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EL DÍA DE YHWH

Índice
Introducción .......................................................................................................................... 3

EL DÍA DE YHWH .............................................................................................................. 4

1. Generalidades ................................................................................................................ 4

2. Evolución del termino Día de Yahvé ........................................................................... 5

2.1. El día de Yahveh y el Tiempo Sagrado. .................................................................. 5


2.2. El día de Yahvé un posible significado remoto: ...................................................... 6
2.3. El día de Yahvé, tiempo de castigo y salvación: ..................................................... 7
2.4. El día de Yahveh o día del Señor en los libros proféticos: ...................................... 8
2.5. El día de Yahveh y la idea de un Mesías, .............................................................. 14
3. Sentido Escatológico del día de Yahvé ...................................................................... 15

3.1. La espera del último día ......................................................................................... 15

Conclusión ........................................................................................................................... 18

Bibliografía .......................................................................................................................... 19

2
Introducción

El cristianismo habla del juicio universal en el último día, una herencia clara, la cual
ha recogido de la predicación profética sobre el día de Yahvé.

Esta expresión es propia de la continuación se hace una presentación a grandes


rasgos de a evolución que ha tenido este término, desde sus antiguas concepciones y como
se fue desarrollando lentamente en los profetas la doctrina de un final escatológico de modo
que se obtenga una visión amplia, tanto en su sentido escatológico como en su manera de
comprenderlo en nuestros días, específicamente en la concepción del día de Yahveh como
el día de la han liberación, el día en que la opresión de este mundo será aniquilada,
concepciones que forman parte de la enseñanza del día de Yahveh en la predicación
profética por lo que se le identifica como un período de tiempo o un día especial que
ocurrirá al final de los tiempos, cuando la voluntad de Dios y los propósitos para Su mundo
y para la humanidad serán consumados.
EL DÍA DE YHWH

1. Generalidades
La expresión día de Yahvé (Yom YHWH) en hebreo, o día del Señor (hémera tou
kyriou) en los LXX y NT, es frecuente en la biblia.1 Es una expresión corriente en los
profetas para significar el día, o de modo más general, el tiempo en que Yahvé ha de
intervenir en la historia a favor de su pueblo. A veces se piensa, con esta expresión, en un
futuro más o menos próximo; pero de ordinario, la esperanza se dirige al último fin de los
tiempos, al tiempo escatológico de la salvación.2

Para el creyente no es la historia un comienzo perpetuo; la historia conoce un


progreso marcado por las visitas de Dios a sus tiempos, en días, horas y momentos
privilegiados: el Señor vino, viene sin cesar, vendrá para juzgar el mundo y salvar a los
creyentes. En tal conjunto, para designar la intervención solemne de Dios en el transcurso
de la historia, el término “día del Señor” es una expresión privilegiada, a veces abreviada
en “día” o “aquel día”.

Esta expresión recubre una acepción doble:

1. Es en un primer lugar un acontecimiento histórico, el día por excelencia que


ve el triunfo del Señor sobre sus enemigos.
2. Es también una designación cultual, el día especialmente consagrado al culto
de Dios.

Estas dos significaciones no carecen de correlación mutua. El culto conmemora y


anuncia la intervención de Dios en la historia: el acontecimiento histórico, puesto que
emana de Dios, emerge fuera del tiempo; pertenece al presente eterno de Dios, que el culto
debe actualizar en el tiempo histórico.3

En el anuncio del día de YHWH, se proclamaba la intervención fulgurante de


Yahvé en favor de Israel, que en un primer momento será como un “día de luz” (Am 5,18)
que luego se transformará en un “día de castigo y destrucción” que se predicará para el
pueblo elegido, o también contra los pueblos circunvecinos. Y ahondando más en el
término utilizado por los profetas de los siglos VIII al IV, podemos notar un esquema las
matizaciones que hacen estos al describir el “día del Señor”, así tenemos:

Yahvé lanza un grito de guerra (Sof 1,14, Is 13,2), ¡el día de Yahvé está cerca! (Ez
30,3; Is 13,6; Jl 1,15) y Yahvé reúne sus ejércitos para el combate (Is 13,3ss), es un día de
nubes (Ez 30,3), de fuego (Sof 1,18; Mal 3,19), los cielos se enrollan (Is 34, 4), la tierra
tiembla (Jl 2,1-11), el mundo es devastado (Is 7,23), sumergido a una soledad semejante a

1
Diccionario Enciclopédico de la Biblia, Ediciones Herder, Barcelona, 1993, pág. 430
2
Enciclopedia de la Biblia, Ediciones Herder, Barcelona, 1975, pág. 463
3
Vocabulario Teológico de la Biblia, Ediciones Herder, Barcelona, pág. 235
la de Gomorra (Sof 2,9) y de destierro (Is 13,9). El pánico se apodera de los humanos (Is
20,10.19), la gente se oculta (Is 2,21), llena de turbación (Ez 7,7), asustada (13,8), es herida
de ceguera (Sof 1,17), los brazos caen (Ez 7,17), se pierde el ánimo (Is 13,17), siendo
imposible mantenerse en pie (Mal 3,2), es el exterminio general (Sof 1,18), el juicio la
separación (Mal 3,20), la purificación (3,3), es el fin (Ez 7,6ss)

El origen del esquema, no debe de buscarse en primer lugar en el mito de la guerra


de los dioses, como tampoco en el culto, sino en el recuerdo de Yahvé que combatía por su
pueblo, y esto enmarcado en la historia.4

2. Evolución del termino Día de Yahvé


2.1. El día de Yahveh y el Tiempo Sagrado.

El tiempo en la mentalidad enraizada en la antigüedad greco-romana y que se


impone en la cultura europea concibe el tiempo espontáneamente como movimiento en el
espacio, el tiempo semeja una línea vacía y formal que se llena de contenido con
determinados sucesos.

En cambio, en el antiguo Israel el tiempo se vive como un proceso dotado de


sentido, como “tiempo lleno”. El tiempo se identifica siempre con un contenido
determinado; el contenido del proceso constituye el tiempo, y sin un determinado acontecer
no hay vivencia de tiempo. Tiempo lleno en sentido estricto era sobre todo las fiestas del
pueblo, momentos de “santidad absoluta” dentro de una concepción santa de la realidad
plenamente integrada porque fueron instituidas por los dioses o por Yahvé. Ellas otorgaban
a los presentes una participación real en la vida y la salvación divina. Estas fiestas (y no el
tiempo como tal) se vivían como algo establecido absoluta e incondicionalmente; sólo al
ritmo de estas fiestas se vivía el tiempo, como festivo=lleno o no festivo=cotidiano5.

¿Por qué un día es superior a otro, si toda la luz de cada día del año viene del sol?
En la mente del Señor fueron diferenciados, él hizo distintas estaciones y fiestas. A unos los
ensalzó y santificó, a otros los hizo días ordinarios. (Eclesiástico (Sirácida) (SBJ) 33)

Así Israel tiene días especiales, y en este contexto tenemos el término día de
YHWH, un día especial, para nada ordinario. En el AT tiene mención explícita 16 veces,
más otros textos que lo insinúan. Es un término dotado de mucho sentido y que tiene una
evolución histórica.

4 Ibíd.
5 KEHL, M., Escatología, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1992, paginas 88-90

5
2.2. El día de Yahvé un posible significado remoto:

De las menciones que hace la biblia al título “día de Yahvé” podemos inferir el
sentido y significado que adopta el termino, desde el profeta Amós que es el más antiguo de
los libros proféticos, con un periodo de actividad del profeta de entre los años 760-750 a.C.6
hasta los profetas más modernos como Joel que según los exegetas interviniendo entre el
siglo VII y el IV7, la idea general siempre va dando la idea de un día futuro, un tiempo
específico. La mayoría de autores concluyen con la idea de un día que termina siendo parte
de la escatología del pueblo judío. Quizá de los poco o únicos que encontramos en la
investigación, el que menciona una idea distinta es Walther Eichrodt, que vale la pena
mencionar, quizá como un resquicio de donde podría nacer el concepto del día de Yahvé.
Este autor se acerca a la idea Cristiana de día del Señor, y lo hace en términos cultuales, lo
ve como una tendencia de la religión yahvista en materia de culto, siendo el sábado el día
de Yahvé por excelencia, tal vez no sea la más apropiada interpretación del AT pues en
ninguna parte se dice que el sábado sea el día de Yahvé, sí que lo santifica, y es dedicado a
este, pero parece no tener relación con la idea de los profetas. Vale la pena la explicación
de su relación con los pueblos pagano, y ahí es donde podríamos encontrar el resquicio.

Se podría discutir que sea uno de los más antiguos preceptos del culto yahvista, en
parte porque se considera que un día de descanso sólo es posible en condiciones de vida
agrícola o bien porque se cree poder reconocer en él un día lunar primitivo y también
porque la existencia en Babilonia de un día lunar llamado sapattu o sabattu inclina a pensar
que sólo después de la conquista de la Tierra pudieron los israelitas conocerlo a través de
los cananeos (y he aquí la idea). La interpretación del sábado como día de luna llena, aboca
con dificultades insuperables, ya que no logra explicar satisfactoriamente ni el caso de ser
día del plenilunio a ser el día séptimo ni tampoco los antiguos testimonios sobre la especial
importancia del día séptimo para con los días lunares babilónicos, considerados como días
de infortunio, y además se menciona que en las fiestas paganas se da mucha cabida a la
distinción entre días santos y días de infortunio, por ejemplo los días séptimos del mes
babilónico, el 7, el 14, el 19, el 21 y el 28, tienen el carácter de dies nefastus (en babilonio,
umu limnu), en los que se debe tener un especial cuidado, Sólo el día 15 se suspende en
Babilonia el trabajo, pero es claro que la causa está en que en ese día se piensa que nadie
puede tener suerte y que es posible aplacar la ira de los dioses, que debían andar de
descanso8.

Este anterior dato podría dar un poco de luz, lógicamente la idea de sábado se
separa totalmente del día séptimo y el día de descanso de los paganos, pero la idea; si

6
ASURMENDI, J. M., Amós y Oseas, Editorial Verbo Divino, Pamplona,1989,página 5
7 AMSLER, S., Los últimos profetas, Editorial Verbo Divino, Pamplona, 1996, página 49
8 EICHRODT W., Teología Del Antiguo Testamento, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1975, paginas 119-120.

6
podría tener una relación aunque sea lejana con el término “día de Yahvé”; pues coincide
con un día nefasto, un día terrible, relacionado con la divinidad en que todos tendrían un
sumo cuidado en su obrar. Esta concepción unida a la idea del tiempo de los israelitas que
mencionábamos más arriba, está más cerca de la idea original de los profetas sobre el día de
Yahvé, no tanto así del concepto del día sábado.

2.3. El día de Yahvé, tiempo de castigo y salvación:

En la profecía veterotestamentaria a veces se vincula la intervención divina final


sobre los enemigos del pueblo de Dios con la expresión “El día de Yahvé”. Es posible que
esta designación ya se usaba antes de lo días de Amos (Am 5,18).9 El día de Yahvé,
también denominado “día del Señor”, tiene connotaciones de juicio (Is 2,12-22), de ira (Sof
1,17-8) y de salvación o de victoria (Sof 3,8-20).10 Este es un de los temas fijos que ocupan
la posición más clara referente a la estructura escatológica. Aparece en casi todas las
unidades proféticas y en la mayoría de veces toma el carácter de fórmula y sirve de enlace
para introducir otros temas escatológicos. Como quiera que sea el término en líneas
esenciales, se maneja entre la esperanza de Israel, la salvación y el castigo. Poco antes de la
destrucción del reino meridional y del comienzo del exilio (segunda mitad del siglo VII y
primera mitad del VI): en Sofonías, Nahúm, Habacuc, Jeremías y Ezequiel. Estos recurren
en parte a tradiciones de profetas anteriores (Amos y Oseas), pero también a Isaías para dar
esperanza, lo hacen recurriendo al anuncia del juicio próximo, El “día de Yahvé”, que
antaño se esperaba como día de salvación y de bendiciones, pasa a ser desde Amos el día
del juicio de Yahvé sobre su pueblo infiel. Como Israel se obstinó y fue infiel, su juicio y
su condena se cumplen (en forma de destrucción por naciones extranjeras o de
deportación): la maldición del pecado se deja sentir incesantemente en Israel.

No obstante, la bendición de Yahvé prevalece sobre el castigo, ya que después del


juicio llega una nueva salvación para el “resto de Israel” que se convierte y guarda
fidelidad. El futuro se “periodiza”; no se presenta simplemente como alternativa abierta
entre maldición y bendición a tenor de la conducta del pueblo, sino como una sucesión
constante de maldición y bendición en el marco de esta distribución periódica de las
promesas se sitúan todas las esperanzas de salvación de cara al futuro. En la historiografía
anterior de Israel, la salvación se basaba sobre todo en las acciones de Yahvé en el pasado,
en las que cada generación participaba mediante actualización social, para recibir así la
salvación de Dios. El pecado del pueblo y el castigo consiguiente deshacía esta realidad
salvífica; el pasado no ofrecía un fundamento sólido y no quedaba ninguna garantía

9SICRE, J.L. Profetismo en Israel, Estella, Verbo divino, 1992,página 384


10LASOR, W., HUBBARD D. y BUSH, F., Panorama del Antiguo Testamento, Gran Rapids, Nueva creación, 1995,
página 390

7
absoluta de una nueva salvación otorgada por Dios. Por eso el interés se orienta al futuro, a
una nueva acción salvadora de Dios realmente definitiva e inquebrantable.

Se presenta en analogía con las antiguas intervenciones de Yahveh, como nuevo


éxodo (Oseas, Jeremías, Ezequiel, déutero-Isaías), como un nuevo país de Israel (Ezequiel),
como una nueva alianza (Jeremías), como un nuevo David (Isaías). Mientras que en Isaías
lo nuevo conecta aun estrechamente con lo antiguo, lo profetas pre-exílicos y exilícos
prometen la nueva acción salvadora de Dios como una nueva creación (aunque análoga) de
Yahveh: todo debe ser hecho de nuevo. Esta realidad nueva supera absolutamente lo
antiguo porque es definitiva y no puede perecer11.

Podemos concluir, que el día de Yahveh, va injertado en un tiempo de salvación, es el


inicio que abre el tiempo al obrar de Dios, un tiempo en que Dios interviene directamente
destruyendo el mal pero no sin purificar y preservar a el resto, es en definitiva; parte integra
de la escatología del Antiguo Testamento.

2.4. El día de Yahveh o día del Señor en los libros proféticos12:

Se ha visto a menudo que al núcleo de la escatología profética pertenece la


expectación del día de Yahveh. Es un caso especial, ya que siempre que aparece en la
profecía, culminan las afirmaciones en una venida totalmente personal del mismo Yahveh.
La pregunta sobre el origen de esa idea se· ha planteado a menudo, y con razón; pues si la
pudiéramos responder, estaríamos mucho más cerca de la comprensión de las cosas. Los
textos que hablan expressis verbis del día de Yahveh son dieciséis pero también hay otros
que se pueden decir como sinónimos, no ayudan a clarificar mucho, más bien habla de las
consecuencias generales y los efectos que tendrá la venida de Yahveh, que no del fenómeno
mismo y sus circunstancias concretas.
La expresión “Día de Yahvé” es propia de la literatura profética y aparece dieciséis veces
en la Sagrada Escritura; mientras la frase pareja “un día para Yahvé” acontece en tres
ocasiones (Is 2,12; Ez 30,3; Zac 14,1). El Día de Yahvé indica la intervención de Dios en la
historia para destruir a los opresores de Israel, devastar a los israelitas infieles y restaurar el
pueblo fiel. En definitiva el día de Yahvé implica la condena de los pecadores y la
salvación de los justos. Veámoslo en los textos proféticos:

La profecía de Isaías sitúa el “Día de Yahvé” en dos ámbitos. Por una parte, el texto
de Isaías percibe la irrupción del Día de Yahvé en el ocaso de Babilonia (Is 13,6.9). La
conquista de Babilonia fue realizada por Ciro el Grande en el año 538 a C pero auspiciada
por Yahvé (Cf. Is 41,1-5), Señor de la Historia.

11 KEHL, M., Op. Cit., paginas 104-105


12 VON RAD, G., Teología del Antiguo Testamento vol. II, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2000, paginas 156-161

8
Por otra parte, la voz profética relata cómo en el día de Yahvé el Señor acabará con todo lo
encumbrado y altivo (Is 2,12). Los términos “encumbrado” y “altivo” simbolizan a los
habitantes de la Ciudad Santa, injustos e idólatras.

La voz de Ezequiel enfoca el Día de Yahvé desde una perspectiva semejante a la de Isaías.
En primer lugar, Ezequiel denuncia la actitud mendaz de los falsos profetas que
precipitaron al pueblo a la ruina. La maldad de los profetas inicuos impedirá la conversión
del país y por eso la nación sucumbirá ante el envite divino en el día de Yahvé (Ez 13,5).
En segundo lugar, Ezequiel sitúa la llegada del Día de Yahvé en la debacle que asolará el
país del Nilo; el texto alude a la conquista de Egipto llevada a término por Nabucodonosor
II (Ez 30,3). De ese modo los libros de Isaías y Ezequiel denominan “Día de Yahvé” al
momento en que la actuación divina acabará con la maldad imperante en Judá, y asolará
Egipto y Babilonia, potencias opresoras del pueblo de Dios.

La voz de Sofonías preconiza los clamores amargos de los habitantes de Judá cuando llegué
el Día de Yahvé, cuando Dios fustigue la infidelidad de su pueblo (Sof 1,1.14).
Joel amenaza al pueblo con la llegada del día de Yahvé. En ése día terrible, el Señor
devastará a su pueblo (Jl 1,15). La devastación acontecerá con la irrupción de un ejército
invasor (Jl 2,1), con el que Dios embestirá contra la nación (Jl 2,11). Sin embargo debemos
notar que el profeta amenaza al pueblo con la irrupción del día de Yahvé para propiciar la
conversión de la nación (Jl 3,4), cuando se vea atemorizada por el furor de la cólera divina
(Jl 4,14).

El libro de Malaquías ahonda en la presentación de Joel; pues anuncia la llegada de Elías


antes de que acontezca el día de la devastación, el día de Yahvé (Mal 3,23).
La misión de Elías estriba en reconciliar a padres e hijos, metáfora de la reconciliación
social, para que la nación no sea exterminada (Mal 3,22-24).
La voz de Abdías remite al día de Yahvé la destrucción de Edom (Abd 15.18), antiguo
opresor de Judá (cf. Is 34).

Zacarías adscribe al día de Yahvé el juicio divino contra Jerusalén. La Ciudad Santa sufrirá
el ataque de las naciones, pero un resto de sus habitantes conseguirá sobrevivir (Zac 14,1).

El día de Yahveh obtuvo esta denominación porque estaría o estuvo marcado por la acción
del Dios Yahveh. En los profetas preexílicos se habla en futuro del día de Yahveh, como en
los pasajes de Isaías (Is 2,12), Sofonías (So 1,7-8), Jeremías (Jer 46,10) y finalmente en
Abdías (Ab 1,15). Sin embargo se nota una ruptura en Ezequiel donde no solo se menciona
como un día futuro (Ez 7,7-19), sino también al juicio de Dios sobre Jerusalén en el pasado
(Ez 13,5; 34,12). En Joel vuelve a tomar el carácter futuro (Jo 1,15) y encontramos
referencia a este día en otros textos postexílicos (Zac14,1; Mal 3,19-23). De tal forma que
podemos deducir que para los profetas el día de Yahveh estaba “cercano” en un sentido
futuro, aunque hay testimonios que hablan de un día de Yahveh en el pasado de Israel, es
decir textos exílicos que miran al pasado.13

13
PREUSS, H., Teología del Antiguo Testamento, Desclée, Bilbao, 1999, paginas 458-459

9
En cualquier caso, se habla de una huida de los hombres, que dejarán a un lado las
imágenes de los dioses, carentes ya de valor. La historia de las formas y de las tradiciones,
nos han enseñado que conceptos de tal importancia raramente se presentan solos; por regla
general, está subordinado a ellos todo un ciclo de ideas, con un tópico muy determinado
que se repite, y cuya existencia hay que tener cuidadosamente en cuenta. La unidad total en
la que ha surgido el concepto, debe ser incluida con el círculo de ideas que la constituyen.

Comenzamos con el poema contra Babilonia, Is 13, que en general se considera


como un vaticinio anónimo del siglo VI. Al principio, hay un llamamiento a los guerreros
para unirse al mandato de Yahveh; también deben alzarse las enseñas. El mismo Yahveh
llama a sus “bravos”, sus héroes, y éstos vienen en tal cantidad, que se alza un tumulto de
pueblos. Después, el mismo Yahveh pasa revista a sus ejércitos: ¡Dad alaridos, porque está
cerca el día de Yahveh!, se acerca como el ímpetu del poderoso. Por eso caen todos los
brazos. Todos los corazones humanos pierden el ánimo. Los unos miran anonadados a los
otros. (Is 13, 6-8). Yahveh viene personalmente a la lucha, las estrellas se oscurecerán, la
tierra tiembla, la muerte será terrible. El poema termina con una referencia al universo
plenamente despoblado. Su círculo de ideas se cierra en sí mismo; habla de un suceso
bélico que comienza con la leva de los guerreros y termina con la descripción de la tierra
despoblada y desierta. El acontecimiento bélico se extiende de un modo gigantesco; no sólo
acuden guerreros particulares al llamamiento, sino todos los pueblos juntos. No obstante la
mirada recoge un suceso bélico real.

De modo muy parecido a Is 13, ha sido constituido el poema contra Edom Is 43 y


hemos de mencionarlo aquí, aunque no contiene la expresión “día de Yahveh”, pero sí
habla en su lugar del “día de la venganza de Yahveh” (v. 8). Comienza con la
comunicación de la gran cólera de Yahveh contra Edom; sigue con una descripción del
aniquilamiento de Edom por la espada de Yahveh, y finaliza, como Is 13, con la imagen de
la tierra desolada, y solamente habitada por animales. También aquí la idea de la lucha de
Yahveh está en un primer plano.

Es característica a este respecto la afirmación de que Yahveh ha consagrado a sus


enemigos al anatema (v. 2). También aquí entran en conexión con la lucha cambios
terribles en el cielo: “el cielo se enrollará como un volumen, y todo su ejército se
marchitará” (v. 4). Más tarde hablaremos de la comparación de esa lucha con una fiesta de
la matanza (v. 6). También el vaticinio de Ezequiel contra Egipto, Ez 30, 1 s. es un extenso
poema cerrado en sí mismo. Comienza con una llamada de dolor sobre el día de Yahveh:
“cerca está el día de Yahveh”. Es un día de nublado; la espada vendrá sobre Egipto; los
egipcios caerán juntamente con sus aliados, y después la tierra y sus ciudades quedarán
desiertas.

10
Aunque un poco acortado, Ez 30, 1-9, marcha paralelo a los vaticinios de Is 13 y 34,
de tal modo que cabe preguntarse si los tres textos no dependerán de un esquema profético
anterior.
Lo mismo se puede decir del gran poema de Ez 7. El hecho de que tampoco se
pronuncie aquí la expresión propiamente dicha: “día de Yahveh”, no tiene importancia si se
atiende a las repetidas llamadas; “cerca está el día” (v. 7), “¡ved el día!” (v. 10), “se ha
presentado el día” (v. 12). Casi en cada frase aparece claro que se trate del día de Yahveh.
También aquí solamente nos interesan las ideas básicas transcendentales: el fin se acerca, y
se acerca para toda la tierra, aunque de manera muy especial para Israel. A diferencia de los
ejemplos antes mencionados, la llamada con que se abre el poema, se desarrolla de un
modo desacostumbrado. Solamente en el v. 14 se hace la descripción de la batalla. El
enemigo debería alinearse para la defensa, “pero nadie va al combate” (v. 14); la espada y
el hambre se desencadenan. “Todos los brazos dormirán” (v. 17); los bienes de la ciudad
caerán en manos extrañas, y la ciudad será profanada. Con estas frases se alcanza más o
menos el fin que en los otros poemas se describía como una despoblación.

A ese grupo pertenece también Jer 46,3-12 con su descripción de “aquel día”, “el
día de la venganza” contra Egipto.

En Joel se encuentran importantes testimonios que confirman la imagen que hemos


ido adquiriendo. El texto de JI 1, 15 tiene gran importancia para comprender todo el
capítulo, “Cerca está el día, de Yahveh”. Todos los indicios apuntan a que Yahveh mismo
es el que se pone en marcha para una expedición militar colosal (cf. Zac 14, 1. 3). Hoy se
suele aceptar generalmente que JI 2, 1-11 habla de una plaga de langosta. Pero por eso
mismo son interesantes las afirmaciones que hace el profeta acerca de ese suceso, y ante
todo la manera de describirlo. Está claro que Joel, en el modo como trata de ilustrar el
trance, depende de ideas más o menos convencionales ya tradicionales; es decir, de ideas
que aplica después a la calamidad actual. Equipara la langosta a los ejércitos que se acercan
para la lucha del día de Yahveh, y con ello quedan a disposición todos los tópicos acerca
del acontecimiento bélico del día de Yahveh.

¡Haced resonar el cuerno en Sión!, ¡dad la alarma en la santa montaña!


Que todos los habitantes del país tiemblen, pues viene el día de Yahveh.
Está cerca en verdad; día de oscuridad y de tinieblas, día de cerrazón
y de lobreguez (JI 2, 1-2).

Se acerca un ejército tan poderoso que jamás se ha visto nada parecido “Ante él
temen los pueblos, todos los rostros palidecen” (v. 6). Ante él tiembla la tierra se atemoriza
el cielo. El sol y la luna se ensombrecen, y las estrellas pierden su claridad (v. 10). “El día
de Yahveh es grande y terrible, y ¿Quién podrá afrontarlo?” (v. 11). Desde aquí el poema

11
se transforma en una exhortación a la penitencia, y en la exigencia de unirse a un ayuno en
honor de Dios; ya que JI 2, 1-11, es solamente una parte de una gran composición litúrgica.
Por eso es más extraño lo poco que pudo influir la plaga de langosta en la descripción
habitual de la serie de acontecimientos. En efecto: la serie, temblor de tierra, eclipse, voz de
Yahveh, no tenía mucho de común con una plaga de langosta.

El vaticinio de Sofonías sobre el día de Yahveh es uno de los materiales más


importantes que tenemos a nuestra disposición acerca de ese círculo de ideas del día de
Yahveh (Sof 1, 7-18). Desde un punto de vista formal el texto es tan complicado porque
mezcla constantemente la descripción objetiva de los acontecimientos, y los oráculos
divinos en estilo de primera persona.

Sin embargo sería erróneo fraccionar el texto en una multitud de pequeñas


unidades. Es, sin duda, una sola Unidad. Tenemos una descripción del día de Yahveh, en la
que, según las circunstancias, han sido incrustados logias particulares. A nosotros sólo nos
importa el primer elemento (v. 7, 10-11, 13-18). La descripción parece comenzar con el
anuncio de la proximidad del día de Yahveh. Ese día se describe como una matanza que
Yahveh organiza para sus Invitados. Hemos tropezado más arriba con esa metáfora en Is
34, 6. Se trata, evidentemente, de una idea que pertenece igualmente a los comunes del día
de Yahveh. Está explicada clarísimamente en Jer 46, 10: del mismo modo que en las
grandes fiestas sacrificiales la sangre de los animales fluye a torrentes, así de sangrienta
será la lucha de Yahveh contra sus enemigos. Lo que sigue muestra también que se trata de
un hecho bélico: en todas partes de la ciudad de Jerusalén se oirán estrépitos y lamentos (v.
10-11).

Ese día es un día de angustia, de tiniebla y oscuridad; un día de trompetas y de


gritos de guerra contra las ciudades fortificadas. Entonces vendrá la angustia sobre los
hombres; el pánico que estallará, se manifestará en que “correrán como ciegos” (v. 17); no
podrán salvarse, pues la tierra será deshecha en el fuego de su indignación. Así acaba la
descripción que corresponde en su mayor parte a Is 13; 34; Ez 7 y Jl2.

El primer resultado de esta mirada de conjunto es que ese día de Yahveh esperado
por los profetas constituye indudablemente un hecho bélico. El amplio uso de esa idea en
los profetas, hace suponer como ya hemos dicho que trata de un elemento escatológico de
la tradición firmemente establecido.

Pero frente a él se alza el hecho de que en ocasiones la expresión “día de Yahveh”


puede aplicarse a sucesos del pasado (Ez 13, 5; 34 12; cf. Lam 1 12; 2, 22). A la vista de
ese resultado, un poco disonante, una investigación que proceda metódicamente debe
preservarse en primer lugar de todas las posibilidades de interpretación mitológica, y
preguntarse si no habrá conocido Israel, en sus antiguas tradiciones, la idea de una venida

12
de Yahveh para una intervención bélica, acompañada de fenómenos milagrosos. Eso es
precisamente lo que ocurre. Con la vinculación, casi estereotipada, del día de Yahveh con
una intervención bélica, viene el recuerdo de la guerra santa y de las tradicionales
circunstancias que la acompañan, y bajo las cuales tiene lugar.

En cualquier caso existe la idea, acuñada por la tradición, de la venida de Yahveh


para un acontecimiento bélico; y antes de cualquier otra búsqueda exegética, habría que
preguntarse por su parentesco con las afirmaciones proféticas en torno al día de Yahveh.
Esto parece tanto más probable, cuanto que por dos veces se compara directísimamente ese
acontecimiento bélico escatológico con las guerras santas del pasado (Is 9, 4 = Jue 7; Is
28,21 = 2 Sam S, 20. 25). En tomo a esas guerras, que Yahveh había dirigido en otro
tiempo, se contaron diversas y maravillosas acciones que las habían acompañado (truenos;
1 Sam 7, 10; piedras que caen del cielo: Jos 10, 11; columna de nube: Ex 14,20; Jos 24, 7;
nubes que derraman agua: Jue 5, 4 s.).

El temor de Dios juega en todo eso un papel especial: se trata de una confusión
producida por el pánico y el desfallecimiento de los enemigos, con lo que les falta, como si
estuvieran paralíticos, cualquier disposición para la guerra, matándose entre ellos mismos.
Después de todo no cabe ninguna duda de que en el fondo, tanto en las narraciones antiguas
de las teofanías guerreras ocurridas en el pasado, como en las descripciones proféticas del
día de Yahveh venidero, nos encontramos ante un mismo circulo de ideas. Sus elementos
individuales se repiten, rasgo a rasgo, en los vaticinios de los profetas. Recordemos una vez
más el fenómeno del pánico sagrado:
¿Qué veo? Están trastornados, ¡retroceden!
Sus héroes se dispersan, huyen aquí y allá...
No puede escaparse el veloz, ni salvarse el héroe (Jer 46, 5).

Por lo tanto, el círculo de ideas pertenecientes al día de Yahveh, tomado en sí


mismo, no es escatológico, sino que era familiar a los profetas, con todas sus
particularidades, por las antiguas tradiciones referentes a Yahveh. Los profetas tenían la
opinión de que la última salida de Yahveh contra sus enemigos tendría lugar bajo los
mismos signos que en las épocas antiguas. No cabe duda de que esa idea de la intervención
bélica de Yahveh ha aumentado enormemente en la visión de los profetas, pues concernirá
a todos los pueblos, y aun a toda la creación.

El suceso se ha extendido hasta alcanzar las proporciones de un fenómeno cósmico.


Pero lo más importante, y lo más insufrible para sus oyentes, era la expectativa de que la
venida de Yahveh se volvería contra el mismo Israel .Bajo la influencia de ese círculo de
ideas, y a causa de la incorporación de ese tema a cargo de los profetas, se ha efectuado una
cierta estereotipización, una cierta circularidad temática; de tal manera que para Joel, por
ejemplo, y más aún para Zacarías, el anuncio del día de Yahveh había llegado a ser casi

13
como un requisito fijo de la predicación profética; cosa que no sucedía antes, como hemos
podido ver. Bien se puede suponer que los contemporáneos de Amós esperasen esa venida
de Yahveh para la guerra y el triunfo. Amós permite suponer que ese día traerá una
oscuridad que habría de ser funesta para ellos mismos; pero es muy poco probable que
podamos suponer en los contemporáneos de Amós una “escatología popular” plenamente
configurada.

Desde este punto de vista, se ha exagerado mucho la fuerza probatoria de Am 5, 18.


Su Sitz im Leben original está probablemente en la antigua institución de la guerra santa. El
día de Yahvéh va adquiriendo en el curso de la predicación profética una creciente
importancia para comprender la intervención divina en el juicio. Abre una nueva era, ya
que pone de manifiesto el triunfo de Yahveh que juzga a Israel y a las naciones de acuerdo
con principios morales incorruptibles14.

2.5. El día de Yahveh y la idea de un Mesías,

Hemos visto el contexto vital del término, y el círculo de ideas que esta expreso en
los profetas. Para terminar con el análisis, es interesante mencionar la idea de que en el día
de Yahvéh es Él mismo Dios que viene, interviene directamente, no será por medio de
hombres enviados, si no el mismo liderara este día. La comunidad judía postexílica espera
la venida de un profeta ideal que trascienda la figura y misión del resto de los profetas
precedentes, al referirnos a la venida de este profeta de los últimos tiempos podemos
comparar en Malaquías cuando habla del envío de Elías como precursor no del mesías, sino
de Yahvé:

«Yo os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y
terrible: reconciliará a padres con hijos, a hijos con padres, y así no vendré yo a exterminar
la tierra» (Mal 3,23-24). Texto que debe ser leído en relación con Mal 3,1: «Yo envío un
mensajero a prepararme el camino». La idea del retorno de Elías está presente también en
Eclo 48,10 y en no pocos textos de la tradición judía.

En suma, la esperanza de un profeta escatológico reviste dos modalidades: una, la


del retorno de Moisés o un profeta de su rango, que tiene su fundamento en Dt 18,15-18,
interpretado, bien históricamente (resurgir de figuras proféticas continuadoras de la labor
mosaica), bien en sentido escatológico. Otra, el retorno de Elías con significación
escatológica. Las funciones escatológicas de uno y otro son diferentes. Mientras el Elías
profeta anuncia la llegada inminente de los últimos tiempos y llama al pueblo a
arrepentirse, el Moisés-profeta ejerce una función redentora a través de una práctica
milagrosa y expone de manera definitiva la ley.

14
MYSTERIUM SALUTIS, TOMO V , Ediciones Cristiandad, Madrid, 1971 , pagina 677

14
La idea del profeta escatológico siguió viva en el judaísmo palestinense durante los
siglos I a. C. y I d. C. Así parece deducirse, entre otros testimonios de la época, de la
literatura de Qumrán15.

De estas ideas podríamos partir para relacionar el día de Yahveh con la venida de
Cristo a la tierra, pues encuentra su nexo a través de Juan el bautista, él Elías esperado, pero
esto es solo una mención de un hecho interesante, pues escapa al estudio que llevamos
sobre la materia de profetas.

3. Sentido Escatológico del día de Yahvé


3.1. La espera del último día
Yahveh conduce también la historia a su término. El anuncio del día de Yahveh para
Israel va, pues, a transformarse en el anuncio de un día para el mundo entero. Este día no
tendrá lugar en el transcurso del tiempo, sino al final de los tiempos, al fin del mundo
presente. Primitivamente, el horizonte del día de Yahveh se limitaba a Israel. Los profetas,
luchando contra la falsa seguridad del pueblo, que estimaba deber ser salvado sin
condiciones de todas sus dificultades, iban contra la corriente de la esperanza popular con
la expresión “Día de Yahveh” o sin ella (Am 5, 18ss; Is 28, 14ss; Miq 1, 2s; Jer 4): sólo
para un resto sería la victoria de Israel. Con el profeta Sofonías se amplía el horizonte (siglo
IV); el día alcanzará a las naciones enemigas (Sof 2, 4-15), preparará su conversión y el
restablecimiento de Israel (3, 9-18).

Luego que Jerusalén han pasado por el día de la ira de Yahveh (Lam 1, 12), los
profetas se aplican cada vez más a restaurar la esperanza en el pueblo oprimido por la
naciones: el día alcanza a Babilonia (Is 13) a Edom (Is 34); en cuanto a Israel, que todavía
debe ser purificado (Mal 3, 2; Zac 1s), se trata de una protección asegurada (Zac 12, 1-4),
del don del Espíritu (Jl 3; Zac 12, 10), de un paraíso renovado (Jl 4, 18; Zac 14, 8). Israel
será vengado de sus enemigos (Jer 46, 10) habiendo sonado la hora de las naciones (Ez 30,
3s): tal es “el día de la venganza de Yahveh” (Is 34, 8).

La extensión del día a las naciones se completa con una ampliación en el templo. Ya
para Ezequiel el día marcaba un “fin” (Ez 7, 6s); con Daniel será “el fin del mundo” (Dan
9, 26; 11, 27; 12,13), “precedido por el tiempo del fin” (8,17; 11, 35.40; 12, 4.9). Las
imágenes de la guerra de Yahveh contra los enemigos de Israel (cf. Zac 14, 12-20) se
enriquecen con imágenes cósmicas que representan el combate original de Yahveh cuando
triunfó de las bestias y del caos. Sin embargo, se sigue en contacto con la historia: la
coalición organizada en los cuatro ángulos de la tierra contra Jerusalén (Zac 12, 3), será

15
TAMAYO ACOSTA, J. J., Para comprender La escatología cristiana, Editorial Verbo Divino, Pamplona, 1993,
paginas 75-76

15
desbaratada por Yahveh, que será reconocido como juez de toda la tierra (Sal 94,2; 96, 13);
la tierra entera será despoblada (Is 24,1), serán aniquilado los pueblos guiados por Gog (Ez
38), como los dioses que los inspiraban.

El día de Yahveh marcará de esta manera la victoria definitiva de Dios sobre sus
enemigos. El sentido escatológico del día de Yahveh en la voz de los profetas toma un
curso consolador, de esperanza, pero a la vez temible, describiendo a Dios como el
vengador, como el juez que hace justicia sobre los buenos y malos; a las naciones que
esclavizan a Israel tendrán su paga por manos de Yahveh e Israel será liberado de la
esclavitud. Con el lenguaje de los profetas, se puede deducir que el pueblo de Dios
esperaba, el día de Yahveh, que en la espera era una luz en el presente, en los momentos de
angustia y calamidad.

Pero, Lo que de entrada podría significar una expectativa de salvación para Israel,
la profecía del Antiguo Testamento lo enmarca con un significado contrario:
Un día de tinieblas y no de luz (Am 5,18-20), añadiéndole además al carácter nacional un
carácter cósmico (Is 2,12ss), que según Sofonías afectará a toda la tierra y a las naciones
(Sof 1,14-18) También según el profeta Joel,16 moviéndose ya en el terreno apocalíptico,
nos dice que el día de Yahveh cuenta con señales que lo anuncian y que afecta tanto a la
naturaleza como a la historia, a Israel y a las naciones (Jo 1,15; 2,1-11). Se pueden destacar
algunos otros aspectos particulares como la oscuridad en Amós, la superioridad de Yahveh
sobre toda arrogancia y orgullo en Isaías, la intervención que produce pánico a los
enemigos (Zac14,13), y la actividad jurídica de Dios contra Israel pero también contra las
naciones.

Esta manifestación divina es algo personal, Yahveh interviene directamente y no solo las
fuerzas cósmicas. Yahveh se presenta en el drama y Él mismo hace tronar los cielos,
temblar la tierra y enviar granizo desolador. “El día de Yahveh era un día trascendental, y
estas son las clases de sucesos que característicamente acompañan a los días
trascendentales”.17

Amós (5, 18-20) presenta el día de Yahveh como un día de juicio y de castigo, pero
con está manera de expresarse, el profeta hace un llamado a la vida moral recta, para que
así, haya salvación para el pueblo de Israel el día de Yahveh.
“Conociendo la historia de Israel podemos pensar que no llegó a la idea de Dios a
través de reflexiones filosóficas, sino a través de una experiencia vivida, es Dios quien le
salva de la esclavitud de Egipto, es Dios quien le promete la tierra en heredad, todo esto,
pero sobre todo, será la experiencia del destierro en Babilonia la que marcará el deseo del

16
COLLADO BARTOMEU, V., Escatologías de los profetas, San Jerónimo, Valencia, 1972, página 95
17WALTON, J., MATTHEWS, V. y CHAVALAS, M. Comentario del contexto cultural de la Biblia, El Paso, Mundo
Hispano, 2000, página 867

16
día de Yahveh, como el día en que sea liberado. Pero será sobre todo en la experiencia del
exilio donde el día de Yahveh tendrá un sentido de esperanza, de liberación; los profetas
hablarán del día en que Dios se manifestará y su presencia será duradera, para siempre”.

Pero lógicamente, el concepto día de Yahvé, se une con el día de la esperanza


mesiánica, desde que Natán anuncia a David la esperanza de un descendiente suyo que
reinaría definitivamente en Israel (2 Sam 7, 1-16), el pueblo judío centro toda su esperanza
en la llegada del Mesías.18

18
SAYES, J. A, Escatología. Ediciones, Palabra. Madrid 2006.

17
Conclusión

El día de Yahvé denota la intervención de Dios en la historia. La actuación divina


implica la condena de los pecadores y la salvación de los justos. La profecía de Amós
recoge la mención del día de Yahvé procedente de la religión semita, pero quiebra la
tradición operando un cambia en el significado del día de Yahvé. Los dirigentes de
Samaría, injustos e idólatras, ansiaban la llegada del día de Yahvé como la ocasión en que
Dios destruiría el poderío asirio. Los líderes concebían el día de Yahvé como la
oportunidad luminosa en que el Señor les libraría de toda amenaza externa. Sin embargo
Amós no entiende el día de Yahvé como luz sino como tiniebla. El día de Yahvé no
contemplará la destrucción de Asiria, propiciará el ocaso de los dirigentes de Samaría que
huirán despavoridos como fugitivos acosados por las fieras. Por los cual los profetas han
ayudado a dar una visión más clara del día de Yahvé o día del señor en el cual se ve
presente el plan de salvación que Dios ha preparado para que el hombre se salve, y que hay
muchas posturas erróneas y confusas que se presentan para indicar que desde la venida de
Jesucristo al mundo revelo la dimensión Escatológica al cual se asemeja el día del señor,
día del hijo del hombre el cual Dios irrumpe en la historia de los hombres para iluminar el
camino del hombre.
Bibliografía

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