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11.

Una persona cuya prueba de detección de anticuerpos contra el virus del


SIDA es positiva. Esta persona ha estado en contacto con el virus del SIDA y
debe ser considerada como potencialmente contagiosa a través de su sangre y
de sus relaciones sexuales. Cuando la prueba no detecta anticuerpos, la
persona se dice "seronegativa"

A veces se crea confusión respecto a lo que significa ser VIH(+) y tener el sida. Ser VIH(+) significa estar
infectado por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (V.I.H.) . Es decir, que son enfermos que tienen el virus
VIH alojado en determinadas células de su sistema inmunológico, especialmente en los ganglios linfáticos,
donde vive y se reproduce, dañando dicho sistema de forma progresiva durante un largo proceso que dura
entre 6 y 12 años, hasta que el daño es tal que se manifiesta, apareciendo la enfermedad, con toda su
sintomatología y complicaciones típicas, constituyendo lo que conocemos por Síndrome de la Inmunodeficiencia
Adquirida (S.I.D.A.).

Durante este largo espacio de tiempo el paciente se encuentra eneralmente bien, desconociendo incluso que
está enfermo, siendo un periodo muy importante desde el punto de vista sanitario, porque puede transmitir la
enfermedad a otras personas:

• a través del contacto de su sangre con la de otros, manteniendo relaciones sexuales,


• o a su feto en el caso de una mujer embarazada infectada.

En esta fase de su enfermedad a estos pacientes se les denomina seropositivos o portadores


asintomáticos del VIH.

Cuando una persona presenta anticuerpos frente al virus de la inmunodeficiencia humana se


dice que es seropositiva frente a dicho virus.

La seropositividad indica que

 el sujeto ha entrado en contacto con el VIH y


 está infectado por el VIH y
 debe considerarse portador del virus y por lo tanto lo puede transmitir a otras personas.

Sin embargo la seropositividad no indica que se padece SIDA ni predice la evolución hacia la
enfermedad.

Todo sujeto seropositivo permanece infectado, probablemente, de por vida; por ello debe tomar
precauciones que disminuyan los riesgos de evolución hacia SIDA y eviten que otras personas
se expongan y se contagien por el virus.

12. 13. 14. 15.

Condición Localización o
característica
1. Hongos    
  - Candidiasis Esófago, tráquea,
bronquios, pulmones
  - Coccidioidomicosis Diseminada o
extrapulmonar
  - Criptococosis Extrapulmonar
  - Histoplasmosis Diseminada o
extrapulmonar
2. Parásitos    
  - Pneumocystis carinii* Neumonía
  - Cryptosporidiosis Diarrea más de un mes
  - Isosporiasis Diarrea más de un mes
  - Toxoplasmosis Cerebral, excluyendo
recién nacidos
3. Bacterias    
  - Micobacteria atípica Diseminada o
extrapulmonar
  - Tuberculosis Diseminada o
extrapulmonar
  - Salmonella Septicemia recurrente no
tifoídica
4. Virus    
  - Citomegalovirus Excluye hígado, bazo,
ganglios y < 1 mes de
edad
  - Virus herpes simple Ulceraciones, bronquitis,
neumonitis, esofagitis
  - Leucoencefalopatía  
Multifocal Progresiva
  - VIH Encefalopatía, síndrome
consuntivo 
-VARICELA-ZOSTER: varicela y herpes zoster.
-VIRUS DE EPSTEIN-BARR: leucoplasia oral vellosa (placas blanquecinas en las
mucosas, probablemente precancerosas).

*ENFERMEDADES BACTERIANAS:
-MYCOBACTERIUM TUBERCULOSIS: tuberculosis.
-MYCOBACTERIUM AVIUM-INTRACELLULARE: puede infectar muchos organos;
gastroenteritis y otros sintomas muy variables.

M. kansasii

Diagnostico.
El diagnóstico de la infección por el VIH se puede realizar mediante dos tipos
de pruebas:
a) Pruebas presuntivas o de tamizaje.
Este tipo de pruebas presenta una alta sensibilidad y una muy buena
especificidad y se utilizan como primera opción en individuos en los que se
sospecha de infección por el VIH. Entre ellas están los ensayos
inmunoenzimáticos (ELISA en todas sus variantes), aglutinaciones y las
llamadas pruebas rápidas, cuyos formatos van desde los ensayos
inmunoenzimáticos en punto (dot ELISA) hasta las inmunocromatografías.
Todas las pruebas de tamizaje deben ser confirmadas.

b) Pruebas confirmatorias.
Las pruebas confirmatorias presentan una buena sensibilidad y una excelente
especificidad. La más utilizada de todas es la inmunoelectrotransferencia
(western blot), sin embargo también la inmunofluorescencia y la
radioinmunoprecipitación se consideran como pruebas confirmatorias.

c) Pruebas suplementarias.
Son los métodos del laboratorio que permiten predecir la progresión de la
enfermedad y valorar el estado inmune del paciente; la cuenta de linfocitos
CD4 y de carga viral, son los marcadores de progresión más utilizados para el
seguimiento clínico de pacientes VIH positivos.

18. virus, con elementos genéticos extraordinariamente simples -un millón de


veces más simples que el genoma de nuestras células- que pueden evocar
muchos de los cambios asociados con la transformación maligna observada en
los tumores humanos.

Entre los virus conocidos hasta ahora, que se asocian con la formación de
neoplasias tanto en animales como en humanos y que han mostrado tener
capacidad oncogénica, se incluyen los virus tumorales de RNA, mejor
conocidos como retrovirus oncogénicos, algunos miembros del grupo
Herpesvirus, los Papillomavirus humanos, el virus de la Hepatitis B, los
Poliomavirus y los Adenovirus. Si bien estos dos últimos poseen oncogenes
capaces de transformar células en cultivo y pueden inducir tumores en
modelos animales diferentes al huésped, hasta ahora no han sido asociados de
manera directa con el desarrollo de tumores en los humanos. Por otra parte,
desde hace tiempo se ha propuesto que algunos retrovirus oncogénicos
pueden ser estar involucrados en el desarrollo de algunas cánceres en
humanos, como leucemias, linfomas y sarcomas. Esto debido en especial al
hecho de que algunos miembros de este grupo causan la formación de tumores
similares en animales diversos.

VIRUS ONCOGÉNICOS

Alejandro García Carrancá


Unidad de Investigaciones Biomédicas en Cáncer 1,2
1
Departamento de Biología Molecular y Biotecnología Instituto de
Investigaciones Biomédicas - UNAM.
2
División de Investigación Básica, Instituto Nacional de Cancerología - SSA.
Los virus y el desarrollo de tumores. Uno de los aspectos que más contribuyó
a nuestro actual entendimiento de los procesos que están en el origen del
cáncer, lo constituye la idea que la tumorigenicidad podía ser susceptible de
explicaciones simples, basadas en un número reducido de genes. Esta idea se
originó, entre otros, en estudios con pequeños agentes virales, como los
poliomavirus, el virus de Simio 40 (SV40) y algunos retrovirus como el virus del
sarcoma de Rous (RSV), los cuales podían inducir la transformación de células
in vitro y llevarlas al camino de la malignidad. Esto mostró no sólo que
algunos aspectos del cáncer podían ser reproducidos en células en cultivo,
sino que existen virus, con elementos genéticos extraordinariamente simples
-un millón de veces más simples que el genoma de nuestras células- que
pueden evocar muchos de los cambios asociados con la transformación
maligna observada en los tumores humanos.

Entre los virus conocidos hasta ahora, que se asocian con la formación de
neoplasias tanto en animales como en humanos y que han mostrado tener
capacidad oncogénica, se incluyen los virus tumorales de RNA, mejor
conocidos como retrovirus oncogénicos, algunos miembros del grupo
Herpesvirus, los Papillomavirus humanos, el virus de la Hepatitis B, los
Poliomavirus y los Adenovirus. Si bien estos dos últimos poseen oncogenes
capaces de transformar células en cultivo y pueden inducir tumores en
modelos animales diferentes al huésped, hasta ahora no han sido asociados de
manera directa con el desarrollo de tumores en los humanos. Por otra parte,
desde hace tiempo se ha propuesto que algunos retrovirus oncogénicos
pueden ser estar involucrados en el desarrollo de algunas cánceres en
humanos, como leucemias, linfomas y sarcomas. Esto debido en especial al
hecho de que algunos miembros de este grupo causan la formación de tumores
similares en animales diversos.

Los primeros reportes de la existencia de agentes capaces de inducir la


formación de tumores en animales se remontan a principios del siglo pasado,
cuando Ellerman y Bang en Copenhagen en 1908 y Peyton Rous en el Instituto
Rockefeller, en Nueva York en 1911, mostraron que existía un agente
ultrafiltrable en la leucosis aviar y que se podían inducir sarcomas en pollos
sanos, luego de la inoculación de filtrados libres de células provenientes de
sarcomas de animales enfermos. El agente causal de los sarcomas de pollos
mostró ser un retrovirus oncogénico, que se denomino virus de sarcoma de
Rous (RSV) y se convirtió en el prototipo de los virus tumorales de RNA.

En esta sección se revisan algunos aspectos relevantes de los grupos de virus


que han mostrado su capacidad para inducir la formación de tumores y que
por ello, se asocian con el desarrollo de cáncer, tanto en animales como en el
hombre.

Retrovirus oncogénicos. Los retrovirus aparecen al microscopio electrónico


como partículas casi esféricas de aproximadamente 100 nm de diámetro, con
un nucleoide denso rodeado de una envoltura compuesta de una o dos
membranas electro-densas. En base a su estructura morfológica fina, los
retrovirus se clasifican en partículas tipo A, B, C y D, siendo las primeras
probablemente formas inmaduras de las otras que se distinguen por la
posición de su nucleoide electro-denso.

Los retrovirus poseen un genoma constituido por dos moléculas de ARN,


dentro de una cápside protéica y pueden encontrarse básicamente en dos
formas dentro de las células; integrados al genoma celular, en este caso se
conocen como virus endógenos, o como elementos extracromosomales, en
cuyo caso se denominan virus exógenos.

Los retrovirus que tienen la capacidad para generar tumores de manera


natural y experimental en animales, pueden dividirse en dos grupos de
acuerdo a la velocidad con la que inducen la aparición de las neoplasias. El
primer grupo formado por los retrovirus que inducen la formación de tumores
tras infecciones crónicas del huésped y sólo después de largos periodos. A este
grupo de virus se les conoce como retrovirus "lentos" y su mecanismo de
acción tiene más que ver con la inactivación y/o activación de genes celulares
durante la integración del genoma viral. El segundo grupo formado por
aquellos retrovirus que causan la aparición de tumores de manera masiva y
con gran rapidez, pocas semanas después de su inoculación y se conocen como
retrovirus "rápidos", "oncogénicos", o "transductores". Estos virus poseen en
general oncogenes transformantes en su genoma, que les confiere la
capacidad de inducir tumores de las células que infectan.

A la fecha se han identificado más de 100 oncogenes diferentes, un


porcentaje considerable de ellos con su contra parte viral. La idea de que un
gen "acarreado" por un retrovirus puede inducir un fenotipo transformado,
proviene de estudios realizados originalmente con mutantes condicionales,
sensibles a temperatura, del RSV. Cuando las células se mantienen a la
temperatura permisiva, estas mantienen el fenotipo transformado, pero
cuando se cambian a la temperatura "restrictiva", lo pierden. Además, los
estudios con mutantes del RSV, deficientes en su capacidad para transformar
células, permitieron definir y asociar las propiedades transformantes, con un
fragmento del RNA del genoma de este virus, el cual fue denominado src, por
su capacidad para inducir sarcomas.

El genoma de los retrovirus contiene tres genes necesarios para la replicación;


el gen "gag" que codifica las proteínas internas del corazón (core) de las
partículas virales, el gen "pol" que codifica la polimerasa viral o transcriptasa
reversa y, el gen "env", que codifica las proteínas y glicoproteínas de la
envoltura. Además, todos los genomas de estos retrovirus llevan secuencias no
codificadoras en los extremos. Existen secuencias redundantes (R) y únicas
(U), localizadas en los extremos 5' y 3' que se denomina U5 y U3,
respectivamente. Estas regiones se duplican durante la formación del provirus
y constituyen los dominios llamados "repeticiones largas terminales" o LTR por
sus siglas en Inglés (long terminal repeats) y donde se localizan los principales
elementos que controlan la transcripción del genoma viral.

Virus de la Hepatitis B. El virus de la Hepatitis B (HBV) ha sido involucrado


con el desarrollo de tumores humanos, en particular con el carcinoma
hepatocelular (HCC). Lo anterior se basa en numerosos estudios que señalan,
entre otros, la coincidencia de áreas con alta prevalencia de infecciones por
HBV y alto porcentaje de HCC, un gran número de estudios de casos y
controles, así como estudios prospectivos que demuestran que las infecciones
crónicas con HBV constituyen factores de riesgo para desarrollar HCC. Esto es
particularmente evidente en áreas con alta incidencia de HCC, tales como
Taiwan, Senegal, Africa del Sur, Hong Kong y China.

El virus de la hepatitis B pertenece y es el prototipo de la familia


Hepadnaviridae. Estos agentes comparten diversas propiedades bioquímicas y
morfológica, tienen un elevado tropismo por el hígado y una clara tendencia
hacia las infecciones crónicas. Otros miembros de este grupo incluyen los virus
de la hepatitis del pato y la marmota. En el caso de este último, existe una
gran similitud con el virus humano pues ambos se asocian con el desarrollo de
cáncer hepático.

El virus de la Hepatitis B es único entre los virus Humanos debido a que la


forma en que se detectaba tradicionalmente es mediante la determinación de
un antígeno de superficie de proteína de cubierta (HBsAg), el cual se produce
en cantidades extraordinarias como material no infeccioso, durante la
replicación del HBV. En el suero de pacientes con infección viral y donde es
posible detectar el antígeno de la hepatitis B (HBsAg), se observan
principalmente tres tipos distintos de partículas virales; las más frecuentes
son las partículas esféricas pequeñas, de aproximadamente 22 nm de
diámetro, las segundas, partículas en forma de filamentos de tamaño variable
y que se observan en menor concentración que las esféricas. Un tercer tipo de
partícula, de mayor diámetro (42nm) y de estructura más compleja se observa
en menor proporción.

La prevalencia de las infecciones virales varía entre los distintos países, por
ejemplo va del 0.1-0.2% en lugares como los Estados Unidos, hasta valores
superiores al 10% en algunos países de Africa. La transmisión clásica se realiza
a través de la sangre o suero y se sabe que cantidades pequeñas de virus son
suficientes para producir una infección. Debido a que el HBV puede estar
presente en la sangre en grandes cantidades, no resulta sorprendente que la
mayoría de los componentes que se producen a partir de ésta (plasma
congelado, paquetes de eritrocitos, factores VIII y IX y albúmina), puedan ser
infecciosos.

En los últimos años se han desarrollado vacunas contra el virus de la Hepatitis


B, las cuales actualmente son obligatorias para personal que labora en
Instituciones de Salud y para todas aquellas personas que manejen productos
y fluidos humanos, en especial sangre.

Papilomavirus humanos. Los papilomavirus humanos (HPV) constituyen un


grupo de virus con un tropismo estricto por células epiteliales, los cuales
causan una gran variedad de proliferaciones cutáneas (verrugas de las plantas
de los pies, comunes, planas o juveniles), así como lesiones escamosas de las
mucosas, en particular las de las regiones ano-genitales, orales y de la
laringe. Las infecciones persistentes con algunos tipos de HPV que infectan
principalmente las mucosas genitales y, en particular la zona de
transformación del cuello uterino, constituyen un riesgo elevado para
desarrollar lesiones que progresen hasta carcinomas. Entre ellos, el HPV 16
representa un tipo de virus particularmente "malo", ya que se asocia con un
elevado porcentaje de todos los tumores del cuello uterino, cerca del 50% de
estos tumores contiene secuencias de este tipo (HPV16). Otros tipos asociados
tradicionalmente con el desarrollo de cáncer del cuello uterino y denominados
tipos de "alto riesgo", lo constituyen los HPV 18, 31, 33, 35, 45, y 58, entre
otros.

A la fecha se conocen unos 200 tipos distintos de HPV, de los cuales


aproximadamente la mitad ha sido clasificada, y se les ha asignado un
número. Un número significativo de estos genotipos ha sido aislado de una
enfermedad hereditaria rara, la epidermodisplasia verruciforme (EV), la cual
predispone a los pacientes que la padecen ,a las infecciones por estos tipos
particulares de HPV. Los carcinomas que se originan de los papilomas
cutáneos expuestos al sol, de pacientes con EV, en general contienen DNA del
HPV tipo 5 y ocasionalmente de otros tipos como el 8 y el 20.

Las evidencias que involucran las infecciones persistentes de algunos tipos de


HPV con el desarrollo de cáncer en humanos son numerosas y entre ellas
tenemos; 1) En prácticamente la totalidad de los tumores del cuello uterino
(99.7%) se encuentran secuencias del DNA viral, 2) la mayoría de las ocasiones
el genoma viral se encuentra integrado al genoma celular, con la pérdida
específica de una región viral (E2) y 3) la gran mayoría, si no todos los
tumores del cuello uterino y líneas celulares derivadas de ellos expresan
transcritos específicos de la región E6 y E7.

Los genes E6 y E7 de los HPV de "alto riesgo" han mostrado ser oncogenes
capaces de inmortalizar queratinocitos humanos, entre otras células, luego de
su introducción en ellas por transfección. Los cultivos "organotípicos" de estas
células inmortalizadas semejan mucho las neoplasias intraepiteliales que se
observan en el cuello uterino y si bien no son capaces de formar tumores en
ratones inmunodeficientes, su cultivo prolongado in vitro permite la aparición
de clonas capaces de hacerlo. Esto muestra que las infecciones con los HPV de
"alto riesgo" pueden inducir la aparición de tumores, si se permite un número
suficiente de divisiones y generaciones celulares que permitan la aparición
cambios espontáneos adicionales o inducidos por el virus.

Los productos de los oncogenes E6 y E7 de los HPV de "alto riesgo"


interaccionan con un número significativo de proteínas celulares, entre las
cuales se encuentran p53 y pRb, principalmente. Las interacciones de E6 con
p53 y E7 con pRb, resultan en su inactivación y degradación, lo cual
contribuye de manera significativa a incrementar la inestabilidad genómica de
las células que los expresan y a una pérdida de sus controles sobre la
replicación y el ciclo celular. Si bien es clara la contribución que estos
oncogene tienen en el desarrollo del cáncer, es claro también que se
requieren de otras lateraciones a nivel celular para que se desarrollen los
tumores.
Virus de Epstein-Barr. Las infecciones con el virus de Epstein-Barr (EBV) han
sido asociadas con al menos cuatro tipos diferentes de tumores humanos
malignos, en especial con la forma Africana de linfoma de Burkitt y el cáncer
naso-faringeo, pero también con linfomas de células B en individuos cuyo
sistema inmune se encuentra comprometido después de transplantes o por
SIDA. También se ha propuesto que las infecciones con EBV contribuyen al
desarrollo de linfomas de Hodgkin, donde se presenta una forma clonal del
DNA viral en cerca del 40% de los pacientes positivos a células Reed-
Sternberg.

El EBV pertenece al grupo de los Herpesvirus pues presenta todas las


características morfológicas de los demás miembros del grupo. Los viriones
tienen alrededor de 180 - 200 nm de diámetro y las partículas infecciosas
consisten de tres componentes básicos; un componente central en forma de
dona, llamado nucleóide, una cápside de forma icosahédrica y una envoltura
exterior. El componente central contienen el genoma viral, una molécula de
DNA de doble cadena de aproximadamente 100 x 106 daltones.

Las infecciones por EBV en el hombre se inician en general por la orofaringe,


donde el virus presumiblemente infecta linfocitos B que aparentemente
tienen receptores específicos para el virus, pero son medianamente
permisivos a la infección. Luego de la infección inicial, el virus se disemina
posiblemente por viremia, o por la circulación de linfocitos B infectados.
Sabemos que la infección de linfocitos B con EBV lleva una rápida
transformación linfoblástica, acompañada de la expresión de marcadores de
superficie e inmortalización de estas células en cultivo. Si bien los genes
transformantes del EBV no han sido identificados con toda certeza, las
proteínas EBNA-1 y EBNA-2, junto con proteína latente de membrana (LMP)
son candidatos de consideración.

Si bien todavía no se entiende con toda precisión la patogénesis de ninguno de


los tumores asociados con las infecciones por EBV, , este virus se constituye
como el primer virus que contribuye al desarrollo de importantes
enfermedades proliferativas de los humanos.

Poliomavirus humanos. Los poliomavirus pertenecen a una familia


emparentada con los papilomavirus, de hecho hasta hace muy poco se
consideraban un género perteneciente a la misma familia, los Papovaviridae.
Actualmente se sabe que forman una familia en si mismos, con virus pequeños
(38 a 43 nm de diámetro), que presentan una cápside con una estructura
icosahédrica., formada por 72 capsómeros. La cápside contiene una molécula
circular, de DNA de doble cadena, de alrededor de 5000 pares de bases.

La existencia de poliomavirus humanos fue sugerida desde 1965, cuando se


observaron partículas parecidas a las de poliomavirus, en cortes de cerebro de
pacientes con una enfermedad desmielinizante progresiva, llamada
leucoencefalopatía multifocal (PML). Después de seis años de esfuerzos
intensos, fue posible aislar el virus JC (JCV)de tejido humano con PML y el
virus BK (BKV) de la orina de un receptor de un transplante renal.
Actualmente, los virus JC y BK constituyen miembros representativos de los
poliomavirus, y en el caso de BKV, ocurren de manera generalizada en el
mundo, a excepción de algunas poblaciones humanas aisladas.

Algunas de las características generales de estos virus incluyen las siguientes:

a. La replicación del genoma circular es bi-direccional y se inicia en un


solo punto del genoma (el origen de replicación, aproximadamente
localizado a 0.67 unidades del mapa.
b. Presenta dos etapas principales de expresión del genoma; la
transcripción temprana ocurre en una dirección y la tardía en la
opuesta, por lo cual se utilizan ambas cadenas del DNA.

La replicación de los poliomavirus en células permisivas puede ser detectada


mediante los efectos citopaticos que producen, la formación de placas de
lísis, la identificación de partículas virales al microscopio electrónico, la
detección de antígenos virales en las células, o mediante la hemaglutinación
de los eritrocitos.

Los poliomavirus humanos, al igual que los demás poliomaviurs, tienen la


capacidad para transformar la morfología y algunas características de
crecimiento de ciertas células in vitro. En la actualidad, sabemos que el
genoma de estos virus contiene oncogenes, que de manera similar a los de los
retrovirus, son capaces de alterar los controles que regulan la división y el
ciclo celular. Algunos de los mecanismos que permiten a los antígenos T
(grande, mediano y pequeños) de poliomavirus, transformar células en cultivo
se conocen con detalle en la actualidad e involucran la interacción con un
número elevado de proteínas celulares, cuya función se ve alterada como
consecuencia de esta interacción.

Adenovirus humanos. Estos virus son responsables de una gran variedad de


manifestaciones clínicas, que van desde enfermedades respiratorias de la
infancia, hasta grandes brotes de neumonitis en cadetes militares. Los
adenovirus fueron descubiertos de manera simultanea por dos grupos de
investigadores que buscaban agentes etiológicos de la gripe y las
enfermedades respiratorias moderadas en la década de los años 50.

Las partículas virales miden alrededor de 60 a 90 nm de diámetro y están


formadas por cápsides icosahédricas, cada una compuesta por 252
capsómeros. Los 12 caspsómeros que forman los vértices se llaman pentones,
debido a que cada uno de ellos está rodeado precisamente de cinco
subunidades vecinas. Cada pentón tiene una fibra, cuyo tamaño varía de
acuerdo al tipo viral. Los capsómeros que no están en los vértices se llaman
hexones, debido a que son seis los otros capsómeros que los rodean.

El genoma viral está constituido por una molécula lineal de DNA de doble
cadena, de aproximadamente 35,000 pares de bases, asociada con varias
proteínas que ayudan a mantener su integridad. El genoma consiste de
regiones tempranas y tardías, en la primera de ellas están contenidos los
genes E1A y E1B, cuyos productos interactuan con e inactivan las funciones de
las proteínas pRb y p53, respectivamente

Los adenovirus presentan algunas propiedades interesantes; permanecen


infectivos por varias semanas a 4oC y, por meses a -25oC. Debido a que
carecen de envoltura, son resistentes a los solventes de lípidos. Estos virus
pueden propagarse de manera simple en cultivos de líneas humanas en
cultivo, como HeLa, KB y Hep-2.

La clasificación de los adenovirus se realiza tradicionalmente en base a sus


propiedades antigénicas, que permiten separarlos en diferentes serotipos y
agruparlos en función de diversas características, como la capacidad para
aglutinar eritrocitos.

Conclusiones. Los virus contribuyen al desarrollo de tumores mediante una


serie de mecanismos variados, que van desde la estimulación de la
proliferación celular, la introducción de elementos genéticos capaces de
diversos controles celulares vitales, hasta la inducción viral de un estado de
supresión inmune que permite la aparición de tumores, que no están ligados
directamente al virus supresor.

Los pacientes infectados con el virus de la inmunodeficiencia adquirida (HIV)


tienen un riesgo incrementado para desarrollar ciertos tipos de tumores, en
particular Sarcomas de Kaposi y linfomas de células B, pero también cáncer
cérvico uterino las mujeres. Estos tumores se desarrollan con mayor
frecuencia, aparentemente por el estado de supresión inmune causada por
estos virus. Si bien los ratones transgénicos que expresan el gen tat
desarrollan tumores similares a sarcomas de Kaposi, no se ha documentado
hasta ahora la presencia regular de ese gen en los tumores humanos.

Por otro lado, si bien los virus Herpes simplex (HSV) han sido incriminados
como participes en el desarrollo de algunos tumores en humanos, en especial
los de las regiones anogenitales y orales, principalmente basados en estudios
sero-epidemiológicos y de transformación in vitro de células murinas, diversos
estudios recientes han fracasado al tratar de aportar evidencia sólidas de su
participación en el desarrollo de tumores en humanos.

Si bien existen evidencias sólidas de que algunos miembros de al menos tres


grupo de virus (poliomavirus como BKV y JCV y adenovirus -particularmente
los tipos 12 y 18- y los cuales se incluyen en este trabajo) junto con poxivirus,
(como el molluscum contagioso), provocan cambios asociados con la
transformación maligna de las células, ninguno de ellos ha mostrado hasta
ahora una asociación consistente con algún tipo de tumor en humanos.

Finalmente, en el caso de los humanos es claro que las infecciones


ocasionadas por algunos de los virus mencionados en esta sección no son
suficientes per se para inducir la formación de tumores. En general, el hecho
que se requieran largos periodos de latencia entre la infección primaria y el
desarrollo del tumor y en algunos casos la necesidad de una interacción
específica con algunos factores físicos o químicos, sugieren la necesidad de
modificaciones adicionales para el desarrollo del tumor. Sin embargo, debido
a que los tumores ligados a infecciones virales constituyen el 15% de todos los
tumores humanos, estos virus se convierten en el segundo factor de riesgo
para desarrollar cáncer entre los humanos, solo precedido por el consumo de
tabaco.

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