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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

FACULTAD DE CIENCIAS PSICOLÓGICAS


PSICOLOGÍA DE LA PERSONALIDAD PSI-S-MA4-8

Tema:
PERSONALIDAD MADURA

Autores:
RODRIGUEZ BAQUE ALISSON KATHERINE
RODRIGUEZ VARGAS GENESIS VERONICA
SANTAMARIA LEON LADY NICOLE
SAQUIPULLA CARCHI MARIA BELEN
YAGUAL FLORES JONATHAN RAFAEL

Docente:
PSIC. JAVIER ÓSCAR MOGROVEJO GUALPA, Mg.

Guayaquil, 2018
Personalidad madura

Para explicar la personalidad madura deben intervenir varios términos como normalidad o

mente sana, que implica “autodominio, responsabilidad personal y social, interés social

democrático e ideales” (Shoben, 1957). Una de las características de la persona madura es tener

la capacidad de percibir correctamente al mundo y así mismo, dándole de esta manera sentido a

la identidad.

Se menciona la existencia de dos términos para explicar la identidad, un sí mismo ideal y un sí

mismo real, existe una discrepancia entre ambos por lo que posteriormente se emplea el

término incongruencia que consiste en desear ser el sí mismo ideal mientras el sí mismo real se

haya reprimido. (Carl Rogers, 1959).

Durante la adolescencia el muchacho se pregunta constantemente quien es él y que es lo

adecuado para su vida, se manifiestan los amoríos en los que se establece una conexión entre el

individuo y otro sujeto de manera que se extienden aquellos límites y se desarrollan intereses

propios. “Si nuestras aficiones no entran en la esfera del proprium, no podemos decir que

somos personalidades maduras”. (G. Allport, 1965).

En la relación emocional con otras personas el sujeto no pretende dominar y desarrolla su

identidad. Los psicoanalistas asemejan la madurez con la genitalidad y la señalan como signo

de personalidad sana. “Cuando la persona ha desarrollado su identidad durante la adolescencia

está preparado para fusionar su identidad con la de otros, en el momento que este resuelve las

demandas es cuando desarrolla un sentido ético que caracteriza la adultez y se da la verdadera

genitalidad”. (Erikson, 1950).

El control en la integración de aspectos motivacionales como: impulsos y necesidades con los

estados afectivos, sumadas al pensamiento hacen que la persona reaccione de manera moderada
ante distintos estímulos. Posteriormente se indica que “la madurez se asocia a la idea de

hombre autorrealizado que resuelve sus conflictos” (Maslow, 1972).

Los individuos sanos son emocionalmente seguros, se aceptan así mismo y tienen una elevada

autoestima. “Un requisito básico de la madurez es mantener el contacto con la realidad”

(Allport, 1977). Las personas consideradas maduras son solucionadores de problemas, su

trabajo no es una carga, sino una responsabilidad. "Una vida debe tener por deseo esencial un

conocimiento de sí mismo tan complejo que, una vez alcanzado sea ya inalterable" (Fierro,

2005).

Todo individuo es de 3 modos: como realmente es, como el cree que es y cómo los otros lo ven,

aquellos que tienen conocimiento de sus fallas son menos propensos a proyectarlas en otras

personas. "La existencia humana se desliza en un mundo donde cada acontecimiento suscita

ecos y repercusiones de índole espiritual" (Piérola, 2003).

La filosofía unificadora de la vida está compuesta de 3 elementos: dirección, orientación a

valores y conciencia genérica, los cuales están ligados a la motivación. Si el sujeto no posee

estos elementos puede sentirse solo y la falta de un objetivo puede desembocar en problemas

graves a futuro. Cuando un individuo siente inconformidad consigo mismo busca ayuda en

consejos, psicoterapias o psicoanálisis; cada tratamiento tiene su objetivo, pero coinciden en

fortalecer la experiencia de bienestar en el sujeto.

“(…) El bienestar únicamente puede experimentarse por contraste con el sufrimiento” (Allport,

1985), es cierto que para alcanzar la madurez personal se debe pasar por un momento de crisis,

pero este debe ser superado; pues el hombre busca en la madurez el crecimiento y desarrollo

continuo de su personalidad.

La personalidad madura no hace referencia a una persona de edad avanzada, sino al desarrollo

de sí mismo que se forma con la experiencia del individuo, es capaz de resolver conflictos que
surgen eventualmente y deja de ser una persona participe para convertirse en una meramente

activa en áreas que considere significativas para él.

Referencias
Shoben, E. J. (1957). Toward a concepto of normal personality. Ayer. Psychologist
(183-189).
Cloniger, S. C. (2002). Teorías de la personalidad. Pearson Educación, pte. VI, Cap.
XIII, pág. 420.
Domínguez, L. (1999). ¿Yo, si mismo o autovaloración?. 3revista Cubana De
Psicología, Vol.16 (No. 1). Recuperado de
http://pepsic.bvsalud.org/pdf/rcp/v16n1/01.pdf
Cornachione, M. A. (2006). Psicología del Desarrollo. Adultez. Recuperado de
https://books.google.com.ec/books?
id=3BznIWWshLEC&pg=PA19&lpg=PA19&dq=erikson+y+la+genitalidad&so
urce=bl&ots=QjC8McbNM4&sig=DzYzCbnyfSBKIrP-
ak4zgfDRPJg&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwj_9OmKgaTbAhVBzlkKHUnZC
AkQ6AEIMzAB#v=onepage&q=erikson%20y%20la%20genitalidad&f=false
Allport, G. W. (1977). La personalidad. Su configuración y desarrollo. Barcelona:
Masson.
Maslow, A. (1972). El hombre autorrealizado. Barcelona: Kairós.
Pièrola, R. A. (2003). Philosophy Documentation Center. Recuperado de
https://www.pdcnet.org/pdc/bvdb.nsf/purchase?
openform&fp=wcp12&id=wcp12_1961_0012_0375_0380
Anexo A. Certificados de navegación en Biblioteca Virtual Universidad de Guayaquil

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