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BUSCANDO CERTEZA

– MARTYN LLOYD-
JONES

Del Libro Seeking the Face of God (Buscando el rostro de Dios), Nueve
Reflexiones de los Salmos. Edición 2005.
Puedes ver todos los capítulos publicados de este libro en este enlace: Buscando
el rostro de Dios Martyn Lloyd-Jones.

Traducido por Erika Escobar

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BUSCANDO CERTEZA
Oh Dios, Tú eres mi Dios,

De mañana te buscaré,

Mi alma tiene sed de Ti,

Mi carne Te anhela en una tierra seca y sedienta

Donde no hay agua,

Ver Tu poder y Tu gloria

Como las he visto en el santuario.

Porque Tu amorosa bondad es mejor que la vida,

Mis labios te alabarán.

SALMO 63:1-3

Una vez más estoy ansioso de tratar con el mensaje del salmo completo. Vimos,
en nuestra consideración de éste en el último capítulo, que finalmente nada
importa más excepto el conocimiento de Dios. Aquí David ha resumido para
nosotros esta conmovedora y maravillosa oración: “Tu amorosa bondad es
mejor que la vida”. David no ruega por la vida. Lo que desea es “la amorosa
bondad de Dios” y teniendo eso –dice- “estoy listo para enfrentar cualquier
cosa”. Esta es la cosa más importante en el todo de su experiencia.

Esto seguramente es la esencia misma de la fe cristiana, algo que todos estamos


destinados a tener. No es sólo el mero conocimiento teórico sino una
experiencia viva y vital de Dios a través de nuestro Señor y Salvador Jesús
Cristo. Esto es importante, deseo sugerirles, por muchas razones. Obviamente
es de suprema importancia desde el punto de vista de la experiencia personal.
Vivimos en un mundo difícil y de pruebas y todos, tarde o temprano, nos
encontramos en alguna clase de jungla en la que nada importa excepto
esto. Cuando somos despojados de todas las cosas que normalmente tenemos
y disfrutamos –salud, fortaleza, riqueza, amigos, entretenimiento-, cuando
estamos súbitamente afectados por alguna enfermedad seria; esas cosas no
son de ninguna ayuda o valor para nosotros. Estamos solos y nada importa
excepto nuestro conocimiento de la amorosa bondad de Dios.

Cuando otras ayudas fallan y no existe consuelo,

Ayuda de los desamparados, vive conmigo

HENRY FRANCIS LIYTE – VIVE CONMIGO

De manera que la cosa más importante es saber siempre que Él está con
nosotros, que tenemos acceso a Él, y que podemos disfrutar de Su presencia en
las circunstancias más humillantes, más dificultosas y más complicadas. Esta
es la esencia de la sabiduría aun desde el punto de vista de la experiencia
personal.

Pero tengo una segunda razón para enfatizar esto, la cual es que cada vez estoy
más convencido de que es la forma definitiva del evangelismo. El Antiguo
Testamento de forma sorprendente nos dice que muchos se adhirieron a Judá
cuando vieron que Dios estaba con ellos. Había habido un tiempo de
declinación, las personas se habían olvidado y se habían apartado de Dios, de
forma tal que se habían metido en dificultades. Algunos se habían vuelto cínicos
y estaban dudando y negando su pasada fe y religión. Pero algo sucedió a
ciertas personas en Judá; ellos experimentaron una clase de reformación y
avivamiento. Se nos dice en Zacarías 8:23 “ En esos días acontecería que diez
hombres… tomarán el manto de un judío, diciendo, iremos contigo porque
hemos oído que Dios está contigo”.

Estoy bastante seguro que este principio opera tanto hoy como lo hizo en esos
tiempos antiguos. En otras palabras, estoy seguro de que la forma en que
podemos atraer a las masas que están fuera de la iglesia y fuera de Cristo a la
fe es mostrar que Dios está con nosotros. Las personas no están interesadas
en algo teórico. El hecho que siempre convence a las personas es la
realidad. Si ven que hay algo acerca de nuestras vidas, una cierta cualidad, una
cierta calma y ecuanimidad, la habilidad de ser más que vencedores en toda
clase de circunstancias, si ven que cuando todo está en contra nuestra
prevalecemos triunfantes donde ellos no, se interesarán en lo que
tenemos. Querrán saber más sobre esto. Por lo tanto, estoy convencido que la
gran necesidad hoy en día es personas cristianas que sepan y manifiesten el
hecho de conocer al Dios viviente y para quienes sea “Su amorosa bondad mejor
que la vida”.

En otras palabras, nada es más importante que la seguridad de la


salvación. Son los cristianos que tienen la seguridad y la paz y el gozo los que
siempre han sido usados por Dios en la propagación y el esparcimiento de la
verdad. Este es el gran secreto de una vida triunfante pero también es el secreto
del verdadero evangelismo.

Es así que debemos ir al aspecto práctico mismo de este tema: ¿Cómo


podemos obtener esta seguridad si no la tenemos aún? ¿Estamos en esta
posición? ¿Podemos decir, con David, “Tu amorosa bondad es mejor que la
vida ? Podemos decir “no hay nada sobre la tierra que pueda desear, excepto
a Tí? (Salmo 73:25 ). ¿Tenemos este conocimiento, este conocimiento vivo y
vital de Dios que David tenía, que Moisés tenía, y que todos los santos de la
Biblia tenían?

¿Cómo puede obtenerse esto? Aquí estamos lidiando con la más vital e
importante materia. La primera respuesta que les daría es que debemos creer
que esto es posible para nosotros. Obviamente eso debe ser primero. Si no
cree en esta posibilidad, nunca la buscará y nunca la encontrará. Muchos miran
esta clase de cosas como éxtasis o falso entusiasmo, les disgusta
profundamente y hablan en contra. A través de toda la larga historia de la
iglesia, cada vez que algo vital pasa a los individuos o a un grupo de personas,
cuando hay una clase de avivamiento y reforma, el descargo en contra es el
“entusiasmo”. A la iglesia formal no le agrada una religión viva o una fe viva, la
ven con recelo, como algo que es peligroso. Esto –dicen- no es nada más un
desorden emocional; es algo contra lo cual la gente debiera protegerse.

Todos hemos oído que un cristiano es alguien que vive una vida decente, que
es buena persona y que asiste a un lugar para adorar siempre. Pero si usted va
más allá y habla sobre algunos conocimientos y experiencias, no sólo se le verá
como en una condición de peligro sino que incluso comienzan a dudar de su
sanidad mental.

Considere la observación hecha por Lord Melbourne, el primer ministro de


Inglaterra del siglo XIX: “las cosas han llegado a un bonito trance si la religión
va a comenzar a ser algo personal”. Ve, esta visión objetiva, imparcial y teórica
de la fe cristiana rechaza el énfasis personal y, especialmente, la experiencia
personal electrizante. La religión es la que hace a un hombre decente, pero nada
más que eso, se nos dice.

Otros no buscan esto porque creen que esto pertenece sólo a los tiempos neo
testamentarios. Puede decirles “mire el libro de los Hechos, allí encontrará a
los apóstoles en el Día de Pentecostés en una condición tal que algunas
personas dijeron que estaban ebrios –llenos de nuevo vino”. “Estaban en un
trance de éxtasis, llenos con un exuberante gozo y exultación espiritual”. “Oh
sí, dicen, todo está bien pero ese era el comienzo de la iglesia; sólo es el libro
de los Hechos”. En los tiempos actuales, algunas enseñanzas no dicen no
prestar demasiada atención a los Hechos. “Es un libro peligroso – la gente dice-
de donde derivar su doctrina”. De tal forma que subestiman mucho de lo que
leemos en Hechos, diciendo que estaba prescrito para esos tiempos y no para
los nuestros.

Hemos lidiado con este argumento por todas partes ( ) pero suficiente sea decir
que la respuesta a esto es simplemente que usted no puede entender las
epístolas sino es a la luz de los argumentos de los Hechos de los Apóstoles. No
puede leer las epístolas sin ver que existía esta exuberancia, este gozo, esta
seguridad, este conocimiento. Y, por lo tanto, es una cosa terrible decir que
estaba sólo previsto para los tiempos del Nuevo Testamento; en verdad me
parece a mí que es ir muy cerca de sofocar el Espíritu.
Otros no están interesados en este conocimiento vital de Dios y lo rechazan de
inmediato diciendo: “oh, no disputo la validez de la experiencia. No estoy
negando que las personas como Moisés y David y Pablo y otros hayan tenido
estas grandes experiencias. Seguramente esto es sólo para ciertas personas
especiales. No es para todos”. El ejemplo clásico de esta mentalidad, por
supuesto, es lo que usted ve en las Iglesias que dividen a las personas en dos
grupos –los religiosos y los ordinarios- o si gusta, los clérigos y los laicos. Existe
una clase de aristocracia, dicen, en las esferas cristianas y en la iglesia, y
entonces existe la gente común y corriente. Y, por supuesto, las personas
comunes y corrientes no tendrán estas experiencias ni las buscarán
tampoco. Es sólo para los santos, se arguye, y sólo algunas personas son
santas. La iglesia decide quien es un santo, y ese es siempre alguien bastante
excepcional. No hay muchos santos, y la gente común y corriente –el resto de
nosotros- no está destinado a ser uno de ellos.

Por supuesto, esta enseñanza automáticamente excluiría la seguridad de la cual


estamos hablando. Tales personas parten diciendo: “Obviamente no soy uno
de esas personas especiales. Soy un hombre de negocios y tengo que vivir mi
vida en este mundo. Por supuesto, si me volviese monje o algo parecido,
entonces, sin duda, tendría esta experiencia. Pero no soy llamado a eso. Soy
una clase de cristiano secular, no uno de esos espirituales”. Muchos toman esa
actitud. Es una enseñanza muy perniciosa que fácilmente se escurre en la
iglesia. Es muy sutil y conduce a muchas personas cristianas a decir: “No es
para todos. Es sólo para algunas personas especiales”.

La última razón que deseo establecer es la que es tremendamente importante


en los tiempos actuales, especialmente entre aquellos que pertenecen a los
círculos evangélicos: es el peligro de lo que convenientemente podemos
describir como “Sandimaniamismo”. Déjenme explicarlo. Un hombre llamado
John Glas en Escocia, hacia el fin del siglo XVIII, tenía un yerno, un inglés con
el nombre de Sandyman. Ambos hombres promovieron una enseñanza que
llegó a ser tremendamente popular y tuvo amplia influencia. En esencia, esta
enseñaba que no necesita poner ninguna atención a sus emociones en conexión
con su cristianismo. Enfatizaron la declaración en Romanos 10:9 (Si confiesas
con tu boca al Señor Jesús y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre
los muertos, serás salvo) Y eso, dijeron, es todo lo que necesita hacer. Si usted
dice “creo en que Jesús Cristo es el Hijo de Dios y que Dios lo levantó entre los
muertos”, entonces usted será salvo. Las Escrituras así lo dicen.

Los sentimientos no cuentan en absoluto. Todo lo que tiene que hacer es creer
en el mensaje y hacer esa declaración y será salvo.

Eso es a lo que me refiero con “Sandimanianismo”. Esta visión tuvo gran


popularidad en el siglo XVIII pero hizo gran daño. Causó muchos estragos en la
vida de iglesia por muchos, muchos años. Como un movimiento ha virtualmente
desaparecido pero la actitud por sí misma es muy común. ¿No es una
enseñanza popular hoy en día? En un sermón se le dice a usted la verdad y
luego se le pregunta “¿Cree eso?” “¡Sí!”, usted contesta. Entones el consejero
u alguien más dicen “¡Bien, eres salvo!” ¡Simplemente porque usted dice que lo
cree, debe ser así!
Pero, entonces, usted puede decir “Pero no siento nada, no me siento diferente
de ninguna forma” Y la respuesta es “eso no importa en absoluto”. “No se
preocupe sobre sus sentimientos, es una cuestión de creer”. Entonces el
énfasis completo en esta enseñanza de conversión está sobre un creer
intelectual. Si usted ha tratado de disciplinar su vida un poco y ha tomado
algunas enseñanzas morales de esas que se encuentran en las Escrituras, usted
es evaluado como un buen y excelente cristiano que no necesita de nada
más. En el momento de la conversión usted lo ha recibido todo. El Espíritu
Santo ha venido a usted en toda Su llenura y no necesita, por lo tanto, buscar
nada más. Y, sin embargo, allí está usted, nunca ha sentido nada en absoluto,
no ha tenido la experiencia de vivir a Dios o a Cristo, pero dice que cree y se le
asegura de que todo está bien.

Por supuesto esto se traslada a la doctrina de la seguridad. Si va a tales


personas, tales maestros, y les dice “pero he leído de personas que dicen que
tienen gran seguridad en estas cosas”. “Sí -los maestros responden- usted debe
tener tal seguridad”. “Bien -usted responde-, ¿cómo puedo obtenerla?” “Oh -
dice el otro- es bastante simple”, y abre la Biblia y dice: “esto es lo que la Palabra
de Dios dice: Aquel que cree en Dios no es condenado, pero aquel que no cree
ya está condenado” (Juan 3:18 ). “¿Cree eso?, pregunta. Usted responde “Si,
creo”. “¡Muy bien – el otro dice- ahí está, las Escrituras le dan la seguridad!”
“¡Pero -protesta usted- no siento nada!” Pero el otro insiste “no se supone que
usted deba sentir algo, sólo se supone que debe creer la Palabra de Dios”

Esta es una enseñanza común hoy con respecto a la seguridad: Se le dice que
todo es cuestión de tomarlo por fe. Se le disuade de considerar los sentimientos;
la salvación es algo objetivo, fuera de usted mismo. Y muchas personas aceptan
esto, pensando que tienen la plena seguridad de la salvación y que tienen todo
eso que el Nuevo Testamento y la biblia tienen para ofrecerles.

No obstante, ¿no hay algo mal aquí? ¿Dónde está el conocimiento de


Dios? ¿Dónde está el sentido de temor reverencial? ¿Dónde está esta gran
cosa que se encuentra en la Biblia, cuando los hombres y las mujeres
sabían que habían estado en la presencia del Dios viviente? Seguramente esta
es la explicación de la gran diferencia entre el evangelicalismo moderno y el
antiguo que predominaba hasta la mitad del siglo pasado. Este es el gran
contraste, por decir, entre el presente y los periodos de la Reforma Protestante
y los Puritanos y los primeros Metodistas, cualquiera haya sido su aspecto
teológico. ¿Dónde se ha ido este sentido de piedad, este sentido de maravilla
y asombro y el inefable gozo y la plenitud de gloria (1 Pedro 1;8 )?

Entonces, estas son las razones por las que las personas no buscan esta
experiencia maravillosa que vino a Moisés y a David y a los otros. No creen en
ella y por esto, contradicen las enseñanzas esenciales mismas de la Biblia. La
Biblia no enseña un creer frío, intelectual sino una experiencia que envuelve a la
persona completa. También nos enseña que es para todos. La Biblia no lo
condiciona a una época particular, a un particular tipo de personas o sólo a
personas escogidas. Las epístolas están verdaderamente repletas de
esto. “Regocíjense en el Señor siempre” – el apóstol Pablo dice a los
filipenses- “y digo nuevamente, regocíjense (Fil 4:4 )”. Por supuesto que esto
no significa una clase de jolgorio, de jovialidad carnal. No puede imaginar tales
cosas en conexión con el apóstol Pablo. ¡No! Es un gozo santo, un gozo
profundo, como un rio poderoso fluyendo al mar.

Luego el apóstol Pablo dice a los efesios –a todos los miembros de esa iglesia y
a las otras iglesias a las cuales esa carta circular estaba obviamente dirigida-
que ellos, juntos con todos los santos en todas partes, deben conocer y
aprender: “la anchura, la longitud, la profundidad, la altura, para conocer el amor
de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, para que ustedes estén llenos de
la plenitud de Dios” (Efesios 3:18-19 ). En efecto esto es lo que todos somos
exhortados a conocer. Desafío a cualquiera a darme una cita bíblica que diga
que es sólo para algunos. No, Cristo murió para a llevar a todos los que en Él
creen a Dios, a una experiencia viviente con Él. Esta es la vida eterna – Él
dijo- que puedan conocer al único Dios verdadero, y a Jesús Cristo, a quien Tú
has enviado (Juan 17:3 ).

O nuevamente, considere la forma en la cual el apóstol Pablo lo dice en


Filipenses 3. Aquí hay un hombre que ha creído por años, un gran apóstol que
había tenido experiencias maravillosas pero que aun así dice… “que pueda
conocerlo… no que ya lo haya logrado” (vv10-12 ). No quiere decir que no tenga
conocimiento alguno sino más bien que sabe que no lo tiene todo y que no es
aún perfecto. Dice, en efecto, “quiero más y más y más de esto”, de forma tal
que persevera en ello, “que pueda conocerlo” lo cual no significa saber sobre
él. Esta palabra “conocer” en la Biblia tiene una potente connotación y
significado. Significa el conocimiento que proviene de una experiencia
personal. Es el conocimiento experimental a través del cual entramos más
profundo y totalmente en la bendita experiencia de Dios.

La Biblia ofrece esto a todos aquellos que son creyentes. Esto es lo que se
espera tengamos. Y no sólo es verdad en la enseñanza de la Biblia. Encontrará
que esto ha sido verdad también en la historia subsecuente de la iglesia
cristiana. Nuevamente, se aplica a todos los tipos, todas las clases, todas las
eras, todos los países, todos los climas y a todos los contextos. No se confina a
ninguna época ni a ningún tipo. Esta es la cosa más maravillosa, la más
apasionante.

Déjenme probar mi contienda dando sólo unas pocas citas. Quiero mostrarles
ahora cómo esto es verdad en las personas que pueden diferir fundamental y
profundamente en su teología.

Primero, déjenme citar a un americano famoso llamado Cotton Mather. Había


una gran familia en América entre mediados de los siglos XVII y el XVIII, los
Mather. Uno de ellos, Cotton, escribió un recuento clásico de religión en los
Estados Unidos –Magnalia Christi Americana. Mather fue claramente un
genio. Fue brillante como niño y su erudición era bastante fenomenal. Fue
también un gran calvinista en su teología y escribió de ello en su diario en
1700. Había atravesado tiempos de dificultad y prueba. Había un problema
particular que lo atribulaba con su padre, Increase Mather, de quien era su
asistente. Cotton nos cuenta que realmente se había estado postrando en el
piso, suplicando a Dios:
“En todo momento -mientras suplicaba postrado de ese modo y oraba- mi
corazón tenía la frialdad de una piedra y la estrechez que se puede esperar del
desnudo ejercicio de la razón”. Era un ministro y un predicador y creía con fe. No
había cuestionamiento acerca de esto. Había creído desde su temprana
juventud y había estado predicando sobre eso. Pero, dice, su corazón estaba
frío. “Pero ahora”, continua, “de súbito, sentí una fuerza inexplicable que cayó
sobre mi mente, una inspiración divina que no puede describirse en
palabras. Nadie la conoce salvo aquel que la tiene. Si un ángel del cielo me la
hubiera dicho articuladamente, la comunicación no hubiera sido más poderosa y
perceptible. Me fue dicho que el Señor Jesús Cristo amaba a mi padre y me
amaba a mí y que Él se deleitaba en nosotros como dos de Sus fieles sirvientes
y que Él no nos había permitido ser embaucados por nuestra fe
particular…”. ¡Aquí está! Hubo un hombre que había creído en todo lo que
puede creerse pero su corazón estaba frío. Había una ausencia de esta
realización sensible y viva de Dios. Pero de súbito, dice, vino esta inspiración
divina que no podía describir. En efecto dice, nadie la conoce salvo aquel que
la experimenta.

Ahora déjenme darles otro ejemplo muy diferente, un pequeño extracto del diario
de un hombre llamado Parkinson Milton que vivió en el siglo XIX hasta más o
menos 1890. Era un arminiano muy convencido –el opuesto exacto del
calvinista Mather. Este hombre era un metodista antiguo, visto por muchos
como un “criticón”, como los metodistas antiguos primitivos solían ser,
entusiastas, gente de éxtasis. A mayor abundamiento, había nacido en
circunstancias muy humildes, muy diferentes de las de Cotton Mather. Era un
hombre capaz pero carecía de la educación y de la erudición de Mather. Esto
es lo que escribió acerca de sí mismo en Octubre 26, 1874:

“Mi alma estaba, algunas veces, en un arrobo ardiente, casi demasiado


extasiada para este tabernáculo. Una y otra vez repetía las palabras de los
mártires resplandecientes que morían como campeones de su Dios. La verdad
es que tuve que cesar en hacer eso, sintiendo que el vino celestial era
demasiado fuerte para este barco terrenal. ¡Oh, cuando la mortalidad sea
tragada por la vida! Me quemo por Cristo. ¡Ofrezco esta alma, Cristo, en llamas
para Ti, indecible gozo y lleno de gloria!”.

Estos son sólo fragmentos al pasar. Déjenme ponerlo en una forma más
doctrinal. Un antiguo puritano William Ames escribió: “La seguridad de nuestro
llamado y elección es una cosa importantísima que desear”. Estas personas
sabían todo acerca de las Escrituras y sobre aceptar la evidencia bíblica pero no
era esto de lo que ellos hablaban. No estaban sólo diciendo “aquí está, ¿cree
en esto? ¿Sí? Bien entonces, tiene la absoluta seguridad” ¡No! La seguridad de
nuestro llamado y nuestra elección es una cosa importantísima que desear. Esta
seguridad no es sólo posible para nosotros de alcanzar sino que pertenece a
nuestro deber hacer nuestro llamado y elección seguros. Escribió uno.

Escuche a William Perkins, quizá unos de los primeros más grandes puritanos,
al final del siglo XVI, que tuvo influencia sobre muchos otros: “No enseñamos
que todo y cada hombre vivo dentro de los distritos de la iglesia que profesa en
el nombre de Cristo está seguro de su salvación sino que así debe serlo y debe
dedicarse a alcanzar eso”. Eso lo pone bastante claro, usted puede ser un
cristiano sin esto pero no tiene ningún derecho, en un sentido, a serlo de este
modo. Debe tener la certeza de esto. Puede ser un cristiano sin esto pero es
su tarea buscarla y obtenerla, poseerla y vivirla en la plenitud del gozo.

Finalmente, déjenme ponerlo en la forma de un himno. Aquí está otro hombre,


no tan conocido como aquellos que he mencionado, sin embargo disfrutó la
misma experiencia:

Amado con amor eterno,

Conducido por la gracia a conocer ese amor,

Misericordioso Espíritu de arriba,

¡Tú me has enseñado que esto es así!

Usted ve, esta es la obra directa del Espíritu, no una seguridad meramente
externa, teórica, intelectual. Si se queda corto en esto, está apagando el
Espíritu:

¡Oh esta plena y perfecta paz!

¡Oh esto transporta todo lo divino!

En un amor que no puede cesar

Soy Suyo y Él es mío.

¡El cielo arriba es azul más suave!

La tierra alrededor es más dulce verde

Algo vive en cada tono

Que los ojos sin Cristo nunca han visto

Las aves con canciones más alegre desbordan,

Flores con bellezas más profundos brillan,

Como sé, lo que ahora sé,

Yo soy Él, y Él es mío.

GEORGE WADE ROBINSON (1838–1877)

YO SOY SUYO Y EL ES MIO

Confío en que ustedes están convencidos de que esto es algo que todos
debemos conocer y poseer. No está destinado a ciertas personas, ciertas
edades o ciertos lugares. Es universal para todos los hijos de Dios. Dios quiere
que Sus hijos se regocijen en Él.

La Biblia está llena de esto. El objetivo final del hombre es glorificar a Dios y
disfrutarlo por siempre. ¿Está usted disfrutando a Dios? Estamos hechos para
eso. Vergüenza venga sobre nosotros si no lo estamos haciendo, aún mayor
vergüenza sobre nosotros si tratamos de descartar esto y decimos “en la medida
en que creo y vivo una buena vida, nada más se requiere.” No, estamos hechos
para regocijarnos en Él y disfrutarlo por siempre.

¿Cómo, por lo tanto, se obtiene esto? David contestó esa pregunta para
nosotros. Es el regalo de Dios, no hay duda alguna sobre eso. Pero el hecho
de que es un regalo de Dios no quiere decir que no debamos hacer nada. Más
bien, debido a que creemos es Su regalo, debemos buscarlo.

El padre tiene el regalo bajo su posesión y el niño lo sabe. ¿Significa esto, por
lo tanto, que el niño no hace nada sino sólo actuar en forma pasiva, esperando
que el padre se lo dé? ¡¡No, el niño pide, y pide, y pide!!! Y continúa pidiéndolo
y se vuelve un fastidio hasta que lo recibe. En realidad esto es lo que las
Escrituras enseñan. No puede ordenarlo, tampoco puede tomarlo por fe cuando
usted lo desee. No, es el regalo soberano de Dios, pero eso significa que debe
buscarlo.

Escuchen a David “Oh Dios, Tú eres mi Dios; de mañana te buscaré” (Sal


63:1). Aquí está. El comienza “temprano”, comienza de inmediato. No permite
que el tiempo pase. Comienza a rogar a Dios. Esa es la primera cosa por
hacer. Pero quiero enfatizar sobre algo más, que es eso que no deberíamos
solamente buscar, “temprano” sino que buscarlo siempre. Este es un punto
práctico importante. Muy a menudo, y estoy seguro de que todos somos
culpables de esto, hacemos una serie de cosas a trompicones. Algunas veces
somos conscientes y la deseamos, y de inmediato la buscamos pero luego
comenzamos a olvidarlo.

David continua “cuando Te recuerdo en mi cama, y medito sobre Ti en la vigilia


de la noche” (v. 6). Una vez que los hombres y mujeres se dan cuenta de esta
posibilidad, en verdad, ella los monopoliza. Deben hacer su trabajo, por
supuesto, su negocio, su profesión, cualquiera ésta sea; deben entregar su
mente completa a ella. Pero durante sus tiempos de descanso, está la gran cosa,
esa cosa que los monopoliza. Y aquí David en efecto dice “incluso cuando estoy
yaciendo en mi cama en la noche, esa es la fuente y raíz de mi meditación”. No
existe duda al respecto. Una vez que las personas tienen una aproximación a
estas cosas se vuelven lo que ha sido llamado “Intoxicado de Dios”. Count
Zinzendorf dijo acerca de sí mismo: “Tengo una pasión: esa es Él y sólo Él”.

Ya he usado la analogía del amor natural humano. Déjenme usarla


nuevamente. Cuando usted está en ese estado de amor, su mente está
monopolizada por la otra persona. Si despierta en la noche, su mente va a
ella/él. Está pensando en ella/él y no en cientos de otras cosas. Cuando hay
amor, usted está monopolizado. Está sujeto como por un imán y su mente está
siempre allí. Eso es lo que David dice “medito en Ti en las vigilias nocturnas…
me recuerdo de Ti en mi cama…”. Todo el tiempo, en todo lugar, está meditando
sobre esto y buscándolo. No sólo comienza en la mañana, lo mantiene y lo hace
todo el tiempo.

También quiero enfatizar el aspecto ansioso de esto. ¿Ve usted cómo David
va paso a paso? En el versículo 8 dice “mi alma está apegada a ti”. Es como
un perro que ha percibido un olor y lo persigue a toda costa. La presa que
escapa se apresura pero el perro se mantiene tras él. ¿Sabe algo sobre esta
urgencia?

¿Es esta la gran preocupación, la gran búsqueda, la gran pasión de nuestras


vidas? Lea la biografías de los santos, de las personas que hemos estado
considerando y encontrará que ellos están ansiosamente buscando a Dios todo
el tiempo. “¡Oh, si supiera dónde encontrarlo a Él!” dice Job (23:3). “Esta sola
cosa hago” dice el apóstol Pablo, olvidando aquellas cosas que han quedado
atrás, prosigo a mi meta” (Fil 3:13-14). Esa es la avidez. “Mi alma está apegada
a Ti” como David lo expresa en este salmo, y esta ha sido siempre la
característica de las personas que han llevado a gozarse en esto, la bendición
más grande que la salvación cristiana brinda.

Otro elemento muy importante en esta búsqueda es lo que llamaría el elemento


de recolección. David expresa esto en al menos dos formas diferentes. En el
segundo versículo dice “ver Tu poder y Tu gloria, como las he visto en Tu
santuario”

Y luego en el versículo 17 dice “porque Tú has sido mi auxilio, por lo tanto, bajo
la sombra de tus alas me regocijaré”. Esto es un principio muy importante,
práctico.

¿Notó que Cotton Mather escribió que su corazón “era como una
piedra”? ¿Sabemos de esto, verdad? ¿Creemos la verdad que es en Cristo
Jesús pero, cómo son nuestros corazones? Alguien vino una vez a verme en mi
estudio –en verdad me ha sucedido muchas veces- y dijo: “¿Sabe lo que me
molesta? ¡Es el hecho que puedo sentarme y escuchar lo que ha estado
diciendo sobre el Salvador y permanecer impasible! Lo creía todo pero no fue
tocado. No hubo un arrobo pero sintió que debía haberlo. Y estaba en lo
cierto. Como Isaac Watts lo pone en su gran himno:

Amor tan sorprendente, tan divino

Demanda mi alma, mi vida, mi todo.

CUANDO CONTEMPLO LA MARAVILLOSA CRUZ

¿Y entonces qué debe hacer cuando está en ese estado? Bien es una cosa muy
buena hacer lo que David hizo, practicar su arte de recolección. Esto
simplemente significa que se recuerde a usted mismo lo que Dios ha hecho por
usted en el pasado. Tome las más insignificantes manifestaciones que usted
alguna vez haya tenido del amor de Dios y recuérdeselo a sí mismo.
Comience con eso, recuérdese de las bendiciones pasadas. La copla rimada
en el bien conocido himno lo expresa perfectamente:

Cuenta tus bendiciones, nómbralas una a una

Y te sorprenderás de lo que el Señor ha hecho.

Usted ve, no tiene sentido tratar de trabajar en sus sentimientos. Las personas
que hacen esa conexión con la religión están sólo desplegando su ignorancia
total sobre esta materia.

No puedo hacerlo. No obstante lo que sí puede hacer es contar sus


bendiciones. Recuérdese de los hechos, las cosas que en verdad le
ocurrieron. Revíselas y en la medida en que haga eso encontrará que su
corazón comienza a derretirse. Tiene que hacer un esfuerzo intelectual, debe
ejercitar su voluntad. Diga “Esto es lo que sé”. Parta desde allí.

Entonces usted parte de eso y se recuerda a sí mismo de las promesas de


Dios. Lea su Biblia –encontrará grandes promesas allí. Pedro las describe como
“promesas grandes y preciosas” (2 Pedro 1:4 ) y en verdad lo son. Adéntrese en
ellas, haga una lista de ellas, escríbalas si es necesario. Y luego, armado con
ellas, vaya a Dios y pídalas. Diga “¿si el gozo de Ti es posible, por qué no Me lo
das?”

“Tú enviaste a Tu hijo al mundo para que yo conociera esto, llévame a Ti y


habilítame a regocijarme en Ti. Creo en Él. En Su nombre oro, Hace esto real
para mí. Concédeme el Espíritu en plenitud. Derrama Tu amor en mi
corazón”. Esto es lo que significa la recolección. Debe recordarlo de esa
manera. Recuérdese también del ser y el carácter de Dios. Dios es amor y Está
más que dispuesto a darlo que nosotros a recibirlo. Es el todo de la
gracia. Envió a Su único Hijo al mundo –ese es el carácter de Dios.

Entonces si usted no Lo conoce como debiera, ¿cuál es la razón? Pensar sobre


estas cosas le hará examinarse a sí mismo y ver su indolencia; usted ve que
es como un niño malcriado. Entrega todo su tiempo a otras cosas, luego corre y
pide un regalo de sus padres aunque no haya hecho nada de lo que se le
pidió. Esa es la forma cómo actuamos con Dios. Cuánto mejor sería si,
habiéndose examinado a sí mismo en humildad y contrición, indefenso y
desesperanzada, va a Él. Abre su corazón y Le ruega. Encontrará entonces
que la dureza y frialdad se han ido y que Dios súbitamente vendrá y lo
visitará. Este es un gran arte de recolección: “mi alma tiene sed de Ti, mi carne
Te anhela”… “ver Tu poder y Tu gloria, como las he visto en el santuario (Sal
63:1-2). Comience con lo que tiene y luego vaya a través de este proceso; lo
conducirá hacia arriba y hacia adelante.

El último gran principio que David nos enseña aquí es la importancia de la


alabanza y la acción de gracias. ¿No es acaso una de las grandes falencias en
nuestra vida espiritual y cristiana?
¡Cuán raramente agradecemos a Dios! ¡Cuán poca alabanza y adoración hay,
cuán poco derramamiento del corazón en gratitud y alabanza a Él por todas Sus
misericordias! Estamos muy prestos a recordarle a Él de las cosas que han ido
mal. Refunfuñamos y nos quejamos fácilmente, ¿pero cuán a menudo alabamos
a Dios en nuestras oraciones, en nuestros devocionales privados?

¿Cuánto de este elemento de alabanza se aplica?

El apóstol Pablo, nuevamente, lo expresa perfectamente. En su escrito a los


filipenses, dice “No tengan cuidado (ansiedad) por nada, pero en todo en oración
y súplica y acción de gracias dejen sus peticiones delante de Dios. Y la paz de
Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y mentes a
través de Cristo Jesús (4:6-7 ). Este es el otro aspecto, por supuesto, de “contar
sus bendiciones” y en la medida en que lo haga debe alabar a Dios y
agradecerle. Piense en la analogía humana. ¿Qué piensa de una persona que
toma todo de usted y nunca se molesta en agradecerle?

Tomar algo por garantizado es una cosa terrible. Aparte de cualquier otra cosa,
es un insulto y qué pobre clase de personalidad refleja –alguien que está
siempre listo para retener su mano y tomar todo y nunca preocuparse de
agradecer o alabar.

Pero, ¿no es esa la forma que todos tratamos a Dios? Si quiere conocerlo, si
quiere conocer Su sonrisa, si quiere saber algo de esta realización viva que Dios
es su Dios y que Él lo ha amado “con amor eterno” (Jer. 31:3 ), que usted es Su
hijo y que Él nunca lo dejará o abandonará (Heb 13:5 ) –Si desea que este
testigo viviente del Espíritu, esta seguridad definitiva que se da a través del amor
derramado en nuestros corazones, que va hacia arriba y regresa a Él en
alabanza, adoración, veneración y acción de gracias, entonces comience a
alabar a Dios por lo que tiene.

Alábelo por todo –por los regalos de la vida y la salud y la fortaleza. Muchas
personas están enfermas y relegadas a un lado y no pueden ir a un lugar de
adoración. ¿ Agradecemos a Dios por nuestra salud y fortaleza, nuestras
facultades, por todos estos regalos que Él esparce sobre nosotros en forma
constancia y gratuita? ¡¡Agradezca a Dios!! David, por supuesto, continúa
repitiendo esto:

“Porque Tu amorosa bondad es mejor que la vida, mis labios te alabarán”. Por
consiguiente te bendeciré mientras viva: Elevaré mis manos en Tu nombre…
mi boca Te alabará con labios gozosos (Salmo 63: 3-5 ). Y continúa, aún hasta
el último versículo donde dice “el rey se regocijará en Dios…”.

Allí, entonces, está la forma en que David se maneja. Un desierto es un lugar


terrible para estar. Es deprimente, congela el corazón y uno siente frío. Muy
bien, dice David, esta es la cosa por hacer… Y es, mis queridos amigos, aún la
cosa por hacer. Si eso fue verdad para David, si él y otros personajes del
Antiguo Testamento podían regocijarse así y disfrutar a Dios, cuánto más
debiéramos nosotros que tenemos el conocimiento de Cristo Jesús y Su gran
salvación, y todo lo que ha sido posible hacer a través de Él. Ellos lo vieron de
lejos, pero nosotros lo miramos hacia atrás. Sabemos que es un hecho y que
este Predecesor ha entrado por nosotros al cielo y está compareciendo en
nuestro nombre a la diestra de Dios.

Por lo tanto, no Le dé ningún descanso hasta que Él haya satisfecho el anhelo


de su corazón, hasta que sepa, como estos otros han sabido, que “mi amado es
mío y yo de Él (Cantares 2:16) . Tómese de la palabra de Isaías “tú que
mencionas al Señor, guarda silencio, no le des descanso hasta que Él
establezca, hasta que Jerusalén haga alabanza en la tierra” (Isaías 62:6-7 ). No
le dé tregua hasta que tenga este conocimiento bendito. O tome nuevamente la
palabra del Salmo 81:10 , una expresión maravillosa –todos necesitamos su
exhortación: “Yo soy el SEÑOR tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto: abre
tu boca ampliamente, y La llenaré” … ¿está su boca ampliamente abierta? ¿O
tiene usted un amable y petulante evangelicalismo que no espera nada más, que
le dice que lo ha recibido todo en su renacimiento y conversión? La respuesta
es “abra su boca ampliamente” y deje que algo de la plenitud de Dios entre en
ella.

Esta doctrina perniciosa, este Sandimanismo, esta versión moderna de él, no


está interesada en el corazón e incluso desconfía de la calidez y la
emoción. ¡Está tan temeroso de los excesos que refrena el Espíritu! Escuchen
a Dios hablándoles: Oye, oh Mi pueblo, y testificaré a ustedes: Oh Israel, si me
oyeras (Salmo 81:8 ).

Entonces Dios, como si fuera posible, continúa y se queja: “¡Oh si mi pueblo


hubiese oído, si hubiera caminado en Mis caminos!” Yo hubiera sometido
rápidamente a sus enemigos, hubiese vuelto Mi mano contra sus
adversarios. Los aborrecedores del SEÑOR se hubieran sometido a Él y su
tiempo hubiese sido eterno. Los hubiera alimentado con el más fino trigo, y con
la miel que fluye de la roca los hubiese saciado” (vv 13-16 ).

¿Ha probado la miel de la roca? ¿Está su corazón, su alma satisfecha? Abra


su boca ampliamente y deje que Él la llene con las riquezas inescrutables de
Cristo, el conocimiento de Dios “gozo indecible y lleno de gloria” (1 Pedro
1:8). Lo urjo nuevamente a escuchar el consejo de William Carey:

Espere grandes cosas de Dios,

Usted va a un rey

Traiga sus grandes peticiones

Porque Su gracia y poder son tales

Que nadie puede pedir demasiado.

JOHN NEWTON

VEN MI ALMA PREPARA


Así es que prosiga pidiendo que usted pueda conocerlo con un conocimiento
personal, intimo que cautivará su corazón. Prosiga pidiendo hasta que lo haya
recibido. Pida, busque, llame y será abierto para usted (Lucas 11:9 ). Amén.

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