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Suarez Rosana Emilia y otro c/ Maidana Ricardo Armando
G., M. A. c/ P., J. R -
L. M. V. F. E. y otro c/ D. L. F. D. A. Z.
C. E. y otro c/ B., E.
Sumario
Doctrina
I
Introducción
Adviértase que la Convención sobre los Derechos del Niño, con jerarquía constitucional en
la Argentina (art. 75, inc. 22, CN), establece en el art. 8º, inc. 1º, la obligación de los
Estados Partes a respetar el derecho del niño a preservar su identidad, incluidos la
nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares. A su vez, el inc. 2º -del mismo artículo-
preceptúa que Cuando un niño sea privado ilegalmente de algunos de los elementos de su
identidad o de todos ellos, los Estados Partes deberán prestar la asistencia y protección
apropiadas con miras a restablecer rápidamente su identidad.
II
Tal vez la gran transformación tiene su inicio en 1853, cuando GREGORIO MENDEL lleva
a cabo sus experimentos que lo llevarían después a enunciar las conocidas leyes de la
herencia o leyes de segregación mendeliana, y que vendrían a marcar el comienzo de la
genética moderna. En efecto, a partir de aquí continúan los progresos científicos hasta que,
en 1930, se lograron desarrollar técnicas de laboratorio confiables que permitieron aplicar
-para la determinación de las diferencias entre persona y persona- los clásicos estudios de
los grupos sanguíneos ABO (sistema de los antígenos eritrocitarios), que habían sido
descubiertos casi tres décadas atrás. Este método, que configuró un indudable avance, tuvo
la ventaja de que permitió en muchos supuestos descartar la filiación, pues se podía llegar a
demostrar la existencia de una incompatibilidad absoluta entre los sujetos sometidos a la
prueba. Pero al mismo tiempo exhibió sus limitaciones: en el caso de probarse la
compatibilidad, no alcanzaba sin embargo a afirmar con certeza la existencia positiva del
vínculo biológico. En suma, como lo sostuvo la doctrina y la jurisprudencia, no
constituyeron medios probatorios decisivos(5).
Los ámbitos judiciales, desde el año 1952, comienzan a conmocionarse cuando se descubren
los antígenos de histocompatibilidad HLA. La aplicación de esta técnica abrió paso no sólo
a negar el vínculo sanguíneo investigado (exclusión), sino a que se probara su existencia;
esto es, la inclusión con un muy alto porcentaje de probabilidad; tal como fue destacado por
los autores y en diversos pronunciamientos(6). Veinte años después -allá por 1970- acontece
otro rotundo avance científico: resultó factible conocer de manera cabal cuál era la
información genética del sujeto, tras el desarrollo de los métodos para secuenciar el ADN;
también denominado DNA en la literatura inglesa(7).
En los últimos años, las pruebas de HLA fueron superadas por los métodos de ADN, que es
más específico, suministra una información más completa y evidencias biológicas más
confiables y valiosas. Por otro lado, no requiere necesariamente la extracción de sangre ni
necesita células vivas para su estudio; y su mayor sensibilidad diagnóstica y potencia
resolutiva permite la determinación del vínculo genético cuando el padre alegado es
consanguíneo de la madre del niño (casos de relaciones incestuosas) o en las hipótesis, por
ejemplo, en que se discute entre dos hermanos la paternidad o maternidad; o cuando se tiene
la necesidad de vincular a generaciones discontinuas (abuelos-nietos) o, en fin, en los casos
en que es indispensable la reconstrucción genética de personas fallecidas. De todas maneras,
a los estudios de HLA hoy no se los considera suficientes, si no se los complementa con
otras técnicas; sobre todo a partir del informe del FBI (Federal Bureau of Investigation)
mediante el cual se demostró que el 33% de las inclusiones (determinación positiva de la
paternidad) por el método de HLA, fueron excluidas por el sistema de ADN(8).
III
De lo expuesto surge que las muestras para la tipificación del ADN pueden provenir de
cualquier tejido de nuestro cuerpo, como ser el pelo, huesos, saliva, esperma, piel, órganos,
etcétera. Ya no es necesaria la punción venosa para extraer sangre, y el método que se va
imponiendo es la determinación del ADN por hisopado de la mucosa bucal, que permite
obtener miles de células mediante un suave raspado -de escasos minutos- de la parte interna
de la mejilla. La obtención de la prueba, entonces, es mucho menos invasiva para el cuerpo
de la persona -al no requerir la utilización de agujas- por lo que el procedimiento ya no
puede calificarse de traumático(10).
Obtenida la muestra, y dado que los sujetos tienen en un elevado porcentaje el mismo
código genético, lo que se analiza son las diferencias existentes en la molécula -que se
conocen con el nombre de polimorfismos- y que constituyen la clave de la identificación.
Por lo tanto, no se consideran las áreas monomórficas del ADN que, como su nombre lo
indica, son exactamente iguales en las personas(11).
No obstante, en la oportunidad de comenzar con los estudios del caso, es fundamental tener
presente lo que ya hemos mencionado, o sea que cada individuo tiene dos marcadores
genéticos (o tipo de alelos), que provienen uno de la madre y el otro del padre. En un test de
paternidad, en consecuencia, la primera labor consiste en descartar las bandas que tienen en
común la madre y el hijo; esto es, dejar de lado los marcadores genéticos presentes en éste y
que fueron cedidos por aquélla. Efectuada la mentada operación, ya se sabrá que todas las
restantes bandas (que no están en la madre) necesariamente deben provenir del otro
progenitor; de manera que el segundo paso consiste en verificar este extremo a la luz de las
muestras extraídas del padre alegado. Si el análisis de compatibilidad arroja resultado
negativo -porque los genes en cuestión no se hallan en aquel que se sospecha como padre-
se concluirá que media exclusión; hipótesis en que se darán por finalizados los estudios sin
realizar cálculo estadístico alguno. Ello es así pues se entenderá que media una
imposibilidad fáctica de que exista el vínculo biológico pretendido(12).
En cambio, si se detecta que el niño y el padre alegado son portadores de los mismos
marcadores genéticos -luego del análisis de semejanzas de las regiones polimórficas- lo que
cabe por demostrar es si la coincidencia se debe al azar o, por el contrario, si tiene su
explicación en el origen genético común de los sujetos involucrados. La realización de este
trabajo implicará determinar qué proporción de personas de la misma población del que se
sindica como padre tienen una combinación de patrones de ADN igual a la muestra, para lo
cual se acudirá a las estadísticas y tablas poblacionales adaptadas a la raza y al lugar
geográfico de la investigación. Es precisamente el análisis estadístico el que nos indicará
cuán probable es que dos individuos compartan al azar una determinada secuencia(13).
IV
Los progresos alcanzados por las pruebas genéticas y su aceptación por la comunidad
científica
Los progresos alcanzados por la genética clásica y molecular desencadenaron una verdadera
revolución científica en el campo de la biología y convulsionaron los ambientes médicos y
jurídicos. Si bien se admite que aún no se ha arribado al sistema ideal para definir el perfil
del ADN que logre solucionar con total certeza los casos legales, la tecnología en los tests
de paternidad continúa en una permanente evolución, de tal guisa que -con el correr del
tiempo- se opera un constante perfeccionamiento, tras la incorporación de nuevas técnicas
que instrumentan métodos cada vez más seguros y confiables. En este sentido, verbigracia,
es posible hoy la tipificación del ADN prenatal a partir de embriones de tres días con no más
de doce células; o conseguir con éxito la identificación a pesar de solo contarse con un ADN
muy degradado proveniente de restos humanos. Inclusive, se advertirá que las disputas y
discusiones científicas planteadas en torno a la bondad de estos estudios -a las que luego
haremos referencia- sirvieron sin duda como un verdadero acicate para la obtención de
mejores sistemas que vinieron a solucionar las dificultades y reparos que merecían las
diversas prácticas empleadas(15).
El elevado grado de certeza de las pruebas biológicas las ha convertido, por sus definitorios
tests científicos, en una poderosa arma pericial. Ello hace -aunque ya no se cuenta con su
admisión indiscutida y unánime de los primeros tiempos- que merezcan su aceptación
generalizada por la comunidad científica; al menos en lo que se refiere a las investigaciones
de los patrones de las regiones polimórficas del ADN(16). Bien se dijo al respecto, al
margen de las observaciones que pueda generar la forma de llevarse a cabo la aplicación de
la técnica, que dudar de la validez científica y estadística de estos métodos es como dudar de
la ley de gravedad(17).
La tecnología basada en el ADN es muy compleja, como así también las estadísticas
poblacionales en que se apoyan estas pruebas. Se requiere un sofisticado sistema de
computación matemática y el empleo de técnicas de electrofocalización y electroforesis,
todo lo cual demandará gran esfuerzo técnico. De ahí que resulte fundamental el auxilio de
especialistas de distintas disciplinas: médicos, genetistas, hematólogos, biólogos
moleculares, químicos, matemáticos, etcétera. Uno de los puntos esenciales, precisamente,
serán las mediciones o lecturas de las bandas del ADN que exigirá aplicar un adecuado
sistema de digitalización(18).
Por otra parte, no hay una sola forma de realizar la tipificación del ADN sino varias, lo que
torna a la cuestión más complicada todavía. Tal vez uno de los métodos más aceptados en la
realidad actual para el procesamiento de cualquier muestra biológica es la reacción en
cadena de la polimerasa, técnica que habitualmente se denomina PCR (Polymerase Chain
Reaction). Permite expandir la molécula del ADN y multiplicarla hasta un nivel de estudio y
conservación obteniendo millones de copias iguales. Tiene como gran ventaja la posibilidad
de que, debido a su gran sensibilidad, es factible trabajar con muestras escasas o muy
antiguas y obtener de todos modos resultados confiables y de gran especificidad(19).
Sin embargo, y quizá paradójicamente, esa gran complejidad de los estudios que venimos
mencionando, la diversidad de técnicas y alta sofisticación requerida en la práctica de los
laboratorios -que muchas veces no puede ser cumplida en términos aceptables- llevan de la
mano manejos discrecionales(20) y, con ellos, la falibilidad de los resultados. De este asunto
nos ocuparemos a continuación.
VI
A los fines del referido cálculo bio-matemático, que es sumamente complejo, resulta
necesario confeccionar tablas para cada grupo humano, ya que las características genéticas
suelen variar entre uno y otro; en particular si son de razas diferentes. Asimismo, el
problema se agudiza pues no se está ante elementos inmutables. Por el contrario, las
secuencias de la molécula de ADN están sujetas a incesantes mutaciones, lo que trae
aparejado un cambio en la frecuencia de un alelo. Así, uno muy raro y que no se halle
presente en una población, puede ser introducido en la misma y expandirse, de manera que
tiempo después se convertirá en un marcador relativamente frecuente. Se comprobará
entonces que si no se cuenta con una tabla poblacional fiable, el análisis podría ser errático
ya que la probabilidad de paternidad se atribuye en base a la supuesta rareza de los genes
hallados, y disminuirá sensiblemente con su vulgaridad. En definitiva, una frecuencia génica
erróneamente seleccionada tendrá como consecuencia una cifra de probabilidad que no se
ajustará a la realidad(23).
De lo delineado se desprende que las tablas que se utilicen deben contemplar no solo las
zonas y la población, sino también la variabilidad de la estructura poblacional del caso. Nos
permitimos insistir que el alelo que se considera raro -y que sirve para la determinación del
nexo biológico- lo podrá ser para un lugar, pero no para otro; o para una determinada época,
pero no para otra posterior. Y si el marcador genético que se estimó polimórfico en verdad
no lo es en el supuesto concreto (por las variaciones acontecidas, digamos de orden
temporal o de tipo geográfico), el test quedará invalidado en la medida que se compruebe
que ese mismo marcador estará presente no solo en el padre alegado sino también en otro
conjunto de personas. De ahí que el empleo de frecuencias debidamente adaptadas a la raza,
lugar geográfico y momento de la investigación resulta fundamental para que la pericia no
arroje resultados erróneos(24).
Hoy se admite que las pruebas biológicas han de tener una utilidad muy limitada si no se
aplica el rigor científico en el análisis bioestadístico. Sobre la cuestión, es dudoso que tal
rigor se lleve a cabo, al menos en nuestro país. Se ha denunciado al respecto que los
números estadísticos usados en los cálculos son inconsistentes entre un laboratorio y otro. Y
ello se debe a que se emplean diferentes tablas de frecuencias génicas, lo que determina que
los resultados varíen a tenor de la tabla de frecuencia y análisis estadístico de los cuales se
haga mérito. También se ha dicho que se echa mano a tablas de frecuencia confeccionadas
para poblaciones extranjeras de discutible validez para la Argentina e, incluso, tablas
autocreadas cuyo mayor o menor valor depende de los expertos que la aplican; y al parecer
no existe una autoridad gubernamental que controle la seriedad o confiabilidad de las que
utilizan los diferentes laboratorios(25).
Lo que se acaba de exponer -la dificultad de saber si las muestras comparten o no los
mismos patrones genéticos- no es difícil que acontezca debido a que deviene complicado
resolver si la posición relativa de las bandas se debe exclusivamente al tamaño de los
fragmentos del alelo o si ha intervenido, por ejemplo, lo que se denomina un
desplazamiento o desvío de aquéllas; lo cual juega un papel relevante en la interpretación de
los resultados. Bien puede suceder que se tengan por identificados los tamaños (y confirmar
la inclusión), cuando quizá no lo estén (debiendo haber generado la exclusión); con lo que
estaríamos en consecuencia ante un falso matching o falso positivo. Es que se suele aceptar
que una sola variación en los patrones de banda no necesariamente implica descartar la
paternidad, ya que quizá se originó -como antes lo señalamos- en un proceso de mutación
acontecido. Se verá entonces que quedará librado al criterio subjetivo del perito concluir
libremente, si otorga a la mentada variante un valor de exclusión o, por el contrario, si
atribuye el hecho a una mutación sin trascendencia. Y, desde luego, tampoco existe un
control organizado sobre estas evaluaciones(27).
Otra posibilidad de error en las conclusiones de la pericia puede tener su causa en que los
procedimientos en el laboratorio no se realizaron con las debidas técnicas de asepsia o que
de cualquier forma el ADN se encuentre degradado al estar afectado por la contaminación
proveniente de bacterias, o que haya acontecido la denominada contaminación cruzada,
cuando la evidencia toma contacto con otras foráneas; situación que en particular es
susceptible de producirse si se acude a la técnica del PCR, dada su extrema sensibilidad(29).
VII
Hasta tanto se logre la meta propuesta que se acaba de mencionar, reglas elementales de
seguridad y la necesaria garantía que se debe brindar a los justiciables, aconsejan que
nuestros jueces adopten determinados recaudos cuando resuelven encomendar estudios
genéticos. A nuestro juicio, ellos deben ser:
a) Que los estudios sean realizados por dos laboratorios distintos, sobre idénticas muestras,
sin conocer cada uno los resultados que ha obtenido el otro. Esta posibilidad de que los tests
se dupliquen independientemente asegura que pueda detectarse cualquier tipo de error. Por
supuesto, las dos pruebas científicas no necesariamente tendrán que ordenarse de oficio.
Entendemos admisible que una de ellas se cumpla por intermedio de los consultores
técnicos que haya propuesto una de las partes(32).
c) Que el perito haga saber qué tabla de frecuencia poblacional ha aplicado o aplicará para
sus estudios. Si se trata de tablas de poblaciones foráneas, corresponderá que se informen
los criterios tenidos en cuenta para considerar que las mismas son aplicables válidamente en
nuestro país. En cambio, si constituyen frecuencias confeccionadas por el propio
laboratorio, se señalará sobre qué premisas se elaboraron y las zonas donde se recogieron las
muestras. En cualquier supuesto, deberá indicarse si tales tablas han merecido la aceptación
de la comunidad científica. Asimismo, y cómo se han de manejar hipótesis estadísticas, se
tendrá que hacer saber al órgano jurisdiccional los márgenes de error posibles(34).
d) Que se informen por los expertos los criterios científicos empleados o que se emplearán
para determinar el match o coincidencia en el tamaño de los alelos, haciendo saber -en el
caso de que se detectaran diferencias- los motivos por los cuales se han desechado y los
eventuales errores susceptibles de producirse con tal decisión(35).
g) La justicia tendrá que ser informada sobre la composición del laboratorio que realizará
los estudios y la especialización e idoneidad de los profesionales con los que cuenta; todo
ello dada la elevada complejidad del examen. Se deberá comunicar además las técnicas que
tiene posibilidad de desplegar el centro de investigación; que reúne las condiciones
ambientales, de equipamiento y seguridad adecuados; los sistemas de computación de lo que
se dispone para efectuar las mediciones de los alelos; etcétera(38).
j) Disponer en los casos de análisis muy complejos -tales como los supuestos de
fallecimiento del padre alegado; que se sospeche que el niño ha sido engendrado tras
relaciones incestuosas de sus progenitores; o, verbigracia, que la paternidad se dispute entre
dos hermanos- que el estudio se complete con un mayor número de familiares (además del
niño, la madre y el sospechado como padre), con la finalidad de que pueda reconstruirse el
genotipo genético de la persona o personas investigadas(41).
k) Exigir que los peritos, en fin, realicen una pormenorizada fundamentación científica de
sus conclusiones señalando con precisión cómo se llegó a ellas, y se proporcionen además
todos los elementos necesarios para que se pueda refutar o ratificar el dictamen(42).
VIII
Dejando de lado los casos de mera negativa a las pruebas genéticas, nos parece
evidente que la falta de los recaudos antes precisados que garanticen la seriedad de los
estudios, autorizaría al justiciable a deducir formal oposición a la ejecución de las
pruebas. Esta conducta no tendría que generar consecuencias procesales ni, por lo tanto, se
entenderá configurado en la especie el indicio previsto por el art. 4º, párr. 1º, de la ley
23.511.
Algún fallo, cuando todavía tenía bastante protagonismo el análisis biológico por el sistema
HLA, sostuvo que su erróneo manejo... hace que se lo convierta en errático, falible y
justifica que una persona con sentido común... se niegue a someterse a él(43). También en la
doctrina hubo pronunciamientos en similar sentido, pues se estimó que existe un motivo de
oposición fundado en que la pericia que se propone no reúne recaudos de seriedad
suficientes(44).
(1) Véanse XVI Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Comisión número 1, Conclusiones
generales números 1, 2, 3 y 5 a), Buenos Aires, 25 al 27 de setiembre de 1997, JA, 1998-I-
839. Alguna doctrina cuestiona que el aspecto estático de la identidad personal se traduzca
en derechos subjetivos, negando por ende que se encuadre en el ámbito de los derechos
personalísimos. El argumento es que se trata de atributos -como sucede con la identidad
biológica- que no pueden renunciarse ni disponerse por la persona; notas éstas que se estima
deben estar necesariamente presentes para que exista un derecho subjetivo (CIFUENTES,
SANTOS, El pretendido derecho a la identidad biológica y la verdadera caracterización
jurídica y dimensión de su contenido, LL, 2001-C-759). Este criterio quedó plasmado en el
despacho de minoría de las mencionadas Jornadas, a tenor de la Conclusión General número
5 b).
(4) VERRUNO, LUIS; HAAS, EMILIO J. C.; RAIMONDI, EDUARDO H.; LEGASPE,
EDUARDO, Manual para la investigación de la filiación, apartado F, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1996, pág. 24.
(5) Conf. BELLUSCIO, AUGUSTO CéSAR, Manual de derecho de familia, 3ª ed., t. II,
pág. 226, núm. 480, Depalma, Buenos Aires, 1985; BOSSERT, GUSTAVO A. - ZANNONI,
EDUARDO A., Régimen legal de filiación y patria potestad, pág. 99, apart. 8 y sigtes.,
Astrea, Buenos Aires, 1986; MARTíNEZ PICABEA DE GIORGIUTTI, ELBA, Algunas
reflexiones sobre la asignación de parentesco, LL, 1989-A-980; CHIERI, PRIMAROSA-
ZANNONI, EDUARDO A., Prueba del ADN, Astrea, Buenos Aires, 2001, págs. 23, 81 y
190; VERRUNO, LUIS- HAAS, EMILIO J. C. - RAIMONDI, EDUARDO H.- LEGASPE,
EDUARDO, Manual para la investigación de la filiación, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1996, pág. 25; CNCiv., sala F, diciembre 29 de 1975, ED, 67-359; CNCiv., sala A, julio 25
de 1978, ED, 53-388; CNCiv., sala F, noviembre 12 de 1989, LL, 1991-D-6.
(6) BOSSERT, GUSTAVO A. - ZANNONI, EDUARDO A., Régimen legal de filiación y
patria potestad, Astrea, Buenos Aires, 1986, pág. 101, números 11 y sigtes.; CNCiv., sala A,
marzo 7-1985, LL, 1985-C-503; CNCiv., sala A, mayo 17-1984, LL, 1984-D-280; CNCiv.,
sala D, agosto 31-1981, JA, 1982-II-425; CNCiv., sala F, noviembre 12-1989, LL, 1991-D-
6.
(13) CHIERI, PRIMAROSA- ZANNONI, EDUARDO A., Prueba del ADN, Astrea, Buenos
Aires, 2001, págs. 56 y 64; VERRUNO, LUIS - HAAS, EMILIO J.C. - RAIMONDI,
EDUARDO H. - LEGASPE, EDUARDO, Manual para la investigación de la filiación,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1996, págs. 31, 60 y 77; VERRUNO, LUIS - HAAS,
EMILIO J.C. - RAIMONDI, EDUARDO, La filiación. El HLA los jueces, los abogados y la
ciencia, LL, 1990-A-794.
(16) CHIERI, PRIMAROSA - ZANNONI, EDUARDO A., Prueba del ADN, Astrea,
Buenos Aires, 2001, págs. 82, 106, 108, y 121; VERRUNO, LUIS- HAAS, EMILIO J. C. -
RAIMONDI, EDUARDO H. - LEGASPE, EDUARDO, Manual para la investigación de la
filiación, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1996, págs. 67 y 83.
(19) CHIERI, PRIMAROSA - ZANNONI, EDUARDO A., Prueba del ADN, Astrea,
Buenos Aires, 2001, págs. 55, 96, 125 y 128; VERRUNO, LUIS - HAAS, EMILIO J.C. -
RAIMONDI, EDUARDO H. - LEGASPE, EDUARDO, Manual para la investigación de la
filiación, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1996, págs. 60, 61, 64 y 87; DI LELLA, PEDRO,
Paternidad y pruebas biológicas, Depalma, Buenos Aires, 1997, pág. 24.
(21) CHIERI, PRIMAROSA - ZANNONI, EDUARDO A., Prueba del ADN, Astrea,
Buenos Aires, 2001, págs. 66, 67, 68 y 119; MARTíNEZ PICABEA DE GIORGIUTTI,
ELBA, Algunas reflexiones sobre la asignación de parentesco, LL, 1989-A-980; ARSON
DE GLINBERG, GLORIA HILDA, El método de histocompatibilidad sanguínea (HLA),
LL, 1991-D-6.
(22) CHIERI, PRIMAROSA - ZANNONI, EDUARDO A., Prueba del ADN, Astrea,
Buenos Aires, 2001, págs. 62, 64, 68 y 69; VERRUNO, LUIS - HAAS, EMILIO J.C. -
RAIMONDI, EDUARDO H. - LEGASPE, EDUARDO, Manual para la investigación de la
filiación, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1996, pág. 62.
(24) Conf. CNCiv., sala B, setiembre 10 de 1987, LL, 1989-A-117; MARTíNEZ PICABEA
DE GIORGIUTTI, ELBA, Algunas reflexiones sobre la asignación de parentesco, LL,
1989-A-980; ARSON DE GLINBERG, GLORIA HILDA, El método de
histocompatibilidad sanguínea (HLA), LL, 1991-D-6; CHIERI, PRIMAROSA - ZANNONI,
EDUARDO A., Prueba del ADN, Astrea, Buenos Aires, 2001, pág. 65.
(25) CHIERI, PRIMAROSA - ZANNONI, EDUARDO A., Prueba del ADN, Astrea,
Buenos Aires, 2001, págs. 69, 106 y 120; DI LELLA, PEDRO, Paternidad y pruebas
biológicas, Depalma, Buenos Aires, 1997, págs. 34, 42 y 56.
(27) LAPIEZA SPOTA, ÁNGEL HERNáN, La real doctrina de la prueba del ADN en la
jurisprudencia norteamericana, LL, 1996-A-905; DI LELLA, PEDRO, Paternidad y pruebas
biológicas, Depalma, Buenos Aires, 1997, págs. 26, 28, 29 y 58; VERRUNO, LUIS -
HAAS, EMILIO J.C. - RAIMONDI, EDUARDO H. - LEGASPE, EDUARDO, Manual
para la investigación de la filiación, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1996, pág. 85.
(28) MARTíNEZ PICABEA DE GIORGIUTTI, ELBA, Algunas reflexiones sobre la
asignación de parentesco, LL, 1989-A-980.
(29) CHIERI, PRIMAROSA - ZANNONI, EDUARDO A., Prueba del ADN, Astrea,
Buenos Aires, 200, págs. 128, 142, 143, 146 y 149.
(30) DI LELLA, PEDRO, Paternidad y pruebas biológicas, Depalma, Buenos Aires, 1997,
pág. 58; VERRUNO, LUIS - HAAS, EMILIO J.C. - RAIMONDI, EDUARDO H. -
LEGASPE, EDUARDO, Manual para la investigación de la filiación,Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1996, pág. 85; CHIERI, PRIMAROSA - ZANNONI, EDUARDO A., Prueba
del ADN, Astrea, Buenos Aires, 2001, págs. 129, 145, 146 y 147.
(35) DI LELLA, PEDRO, Paternidad y pruebas biológicas, Depalma, Buenos Aires, 1997,
págs. 29 y 50.
(36) DI LELLA, PEDRO, Paternidad y pruebas biológicas, Depalma, Buenos Aires, 1997,
págs. 48 y 58.
(37) CHIERI, PRIMAROSA - ZANNONI, EDUARDO A., Prueba del ADN, Astrea,
Buenos Aires, 2001, págs. 117, 143 y 149; VERRUNO, LUIS - HAAS, EMILIO J. C. -
RAIMONDI, EDUARDO H. - LEGASPE, EDUARDO, Manual para la investigación de la
filiación, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1996, pág. 96.
(38) DI LELLA, PEDRO, Paternidad y pruebas biológicas, Depalma, Buenos Aires, 1997,
págs. 21, 43 y 46; CHIERI, PRIMAROSA - ZANNONI, EDUARDO A., Prueba del ADN,
Astrea, Buenos Aires, 2001, pág. 188; VERRUNO, LUIS - HAAS, EMILIO J. C. -
RAIMONDI, EDUARDO H. - LEGASPE, EDUARDO, Manual para la investigación de la
filiación, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1996, pág. 96.
(40) DI LELLA, PEDRO, Paternidad y pruebas biológicas, Depalma, Buenos Aires, 1997,
pág. 51.
(41) CHIERI, PRIMAROSA - ZANNONI, EDUARDO A., Prueba del ADN, Astrea,
Buenos Aires, 2001, págs. 87 y 91.
(42) DI LELLA, PEDRO, Paternidad y pruebas biológicas, Depalma, Buenos Aires, 1997,
pág. 49; CHIERI, PRIMAROSA - ZANNONI, EDUARDO A. , Prueba del ADN, Astrea,
Buenos Aires, 2001, pág. 126.
(44) DI LELLA, PEDRO, Paternidad y pruebas biológicas, Depalma, Buenos Aires, 1997,
pág. 67. Ver también MARTíNEZ PICABEA DE GIORGIUTTI, ELBA, Algunas
reflexiones sobre la asignación de parentesco, LL, 1989-A-980; ARSON DE GLINBERG,
GLORIA HILDA, El método de histocompatibilidad sanguínea (HLA), LL, 1991-D-6.