremia la
flauta con armoniosos
soplos.» Al fondo, al
otro lado de la lámina,
se puede ver un árbol
seco, que no ha
conocido los favores de
las Musas.
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(Τερψιχόρη, „la que deleita en la
danza‟); musa de la danza y
poesía coral.
Terpsícore, Terpsikhóra,
significa „aquella que ama la
danza‟, término formado por el
verbo térpo-, „amar‟, „encontrar
placer en‟, ykhorós, „coro de
danza‟, „personajes de la
danza‟. Sobre su cabeza se
observan tres astros, pues éstos
danzan por las regiones del
universo, siguiendo la música
de las Musas, y en especial de
Terpsícore.
Pitágoras enseñaba
que al moverse los
cuerpos celestes
generaban unas voces
que se correspondían en
armónica concordancia,
y que esta música
celeste era la causa de
que el mundo se
sustentara, dándole
peso, número y medida.
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(Καλλιόπη, „la de la bella voz‟);
musa de la elocuencia, belleza y
poesía épica o heroica (canción
narrativa), representada con una
corona de laurel y portando una
lira.
En algunas representaciones
aparece sosteniendo con la
diestra tres libros, la Odisea,
la Ilíada y la Eneida, los grandes
poemas heroicos de la
tradición clásica.
Homero escribió sobre
Calíope: «La Musa
inspiró al aedo que
cantase las hazañas de
héroes, de una acción
cuya fama llegó por
entonces al cielo
anchuroso.»
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Erató
(Ἐρατώ, „la amorosa‟); musa de
la poesía lírica-amorosa
(canción amatoria).
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(Ουρανία, „la celestial‟); musa de la
astronomía, poesía didáctica y las
ciencias exactas.
Se la representa portando un globo
terráqueo, que mide con un compás.
Urania es la Musa del cielo, ya que
éste es el significado de su nombre,
del griego ouránios, „del cielo‟,
„celeste‟ en su primer sentido; en el
segundo significa „que eleva, que
lanza hacia el cielo‟.
Este doble sentido etimológico es el
que recoge Ripa al definir a esta
Musa: «La Musa de la que tratamos
es llamada Celeste por los Latinos,
pues Urano es lo mismo que el
Cielo. Y aún sostienen algunos que
recibe este nombre porque eleva
hasta el Cielo a los hombres más
doctos.» Urania acompaña el alma
del artista hacia su origen y así lo
diviniza, llevándolo al apoteosis, en
el sentido propio del término
griego: apó y théo-sis, „acción de
divinizar, deificación‟ (…)
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Las Musas con Apolo, por Peruzzi.
El poder que se les atribuye con más frecuencia es el de traer a la mente del poeta
mortal los sucesos que ha de relatar, así como otorgarle el don del canto y darle
elegancia a lo que recita. No hay razón para dudar de que los poetas más antiguos
eran sinceros en su invocación a las Musas y que realmente se creían inspirados por
ellas, pero en épocas posteriores, al igual que en la actualidad, tal invocación es una
mera imitación. (Véase «Funciones en la literatura» más adelante).
Al ser diosas del canto, están naturalmente relacionadas con Apolo, el dios de la lira,
quien también instruía a los bardos y era mencionado junto a ellas incluso por
Homero. En épocas posteriores Apolo es situado en muy estrecha relación con ellas,
pues se le describe como jefe del coro de las Musas con el epíteto Musageta
(Μοσζαγέηης).
Otra característica más de las Musas es su poder profético, que les pertenece en
parte porque eran consideradas como ninfas inspiradoras y en parte por su relación
con Apolo, el dios profético de Delfos. De ahí que instruyeran, por ejemplo, a Aristeo
en el arte de la profecía.
Como los poetas y los bardos obtenían su poder de las Musas, y aunque la idea más
general es que, como las demás ninfas, eran divinidades virginales, algunos eran con
frecuencia llamados sus discípulos o hijos:
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Lino es llamado hijo de Anfímaro y Urania, o de Apolo y Calíope, o de
Terpsícore;
Tamiris, de Erato.
Aunque las musas no tienen ciclo legendario propio, sí se les atribuyen algunos mitos
menores:
Marsias era un pastor frigio (en otras versiones, un sátiro) que desafió a Apolo
a un concurso de música. Había encontrado un aulos inventado por Atenea
que ésta había tirado porque le hacía hinchar sus mejillas. Apolo tocó su lira y
Marsias esta flauta, y ambos lo hicieron tan bien que ni Midas, al que habían
invitado como juez, ni las Musas pudieron decretar un vencedor. Entonces
Apolo retó a Marsias a tocar el instrumento del revés: él giró su lira y tocó, pero
el aulos no podía tocarse del revés. Entonces las Musas declararon vencedor a
Apolo, pero Midas objetó contra este veredicto. Las Musas estaban en mayoría
y se negaron a ceder. Apolo, para castigar a Marsias por su soberbia y audacia
al retar a un dios, le ató a un árbol y lo desolló vivo, dando su sangre origen al
río Marsias (en otras versiones, los faunos, los sátiros y las dríades le lloraron
tanto que fueron sus lágrimas las que engendraron el río). Seguidamente tocó
la cabeza de Midas, y las orejas de éste crecieron hasta ser como las de un
burro.
Las Piérides eran nueve doncellas hijas del rey Píero de Pieria, en Tracia, muy
hábiles en el arte del canto que, orgullosas de su talento, desafiaron a las
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Musas. Las ninfas del Parnaso fueron nombradas como jueces, y como era de
esperar fallaron a favor de las Musas. Estas castigaron a las Piérides
transformándolas en urracas, tornando así sus voces en graznidos.
Tras ser asesinado por Dioniso, las Musas recogieron los trozos del cadáver de
Orfeo, hijo de Calíope, y los enterraron al pie del sagrado monte Olimpo, donde
se dice desde entonces que los ruiseñores cantan con más dulzura que en
ningún otro lugar.
Las Sirenas, que igualmente se atrevieron a competir con ellas, fueron privadas
de las plumas de sus alas, que las propias Musas se pusieron como adorno.
Las Musas eran por tanto las personificaciones y las patrocinadoras de las
representaciones de discursos en verso o mousike (de donde proviene «música»),
„arte de las Musas‟. En el periodo arcaico, antes de que los libros estuviesen
ampliamente disponibles, esto incluía casi todas las formas de enseñanza: el primer
libro griego de astronomía, por Tales, estaba escrito en hexámetros dactílicos, igual
que muchas otras obras de la filosofíapresocrática. Tanto Platón con los pitagóricos
incluían explícitamente la filosofía como un subgénero de mousike. Heródoto, cuyo
principal medio de expresión era la recitación pública, llamó a cada uno de los nueve
libros de sus Historias con el nombre de una musa diferente.
Para el poeta y legislador Solón, las Musas era «la clave de la buena vida», pues
traían tanto la prosperidad como la amistad. Solón buscó la perpetuación de sus
reformas políticas a través del establecimiento de la declamación de su poesía
(completada con invocaciones a sus Musas prácticas) por parte de chicos atenienses
en los festivales de cada año.
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el autor no era más que la voz. Originalmente la invocación a las musas era una
indicación de que el orador se movía en la tradición poética, de acuerdo a las
fórmulas establecidas.
Comencemos nuestro canto por las Musas Heliconíadas, que habitan la montaña
grande y divina del Helicón, donde forman bellos y deliciosos coros en la cumbre,
lanzando al viento su maravillosa voz, con himnos a Zeus, portador de la égida, a
Hera, a Atenea, a Apolo, a Artemisa, a Poseidón,a Afrodita, y a la restante estirpe
sagrada de sempiternos inmortales. Este mensaje a mi, en primer lugar, me dirigieron
las diosas, las Musas Olímpicas, hijas nacidas del poderoso Zeus: Clío, Euterpe,
Talía, Melpóneme, Terpsícore, Erato, Polimnia, Urania y Calíope (...) ¡Tan sagrado es
el don de las Musas para los hombres! ¡Salud, hijas de Zeus! Otorgadme el hechizo
de vuestro canto.
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estaba de igual forma consagrado a ellas, con la fuente de Castalia, cerca de la cual
tenían un templo, y la cueva Coricia, por las que eran a veces llamadas Castálidas,
Corícideso Coricianas.
Desde Beocia, que se convirtió por tanto en el centro de adoración de las nueve
Musas, se extendió más tarde en las regiones adyacentes y más distantes de Grecia.
Por esto se encuentra un templo de las Musas en la Academia de Atenas; se les
ofrecían sacrificios en Esparta antes de ir a la batalla; en Trecén, donde su culto fue
introducido por Ardalo, se les ofrecían sacrificios junto con Hipnos, el dios del sueño;
en Corinto tenían consagrada la fuente Pirene, la fuente de Pegaso; en Roma tenían
un altar en común con Hércules, quien también era considerado un Musageta, y
poseían un templo en Ambracia adornado con sus estatuas.
La adoración a las Musas solía estar también relacionado con el culto heroico de
poetas: tanto la tumba de Arquíloco en Paros como las de Hesíodo y Tamiris en
Beocia albergaban festivales en los que las declamaciones poéticas eran
acompañadas de sacrificios a las Musas.
Los sacrificios que se les ofrecían consistían en libaciones de agua o leche y de miel.
Las diversos epítetos con las que eran designadas por los poetas proceden en su
mayor parte de los lugares que les estaban consagrados o en los que eran adoradas,
aunque algunos aluden a la dulzura de sus canciones.
Cuando Pitágoras llegó a Crotona, su primer consejo a los crotonienses fue construir
un altar a las Musas en el centro de la ciudad, para impulsar la armonía cívica y el
aprendizaje.
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Otras versiones afirmaban que eran hijas:
De Píero y una ninfa pimplea (por lo que a veces se les llama Pimpleas o
Pimpleides) a la que Cicerón llama Antíope;
De Apolo;
De Zeus y Plusia;
De Zeus y Moneta, probablemente una simple traducción de Mnemósine o
Mneme, de donde son llamadas Mnemónides;
De Éter y Gea.
Se considera a Eufeme nodriza de las Musas y al pie del monte Helicón su
estatua aparecía junto a la de Lino.
En las obras de arte más antiguas se encuentran sólo tres Musas y sus atributos son
instrumentos musicales, tales como la flauta, la lira o el barbitos.
En el arte romano, renacentista y neoclásico, cada una de las nueve Musas recibían al
ser representadas en esculturas o pinturas atributos y actitudes diferentes, en función
de la disciplina artística o científica con la que eran asociadas, lo que permitía
distinguirlas:
En algunas representaciones las Musas aparecen con plumas sobre sus cabezas,
aludiendo a la competición con las Sirenas. También aparecían en ocasiones
acompañadas de Apolo.
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Feliz aquel a quien aman las musas. Dulce fluye de su
boca la palabra.
¡Salve, hijas de Zeus, y honrad mi canto, que yo me
acordaré de otro canto y de vosotras!
(Himno Homérico a las Musas y a Apolo)
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