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Quiero comenzar diciendo que las preguntas del hombre son todas suscitadas por
la realidad, osea que nos surgen a partir del día a día, como por ejemplo: ¿quién
soy?; ¿para qué sirven y cómo funcionan las cosas?; ¿cómo puedo llegar a la
felicidad?; ¿de qué está compuesto el cielo? Pero no podemos construir una casa
con filosofía, ni cocinar, ni resolver un problema de matemáticas, ni siquiera
hacerme un café, porque estas cuestiones necesitan ser solucionadas y
satisfechas, con el objeto de no tener que volver a preguntarse sobre lo ya vivido.
La filosofía nos dará siempre una respuesta insatisfactoria, que no significa que
tenga que darnos terror esta situación, ya que “(..) Cultivan la pregunta, resaltan lo
esencial de ese preguntar y nos ayudan a seguir preguntándonos, a preguntar cada
vez mejor, a humanizarnos en la convivencia perpetua con la interrogación.(..)”,
como dice Savater. Es más, esto nos liberará de la ignorancia, nos sacará la venda
de nuestros ojos y podremos comprender la realidad mediante distintos puntos de
vista. Entonces, como ya entendemos que clase de respuesta es capaz de ofrecer
la filosofía, podremos comprender más fácilmente las preguntas que cautivan a
esta. Estas preguntas que podemos llamar dudas filosóficas, se cuestionan sobre
el sentido de la vida, son las que nos van acompañar toda nuestra existencia,
porque esta provoca a las mismas.
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA
VALORACIÓN INTEGRAL
CALIFICACION GUÍA FIRMA FIRMA
DESEMPEÑO
CUALITATIVA CUANTITATIVA DOCENTE ACUDIENTE
SUPERIOR
(96 – 100)
ALTO
(86 – 95)
BASICO
(75 – 85)
BAJO
(10 – 74)