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Ficha técnica:
Ayuntamiento de Torrevieja
Instituto Municipal de Cultura
“Joaquín Chapaprieta Torregrosa”
Presidente:
D. Pedro Hernández Mateo
Director Departamento:
Salas de Exposiciones:
Emilio Clemares Lozano
Composición y Maquetación:
Imprenta Buades
Autor: José Antonio Torregrosa García “TORREGAR”
Exposición: “Torre-gar vs Torre-vieja”
Fecha: Del 5 al 28 de octubre de 2005
Lugar: Sala de Exposiciones C.C. “Virgen del Carmen”
Lo primero que sorprende de Torregar es la claridad de ideas en sus planteamientos, bien sean de índole estética,
puramente plásticos, formales o incluso si nos adentramos en el campo del trasfondo iconológico, iconográfico o en
aquel que encierra sus propuestas conceptuales.
En esta sala del Carmen Torregar muestra una retrospectiva -aunque quizás parezca una boutade la utilización de
este término por la juventud del artista- donde vemos su evolución en los últimos años. Estos lienzos reflejan sus
conocimientos de otros lenguajes como la fotografía, la cual domina de manera perfecta (encuadres de los rostros) y
de la que bebe como fuente que es para el Arte.
“Es absurdo el término “autodidacta” pues todos participamos en un mundo donde la imagen visual, a través de la
publicidad, nos hace llegar todas las vanguardias.”
Torregar es un pintor-pintor: resuelve los desafíos de la pintura con más pintura buscando de manera natural su
estilo, el cual ha ido aflorando y desarrollándose de manera espontánea.
Desde un punto de vista iconográfico este artista se interesa por la figura humana en un intento de búsqueda de la
identidad: no sólo de la personal sino, y en un sentido más amplio, de la del hombre en general, de ahí que la elección
del tema -el hombre- es algo no buscado sino hallado de manera casual, trabajando. Este planteamiento antropocén-
trico entronca con la raíz más humanista del arte.
Torregar estudia al hombre: partió de retratos de cuerpo completo (exposición Raíces) y poco a poco ha ido evo-
lucionando, centrándose en el busto para pasar a rostros, de los cuales encontramos en esta exposición dos obras;
termina priorizando una única parte: la boca. Existe por tanto un proceso de búsqueda de la expresión/identidad del
hombre a través de la fragmentación y la simplificación; su última iconografía además de original parte de la inves-
tigación, de una evolución interior y del trabajo de taller.
“si quisiera ser moderno, innovador, original, no sería pintor; mis cambios, que en un principio pueden parecer
radicales, no son más que una “vuelta de tuerca” al mismo tema: el hombre; yo pienso que la contaminación del arte
es algo aceptado y que para ser bueno no es necesario ser original, novedoso; no debes preocuparte por los temas o
por tu estilo personal: éste, si trabajas con honestidad, sale de una manera natural y espontánea; a mi me preocupa
fundamentalmente la verdad, la honestidad y el trabajo”
Desde un punto de vista técnico este artista murciano define muy bien el oficio de ser pintor. Se debe partir de un
profundo conocimiento de la técnica: el concepto clave sería el de tener la facultad de elegir:
“si yo no se dibujar estaría cerrando puertas a mi arte; actualmente me interesa ante todo la plasticidad de la
materia y el color; soy un pintor matérico pero el conocimiento del dibujo me permite esa libertad de elegir, no
estar limitado y poder encauzar mis trabajos por los caminos que quiero; la técnica me da la libertad para seguir un
camino sincero.
Quizás lo que más llama la atención en la obra de este artista no es ya el tema, el retrato, sino la desnaturalización,
la descontextualización que hace de este género pictórico. Torregar saca el retrato de su ambiente natural utilizando
esos formatos monumentales que convierten este género en una mera excusa para buscar efectos plásticos y formales:
la luz y cómo ésta incide en el rostro, cómo penetra en las oquedades de las arrugas, resulta de una enorme belleza
formal; por otro lado, él ha jugado con la gran desmesura de estos rostros para buscar analogías con esos paisajes
áridos que conforman su entorno más familiar. En síntesis, el retrato abandona sus códigos estéticos tradicionales y se
convierte en un soporte para la expresión de elementos plásticos: efectos de luz -cenital, fuerte,
dura- color, etc. El rostro como un lugar donde encontrar materia y texturas que son surcos y huellas como las tierras
aradas y secas de su entorno.
Aquel se convierte así en una enorme superficie donde Torregar disfruta indagando sobre la materia pictórica a
través de la utilización de sustancias afines al óleo como resinas, aceites, barnices, glicerinas, aguarrás…, todo en
función de la transmisión de valores plásticos y expresivos. Por todo ello y aunque vista en un catálogo o reproducida
en una foto su pintura pueda parecerlo, ésta no puede ser catalogada de hiperrealismo; así el formato grande le permi-
te llegar a niveles casi de abstracción si la vemos desde cerca. Más que crear un retrato Torregar juega con el rostro.
“la armonía es la proporción de las partes respecto al todo, pero en el retrato existe una cosa muy curiosa: que aun
manteniendo todas las partes la proporción en relación al rostro, éste pierde parte de su identidad al utilizar grandes
formatos.
Esta sería la clave de su discurso conceptual: la pérdida de la identidad/individualidad del hombre frente a una
cultura de masas y a una sociedad de consumo, de ahí su interés por el retrato de personas mayores; las arrugas en
ese sentido serían como el “currículum que todos llevamos a cuestas”.
Hemos hablado de la iconografía, de su trasfondo iconológico y de su contenido conceptual; para terminar resal-
taremos aspectos técnicos.
Torregar trabaja sus cuadros vertical y horizontalmente, utilizando esos términos tan manidos, tan de moda, de
construcción y deconstrucción dentro del arte de vanguardia; este artista utiliza este proceso pero de una manera
lógica, coherente y llena de sentido; así él habla de que le gusta “conocer la técnica para luego pervertirla”; es decir,
en primer lugar construye el cuadro, que se correspondería con el trabajo tradicional y vertical: ahí pinta, dibuja,
da color y encuentra la proporción, la armonía; el trabajo en horizontal/ deconstrucción supone la segunda fase del
proceso creativo; es aquí donde se aleja de la obra y, de manera calculada, medida, a base de repetir, consigue efectos
que parecen espontáneos y casuales pero que están perfectamente estudiados.
Aquello que puede parecer fruto del azar, de la suerte, obedece a muchas horas de trabajo, de limpiar y volver a
repetir hasta conseguir una capacidad de prever efectos plásticos que parecen que surgen de manera espontánea. La
suerte/ inspiración en Torregar es trabajo, son horas de taller.