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5 Consejos para

mejorar la acústica de
tu salón sin gastar
dinero

1.Coloca una alfombra gruesa


entre tus cajas acústicas y la
posición de escucha. Muchos
aficionados, sin saberlo, ya han
mejorado la acústica de su sala,
sencillamente, colocando una
alfombra. Este objeto tiene la
capacidad de absorber una
parte de la energía de las
ondas que inciden en su
superficie. Esto es bueno
porque, de esta forma,
conseguiremos incrementar el
tiempo que transcurre desde el
momento en el que llegan a
nuestras orejas las ondas
directas que proceden de los
altavoces, hasta que llegan las
ondas reflejadas por el suelo, que, además, lo harán
debilitadas. De esta forma, estas últimas no enmascararán las
primeras, permitiendo a nuestro cerebro interpretar mejor las
señales que recibe de nuestros oídos.
2. Cubre las ventanas y puertas de cristal con cortinas
gruesas. Las superficies de cristal reflejan la mayor parte de
las ondas de sonido que inciden en ellas, absorbiendo poca
energía. Además, la que consiguen absorber provoca
vibraciones, lo que les permite emitir su propio sonido, y, así,
pueden ocultar una parte de las señales musicales que nos
interesa preservar. Por esta razón, lo ideal es colocar unas
cortinas delante tanto de las ventanas como de las puertas de
cristal. Una cortina gruesa absorberá una parte de la energía
de las ondas que «choquen» contra ella, y, además, las
retardará, permitiendo, al igual que la alfombra, que nuestro
cerebro discrimine mucho mejor el contenido musical.

3. Las librerías son nuestras mejores aliadas. La capacidad de


absorción de energía de un mueble amplio cubierto de libros
puede ser considerable. Si nuestro salón tiene muchos
elementos reflectantes, como espejos o un suelo de gres,
una librería puede ayudarnos a equilibrar las ondas reflejadas,
absorbiendo una parte de su energía. Además, contribuye a
«aislar» la habitación del exterior, reduciendo la intensidad de
las ondas que consiguen escapar hacia fuera del habitáculo, y,
así, conseguiremos molestar mucho menos a las personas que
se encuentren fuera de la habitación tratada. Pero esto no es
todo. Si nuestro salón es pequeño y nos hemos visto obligados
a colocar nuestras cajas acústicas muy cerca de las paredes,
las librerías conseguirán absorber eficazmente buena parte de
las ondas secundarias (las que se reflejan en el suelo o las
paredes), que, de otra forma, empobrecerían la calidad del
sonido de nuestro equipo.

4. Si entre nuestras cajas acústicas y la posición de escucha


tienes colocado algún jarrón, valora la posibilidad de
cambiarlo de ubicación. Estos elementos decorativos pueden
comportarse como resonadores, lo que quiere decir que sufren
oscilaciones mecánicas cuando inciden en ellos señales con una
determinada longitud de onda. Por esta razón, pueden producir
sonidos, desvirtuando así el contenido sonoro original. Y, si sois
unos puristas, contemplad también la posibilidad de quitar cualquier
objeto que pueda representar un obstáculo para las ondas que
proceden de los altavoces en su viaje hasta vuestras orejas, como
las mesas de centro y las sillas.
5. Las plantas, sin importar si son naturales o artificiales, se
comportan de una forma muy similar a los paneles difusores
de sonido. Cuando una onda sonora incide en ellas y choca con
sus hojas, se descompone en ondas más pequeñas que, además,
son reflejadas en múltiples direcciones. Esta cualidad nos viene de
maravilla si nos vemos obligados a colocar nuestras cajas
acústicas muy cerca de las paredes, pues, si intercalamos una
planta de cierta envergadura entre el altavoz y la pared,
conseguiremos controlar con mucha más precisión el retardo y la
energía de las ondas reflejadas. Varias plantas estratégicamente
colocadas pueden brindarnos la sensación acústica de que nuestra
habitación tiene unas dimensiones mayores, pues nos pueden
permitir incrementar el tiempo que transcurre entre la llegada a
nuestro oído de las ondas directas y las reflejadas, lo que siempre
resulta muy positivo.

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