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La trascendencia de la familia en la sociedad

Martes 26 de Junio, 2012

Felipe Güicho Alba


Es Lic. en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California (UABC),
ha sido Jefe de Comunicación Social y maestro por asignatura en la UABC, Jefe de Comunicación
Social de la Secretaría Jurídica y Prevención Social del Gobierno de Baja California, Secretario
Técnico y Secretario Privado del Subsecretario de Educación Superior e Investigación Científica de
la SEP, Jefe de Comunicación Social en la Dirección de Seguridad Pública del XVI Ayuntamiento
de Mexicali, Director de Comunicación de la Procuraduría General de Justicia de Baja California y
Jefe de Comunicación Social del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, Baja
California, cuenta además con una Maestría en Ciencias de la Familia en el Instituto Superior de
Estudios para la Familia, Universidad de Anáhuac.
Cuando escuchamos la palabra familia, puede que nos haga pensar en la imagen de papá, mamá,
hermanos si los hay, o la abuela que por motivos de salud vive en la casa; o aquel sobrino que por
alguna causa, aún no aclarada, llegó como para quedarse por siempre.
Habrá quienes digan que dicha palabra no signifique nada, tal vez para otra familia solo signifique
mi hijo o solamente mi mamá. Incluso puede que el recuerdo nos transporte a reuniones emotivas,
celebraciones importantes como la fiesta del abuelo, la quinceañera de Eva, las bodas de plata de los
padres.
En fin, tal palabra puede provocarnos diversas ideas y gran cantidad de sensaciones y recuerdos.
La familia es eso, y es más. Es papá, mamá e hijos, pero es más.
Quizás suene muy rimbombante pero la familia es el principal centro formador de personas para la
sociedad.
La familia no es meramente un espacio de convivencia, sino una organización que tiene como una de
sus principales funciones formar individuos para la sociedad donde está inmersa.
Es una actividad inalienable, la familia no puede renunciar a su función de formar seres humanos
para la comunidad, porque aunque lo decidiera formal y definitivamente, es incapaz de dejar de
hacer lo que está intrínseco en ella.
Por citar un ejemplo, un padre podrá decirle a su hijo que no se va hacer cargo de su formación e
intente desatender su obligación, pero esta misma decisión de no formar, provoca en el hijo una
forma de ser. Entonces, aún y cuando el papá crea que no está haciendo nada, en realidad sí está
provocando una conducta en el menor.
La formación y la familia son semejantes a la sombra que proyecta una persona bajo el sol, no puede
separarse de ella por más intentos que realice por alejarse de la misma.
Eso es precisamente lo que pareciera ser que a la familia no le queda completamente claro. Para los
integrantes de una familia, sobre todo a los padres, no resulta evidente su función como formadores
sociales.
En muchos momentos se deja de lado esa responsabilidad de hacedores de entes sociales. En el seno
familiar y no en otra parte es donde se forman el carácter, los valores y las normas de conducta de un
hombre y una mujer.
El valor que tiene la familia en el entorno social es apremiante. Y lo es así no sólo porque es el
núcleo de la sociedad, sino porque es ahí donde se forman los hombres y mujeres que la habitan.
Día con día vemos cómo el ser humano ha estado desprendiéndose de sí mismo como ser social y
comprometido; y por el contrario se ha estado transformando en un ser individualista, que solo busca
el bienestar personal.
Por ello es vital reconsiderar su importancia. Los maestros, el político, los policías, el profesionista,
el obrero, los que infringen la ley, prácticamente todos y cada uno de los ciudadanos provienen de
una familia.
Y es dentro de ella donde se iniciaron sus primeros intercambios sociales, en esta estructura
comunitaria adquirieron sus patrones de conductas, aprendieron a comprometerse con su entorno y
con quienes les rodean, conocieron del sentido de responsabilidad.
Si el esfuerzo del hombre se encamina al bienestar de la sociedad, éste solo se puede alcanzar con
familias sólidas, integradas, comprometidas con su quehacer y responsables con la función que
tienen dentro de una comunidad, que es formar hombres y mujeres de bien.
Restablecer la importancia de la familia debiera ser acción sustantiva de todos y cada uno de los
actores sociales, comprendiendo claramente lo trascendental que resulta para una sociedad como en
la que hoy vivimos.
Restituyámosle su valor, esforcémonos por su permanencia, el desarrollo armónico de nuestra
comunidad depende de ello.

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