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Formación y preprensa
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La Revista Interamericana de Educación de Adultos es una publicación arbitrada del Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe. Publica
dos números anuales (enero y julio) en formatos impreso y digital que contienen artículos y ensayos originales, recientes y fundamentados en investigaciones sobre aspectos teóricos y
prácticos cuyo propósito es enriquecer el conocimiento de la educación de las personas jóvenes y adultas. También incluye estudios que abordan temas sobre la problemática educativa
en América Latina y el resto del mundo. Su objetivo es propiciar el debate de las ideas, la búsqueda de alternativas educativas y la difusión de los conocimientos generados por la inves-
tigación educativa desde diversas perspectivas de análisis. Se dirige a investigadores, docentes, estudiantes de posgrado, especialistas y profesionales de la educación, en particular de la
educación de personas jóvenes y adultas.
Está incluida en los índices y bases de datos siguientes: Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal (Redalyc); Sistema Regional de Información en Línea
para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (Latindex) en el Catálogo, Directorio y en Línea; Índice de Revistas sobre Educación Superior e Investigación
Educativa (IRESIE); Sistema de Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades (CLASE), y Education Resources Information Center (ERIC).
La Revista Interamericana de Educación de Adultos Año 38, núm. 2, julio-diciembre 2016, es una publicación semestral que aparece en los meses de enero y julio editada por el Centro
de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe, CREFAL, Av. Lázaro Cárdenas 525, Quinta Eréndira, Col. Revolución, Pátzcuaro, Mich., CP.
61609. Editora responsable: Mercedes Calderón García. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2015-022511525200-102. ISSN 0188-8838. Licitud de título No. 07910. Licitud de
Contenido No. 05611, ambos otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Las opiniones expresadas por los autores
no necesariamente reflejan la postura del editor. Queda expresamente autorizada la reproducción parcial o total de los contenidos e imágenes de la publicación, siempre y cuando sea
utilizada con fines educativos y de investigación, respetando los derechos de autor y citando la fuente. Se imprimió en Impresiones Laser, Martínez de Navarrete, núm. 10, Pte., Zamora
Michoacán, con un tiraje de 500 ejemplares.
La correspondencia se recibe en las instalaciones del CREFAL. Tel. 01 434 342 81 53. Correos electrónicos: revistainteramericana@crefal.edu.mx / mmendiet@crefal.edu.mx La revista
en su versión digital tiene acceso libre en http://rieda.crefal.edu.mx
5 Editorial
Seminario Internacional de Educación a lo Largo de la Vida
y Balance Intermedio de Confintea 6 + Brasil
Jaime Calderón López Velarde
Mirador
13 Redes de interventores educativos.
Experiencias de formación y de campo laboral en una
zona rural-urbana del estado de Morelos, México
Network practices of the Educational Intervention.
Experiences and job training field in a rural-urban
area of the state of Morelos, Mexico
Leonel Hernández Polo
Exploraciones
35 Las trayectorias furtivas.
Tránsitos posibles de la escolarización
Furtive paths.
Transits possible schooling
Darío G. Martínez
Transiciones
Reseñas
Del 25 al 27 de abril pasado, la ciudad de Brasilia fue sede de estos magnos even-
tos promovidos por el Ministerio de Educación brasileño con la colaboración de la
Unesco y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) que congregó a otros
organismos internacionales de educación, así como a representantes de instituciones
educativas nacionales, organizaciones sindicales, movimientos de la sociedad civil y
especialistas de gran parte de los países latinoamericanos vinculados a la educación
de personas jóvenes y adultas (EPJA).
El propósito fue contribuir a la construcción de la política brasileña de apren-
dizaje a lo largo de la vida, así como intercambiar experiencias y conocer los avan-
ces sobre las metas trazadas en la VI Confintea realizada en 2009 en este país cuyo
producto fue el Marco de Acción de Belém, documento suscrito por los 144 estados
miembros de la Unesco. Estos eventos constituyen la primera de cinco consultas re-
gionales coordinadas por la Unesco que tendrán lugar durante 2016 en los Estados
Árabes, África, Asia, el Pacífico y Europa para realizar un análisis que permita me-
diante un conjunto de estrategias, programas y la sistematización de prácticas edu-
cativas exitosas, asegurar que el aprendizaje a lo largo de toda vida —sin distinciones
de edad— sea una realidad para todas las personas.
Las conclusiones del seminario, aprobadas por todos los participantes en la se-
sión de clausura, se difundieron mediante la Carta de Brasilia que incluye 10 pro-
pósitos esenciales, entre los cuales destacan: articular la educación de adultos con la
educación popular en una perspectiva latinoamericana, reivindicar el derecho a la
educación básica pública, gratuita y de calidad, así como fomentar la participación
de la sociedad en la definición de las políticas públicas para la EPJA en todos los nive-
les de gobierno. Por su importancia, reproducimos el contenido de dicho documento
en la sección de Transiciones de este número de la revista.
Durante el desarrollo de este Seminario Internacional, merece destacarse la
presentación del libro Replantear la Educación. ¿Hacia un bien común mundial?
(Unesco, 2015), promovido por esta institución y el Consejo Internacional de Edu-
cación de Adultos (ICAE por sus siglas en inglés). El texto fue expuesto por Carlos
Vargas, de Unesco París, y en los comentarios y debate suscitado por el contenido de
esta obra, especialmente los retos para la EPJA en la perspectiva de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible y la Agenda de Educación 2030, el CREFAL tuvo una destacada
participación a través de su directora, colaboradores de esta institución e integrantes
del consejo editorial de nuestra revista. Cabe aclarar que estas y otras deliberaciones
en otras mesas de discusión serán publicadas al concluirse las consultas regionales
arriba mencionadas. De no menos importancia fue la presencia y protagonismo del
ICAE que agrupa a diversas organizaciones de la sociedad civil que representan un
contrapeso a los puntos de vista de los organismos internacionales de educación.
Este Consejo Internacional dio a conocer las iniciativas de consulta y reuniones
regionales preparatorias para la Confintea VI +6, convocadas por tres importantes
organizaciones: 1) el Consejo de Educación Popular para América Latina y el Caribe
(CEAAL); 2) la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE); 3)
la Red de Educación Popular entre Mujeres (REPEM). Los resultados de estas consul-
tas permitirán ampliar y enriquecer las conclusiones sobre los avances y obstáculos
de los Acuerdos del Marco de Acción de Belem, derivados de los análisis de los parti-
cipantes convocados en este Seminario Internacional por la OEI, la Organización de
Estados Americanos (OEA) y la Oficina Regional de la UNESCO para América Latina
y el Caribe (Orealc-Unesco).
Finalmente, en su Informe sobre Brasilia, el ICAE llama la atención acerca de tres
temas ineludibles para la reflexión que requieren profundizarse: 1) la necesidad de
integrar y articular el conjunto de instituciones y organismos internacionales parti-
cipantes en estos eventos en el horizonte de la próxima Confintea VI + 6; 2) el debate
acerca de la expresión aprendizaje a lo largo de la vida a la cual hicimos referencia en
la editorial pasada, y 3) la inclusión de la alfabetización de jóvenes y adultos, el apren-
dizaje a lo largo de la vida y el acceso a la formación técnica, profesional y superior,
en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS4) y en el Marco de Acción Educación
2030, ya que se corre el riesgo de reproducir la definición de Nairobi de 1976, relativa
al desarrollo de la educación de adultos, en vez de hacer valer la reciente recomen-
dación sobre el aprendizaje y la educación de adultos de 2015 cuyos alcances son más
amplios e integrales.
No está de más señalar que en el transcurso del Seminario Internacional se dio a
conocer por las autoridades educativas brasileñas el impulso y los avances reporta-
dos en materia de políticas públicas para la EPJA, entre éstos, los logros del Programa
de Alfabetización para Todos (Topa) que le permitieron la obtención del premio na-
cional Medalla de Paulo Freire, otorgado desde 2005 por el Departamento de Edu-
cación Continua, Alfabetización, Diversidad e Inclusión (Secadi) a las experiencias
exitosas en materia de EPJA.
Como se puede observar, tanto el texto Replantear la Educación, como los 10 pro-
pósitos de la Carta de Brasília y la agenda de trabajo del ICAE , presentan una visión
acerca del rumbo hacia el cual se orienta la educación en general, y en particular la
EPJA, bajo la idea central de educación y aprendizaje a lo largo de la vida. Poner en
marcha los lineamientos trazados en la Carta de Brasília es un asunto que resulta in-
cuestionable e inaplazable pero se requiere previamente analizar cómo instrumentar
cada uno de esos propósitos a partir de la suma de esfuerzos entre las instituciones
educativas y sociales públicas, privadas y de la sociedad civil de los diferentes go-
biernos nacionales latinoamericanos. En tanto esto ocurre, es fundamental movi-
lizar todos las capacidades y recursos que estén al alcance de quienes día a día, y
desde distintos espacios, construyen y pugnan para alcanzar esos 10 propósitos en
sus ámbitos de competencia (educadores, promotores comunitarios, investigadores,
especialistas, tomadores de decisiones, etc.) y de este modo allanar el camino hacia
la educación humanista a la que invita el texto mencionado al reivindicar principios
éticos irrenunciables, a saber: el respeto a la vida y la diversidad (inclusión de todos y
todas sin ningún tipo de discriminación), la igualdad de derechos, entre éstos, el de
la educación para desarrollar los aprendizajes a lo largo de toda la vida y, de no menos
importancia, la justicia social y la solidaridad internacional.
Puesto que Replantear la Educación. ¿Hacia un bien común mundial? advierte hoy
día sobre una nueva etapa de la vida social caracterizada por los cambios sociales que
han propiciado mayores niveles de complejidad, tensiones e inseguridad que avizo-
ran nuevos problemas educativos, especialmente en la organización del aprendizaje,
y no se diga en el campo de la EPJA, invitamos a nuestros lectores a conocer y co-
mentar en nuestra revista esta imprescindible obra educativa que más que anticipar
respuestas, invita a la reflexión y abrir el diálogo mediante diversas interrogantes que
permitan enriquecer el debate de las políticas públicas basadas en la propuesta de
una educación con un sentido humanista y orientado al desarrollo sostenible. Asi-
mismo, enviarnos sus comentarios sobre otro texto de igual relevancia publicado en
marzo de 2016 en Lima por el Dr. César Picón, con el título, El sistema que esperaba
Juan García. Sistema Nacional de Personas Jóvenes y Adultas en América Latina cuyo
contenido aborda, con un sentido crítico y propositivo, una manera diferente e inte-
gral de afrontar los retos de la EPJA en los países de la región latinoamericana.
En este número se presentan seis colaboraciones: en la Sección de Mirador, Leo-
nel Hernández, da cuenta de la importancia que tienen las redes como un recurso
del cual se valen los egresados de la reciente carrera de intervención educativa para
afrontar, entre otros aspectos, su inserción profesional. Mediante el análisis conjunto
de las historias de vida de cinco egresados de la Universidad Pedagógica en el Estado
de Morelos en México que laboran en un contexto rural-urbano, el autor describe el
proceso de construcción y tipos de redes que antes, durante y después de concluir sus
estudios establecieron estos jóvenes a lo largo de sus trayectorias como estudiantes.
Sostiene que las redes son imprescindibles para el funcionamiento de los intervento-
res educativos e ilustra con diversos ejemplos las maneras en las cuales dejan huella
a lo largo de sus trayectorias, desde la incidencia en la elección de carrera, el apoyo
para concluir los estudios ante los diversos obstáculos y el ingreso al campo laboral.
Asimismo, afirma que sin importar el tipo de redes, éstas se convierten en prácticas
necesarias e, inclusive, que sin ellas no hay interventores educativos.
En la sección de Exploraciones, se incluyen los aportes de tres investigaciones: en
la primera, Darío Martínez mediante trabajo de campo etnográfico en tres centros
de educación de jóvenes y adultos en la provincia argentina de La Plata, incursiona
alrededor del concepto trayectorias furtivas para dar cuenta del vínculo que distintos
sujetos establecen en un tiempo relativamente largo, ya sea con alguna dimensión
institucional, prácticas o modalidades relacionales intersubjetivas en cualesquier
institución escolar. La investigación permite aportar elementos sobre los sentidos
asignados a la escolarización por los jóvenes que interrumpieron sus estudios y pos-
teriormente los retomaron. Destaca aspectos como: la internalización de la culpabi-
lidad individual al abandonar los estudios, lo institucional educativo como un pro-
blema secundario ante otras preocupaciones inmediatas, las diferencias en cuanto
a las oportunidades educativas que favorecen a los varones y la imposible sutura del
sistema público de enseñanza para los jóvenes de los sectores populares, ya que ante
la sociedad distan de “constituirse en un conjunto invisible”.
En la segunda investigación, Erick Cajigal y colaboradores se proponen conocer los
efectos de las creencias epistemológicas de los docentes de educación primaria de un
municipio rural vulnerable del estado de Veracruz en México con respecto al cambio
climático. Los autores ponen en juego conceptos como educación ambiental, vulnera-
bilidad, resiliencia y epistemología del conocimiento desde la integración de la pers-
pectiva constructivista y sociohistórica. Mediante una metodología mixta, concluyen
que la mayoría de docentes conciben el cambio climático como problemas aislados y
ajenos a sus comunidades e ignoran sobre este tipo de problemas. Sin embargo, a partir
de las dimensiones analizadas, sostienen que las concepciones epistemológicas de los
docentes han tenido impacto en la construcción del conocimiento sobre el cambio cli-
mático ya que condicionan los procesos de validez e interpretación de la información
sobre esta temática, incluyendo la de los medios de comunicación.
Por su parte, María Elza Carrasco y Enrique Vázquez, en la tercera investigación,
identifican mediante un estudio exploratorio, los conocimientos, formación y actuar
en materia de educación ambiental de los estudiantes que cursan la licenciatura en
ciencias de la educación en la Universidad Autónoma de Tlaxcala en México. Los
resultados son poco halagüeños ya que afirman que la inclusión de la educación am-
biental en la educación superior es incipiente y poco dimensionada, lo que refleja la
escasa formación de profesionistas habilitados en ese tema, ya que desconocen no
solo las materias vinculadas al medio ambiente sino qué es un recurso y cuál de éstos
es indispensable para la supervivencia humana. Lo más preocupante es que 37%, no
tienen claridad sobre cuáles aportaciones como especialistas en educación pueden
hacer para incluir materias con esta temática. De allí, subrayan, la importancia de
incluir, desde la educación básica hasta la superior, conocimientos elementales sobre
la problemática ambiental, de manera transversal, holista, equitativa e incluyente.
En Contrapunto se incluyen dos ensayos. En el primero, Beatriz Ramírez expone
los Fundamentos del trabajo grupal para la investigación social. Con este fin, formula
un conjunto de preguntas acerca del papel del investigador cuando interviene des-
de la perspectiva de los Grupos de Formación Psicoanalíticamente Orientados. La
autora caracteriza estos grupos sustentados en bases filosóficas, epistemológicas y
teóricas rigurosas que van más allá del uso técnico que en los ámbitos laborales y
educativos reducen el trabajo grupal a “dinámicas de grupo” con fines de efectivi-
dad conductual. A partir de una experiencia con jóvenes universitarios, indaga las
acciones sobre la formación y las prácticas discursivas que generan los sujetos para
conocer su experiencia, saberes y el producto del trabajo grupal y de este modo bus-
car, antes que verdades, procesos de significación y creación de sentidos. Sostiene
que el investigador no se puede retrotraer a una postura filosófica y al papel que juega
el lenguaje como condición del vínculo humano, ya que éste ejerce una acción en la
identidad de los sujetos, pues no sólo la palabra los funda y los interpela, sino que los
convoca a ocupar lugares y emitir discursos.
En el segundo ensayo, Fernando de Jesús Domínguez y colaboradores analizan
la historia del concepto de redes sociales que, debido a las tecnologías de la infor-
mación se han vuelto hoy día una práctica común, especialmente en los espacios de
comunicación universitarios. Los autores caracterizan los elementos constitutivos
de las redes sociales y sus funciones desde la perspectiva computacional y de las redes
sociales digitales y móviles. Asimismo apuntan los rasgos de los jóvenes del Siglo XXI
que nacieron después del boom tecnológico. Concluyen que el desarrollo acelerado
de las redes sociales y su crecimiento exponencial a nivel mundial ha sido tan ver-
tiginoso que su estudio es un tema emergente que requiere profundizarse debido a
la falta de bibliografía especializada, como es el caso de las investigaciones sobre los
movimientos sociales cuyo impacto en las redes sociales digitales y móviles —más
allá de la descripción— adolece de categorías de análisis para comprender las inte-
racciones que allí se generan.
En la Sección de Transiciones, reproducimos la Carta de Brasília que destaca 10 pro-
pósitos esenciales y la exigencia de hacer valer las conquistas políticas de la EPJA en Bra-
sil. Finalmente, incluimos la reseña bibliográfica de Miguel Rodrigo González sobre
el texto, Gobernar. Lecciones básicas para un gobierno justo, de Oscar Diego Bautista.
Cierro esta editorial no sin antes comunicar a nuestros lectores que a partir del
mes de mayo del presente año ingresamos al Sistema de Información Científica, Red
de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal (Redalyc), he-
cho que nos congratula ya que se ha dado un paso importante para dar mayor visibi-
lidad a la RIEDA y seguir fortaleciendo su calidad técnica y académica que esperamos
se logre mediante su registro en otros sistemas de indexación. Este ingreso nos lleva
al compromiso con Redalyc para satisfacer sus atinadas sugerencias y no se diga con
nuestros lectores y colaboradores. Reitero mi gratitud a los autores, árbitros y consejo
editorial de la Revista, así como a la dirección del CREFAL y a su editora, por el apoyo
recibido y confianza para cumplir con este cometido.
* Docente de la Licenciatura en Pedagogía de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Ajusco y editor WEB institucional en la misma
.
universidad. México. CE: pololeonel2@gmail.com
Redes de interventores educativos.
Experiencias de formación y de campo laboral en una
zona rural-urbana del estado de Morelos, México
Introducción
Los procesos que viven los jóvenes de sectores rurales y rurales-urbanos con desventajas socioeco-
nómicas para llegar a la educación superior y convertirse en profesionistas son complejos. Las prác-
ticas en red que ellos configuran ayudan a comprender y explicar mejor estos procesos. No obstan-
te, las instituciones no siempre cuentan con mecanismos formales para ayudar a sus estudiantes
y egresados a establecer redes que apoyen su formación y ubicación en el campo laboral. Algunos
egresados y estudiantes se quejan de que la institución los ha “dejado solos”. En estas circunstancias,
deben ir creando sus propias redes que les permitan superar los obstáculos, enfrentar la desvincu-
lación, la incertidumbre y lograr sus propósitos.
En este trabajo se documenta que existe una desvinculación entre la universidad, sus estudian-
tes y sus egresados y éstos reaccionan creando sus propias redes al margen de las acciones insti-
tucionales. Se trata de un estudio cualitativo sobre egresados de la Licenciatura en Intervención
Educativa (LIE) de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) Sede Ayala, Morelos.1 Esta licencia-
tura es relativamente nueva, se ofrece desde el año 2002 y aún hay pocos estudios que rastreen la co-
laboración y las redes de sus egresados (V.gr. Negrete, 2012; Campero y Rautenberg, 2006); la mayor
parte de ellos se centran en la identidad profesional y en los problemas del campo laboral como los
de Quiroz (2014), Páez (2011) y Secundino y Vera (2010).
Las redes de egresados de la LIE tienen matices que van desde lo positivo, como mecanismos de
apoyo mutuos, hasta lo negativo, como mecanismos diferenciadores de oportunidades. Es decir,
para algunos son medios que proveen oportunidades de superación y de ubicación en el campo la-
boral; para otros son obstáculos donde sólo los privilegiados con redes tienen oportunidades. Para
los primeros, las redes representan una filosofía profesional; para los segundos, “palancas”.
1. La Universidad Pedagógica Nacional tiene 76 sedes y 208 subsedes distribuidas en toda la república mexicana. La Licenciatura
en Intervención Educativa (LIE) tiene seis líneas de formación: Educación de personas jóvenes y adultas, Gestión educativa,
Educación inicial, Interculturalidad, Inclusión social y Orientación educacional (UPN, 2002). La sede de la UPN cambió de la
ciudad de Cuautla, Morelos a la población de Ayala, un municipio eminentemente rural, por lo que algunos entrevistados
cursaron sus estudios en Cuautla y los concluyeron en Ayala.
Los estudiantes de esta nueva licenciatura sufren el desinterés que manifiesta la institución y mu-
chos de ellos abandonan los estudios. Ante esto, las redes ayudan a afianzar los esfuerzos de algunos
para la permanencia en el programa. La búsqueda de empleo también se hace en colectivo, tocan puer-
tas juntos, se preparan juntos para los exámenes de ingreso al servicio docente o se unen para la adqui-
sición de los medios que les permitan aprobar un examen de oposición. Otros construyen redes con
los empleadores. Trabajan para ellos bajo condiciones de contratos discrecionales con la posibilidad
de obtener más adelante un puesto formal. Por eso las prácticas en red son complejas y sólo es posible
comprenderlas en contexto, con sus rasgos particulares y con los rastros o huellas que dejan.
Lo que aquí se presenta es un análisis de los tipos de redes observados en egresados de la LIE. Se
analiza el papel de las redes en el éxito profesional de estos jóvenes que provienen de zonas relati-
vamente marginadas y de condiciones socioeconómicas desfavorables. Se describirán sus percep-
ciones y posiciones acerca de la profesión, la institución y las redes. Finalmente, se discutirán las
implicaciones de las redes que se construyen al margen de las políticas institucionales y se reflexio-
nará acerca de lo que le corresponde a la institución y a los agentes para mejorar los procesos de
formación en las universidades.
El concepto de red puede significar tanto vínculos humanos como vínculos entre objetos mate-
riales (Castells, 2001). También puede significar redes sociales, en el sentido de las aplicaciones para
dispositivos de comunicación digital como Twitter, Facebook, Skype, etc. y la “conexión” de las per-
sonas por estos medios.2 En este trabajo se usa la palabra red para referirse no sólo a los vínculos
sociales entre seres humanos o cosas, sino a todas las asociaciones que implican y a todos los rastros
y huellas que dejan las interacciones sociales en red.
El sentido sociológico de la palabra red se dirige al vínculo entre dos o más agentes con intereses
comunes, con propósitos semejantes y que comparten información o recursos de cualquier tipo
casi al instante. Los agentes pueden saber qué está haciendo su interlocutor, dónde está y cómo
está. Una red de agentes puede definirse entonces como un sistema de relaciones sociales donde los
agentes se relacionan entre sí, cara a cara, o por medios de comunicación para el apoyo mutuo, para
el intercambio de recursos, para tomar decisiones o para emprender acciones en colectivo. A este
tipo de redes, Lomnitz les llama redes de intercambio recíproco (Lomnitz, 2003).
Tradicionalmente, la noción de red se refiere a las relaciones sociales establecidas entre un grupo
para el intercambio de información o recursos dentro de un espacio social. Lozares (1996) argu-
menta que “[…] la percepción y el comportamiento de los individuos de un grupo, así como la mis-
ma estructura del grupo, se inscriben en un espacio social formado por dicho grupo y su entorno,
2. Actualmente, estas aplicaciones se usan como sinónimo de redes sociales, pero no debemos confundir la red social con los
medios que la conectan.
configurando así un campo de relaciones” (Lozares, 1996: 104). Desde esta idea, sostiene que “las
redes sociales pueden definirse como un conjunto bien delimitado de actores —individuos, grupos,
organizaciones, comunidades, sociedades globales, etc.— vinculados unos a otros a través de una
relación o un conjunto de relaciones sociales” (Lozares, 1996: 108). Siguiendo también esta idea, Cas-
tells (2001) argumenta que el campo de relaciones sociales es una red. Para este autor:
Una red es un conjunto de nodos interconectados. Un nodo es el punto en el que la curva se corta
a sí misma. Las redes son una forma muy antigua de organización social [...] son las formas de
organización más flexibles y adaptables, capaces de desarrollarse al mismo tiempo que lo hace su
entorno así como la evolución de los nodos que componen la red (Castells, 2001: 50).
Sin embargo, estas nociones requieren de la existencia de un grupo social, es decir, de un grupo de
agentes que tiene una estructura de grupo y un espacio social específico. Como se verá más adelan-
te, las redes de interventores educativos no funcionan así. Dada la enorme movilidad de los agentes
entrevistados y dada las amplias posibilidades de comunicación que tienen, es difícil hablar de “gru-
pos sociales específicos”. Además, las redes que se analizaron en esta investigación van más allá de
los grupos, del espacio y del tiempo. Van más allá de los nodos interconectados. Como argumenta
Bruno Latour (2005: 49-53) “[…] no existe grupo relevante alguno del que sea posible afirmar que
constituye los agregados sociales, ningún componente establecido que pueda establecerse como
punto de partida incontrovertible […] La palabra grupo es tan vacía que no establece el tamaño ni
el contenido […]”.
Para Latour, el investigador no debe conformar los grupos artificialmente con fines de explica-
ción de sus redes o de sus interacciones, sino debe permitir que “los actores mismos” lo conformen
mediante los vínculos que ellos mismos van estableciendo. Al investigador le corresponde rastrear
esos vínculos. En este sentido, los agentes van definiendo su grupo y éste se configura de acuerdo
con las circunstancias, los propósitos, los integrantes y se va transformando con el tiempo. Pueden
extenderse tanto que van más allá de la interacción cara a cara y de la “conexión” por medio de
dispositivos de comunicación. Van más allá del tiempo y del espacio. Desde esta idea, Nespor argu-
menta que: “[…] la ‘práctica’ misma no es reducible a las actividades observables de individuos en
dichos entornos locales. La práctica se distribuye en los espacios y tiempos que produce, y las ‘inte-
racciones sociales’, los ‘entornos’ y ‘sucesos’ son intersecciones de trayectorias que vinculan tiempos
y espacios distantes, y que los dotan de forma como espacio social” (1994: 25).
El espacio social es más amplio y difuso de lo que pretenden aquellos que agrupan a los agentes
en espacios sociales definidos. Las redes entre agentes, por tanto, no podrían enmarcarse dentro de
un espacio social específico. Nespor (1994: 25) lo explica de esta forma:
[…] los administradores en sus oficinas interactúan (literal, no metafóricamente) con muchos
otros que no ven ni toman conciencia de su existencia como individuos. Los estudiantes de física,
al solucionar problemas en grupos, ya bien entrada la noche, no sólo interactúan entre ellos sino
con sus profesores (quienes están a salvo en sus hogares), con los autores de sus libros de texto
(que ignoran la existencia de los estudiantes) y con practicantes de la física dispersos en el mundo
entero, y cuya obra se redujo y simplificó en los libros de texto. Las interacciones ‘cara a cara’ ya
no son sucesos estrictamente locales.
1.2 Las redes como huellas de interacciones. La Teoría del Actor Red
Los vínculos sociales dejan huellas que perduran aun cuando los agentes hayan dejado de interac-
tuar. Las huellas sobrepasan las nociones tradicionales de red (como la idea de nodos y de espacio
definido). Por ello, no es útil hablar de “nodos” para describir las conexiones en las redes. Las rela-
ciones de los interventores educativos entrevistados son un entramado de interconexiones sociales
flexibles y de asociaciones que permanecen porque han dejado huellas y mantienen a los agentes
asociados de algún modo. De esta manera, las asociaciones pueden ser rastreadas. Aparentemente,
los lazos no están visibles y los intercambios son casi imperceptibles. Pero estos lazos e intercambios
son elementos importantes en las redes de los entrevistados y han configurado de algún modo sus
trayectorias. Es posible analizar estas redes en términos de la Teoría del Actor Red, que Bruno La-
tour define como una “sociología de las asociaciones”. Para rastrear las asociaciones, dice “[…] hay
que seguir a los actores, es decir, tratar de ponerse al día con sus innovaciones a menudo alocadas,
para aprender de ellas en qué se ha convertido la existencia colectiva en manos de sus actores, qué
métodos han elaborado para hacer que todo encaje, qué descripciones podrían definir mejor las
nuevas asociaciones que se han visto obligados a establecer” (Latour, 2005: 28).
La red, por tanto, se hace visible no sólo por sus interconexiones sino por los rastros y huellas
que deja cuando se han producido las asociaciones entre los agentes. Para Latour, una red no es lo
que existe ahí, sino lo que el investigador usa para describir las asociaciones. “Así, la red no designa
una cosa que está allí afuera y que tendría la forma aproximada de puntos interconectados, como
una ‘red’ telefónica, vial o cloacal […] Red es un concepto, no una cosa que existe allí afuera. Es una
herramienta que ayuda a describir algo, no algo que se está describiendo” (Latour, 2005: 190).
Pensar las redes a partir de lo que los agentes hacen, a partir de las asociaciones que tienen entre
sí, de los efectos de sus relaciones sociales y de los rastros y huellas que dejan sus interacciones, ayu-
da a explicar una parte de sus trayectorias profesionales, de sus procesos de formación y, en general,
de sus experiencias sociales de vida. Esta es la manera de ver las redes de los interventores educativos
en este trabajo.
En este estudio, las redes fueron rastreadas gracias a las narraciones de vida (Peacock y Holland,
1993) de un grupo de egresados. Esta perspectiva comparte la visión que han empleado otros inves-
tigadores como Lozares y Miquel (2008) quienes han utilizado las entrevistas biográfico-narrativas
como una forma de rastrear las dinámicas de redes socio-personales y que les permite revelar las
redes de relaciones de las personas entrevistadas.
De este modo,
[…] los relatos obtenidos mediante entrevistas biográfico-narrativas […] incorporan un tipo de
información pragmática, situacional y contextual que hilvanada temporalmente nos parece muy
informativa a la hora de interpretar dichas redes. Dado que las redes socio-personales cambian a
lo largo de una narración biográfica marcando e impregnando el ciclo de vida o el de otras tem-
poralidades, como por ejemplo, la de un día, etc., el relato obtenido constituirá un inmejorable
soporte y un objeto de análisis apropiado de la dinámica de las redes socio-personales (Lozares
y Miquel, 2008: 96).
Por otro lado, si bien trayectoria no es un concepto que se desarrolla en este artículo, tener una noción
de trayectoria ha sido útil para analizar las narraciones biográficas de los agentes y rastrear sus redes.
Este rastreo de redes ayudará también a comprender mejor las trayectorias de vida de los jóvenes de
este estudio. La noción que se asume en este trabajo tiene que ver con los argumentos de Dreier (2010)
que sostienen que las trayectorias son de orden subjetivo (como los deseos, aspiraciones, emociones)
y de orden contextual (como la familia, la institución, las condiciones culturales, sociales y laborales
de la región). “Conforme los sujetos se mueven a través de los contextos, sus modos de participación
varían debido a las posiciones particulares, las relaciones sociales, los ámbitos de posibilidades y las
preocupaciones personales que los diversos contextos encarnan para ellos” (Dreier, 2010: 91). Por ello,
se puede argumentar que las trayectorias no son construcciones de la historia individual sino que son
también producto del contexto, de las circunstancias y de las redes que construyen los agentes. Redes
y trayectorias de vida están íntimamente ligadas para explicarse unas a otras.
Utilizar las trayectorias para analizar las redes se ha hecho en otros estudios como el de López-
Roldan y Alcaide (2011) quienes argumentan que el estudio de las trayectorias laborales ayuda a
comprender las formas en las que los agentes van configurando redes que les permiten movilizarse
en el mercado de trabajo. Ellos explican que:
Estas relaciones pueden proporcionar oportunidades laborales que derivan tanto del entorno
familiar más próximo como de contextos menos informales en los que se interacciona con indi-
viduos más o menos semejantes en términos atributivos. En función de estas semejanzas o disi-
militudes atributivas, los individuos pueden manejar informaciones que resultan fundamentales
en el contexto de interacción. Este intercambio y difusión de la información que circula por la red
puede generar o potenciar oportunidades interesantes para mejorar la posición en el mercado de
trabajo (López-Roldan y Alcaide, 2011: 52).
Investigaciones previas acerca de los interventores educativos en México se han centrado en los
rasgos de la identidad profesional (Quiroz, 2014; Páez, 2011), en las problemáticas que viven en su
incorporación al campo laboral (Secundino y Vera, 2010) y en las formas en las que van consolidan-
do una nueva profesión (Negrete, 2012). Quiroz (2014) hizo su investigación a partir de entrevistas
biográficas a egresados de la LIE en el estado de Oaxaca y destaca la polivalencia de la formación que
reciben los interventores y cómo ésta incide en su identidad profesional. Páez (2011) también realizó
entrevistas a egresados para conocer cómo van abriéndose paso en el ejercicio de la profesión, y Se-
cundino y Vera (2010) exponen los problemas laborales que un conjunto de interventoras educativas
enfrentan en esta profesión polivalente. Respecto a las redes, estos autores destacan cómo las redes
de relaciones cambian en función de la etapa de vida y del empleo:
3. El problema de investigación
Este artículo es parte de los resultados de la investigación “Entre dilemas, redes y posiciones en una
nueva profesión: experiencias de interventores educativos en una zona rural-urbana del estado de
Morelos”.3 El tema de investigación se originó por una pregunta inicial acerca de cómo le hacen los
jóvenes de sectores rurales y urbanos marginados, con desventajas socioeconómicas, para llegar a
la educación superior. Para abordar el problema, se plantearon las siguientes preguntas: ¿Cómo son
los procesos de ingreso, de permanencia y de egreso de la licenciatura de los jóvenes rural-urbanos
de condiciones socioeconómicas desfavorables? ¿Qué condiciones de orden familiar, contextual y
cultural están implicados en el acceso a la educación superior de estos jóvenes? ¿Cómo están im-
3. La investigación se realizó en el Departamento de Investigaciones Educativas del CINVESTAV, México, bajo la dirección de la
Doctora Ruth Paradise Loring, y concluyó en febrero de 2015, con la obtención del grado de maestría.
plicados los aspectos subjetivos: deseos, intereses y expectativas? ¿Qué ofrece la institución para
satisfacer las necesidades y expectativas profesionales de los jóvenes rurales-urbanos?
El objetivo general de la investigación es comprender cómo fueron los procesos de ingreso a la edu-
cación superior, específicamente a la Licenciatura en Intervención Educativa, de permanencia, de
egreso y de ubicación en diversos espacios profesionales de un grupo de interventores educativos en
una zona rural urbana del estado de Morelos, particularmente del municipio de Ayala.
Se encontró que las prácticas en red son centrales para comprender estos procesos, pues expli-
can la forma en que los jóvenes pueden ingresar a la educación superior y convertirse en profesiona-
les a pesar de sus desventajas estructurales y explican también la forma en la que van configurando
sus trayectorias de vida.
4. Metodología
4. La observación participante fue en un Congreso de Intervención Educativa que se realizó en Guadalajara, Jalisco en noviembre
de 2012.
5. Uno de ellos es hijo de maestros, pero su biografía aportó muchos elementos para el análisis de las trayectorias bajo estos
criterios.
6. El plan de estudios de la LIE elaborado por la Universidad Pedagógica Nacional en 2002 establece un perfil profesional amplio
y diverso que trasciende a lo escolar; se busca que: “los futuros profesionales puedan desempeñarse en distintos campos
educativos, con proyectos alternativos para solucionar problemas diversos y […] para intervenir en problemas socioeducativos
y psicopedagógicos. Se define intervención como la acción intencionada sobre un campo, problema o situación específica,
para su transformación”. Hay egresados que trabajan en Ayuntamientos, programas estatales del programa Desarrollo Integral
de la Familia, Capacitación, fundaciones y asociaciones civiles (ya sea que existían y los egresados fueron invitados o que ellos
mismos las crearon) interviniendo en comunidades vulnerables, docencia en niveles básico, medio y superior, impartición de
talleres, ONG, entre otras.
7. Se han cambiado los nombres para respetar la confidencialidad.
de análisis sugiere que “un investigador no comienza un proyecto con una teoría preconcebida en la
mente (a menos que su propósito sea extender la teoría existente). Más bien, el investigador comien-
za con un área de estudio y permite que la teoría emerja de los datos” (Strauss y Corbin, 1998: 12).8
En este trabajo se muestran los resultados del análisis de los relatos de vida o Life Stories (Peacock
y Holland, 1993) obtenidos en las entrevistas en profundidad. El análisis permitió reconstruir as-
pectos centrales de las historias de vida relacionadas con las redes. El trabajo analítico en conjunto,
permitió que se reconstruyera una historia en común de los agentes entrevistados y no historias
por separado (Peacok y Holland, 1993; Becker y Geer, 1973). Los datos de las observaciones y de las
charlas ayudaron a dar contexto a los resultados del análisis de las narraciones.
5. Resultados
A continuación, se describen los tipos de redes de los interventores educativos que participaron en
este estudio. Se analiza cómo se fueron configurando tales redes, cuáles son sus rasgos principales y
qué implicaciones han tenido en las trayectorias de vida, miradas desde los procesos de formación
en la universidad y en la ubicación en el campo profesional. Los tipos de redes que se documentan
tienen que ver con las relaciones e interacciones de los egresados con sus compañeros, con sus fami-
liares, con sus amigos, con conocidos, con sus empleadores y con la misma institución. Cada tipo
de red tiene implicaciones diversas en las acciones de los agentes, en el modo en que se mueven en la
profesión y deja huellas que permanecen en el tiempo.
a) Redes familiares
Las redes familiares son redes estructurales que aparecen primero en las historias de los intervento-
res educativos. Están desde antes de ingresar a la licenciatura y hasta después del egreso. Las redes
familiares juegan un papel importante en la decisión de estudiar una licenciatura; funcionan pri-
mero como una fuente de motivación y luego como apoyos materiales que van desde el financia-
miento de los estudios hasta el ofrecimiento de una posibilidad de ubicarse en un espacio laboral.
La historia de Miriam muestra la influencia de la familia que la motivó a estudiar una licencia-
tura. Aparece una relación familiar que se convirtió en una red de apoyo emocional y motivacional
desde que ingresó a la licenciatura:
Lo que pasa es que para mí siempre ha sido mi ilusión estudiar, pero el hecho de haber fracasado
en los exámenes de admisión me desmotivó y me quedé con la sensación de que ya no se me hizo
estudiar y tengo que dedicarme a trabajar y entonces mis papás siempre estaban al pendiente de
fomentar mi interés. Yo me había quedado como con un miedo, un miedo de enfrentarme otra
vez: ¿y si ya no quedo? En esa etapa con muchos fracasos… ya no lo intentaba. Pero no me forza-
ron, más bien me motivaron (Miriam, 16 de marzo, 2013).
La familia juega un papel fundamental en la decisión de estudiar. El impulso interno que tiene un
agente para estudiar y cumplir las expectativas familiares conforma una relación de intercambio
recíproco entre él y su familia.
En otro caso, los familiares de Gabriel son maestros y, en su ingreso a la LIE , se percibe la in-
fluencia de sus tíos:
[…] entonces tenía un tío que me decía “métete a la UPN, métete a la UPN”. Y bueno, él estaba
estudiando en la LE [Licenciatura en Educación], me decía métete a la LE , pero pues ahí te pedían
copia del talón de pago, para demostrar que ya eres maestro en servicio, entonces, pues yo tengo
unos tíos que tienen una escuela particular y me decían: te metemos a la planilla y te metes, o sea,
métete a la UPN (Gabriel, 11 de agosto, 2013).
Los consejos de su tío maestro y la propuesta de sus otros tíos que son dueños de una escuela repre-
sentan redes que están relacionadas con el ingreso de Gabriel a la LIE. También las recomendaciones
de sus padres pudieron haber influido en la decisión de ingresar a la carrera, ya que estaba la prome-
sa de la compra de una plaza:
Mi papá es quien me decía: estudia una carrera… te voy a ser sincero, te voy a decir lo que me
decían mis papás: estudia una carrera, te compramos una plaza. Porque antes se podía, ¿no?,
comprar una plaza. De hecho, cuando yo terminé la UPN, fue así que ya me iba a meter a trabajar
y fue cuando se vino esto de la huelga del magisterio y ya no pudieron comprarme plaza, pero
fue así que me metí al examen, salí dentro de los 35 y sí nos dieron [plaza] a casi todos porque se
vino una gran demanda de maestros porque muchos se jubilaron en ese momento (Gabriel, 11
de agosto, 2013).
Aunque Gabriel no usó sus redes, ellas estuvieron latentes como un apoyo moral y material dis-
puestas a activarse en cualquier momento.
Para algunos interventores educativos, las redes familiares estructurales también tienen impli-
caciones negativas, ya que dan oportunidades desiguales. Cuando el egresado tiene que buscar un
empleo o está en busca de su plaza de maestro recurre generalmente a sus redes familiares o de
conocidos. A este tipo de relaciones una de las egresadas les llama “palancas”. Ella lo cuenta de la
siguiente forma:
De ahí [unos compañeros] dijeron: “¿sabes qué? Mi papá y mi mamá son maestros, a ver si ellos
me pueden ayudar a buscar una plaza […]” El primero que se tituló fue uno de esos chavos, le dio
continuidad a su proyecto […] sí, su papá, como es maestro buscó la manera de que lo acomoda-
ran en Toluca. Luego al año se fue, encontró trabajo, se fue como maestro, su papá le consiguió
una plaza. Ya después me entero al siguiente año, de que otros compañeros también entraron
como maestros pero porque sus papás les ayudaron. Para entrar a trabajar tienes que tener una
palanca […] A Jesús, su papá le ayudó a buscar su plaza, hizo el examen y pasó el examen […]
Gustavo, que salió en el 2009, él entró a la plaza, hizo su examen, lo pasó, su papá le ayudó y ya le
dieron su plaza […] (María, 16 de marzo, 2013).
En las referencias a egresados que obtuvieron la plaza por concurso, María menciona la influencia
de lo que llama “palancas”:
Para entrar como docente, para encontrar trabajo como profesor cuesta mucho trabajo, tienes
que tener una palanca, un apoyo o si tienes dinero pues comprar la plaza. Y ya he dicho, bueno,
¿por qué ellos han pasado el examen y yo no? Lo que pasa es que… empezamos a darnos cuenta
de que a algunos les daban la clave, la clave del examen [del concurso de oposición]. Para esto, la
clave del examen la conseguimos nosotros, sentíamos que la teníamos segura, lo más seguro es
que pasábamos. Pero, para esto, se enteraron en toda la región de Chalco, y todos empezaron a te-
ner esa clave, pues todos tenían la posibilidad de sacar buenos lugares (María, 16 de marzo, 2013).
Cuando María y sus compañeros consiguieron esas claves se dieron cuenta de que las palancas eran
más importantes: “Y ya nos decían: ‘no compañeros, aquí pasa el que le cae bien y el que tiene palan-
cas. Los demás se quedan esperando, ahí para la siguiente’. Ahí fue donde yo pensé que pues sí, así
era la realidad” (María, 16 de marzo, 2013).
Parecía que no hacía falta la ayuda directa de un familiar, sino que por el hecho de tener fami-
liares dentro ya se era candidato para ingresar al magisterio, como un gremio. María continúa: “Y
pues sí, les dieron preferencia a ellos. Fueron como ocho, de 35 que hicimos el examen entraron
ocho y eso fue porque tenían familiares: papás, tíos... He ahí la importancia de que, siempre hace
falta que tengas un familiar o alguien conocido que sea maestro” (María, 16 de marzo, 2013). Sobre
este fenómeno, De Ibarrola (2005) menciona que: “[…] independientemente del mismo certificado
formal, el entorno social y familiar demuestra su contribución en el acceso diferencial a la hora de
conseguir un empleo, ya que la mayoría de los jóvenes encuestados manifestaron que lo han conse-
guido por intermedio de conocidos o parientes” (De Ibarrola, 2005: 308).
Si se piensa la red en términos de un grupo de agentes que se comportan de acuerdo con la
forma en que perciben su entorno y en términos del campo de relaciones que tienen, como lo ar-
gumenta Lozares (1996), podría decirse que en las redes observadas por María no hay posibilidades
sin palancas. En función de esta idea, el agente actúa. Desde el punto de vista del interaccionismo
simbólico, se diría que María tiene muy reforzada esta idea por su experiencia personal y por las
creencias y testimonios de sus amigos con quienes interactúa: “El significado que una cosa encierra
para una persona es el resultado de las distintas formas en que otras personas actúan hacia ella en
relación con esa cosa. Los actos de los demás producen el efecto de definirle la cosa a esa persona”
(Blumer, 1982: 4). Los significados que María da a las cosas van configurando sus formas de actuar
respecto a esas cosas. “Las personas viven en un mundo de objetos y el significado de los mismos es
lo que les guía en su orientación y sus actos.” (Blumer, 1982: 16).
Aunque María no recibió la ayuda de su tío lejano para ingresar al servicio docente, la promesa de
aquel de ayudarla posiblemente influyó en la decisión de estudiar la LIE. Por otro lado, ella deseaba
ingresar a la Escuela Normal pero no pudo y una prima suya, que es maestra de primaria, le platicó
que la LIE es también para educación, que podía ser maestra. Así se formó una red de parentesco
lejano donde fluyeron promesas y consejos que incidieron en una decisión.
Otra forma de relación es la recomendación de alguna persona que esté dentro de la institución
o que tenga contactos con gente que lo esté. A Miriam la invitó una conocida de su mismo pueblo
para que ingresara al servicio docente:
Yo salgo de la escuela [UPN], se me da la oportunidad, salgo en el 2008, salgo y en enero entro ya a traba-
jar allá en el Estado de México, en una escuela primaria. Se me da la oportunidad porque una maestra
vecina, de allá del pueblo donde vivo [Ayala], que ya se iba a jubilar y es cuando me dijo que si le cubría
su prejubilatorio y es cuando empecé a trabajar y ya desde ahí me quedé (Miriam, 16 de marzo, 2013).
Miriam obtuvo la plaza después de ocupar el interinato y presentar el examen de oposición. María,
por el contrario, aún no tiene la plaza de docente pero estuvo ejerciendo en una escuela de tiempo
completo gracias a que una prima suya la recomendó para cubrir una plaza vacante temporal:
Entonces me dice mi prima: “sabes qué, la directora me dijo que hacía falta un grupo y le hablé de
ti. Es algo que sí puedes hacer, necesitas saber planear, dar una clase”. Y bueno, no sólo entré yo;
entramos varios compañeros, yo tomé el grupo de tercero [de primaria], fue cuando ya llevaba
tres años de haber salido de la UPN y pues tenía que conseguir trabajo, terminar mi proyecto [de
tesis] y titularme. Fue temporal (María, 16 de marzo, 2013).
Aquella experiencia de María le permitió establecer relaciones con otros profesores y con la direc-
tora, misma que le ofreció ocupar una plaza después de haber suplido a su prima que se encontraba
de licencia médica: “Estuve trabajando como cuatro meses… Ya después la directora me dijo que
estaba trabajando muy bien con el grupo, que estaba muy a gusto con mi trabajo y ya después empe-
zó el tiempo completo y me dice la directora: “sabe qué maestra, ¿usted no quiere entrar de tiempo
completo?” (María, 16 de marzo, 2013). María aceptó, aunque sin contrato formal. De esta forma
empezó a establecer sus redes.
Con el caso de María, se observa que si las redes estructurales no están dadas, los agentes van
construyendo sus propias redes con base en sus nuevas relaciones con personas que antes estaban
distantes. Crean redes que estructuralmente no tenían.
Miriam hizo una amiga durante la carrera. Ellas se motivaban mutuamente para tener confian-
za en que habían tomado una buena decisión: “[…] me hice de una gran amiga, bueno de varias,
pero especialmente una, Alejandra, y pues entre ella y yo, al platicar y pensar nos dimos cuenta de
que si la carrera no nos servía para algo laboral, sí nos tenía que servir para nuestra vida” (Miriam,
16 de marzo, 2013).
En contraste, las relaciones cercanas con jóvenes de su misma generación no fueron tan comu-
nes. Tenía la empatía y la comprensión de una amiga al parecer por tener la misma edad, experien-
cias o condiciones similares:
Con las generaciones más chicas se nos dificultaba un poco convivir. Nosotras éramos las más
grandes, ellos eran de 18 años, veintitantos años. Finalmente sí eran los mismos gustos pero ya no
podíamos darnos el gusto de hacer las mismas actividades que los más jóvenes, los más jóvenes
dependían de sus papás y pues al convivir, a lo mejor al venir aquí a sentarse a tomarse un agua,
yo ya no lo podía hacer tan frecuentemente (Miriam, 16 de marzo, 2013).
Yehudit habla acerca de sus compañeros de carrera como una forma de red de cooperación donde
destaca el compañerismo y la camaradería:
Una de las cosas que me cambió mucho, fue la forma en que mi grupo aprendió a cooperar en
diferentes cosas, en una fue de manera personal, fue hacia mi persona, fue que yo me embaracé a
mitad de la licenciatura, en quinto semestre, de mi segunda hija. Mis compañeras logran coope-
rar, a pesar de que había grupos muy competitivos y que justamente nos peleábamos mucho, lo-
gran cooperar y logran hacerme un baby shower y logran darme algún dinero para mi bebé, para
que me ayude con los gastos. Esto fue una cosa que me cambió y se logró a base de la cooperación.
Ellas decían: “a ver chicas, hay alguien que necesita ayuda, vamos a cooperarnos”. Y a partir de
ahí fue que comenzamos a construir esto de la cooperación. Eso fue muy interesante y me gustó
mucho (Yehudit, 12 de marzo, 2013).
Además de la camaradería, las redes tienen un rol importante en la obtención de un puesto de tra-
bajo después del egreso (como una plaza de maestro o crear una organización civil). Para Orlando,
las redes son centrales en esta etapa:
Yo sabía que irme a Cuernavaca implicaba más gastos, más tiempo, menos tiempo con mi fami-
lia, etc., pero pues lo decidí y me fui y entonces establezco algo que es muy importante para mí
que son las redes. Cuando yo estuve en Cuernavaca me conecté con CONAGUA, con el INCA,
con SEMARNAT, etc., con Organizaciones Civiles principalmente. Entonces yo empiezo a traba-
jar, el trabajo de intervención que yo empiezo a hacer es relacionarme con las redes y empecé des-
pués a trabajar aquí en Cuautla con el Consejo Cultural Cuautla, con la Organización Tzinemi,
en Cuernavaca y con la organización Comaletzin, estos dos en Cuernavaca y con ellas empiezo a
trabajar y a desarrollar la educación popular (Orlando, 4 de septiembre, 2013).
Orlando no construyó sus redes en solitario. Él considera necesario impulsarse entre compañeros y
familiares para conectarse y conseguir los espacios:
Nosotros como interventores educativos necesitamos tener una conexión entre nosotros para
apoyarnos. Mi esposa es egresada de la primera generación, es LIE , de hecho ella ya tiene la maes-
tría en innovación educativa, y ella es quien me empieza a conectar con la gente y nos empezamos
a pasar trabajo entre nosotros. O sea, ella me consigue a mí unos espacios y yo le consigo unos
espacios a otra compañera, entonces estamos… por ejemplo con Gabriel, en contacto de trabajo
(Orlando, 4 de septiembre, 2013).
El trabajo en red es para ellos una ideología, según explica Orlando en otro momento. Con esta ideo-
logía Orlando y algunos de sus compañeros se aliaron a una organización llamada Consejo Cultural
Cuautla y armaron un proyecto para el Sistema de Educación Media Superior del Estado de Morelos:
“Entonces competimos con organizaciones, que en el estado ya tienen concursando en estos proyectos
15 o 10 años, y la propuesta que Diana y yo hicimos junto con Lalo Castillo, les gustó y nos convocaron
para entrar por seis meses, estos últimos seis meses” (Orlando, 4 de septiembre, 2013).
Otra forma de hacer redes después del egreso es crear cooperativas entre amigos, como cuenta
Yehudit:
Antes de entrar a trabajar en la universidad, me puse a dar talleres en primarias, junto con otra
chica, formamos una cooperativa […] Sostuvimos la cooperativa año y medio pero por la falta de
recursos no pudimos, no pudimos gestionar ya la otra parte para empezar a jalar recursos de la
SEDESOL. Nos comió y pues tuvimos que cerrarla por falta de recursos, pues todos sosteníamos
la cooperativa con nuestros recursos, con nuestros esfuerzos, y ya no pudimos concretarlo y ter-
minamos dando otras cosas. Cada quien siguió sus trayectorias y hemos estado otra vez pensan-
do en organizar la cooperativa pero ha sido muy difícil (Yehudit, 12 de marzo, 2013).
Gabriel también está teniendo una experiencia de este tipo junto con Orlando y Diana, compañe-
ros suyos de generación, que también han tenido dificultades, en su caso, para poner en marcha su
Asociación Civil:
Llevamos un año, lo que fue tardado fue hacer el reglamento, el asunto legal, ponernos de acuer-
do para quién vamos a trabajar […] teníamos polémicas y tuvimos que llegar a acuerdos y queda-
mos en que vamos a realizar sólo proyectos de gobierno, destinados a las escuelas […] Orlando es
el director de nuestra A.C. y más que nada, estos puestos son a votación, yo no puedo ser director
porque tengo que estar todo el tiempo y pues Diana es la secretaria y yo soy el tesorero (Gabriel,
11 de agosto, 2013).
Y pues ya… las prácticas yo las hice ahí con ellos, con este grupo de terapia. Mi servicio social lo
hice en una fundación comunitaria en Cuernavaca y también iba relacionada con la autoestima.
Ahí en el proyecto donde nosotros entramos, digo nosotros porque fuimos varios de mi grupo,
fue sobre prevención de infección y talleres de autoestima y dirigir a los jóvenes de secundaria
a un proyecto de vida. Pues en esos talleres nos dieron herramientas, trabajaron con nosotros,
eran la parte de trabajar con nosotros y después nosotros ir a aplicarlos (Irene, 16 de marzo, 2013).
Los estudiantes toman de estas organizaciones civiles lo que creen que les servirá para su desarrollo
profesional. Luego, cuando egresan, construyen vínculos con ellas para trabajar, para hacer prác-
ticas profesionales, el servicio social o invitarlas a proyectos. “Yo no quiero dejar a TEPAL —explica
un entrevistado— yo quiero que TEPAL venga y nos apoye en la A.C. que queremos hacer” (Gabriel,
11 de agosto, 2013). En estas redes, no está la promoción ni la participación oficial de la UPN, como
se verá en lo que sigue.
Otras de las dificultades es que los organismos civiles o de organizaciones civiles son como que este
brazo izquierdo o derecho que nos pueden ayudar a formarnos todavía más. Entonces no se desa-
rrolla desde la misma universidad un vínculo fuerte con las organizaciones civiles. Cuando el inter-
ventor se conecta con la organización civil sale todo lo demás solito (Orlando, 4 de septiembre, 2013).
Los interventores educativos tienen que construir redes “por cuenta propia”, como ya se ha comenta-
do. Al parecer, la UPN no tiene convenios formales con las organizaciones civiles o con instituciones
gubernamentales, por lo que estudiantes, profesores y egresados deben crearlas informalmente. “Los
modos informales de intercambio crecen en el intersticio del sistema formal, se desarrollan sobre sus
ineficiencias y tienden a perpetuarse por la compensación de las deficiencias [...]” (Lomnitz, 1988: 43).9
Hubo talleres de autoestima y de integración grupal que ofrecieron las organizaciones civiles a
los estudiantes de la UPN por petición de algunos profesores. Son talleres altamente valorados por
los entrevistados porque fomentaron la integración grupal. Sin embargo, no se consolidaron redes
formales; sólo se constituyeron algunas por iniciativa de los estudiantes interesados. El apoyo de los
profesores de la LIE se observa en varios testimonios. Orlando, por ejemplo, expresa que pudo cons-
truir las redes desde que era estudiante gracias al apoyo y acompañamiento de algunos profesores:
[...] tuve el apoyo, el acompañamiento de los docentes todo el tiempo de la Universidad y eso me
permitió que me convocaran a la universidad de Aguascalientes, me pagaron en dos ocasiones,
dos años seguidos los viáticos para compartir esta experiencia. El proyecto de intervención que
yo hice con la policía federal empezó con un muestreo de 33. Les gustó tanto el modelo, que de
estar en Morelos luego lo llevé a la ciudad de México, a Aguascalientes y a Veracruz y de ser 33
luego nos fuimos a 1,300 capacitandos [sic], en esta temática (Orlando, 4 de septiembre, 2013).
Algunos profesores se involucran con los estudiantes, les ofrecen lazos de apoyo y los hacen perte-
necer a las redes al llevar organizaciones externas que les den cursos:
Pues bueno, había maestros muy buenos en la LIE , había un poco de rivalidad entre ellos, había
como dos bandos, pero había maestros muy buenos. Los que más trabajaron en nosotros fueron,
pues, la maestra Nashely, Ana Alicia, la maestra Conchita, Gonzalo. Sí, ellos fueron los que se in-
volucraron más con nosotros [...] ellos se caracterizaron por esa forma tan peculiar de buscarnos
tantos cursos (Irene, febrero de 2013).
Los talleres y cursos tuvieron efectos importantes como crecimiento personal y como proceso de
formación. Irene expresa: “A mí me gustó mucho, fue una parte importante de mi crecimiento per-
sonal. Prácticamente, antes de que nos dieran los talleres, no tenía claro qué [hacer en la LIE]” (Irene,
febrero de 2013). Gabriel explica:
Me gustó porque nos dieron muchas ideas para trabajar con los grupos, qué hacer si se nos pre-
sentaba una dificultad emocional con las personas en las intervenciones. Me imagino en una
secundaria hablándoles de sexualidad y qué haría si de momento se me presenta una situación de
una chica o chico que se ponga mal, que reaccione de manera difícil. A mí me gustaría trabajar
como ellos. Ellos nos capacitaban a nosotros para que pudiéramos trabajar con salud emocional
(Gabriel, 11 de agosto, 2013).
Estos ejemplos muestran la forma en que algunos profesores de la LIE apoyan a sus estudiantes.
Estos profesores, al parecer, saben relacionarse con las organizaciones civiles para invitarlos a dar
talleres o cursos a los estudiantes y complementar su formación en la universidad. Sin embargo,
también hay docentes que no establecen estos vínculos con los estudiantes, los “dejan solos” en
el establecimiento de vínculos. La universidad es percibida por algunos interventores educativos
como una entidad que los abandona, especialmente en la ubicación en el campo laboral. María, por
ejemplo, sostiene que las autoridades de la UPN deben velar por el desarrollo de la carrera y por la
incorporación de los egresados al mercado laboral:
También pienso que a lo mejor, el maestro Miguel Ángel [Miguel Ángel Izquierdo, exdirector de
la UPN Morelos] debe ser el encargado de defender a la licenciatura a capa y espada, que no crean
que estamos en una escuelita chafita, estudiando a ojos cerrados, que no sabemos ni qué. Es una
licenciatura que da para más pero aquí en Morelos no es reconocida [...] No hay esos espacios, no
la reconocen, no le dan ese valor. Buscar hacer eso es luchar contra tanta gente y siento que ha
fallado desde la UPN, la UPN Cuautla.10 Digo, porque el maestro Efraín ya no ha querido luchar,
la maestra Tonda tampoco, ya nadie (María, 16 de febrero de 2013).
Irene, por su parte, considera que la desvinculación entre la UPN y el campo laboral es un problema
de política institucional: “Se supone que la SEP cuando genera licenciaturas, debe hacer que estén
en el profesiograma; se me hace incoherente que ofrezca algo y no esté dentro de profesiograma”
(Irene, febrero de 2013).
Al respecto, Irene hace notar la necesidad de que la UPN se relacione con otras instituciones
para no dejar solos a los egresados. Ella expone su caso en que, gracias a un convenio entre la UPN y
el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), pudo obtener una plaza de maestra:
En la época en que yo accedí allá [al magisterio], es porque la UPN de allá [Estado de México] tuvo
un convenio con el sindicato. Es por eso que yo accedí al magisterio. Es justo en la temporada
en la que yo me voy. Buscaban licenciados en Intervención Educativa, mi carrera. Es como se
accedió a todos los ramos de la educación en esa temporada, justo en ese ciclo en que yo me voy.
Bueno, a mí se me facilitaron las cosas (Irene, febrero de 2013).
El convenio de la UPN con el SNTE del Estado de México probablemente fue temporal y fortuito por-
que sólo Irene ha hecho referencia a él, pero hace notar la importancia de las redes institucionales
que, pareciera ser, no existen o son muy débiles en la UPN de Morelos.
Conclusiones
Como se ha visto, las redes son fundamentales para que los interventores educativos puedan funcio-
nar. Sus implicaciones son decisivas en cada momento de la trayectoria: a) inciden en la elección de
carrera, b) ayudan a continuar los estudios cuando hay dificultades, dudas o incertidumbres, c) son
medios para ingresar al campo laboral y d) permiten enfrentar las exigencias del campo profesional
en colectivo. Sin embargo, las redes también pueden tener apreciaciones negativas cuando implican
oportunidades desiguales y prácticas discrecionales, que algunos egresados llaman “palancas”. Estas
prácticas se convierten a veces en el único medio para ingresar a ciertas áreas del campo laboral. No
obstante, sean del tipo que sean, las redes se convierten en prácticas necesarias que dan soportes forma-
les e informales a los estudiantes y egresados para ampliar sus posibilidades de desarrollo profesional.
En este sentido, se aprecia la mayor importancia de las redes para que los jóvenes con desventajas
socioeconómicas se conviertan en profesionistas. Las redes son ese elemento intermedio entre el in-
dividuo y el contexto que ayuda a que estos jóvenes transiten a la profesión en una zona rural-urbana
10. Cuando María estudió la carrera, la sede de la UPN Ayala aún estaba en Cuautla.
de difícil acceso a la educación superior. Además, estudiar las redes desde la investigación educativa
y sociocultural ayuda a analizar y explicar este tránsito en estos contextos relativamente marginados.
Las redes dejan huellas que pueden verse con el tiempo y trascienden en el espacio. Las descritas
y analizadas en este trabajo, pueden apreciarse de la siguiente forma:
a) La motivación entre amigas interventoras para permanecer en la carrera deja huella cuando
ellas se convierten en profesionales y reconocen el apoyo mutuo;
b) padres y madres que motivan a sus hijos a estudiar una carrera también dejan huella cuando
el hijo o hija hace todo por lograrlo y corresponder al apoyo;
c) familiares que ofrecen apoyo material y una perspectiva de futuro a los jóvenes, marcan de
forma trascendental sus trayectorias dado que éstos se inclinan por una profesión acorde con
la perspectiva ofrecida;
d) la invitación de algún familiar o conocido para ocupar un puesto de docente aumenta la posibi-
lidad de que los interventores educativos logren obtener plazas docentes en la educación básica;
e) el apoyo entre estudiantes y egresados para construir sus propias organizaciones civiles abre
un abanico de posibilidades laborales mediante el autoempleo profesional;
f) los consejos y la orientación de personas que pertenecen a organizaciones civiles ya conso-
lidadas siembran en los estudiantes el deseo de ser como ellos y de hacer lo que ellos hacen;
g) la aparente despreocupación de la institución acerca del futuro profesional de sus estudiantes
y egresados, motiva a profesores que, por cuenta propia, ofrezcan cursos y talleres que los
preparen para enfrentar ese futuro profesional;
h) la formación intelectual, la capacitación en competencias profesionales y la oportunidad de
crear redes que dejan ciertos profesores de la universidad a sus estudiantes marcan la forma
en la que éstos pueden movilizarse y no sentirse tan solos, y
i) los interventores educativos que observan las oportunidades desiguales desarrollan una for-
ma de pensamiento y una forma de actuar para construir ellos mismos las oportunidades
que estructuralmente no tenían.
Estas huellas pueden ser advertidas cuando se analizan las historias de vida, no de forma individual
sino en conjunto, para reconstruir los procesos que permitieron a un grupo de jóvenes de una zona
rural-urbana convertirse en profesionales de la educación. Ellos tenían pocas oportunidades de es-
tudiar una carrera por su ubicación geográfica y por sus condiciones socioeconómicas difíciles.
Si bien las redes no son exclusivas de esta profesión, en este contexto fueron más necesarias e im-
portantes que en otras profesiones; sin ellas, difícilmente hubieran tenido éxito. Puede decirse que
sin redes no hay interventores educativos. Por ello, en términos de la Teoría del Actor Red no puede
pensarse a los agentes ni comprender sus movimientos sin sus redes (Latour, 2005).
Con base en los resultados de este estudio, podría argumentarse que los estudiantes no requieren
que la institución les ofrezca redes, ni que les ofrezca un puesto en el campo laboral ni que les asegure
un futuro profesional exitoso. Podría pensarse que los agentes son capaces de hacerlo por cuenta propia
sin la participación oficial de la institución. Sin embargo, es necesario reflexionar acerca de lo que le toca
hacer a cada uno: ¿En qué grado es obligación de la institución hacerse cargo de la permanencia, del
egreso y de la ubicación en el campo laboral de sus estudiantes y egresados si ellos pueden hacerlo crean-
do sus propias redes? ¿En qué medida los estudiantes y egresados pueden o debieran quedarse solos?
Se ha observado en esta investigación que no es necesaria una dependencia absoluta de los agen-
tes de su institución, pero que tampoco es recomendable que los agentes resuelvan solos todas las
vicisitudes de la profesión. Se trata de un vínculo que es necesario pensar, pues todos los actos for-
males o informales de la universidad y sus profesores dejan huellas en las trayectorias de los agentes
que estudian en ella. Al respecto, la universidad podría retomar las experiencias de las organiza-
ciones civiles para que apoyen en la creación de redes y no sean sólo promotores de la autoestima y
de la integración grupal durante los estudios. Una profesión de este tipo debe considerar también
las disposiciones que tienen los agentes para la creación de redes y fomentarlas institucionalmente,
pues, como se ha visto, no todos los jóvenes tienen las posibilidades ni la disposición. La UPN podría
participar más en el fortalecimiento de los vínculos y las redes que los estudiantes y algunos maes-
tros ya han estado construyendo por su propia cuenta.
Esta investigación fue un acercamiento a las experiencias de un grupo de interventores educati-
vos. Queda la necesidad de indagar más a fondo otras experiencias en otros contextos que permitan
reconstruir los efectos que tiene un programa de esta naturaleza, cómo transforma las condicio-
nes de vida de los jóvenes y cómo incide en las comunidades donde se ofrece. Se abre una línea de
investigación que explore, desde lo sociocultural, el entramado de relaciones que se dan entre las
instituciones de educación superior, los agentes que participan en ella y las condiciones de ejercicio
profesional en las comunidades rurales. De esta manera, nos acercaremos un poco más a compren-
der estos aspectos poco conocidos del tránsito a la educación superior de personas jóvenes y adultas
con desventajas, en contextos rurales y rurales urbano marginados.
Referencias bibliográficas
Glaser, B. y A. Strauss (1967), The Discovery of Grounded Theory: Strategies for qualitative research, New
York, Aldine.
Latour, B. (2005), Reensamblar lo social. Una introducción a la teoría del actor-red, Buenos Aires,
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Negrete A., T. (2012), Una aproximación a la intervención educativa: experiencias y soportes analíticos.
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Strauss, A. y J. Corbin (1998), Basics of Qualitative Research: Techniques and procedures for developing
grounded theory, Newbury Park, Sage Publications.
Las preocupaciones por las trayectorias educativas Being concerned about the educational paths of
de hombres y mujeres de la educación de jóvenes y youngs, adults, men or women may provide us with
adultos pueden otorgar lineamientos acerca de la es- guidelines about the specificity of these areas. In ad-
pecificidad de estos ámbitos, como también de los sen- dition, we can find which senses are made about these
tidos que le asigna lo educativo en el interior de una processes that are assigned to the interior of the insti-
dinámica institucional. Recorrer este plano de análi- tutional dynamics. This level of analysis will provide
sis brindará aproximaciones en torno de los sentidos us an approach to the senses assigned to the schooling
asignados a la escolarización por parte de aquellos sec- process by those social sectors that were displaced —
tores sociales que fueron desplazados —por diversos for different reasons— from being in regular contact
motivos— de un contacto estable con determinadas with certain educational institutions. Therefore, the
instituciones educativas. Por ello, aquí se examinarán most frequent characteristics of educational trajecto-
las características más recurrentes de las trayectorias ries will be analyzed in here, in connection with the
educativas relevadas, en una articulación con aquellos biographical traits that were surveyed and the estab-
rasgos biográficos que hilvanó la relación establecida lished relationship with the institutions. In this is way,
con las instituciones. Este es un modo de interrogar- we can find different concerns that people have about
se que favorecerá inquietudes sobre los motivos de un passing through a possible schooling process. Simi-
determinado modo de transitar un camino posible de larly, distinguishing features that differentiate their
la escolarización. También se analizarán las cuestiones current learning environment from the ones they ex-
que alumnos y alumnas identifican como los atributos perienced some time ago will be also analyzed.
específicos que diferencian al ámbito educativo al que
concurren de aquel que asistían en otro momento de
sus vidas.
* Estudiante en Laboratorio de Comunicación, Medios, Educación y Discurso (Comedi), Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Uni-
versidad Nacional de La Plata. Argentina. CE: dariogmartinez@gmail.com
Las trayectorias furtivas.
Tránsitos posibles de la escolarización
Darío G. Martínez
Introducción
Las preocupaciones por las trayectorias educativas de hombres y mujeres de la educación de jóvenes
y adultos pueden otorgar lineamientos acerca de la especificidad de estos ámbitos, como también de
los sentidos que le asigna lo educativo en el interior de una dinámica institucional. Por trayectorias
educativas entendemos aquí al vínculo que establecen distintos sujetos, en un tiempo relativamente
prolongado, con alguna dimensión institucional, prácticas o modalidades relacionales intersubjeti-
vas en cualquier tipo de institución escolar. Preferimos esta denominación para describir un vínculo
con un tipo de institucionalidad, pero sin intención de reducir lo educativo a los ámbitos escolares y
de mantener el discurso esencialista que relaciona la educación con la escuela (Buenfil, 1992). De allí
que descartemos la mención a lo escolar como un modo de nombrar la especificidad de una trayec-
toria, y nos amparemos en lo educativo como un proceso de formación de sujetos y subjetividades.
En la búsqueda de antecedentes, resulta factible encontrar un vasto conjunto de investigaciones
que dan cuenta fundamentalmente de las relaciones de los jóvenes con la escuela. En cierta medi-
da, este trabajo recupera los aportes de Terigi (2007) sobre la noción de trayectoria, en tanto cate-
goría compleja que permitió observar los tránsitos desde las instituciones educativas hacia otros
espacios sociales y viceversa. En este sentido, se suscitaron producciones académicas que se pueden
agrupar entre aquellas que sostienen que el crecimiento del nivel secundario produjo interrogantes
acerca de la tensión entre universalismo y particularismo, la fragmentación del sistema educativo
y el ingreso en el espacio escolar de fenómenos que son descritos como “violencias” (Kaplan, 2009;
Southwell, 2009; Tenti, 2000). Por otro lado, hubo producciones que dirigieron sus interrogantes ha-
cia los sentidos que los jóvenes le asignan a la escuela (Duschatzky, 1999; Efron, 2009; Kessler, 2002).
De allí que todavía persista una necesidad de revisitar determinadas problemáticas y actualizar los
emergentes culturales que permean esa articulación.
Aquí se examinarán las características recurrentes de las trayectorias educativas relevadas.
Este es un modo de interrogarse que favorecerá inquietudes sobre los motivos de un posible modo
de transitar la escolarización. También se analizarán las cuestiones que el estudiantado identifica
como los atributos que diferencian al ámbito educativo al que concurren de aquel al que asistían en
otro momento. Con ello se observarán las demandas de construcción de un espacio amable, cordial
y la petición de una referencia de formación cercana, atenta a sus dificultades con la tarea cotidiana,
comprensiva y tolerante de los imprevistos que la vida les depara y dispuesta a responder sus rei-
teradas preguntas acerca de una actividad escolar. Finalmente, se expondrán algunos sentidos en
torno de lo educativo que se enuncian en los espacios de educación de jóvenes y adultos de la ciudad
de La Plata.
Metodología
En otras oportunidades efectuamos una caracterización de los motivos que hombres y mujeres ex-
presaron cuando dejaron de asistir regularmente a una institución educativa (Martínez, 2012). Sos-
teníamos la existencia de razones familiares y de razones educativas, o ambas, que suscitaron este
recorrido trunco. Además, se destacó la preeminencia de jóvenes que concurren a estos espacios en
un número considerable en la ciudad de La Plata, que sobrepasa en cantidad a las personas adultas
(Martínez, 2013b). Cuando se enfoca en las razones invocadas, es posible detectar diferencias entre
las mencionadas por los jóvenes y las referidas por los adultos.
1. Esto forma parte de la realización de mi beca doctoral del Conicet y del proyecto de investigación “Problemáticas emergentes
y líneas de investigación en comunicación y educación en Argentina” (11/P228) del Programa Nacional de Incentivos.
Dentro de aquello que podríamos denominar rápidamente como el universo adulto, las mujeres
y los hombres apelaron a narrar experiencias de privaciones para describir sus relaciones con las
instituciones educativas.
[En Perú] mi madre murió [a mis] cuatro o cinco años, no sé, eso lo tengo borrado. Según me
enteré, éramos seis [hermanos]. Fallecieron dos varones. Mi papá trajo una mujer con hijos y de
ahí nos fuimos. Todos. […] Después caí a una casa a trabajar. A cuidar chicos, a lavar platos, a
limpiar. Por conocidos, que “vas a estar bien”, “vas a jugar con los chicos”. Eso es macana. Eso es
cuento que una sola vez un chico cree. Después ahí adentro hacés de todo. Quieras o no quieras
tienes que hacer de todo, si no te dan paliza (Paula, 54 años).
[En Chaco] Pero esos años… tenías que trabajar de pibe para ayudar a mi padre, a mi mamá,
eso. Después, de eso me… mirá no sabía nada, no sabía ni la letra O. No conocía nada, nunca
había ido a la escuela. Nunca había ido a la escuela. Nunca había ido a la escuela. Apenas, apenas,
firmaba. Así cuando estaba en el regimiento nos enseñaron un poco, no tanto. Nos enseñaron un
poco (Santos, 69 años).
leguas y la escuela estaba a dos. Se infiere aquí que el “no había escuela” significaba “no había tiempo
para la escuela”.
En el caso de los jóvenes, las razones por las que tuvieron que suspender sus trayectorias se am-
paran en dimensiones cercanas a lo estrictamente educativo. Describen la repetición de años y/o las
inasistencias, como los principales motivos por los cuales tuvieron que dejar la escuela.
Porque repetí. Por vago. Ya a lo último, ni ya iba tampoco. Sí, era obvio. Me cagaban a pedo. Pero
no daba bola yo, ni iba (Brian, 17 años).
Sí, porque repetí y yo de colgado me olvidé, si me quería anotar de vuelta ahí me anotaba, pero
a la tarde. Yo me colgué y me quedé sin escuela (Facundo, 17 años).
De ahí me echaron porque repetí 3 veces el mismo grado, así que ya no puedo ir más. Pero voy
de vez en cuando (Rata, 17 años).
El repetir se torna una constante en varias trayectorias. Pueden haber tenido una interrupción de
un año pero luego renuevan sus estrategias de reconexión, ya sea por deseos personales o presiones
familiares o sociales. En la asunción del ser vago o del cuelgue se halla expresada la internalización
de los factores que el contexto les impone como una aceptación individualizada de su culpabili-
dad por no haber podido jugar el juego que las instituciones educativas les proponen. Esto provoca
que los jóvenes naturalicen las situaciones de desigualdad como si fueran producto de su propia
inoperancia para transcurrir por los ámbitos institucionalizados de educación, sin que consideren
otro marco de contextualizaciones complejas. La certeza de no haber culminado su trayectoria es
imposible de ubicarla como un estigma que puede convertirse en un emblema –una interpretación
teórica extendida en los estudios en juventud (Reguillo, 2005)–, más bien, es vivido como algo que
debe ser suturado. Esto también delimita una nueva zona de tensión en el marco de los estudios
en educación de jóvenes y adultos, donde se torna muy difícil elucidar hasta dónde la articulación
hegemónica ha trazado un límite en el que la trayectoria de la escolarización se presenta como in-
soslayable para permitir un horizonte de vida adecuado a las exigencias de la sociedad actual y en
dónde se halla una valoración real de los sectores populares para ver el recorrido de escolarización
como una opción cabal para mejorar sus condiciones de vida y que transforme de algún modo las
condiciones de opresión.
La estrategia de la repitencia suponía efectuar un recorrido por los mismos contenidos disci-
plinares para que hubiera una mejor internalización de los mismos o algún grado de apropiación,
que les permitiera ponerlos dentro de una situación reflexiva y/o problemática. Infería que el mayor
inconveniente estaba en las inadecuadas situaciones de efectuar un aprendizaje significativo o la
adaptación a las condiciones institucionales. En la repitencia se camuflaba un mecanismo sutil de
expulsión de las subjetividades más problemáticas que podían dislocar los ritmos cansinos de la
escolarización. El superar el lema “repetí el año” es algo más complejo que la mera revisita de los
mismos contenidos disciplinares con otra modalidad de enunciación. Hay jóvenes que manifies-
tan haber cursado tres veces el mismo año y eso no se traduce en una apropiación de los saberes y
las prácticas contempladas por determinados contenidos disciplinares. Asimismo, señalan que se
alteran las dinámicas grupales que los contenían afectivamente y deben adecuarse a otras tramas
grupales en las que es necesario generar un clima de mutua confianza intersubjetiva. Descansar en
la obligada repitencia como estrategia de sutura de los desiguales puntos de partida de estos secto-
res, es adoptar una salida que escamotea los análisis más relacionales. En efecto, también implica
asumir que son insuficientes las modalidades discursivas de interpelación que se despliegan desde
las institucionalidades hacia subjetividades que forjaron su vínculo con la escuela a partir de con-
tactos esporádicos.
La sanción es otra estrategia que el dispositivo cultural de la escuela emplea para corregir el
ejercicio de prácticas que sean consideradas como inapropiadas para las articulaciones hegemó-
nicas vigentes. En los testimonios registrados las sanciones aparecen como infrecuentes, casi no
fueron motivos que los jóvenes identificaran como la causa para dejar de asistir a la escuela a la que
concurrían. Que sean infrecuentes no quiere decir que sea imposible hallarlas. Para alguien cuya
relación con los ámbitos educativos es fútil, sus efectos de sentido no logran provocar una situación
de miedo o algo parecido que lo obligue a la sumisión y la reconsideración de sus actos. Quisiéra-
mos indicar que no fue el motivo preponderante por el que jóvenes se vieron obligados a trasladarse
hacia un ámbito de educación de jóvenes y adultos para finalizar su trayectoria. En aquellos casos
en los que sí lo expresaron como motivo se amparaban en la acumulación de sanciones parciales
que les fueron imponiendo y que nunca ocurrió una sanción única e irrevocable que llevara a la
expulsión inmediata. En uno de los casos la fundamentación de las sanciones fueron los ataques de
un estudiante realizados al edificio escolar (la rotura intencionada de los vidrios de un aula) y en un
modo de vínculo con un docente que lo calificó como inapropiado o irrespetuoso.
Las desigualdades con respecto al género femenino están presentes en las explicaciones de algu-
nas jóvenes. Nos referimos a los casos de quienes quedaron embarazadas o ya eran madres cuando
estaban asistiendo a la escuela, lo que repercutía en que no pudieran concurrir con regularidad.
No tendría que haber dejado, pero bueno dejé por esas cosas. Estaba con la panza y no me gustaba
[…]Tenías ganas de ir, pero como que me daba cosa que me digan algo por la panza. Sí, si iba a la
escuela (Micaela, 16 años).
Lo que pasa es que yo terminé cuando ella [por su hija] tenía un mes de vida. Terminé segundo
año, después como mi mamá no me la pudo cuidar más dejé, entonces agarré y me anoté acá para
poder terminar tercer año (Abi, 18 años).
Las lógicas institucionales no están preparadas para exponer un abanico de recursos y estrategias
que contemplen estas elecciones de vida que, en otro tiempo, se presentaban como excepcionales.
Decimos elecciones de vida porque en los testimonios obtenidos las mujeres jóvenes manifestaron
abiertamente sus deseos de tener un bebé con sus parejas, aunque en ese momento no estuvieran
conviviendo con ellas. El cuidado de un recién nacido les exigía demandas de satisfacción inme-
diata que solo ellas podían atender, de ahí su imposibilidad de continuar en la escuela. Incluso,
cuando éstos ya tenían edad para poder ser atendidos por otras personas, no contaban con el apoyo
de sus parejas (porque no sabían, no podían o no querían) para regresar a la escuela, o no contaban
con familiares que pudieran cuidarlos, o siquiera acercárselos para que los amamantaran durante
el recreo. Estas elecciones de vida que llevan a transitar momentos tan intensos en la cotidianidad
produjeron rupturas en las parejas jóvenes que habían decidido ser padres y eso ocasionó que las
madres fueran relegadas de poder continuar sus trayectorias educativas formales. Esta problemá-
tica también atraviesa a los padres y madres de los estudiantes, porque en la casi totalidad de los
testimonios se infiere que también fueron padres o madres en un mismo promedio de edad que
la de sus hijos/as, fundamentalmente las mujeres fueron madres entre los 16 y 17 años. Así dicho
pareciera un dato anecdótico, pero al revisar la trayectoria educativa de los padres se verá que la
mayoría tampoco finalizó sus estudios y que ser padres y madres jóvenes pudo convertirse en una
de las razones por las cuales el horizonte educativo no aparece como una posibilidad remota o in-
mediata.2 Sus experiencias con lo institucional educativo tienen una amplia historia en cuanto a
interrupciones de las trayectorias.
Tampoco se puede descartar la presencia de situaciones traumáticas que llevaron al abandono
de la escuela. Hay experiencias tan intensas que generan un quiebre de difícil recomposición para las
cuales los repertorios de acciones y de representación son tan escasos que provocan una huida hacia
un escenario, a priori, menos hostil. Estas experiencias carecen de un momento preciso acerca de su
comienzo y del ámbito que la propició, más bien se entrecruzan los territorios comunales y el espa-
cio escolar. Los sentidos antagónicos de una disputa comunal pueden trasvasar hacia los territorios
simbólicos y la arquitectura escolar para dirimir la resolución de un conflicto a partir de las dinámi-
cas que algunos jóvenes de sectores populares tienen inmediatamente a su disposición. Algo similar
puede ocurrir a la inversa, donde contratiempos originados en una situación áulica se trasladen hacia
territorios comunales. Sin embargo, se trata de situaciones excepcionales.
Con mi amigo Esteban, éramos culo y calzón. Posta. Éramos culo y calzón, hacíamos de todo. Lo
que menos hacíamos era faltarle el respeto a los profesores, pero hacíamos toda la tarea y cuando
terminábamos nos poníamos a joder. Salíamos a la calle y nos buscaban quilombo, nos buscaban
quilombo. Una vez no fui a la escuela […] Y va un chabón y le quería dar un tiro al pibe este. Le
quisieron dar un tiro y ahí quedó. Después no quise ir más a la escuela, tenía miedo de que me
dieran un tiro. ¿Por qué me iban a dar un tiro? Si no había hecho nada yo. No fui más. Pasé de
grado, me quedaron dos materias y después no fui más (Lautaro, 16 años).
Los esfuerzos de los agentes institucionales (docentes, personal jerárquico, auxiliares) pueden ser
encomiables, pero revelan que ante determinados tipos de situaciones como la narrada se requiere
de una articulación de esfuerzos para, al menos, garantizar la vida de un estudiante a partir de un
conflicto que no tiene una precisión acerca de sus motivos. Solos es imposible que puedan, ya ni ha-
blemos de que puedan continuar en la institución, sino que logren establecer marcos de resolución
de conflictos que no finalicen en agresiones físicas.
Los jóvenes cuando dejan de ir a la escuela, no solo la dejan, también abandonan sus equipos
donde jugaban al fútbol, se retiran de algunos lugares a los que solían frecuentar asiduamente o lo
hacen de manera muy esporádica, se desentienden de algunos grupos de amigos. Perder un orga-
nizador cotidiano tan importante como la escuela tiene un profundo impacto en el universo de
sus prácticas cotidianas y en el conjunto de representaciones que tienen del mundo, en el sentido
freireano del término. Lo anterior no implica que se deban instalar consideraciones que avalen la
sumisión del mundo cultural de los jóvenes de sectores populares a cambio de ofrecerles un marco
de contención. En todo caso, indica que es falaz sostener una explicación unicausal de las interrup-
2. Igualmente, es necesario realizar la observación estructural de que la Educación Secundaria es obligatoria, en Argentina, a par-
tir del año 2006. Solo que en estos casos los jóvenes identificaban que sus progenitores habían tenido un recorrido educativo
menor al que ellos estaban realizando en este momento.
ciones en las trayectorias escolares y que eso no tenga costos en la configuración de subjetividades
juveniles en relación con el universo de posibilidades que los ámbitos institucionales educativos
puedan ofrecerles.
Me levanto de la siesta porque habían venido mis amigos de Córdoba. Me levanto y le digo [a mi
amigo]: “¿me acompañas?”. No tomamos un mate, ni nada. “¿Adónde vamos?”. “Me voy a anotar a
la escuela”. Sí, me voy anotar a la escuela, llevo los papeles y todo (Mariela, 22 años).
El marido de mi vieja. Él vino conmigo acá y quedé. El mismo día que venimos ya me quedé
(Facundo, 15 años).
Me dijeron que acá había. Vine con mi mamá, no con mi mamá no, con mi novia (Esteban,
17 años).
Justo cuando vinimos acá [con la mamá], la profesora nos había dicho que no había más luga-
res. Justo nos reconoció a nosotros porque nosotros de chiquitos íbamos a aquella escuela. “Pa-
sen, pasen”, dijo (Rata, 17 años).
La certeza de una compañía se presenta como un elemento favorecedor de la decisión adoptada, que
la respalda en sus motivaciones y refuerza el impulso del reingreso. Este baqueano puede ser una
madre, padre, amigos, entre otros, y su proximidad hace sentir más seguros a quienes decidieron
inscribirse en la escuela, a pesar de los sutiles mecanismos de entornos cercanos para desalentar este
proceso que emprenden. No todos los contextos familiares o de amistades alientan las iniciativas
de averiguación de los requisitos necesarios y luego la inscripción para continuar con la escuela
(“Mis hermanas se empezaron a matar de la risa: ‘¡Qué te vas a anotar en la escuela!’”). Las risas o las
afirmaciones toscamente descalificadoras se transforman en esporas de la desidia que pueden des-
alentar la voluntad de asomarse a un horizonte de culminación de la trayectoria educativa. A veces,
estas esporas de la desidia también buscan impregnar otros umbrales de construcción de un mar-
co de posibilidades —que excede lo estrictamente escolar— diferente al que poseen actualmente.
Sus plataformas de inicio se hallan dentro de los núcleos más inmediatos y son quienes parecieran
propalar estas esporas, pero ni siquiera ellos son los responsables. El contexto histórico del marco
de posibilidades de transformación que la hegemonía ha trazado para los sectores populares fue el
factor que terminó de modelar las esporas de la desidia y un impacto desalentador para sus proyec-
tos. La presencia de una referencia afectiva que acompañe opera como un escudo capaz de contra-
rrestar los efectos de estas esporas. Basta con que el baqueano esté presente en esa geografía afectiva
y apuntale desde la proximidad de los cuerpos a quien ya decidió iniciar un viaje a un terreno que
quiere recorrer en su totalidad.
La coordinación docente juega un papel preponderante en el momento de los retornos que, so-
bre todo los jóvenes, hacen para inscribirse en instituciones educativas. En el momento del primer
contacto suelen presentarse inconsistencias en el manejo de la información sobre los requisitos que
los estudiantes reciben por parte de los docentes. La mayor recurrencia se halla en los que se refieren
a la edad admitida para el ingreso. La ansiedad por inscribirse, la información sobre los requisitos
recibida de desconocidos y que creía imprescindibles colisionan con los que son necesarios para
la lógica institucional que manejan los docentes. Mencionar las características de la admisión es
insuficiente en estas situaciones, son requeridas las explicaciones ejemplificadas para ilustrar mejor
el panorama. Como el régimen de admisión está siempre abierto en la modalidad de educación de
jóvenes y adultos, siempre hay variaciones de la misma petición que le realizan a la escuela en este
sentido. Los jóvenes tienen presentes las exigencias administrativas, pero también reconocen cuan-
do estas son usufructuadas por docentes que experimentan el prejuicio que duda en aceptarlos.
Me atendió Susana, y Susana, al principio, me dijo que no porque me dijo que nos íbamos a ano-
tar los dos con mi amigo. Mi amigo me dice: “¿me vio cara que no terminé la escuela?”. Ya había
terminado la escuela. “No”, le digo, “es para mí sola”. Me dice: “Ah, bueno, como te veo cara de
buena, que no vas a hacer macana. Te voy a anotar. Dejame fotocopia del documento”. Le dejé la
fotocopia del documento. Me dice: “mañana a las seis y media, vení” (Mariela, 22 años).
Las sospechas de la coordinación docente se amparan en la lectura de los gestos que efectúan en la
entrevista inicial sus potenciales estudiantes y desde allí digitan su ingreso a la institución. Sin afán
de caer en generalizaciones, pero sí de evitar las romantizaciones, esta situación narrada contiene
rasgos paternalistas que actualizan las tradiciones más normalizadoras de la educación de jóvenes
y adultos. Los docentes pueden tener una incomodidad lógica a que se altere el ritmo y el clima de
trabajo del grupo que coordina. Conjuntamente, se revela que frente a potenciales conflictos que
pueda suscitar una figura nueva en el grupo carece de las estrategias para sortear esos obstáculos
que todavía no acontecieron y que su internalización del pánico moral pueda hacer que un joven re-
trase la posibilidad de finalizar sus trayectorias. La problemática que abre esta afirmación radica en
las oportunidades de ensanchar los fundamentos ético-políticos y las estrategias de reconocimien-
to del mundo cultural para trabajar junto con los sectores populares en los ámbitos institucionales
educativos. Así la interpelación del horizonte posibilitador de nuevos horizontes de lo educativo no
se circunscribe a una lectura de portación de caras.
Las experiencias escolares previas marcan por contraste las características distintivas que tienen
estos ámbitos institucionales. El conjunto de las descripciones obtenidas que realizan hombres y
mujeres residen en valoraciones positivas de estos tipos de espacios. Esta imagen favorable es una
constante que atraviesa todos los testimonios, que resulta atendible cuando se comprende que los
estudiantes valoran la nueva posibilidad de continuar con su trayectoria escolar. Las circunstan-
cias que los obligaron a dejar de concurrir a la escuela son puestas en suspenso en el momento
de ingresar otra vez a un establecimiento escolar. Los jóvenes pueden expresar algún descontento
relacionado con formas de regulación del espacio o de ciertos manejos en la coordinación docente,
pero bajo ningún aspecto les generan contradicciones tan fuertes como para dejar de asistir. No
abandonan la escuela estableciendo un corte definitivo con ella, de allí que sea muy difícil sostener
en el discurso hegemónico —que el mediático propala y replica— que se produzca un abandono, un
evento de deserción escolar (como si se tratara de una unidad del ejército). Dejan de concurrir con
frecuencia, pero satelizan el conglomerado de representaciones, prácticas y vínculos intersubjetivos
que lo escolar propone, inclusive por fuera de sus propósitos pedagógicos bien intencionados. Por
ejemplo, van a buscar a sus novias a la salida, “explotan” sus motos (que el caño de escape suene con
estruendo) en las ventanas del aula, tiran piedritas al vidrio del salón cuando saben que sus amigos
están en exámenes, esperan que terminen sus tareas para proponerles ir al centro de la ciudad.
Dentro del reconocimiento que hacen de las especificidades de estos ámbitos, también es po-
sible identificar emergentes que expliquen las relaciones que los sectores populares tienen con la
institución escuela. Una relación que históricamente ha sido conflictiva desde los orígenes del siste-
ma público de enseñanza en Argentina. Un clima más “tranquilo” para los encuentros de clases se
constituye en un rasgo apreciado por los hombres y las mujeres. Gran parte de la tranquilidad se da
por contar con reducidos grupos de trabajo, con ello logran tener más tiempo para conocerse entre
sí. Lo mismo sucede con la coordinación docente. Tener un solo responsable al frente del grupo
restituye la confianza para hacer preguntas de distinta índole, que abarcan interrogantes acerca de
3. Aquí es posible recuperar como una memoria política el trabajo cuerpo a cuerpo que Simón Rodríguez llevó a cabo junto a
Simón Bolívar. Esto puede representar la ocasión para trazar horizontes políticos que puedan brindar la oportunidad de instalar
este tipo de trabajo, amorosamente militante, en prácticas de comunicación y educación.
para los ámbitos que se vienen describiendo. De todas maneras, cabe aclarar que el trabajo cuerpo
a cuerpo es un tipo de vínculo ético-político necesario para interpelar, pero tampoco está exento
de sucumbir a las tentaciones del paternalismo o de las infantilizaciones de un tipo de subjetividad.
Sería un error esencializarlo y pensar que solo es una cualidad del trabajo político-cultural con
pretensiones de transformación social.
La dimensión temporal opera como un factor diferenciador según las perspectivas obtenidas
en los testimonios. La primera cuestión radica en la menor cantidad de horas reales de asistencia
que implican estos ámbitos en relación con los otros establecimientos educativos a los que asistían.
La menor carga horaria les permite continuar con sus empleos y, sobre todo a las mujeres con hijos,
no ocupar tanto el tiempo del familiar que se los cuida mientras se encuentran en clase. Esto es una
cuestión central porque plantea una convivencia lábil entre lo institucional educativo y el resto de
las otras prácticas que desarrollan cotidianamente. Proponer una cosa u otra, como instancias rígi-
das, hace que la escuela “pierda” frente a las interpelaciones de otros tipos de espacios y las prácticas
que habilitan.
La segunda cuestión tiene que ver con la percepción subjetiva de disponer de más tiempo para
las situaciones de aprendizaje escolarizado.
Estabas ahí un rato y después te ibas. Acá podemos charlar de nuestros problemas, contarnos
nuestras cosas y por ahí resolver si podemos un problema o no. O por ahí, no resolvemos un
problema, estamos, compartimos cosas […] Porque algunos son que están en segundo, de tercero
o primero y cada uno se toma su tiempo para explicar. Eso me hace bien a mí (Andrea, 34 años).
Por otra parte, tener más tiempo en estas circunstancias deja entrever la posibilidad de afianzar las
relaciones entre compañeros. Que haya menos compañeros en el grupo se traduce en una mayor
posibilidad de consulta, de momentos para compartir y de distensión cotidiana. Eso redunda en
una apropiación más reflexiva de determinados contenidos que no lograron internalizar en sus an-
teriores recorridos y que aquí sí fue posible por haber circunscrito el encuadre en otra modalidad
enunciativa. Con otra lógica —quizá más amable— es factible que logren aprender, por ejemplo, la
hora en números romanos. No está de más recordar que históricamente en la modalidad de educa-
ción de jóvenes y adultos han recalado personas que tuvieron destiempos con los ritmos previstos
por los requisitos de la escuela pública. Aquí también se inscribe el eufemismo de los extendidos
retrasos de aprendizajes para no aludir a las desigualdades de los puntos de partida. Disponer de
otro uso del tiempo no es sinónimo de carecer de los capitales culturales para transitar por el siste-
ma público de enseñanza.
Las articulaciones hegemónicas han jugado su papel en este sentido porque lograron la interna-
lización de la lentitud en el aprendizaje de los estudiantes como uno de los principales motivos por
los cuales asisten a estos ámbitos. Vagos y lentos son estigmas discursivos que se extendieron como
síntesis explicativas de las condiciones de la relación de los sectores populares con la escuela. Las
problemáticas de la educación de jóvenes y adultos vienen a señalar la hendidura, la imposibilidad
de medición entre el tiempo real de las condiciones de aprendizaje con los saberes y los contenidos
internalizados. Los saberes no pueden ser exclusivamente cualificados por el tiempo que demora-
ron en ser aprehendidos, sino por el grado de incidencia que tiene su puesta en práctica en el con-
texto de una comunidad determinada.
Mi mamá sí, mi papá siempre fue analfabeto. Mis hermanas una sola terminó, cuando era así...
de una a siete (Mariela, 22 años).
No, mi viejo no terminó, pero no sé cómo fue la movida que lo hicieron entrar a la policía,
¿viste? Mi vieja tampoco, no terminó ni la primaria. Mi hermana terminó. Mi hermano le faltan
un par de materias [no logra identificar a qué escuela va y en qué año] (Carlos, 16 años).
Mi papá y mi mamá no. Pero algunos [hermanos] terminaron (Luis, 34 años). [En total son 13
hermanos y no logra precisar el número de los que terminaron la escuela]
No, mi papá dice que eran 8 hermanos allá en Tucumán. Quedó con la madre. El padre había
fallecido cuando él nació. Entonces, no se pudo. […] Mi papá sabía escribir, leer no sabía. Firmar
(Andrea, 36 años).
Esta recurrencia atraviesa los testimonios, donde es imposible hallar un grupo familiar completo
que haya completado la trayectoria escolar. “Terminar la escuela” puede involucrar muchas dimen-
siones de representaciones e imaginarios, solo que aquí las interrogantes estaban circunscritas a la
posibilidad de dar cuenta de la finalización certificada por el Estado de la culminación de una etapa
en el sistema público de enseñanza. Las respuestas están marcadas por imprecisiones al momento
de localizar los recorridos que hicieron miembros de su familia. Los olvidos o las omisiones parecen
indicar que lo institucional educativo se ubica en un segundo plano en los universos cotidianos de
conversación, que está sobrepasado por otras preocupaciones inmediatas que deben afrontar. Esto
se vincularía con el principio de avance acumulativo, cualitativo y cuantitativo, que describe Teresa
Sirvent (2008) al señalar que quién más educación inicial tiene, más y mejor educación demanda y
se apropia en términos de una educación permanente.
También dentro de un mismo entorno familiar, las posibilidades de acceso y permanencia son
desiguales cuando son escasos los recursos económicos y culturales.
Le digo a mi hijo: “Juan”. “¿Qué mami?”. “Quiero hablar con vos. Yo no hablé con tu padre, con vos
quiero hablar. “Mirá voy a anotar a tu hermana, pero vos no. No tengo para pagar la inscripción.
Tengo que pagarte el tuyo y el de tu hermana. No sé que vos decís”. “Bueno, mami, anotala a mi
hermana. Yo trabajo”. “Bueno, está bien”, le digo. “Sea como sea el hombre aunque sea paleando
va a pasar su vida —le digo—. Pero la mujer no”. No lo anotamos. Hasta el día de hoy de eso estoy
arrepentida por no haber hablado. Porque en aquel tiempo, no hablaba yo (Paula, 54 años).
No, andan con los chicos, con hijos, uno de cada brazo. Yo las miro y no lo puedo creer, porque no
terminaron y eran compañeras mías de primaria. Yo les digo, siempre les dije, que terminen. Pero al-
gunas son madres solteras, la otra no puede porque tienen que cuidar al nene y así. (Mariela, 22 años).
La mayoría no va ninguno, se la pasan en la calle. Son todos pibes de la calle, mi junta, no tengo
amigos, amigos que vayan así a la escuela. No hacen nada, se la pasan en la calle (Carlos, 16 años).
Sí, una banda [un montón]. Pero porque los padres no le dan bola. Salen a trabajar o están en
la calle no le dan pelota. Los pendejos están en la esquina (Lautaro, 16 años).
Hay un montón. Todos los de ahí adentro no terminaron la escuela, todos por trabajar. De
adentro de La Fábrica [un asentamiento] hay un montón de chicos que no terminaron la escuela.
Yo les pregunto a ver si quieren terminar la escuela y me dicen que no (Abi, 18 años).
En un primer momento parecían ceñir las trayectorias incompletas solo a su grupo de compañeros,
luego comenzaron a vislumbrar que muchos pares se encontraban por fuera del ámbito educativo.
Puestos en relación, inscriben a muchos amigos y amigas con las trayectorias incompletas en mate-
ria educativa. Lo interesante radica en que logran identificar los motivos antagónicos: la necesidad
de trabajar, pero también sus responsabilidades familiares, y el desinterés que lo institucional edu-
cativo le suscita a muchos jóvenes. Indagar en este “desinterés”, que en realidad es una pérdida de la
Conclusiones
Para concluir de manera provisoria, diremos que es sumamente complejo dar una impresión to-
talizadora de las numerosas trayectorias educativas que pueden experimentar miembros de sec-
tores populares. En este sentido, hemos realizado un breve panorama por ciertos modos posibles
de transitar la escolarización. Se plantearon las similitudes y las diferencias que propugnaban los
jóvenes y los adultos, cada uno por su lado, en las valoraciones específicas que hacían de esta insti-
tucionalidad y la importancia del trabajo cuerpo a cuerpo para sostener en el tiempo su vínculo con
lo escolar. En el reingreso se genera un proceso de revisitar geografías afectivas, a partir de territorios
ya conocidos que permite capitalizar de otra manera las experiencias escolares que tuvieron. Por
ello, se describió una forma de comprender la necesidad de reconocer las estrategias de los entornos
inmediatos como posibilitadores u obturadores de vinculación con instituciones educativas.
Con el propósito de mantener los umbrales de problematización, sugerimos operaciones de
análisis —precarias y contingentes— para reflexionar acerca de los modos de relacionarse con lo
educativo que tienen hombres y mujeres que concurren a ámbitos de educación de jóvenes y adul-
tos. Así es como proponemos hablar de trayectorias furtivas que implican un vínculo lábil con las
instituciones educativas, estructuradas por relaciones de usufructo simbólico que están mediadas
por variadas entradas y salidas al ámbito escolar. También esto produce identificaciones lábiles de
pertenencia a una institución determinada. Esas entradas y salidas obedecen a múltiples razones
—preeminencia de los mandatos familiares, deseos personales, hastío con alguna práctica escola-
rizadora, precarización laboral, entre otras— donde nadie sale indemne de esta situación. Quedan
marcas en la memoria biográfica, que son actualizadas en la performatividad —como capacidad de
inteligibilidad y de acción— del discurso que nombra lo educativo y establece un abanico de signi-
ficaciones que posibilitan o imposibilitan el retorno para la finalización de su trayectoria.
4. Cabe aclarar que las referencias empíricas de esta investigación y el momento de realización del trabajo de campo no se co-
rrespondió con el crecimiento exponencial y el alcance del Plan Fines (de finalización de la educación secundaria) que depende
del Ministerio de Desarrollo y del Ministerio de Educación de la Nación. Lo mismo ocurrió con el lanzamiento del Programa
de Respaldo a Estudiantes Argentinos (Progresar). Todavía es considerable el número de jóvenes que tienen una trayectoria
incompleta en relación con las instituciones educativas, es importante señalar que estas políticas públicas han desarrollado
esfuerzos por revertir esta situación.
Las múltiples entradas y salidas tienen un costo que se expresa abiertamente en la vuelta a com-
prender el juego de reconectarse con las prácticas y las modalidades de interacción esperadas para
determinadas prácticas contempladas por la escuela. Existe una relativa adaptación, proceso intui-
tivo de internalización de lo esperable, que se resuelve por lo extendido de ciertas prácticas de la es-
colarización. En el caso de los jóvenes, la cercanía con su paso escolar hace que este obstáculo pueda
sortearse rápidamente, al igual que la comprensión de ciertos dispositivos institucionales. Una tra-
yectoria furtiva comprende y lee de inmediato los alcances represivos del mecanismo de una institu-
ción educativa, como también sus posibilidades de sortearlo y de hasta dónde tensar la preeminencia
de la autoridad que dirige y regula las prácticas que se ponen en juego en ese escenario.
La lectura de los indicios que surgen de fragmentos de intercambios subjetivos y de momentos
compartidos se articula en conjeturas que, posteriormente, habilitan marcos de acción en torno de
lo escolar. Las trayectorias furtivas guardan instantes de una relativa latencia donde se debaten las
alternativas de permanecer en la escuela o de salir en búsqueda de otras posibilidades de realiza-
ción. Esta latencia es profundamente activa, no debe confundirse con un encriptamiento, porque se
mantiene el sentido del juego de aquello que es anhelado por la escuela y, en ocasiones, se comien-
zan a generar los argumentos que puedan cuestionarla posteriormente. Es un proceso en silencio,
soterrado, que algunas figuras docentes no perciben y luego se sorprenden por acontecimientos
inesperados que fueron amasados durante las instancias áulicas. La mayoría de las ocasiones esto
redunda en la salida de los ámbitos educativos, sin la exposición de las verdaderas razones que mo-
tivaron u ocasionaron esta decisión y que luego se exponen de manera abierta en el reingreso a la
escuela, inclusive con la misma docente y/o en el mismo grupo en el que estuvieron anteriormente.
En el juego de entradas y salidas que caracterizan a las trayectorias furtivas suceden instancias
donde se torna necesaria la restitución de la confianza entre compañeros con el que convivirán
algunos días de la semana. Las escenas que narran el reingreso a la escuela se hallan colmadas de
menciones que describen una incomodidad recelosa ante las nuevas caras que habitan esos ámbi-
tos. A pesar de que, en ocasiones, fueron a la misma escuela y/o compartieron el curso, el montaje de
otra escenografía escolar difumina los vínculos intersubjetivos y trastoca como en un caleidoscopio
las relaciones entre pares. Cada comunidad tiene memorias de los conflictos más recurrentes que
las atraviesan, como así también de los agentes que los sufren y aquellos que los ejecutan. Por ello,
es probable que un estudiante haya sufrido una experiencia compleja y que la comunidad indique a
algún compañero como el responsable. Al momento de inquirir si los motivos de esta desconfianza
hacia otros compañeros estaban fundados en cierto tipo de experiencias violentas o delictuales,
las afirmaciones registradas fueron todas negativas. Solo mencionaron las caras (los rostros) como
el elemento que condensaba la desconfianza hacia sus pares y que se desplazaba hacia el clima del
espacio educativo. Hay ciertos rasgos de pánico moral, probablemente acicateados por el estatuto
de una cultura mediática, que se evidencian como los condicionamientos iniciales en el reingreso
en una institución educativa, que se conjugan con la disolución de las solidaridades comunales que
pulverizaron las macropolíticas del neoliberalismo.
El transcurrir cotidiano por el ámbito escolar y compartir escenas educativas institucionales
logran subvertir algún pliegue de la desconfianza, si no se atraviesan situaciones de importantes
malentendidos y si la coordinación docente es lo suficientemente abierta y sensible para generar
climas afables y comprensivos de los modos en los que la desigualdad se hace carne y símbolo en sus
estudiantes. Esta desconfianza nunca desaparece en su totalidad, guarda alguna que otra reserva si
existe un comentario dicho a destiempo, un mensaje de texto contradictorio o impreciso, hasta una
mala mirada para edificar nuevamente una distancia. Dentro del marco de relaciones intersubjeti-
vas y las construcciones colectivas de significaciones, hay estrategias de diferenciación simbólica de
los lazos generados en el espacio escolar. No es lo mismo ser un conocido que ser compañero, como
tampoco es lo mismo ser compañero que amigo. Se exhibe una gradualidad profundizada por el
tono y las retóricas de las historias compartidas que promueven identificaciones comunes. En el
interior de las trayectorias furtivas, el marco de relaciones se inicia con ser “conocidos del barrio” o
de “la otra escuela” para dar lugar a ser compañeros de (esta) escuela, aquí es donde se asienta la gran
parte de los vínculos, aunque también han señalado que comenzaron con relaciones de amistad
gracias a lo compartido en el espacio escolar. Que se nombren a sí mismos como amigos dentro del
ámbito escolar no indica necesariamente una relación de iguales condiciones que se traslade a otros
escenarios. Por ejemplo, asisten y se van juntos de la institución educativa pero, en determinados
casos, van a bailar o salen al centro de la ciudad con otro núcleo de amistades al que puede sumarse
un amigo de la escuela. Cuando el marco intersubjetivo de relaciones está asentado durante un
tiempo prolongado en la condición de compañeros de escuela es donde puede hallarse un mayor
desarrollo de tramas que les permitan finalizar el ciclo lectivo.
Un punto de análisis difuso en el conjunto de las trayectorias furtivas se plantea en las posibili-
dades de observación de la relativa inadecuación del oficio de ser estudiante. Hay un repertorio de
las prácticas que la hegemonía construyó para trazar el recorrido de las tradiciones de la escolariza-
ción y el sometimiento de las subjetividades más hostiles a estas propuestas. Las trayectorias furti-
vas establecen un plano de opacidades acerca de dónde está el proceso de exclusión y en dónde está
la decisión cabal de abandonar un escenario educativo que no interpela (Buenfil, 1992) el horizonte
de sus deseos. Seguramente en la toma de esa decisión, expresada en términos individuales, está
disfrazada la expulsión de los sectores populares de las instituciones educativas.
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La construcción del conocimiento está basada en las The construction of knowledge is based on epistemo-
creencias epistemológicas de cada individuo. La identi- logical beliefs of each individual. The identification of
ficación de éstas y de cómo se construye el conocimien- these and of how knowledge is constructed, providing
to, proporciona elementos para diseñar y fundamentar elements for designing and documenting strategies in
estrategias de formación en educación ambiental y en environmental education and training in complex is-
temas complejos como el cambio climático y sus efec- sues such as climate change and its effects. In this pa-
tos. En este texto se presentan resultados de una inves- per results of a survey conducted with a representative
tigación realizada con una muestra representativa de sample of primary school teachers in the municipality
docentes de educación primaria del municipio de Ju- of Juchique de Ferrer, Veracruz is presented. One of
chique de Ferrer, Veracruz. Uno de los aspectos sobre the aspects that will be investigated in this text is the
los que se indagó es el tipo de creencias epistemológicas kind of epistemological beliefs teachers have on climate
que los docentes tienen acerca del cambio climático, así change, as well as their perception of disasters. Through
como su percepción de los desastres. Mediante una serie a series of instruments we found what they know and
de instrumentos se encontró qué es lo que saben y cómo how they have known about that topic. The analysis of
han llegado al conocimiento del tema. El análisis de los the results provides an approximation of reality that
resultados brinda una aproximación a la realidad que keeps environmental education in school spaces, in
guarda la educación ambiental en los espacios escolares, addition to the conception of teachers of this town, on
además de la concepción que tienen los docentes de este disasters in areas frequently hit by tropical cyclone.
municipio sobre los desastres en zonas frecuentemente
impactadas por ciclones tropicales.
* Doctorante en Investigación Educativa por la Universidad Veracruzana, Maestro en Investigación Educativa. México.
CE: cajigal1983@hotmail.com
** Investigadora de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana. México.
CE: maldonado.analucia@gmail.com
*** Investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana. México.
CE: egonzalezgaudiano@gmail.com
Construcción de conocimiento y creencias
epistemológicas sobre cambio climático
en docentes de nivel primaria.
De la vulnerabilidad a la resiliencia
Introducción
máticas ambientales como el cambio climático (CC), del cual se puede decir con certeza que incre-
menta la frecuencia e intensidad de este tipo de fenómenos naturales.
Las problemáticas ambientales y sociales como el CC, sus causas y consecuencias, necesitan de
un pensamiento complejo, crítico, capaz de relacionar problemas de diferentes órdenes para enten-
derlas. También para atenderlas de manera eficaz es necesaria la articulación de diversas discipli-
nas, sin embargo, los docentes de educación primaria y gran parte de la población no lo conciben
así, por lo que se sigue gestando social, cotidiana e inconscientemente tal fenómeno, incrementan-
do la vulnerabilidad de la población ante sus efectos. Por ejemplo, como efecto del CC (entre otros
más), los CT han aumentado su frecuencia e intensidad en las comunidades causado afectaciones
como: decesos humanos, lesiones en la población, pérdida de bienes, daño e interrupción de los
servicios básicos e infraestructura, desorganización social y alteraciones conductuales de los pobla-
dores (Bermúdez, 1993). Aunado a esto, la rapidez y capacidad de recuperación ante las adversidades
varía entre las comunidades. A esta capacidad de enfrentar las presiones y dificultades, así como
la manera de recuperarse e incluso aprender de las situaciones de riesgo, se denomina resiliencia
(García, 2012).
En cuanto al término de resiliencia, si bien ha sido referido en la biología y alude a la persisten-
cia y habilidad de los sistemas vulnerables para absorber el cambio y la alteración manteniendo
las mismas relaciones entre poblaciones (Holling, 1973), hoy el concepto ha sido trasladado a las
ciencias sociales y permite explicar, identificar, evaluar y reforzar las capacidades de las personas,
instituciones y sistemas ante una adversidad (Maldonado y González, 2013). La resiliencia no es una
situación extraordinaria, se presenta con frecuencia en individuos que experimentan situaciones de
exclusión, riesgo o adversidad y que les permite normalizar sus situaciones (Carreto, 2010).
En este sentido, encontramos un espacio pertinente para la educación ambiental (EA), la cual
pretende propiciar un cambio en el pensamiento y las conductas de las personas (Vázquez, 2012), así
como un pensamiento crítico y complejo que promueva una visión más comprensiva de las proble-
máticas ambientales y sociales (Meira, 2002), como el CC y sus efectos. La EA en la educación formal
promueve conocimientos y habilidades para incidir en comportamientos amigables hacia el medio
ambiente que, al mismo tiempo, reduzcan la vulnerabilidad y el incremento de la resiliencia, pues,
como ya mencionamos, los desastres se van gestando por acciones de la sociedad. En muchos estu-
dios, la EA tiene especial atención en estas acciones.1
El cambio ambiental y social impulsado por la EA desde las escuelas podrá contribuir a crear en
los estudiantes, familias y comunidades un pensamiento crítico e independiente, cuando haya más
docentes que asuman el reto de desarrollar la capacidad de comprender con mayor coherencia el
significado del mundo y de la realidad (González, 2007). Para lograr esto, es necesario que los docen-
tes se involucren en áreas que no siempre han sido parte de su formación, que ayudarían a entender
el entramado de acciones que convergen en los problemas ambientales y su relación con otro tipo
de problemas sociales de carácter complejo. Así los maestros podrán participar, de mejor manera,
con la difusión de la EA desde las escuelas, contribuyendo a la solución de problemas como el CC y a
la reducción de la vulnerabilidad que presenta el municipio de Juchique de Ferrer.
1. Más adelante, en el punto: Ubicación geográfica y situación sociodemográfica de Juchique de Ferrer, un municipio vulnerable,
se hablará de ello.
Durante la investigación que dio origen a este artículo, para involucrar a los docentes en otras
áreas de formación se realizó un estudio empírico para descubrir el impacto de las creencias epis-
temológicas en sus procesos de construcción del conocimiento sobre el CC. A través de este estudio
se identificaron las ideas que los maestros sostienen acerca de lo que es el CC, su interés y cómo han
conocido lo referente al tema, así como su perspectiva sobre los desastres vividos en 2013 en la zona
de estudio. Esto brindó elementos para fundamentar estrategias de adscripción de los docentes a
otras disciplinas.
Por lo anterior, en este artículo se presenta a la EA y a los docentes como posibles actores clave
en la promoción de resiliencia comunitaria frente a problemáticas ambientales y sociales que se
derivan del CC y que han resultado en desastres, sobre todo en comunidades vulnerables. También
se plantea la construcción del conocimiento desde un enfoque teórico constructivista y sociohis-
tórico, además de los conceptos teóricos referentes a las creencias epistemológicas. Se incluye un
apartado en el que se detalla el contexto del municipio de Juchique de Ferrer, Veracruz, en donde
se realizó la investigación y finalmente se describe el camino metodológico, así como los hallazgos
obtenidos por esta investigación.
La idea contemporánea de desarrollo tiene una relación estrecha con el crecimiento económico y
conlleva consecuencias sociales y ambientales (Gudynas, 2011), tales como el CC, pérdida de biodi-
versidad, pobreza, consumismo y discriminación, por mencionar algunas. En efecto, el crecimiento
económico actual de los países se encuentra en función del uso intensivo de recursos naturales y
particularmente de combustibles fósiles, los cuales generan gases de efecto invernadero (GEI). Esta
dinámica se intensificó a partir del siglo XIX con la Revolución Industrial (Meira, 2002) y la imposi-
ción de un modelo de producción y consumo en el mundo.
En el marco de dicho modelo, la educación y otras políticas sociales como la salud, la seguridad
y la vivienda, son consideradas como áreas que deben contribuir al desarrollo de la población. Es-
pecíficamente en el caso de la educación, diferentes sectores de la sociedad enfatizan la importancia
que ésta reviste en los procesos de desarrollo.
Lo anterior se refrenda en conferencias y declaraciones internacionales, como por ejemplo la
“Declaración de Bonn” en la “Conferencia Mundial sobre la Educación para el Desarrollo Sustenta-
ble” de la UNESCO (2009). Sin embargo, es preciso cuestionar el tipo de educación para el desarrollo
que se está promoviendo, cuya finalidad pareciera ser construir seres humanos semejantes a piezas
de un mecanismo de producción, resultado de una inversión monetaria con un valor meramente
instrumental, cuyas consecuencias aún no han sido suficientemente valoradas en cuanto a justicia
social y ambiental (Sen, 2000; Cedujo, 2006).
Por otro lado, existe la educación que se involucra en buscar soluciones a las problemáticas am-
bientales y sociales, mismas que son consecuencia de tal modelo de desarrollo, específicamente la
EA da cuenta de tales problemas y colabora en su solución. La EA se ha venido abriendo paso para
atender las problemáticas ambientales y sociales resultantes del modelo de desarrollo vigente, “apa-
rece como una propuesta viable para contribuir a enfrentar los problemas ambientales y sus conse-
cuencias” (González y Arias, 2009: 59).
En México, la EA se encuentra integrada en todos los niveles de educación básica; después de va-
rias décadas se ha logrado posicionar en la agenda educativa nacional de mejor manera (González,
2000). Sin embargo, se encuentran diversos sesgos y deficiencias que no han permitido que muestre
eficacia en la solución de las problemáticas ambientales.
Al respecto, Terrón (2000) señala la necesidad de mejorar la estructura del contenido de los pla-
nes y programas educativos formales en los que se incluya a la EA. Además, incluirla en actividades
educativas y en la organización de los métodos de aprendizaje, todo esto considerando los propios
desafíos del siglo XXI. En este mismo sentido, González (1994) señala la necesidad de desarrollar
nuevas y más profundas estrategias de educación ambiental dirigidas a sectores y grupos clave.
El rol que los docentes juegan en el contexto social y educativo, podría permitirles posicionarse
como grupos clave para el éxito de las acciones a favor de la EA impulsadas desde las escuelas. Sin
embargo, como la problemática ambiental es determinada por diversos factores, entre ellos los pro-
venientes de los procesos económicos y del estilo de desarrollo, para hacer aportes más consistentes
es necesario que los docentes se involucren también en otros campos (Arias, 2001).
Adentrándonos en lo que ha sido y es la formación de los docentes de educación básica en
México, encontramos que está involucrada en procesos de reformas educativas auspiciadas por
organismos internacionales (i.e. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos,
OCDE , Fondo Monetario Internacional, FMI, Banco Mundial, BM y la Organización Mundial del
Comercio, OMC), que no han permitido que se integren en su currículum disciplinas que pueden
mejorar la resolución de las problemáticas ambientales; esto se debe a que dichos organismos res-
ponden a los funcionamientos que favorecen los modelos capitalista y consumista (Chacón, 2005)
que acarrean consecuencias sociales y ambientales; por tanto surgen acciones para introducir a los
docentes en campos que no han sido parte de su quehacer.
Con base en afirmaciones de González (2004), identificamos esfuerzos por introducir a los do-
centes en diferentes áreas que favorecen a la EA. Hoy en día, es claro que los docentes están incur-
sionando en otros campos, que tienen contacto con información diferente a la que comúnmente
manejaban, que se notan avances en el tratamiento pedagógico de las problemáticas ambientales;
pero todavía tenemos asuntos que vislumbran la necesidad de enriquecer y mejorar las estrategias
relacionadas con la EA, mismas que bien podrían fundamentarse mediante el estudio de las Creen-
cias Epistemológicas (CE) en docentes y su impacto en la construcción del conocimiento sobre pro-
blemáticas como el CC, sus causas y efectos.
El conocimiento es resultado de la interacción de los individuos con la sociedad mediante sus pro-
cesos cognitivos, por lo que existen diferencias en los procesos de construcción del conocimiento
en las personas debido a su edad, su cultura, su personalidad, el significado que dan a las situaciones
u objetos y por sus habilidades intelectuales e interacción social. A lo largo de este apartado, trata-
remos de dar cuenta de estos procesos cognitivos, apoyados en un enfoque teórico que integra una
Los conocimientos comunes que las personas tenemos sobre el mundo y que utilizamos en nues-
tra vida cotidiana; los conocimientos disciplinares sobre distintos ámbitos de la realidad natural
y sociocultural, que conforman las distintas ciencias y saberes; los conocimientos sobre la propia
identidad personal; los conocimientos sobre el conocimiento mismo (García, 2009: 2).
Para esta investigación, la epistemología del conocimiento se aborda desde un enfoque constructi-
vista y sociohistórico porque ambos se consideran complementarios en el proceso de construcción
del conocimiento en los sujetos; apoyando esta idea Delval (1991: 4) comenta:
Lo que parece claro es que si queremos explicar cómo se forman los conocimientos tenemos que
examinar las transformaciones que tienen lugar en el interior del sujeto cuando éste forma un
conocimiento nuevo y también la interacción entre la realidad con la que se enfrenta el sujeto y
cómo éste la concibe.
Antes de abordar dichas perspectivas, es fundamental anticipar que ambas coinciden en la premisa
de que para que el conocimiento exista es necesaria la relación de dos elementos: el sujeto y el objeto,
es decir que es necesaria “la relación de un sujeto que aprende las propiedades de un objeto” (Maya-
goitia, Ruíz y Villa, 1999: 17); “el sujeto no es otro que el ente particular que conoce su exterior, que
recibe información de su circunstancia. Por el contrario, el objeto […] es en primera aproximación
el mundo exterior, los entes circundantes, las cosas” (Luque, 1993: 4).
Ahora bien, la perspectiva sociohistórica plantea que los conocimientos son productos de la
actividad social de los humanos. Los individuos construimos conocimientos mediante un proceso
permanente en condiciones sociales específicas (Campos y Gaspar, 1999). “Todo nuestro conoci-
miento sería el resultado del contacto con la realidad […] y es exterior a nosotros. El conocimiento
sería una copia de la realidad y sería mejor en cuanto más fiel resulte la copia” (Delval, 1991: 2). Estas
afirmaciones se mantienen en lo que llamaremos la primera etapa del proceso de construcción del
conocimiento. Apoyados en Vygotsky (1995) se consideran dos funciones o etapas que se desarro-
llan en los individuos, la primera aparece a nivel social y más tarde aparece a nivel individual “Son
partes de un proceso único, el de la evolución de la formación de un concepto, que se encuentra
afectado por las variaciones externas y las condiciones internas” (Vygotsky, 1995: 67), de esta última
se enunciará en la perspectiva constructivista.
A nivel social, cuando se habla de función se hace referencia a lo que Vygotsky (1995) denominó
procesos mentales superiores, los cuales se remiten a la comprensión, la adquisición de conceptos y
lenguaje (Mendoza, 2010: 159). Dichos procesos mentales superiores son mediados por “herramien-
tas, instrumentos, que son de creación social y como productos de la actividad humana a lo largo
de su historia” (Mendoza, 2010: 160); en otras palabras, esta mediación se desarrolla en sociedades,
entre la gente, en comunidades, grupos o díadas (Wertsch, 1985).
El acercamiento y captación de la realidad para la construcción de conocimientos dependerá de
las herramientas o instrumentos con los que cada individuo cuenta, por lo que desde esta perspec-
tiva consideramos que el conocimiento es acumulable, intercambiable y evolutivo, esto es, a través
de la propia actividad y de la interacción social (Delval, 1991).
La concepción de la realidad es diferente de un grupo a otro, aun cuando se observe el mismo
objeto. Berger y Luckmann (1968: 15) ejemplifican “Lo que es real para un monje del Tíbet puede no
ser real para un hombre de negocios […] Se sigue de esto que las acumulaciones específicas de la rea-
lidad y el conocimiento pertenecen a contextos sociales específicos”. Es así que los contextos sociales
influyen en la construcción del conocimiento.
En lo que respecta a la perspectiva constructivista, ésta explica cómo se forman los conocimien-
tos desde una posición psicológica que “establece que no podemos conocer la realidad tal y como
es sino que construimos modelos de ella” (Delval, 2007: 2). A partir de esta posición, el individuo
realiza su propia construcción de los conocimientos con ayuda de los instrumentos intelectuales de
que dispone (Delval, 2007).
En ese sentido, “El constructivismo nos ayuda a entender qué es lo que sucede en el interior del
sujeto cuando trata de formar nuevos conocimientos” (Delval, 1997: 53). El conocimiento es posible
mediante la integración de la razón, implica la acción cognoscente del sujeto sobre el objeto, aquí lo
importante no es el sujeto o el objeto, sino la relación entre éstos (Campos y Gaspar, 1999), ya que el
sujeto no conoce directamente de las cosas, sino más bien de la información que recibe de ellas; por
tanto, el conocimiento depende de la capacidad del sujeto de procesar la información que extrae del
objeto, de ahí que “Todo conocimiento es información interpretada” (Sampieri y Ponce, 2011: 21).
Desde estas dos perspectivas, el conocimiento es un proceso que se considera dividido en dos
momentos; el primero tiene que ver con la forma en que los individuos se acercan a la realidad
para producir conocimiento (sociohistórico) y el segundo, el de cómo lo incorporan a su estructura
cognitiva (constructivista). En otras palabras, el proceso va de lo social a lo psicológico. Por tanto, el
conocimiento resulta de la actividad social y racional de los individuos.
En este proceso de construcción de conocimiento las CE tienen efecto. Éstas son construcciones
sociales que los individuos adquieren a lo largo de su desarrollo (Hofer y Pintrich, 2002; Malbrán,
2009). Las CE están influidas por aspectos culturales y sociales de los individuos (Phan, 2008). Las
CE también son conocidas como epistemología personal (Leal, Espinoza, Iraola y Miranda, 2009;
Ponce y Carrasco, 2010;), supuestos epistémicos (Hofer y Pintrich, 2002) y concepciones implícitas
(Malbrán, 2009).
Martínez, Montero y Pedrosa (2010: 4) señalan que las creencias son “productos de la mente
cuya validación y justificación puede estar asentada en observaciones personales, en la autoridad
de fuentes confiables, en inferencias lógicas, o en consensos culturalmente aceptados”, de ahí que
las creencias epistemológicas hacen referencia a las concepciones o pensamientos que las personas
sostienen acerca de la naturaleza del conocimiento y el proceso de conocer (Hofer y Pintrich, 2002).
Las CE son una condicionante para el proceso de confiar, interpretar y procesar la información
presentada en cualquier forma (oral, escrita y visual). Esta condicionante varía entre los individuos
debido a que se desarrollan por su interacción con el mundo social y como resultado de las inter-
venciones individuales y tienen efecto en la construcción del conocimiento (Ferguson et al., 2011).
Ahora bien, en el caso de los docentes, tal como lo señala Sarmiento (2011), el tipo de CE reper-
cute en sus prácticas educativas ya que éstas ejercen efecto sobre sus decisiones dentro del aula y en
la manera de instruir a sus alumnos.
Existen metodologías acerca de las CE (Sarmiento, 2009; Ponce, 2010; Ferguson et al., 2011; Sar-
miento, 2011; Bråten et al., 2013) que nos permiten identificar las diferentes formas en que los indi-
viduos construyen su conocimiento en determinados temas, además de evidenciar las condicio-
nantes para el tránsito de la información de lo sociohistórico a la de internalización en los sujetos.
El estudio de las CE data de hace más de 30 años. Al respecto Perry (1968, en Malbrán, 2009) iden-
tificó que un grupo de estudiantes universitarios sostenía que el conocimiento era simple, certero
y que provenía de una figura de autoridad. Desde su inicio, este tipo de investigaciones han servido
para interpretar las estrategias personales y la persistencia para construir conocimientos (Sarmien-
to, 2011). Dicho de otra manera, al identificar las CE se pueden diseñar proyectos y estrategias de
enseñanza (Malbrán, 2009).
De ahí que, con los elementos resultantes de este estudio, se pueden producir cambios en las
estrategias de EA para los docentes. Esto mediante la construcción de conocimientos pertinentes de
EA que permeen sus prácticas educativas, y que éstas trasciendan de los salones de clase. Asimismo,
que contribuyan a buscar solución a problemáticas como el CC y sus efectos, que han resultado en
desastres en poblaciones, sobre todo las que tienen un alto índice de marginación, por ejemplo, el
municipio de Juchique de Ferrer, en Veracruz, México, al cual nos referimos en este estudio (Méxi-
co, Consejo Nacional de Población, 2010).
Se dice que la identificación de las CE contribuye a la comprensión del conocimiento humano en
temas específicos (Malbrán, 2009), pero ¿cómo se logran identificar las CE? Expertos en el área como
Hofer y Pintrich (2002) encontraron que las CE se constituyen por cuatro dimensiones. Las primeras
dos sobre la naturaleza del conocimiento, es decir, lo que se cree que es el conocimiento: certeza y
simplicidad; y las otras dos sobre cómo se llega a conocer: fuente y justificación.
Los desastres, para que sucedan, evidentemente necesitan de un evento físico como una tormenta (ame-
naza), aunque no es suficiente para que se materialicen. Debe existir una sociedad o subconjunto de ésta,
vulnerable, para que se produzca una situación de desastre (Lavell, 2000). La vulnerabilidad hace referen-
cia a “la predisposición, susceptibilidad o factibilidad física, económica, política o social que tiene una
comunidad de ser afectada o de sufrir daños en caso de que un fenómeno desestabilizador de origen
natural o antrópico se manifieste” (Cardona, 2001: 2). Las comunidades en condiciones de pobreza son las
más vulnerables por amenazas climáticas debido a la fragilidad de sus elementos (Chardón y González,
2002; Ávalos y Thomas, 2007; Salamanca, 2009; Solbackk, 2011), como sus hogares y su organización social.
La educación en general, y en particular la EA, tienen una importante labor en zonas donde se re-
gistran altas tasas de pobreza y de concentración y/o deterioro de recursos naturales. La educación es
el factor más importante en la reducción de la pobreza, cuando los niveles educativos aumentan, se re-
ducen las posibilidades de estar por debajo de la línea de la pobreza (Ordaz, 2009). En las zonas rurales
donde se concentran los niveles más altos de pobreza existen las mayores desigualdades educativas en
México (Ordaz, 2009); es el caso de las 32 localidades del municipio de Juchique de Ferrer, en Veracruz.
Cuando se habla de pobreza no sólo se hace referencia al aspecto económico, sino también a
la falta de servicios sociales, tales como salud y educación. Es bien conocido que las poblaciones
rurales carecen de servicios médicos y educativos de calidad. En esta zona de estudio, la educación
tiene los mismos problemas que se presentan a nivel nacional, como el sindicalismo, los enfoques
partidistas en los contenidos educativos y la mala capacitación de los docentes, por mencionar algu-
nos ejemplos. Pero además de estos problemas se suman los que ocasiona la pobreza: desnutrición,
explotación infantil, enfermedades, deserción escolar, etcétera.
La EA juega un papel muy importante en el municipio de Juchique de Ferrer, donde la pobreza
y la desigualdad están presentes. Es necesario, en primer lugar, inducir un cambio en el concepto de
desarrollo desde estos lugares donde la población es víctima inconsciente de sus efectos, pues cada vez
es mayor la distancia entre pobres y ricos, además de perpetuarlos en esas condiciones. En segundo lu-
gar, contribuir a dar solución a las problemáticas ambientales tales como: la contaminación de los ríos
por la pulpa del café y las aguas negras, la pérdida de los manantiales y la tala forestal inmoderada, ya
que la mayoría de sus localidades cuentan con diversos recursos naturales (bosques de tipo mediano,
nacimientos de agua y ríos) y su explotación tiene consecuencias ambientales sociales y económicas.
Juchique es un municipio vulnerable ante los CT. Un ejemplo es lo acontecido en el año 2013, con los CT
Barry, Fernando e Ingrid, las cuales pueden estar relacionadas con el CC por la intensidad y frecuencia
en la que se presentaron y que, combinadas con algunas actividades sociales y económicas de los po-
bladores, resultaron en desastres en este municipio y en otros más del estado de Veracruz.
De ahí la importancia de identificar la construcción del conocimiento a partir de las CE en el
tema del CC, en los docentes del municipio de Juchique de Ferrer, brindando elementos puntuales
que pueden contribuir a fortalecer las estrategias educativas en este grupo, considerado clave en la
resolución de los problemas ambientales y sociales, mediante la EA que difunden en el aula.
Juchique de Ferrer se localiza en la región centro-norte del estado de Veracruz; colinda con los mu-
nicipios de Colipa, Yecuatla, Alto Lucero, Vega de la Torre y Chiconquiaco. Tiene una población de
16,387 habitantes, concentrada en 32 localidades, de las cuales 30 no rebasan los dos mil habitantes
(México, Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2010).
El municipio cuenta con 146 escuelas de educación básica y media superior, de las cuales 46 son
de educación primaria, donde los cursos son impartidos por un total de 136 docentes. En 2010 egre-
saron 249 alumnos de preescolar, 390 de primaria y 156 de bachillerato. El grado promedio de estu-
dios en el municipio era de 5.6 en 2010 (México, Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2010).
Las principales actividades económicas son la agricultura (café, maíz, frijol y chile) y la ganade-
ría (leche bovino y carne de bovino y porcino). Tiene actividades secundarias como la producción
de miel, la producción de huevo y la crianza de gallinas para alimentación (México, Instituto Na-
cional de Estadística y Geografía, 2010).
El sector salud del municipio cuenta con siete clínicas distribuidas en diferentes localidades con
un total de 13 médicos, que atienden a 9,012 pobladores con derecho a Seguro Popular, Seguro Social
a través del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) o del Instituto de Seguridad y Servicios
Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). El resto de la población (7,375) no cuenta con algún
tipo de servicio de salud pública (México, Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2010).
En el sector de comunicación y transporte, se cuenta con carreteras de terracería y con un servi-
cio de 116 taxis locales que ofrecen servicios colectivos; cuentan con cobertura telefónica en todas las
localidades, pero no existe cobertura de telefonía celular, excepto en la cabecera municipal y en la co-
munidad Plan de las Hayas (las únicas comunidades que rebasan los dos mil habitantes). Hay servicio
doméstico de electricidad en todas las localidades y de drenaje en la mayoría de ellas (no está disponi-
ble el dato exacto); la provisión de agua potable es gracias a los nacimientos de agua y a la organización
de los habitantes de cada comunidad. Existe a partir de marzo de 2014 el servicio de recolección de
basura para todas las comunidades, antes de esa fecha sólo existía para la cabecera municipal y para la
comunidad Plan de las Hayas, el resto de las comunidades quemaba sus desechos.2
2. Información obtenida por Cajigal, quien ha vivido en este municipio durante los fines de semana desde agosto del 2012.
Este municipio fue afectado en el año 2013 por fenómenos naturales, las tormentas Barry (junio),
Fernando (agosto) e Ingrid (septiembre), las cuales resultaron en desastres que perjudicaron a la
mayoría de la comunidad. Dichos eventos ocasionaron múltiples derrumbes sobre las carreteras,
así como crecidas de los ríos que arrastraron puentes que conectaban a comunidades dentro del
municipio y con otras ciudades como: Xalapa, Misantla y Palma Sola. Tales ciudades han servido
como opción para encontrar mejores servicios de salud, de educación y de adquisición de diversos
productos que en Juchique de Ferrer no se encuentran. Además, en casos particulares, las crecidas
de los ríos La Esperanza y Plan de la Flor, ubicados en las comunidades con el mismo nombre, arras-
traron casas y vehículos, resultando en pérdidas económicas severas para una zona considerada
con nivel alto de marginación (México, Consejo Nacional de Población, 2010).
Por sus condiciones sociales, económicas y demográficas, así como por la frecuencia e intensi-
dad de los fenómenos naturales que se presentan, se establece que Juchique de Ferrer se encuentra
en situación de vulnerabilidad ante este tipo de eventos, por la prolongación de los mismos y por la
magnitud de sus efectos.
Los desastres vividos después de las tormentas de 2013 en la zona referida, no son sólo causa de
estas últimas; los desastres se derivan de procesos que se van gestando socialmente y que se mani-
fiestan por los efectos de los CT. Los estilos de vida y el modelo de desarrollo que impera en nuestros
días son generadores de desastres y al mismo tiempo contribuyen a las problemáticas ambientales
como el CC.
Para el caso del municipio de Juchique de Ferrer la gestación de los desastres se puede enten-
der, por ejemplo, cuando se piensa en la deforestación. Las razones por las cuales los pobladores
talan son principalmente de corte económico: fabricación de muebles, construcción de inmuebles,
cambio de finca de café a potreros para el pastoreo, principalmente.3 Ahora bien, “los bosques jue-
gan un papel determinante en la captación del agua de lluvia, y la presencia de éstos da una mayor
oportunidad para que el agua pueda infiltrarse al subsuelo” (Basáñez, 2007: 6), por lo que al tener
menor presencia de bosques, se reduce la captación de lluvia creando corrientes de agua en lugares
donde no existían y/o se intensifica la afluencia de los ya existentes, incrementando el riesgo de los
pobladores de la zona y, en consecuencia, su vulnerabilidad ya existente.
Debido a la magnitud de los desastres, después de los CT en el 2013 y agravado esto por las accio-
nes de la población, es urgente reducir el nivel de vulnerabilidad y desarrollar resiliencia.
Metodología
Tabla 2. Instrumentos
Los resultados del instrumento TSEBQ (Topic Specific Epistemological Beliefs Questionnaire) o
Creencias Epistemológicas (Cajigal, 2014) (Anexo) permiten identificar que, de las cuatro dimensio-
nes para determinar las CE , en esta investigación resultaron dos dimensiones (certeza y justificación)
con un posicionamiento cargado hacia alguno de los extremos (bajo y alto) y en las dimensiones
restantes existió una distribución equitativa.5
La dimensión Certeza se refiere a la forma en que la persona percibe al conocimiento: absoluto y
no cambiante (pasiva) o bien tentativo y en constante desarrollo (compleja). En esta dimensión una
4. Se aplicó al 22% de la población total de docentes de primaria del municipio. También hicimos una segmentación con porcio-
nes similares de los participantes, para enriquecer el análisis: el primer grupo se abocó a los docentes de 27 a 34 años (menor
edad), el segundo grupo a los de 35 a 46 años (mediana edad) y el tercero a los de 46 a 56 años (mayor edad).
5. El grado bajo refiere a la valoración Pasiva y el grado alto a la valoración Compleja; existe el grado medio que da cuenta de
docentes sin un posicionamiento determinante en alguno de los valores.
Las dimensiones restantes son Simplicidad, refiere si el conocimiento es la acumulación de datos sin conexión (pasivo) o si reco-
noce conceptos altamente relacionados (complejo); Fuente refiere si el conocimiento se origina fuera de uno mismo, si reside
en una autoridad externa y es transmitido por expertos (pasivo) o si es construido activamente por la persona en interacción
con otras (complejo) (Ponce y Carrasco, 2010).
Por otro lado, sólo se anexa el cuestionario Creencias Epistemológicas por cuestiones de espacio. Este instrumento tiene
relación con los objetivos trabajados y evidenciados en este artículo.
considerable parte de los maestros participantes (43%) tienen una dimensión Certeza Compleja, esto
es, que creen que el conocimiento es provisional y puede cambiar.
En otras investigaciones similares, realizadas con estudiantes universitarios, los resultados en
cuanto a esta dimensión difieren. En Ponce (2010) se reporta ausencia de la dimensión certeza, es
decir, que hubo una distribución equitativa de los participantes, lo cual no permitió evidenciar un
posicionamiento como grupo.
Sin embargo, para esta investigación, una concepción de este tipo es conveniente, debido a la
complejidad de los problemas ambientales y sociales. Es necesario introducir a los docentes a disci-
plinas que no han sido parte de su formación tradicional; se ha detectado que pueden tener apertura
y estar receptivos a temas adicionales a su formación, como los relacionados con la educación am-
biental, ya que su conocimiento es tentativo y en constante desarrollo.
Al profundizar en el estudio, encontramos que los docentes (como grupo) tienen una dimen-
sión de certeza compleja, pero cuando hacemos un análisis por subgrupos de edad es evidente que
la certeza compleja se concentra en los docentes de menor edad (56%) y mediana edad (46%), contra-
riamente a los de mayor edad, quienes con más de la mitad (60%) se ubican en la dimensión de certe-
za pasiva (perciben al conocimiento como absoluto y no cambiante), haciendo claras las diferencias
en las características de las CE por la edad que se tiene.
En cuanto a la dimensión Justificación de la presente investigación, la cual refiere si el conoci-
miento se justifica a través de lo que se percibe como correcto (pasivo) o sobre si se llega a conocer
mediante el uso de normas de investigación, evaluación e integración de diferentes fuentes (com-
plejo), el instrumento evidenció que más de la mitad (53%) de los participantes, se posicionan en una
dimensión de Justificación Pasiva. Es decir, los docentes creen que llegan a conocer observando y
experimentando, se posicionan ajenos a las metodologías de investigación necesarias para explorar
y articular diversas fuentes que podrían enriquecer sus conocimientos.
Este resultado es diferente al identificado en jóvenes de bachillerato que participaron en la in-
vestigación de Sarmiento (2009), los cuales resultaron con una justificación compleja, es decir, que
emplean normas de investigación, evaluación e integran diversas fuentes; contrariamente, los do-
centes creen que llegan a conocer observando y experimentando.
De esto último, la concepción de la naturaleza del conocimiento y el proceso de conocer que dan
cuenta las dimensiones certeza y justificación, respectivamente, son diferentes entre los grupos de
investigación (el presente estudio, Sarmiento (2009) y Ponce (2010), e incluso en un mismo grupo de
estudio cuando se segmenta por edad; esto se puede entender mejor a través de la perspectiva socio-
histórica, en la cual, entre otras cosas, plantea que la construcción del conocimiento es un proceso per-
manente que sucede en condiciones sociales específicas (Campos y Gaspar, 1999), además de que las CE
son construcciones sociales que los individuos adquieren a lo largo de su desarrollo (Hofer y Pintrich,
2002; Malbrán, 2009), y están influidas por aspectos culturales y sociales de los individuos (Phan, 2008).
En el análisis de la dimensión justificación, en el grupo de docentes, señalamos que tiene dimen-
sión justificación pasiva, pero al incluir la variable edad (subgrupos) nos da cuenta que los de menor
edad no se posicionan y se distribuyen sin diferencias determinantes (bajo 33%, medio 44% y alto
22%), sin embargo, los de mediana y mayor edad se cargan hacia el grado bajo (55% y 70%, respecti-
vamente), por tanto, éstos dos últimos son lo que más aportan para que la dimensión justificación
sea pasiva como grupo, confirmando una relación entre la edad y el tipo de CE.
Con respecto a las dimensiones Fuente y Simplicidad, en este grupo de docentes no encontra-
mos variaciones significativas; lo que significa que cantidades similares de docentes se ubican en las
tres graduaciones (alto, medio y bajo) de dichas dimensiones. Por tanto, para dar cuenta de lo que
este grupo cree que es el conocimiento y cómo llegan a conocer, se consideran aquí los resultados de
las dimensiones Certeza y Justificación. Es decir, las dimensiones de las CE y sus características en
los participantes docentes de educación primaria de Juchique de Ferrer son las siguientes:
En cuanto al conocimiento del CC, resultó que 43% conocen muy poco sobre el cambio climático.
Es claro que el conocimiento del tema por parte de los docentes no es por sí sola la solución a los
complejos desafíos de la EA que se han mencionado a lo largo de esta investigación; sin embargo, se
considera que podría ofrecer mejores posibilidades a su solución si se divulgara entre los estudiantes.
En este sentido, interesó identificar la vía por la cual ellos se informan acerca del CC. La mayoría
de los docentes (93%) manifestaron en el instrumento Datos (Tabla 1) que a través de los medios de
comunicación aprenden acerca del CC. Esto es congruente con la manera en que ellos creen que
se llega a conocer, que es a través de la observación y la experimentación dejando de lado el uso de
métodos de investigación, evaluación e integración de diversas fuentes; sin embargo, consideran
provisional la información recibida por estos medios, por lo que puede cambiar; en otras palabras,
el conocimiento que tienen acerca del CC es resultado del contacto con la realidad, en donde en-
contramos que los medios de comunicación son su fuente principal de información, es decir, que
social y culturalmente validan y justifican la información que de tales medios proviene, aunque
consideran que más adelante la información puede ser diferente.
Si bien la información proveniente de los medios se considera temporal (dimensión certeza com-
pleja: conciben al conocimiento como tentativo y en evolución), lo preocupante es que para los do-
centes de educación primaria de Juchique de Ferrer sean los medios de comunicación su fuente de
información sobre el CC, porque tal información carece de rigor; los medios intentan explicar en tér-
minos sencillos y fáciles la naturaleza y la magnitud del CC, destacan los daños que ocasionan los
fenómenos, sus costos económicos, pero al mismo tiempo ocultan las responsabilidades del gobierno
y del sector privado; al hacerlo, la información se vuelve confusa, impropia y distorsionada (González
y Maldonado, 2013). Lo anterior se confirma por el sentido de responsabilidad contradictorio y el bajo
conocimiento del tema; se puede decir que tal información carece de un carácter complejo, lo que
impide construir conocimientos sobre el CC sin una posición crítica, restando relevancia al problema
y por ende, obstaculizando la formación de compromisos individuales en los docentes y alumnos.6
Conclusiones
Esos resultados en su conjunto ofrecen una aproximación a la realidad que guarda la EA en los espa-
cios escolares, donde temas como el CC se conciben por la mayoría de los docentes como problemas
aislados, ajenos a sus comunidades y por tanto creen que sus actividades cotidianas no repercuten
en el incremento de la magnitud de los desastres, aunque sí con el CC (sentimiento de responsabili-
dad contradictorio); desconocen la complejidad que este tipo de problemáticas tiene y, por tanto, su
difusión que en esencia debería de contribuir a su solución, no logra ser pertinente y más bien llega
a ser más parte del problema que de la solución.7
6. El sentido de responsabilidad contradictorio tiene que ver con la percepción sobre la influencia de las actividades de las perso-
nas como generadoras del CC, pero que dichas actividades no tienen relación con los desastres después de las tormentas del
2013 en la zona.
7. Un ejemplo sería la separación de basura y reciclaje que se impulsan frecuentemente en las escuelas. En tales actividades se
convoca a los estudiantes a recolectar la mayor cantidad de objetos reciclables, compitiendo entre ellos; como resultado, los
estudiantes hacen compras innecesarias para obtener los materiales reciclables. Otro ejemplo es la creación de huertos esco-
lares en donde se utilizan semillas transgénicas.
Con lo anterior, no se pretende hacer ver a los docentes como responsables de la falta de eficacia
de las acciones de la EA desde las instituciones educativas, ya que entre otras cosas se encuentra al
sistema educativo en gran medida como responsable, al privilegiar contenidos que desarrollan ha-
bilidades en los individuos para contribuir al crecimiento económico sobre los contenidos referen-
tes a la EA. Ello se evidencia en el Plan de Estudios 2011 de Educación Básica, en donde se encuentra
una marcada tendencia a educar para apoyar al desarrollo económico del país y una discreta men-
ción sobre el cuidado del medio ambiente. Lo anterior también se refleja en el bajo conocimiento
sobre el CC; los resultados evidenciaron que los maestros han aprendido del tema fuera de las insti-
tuciones escolares como en los medios de comunicación y no en las capacitaciones oficiales, ni por
el contenido de los libros de texto.8
En la presente investigación, las dimensiones Simplicidad y Fuente no brindaron datos determi-
nantes para ser consideradas en el análisis; sin embargo, la dimensión Certeza que hace referencia
a las ideas que los docentes tienen acerca de lo que es el conocimiento y la dimensión Justificación
de los pensamientos, acerca de cómo se llega a conocer, sí ofrecieron datos para establecer que los
docentes participantes conciben al conocimiento como tentativo y en evolución (certeza compleja)
y que se llega a conocer mediante observaciones y experiencias (justificación pasiva).
Por tanto, se puede decir que este tipo de CE y sus características identificadas en los docentes,
han tenido impacto en la construcción del conocimiento sobre el CC y han condicionado los pro-
cesos de confiar, validar, interpretar y procesar la información referente al tema, situándolos como
agentes receptivos de información; esto es, que validan y a su vez incorporan la información que
ofrecen los medios de comunicación, por lo que creen que es cierto y correcto, aunque tal informa-
ción la ven como tentativa y en desarrollo.
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información que la mujeres sobre este tipo de temas se debe a razones culturales, debido a que las mujeres se encuentran
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Anexo
Creencias epistemológicas
Los temas relacionados con el clima son de gran actualidad y continuamente se habla de ellos en los
medios de comunicación. Con frecuencia, podemos leer informaciones sobre el cambio climático,
la contaminación atmosférica, el calentamiento de la Tierra, temperaturas extremas, el aumento del
nivel de agua en los océanos, y el derretimiento del hielo en las regiones polares. Noticias sobre estos
temas salen a menudo en periódicos y revistas, así como en la televisión o en la radio. La mayoría
de científicos que estudian el clima tienen formación en ciencias tales como química, biología o
meteorología. Las siguientes afirmaciones hacen referencia a conocimientos sobre el clima y a cómo
uno llega a adquirir conocimientos acerca del mismo. No hay elecciones correctas ni incorrectas en
estas afirmaciones; son sus creencias personales lo que nos interesa conocer. Utilice la escala que
verá abajo para marcar su elección. Si está completamente de acuerdo con una afirmación, marque
el 10; si está totalmente en desacuerdo marque el 1. Si está más o menos de acuerdo con una afirma-
ción, marque el número entre 1 y 10 que mejor exprese su creencia.
La educación ambiental es una asignatura que ha tran- Environmental education is a subject that has gone
sitado de manera lenta para ser incluida en el currículo slowly to be included in the university curriculum.
universitario. Investigaciones realizadas en educación Research conducted in higher education shows poor
superior demuestran la escasa formación y sensibi- training and sensitivity of university students to face
lidad que los jóvenes tienen para enfrentar la actual the current environmental problems. The Bachelor of
problemática ambiental. La licenciatura en Ciencias Science in Education is one of the careers offered by
de la Educación es una de las carreras que ofrece la the Autonomous University of Tlaxcala which aims
Universidad Autónoma de Tlaxcala cuyo objetivo es to train professionals to join the labor field of educa-
formar profesionistas para integrarse al campo labo- tion. In this paper the results of research conducted
ral de la educación. En el presente trabajo se exponen with young undergraduate students in education are
los resultados de la investigación realizada con jóvenes exposed. The objective was to identify their training
estudiantes de esta licenciatura. El objetivo consistió in environmental values to analyze how they are pro-
en identificar su formación en saberes ambientales a fessionally prepared to act against the global environ-
fin de analizar cómo se están preparando profesional- mental crisis and from their professional profile con-
mente para actuar ante la crisis ambiental global y des- tribute to understanding and solving the difficulties
de su perfil contribuir a la comprensión y solución de facing the present and future generations.
las dificultades que enfrentarán las presentes y futuras
generaciones.
Palabras clave: educación superior, problemas Keywords: higher education, environmental issues,
ambientales, formación profesional, university education, curriculum.
currículum.
* Profesora investigadora del Posgrado en Educación. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad Autónoma de Tlaxcala. México.
CE: caleza2003@yahoo.com.mx
** Candidato a Doctor en Desarrollo Regional. Área de Investigación: Políticas públicas, agricultura, ambiente y desarrollo. Facultad de Socio-
logía, Trabajo Social y Psicología. Universidad Autónoma de Tlaxcala. México. CE: eramon_mx@yahoo.com.mx
La educación ambiental, un saber pendiente en la
formación de jóvenes estudiantes universitarios
1. Introducción
Uno de los fines de la educación superior es responder a las necesidades que la sociedad deman-
da formando profesionistas comprometidos en valores y conocimientos para lograr una vida y
un entorno humano mejor. Es por ello que los modelos educativos actuales requieren renovarse y
adaptarse a los cambiantes contextos del mundo. Al respecto, en la década de los setenta, como re-
sultado de la preocupación por el deterioro que estaba sufriendo el ambiente, surgió el concepto de
Educación Ambiental (EA) como herramienta para educar a hombres y mujeres responsables con
el medio. Sostenida en una filosofía integral, sistémica y transformadora, la EA propuso un cambio
de pensar antropocéntrico, a uno basado en un sistema de relaciones locales y globales respetuosas
de la vida como garantía para la mejor conservación de los recursos naturales para las presentes y
futuras generaciones (Novo, 2009).
El camino que la EA ha tenido que transitar para ser admitida teórica y conceptualmente en pla-
nes y programas de estudio universitarios ha sido largo, es un saber pendiente en las instituciones
de educación superior, esto a pesar de la responsabilidad que éstas tienen ante el desafío de la crisis
ambiental y de la sustentabilidad global incluidas en sus funciones de investigación, extensión, di-
fusión y vinculación. No obstante el documentado retraso, la historia de la EA en México registra
su inicio en los años ochenta, cuando universidades e institutos de educación superior, incluyeron
materias, talleres y cursos con temáticas afines en sus programas de estudio y comenzaron a reali-
zar investigaciones, conformar redes y a formar academias ambientales (Bravo, 2005a).
En relación a lo anterior, el paradigma de la EA inició su inclusión en el currículo de la educa-
ción superior en el año 2000, cuando la Asociación de Universidades e Instituciones de Educación
Superior (ANUIES) dio a conocer una serie de acuerdos en materia de educación ambiental para sus
organismos afiliados con el propósito de que desde sus planes y programas de estudio se favoreciera
la formación de profesionistas con un alto sentido de responsabilidad ambiental (Bravo, 2005a). Fue
en el año 2003 cuando la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT) realizó una serie de gestiones
para desde sus programas realizar las acciones ambientales instituidas; como resultado de ello, en
2004, se estableció el Taller de Ambiente y Desarrollo como materia de tronco común en todas sus
licenciaturas. En ese mismo año, se fundó la Licenciatura en Ciencias Ambientales y un año más
tarde la Maestría y Doctorado con el mismo nombre (UAT, 2006).
No obstante los avances, la crisis ambiental que enfrenta la sociedad global es creciente, se con-
tinúan explotando y reduciendo alarmantemente los recursos naturales y los programas de forma-
ción universitaria carecen de conocimientos transversales para enfrentarla. Por esta razón, el ob-
jetivo de esta investigación consistió en identificar la formación en saberes ambientales de jóvenes,
alumnas y alumnos, de la licenciatura en ciencias de la educación a fin de conocer cómo se están
preparando para actuar y desde su perfil profesional contribuir a la comprensión y solución de las
dificultades ambientales que soportarán las presentes y futuras generaciones. La metodología fue
cuantitativa, exploratoria, con un nivel de análisis descriptivo, por lo que se aplicó un cuestionario
para identificar conocimientos, formación y actuar ambiental de los jóvenes licenciados en ciencias
de la educación. La población de estudio se conformó por alumnos y alumnas de séptimo y octavo
semestre, en quienes, por lo avanzado de su trayectoria escolar y profesional, se logró identificar el
objetivo de la investigación; el cuestionario fue aplicado de manera censal.
La revisión de investigaciones con enfoques similares realizadas en países de Latinoamérica y
España nos permitió identificar formación, hábitos y compromisos institucionales con los que se
prepara al estudiantado en este tópico e identificar cuáles han sido las aportaciones de la EA para
constituir su preparación profesional. Las preguntas que guiaron esta investigación se centraron en
1) identificar los saberes ambientales de los jóvenes estudiantes de la licenciatura en educación, 2)
conocer el nivel de conocimientos que tienen para actuar ante la problemática ambiental y, 3) cono-
cer el nivel de formación y compromiso en valores y actitudes que tienen para ser transmisores en
EA hacia las presentes y futuras generaciones.
En el apartado de resultados, los principales datos revelaron que 14.5% de alumnos no tiene
claridad de lo que significa un recurso natural, 74% aseguró que la EA es una actividad propia de
las mujeres y 24.2% coincide en que es necesario que los planes y programas de estudio de carreras
relacionadas con la educación incluyan EA, no obstante 37.2% no tiene claro cuáles pueden ser los
contenidos de esas asignaturas. En las conclusiones se plantea la necesidad de incluir asignaturas
de EA en los currículos universitarios, particularmente en las profesiones relacionadas con procesos
de formación escolar y un mayor compromiso por parte de las instituciones de educación superior
para fomentar un cambio de actitud de los jóvenes universitarios ante las problemáticas ambientales.
Desde hace varias décadas, la humanidad ha enfrentado las problemáticas ambientales resultantes
del uso y explotación indiscriminada de los recursos naturales, es por ello que una de los primeras
reuniones de la que se tiene registro a nivel mundial para resolver esta situación fue la Conferencia
de Naciones Unidas sobre el Ambiente Humano, realizada en Estocolmo, Suecia, en el año de 1972;
este acontecimiento fue uno de los referentes para que en 1975 se realizara en Belgrado, Yugosla-
via, el Seminario Internacional de Educación Ambiental (SIEA) en el que se delinearon el fin y los
objetivos de la Educación Ambiental (EA) y el diseño del Programa Internacional de Educación
Ambiental (PIEA) (González, 2005: 25). Estos acuerdos se refrendaron en 1977 en la Conferencia In-
tergubernamental sobre Educación Ambiental (CIEA) llevada a cabo en Tbilisi, Georgia, En este
evento se diseñaron las directrices para instaurar transversalmente, y desde un enfoque interdisci-
plinario pedagógico, la llamada “dimensión ambiental” en los sistemas educativos escolarizados y
no escolarizados. Casi 20 años después, en 1995, la UNESCO pretendió modificar el paradigma de la
EA por el de “Educación para un futuro sustentable”, la propuesta no fue del todo aceptada, en su lu-
gar se propuso utilizar la noción de “Educación ambiental para la sustentabilidad”, que más tarde se
modificó por el de “Educación para el ambiente y la sustentabilidad” en la Conferencia Internacional
de Tesalónica, Grecia, realizada del 8 al 12 de diciembre de 1997 (González, s/f). Este transitar y la ur-
gente necesidad de incorporar la noción ambiental en las universidades se concretó en los acuerdos
firmados en Cali, Colombia en 1999, en los que se establecieron los lineamientos para incorporar en
sus profesiones los Conceptos y Saberes Ambientales (Bravo, 2005b: 87, 88).
En México, los inicios de la EA se configuraron en la década de los ochenta, no obstante en
las Universidades e Instituciones de Educación Superior se formaliza su ingreso hasta el año 2000
(González, 2007; González y Arias, 2009; Calixto, 2012), cuando la ANUIES presentó el Plan de Ac-
ción Ambiental para el Desarrollo Sustentable en las Instituciones de Educación Superior, en el cual
se sugería que estas instituciones orientaran sus rumbos hacia la consolidación del trabajo ambien-
tal y su vinculación con los sectores público y privado. En este marco de acuerdos, las instituciones
comprometidas firmaron el Plan de Acción para el Desarrollo Sustentable ANUIES-SEMARNAT,
además se integraron algunas de ellas al Consorcio Mexicano de Programas Ambientales Univer-
sitarios para el Desarrollo Sustentable (COMPLEXUS, 2005; Bravo, 2005b).
Ante esta circunstancia, las universidades asumieron su responsabilidad de trabajar en la for-
mación de jóvenes habilitados en la prevención y solución de las problemáticas ambientales globa-
les, lo que, aunado a su significativa función universal, abrió la posibilidad a las nuevas generaciones
de profesionistas de prepararse para enfrentar el desafío de la creciente in-sustentabilidad que expe-
rimenta el planeta a través de las acciones de investigación, vinculación, difusión y administración
(Nieto, 2001; Nieto y Medellín, 2007).
Para atender los acuerdos establecidos por la ANUIES de ofrecer servicios educativos de cali-
dad para formar personas con alto sentido de responsabilidad social y ambiental, la Universidad
Autónoma de Tlaxcala incluyó en el año 2004 el Taller de Ambiente y Desarrollo como asignatura
de tronco común en todas sus licenciaturas. En el mismo año se fundó la Licenciatura en Ciencias
Ambientales en la Facultad de Agrobiología. En ese contexto, el Plan de Desarrollo Institucional
2006-2010 consideró la dimensión ambiental en sus líneas de acción y en el mismo periodo se fun-
daron los programas de Maestría y Doctorado en Ciencias Ambientales. Estas acciones, inherentes
al paradigma de la EA, sentaron los precedentes para que en el año 2006 se conformara la Red Am-
biental Universitaria (RAUAT) y en el año 2008 se concretara el Plan Ambiental de la Universidad
Autónoma de Tlaxcala (PAUAT) (UAT, 2006). Derivado de lo anterior, el actual Plan de Desarrollo
Institucional 2014-2018 estableció entre sus metas Sociales Universitarias “Activar la Red Ambiental
Universitaria” para organizar el cuidado del medio ambiente, además de establecer como parte de
sus objetivos el fomento a la formación de criterios responsables para “lograr una mayor sustentabi-
lidad de los recursos energéticos y el agua” (UAT, 2014: 86).
La oferta actual de la UAT es de 36 licenciaturas que hasta antes del año 2012 centraban su aprendiza-
je en contenidos, no obstante a partir del diseño e implementación del Nuevo Modelo Humanista
Integrador basado en Competencias (MICH), modifican significativamente los principios educativos
que lo regían, y se apuesta por una formación centrada en un estudiantado comprometido con su
entorno, sensible a las problemáticas sociales y ambientales que enfrenta la humanidad (Ortiz, 2014).
La Licenciatura en Ciencias de la Educación, que se imparte en la facultad del mismo nombre
desde el año 1987 (Hernández y Ramírez, 2006), se imparte con base en el actual modelo 2012; su
plan de estudios se encuentra disponible en la página oficial de la Universidad e indica los objetivos
y requisitos que el estudiantado debe conocer cuando ingresa y egresa como profesional de la edu-
cación. El sitio indica campos de acción laboral en el sector público, en la iniciativa privada o por
cuenta propia, igualmente, señala las habilidades para la planeación, evaluación, gestión e investi-
gación educativa. Asimismo, indica que para garantizar una trayectoria escolar exitosa, alcanzar los
objetivos propuestos y desarrollar las competencias, es recomendable que quienes ingresen cuenten
con los siguientes rasgos característicos:
nicas y equitativas, comprometidas social y naturalmente para impulsar una educación liberadora
e integral encaminada hacia la transformación social y holista del alumnado, como parte de su for-
mación e internalización personal (Terrón, 2010).
Entonces, la EA, como en su momento señaló Novo (2009), antes que definición, se plantea como
una opción para modificar las relaciones entre la naturaleza y los humanos, que es un instrumento
de transformación social y empoderamiento de los más débiles con el objetivo de conseguir so-
ciedades más armónicas y equitativas. No obstante, explica, la EA además permite reconocer un
diálogo de saberes para establecer la ruta de la comprensión del mundo más que del conocimiento
de la realidad, de saberes objetivos sobre procesos objetivados, cosificados o realizados. De esta
manera, para quien se forma en temas ambientales, conocer no es suficiente, ya que este concepto
puede marginarlo a él y a sus sentidos; pues sólo es a través del entendimiento que se puede llegar
a comprender las relaciones entre los procesos, entre la naturaleza y la humanidad. Para Leff (2004)
este proceso de apropiación de la problemática ambiental se explica como un diálogo de saberes a
través del cual se ofrece un proceso de comunicaciones, de intercambio de experiencias y de com-
plementación de conocimientos para saber actuar ante los problemas ambientales.
Al respecto, González (2005: 31) explica que uno de los principales objetivos de la EA es hacer
que el ser humano comprenda la naturaleza compleja del medio ambiente resultante de la interac-
ción de sus aspectos biológicos, físicos, sociales y culturales, facilitando con ello una utilización
más reflexiva y prudente de los recursos del universo para la satisfacción de las necesidades de la
humanidad. En este aspecto, Novo (2009) sugiere incluir un objetivo que contenga una filosofía de
vida, en la que los seres humanos hagan un replanteamiento de sus relaciones con la biósfera y con
lo que les rodea. En este camino las instituciones de educación superior, responsables de continuar
trabajando en la solución de este compromiso global, se verían exigidas desde sus ordenamientos
internos a incluirla en los contenidos de sus planes y programas de estudio.
Lo anterior tiene corresponsabilidad con los objetivos generales de la educación, los que, según
Araya (2001), tienen la función de formar para la adquisición de conocimientos, habilidades y capa-
cidades éticas para la vida, o como las define Carrasco (2013), competencias para la vida, genéricas
o transversales como parte del proceso de formación integral de los alumnos, que en este contexto
de profesionalización se relacionan con el saber conocer, el saber ser y el saber actuar ante las crisis
ambientales. Este es uno de los principios que desde hace algunos años permea en los aprendizajes y
modelos pedagógicos, por lo que la EA, en los currículos de educación superior, viene a amalgamar-
se como una opción para generar y mantener nuevos comportamientos, actitudes y formación en
valores asociados a los saberes ambientales, lo que ha permitido a las sociedades humanas adaptarse
a las distintas condiciones y situaciones del ambiente (Calixto, 2012: 1021).
Ante estos compromisos, Leff (2004) comenta que el papel de la EA como asignatura en la edu-
cación superior contribuye al logro de nuevas relaciones entre los seres humanos, ofrece un espacio
de sinergias y complementariedades entre los saberes, sobre el mundo actual y la realidad presente,
asimismo, ofrece nuevas formas de comprensión dialógica de la naturaleza y de las culturas. Al
respecto, González (2007) indica que la EA conceptualmente articula el precepto de los saberes en las
profesiones educativas y que para el hacer y para el actuar, apunta a ser una de las mejores opciones
de transmisión de conocimientos, valores y comportamientos que pueden favorecer la compren-
sión y la solución de los problemas ambientales (Espejel y Flores, 2012).
Navarro y Garrido (2006) coinciden en que la EA debe integrar conocimientos, actitudes y accio-
nes, y no sólo informar sobre un determinado problema, además, explican, debe ayudar a encon-
trar respuestas o soluciones para detener y evitar el deterioro de los ecosistemas; aún más, se trata de
asumir y comprender el problema y actuar sobre él, es decir, la EA estaría buscando en el profesional
de la educación una conducta responsable, conocimientos sobre el ambiente, su problemática, y las
estrategias para actuar. Por lo que Calixto (2012) sugiere que se forme al estudiantado en valores, y
en el compromiso con las relaciones y con el ambiente, de tal manera que en su preparación, asocia-
da al saber ambiental, tengan la oportunidad de aportar a las sociedades humanas los conocimien-
tos y las posibilidades de adaptarse a las nuevas condiciones ambientales que enfrenta el mundo.
De esta manera, los saberes ambientales en las universidades se empalman al paradigma concep-
tual de competencias, que se le puede identificar en los currículos a partir de dos enfoques: el con-
ductual, muy cercano a las propuestas de orden laboral, y el sistémico, relacionado directamente con
la perspectiva cognitiva (Díaz-Barriga, 2011). Es decir, la EA en la educación superior asociada a los
saberes para el saber conocer, saber ser y saber actuar, confluyendo en un solo afán: formar a profesio-
nistas de un programa educativo con conocimientos habilidades y actitudes para resolver problemas
y actividades orientadas a la construcción y transformación de la realidad ambiental con temas de
interés comunes, como atributos para responder con éxito a la complejidad social global (Flores, 2011).
En definitiva, los saberes ambientales, ya sean específicos o transversales para la EA en la edu-
cación superior, se desenvuelven aún en un campo del conocimiento en construcción, lo que hace
suponer que el transitar de la conceptualización a su incorporación en los programas de estudio de las
instituciones de educación superior es un tema pendiente en la formación del estudiantado, lo cual se
relaciona y tiene su fundamento en los trabajos de investigación analizados en el siguiente apartado.
3. La estrategia metodológica
4. Lo encontrado
Para tener un acercamiento a los saberes ambientales de los jóvenes estudiantes, hombres y mujeres
universitarios en formación de séptimo y octavo semestre de la Licenciatura en Ciencias de la Edu-
cación, los resultados se describieron en el siguiente orden: características de la población de estu-
dio, saberes ambientales, formación para el saber ambiental y formación para el actuar ambiental.
Los primeros resultados revelaron que de los 145 alumnos y alumnas de la Licenciatura en Ciencias de la
Educación de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, 72% cursaba el séptimo y 28% el octavo semestre,
en cuanto al género 72% de la población fueron mujeres (104) y 28%, es decir 41 sujetos de estudio, fueron
hombres. En cuanto a la edad, se encontró que el principal grupo etario (94%) se concentró entre los 21
y 24 años y un reducido 5% entre los 25 y 27 años. La ocupación de los sujetos de estudio, además de ser
estudiantes, reveló que 57%, es decir 87 de ellos y ellas, además de estudiar también trabajan; 26% en el
sector educativo, 37% en la iniciativa privada y un mismo porcentaje (37%) en espacios diversos.
80%
60%
40%
20%
98% 99% 97% 82% 81% 94% 51%
0%
Alumbrado
público
Internet
Teléfono
Energía
Agua potable
Gas
Drenaje
Para identificar los saberes ambientales, en el ítem no. 1 se les pidió enlistar los recursos naturales
que consideraban vitales para la subsistencia; en la tabla 1 se observa que para 71.7% el recurso agua
es el más importante, le siguió el aire con 4.9%, al respecto, lo que llamó la atención es que 14.4% del
estudiantado expresó no saber lo que es un recurso; este resultado coincide con lo investigado por
Coya (2001) quién señala la deficiente y escasa formación ambiental que permea entre las nuevas
generaciones de jóvenes, situación que los mantienen ajenos a las dimensiones sociales y a las pro-
blemáticas ambientales que enfrenta el planeta.
En el mismo sentido, el siguiente ítem, el número 2, buscó conocer cuáles de estos recursos estaban
cercanos a su casa. Los datos indican que 78.6% no ubica recursos cercanos a su casa, 1.4% algún río
cercano a su casa, 17.9% bosques y 1.4% parques naturales (véase tabla 1). En el ítem no. 3 se les preguntó
si identificaban algún recurso en crisis o altamente contaminado, la respuesta no se limitó a una sola
opción, de tal suerte que cada alumno o alumna tenía la posibilidad de marcar uno o varios recursos;
el porcentaje más alto fue para los lagos con 90.3%, para bosques 79% y le siguieron con 69.7% los ríos
(véase tabla 1). Es importante destacar que el perfil de egreso de la licenciatura menciona que los licen-
ciados en ciencias de la educación tendrán los conocimientos humanísticos y científicos para entender
su relación con el medio, no obstante los recursos agua y aire, ambos en crisis por su uso irracional y
desmedido a nivel nacional e internacional, no fueron marcados, lo que muestra la urgente necesidad
de formarlos en temas que desde su ámbito de acción laboral serán de vital importancia en su labor
de transmisores de actitudes hacia la sostenibilidad ambiental de las presentes y futuras generaciones.
El siguiente cuestionamiento se planteó de la siguiente manera; ¿quién debe cuidar el ambien-
te? 74% de la población consideró que la responsabilidad de cuidar los recursos es de las mujeres,
puesto que ellas tradicionalmente son el sector de la población que mayor participación tiene en
estas acciones; en cambio, un escaso 7% indicó que los responsables de cuidarlo son los hombres
y 12% coincidió en mencionar que la responsabilidad es de ambos, (7% no contesto) lo que a decir
de Novo (1996), no es equitativo, ya que según la autora, en la EA, tanto hombres como mujeres
deben estar comprometidos con la realidad local y planetaria como una responsabilidad de todos.
Este resultado deja ver la necesidad de incorporar, además de la ambiental, temáticas de género en
las universidades, trabajar para incluirlas con alumnos y alumnas, de tal manera que se refleje en
Recursos
Ítems Parques No
Agua Aire Bosque Ríos Lagos
naturales sabe
1. Recursos naturales que
71.7% 4.9% 4.2% 2.7% s/d 2.1% 14.4%
consideras vitales
2. Recursos naturales que identificas
s/d s/d 17.9% 1.4% s/d 2.1 % 78.6%
cercanos a tu casa.
3. Recursos naturales en crisis o
s/d s/d 79.3% 69.7% 90.3% 48.3% 2.8%
altamente contaminados
Fuente: Elaboración propia.
acciones como la ambiental el nivel de conocimiento de la equidad, esto a pesar de los obstáculos
institucionales que enfrenta el paradigma en las universidades (Buquet, 2011).
Para identificar los saberes ambientales en función de las responsabilidades compartidas, se les
preguntó si anteriormente habían participado en actividades relacionadas al cuidado del ambiente;
28.2% mencionó haber participado en jornadas comunitarias, 13.9% en limpieza de ríos, 17.2% en
limpieza de barrancas y 40.7% expresó no haber participado nunca en alguna actividad relacionada
al cuidado del ambiente (véase tabla 2).
Los resultados indican que la falta de interés para involucrarse en actividades para el cuidado
del ambiente tiene que ver con el el hecho de no haber participado anteriormente en actividades
destinadas a la conservación de los recursos, ya que al momento de la encuesta 40% de la población
dijo no haberlo hecho; al respecto Talavera y Rosales (2010) concluyen en su estudio que esto implica
instituir estrategias de mayor difusión, información y sensibilización del cuidado al ambiente, en
el que se les involucre a ambos, hombres y mujeres, profesionistas, en igualdad de condiciones para
formarse de manera holista, con una actitud respetuosa de su ambiente, del género y como miem-
bros activos en la transformación ecológica de su entorno.
En el siguiente bloque del cuestionario se buscó conocer la formación para el saber ambiental como
parte de su profesionalización; por esta razón, se les preguntó si recordaban haber cursado asignaturas
de educación ambiental en su trayectoria escolar; 57.2% mencionó una materia de taller de ambiente y
desarrollo, 14.5% un taller de ambiente, 13.1% una asignatura de desarrollo del medio ambiente, y 15.2%
no recordó el nombre (véase tabla 3). Estos resultados denotaron la falta de contenidos ambientales en
la malla curricular de los jóvenes estudiantes de las ciencias de la educación, lo cual concordó con lo
investigado por Coya (2001), quién también encontró que existe una deficiente formación ambiental
en las trayectorias estudiantiles universitarias con “pocos” conocimientos sobre la crisis ambiental, so-
bre la dimensión social de la misma, aunado al escaso compromiso institucional para implementarla.
Si se toma como referencia el perfil de egreso del Plan de Estudios 2012, en el que se menciona
como una de las habilidades del profesionista de la educación promover el desarrollo sustentable
para el uso adecuado de los recursos naturales, con miras a mejorar la calidad de vida de las genera-
ciones actuales y futuras, se les preguntó si estarían dispuestos a realizar en su actividad profesional
acciones a favor del cuidado y conservación del ambiente. Las respuestas positivas alcanzaron 88%,
no obstante, 12% expresó su negativa a participar, lo cual indica que aún hay un grupo de estudian-
tes con escasa sensibilidad ante la crisis actual, lo que reafirma la necesidad de formar y reforzar
temáticas que profundicen el compromiso de los profesionistas con las demandas ambientales. A
quienes expresaron su disposición a participar, se les preguntó en qué actividades; 41% expresó que
plantando árboles, 10% como guardabosques, 23% en talleres de educación ambiental, otro 23% en
campañas de limpieza y 4% en otras actividades (véase tabla 4).
Estos resultados tienen relación con lo encontrado por Talavera y Rosales (2010), quienes entre
sus hallazgos identificaron que el grado de conciencia ambiental de jóvenes universitarios requiere
de instituir estrategias de mayor difusión, información y sensibilización del cuidado al ambiente,
involucrando al alumnado y al personal docente, que resulte en una formación holista de profesio-
nistas respetuosos de su medio, activos y atentos a las transformaciones que demanda su entorno.
Finalmente, para identificar su saber actuar, se les pidió enlistaran las acciones que a partir de sus
valores consideraban fortalecería la EA desde la educación; en la tabla 5 se observa que la concienti-
zación junto con la conservación registraron los porcentajes más altos, 18.6% señaló que a partir de
la enseñanza es como se va a inculcar la EA, sin embargo, un importante 22.8%, es decir, 33 jóvenes
estudiantes, no respondieron este cuestionamiento.
Los datos que se muestran en la anterior tabla coinciden con los hallazgos de Casado (2011), quien
concluyó “la necesidad de imbuir en el alumnado” una formación en la que se les prepare para entender
que como profesionistas tienen la misión de actuar con un alto compromiso socio-ambiental, basado
también en un sistema de valores y compromisos con la sociedad y con el ambiente (Calixto, 2012).
Finalmente, de acuerdo al perfil de egreso de los jóvenes licenciados y licenciadas en educación,
formados al momento de la aplicación del cuestionario por más de seis semestres con habilidades
para la planeación, evaluación y gestión educativa, se les cuestionó acerca de cuáles consideraban
serían las asignaturas de EA que proponían incluir en el plan de estudios de su profesión; las res-
puestas fueron las siguientes: 21.3% consideró necesario incluir una asignatura de desarrollo am-
biental, 13.1% una materia de ecología, 12.4% una de educación ambiental y 37.2%, es decir, 54 jóvenes
alumnos y alumnas no saben qué asignatura incluir en su malla curricular (véase tabla 6).
5. Discusión y conclusiones
Desde su origen, la Educación Ambiental (EA) fue definida como una opción para replantear las
relaciones entre la naturaleza y la humanidad, bajo este supuesto es que se buscó incluirla en los
currículos escolares formales y no formales de las instituciones de educación superior con el objeti-
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117
“Hagan un grupo de Facebook para esta clase”
¿De qué hablamos cuando hablamos de redes sociales?
Open a Facebook group for this class!
What are we talking when talking about social networks?
Fernando de Jesús Domínguez Pozos, Rocío López González
y Juan Carlos Ortega
Beatríz Ramírez Grajeda*
Recepción: 29 de septiembre de 2015 | Aprobación: 25 de marzo de 2016
Comúnmente, el trabajo grupal es reconocido como The group work commonly is recognized as technical
un recurso técnico de intervención. En los ámbitos resource. At educational levels, it tends to be reduced to
educativos suele reducirse a un procedimiento peda- a didactical model or as a fun technique. Even the first
gógico o a una técnica de divertimento. Incluso los pri- efforts of working groups were tight to experiments in
meros esfuerzos de trabajo con grupos estuvieron ce- laboratory, quantification of participations, identifica-
ñidos a experimentos de laboratorio, cuantificación de tion of roles, etc. In the field of research, while group
participaciones, identificación de roles, registro de in- work is a fertile mode for the production of material
teracciones, etcétera. En el ámbito de la investigación, for analysis, it is very important that the researcher has
si bien el trabajo en grupo es una modalidad fértil para philosophical and epistemological clarity on its place,
la producción del material de análisis, resulta muy im- its implications; its objectives and the distance with
portante que el investigador tenga claridad filosófica y the theme, the theoretical notions that plays, as well as
epistemológica, sobre su lugar, sus implicaciones, las holding an ethical stance within the processes of re-
nociones teóricas con las que juega, así como sostener search. Required to reflect what it is investigated, what
una postura ética dentro de los procesos de investi- the research process generates, and what methodolo-
gación. Requerirá de reflexionar ¿para qué investiga?, gical decisions and implications are?, which subjects
¿qué investiga?, ¿qué genera en el proceso de investi- convenes and how to build them?, from what realizes
gación?, ¿qué implican sus decisiones metodológicas?, his work? This work reflects on it, from the proposed
¿a qué sujetos convoca y cuáles construye?, ¿de qué da Training Groups Psychoanalytically oriented, trying
cuenta su lectura o su interpretación? Este trabajo re- to consider its complexity with rigorous philosophical,
flexiona sobre ello a partir de la propuesta de los Gru- epistemological and theoretical foundations.
pos de Formación Psicoanalíticamente Orientados,
tratando de considerar su complejidad con bases filo-
sóficas, epistemológicas y teóricas rigurosas.
* Docente investigadora del Departamento de Educación y Comunicación de la UAM Xochimilco, Doctora en Ciencias Sociales, Responsable
del programa Tiempo y Formación, Trayectorias de la Condición Humana, integrante del Seminario Interinstitucional Cultura Educación e
Imaginario Social. México. CE: bgrajeda@correo.xoc.uam.mx
Fundamentos del trabajo grupal para la
investigación social
Antecedentes
El presente ensayo deriva de dos distintos programas de investigación que han abonado a nuestro
modo de pensar el trabajo con grupos: Psicoanálisis y formación profesional y Tiempo y formación.
Trayectorias de la condición humana, ambos al abrigo de la Universidad Autónoma Metropolitana;
aunque en distintas unidades y con diferentes modelos educativos: uno por asignaturas y otro en
sistema modular.
El primero (Psicoanálisis y formación profesional), inmerso en la licenciatura de administración,
nos acercó a las perspectivas psicosociológicas (Royaumont, 1971), particularmente aquellas cuyo
interés en la articulación del psicoanálisis, la sociología, y el estudio de las instituciones dieron lugar
a una psicología social que prometía nuevos modos de trabajo: el grupo operativo (Bauleo, 1982), la
intervención institucional (Lapassade, 1979; Guattari et. al., 1981, Lourau, 1975), tanto en organiza-
ciones (Lapassade, 1999), en empresas (Bruneau, 1990, Winkler, 1999) como en instituciones edu-
cativas y de salud (Guattari, 1976). Su impacto en el ámbito educativo (Zarzar, 1980; Santoyo, 1981;
Souto, 2000, Bicecci, Ducoing y Escudero 1990), prevalece incipiente hasta nuestros días. En el ám-
bito organizacional bajo la sociología clínica (Gaulejac, 1993; Gaulejac, Rodríguez y Teracena, 2005),
heredera de paradojas teóricas y metodológicas, en su intento por vincular el psicoanálisis con otras
disciplinas (sociología, antropología, etnografía e historia). En un tenor más crítico, los trabajos de
intervención comunitaria, al abrigo de investigadores de la UAM Xochimilco (2002), logran poner
énfasis en los procesos subjetivos y el análisis de la implicación que subyacen a la investigación, más
allá de la ilusión de hacer psicoanálisis en grupo.
Si bien existen trabajos que han generado aportes teóricos (Kaës et al., 1996; 1995) importantes
en la comprensión de los grupos y sus procesos, resulta fundamental distinguir sus alcances, sus
límites y sus excesos. Pues no es extraño que el profesional se incorpore a talleres y seminarios
de actualización donde se incurre en intervenciones impulsivas, carentes de un método riguroso,
con apuestas revolucionarias más personales, incluso narcisistas, que de acción social. Con la pre-
tensión de ser transdisciplinarios, se permiten la importación y la mezcla de nociones y concep-
tos devenidos de la antropología, la filosofía, la psicología, la sociología, francamente contrarios al
psicoanálisis. No obstante, en la intervención sociológica, se realizan interpretaciones clínicas que
violentan a los participantes, pues antes que trabajar para ellos o con ellos se trabaja sobre ellos. Eso
transgrede toda ética del psicoanálisis (Lacan, 1988).
En los casos más críticos, la corriente de estudios organizacionales insiste en el trabajo “motiva-
cional”, de adaptación a las condiciones laborales que viven sus integrantes con la arenga de “mejora
continua”, se desconoce así el rigor psicoanalítico y la potencia creativa de los integrantes de los
que se espera alienación y adoctrinamiento. Con frecuencia, las perspectivas, otrora alternativas,
encallan en esas contradicciones donde persiguen un claro objetivo de preservación funcionalista,
utilitaria y productiva a pesar de que los desarrollos teóricos y planteamientos metodológicos sean
contrarios a tal objetivo, transgrediendo así su genealogía política y el trabajo ético que les dio lugar.
Al psicólogo social le es demandado el trabajo de intervención en instituciones y organizacio-
nes productivas con los siguientes propósitos: adaptación al ambiente organizacional o a nuevas
condiciones laborales, maquillar las relaciones de poder, acelerar estrategias de cambio de objetivos
organizacionales, reformas institucionales, lograr nuevas metas financieras, entre otras cosas. Di-
fícilmente son pensados para revalorar a las personas en su lugar de trabajo tal como lo reconocen
Goldrat y Cox (1999), aún menos, valorar la subjetividad en el trabajo, dar paso a su deseo o promo-
ver sujetos autónomos; por ello, un trabajo psicoanalítico en la empresa resulta imposible (Ramírez,
2008), pues la intervención transgrede no sólo la necesaria demanda que precede a todo análisis,
sino que estropea el reconocimiento de deseo y toda posibilidad de autonomía, el primero implica
reconocer a los individuos, el segundo, la capacidad de acción de los grupos.
Este hecho obliga a tener claros distintos aspectos: el encargo y sus agentes, la importancia de
la demanda, el necesario posicionamiento ético, la construcción de objetivos en grupo, la cons-
trucción de conceptos y técnicas que facilitarán la organización del trabajo y mantener la atención
flotante frente a la construcción de estrategias grupales, conflictos, relaciones de poder, resisten-
cias, vínculos con la institución. Todas formaciones grupales legítimas, expresiones de disidencia
y diversidad, testimonios de tiempos y espacios disímiles en la institución que se interviene. Pen-
samos que, antes que objetividad y control, debe permitir un trabajo reflexivo sobre la implicación
del investigador, los preceptos éticos que acuña, así como sostener las siguientes preguntas: ¿qué
concepción de hombre subyace a su práctica?, ¿qué sujetos formamos? y ¿qué mundo forjamos?;
reflexiones que, con frecuencia, el investigador y el interventor pierden en su empeño por la eficacia
de la intervención, olvidando su lugar y su posición ética.
El segundo programa (Tiempo y formación. Trayectorias de la condición humana) se desarrolla
en el marco del sistema modular en la UAM–Xochimilco, que apoya la formación profesional en la
investigación directa; de manera que docencia, investigación y vínculo con la sociedad están en-
granados. Tampoco me extenderé en este punto pues excede a los propósitos de este ensayo. Sólo
mencionaré que el proyecto Convocatorias de Identidad en los mass media y sus destinos en la
formación de niños y adolescentes, ha generado proyectos de servicio social que impulsan la for-
mación de profesionales y científicos sociales capaces de generar conocimiento sobre las infancias y
las adolescencias en nuestro país a través de la investigación con grupos distintos (niños, maestros,
orientadores, directivos y padres de familia).
Dar prioridad al proceso investigativo antes que a la intervención, nos llevó a la necesidad de
reconocer teóricamente las vicisitudes del trabajo con grupos, pero sobre todo tener claridad epis-
temológica y capacidad crítica en la construcción de técnicas que propician un trabajo reflexivo y
analítico; menos directivo y más constructor, donde se privilegia la palabra de los participantes, se
da paso a las construcciones grupales que hacen emerger hallazgos, identificar actores silenciosos
que actúan en el grupo y generan profundos cuestionamientos sobre las prácticas educativas, po-
líticas organizacionales, económicas; condiciones que hacen posible la configuración grupal, sus
prácticas y sus disidencias. Sostenemos que, si se les permite la palabra, los grupos generan conoci-
miento sobre la institución donde están insertos, la organización que guardan, las alianzas que es-
tablecen, los sectores a los que pertenecen, los intereses que los mantienen en ella y los vínculos sin-
gulares que generan en el lugar que instituyen. De ahí que nos empeñemos en esta fundamentación.
Propósitos
En este trabajo se propone a los grupos de formación psicoanalíticamente orientados (GFPO)1 como
una modalidad de investigación potente, que exige partir de fundamentos teóricos, filosóficos,
epistemológicos y metodológicos rigurosos que rebasan el simple uso técnico al que se les ha des-
tinado en ámbitos laborales y educativos con el desafortunado nombre de “dinámicas de grupo”
o se les ha subsumido a intervenciones psicosociológicas en la organización. Como herramientas
técnicas, los grupos se han puesto al servicio de objetivos de sensibilización, impulso de cambios de
prácticas, procedimientos o ideologías, sin más reflexión que la efectividad conductual. Nos impor-
ta aquí fundamentar el trabajo grupal y este modo de acercarnos al campo de investigación, pues
frecuentemente es denostado incluso por científicos sociales.
Resulta necesaria esta reflexión pues pensamos que la educación es una práctica política cuyos
actores requieren reconocer profundamente su noción de hombre y de mundo; así como de pensar
sobre los modos de ser y de hacer que promueven o generan, los lugares que ocupan, las demandas a
las que responden. Hacer de la educación una práctica analítica en la que gesten una posición sobre
su función y el reconocimiento de su lugar en ella desde donde: reproducen, forman, resquebrajan
el sentido social o elucidan su mundo. Es decir, una posición ética desde donde asumir su microfí-
sica de poder y su responsabilidad en la institución de la sociedad.
El lector encontrará aquí una reflexión sobre la investigación con grupos; las tensiones que en-
frenta el investigador para producir su material de análisis, así como una posición sobre el modo de
1 A los que me referiré indistintamente en este trabajo como grupos, trabajo grupal o grupo de reflexión.
proceder técnico y las condiciones del trabajo interpretativo. Al final se hará referencia a una expe-
riencia que se propició con Grupos de Formación Psicoanalíticamente Orientados realizada con jó-
venes universitarios, quienes construyeron sentido e identificaron las preocupaciones de su práctica.
Distancias necesarias
El trabajo de intervención funge generalmente como apoyo a procesos de reforma, por demanda
de alguna institución que requiere apuntalar cambios y se vale de muchos mecanismos para poder
hacerlos. Por ejemplo, con los procesos de evaluación inscritos en parámetros empresariales, se di-
señan estrategias de intervención grupal que posibiliten la operación de esos criterios. Así las insti-
tuciones educativas y de investigación entran en la lógica del “mercado”, estableciendo categorías de
calidad, cantidad, satisfacción del cliente, etcétera; de tal suerte que es frecuente encontrar reactivos
relativos a la productividad, la competitividad y los servicios, en las evaluaciones del trabajo acadé-
mico. Debemos distanciarnos de esta intención. Nuestro trabajo con grupos no pretende intervenir
en ellos para generar cambios deliberadamente anticipados, imponer modos de pensar o sugerir
prácticas respondiendo así a una demanda empresarial, institucional o gremial.
Cada intervención grupal, esté consciente o no su coordinador de ello, instituye modos de ser,
de hacer y de relación, concepciones del mundo que promueven prácticas, modos de vínculo que
reconfiguran la institución social y conllevan una noción de sujeto. Tomemos como ejemplo la
denominada dinámica de grupos en el ámbito de la educación, donde se prioriza la utilización de
técnicas y ejercicios de entretenimiento, sensibilización, comunicación y análisis para facilitar el
aprendizaje de un tema. El aprendizaje se da en un campo de fuerzas donde el sujeto interacciona
con otros, influye y es influido para modificar sus percepciones respecto al campo del que él es par-
te. Desde aquí el individuo es efecto de la interacción y la comunicación con su grupo en el aquí y el
ahora, sin considerar su historia familiar, las condiciones del contexto social o político donde vive.
Se reduce a la primacía de sus procesos cognitivos conscientes, que pueden ser manipulables; pues
de lo que se trata es de reorganizar sus percepciones más que de realizar una reflexión crítica sobre
las situaciones en las que se encuentra.
La teoría del campo de Lewin y su dinámica de los grupos también impactaron en el terreno de
las organizaciones (Cornaton, 1969; Drevillon 1973, Maisoneuve, 1981) pues representaban la aplica-
ción de la ciencia del comportamiento a fenómenos psicosociológicos como la apatía, el desinterés,
el ausentismo, los conflictos interpersonales, etcétera; mismos que pretendían abatirse a partir de
estrategias grupales, experimentos de laboratorio donde se buscaba fortalecer a los líderes, motivar
a los trabajadores, resolver conflictos y minimizar la resistencia al cambio. Desde aquí se concibe al
sujeto como un recurso más de las organizaciones productivas al cual hay que manejar a través de
técnicas de sensibilización, motivacionales y de cohesión grupal. Resulta particularmente significa-
tivo que la motivación sea valorada por la adaptabilidad del sujeto a los cambios que se le imponen.
Versiones más actuales de esta perspectiva se han ensayado en los círculos de calidad, la ética em-
presarial y la cultura laboral.
En el ámbito de la psicología comunitaria, el trabajo de investigación-acción constituye aún un
recurso importante para alentar la socialización de las poblaciones vulnerables, la sensibilización
100 Revista Interamericana de Educación de Adultos Año 38 • número 2 • julio - diciembre de 2016
Fundamentos del trabajo grupal para la investigación social
Lo primero que hay que anotar es que el énfasis de trabajo en estos grupos está en la investigación,
no en la intervención clínica, educativa o política, pues la condición para que se conformen los
grupos es el análisis de nuestras prácticas, el conocimiento de los saberes y las significaciones que
las sustentan. En tanto que se conmina a la creación lingüística, suelen tener un efecto terapéutico
(Kaës, 1978), es en ese nivel donde es dable reconocer un rasgo de intervención; pero esto no es algo
que nos propongamos como objetivo principal. Esto mismo tiene sus dificultades porque la mayor
parte de las personas busca recomendaciones, consejos, guías que orienten su acción, pero para ello
estamos imposibilitados, pues el encuadre mismo advierte que se brinda un espacio grupal para la
comprensión y la generación de conocimientos sobre nuestro mundo, nuestras prácticas y las con-
diciones que tenemos en él, lo cual hace sumamente difícil el trabajo de campo.
Partimos de que la producción de material de análisis y el trabajo interpretativo se rige por una
ética que procure respeto y autonomía en los grupos. Al respecto es necesario acotar varias ideas
que, pensamos, aseguren varios desplazamientos: 1) Hacemos investigación con los sujetos no so-
bre ellos, lo que implica un lugar diferente al de experto que analiza desde fuera, 2) Se impulsa
Revista Interamericana de Educación de Adultos Año 38 • número 2 • julio - diciembre de 2016 101
Beatríz Ramírez Grajeda
una analítica y un trabajo interpretativo en acto donde es posible que se discutan los hallazgos,
las lecturas y las conjeturas, 3) Partimos siempre de los saberes, las certezas, las experiencias de los
sujetos; convocándolos al reconocimiento de su experiencia y el lugar que se hacen en el mundo,
4) El investigador interroga el mundo desde las producciones grupales y permite al grupo que lo
haga, evitando hacer interpretaciones silvestres guiadas por sus saberes o prejuicios. La analítica
in situ permite elaborar interpretaciones que probablemente el grupo cuestione, brindándonos la
posibilidad de reconocer las condiciones de emergencia de lo que se representa. A continuación,
ponemos de relieve fundamentos que subyacen al modo de trabajo que hacemos y la postura ética
indispensable para realizar investigación con grupos.
Primera: toda práctica de investigación está marcada y tiene inscritas concepciones sobre lo que
significa investigar, ello testimonia nuestra posición sobre el conocimiento humano y una pers-
pectiva epistemológica o filosófica sobre el quehacer investigativo. De tal suerte, unos se dan a la
tarea de pesquisar verdades, reproducirlas y legitimarlas, es decir; capturarlas en papiros científicos
desde los que se hacen generalizaciones normalizadoras. Algunos se centran en producir y repro-
ducir conocimientos funcionales técnicamente a la vida humana y otros más de construir interpre-
taciones, conjeturas o elucidaciones del mundo. Con esas concepciones nos acercamos al campo,
construimos objetos de investigación y procedemos a diseños metodológicos que idealmente sean
congruentes, pertinentes, consistentes con las construcciones teóricas a las que nos afiliamos o las
que producimos. Con ese arsenal convocamos y fundamos a los sujetos de investigación, les otorga-
mos un status en ella, conferimos y testimoniamos sus condiciones de existencia. Este hecho mar-
cará nuestras lecturas e interpretaciones.
Solemos pensar que todo investigador requiere hacer un análisis de sus nociones y perspectivas,
de sus supuestos teóricos y de las fronteras que éstos le imponen; pues ello le permitirá advertir sus
implicaciones personales y sus límites disciplinarios. Pensamos, con Elías [1990] que el investigador
necesita reflexionarlos, no sólo para reconocer el compromiso social y político que le da su lugar, al
pertenecer a un sector social o a diferentes grupos de interlocución sino para establecer la distancia
necesaria que posibilitaría una mirada de contexto más allá de su disciplina, sus prejuicios o su sen-
tido común y para generar una propuesta de interpretación derivada de sus análisis y sus esfuerzos
de comprensión. Sostenemos que procurar las distancias necesarias, le permitirá un trabajo ético
en la elucidación de su mundo.
Segunda: para realizar un trabajo de investigación con grupos, es necesario movernos de los
protocolos de investigación que nos obligan a procedimientos estadísticos o normativos, así como
de aquellas nociones que lo conciben como un laboratorio social donde lo que importa son los
recursos técnicos que reproduzcan ciertas condiciones homogéneas para asegurar una validez y
una confiabilidad. Pensamos con Duvignaud que: “[…] se necesita otro paso distinto, otra epis-
temología para hacer frente a esas manifestaciones irrepetibles e inopinadas que son la fiesta, la
creación artística, los sueños, la práctica de lo imaginario que es el juego” (1982: 16). Desde aquí los
sujetos no son datos ni números representativos o una muestra poblacional; nos enfrentamos a una
incertidumbre permanente, porque no sabemos qué se construirá en el vínculo, el enfrentamiento
y el diálogo con otros.
Tercera: concebimos al grupo como un espacio para el habla, la escucha, la acción y el vínculo. El
trabajo grupal permite al sujeto reconstruir su capacidad de acción, reflexión y acción consigo mis-
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Fundamentos del trabajo grupal para la investigación social
mo y los otros (Ramírez, 2009). Desde esta perspectiva, los sujetos en el grupo no son informantes
u objetos de estudio sino hermeneutas que construyen el sentido que tienen sus acciones y a su vez
ejercen una acción dinámica en su mundo. Desde aquí no se trata de obtener datos, información o
estar a la espera de respuestas contundentes, se trata de promover a un sujeto activo donde pueda
aparecer en sus palabras: historia, vínculo social y lugar en el mundo. De tal suerte el sujeto es in-
terpelado a un trabajo reflexivo, autónomo, donde su palabra es tan posible como la de otros, en ese
sentido se construye como proyecto (Castoriadis, 2007).
Cuarta: resulta indispensable reconocer el estatuto del lenguaje en la reproducción social que no
puede ser tasado desde los parámetros estadísticos; pues su cualidad asociativa permite lo mismo
conformidad, disidencia y creación. Congruente con ello, la investigación en grupo no se propone
la generalización de hallazgos con fines nomotéticos, sino que da cuenta de cómo se toma lugar en el
drama social. La palabra y la acción generadas en los colectivos es testimonio de lo que acontece, de
lo que se da la psique de cada sujeto a sí misma en un intento de sentido que le permite tener certezas
sobre el mundo y actuar en él en ineludible vínculo con los otros.
Reconocemos que las ciencias sociales nos han conminado a generar perspectivas epistemológicas, teó-
ricas y metodológicas que permitan una comprensión del mundo más allá de las tendencias nomoté-
ticas. Desde esta perspectiva, pensar en un sujeto activo, en una ciencia creativa y en sus implicaciones
nos permite reconocer el lugar y el compromiso político que tenemos en los temas que nos atañen. Nos
movemos permanentemente en el ámbito de la reflexividad, donde es necesario poner de relieve el aná-
lisis de la experiencia, las prácticas, los encargos y el lugar de los participantes dentro de un contexto.
Sostenemos que el lenguaje juega un papel importante en la construcción de la realidad y el
conocimiento sobre la misma; ejerce una acción sobre el mundo no sólo al nombrar cosas y fenó-
menos que acontecen sin intervención de la voluntad humana; sino al nombrar cosas posibles que
fincan las condiciones de la creación social, sea en el acuerdo, la conformidad o la oposición.
Cuando se recurre a un trabajo de investigación a través de entrevistas individuales, narrativas,
historias de vida, entrevistas autobiográficas, conversaciones, etnografía, etcétera, el habla de un
sujeto construye un testimonio de pertenencia a múltiples colectivos, ahí toma lugar la historia, las
producciones imaginarias, las prácticas de cohesión y los saberes que mantienen sus vínculos, pero
también en él se crean sentidos donde los sujetos se dan un mundo para sí, resignifican su experien-
cia y distinguen el lugar que ocupan en la institución social. De ahí que el sujeto convocado en una
investigación grupal sea un sujeto reflexivo.
En el trabajo de investigación grupal se conmina a la realidad: a reproducirla, a representarla en
un permanente desliz que impulsa a convenir, a creer, a repetir, a representar, a interpretar, a cons-
truir, a imaginar, a inventar, a comprender distintas aristas donde se produce. Ello no está exento de
equívocos, de ficciones, de mitos, de fantasías, de calidades de relación con el mundo y de modos de
comprensión sobre el mismo; muy por el contrario, en el grupo se dan cita las condiciones que hacen
posible que un hecho o un conjunto de hechos acontezca. Es en ese juego que el trabajo grupal resulta
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Beatríz Ramírez Grajeda
significativo; pues el habla expone nuestra propia experiencia, configura y recrea el mundo donde
se realizan las pulsiones de la psique y hallan expresión en el mundo social que representa el grupo.
Ni el investigador ni los otros están ahí como jueces; son la posibilidad de que el sujeto hable y
haga lazo social, confronte, aparezca, convenga o se dé sentido para sí en ese mundo. En ese trabajo se
revelan posiciones, modos de pensar, certezas con las que actúa el sujeto, singularidades económicas
o condicionamientos políticos en los que ocurre la relación humana. Los participantes del grupo no
están al margen de nada de lo que le acontece, pues cada uno juega un lugar desde donde reproduce la
realidad, desde donde instituye lo social; posibilitando que las cosas sean así y no de otro modo.
Todas las disciplinas en ciencias sociales reconocen la importancia del otro. Él es fundamental en
nuestra vida no sólo porque en inicio dependemos de él, sino porque a lo largo de nuestra vida esta-
blecemos intercambios, vínculos que nos constituyen, socializan nuestra psique y nos configuran una
identidad al pertenecer a unos grupos y diferenciándonos de otros. Al respecto Kaës afirma: “[…] la
psique humana es en sí misma intersubjetividad, transmisión, grupalidad, y sobre esta base se organi-
za su propio modo, que permanece irreductible a una psicología de la intersubjetividad [...]” (1995: 377).
El trabajo en grupo permite advertir los vínculos, las regularidades, la proliferación de las palabras
constructoras de sentido y, eventualmente, la irrupción del sentido lineal, es decir; el quebrantamiento
del tejido uniforme y sin pespuntes que nos ofrecen los discursos disciplinarios de la educación, de la ad-
ministración, de las instituciones de gobierno, etc. Irrupción que opera en la palabra singular pues, aun-
que lo que expresa se censure o se oculte, se hace lugar en el mundo, se realiza en la transgresión, el equí-
voco, el chiste, la palabra disidente; testimonios de intimidad o complicidad colectiva que revelan cómo
lo abyecto participa en actos sutiles, prácticas comunes o naturalizadas en la producción de la realidad.
La palabra transita en la vida cotidiana, pacíficamente en actos esperables al abrigo de convocato-
rias de desconocimiento de sí y del propio lugar en la institución social; lo que genera conformismo
e ignorancia. Los hombres son cómplices al aceptar las prácticas, los discursos, los vínculos que los
desconocen. Paradójicamente, buscando reconocimiento, las repiten, las socializan, las naturalizan,
las legitiman. Incluso la producción grupal disiente, crea, construye y actúa en la uniformidad de los
tejidos institucionales, las racionalidades de discursos ordenadores de la sociedad que se imponen.
Convocado al análisis de las prácticas, el grupo da cuenta de su experiencia, de su lugar y de las
condiciones sociales que las hacen posibles. Violencia de las prácticas, de las palabras, de los afectos,
de las pasiones que, a pesar del obsesivo afán por suprimirlas de la producción científica, insisten en
realizarse y toman presencia transformando infinitesimalmente el mundo.
Kaës (1995: 378) reconoce cuatro zonas de conocimiento: un conocimiento psicoanalítico de los
grupos, un conocimiento de formaciones y procesos intrapsíquicos, un conocimiento de la inter-
subjetividad y un conocimiento de las funciones del grupo y de la institución. Nuestro interés de
investigación nos permite identificar como prioritarias las formaciones grupales que se construyen
en aras de sentido, alentando prácticas, discursos y acontecimientos.
Pensamos que no sólo es necesaria la inclusión del sujeto en la producción del conocimiento en
las ciencias humanas2 sino que una forma de acercarnos pertinentemente es permitir un trabajo
en grupo que configure las condiciones para un ejercicio hermenéutico. Coincidimos con Szasz y
Lerner cuando afirman:
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Fundamentos del trabajo grupal para la investigación social
En el conjunto de las metodologías cualitativas, la investigación del grupo ocupa un lugar fun-
damental para la comprensión, construcción y reconstrucción de la subjetividad colectiva. Es
un instrumento de análisis privilegiado para el estudio de la trama transindividual, donde se
desarrollan toda clase de dimensiones, entre otras: la política, la económica, la psicosocial y la
psíquica” (1999: 246).
Hemos sostenido que, como modalidad metodológica, el trabajo grupal rebasa el orden de la obten-
ción de datos, y pensamos incluso que el ámbito de la causalidad o la experiencia pasada. La palabra
hace aparecer ilusiones, fantasías, ficciones, fabulaciones, figuraciones que construyen los sujetos
para hacer vivible su coexistencia con otros en la compleja y contradictoria realidad; donde buscan
lugar y reconocimiento; o reafirman la diferencia que los construye como identidades del mundo.
Los grupos reflexivos procuran y promueven a los sujetos como hermeneutas, pues en sus cons-
trucciones se condensan prácticas, saberes, historia, arte, juego, tradición y se expresan formas de
ser en el lenguaje que a su vez constituyen síntesis de múltiples tiempos: pasado, presente y futuro.
En el trabajo grupal se promueve una producción imaginaria fecunda: aparecen lugares, modos de
ser y de hacer; posibilitando la comprensión y la construcción de explicaciones a los complejos contex-
tos sociales. Identificando actores y condiciones que, cotidianos y rutinarios, se escapan a la conciencia.
El grupo establece un juego donde el tiempo y el espacio coexisten; el prejuicio, los saberes y las
prácticas se entretejen, el conocimiento se construye haciendo hablar a la dinámica histórica del
contexto y las negociaciones que realiza la psique, tomando lugar y respondiendo a las convocato-
rias de su mundo. En el trabajo del grupo no sólo importan los saberes o las opiniones de los sujetos
sino hacer emerger las fantasías que sostienen las acciones, los vínculos humanos tanto como sus
certezas. El grupo nos conmina a reconocer nuestra implicación y advertir sus riesgos y límites en
los procesos interpretativos. Promueve la enunciación y las certezas del sujeto de manera lúdica;
en un suave movimiento donde todo acontece in situ, en el momento mismo en que se da; donde
lenguaje y comprensión, azarosamente, muestran el juego de diferentes realidades imbricadas, en-
trecruzadas, entretejidas. Y donde el mundo se configura en acto, se da siendo.
Los grupos tienen un efecto formativo y son potencia creadora dada la diversidad de técnicas de
expresión al servicio del análisis, que nos permiten la plasticidad de “resignificar vivencias”. A este
trabajo le subyace la potencia de lo imaginario en tanto que conmina a construir sentido, sea en la
emergencia de la fantasía, en las soluciones de compromiso, en la conformación de un drama, en la
construcción de refugios acordados, en los nichos discursivos o en las expectativas sociales.3
Son muchas las razones por las que preferimos un dispositivo grupal como modalidad para pro-
ducir el material de análisis de la investigación social. Con frecuencia son preocupaciones del in-
3 Mas es necesario reconocer que no por ello tenemos control sobre lo que se produce, las transformaciones o los efectos que
este modo de trabajo suscita. Eso nos lleva a la incertidumbre y a la producción de una suerte de postura que apostamos sea
ética, consistente con esta visión de investigación.
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vestigador la validez de los instrumentos, la veracidad de sus resultados, las comparaciones que les
permitan valorar sus estudios como algo científico.
En los dispositivos grupales no es necesario pensar en términos de validez, confiabilidad, vera-
cidad o verdad. Se privilegia en ellos la producción del material, no el diagnóstico de verdad o false-
dad.4 Se convoca a las condiciones múltiples que hacen posible un fenómeno o hecho. Importa aquí
la palabra, la experiencia cotidiana, la práctica donde se es, los cómo ocurren las cosas, los caminos
que se inventan, las razones que se adoptan para llevar a unas decisiones y no otras, los argumentos
construidos para actuar de cierta forma y no de otra.
Los recursos expresivos, los escritos autobiográficos, las narrativas, los recuerdos, las produccio-
nes gráficas, son preludio de dramas, representaciones, escenas, esculturas humanas que se someten a
análisis, promueven la palabra, el recuerdo, los contextos donde acontece la realidad y se crea sentido.
Cada escena es producida por el grupo, bajo el pretexto de un eje de investigación, es el testimonio
de múltiples temporalidades y espacios que los sujetos tejen, articulan o engarzan a la de otros, ponen de
relieve así lugares, certezas y palabras, preguntas sobre las acciones propias, los “qué”, los “por qué”, los
“cómo” y los “para qué” se alientan esas acciones; de las que el proceso de socialización ha gestado su olvi-
do, su desconocimiento; sosteniendo y conformando la ignorancia del sujeto sobre su lugar en el mundo.
Ese desconocimiento se naturaliza en prácticas sutiles o expresas de exclusión y marginación
repetidas. Algunas veces el grupo advierte la acción aberrante, la palabra abyecta, el olvido del ser;
que su acción instituyente ha refrendado, a veces advierte como la propia acción se aliena cómplice
de lo instituido. En otras ocasiones se advierte que, aún en la alienación de lo instituyente (Casto-
riadis, 2007), la práctica repetida e inadvertida no está exenta de disidencia, trapacería (De Certeau,
1996), corrupción, despojo de sentido de lo instituido. Tal como sostiene Deleuze (1995) en la repeti-
ción siempre hay diferencia y en ese sentido, pensamos, creación instituyente.
Freud (1976 [1900]) sostiene que en el sueño no hay tiempo o coexisten todos; nosotros sostene-
mos que en los materiales que se producen en un dispositivo grupal coexisten, en las palabras, las
expresiones o las escenas representadas; muchos “ahora”, muchos instantes que sintetizan la expe-
riencia vivida que queremos comprender.
Una experiencia comprensiva que no necesita de saturación, de comprobación, de triangulación,
de re-test, de sospechar de la información; pues no es necesario verificar si lo emitido es cierto o no,5
dado que el material producido es creado bajo diferentes ópticas, tiempos, espacios, argumentos, ex-
periencias singulares que dan lugar a una metáfora social particular; que habla de ellas sintetizando las
configuraciones sociales, las condiciones singulares de la experiencia y la realización de lo íntimo; lo
que obliga al investigador a ser un acompañante antes que un encuestador o un director que puede ter-
minar manipulando, sugiriendo o imponiendo su propia construcción o perspectiva sobre las cosas.
En los grupos, la resonancia de patrones, creencias y conocimientos es magnificada, puesta en
escena. Ahí aparecen distintas perspectivas, posiciones, formas de comprensión, experiencias que
4 La enseñanza psicoanalítica nos ha permitido reconocer el valor de la fantasía, de la “mentira”, de aquello que escapa a toda
medición empírica. En la asociación libre el sujeto escribe, enuncia, expresa en su potencia creadora, los refugios sociales en los
que se instala, produce los recursos con los que se enfrenta a los otros y a sí mismo. En la acción dramática los remembra sin em-
pacho, sutilmente los hace aparecer, da testimonio de sus refugios tanto como de las condiciones que les procura esos refugios.
5 Como para Araujo y Fernández sí, piensan que después de llegar a la saturación en las entrevistas profundas es necesario poner
a prueba, comparar, confrontar o triangular la información que dé cuenta de la veracidad de la información obtenida en ellas.
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Fundamentos del trabajo grupal para la investigación social
nos acercan a una diversidad radical, a una advertencia de los horizontes de la formación y la iden-
tidad de sus participantes quienes, replicando e inventando, hacen surgir las dimensiones sociales,
políticas, económicas, institucionales y personales que las gestan.
En síntesis, en un dispositivo grupal, se trata de hacer posibles las construcciones de sentido,
lo que obligan a una analítica: una práctica de reflexión, una práctica reflexionada, una puesta en
escena donde se hacen emerger actores, lugares, posiciones, modos de ser y se confrontan, lo que
implica el cuestionamiento permanente de la acción y las certezas propias; pues en ellas se piensan
los modos de ser de los sujetos (Baz, 1996).
El modo de trabajo
Este tipo de grupos trabaja con temas ejes que se proponen a sus integrantes, quienes han sido con-
vocados a la reflexión de sus prácticas, y se definen según la pregunta de investigación. Esto implica
que cada experiencia se propone como seminario de reflexión sobre la práctica y la formación de la
que se esboza un diseño de trabajo. Como hemos anotado, los GFPO tienen el propósito de generar
experiencias vivenciales a partir de técnicas de acción que promueven el diálogo, el encuentro y la
construcción identitaria.
Resulta prioritario comunicar al grupo los objetivos que se propone el investigador, encuadrar
el modo de trabajo, el destino del material generado (asegurando el anonimato de sus nombres) y
solicitar la autorización para hacer uso del material. Con más frecuencia se nos pide que no sean
jugados nombres de instituciones o personas (hecho que está contemplado en la promesa de ano-
nimato). Así, se propone a los participantes distintos ejercicios de expresión: narración, recursos
dramáticos, construcción de espacios y personajes que aparecen en el trabajo, la práctica o la forma-
ción, experiencias de las cuales toman distancia, se identifican o modifican.
Cada técnica está puesta en juego al servicio de la palabra y el análisis en un suave movimiento
indirecto que pregunta por la vida cotidiana, las rutinas y las prácticas que, dada su cotidianeidad, fre-
cuentemente se pasan por alto; pero, al ser narradas, hacen emerger los modos de ser que aparecen en
acciones legitimadas y discursos aceptados; donde comúnmente prevalece la exclusión de los sujetos en
pequeñas palabras y ejercicios que pasan inadvertidos a la conciencia. Al ponerlos de relieve en un juego
con otros, se advierten los alcances y las dimensiones que ellas tienen en la regulación de nuestra vida.
Si bien el investigador sugiere los ejes iniciales, es necesario advertir que es posible la aparición
de nuevas temáticas según las construcciones del grupo o la demanda manifiesta del mismo de
abordar temáticas particulares relacionadas con el tema inicial. También es posible que se propon-
gan nuevos ejercicios de reflexión dependiendo de la producción grupal y de si lo que se produce es
pertinente a la investigación o no; para lo cual se diseñan técnicas nuevas diariamente o se modifi-
can las que se tenían pensadas siempre que abonen a la producción del material. Privilegiamos toda
técnica expresiva dramática, proyectiva, narrativa, de escritura pues convocan a la verbalización, a
la expresión, a la manifestación, a la representación, lo que pone en marcha una serie de procesos
psíquicos que sintetizan en cada drama, en cada técnica proyectiva, en cada narración, el esfuerzo
de sentido que construyen los sujetos a su práctica, sus elecciones o sus formas regulatorias y de
negociación con el mundo al que construyen y en el que son construidos.
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Cada técnica permite la producción de un material que merece diversas lecturas: una in situ en
el momento mismo de su reproducción, ello conmina a decisiones técnicas y propuestas nuevas que
el investigador hace al grupo, otra se realiza en el momento en que el material se somete a análisis
y a discusión en el propio grupo; en ese trabajo plenario se identifican lugares comunes, pactos
sociales, soluciones de compromiso tanto como disidencias y deslices, que no pueden ser sino la
presencia de la diferencia ante la cual se obligan a una posición, a un reconocimiento y una acepta-
ción de la valía de la propia experiencia, otra en el momento de la descripción de lo acontecido en
el grupo y otras más en la discusión del investigador con sus pares, sean co-coordinadores u otros
investigadores con quienes se trabaja el material escrito.
Es necesario insistir en que las técnicas utilizadas están al servicio de la producción del material,
favorecen la expresión de sus testimonios creencias, opiniones, prejuicios, sentimientos, contradic-
ciones que, al ser analizadas, permiten construcciones significativas para los integrantes del grupo;
advierten el sentido de sus prácticas.
Durante los debates pueden emerger otros procesos de apropiación, de distancia y de significa-
ción, se confrontan tiempos y experiencias en las que se reconoce la valía de la diferencia en la iden-
tidad advenida y la valía de la identidad en la diferencia; ellas serán siempre efímeras y redefinidas
en cada vínculo y en cada espacio donde se resignifica el hacer y el decir propios.
Pensamos que las técnicas utilizadas involucran una serie de procesos inconscientes, cognos-
citivos y lingüísticos que ponen a jugar saberes, recuerdos, memorias o huellas que, en un juego de
continuo desplazamiento, asociación, alianzas y condensaciones, llevan a procesos de identifica-
ción, proyección, sublimación, introyección, creación, etcétera.
Es necesario reflexionar más profundamente sobre la cualidad activa de estos grupos que, advertimos, es-
tarán reconocidos dentro de las modalidades de investigación-intervención —esperamos que al margen
de las tradiciones psicosociológica, socioanalítica y psicoanalítica que otros han inaugurado—. Reconocer
que investigar implica intervenir en una colectividad que por sí misma no se hubiera planteado la reflexión
sobre sus prácticas o discursos. Aun cuando esto no irrumpe o desfasa procesos sociales, como podría ser la
intervención por solicitud o demanda institucional, pensamos que el interés del investigador hace un traba-
jo de intervención al convocar a una experiencia grupal y en la incorporación a estos grupos es voluntaria,
es decir, actúa en un colectivo reunido por intereses, por criterios institucionales o que responde a la convo-
catoria de formar parte de un seminario de reflexión sobre sus prácticas. Esto obliga al investigador a sen-
sibilizarse sobre ese mundo y construir un espacio de trabajo donde pueda generar el análisis y la reflexión.
Al responder a la convocatoria, y una vez encuadrado el grupo en el modo de trabajo, se convoca al
mundo interno, imaginario, significativo del sujeto. Se privilegian las preguntas abiertas e indirectas
que indagan sobre las experiencias en la práctica y se les conmina a responderlas hasta donde ellos se
sientan cómodos. Cada respuesta encuentra ecos en el juego social compartido, pues permiten víncu-
los y revelaciones para los participantes del grupo, con su realidad y la de otros. Se hacen emerger las
interacciones con el grupo que quedan como testimonios de su acción sobre el mundo, lo cual revela
su posición subjetiva y el modo en que son construidos como sujetos en sus prácticas discursivas.
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Fundamentos del trabajo grupal para la investigación social
Una acotación se hace relevante aquí sobre la noción de acción; ella tiene varias cualidades: 1.
Posibilita la creación o las condiciones para que existan los vínculos, 2. Hay una condición de ori-
gen, cuna de modificaciones en las perspectivas, en los lugares o en los tiempos subjetivos de las
personas, incluso en los alcances de las lecturas de su mundo y 3. Produce efectos en cadena.
La intervención se considera una práctica cuasimicrobiana que modifica necesariamente la
configuración social de los actores, al permitirles moverse de horizonte, revelar su lugar en la escena
social y advertirse como sujetos activos: ese es el efecto de la investigación, pero nos hace respon-
sables de las consecuencias, porque la acción no puede deshacerse, empuja hacia otras manifesta-
ciones y ello nos obliga a una práctica ética como investigadores, esto es, permanecer al margen de
riesgos tales como la manipulación, la interpretación fuera de lugar. Esto obliga a constituirnos en
una escucha activa; herencia freudiana que conmina a todo psicoanalista a una atención flotante.
El investigador no queda al margen de lo producido, es responsable por lo que aparezca y, aún
más, no puede hacer desaparecer lo producido, lo visto o lo evidenciado ahí, por lo que debe perma-
necer en silencio; cómplice de la expresión del otro. Para ello está obligado a plantearse permanen-
temente la pregunta ¿qué se quiere con la investigación? Metodológicamente, se quiere saber cómo
producir un saber respecto a algo. Si entendemos que no hay verdades sino procesos de significa-
ción, no se pretende hacer afirmaciones sobre su identidad como colectivo, sino producir significa-
ciones y crear sentidos sobre su formación y la práctica profesional.
Las prácticas son acciones, desencadenan una serie de consecuencias que no pueden deshacer-
se, no hay posibilidad de dar marcha atrás y volver a comenzar, esas acciones convocan a muchas
otras que igualmente tienen su condición de inicio, que jalonean las explicaciones, urgen acciones
instituyentes diversas, contrarias, que complejizan toda vez el mundo de las prácticas. Sólo una ac-
ción analítica llegaría a acercarse a esas condiciones donde se gestan las prácticas y ensayar nuevas
posturas, esto nos lleva a la pregunta: ¿qué hacemos cuando reflexionamos en la práctica sobre la
práctica?, y no podemos más que contestar: actuamos en ella.
La investigación implica entonces un trabajo de acción sobre la formación y las prácticas discur-
sivas que generan los sujetos; hecho por el que los convocamos a hablar sobre su experiencia, sobre
sus saberes (los de cada uno); y lo producido por el grupo da cuenta de las síntesis de acciones y la
cadena de responsabilidades que se tienen en las prácticas, de ahí que apostemos a trabajar sobre las
prácticas y la práctica discursiva de un grupo.
Algunas preguntas vuelven a insistir ¿hay una experiencia de lo colectivo?, ¿qué sujetos pro-
movemos en nuestra intervención?, ¿cuál es el papel de la interpretación?, ¿qué hacer con lo que
hemos generado? Son preguntas que acompañaran todo el tiempo el trabajo de campo, hasta que
el investigador pueda jugar con el material producido, conjeturar y teorizar sobre él en la discusión
con pares o en la intimidad de su escritura.
La cuestión de la interpretación
Por lo pronto, es necesario pensar en el trabajo interpretativo del investigador en dos diferentes
planos: el primero está inevitablemente ceñido a su formación teórica desde la que hace una lectura
silenciosa del proceso grupal y la producción del material; lo que le permite tomar decisiones res-
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pecto al cambio de técnicas y preguntas; es decir, interpreta y en función de eso considera preguntas
eje que permitan hacer proliferar el material. El segundo, da testimonio de su escucha al grupo a
quien le propone preguntas, hipótesis, síntesis de las lecturas sociales que han hecho sus integran-
tes; siempre respetando el espacio de investigación social que ha encuadrado.
El trabajo interpretativo en este tipo de grupos debe ser ejercido con cautelas teóricas y metodo-
lógicas muy rigurosas. Hemos sido testigos de que más de un investigador se ha visto en la tentación
de jugar interpretaciones psicoanalíticas sin el más mínimo rigor teórico, filosófico y técnico al abrigo
de la llamada sociología clínica y desde donde han transgredido todo ámbito ético de la práctica psi-
coanalítica pues, justamente, han incurrido en realizar interpretaciones silvestres sobre el sentido de
las cosas en escenificaciones o narrativas que acontecen en el ámbito pedagógico; vulnerando tanto el
trabajo sociológico como el psicoanalítico, lo que hace encallar el trabajo de investigación.
Cuando reconocemos la enseñanza freudiana en relación a la escucha, la atención flotante y el
trabajo de asociación libre como herencias para realizar un trabajo de investigación, es fundamen-
tal reconocer la diferencia entre las técnicas para promover la palabra y el trabajo de interpretación
clínica, sea psicológica o psicoanalítica que implica siempre una demanda.
Una acotación resulta imprescindible: aunque el investigador tenga formación psicoanalítica, es
necesario apuntalar al grupo y regirse al trabajo de análisis social, todo analista tiene conocimiento
sobre las implicaciones de una interpretación descontextualizada.
La práctica psicoanalítica está sostenida por un encuadre psicoanalítico donde el pacto se cen-
tra en trabajar para el otro que ha venido a demandar nuestra escucha; de tal suerte el investigador
con formación psicoanalítica sabe que debe respetar la ética del psicoanálisis y evitar realizar in-
terpretaciones clínicas en un espacio reflexivo de investigación o de formación. El trabajo clínico
supone una demanda de análisis que no le ha sido dirigida.
El trabajo de investigación con grupos está ofertado por el propio investigador, no le antecede
una demanda por parte del grupo o de alguno de sus integrantes. Ello es problemático, porque
quien investiga se da a la tarea de conformar el grupo y está obligado a solicitar anuencia del mismo
para pensar y dialogar con él sobre un tema específico, generalmente sobre sus prácticas. Requiere
de encuadrar y pactar con él que las discusiones serán escritas y las lecturas del material serán ob-
jeto de análisis después de la experiencia. No está ahí como analista sino como investigador. Toda
interpretación clínica fuera de encuadre constituye una agresión al grupo o a alguno de sus miem-
bros; más allá del acto violento que representa exhibir la intimidad de otro. Este es un problema
que muchos coordinadores de grupo pasan por alto, sea por ignorancia, negligencia o falta de ética.
Lo que orienta la escucha del investigador social que trabaja con grupos implica ciertamente
una interpretación, pero en la medida en que no hemos sido convocados a realizar un trabajo psi-
coanalítico o clínico, sino ha sido interés nuestro gestar una experiencia grupal de investigación,
estamos obligados a respetar ese encuadre.
Los trabajos en plenaria, al finalizar los ejercicios expresivos, son útiles para compartir impresiones,
analizar las acciones, el lugar de actores y la posición subjetiva que tienen frente a ellas los integrantes
de un colectivo. El coordinador debe tener la capacidad de tolerar el silencio del grupo y sus ganas de
imprimir sentido a lo que dice, hace o representa. Con frecuencia encontrará un portavoz integrante
del grupo que advertirá sobre los pespuntes, los vacíos, las incongruencias, las posiciones subjetivas que
regulan las prácticas, los decires o el vínculo con los otros, hecho que los retroalimentará a todos.
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Fundamentos del trabajo grupal para la investigación social
Como se ha anotado en líneas anteriores, nuestro trabajo ha estado inscrito dentro del ámbito de
la investigación: unas veces con jóvenes adolescentes, otras con mujeres trabajadoras (obreras ma-
quiladoras textiles), otras más con profesores de educación básica, con orientadores de bachillerato,
con gestores educativos, con docentes universitarios, con niños escolarizados y desde hace algunos
años con jóvenes universitarios.
Avizoremos un ejemplo: en la investigación “Los destinos de una identidad convocada” (2009)
se preguntaba sobre las construcciones de sentido que hacen estudiantes de administración sobre
su carrera, para ello hubo de convocarse a un seminario denominado Análisis de la Práctica Admi-
nistrativa; en el entendido de que ella es un pretexto para acceder a la significación y el sentido que
se construye de la formación profesional.
Partimos de la idea de que los jóvenes universitarios de la carrera de administración se ven en
el embate de diferentes convocatorias, entre las que se encuentran: la convocatoria institucional, la
editorial, la disciplinaria, la empresarial, la mediática, la práctica docente, la familiar y las demandas
del mercado. Por lo que se definen temas ejes que provocan el diálogo, la discusión y el debate; cada
uno está pensado para ser abordado con una técnica pertinente en tanto que cumpla la función de
favorecer la reflexión y promover el diálogo. Los temas propuestos pueden resumirse como:
Cada sesión está estructurada por distintas fases que proponen al grupo un trabajo individual, un
trabajo en acción y un trabajo de elaboración colectiva, de tal suerte que se inicia con ejercicios que
permitan el contacto primario con la temática y los otros, generando las condiciones para el vínculo
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Beatríz Ramírez Grajeda
y el encuentro, en esta sección las técnicas utilizadas han de ser congruentes con la temática por
abordar propiciando un trabajo individual profundo a través de preguntas simples.
Un segundo momento que es propiamente el abordaje de la temática donde se promueve inter-
cambio, diálogo y discusión de ideas en grupo, donde se requiere que las sinteticen en una acción
ya sea dramática, expresiva, proyectiva o narrativa, que ubica a cada sujeto en la necesidad de ar-
gumentar sus respuestas, sus perspectiva, sus contextos y trabajarlos con quienes han tenido eco
las ideas generadas en su trabajo individual sobre las preguntas eje. De este modo los miembros
de un grupo tienen libertad de hacer construcciones personales, crear o replicar situaciones desde
su singular perspectiva para luego hacerlas funcionar o convenir con los otros, pasando de la con-
frontación con la mirada de los otros a poder guardar distancia, reconocer identidades, advertir
diferencias o ser empáticos con la colectividad.
El tercer momento, un trabajo plenario que, pensamos, promueve la discusión, la creación de
significados y sentidos. Aquí generalmente aparecen tensiones, paradojas, contradicciones, adver-
tencias de roles no conscientes.
Cada sesión se cierra con una recuperación de lo vivido por cada uno, haciendo una síntesis
de lo más importante durante la sesión. Eventualmente resulta significativo solicitar a alguien del
grupo que realice una relatoría de lo que vivió.
Resulta muy importante convocar a los individuos para que se integren de manera voluntaria a
los grupos de investigación y establecer un lugar fijo para llevar a cabo la experiencia que se propone
como seminario vivencial. Se les solicitó que asistieran con ropa cómoda. El medio más efectivo de
difusión, fue el “saloneo” (recorrido por las aulas) y la invitación de pares para asistir en un periodo
intertrimestral al seminario. Con los estudiantes de administración se trabajó en el auditorio uni-
versitario durante cinco días de 9 a 14 horas
El material producido se transcribe en un documento de investigación donde se consigna la te-
mática que dominó en las discusiones (que no es necesariamente la que está programada), la fecha,
el tiempo trabajado, el nombre de quien relató la sesión y después la transcripción fiel de las graba-
ciones. Es importante señalar que éstas fueron solicitadas al grupo, quien no reparó en autorizar
una videograbación. La transcripción se hizo a tres columnas en la de en medio se transcribe ínte-
gramente lo que sucede, en la de la derecha se consignan los temas emergentes y en la de la izquierda
las categorías teóricas que se asoman. Se privilegian aquellas que tienen que ver con la pregunta de
investigación y se discuten aquellas que aparecen como hallazgos colaterales.
En este grupo se asoman diferentes tópicos, grosso modo los señalaremos, dejándolos aquí sólo
apuntados, pues exceden a los objetivos de este trabajo: introducción al contexto de la práctica
administrativa actual (los buenos y los malos), el ingreso a la universidad (el desvalimiento de la
universidad pública y la privada dadas las convocatorias laborales), los grandes monstruos de la
sociedad (la corrupción y la tiranía están adentro de la instituciones, “nosotros las refrendamos”),
las máscaras (revelación de organización jerárquica, imposibilidad de organización de otro modo,
contradicción franca entre la ética que se fomenta en la universidad pública y las condiciones de
trabajo que te obligan a lo contrario entre ellos a desconocer la diferencia), las escenas temidas del
administrador (ser o no ser corrupto). El trabajo de discusión puso de relieve el miedo al ocio, la
reproducción de la lógica sumisión-obediencia incluso en los ámbitos universitarios, aun cuando
se tenga una formación crítica, analítica, propositiva y se demande creatividad. La insistencia de co-
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Fundamentos del trabajo grupal para la investigación social
locarse en posiciones de tiranía a pesar de que se encuentran formados en la crítica social, de tomar
posturas de dependencia frente a personajes que detentan autoridad y las posiciones cínicas que ha
sido necesario crear como solución frente a esas tensiones y paradojas.
Los reclamos de reconocimiento, el deseo de servidumbre, la ilusión de poder, el miedo al ocio
asociado al desconocimiento de la propia persona, el riesgo de ser corrupto y el deseo de tener los
beneficios materiales derivados de la corrupción, la reacción cínica así como el disimulo por la acu-
mulación de riqueza que se desea, son categorías que merecieron reflexión teórica; su análisis ha
sido pretexto de otros trabajos como Los destinos de una identidad convocada (Ramírez, 2010) y La
servidumbre del amo. Paradojas del administrador (Ramírez, 2009); aquí no me detendré en ellos
pues exceden a los propósitos de este trabajo.
Consideraciones finales
El grupo es un espacio para la investigación social que obliga a una claridad filosófica y a una pers-
pectiva sobre el mundo; en él aparecen prácticas, discursos, saberes, certezas, posiciones subjetivas
que ningún investigador puede ahorrarse, porque es en las palabras donde se testimonia, se repro-
duce y se construye la realidad que se hace efectiva.
Algunos profesionales que trabajan grupalmente aseguran con frecuencia que este tipo de tra-
bajo tiene efectos de intervención terapéutica, mas este no es el objetivo de los grupos con fines
de investigación, consideramos que, como otros modos de investigación social y, en tanto que el
lenguaje es condición del vínculo humano, ejerce una acción en la identidad de los sujetos, pues no
sólo la palabra los funda, los interpela, los convoca a ocupar lugares y emitir discursos, sino que en
la palabra misma configuran las identidades que se presentan ante los otros, estableciendo así un es-
fuerzo imaginario (Ramírez, 2003) por construir sentidos, reconocerse, solidarizarse o distanciarse.
Es en la palabra que aparecemos, nos apropiamos del mundo y ejercemos acción en él. De ahí que el
trabajo grupal de investigación sea ineludiblemente una intervención.
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Beatríz Ramírez Grajeda
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Fundamentos del trabajo grupal para la investigación social
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Fernando de Jesús Domínguez Pozos* Rocío López González** y Juan Carlos Ortega***
Recepción: 18 de enero de 2016 | Aprobación: 30 de marzo de 2016
Palabras clave: red, red social, red social digital, Keywords: net, social networks, digital social
jóvenes universitarios, educación networks, undergraduate, higher
superior. education.
** Profesora e Investigadora en el Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana. México. CE: rociolopez@uv.mx
y roxxiolo@gmail.com
*** Investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones en Educación de la Universidad Veracruzana. México. CE: j_j_ortega@
hotmail.com
“Hagan un grupo de Facebook para esta clase”.
¿De qué hablamos cuando hablamos de redes sociales?
Introducción
Las redes sociales son un fenómeno social que ha tomado relevancia en la vida diaria de los indi-
viduos en el presente siglo: actividades laborales, de pareja, así como escolares y académicas via-
jan literalmente en los nuevos espacios de socialización que han sido promovidos por el desarrollo
acelerado y continuo de las tecnologías de información y comunicación (TIC). Entre los jóvenes es
común escuchar frases como “te mando un Whats más tarde” o “¿cómo estás en face?”, incluso, en
términos académicos, en los espacios universitarios cada vez es más frecuente que el docente diga
“hagan un grupo de facebook para esta clase” o que los estudiantes coordinen diferentes actividades
y divulguen resultados de sus estudios a través de las redes sociales.
De acuerdo con Molina (2011) el término redes sociales se ha resignificado con la aparición de las
TIC a pesar de que los estudios sobre éstas tienen más de medio siglo de existencia. Jorge Dettmer,
investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico, comentó en una conferencia en 2015 que el tema de redes sociales ha adquirido gran relevancia
en las últimas décadas. Citando estudios de Freeman (2012) y Molina (2011), Dettmer expone que de
1960 a 1975, período en el que surgen los temas de redes sociales, se publicaron 20 artículos; pero en
el lapso de 1990 a 2005 el número de artículos publicados se incrementó a tres mil y en el año de 2009,
al buscar la expresión social network en Internet, se encontraban 6,546 referencias.1
Particularmente, en una revisión de estudios referente al uso que le dan los jóvenes universita-
rios mexicanos a las redes sociales digitales, realizados en la década de 2004-2014, se identificó que
facebook es la red social más estudiada; estos estudios se enfocan primordialmente a conocer si po-
tencializan o disminuyen el rendimiento escolar de los estudiantes (Domínguez y López, 2015). De
igual forma se identificó una escasa reflexión teórica, así como como un uso indistinto del término
1 Estos datos fueron presentados el 9 de junio de 2015 en la conferencia “Análisis de redes sociales aplicado a las ciencias so-
ciales” en el marco del Seminario de Estudios Interdisciplinarios sobre la Ciencia, la Tecnología y la Innovación del Instituto de
Investigaciones Sociales de la UNAM.
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Fernando de Jesús Domínguez Pozos, Rocío López González y Juan Carlos Ortega
de red social, que suele denominarse con nombres diversos: redes sociales digitales, redes sociales
virtuales o simplemente como redes sociales.
En este sentido, consideramos importante hacer una revisión histórico-crítica de la evolución
del término red social, que parte de la perspectiva computacional del término red hasta llegar a la
denominación de lo que hoy se conoce como redes sociales digitales e incluso un novísimo término:
las redes sociales móviles. En especial resulta importante su estudio si tomamos en cuenta que en
algunos espacios se les considera un fenómeno nuevo, totalmente ligado a las tecnologías digitales,
desconociendo la existencia de otros tipos de redes, tales como las familiares, cibernéticas, neuro-
nales, semánticas, entre otros,2 donde sólo se requiere de la interacción física entre individuos para
construir una red, es decir, basta con los sujetos interactuando con un fin en común.
Primero, es importante determinar qué entendemos por red, palabra polisémica que es preciso anali-
zar desde diversos enfoques para generar un contraste que enriquezca el entendimiento de este térmi-
no básico con el fin de comprender el fenómeno que generan actualmente las redes sociales digitales.
Desde un punto de vista computacional, una red es un conjunto interconectado de computado-
ras autónomas que permite la comunicación entre sus usuarios y compartir información (Kaara-
nen et al., 2006; Moreno, 2015). Una particularidad esencial que explica el boom que vive el fenómeno
de redes sociales es el cambio en el soporte físico de las comunicaciones; se ha pasado de redes
alámbricas a redes inalámbricas.
Desde el enfoque de las ciencias sociales una primera definición de red es aportada por Kadushin,
quien acota que es “[…] un conjunto de relaciones. En un sentido más formal, una red está compuesta
por una serie de objetos (nodos), y un mapa o descripción de las relaciones entre dichos objetos o
nodos. La red más sencilla está compuesta por dos objetos, 1 y 2, y una relación que los une” (2011:
38). El autor establece que entre dos nodos puede presentarse una diversidad de relaciones (simples,
dirigidas, simétricas, entre otras), la red se crea cuando se establece un flujo de información entre dos
o más individuos. Bajo un enfoque político-económico Castells define una red como:
[…] un conjunto de nodos interconectados. Los nodos pueden tener mayor o menor relevancia
para el conjunto de la red, de forma que los especialmente importantes se denominan «centros»
en algunas versiones de la teoría de redes. En todo caso, cualquier componente de una red (inclui-
dos los «centros») es un nodo, y su función y significado dependen de los programas de la red y de
su interacción con otros nodos de ésta. Los nodos aumentan en importancia para la red cuando
absorben más información importante y la procesan más eficientemente (2009: 45).
La definición que da Castells es ilustrativa por su enfoque basado exclusivamente en el valor so-
cial de una red. Ciertamente la idea de este autor, en contraste con las dos previas, es más aplicable a
2 Muchas de éstas redes han sido investigadas por especialistas de diversas disciplinas como la psicología, sociología o matemá-
ticas (Molina, 2011).
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“Hagan un grupo de Facebook para esta clase”. ¿De qué hablamos cuando hablamos de redes sociales?
fenómenos sociales; empero, todos ellos coinciden en lo trascendente de elementos como los nodos,
los vínculos y el flujo de información.
Desde otra perspectiva, Velázquez y Aguilar en su Manual introductorio al análisis de redes so-
ciales definen las redes como “[...] un grupo de individuos que, en forma agrupada o individual, se
relacionan con otros con un fin específico, caracterizado por la existencia de flujos de información”
(2005: 3). Puntualizan que una red tiene tres elementos básicos: los nodos o actores (la suma de éstos
determina el tamaño de la red); los vínculos (los lazos que existen entre nodos), y los flujos (ya sea
que éstos tengan o no dirección en el vínculo que une un nodo con otro). Estos elementos coinciden
con los enunciados por Kadushin, por tanto la idea de red comienza a construirse en torno a la
importancia del nodo, el vínculo y el flujo.
Por su parte, las investigadoras Crovi, López y López, en el libro Redes sociales: análisis y aplica-
ciones, definen red como:
[…] una estructura sistemática y dinámica que involucra a un conjunto de personas u objetos,
organizados para un determinado objetivo, que se enlazan mediante una serie de reglas y proce-
dimientos. Permiten el intercambio de información a través de diversos canales y su representa-
ción gráfica proporciona una visualización de cómo se articulan o relacionan, mediante aristas o
arcos, sus elementos denominados vértices, nodos o actores sociales (2009: 15).
En esta definición destaca el enfoque de la noción de red en torno a individuos y/o instituciones, es
decir, en procesos sociales que van más allá de los conjuntos de redes cibernéticas, semánticas o neu-
ronales, por mencionar algunas. Asimismo, como puntualizan en su obra, sustentan la idea de redes
en la Teoría de Grafos,3 que destaca la importancia de aristas y nodos en el fenómeno de redes sociales.
Como una primera definición de lo que son las redes sociales tomamos en cuenta a Requena quien
las describe como:
un conjunto de puntos (actores sociales) vinculados por una serie de relaciones que cumplen de-
terminadas propiedades. Las redes sociales gozan de una estructura y una morfología propia,
cuyas cualidades, como la posibilidad de cuantificar las relaciones y su consiguiente tratamiento
matemático, evidencian importantes aplicaciones para análisis e interpretación de las conductas
sociales (1989: 139).
Castells (2009) habla del papel de las redes sociales en la vida cotidiana como estructuras comunica-
tivas a través de las cuales los actores sociales promueven sus intereses, valores y tienen la capacidad
de interactuar con otros actores. Dicho autor destaca el hecho de que el fortalecimiento de las redes
3 Para una comprensión más clara de la Teoría de grafos y otros temas acerca del concepto de red, consultar el libro Redes
sociales: análisis y aplicaciones (Crovi, López y López, 2009).
Revista Interamericana de Educación de Adultos Año 38 • número 2 • julio - diciembre de 2016 119
Fernando de Jesús Domínguez Pozos, Rocío López González y Juan Carlos Ortega
sociales, que se da partir de la tecnología pre-electrónica de los transportes (barcos propulsados por
motor, ferrocarril), pasa por la flexibilidad de las tecnologías (dispositivos portátiles) y se refuerza
con los fenómenos actuales de la digitalización, la nanotecnología y microelectrónica.
Una característica principal de las redes sociales es que se “dan entre sujetos que se encuentran
frente a frente, no hay un medio, más que sus propios sentidos, además de que las redes pueden ser
entre dos o más personas, en donde existe una interactividad, la cual designa la participación activa
del beneficiario de una transición de información” (Lévy, 1999: 65), es decir, al tener interacción con
alguien a través de una red social se tiene la oportunidad de recibir conocimientos significativos y
de utilidad para la vida cotidiana.
Si una red social se construye a través de la relación dada a partir de la convivencia entre seres
humanos, se puede decir que el concepto que involucra no es nada nuevo. Por tanto, definiciones
de redes sociales como la de Constante (2013), que las conceptualiza como espacios donde se puede
discutir, proponer, protestar, demostrar inconformidades, hacer grupos o bloques, en las que sus
efectos son díficiles de calcular, no parecen marcar ninguna diferencia entre redes sociales en espa-
cios físicos y redes sociales en el mundo digital:
[…] ¿qué es una red social? Es una estructura en donde hay individuos que se encuentran rela-
cionados entre sí socialmente. O en otros términos: una red social es un portal de Internet que
permite a las personas construir un perfil público o semipúblico dentro de los límites de la pla-
taforma que ofrece los servicios que suelen ser muy variados y generalmente están constituidas
por un grupo de personas ligado por intereses comunes, abierto a compartir pensamientos, pero
también pedazos de la propia vida: desde enlaces a sitios que consideran interesantes hasta las
fotografías o los propios videos personales (Constante, 2013: 28).
Esta definición resalta la importancia de que la red radica en el espacio red, es decir, existe en el
mundo digital que surgió particularmente con la web 2.0, por lo que está ubicada en el momento
actual donde el término red social permea el imaginario colectivo con objetos como los sitios web,
donde se comparten ideologías, críticas, amores, así como momentos cotidianos como los dedica-
dos a la comida, a transitar por la calle, a asistir la escuela y el estar en el mismo hogar.
Por su parte, Requena (2008) destaca la importancia de pensar en los nodos como personas o
grupos, lo cual implica también que los vínculos existentes tengan una serie de propiedades que de-
finen la intensidad de la relación entre sujetos, haciendo notar que el resultado de estas conexiones
influye en las funciones de la red social en la que están inmersas.
La influencia de Internet ha crecido desde los inicios de su uso comercial en los años noventa hasta
su presencia global en la actualidad. Con la web 2.0 el potencial de la red de redes fue descubierto por
usuarios comunes de las TIC, lo que generó una gran diversificación en el uso de las redes sociales
digitales. Para algunos autores (Castells, 2014; Meneses, 2015, por citar algunos) las redes sociales
han sido trascendentales para la generación de fenómenos políticos y sociales en diversos países del
mundo.
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“Hagan un grupo de Facebook para esta clase”. ¿De qué hablamos cuando hablamos de redes sociales?
El origen de Internet se remonta a los años sesenta del siglo XX, cuando se llevan a cabo diversas
investigaciones por parte de instituciones dedicadas a las tecnologías de la comunicación y a la apli-
cación de ordenadores en estas tareas. De acuerdo con Castells:
El cambio tecnológico que liberó todas las potencialidades de las redes fue la transformación de
las tecnologías de la información y la comunicación, basada en la revolución de la microelec-
trónica que tuvo lugar en las décadas de 1950 y 1960. Este cambio tecnológico sentó las bases de
un nuevo paradigma tecnológico que se consolidaría en los años setenta, primero en Estados
Unidos, para difundirse después rápidamente por todo el mundo dando paso a lo que he deno-
minado, descriptivamente, la era de la Información (2009: 49).
Los espacios denominados actualmente redes sociales surgieron en la web, desde su primera versión
(denominada web 1.0) que fue utilizada comercialmente a finales del siglo XX, consolidándose en su
segunda versión, denominada web 2.0, donde el uso comercial y el número de usuarios se incrementó
ante los esfuerzos para hacer más prácticas las interfaces de conexión de red para el usuario común.4
La aparición de la web 2.0 dio paso a la denominada social media, es decir, actividades que com-
parten miembros de una comunidad de manera virtual, por medio de contenidos de texto, audio,
video y/o imágenes, construyendo representaciones de personajes, instituciones o cualquier otro
objeto de interés social. La social media o las redes sociales son ese paso de Internet hacia canales
de comunicación más inmediatos donde el individuo extiende su pensamiento y lo comparte con
la colectividad.
En suma, al hablar de redes sociales digitales, estamos hablando de la evolución que ha tenido
Internet, donde los usuarios pueden interactuar de manera activa y simultánea con otros usuarios
generando una relación mediada por un aparato tecnológico.
El fenómeno de las redes sociales digitales y su alto impacto en la vida cotidiana es uno de los
procesos más acelerados y recientes que se ha presentado en materia de TIC. Según diversas fuentes
(Moreno, 2015; Urresti, 2008; Vásquez, 2011), su surgimiento se remonta a los años noventa del siglo
XX. A pesar de que no existe consenso sobre cuál fue la primera red social digital en el denominado
espacio web, los autores coinciden que entre 1995 y 1997 aparecieron sitios con propuestas incipien-
tes de redes sociales: mIRC, programa de uso masivo destinado al “chateo” creado en 1995; Class-
mates.com, fundada en el mismo año y con el objetivo de que sus usuarios pudieran contactar con
antiguos compañeros de escuela, del trabajo o del servicio militar; SixDegrees.com, red que surgió
en 1997 y permitía a los usuarios crear perfiles, listas de amigos y amigos de sus amigos, enviar men-
sajes e incluso escribir en un tipo de “muro”.
Esta última es considerada como la primera red social digital exitosa por la cantidad de usuarios
que alcanzó (3.5 millones de cuentas), así como por sus características que en cierta medida fueron
retomadas por redes como Facebook y Myspace, entre otras. ICQ fue otro servicio muy popular en
los años noventa, que permitía a los usuarios contar con un servicio de mensajería en red, sin tener
aún las características de las redes sociales contemporáneas.
4 Para tener mayor claridad en torno al crecimiento que ha vivido la red de redes, en su evolución de la web 1.0 a 2.0, recomen-
damos consultar a Jaramillo (2011).
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Fernando de Jesús Domínguez Pozos, Rocío López González y Juan Carlos Ortega
En esta etapa de evolución de las redes sociales ligadas a los espacios digitales, su inclusión en los
espacios escolares era prácticamente nulo, aún no arribaba la innovación que modificó la noción
de conexión: lo portátil e inalámbrico. La web 2.0 promovió que los usuarios de Internet pasaran de
ser consumidores a creadores de contenido con el uso de interfaces más atractivas para el individuo
común. En este sentido, Moreno (2015) señala que el surgimiento de la web 2.0 permitió el desarrollo
de las primeras redes sociales tal como son conocidas en la actualidad; destaca el caso de Friendster,
sistema lanzado en 2002 para compartir mensajes, archivos de audio y vídeo y crear eventos. Por su
parte, Urresti (2008) destaca el caso de Fotolog, que nació como una red de 200 amigos universitarios
que compartían fotos de sus vacaciones, pero que en 2002 fue abierta al público en general llegando
a contar hasta con 16 millones de usuarios.
De acuerdo con estos datos vemos que en 2003 surge una de las redes sociales digitales de mayor
impacto y que comenzó a marcar el alto uso de estos sitios en la vida social contemporánea. Esta es
Myspace, destinada a la vinculación de amigos y que permitía a los usuarios personalizar sus sitios.
En 2005, ésta red fue adquirida por Ruperth Murdoch, quien la consolidó como la red social de
mayor impacto en número de usuarios y valor comercial hasta la llegada y crecimiento de Facebook.
En este mismo año, nació una de las redes sociales que mayor impacto tienen dentro de un sector
profesional, Linkedin, destinada principalmente a las actividades profesionales y que actualmente
cuenta con aproximadamente 350 millones de usuarios en el mundo.
En tres años, de 2004 a 2006, ven la luz las redes sociales digitales que en la actualidad cuentan con
el mayor número de usuarios de manera global: Facebook (2004), Youtube (2005) y Twitter (2006). Fa-
cebook es una red social creada por el joven universitario Mark Zuckerberg, que en un inicio se usó
exclusivamente en el campus de Harvard pero que posteriormente se usó en otras universidades y
finalmente tuvo un crecimiento exponencial en el mundo siendo la red social de mayor impacto en
la actualidad con un total de 1,450 millones de usuarios, según cifra dada por la misma red; Youtube
fue fundada por Chad Hurley, Steve Chen y Jawen Karim, de 28, 25 y 25 años, respectivamente, cuya
finalidad original era compartir videos musicales entre usuarios, su crecimiento ha sido exponen-
cial hasta convertirse en una de las redes de mayor uso en el mundo; Twitter, que es la última de
las tres grandes redes sociales actuales, fundada por Jack Dorsey, Evan Williams y Biz Stone, se ha
caracterizado desde su inicio por limitar a 140 caracteres los mensajes que maneja.
Posteriormente aparecieron otras redes sociales de gran impacto como Skype (2010), Instagram
(2010) y Pinterest (2011) que forman parte de un grupo denominado redes sociales móviles.
El crecimiento de estas redes se ha visto potenciado por el avance acelerado de las comunicacio-
nes, la disponibilidad de dispositivos portátiles móviles (como el iPhone y el iPad, entre otros) y el
surgimiento de la 3G en 2007.
Si bien es cierto que los intentos por dotar de tecnología 3G a dispositivos móviles data del año
2000, es hasta 2007 cuando se logra su éxito masivo con el lanzamiento del iPhone, que revolucionó
los Dispositivos Digitales Portátiles (DDP) y transformó la accesibilidad a Internet y particularmen-
te a las redes sociales digitales. Cabe mencionar que el surgimiento de los DDP con capacidad para
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“Hagan un grupo de Facebook para esta clase”. ¿De qué hablamos cuando hablamos de redes sociales?
la navegación en red, el desarrollo de aplicaciones especiales para el uso de redes sociales y los pa-
quetes de contratación de equipos móviles con acceso ilimitado son algunos de los elementos que se
han conjugado para facilitar el acceso y aumentar el número de usuarios en las redes sociales. Agua-
do y Feijoo (2013) afirman que los usuarios con DDP que acceden a diario a redes sociales en España
pasó de 9% en 2009 a 55% en 2011 debido al servicio ofrecido por Tuenti en ese país, particularmente
creció el acceso a redes como Facebook y Twitter.
El fenómeno tecnológico de desarrollo acelerado de dispositivos, aplicaciones, conectividad y
programación ha generado características en los nuevos actores sociales que nacieron después del
boom tecnológico. Los jóvenes del siglo XXI –denominados nativos digitales, generación@, genera-
ción M o #Generación– han crecido en un mundo donde la presencia digital es parte de su entorno,
por ello es viable señalar que, en principio, cuentan con habilidades tecnológicas que les permiten
y orillan a acceder a sitios en redes sociales digitales con una frecuencia mayor a las relaciones que
llevan a cabo en espacios físicos.
Crovi et al. (2013) destacan que los jóvenes han cambiado sus formas y recursos de expresión, ya
que en la actualidad suelen recurrir a las redes sociales para manifestar sus opiniones. Asimismo,
Aguado y Feijoo (2013) proponen incluso el nombre de usuario mobile first a personas cuyas caracte-
rísticas centrales son tener entre 18 y 34 años, ser propensos a conectarse más a través de DDP y cada
vez menos a través de las convencionales computadoras de escritorio.
El fenómeno de la portabilidad y el desarrollo de aplicaciones de redes sociales para los DDP ha
permitido que el individuo no requiera volver a casa, ni conectarse en la oficina o visitar alguno de
los denominados cibercafé para acceder a sus redes. En el caso de los jóvenes universitarios resulta
importante la accesibilidad a la red a través de conexiones wi-fi, ofrecidas cada vez más por las ins-
tituciones de educación superior. Únicamente se requiere contar con un dispositivo que, a través de
redes inalámbricas o con la contratación de paquetes de telefonía, permite conectarse al momento
para interactuar con otros usuarios.
Este fenómeno ha impulsado el surgimiento de un tipo distinto de redes sociales digitales, las redes
sociales móviles, como Instagram, que surgieron originalmente para equipos móviles a diferencia
de otras que primero fueron sitios en la Web como Facebook y Youtube.
Según Oliva (2012), fue en el año 2009 cuando se dio el mayor incremento en el uso de las redes
sociales. Es posible que la gran mayoría de usuarios hayan sido jóvenes que tuvieron mayor acceso
a las TIC y particularmente al mundo de las redes sociales digitales.
De este modo observamos que el boom de las redes sociales digitales, que comenzó en los años
2004-2007, continúa su desarrollo. Los avances tecnológicos han permitido que la accesibilidad sea
cada vez más simple para los usuarios.
Por lo anterior, el nombre de redes sociales digitales, se puede relacionar con las propuestas de
Negroponte (1995), quien habla del cambio de transmisión de átomos a transmisión de bits, siendo
el bit la unidad mínima de información que se transporta en espacios digitales; algo no tangible
representado como una secuencia de unos y ceros. Negroponte anunciaba que “nos relacionaremos
Revista Interamericana de Educación de Adultos Año 38 • número 2 • julio - diciembre de 2016 123
Fernando de Jesús Domínguez Pozos, Rocío López González y Juan Carlos Ortega
en comunidades digitales en las que el espacio físico será irrelevante y el tiempo jugará un papel
diferente. Tal vez dentro de 20 años, cuando miremos por la ventana, podremos ver un paisaje que
estará a una distancia de 10,000 kilómetros y seis zonas horarias más lejos” (1995: 9).
Otros autores que han investigado la evolución de la tecnología coinciden en señalar que uno
de los cambios más importantes fue pasar de redes análogas usadas en los dispositivos móviles 1G
(en los años ochenta del siglo XX), a aparatos digitales que se consolidan con la aparición de la 3G
entre los años de 2006 y 2007 y con el lanzamiento del iPhone de Apple que revolucionó los dispo-
sitivos portátiles y causó un boom en el manejo de redes sociales digitales (Aguado y Feijoo, 2013;
Kaaranen et al., 2006).
Por ende, las redes sociales digitales tales como Facebook, Twitter, Youtube, por mencionar las de
mayor número de usuarios5 en México (AMIPCI, 2014), se denominan digitales por la plataforma en
que se encuentran y por el código que permite su existencia en el ciberespacio.
No por ello desestimamos el uso del término redes sociales virtuales, reconociendo en él una
solidez lingüística y epistémica con base en el manejo de virtual que aporta Lévy (1999). Aunque en
el uso del término digital está implícita la característica del formato que tiene actualmente la infor-
mación que intercambian los miembros de una red.
Por tanto al referirnos a redes sociales digitales, describimos espacios donde individuos, que
adquieren el rol de internautas, se relacionan con otros internautas intercambiando información
que viaja de manera digitalizada; que construyen comunidades digitales donde el comportamiento
e interacción entre nodos puede ser visualizado e incluso medido por herramientas especializadas,
dada la característica digital que tienen estas redes.
Si bien la definición anterior comprende los elementos de una red social digital, es posible que
haga falta incluir características que han impuesto los adolescentes y jóvenes. En estos grupos eta-
rios el término de red está relacionado al uso de computadoras portátiles, smartphones, tabletas,
y otros dispositivos móviles; es decir, al trasladar la noción de interacción al uso de dispositivos
digitales portátiles la definición debería incluirlos.
Particularmente, los jóvenes que se encuentran actualmente en entornos universitarios, por sus
características generacionales, tienen habilidades de comunicación y organización que se ligan di-
rectamente con éstos, producto de una co-evolución que han vivido con la tecnología, particular-
mente con las redes sociales.
A manera de cierre
El tema de las redes sociales digitales es un fenómeno de reciente aparición y de evolución acelerada.
Tratar de abordar su estudio se torna un proceso complejo: existe información dispersa sobre una
gran variedad de temas, lo que no permite tener una idea clara del fenómeno, ya que surgen varios
enfoques en torno al análisis de las redes sociales digitales.
5 De acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI) y su 11º estudio sobre hábitos de usuarios de Internet, en México
existen 53.9 millones de usuarios de red; el acceso a redes sociales es la primera actividad realizada por los cibernautas na-
cionales con 85% por encima de otras actividades como enviar/recibir emails. Asimismo, en el año de 2014 la misma AMIPCI,
publicaba que las redes sociales con mayor número de usuarios en México eran Facebook, YouTube, Twitter.
124 Revista Interamericana de Educación de Adultos Año 38 • número 2 • julio - diciembre de 2016
“Hagan un grupo de Facebook para esta clase”. ¿De qué hablamos cuando hablamos de redes sociales?
En el momento en que se realizó una búsqueda específica, con el propósito de describir la de-
finición, evolución, clasificación y comprensión de lo que son las redes sociales digitales, se puede
observar que es un tema emergente, y que la falta de bibliografía especializada acerca del mismo
obedece a su desarrollo acelerado, a los nuevos recursos tecnológicos y a la poca reflexión teórica
sobre dicho fenómeno.
Es importante reconocer el crecimiento explosivo que ha tenido el uso de las redes sociales digi-
tales comerciales como Facebook, Twitter o Instagram, así como, observar sus limitaciones. Si bien
es cierto que promueven la interacción entre los usuarios, también existen nodos que no interac-
túan y, por ende, no se involucran en el flujo de información. Este aspecto es muy importante en el
caso de los espacios universitarios, ya que la mayoría de los estudiantes, aun cuando tienen un alto
número de contactos (nodos), mantienen poca comunicación con ellos, fenómeno que se estudia
con la teoría de lazos fuertes y lazos débiles de las redes.
Sin duda alguna, el tema de redes sociales se ha convertido en un tema recurrente en pláticas coti-
dianas, discusiones entre académicos de diversas disciplinas y abordajes teóricos. Un ejemplo de este
interés, es el último texto de Castells (2014), Redes de indignación y esperanza, en el cual se hace hinca-
pié en la velocidad con que tuvo que abordar la temática de las movilizaciones sociales en el mundo
y el impacto que las redes sociales digitales tuvieron en éstos. Caso similar a lo ocurrido en México,
con el fenómeno del movimiento #YoSoy132, cuyo abordaje ha sido principalmente periodístico.
Las investigaciones en torno a los movimientos sociales y su relación con las denominadas redes
sociales son, hasta este momento, casi exclusivamente descriptivas, ya que se trata de fenómenos tan
recientes que no se han construido aún las categorías de análisis para comprender qué ocurre con
esa interacción en redes sociales —digitales y móviles—, no obstante es importante considerar que
el término tiene un recorrido histórico y parámetros que deben reubicarse en el espacio contextual
contemporáneo.
En suma, se considera una tarea emergente continuar con la reflexión teórica en torno a qué
entendemos por redes sociales en el siglo XXI, así como el abordaje de este fenómeno y los impactos
que tiene en los diferentes sitios de socialización del individuo: la escuela, el hogar, el barrio, la ciu-
dad y el espacio global, ahora interconectados.
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126 Revista Interamericana de Educación de Adultos Año 38 • número 2 • julio - diciembre de 2016
Transiciones
128 Carta de Brasília
Carta de Brasília*
La Confintea Brasil +6, balance intermedio de la VI Confintea en Brasil, realizada del 25 al 27 abril
de 2016, reunida en Brasilia, en un momento de riesgo de ocurrir el rompimiento de la institucio-
nalidad democrática, los y las participantes en dicho evento denuncian las prácticas que no respe-
tan la soberanía del voto popular y debilitan lo que fue establecido en la Constitución y repudian
cualquier ruptura que conduzca a retrocesos en el derecho a la educación de las personas jóvenes y
adultas y mayores.
En este contexto reafirman, considerando la urgente necesidad de buscar caminos para el for-
talecimiento de la democracia, lo que fue establecido por medio del diálogo como marco necesario
para que la educación de personas jóvenes y adultas (EPJA) avance y cumpla con su papel histórico
de garantizar los derechos de hombres y mujeres que por diversas razones no han podido ejercer su
derecho humano a la educación.
Consideran que es esencial:
* Este documento integra las conclusiones del Seminario Internacional de Educación a lo Largo de la Vida y Balance Intermedio
de la VI CONFINTEA en Brasil (Confintea VI +6 Brasil), que tuvo lugar en la Ciudad de Brasilia, del 24 al 27 de abril y fue apro-
bado en la sesión de clausura por todas las y los participantes.
Carta de Brasília
cación de adultos priorizando cuestiones como la relación entre la EPJA y el trabajo, la salud,
el medio ambiente, la cultura, la comunicación, la tecnología y los derechos humanos, con-
siderando la diversidad generacional y sus necesidades específicas.
7. Realizar una búsqueda activa de nuevos educandos y llamada pública para incentivar la
matrícula en los medios de comunicación de masas, a fin de provocar la demanda de jóve-
nes y adultos que no han concluido su educación básica.
8. Expandir la oferta de educación profesional integrada a la educación básica en el medio
rural y urbano por medio de la política pública, y no en forma de programa que caracterice
situación de carácter provisional, con el establecimiento de una línea de financiamiento en
la enseñanza fundamental y autonomía en la ejecución de la municipalidad.
9. Establecer la igualdad de porcentaje de la EJA en el Fundo de Manutenção e Desenvolvi-
mento da Educação Básica e de Valorização dos Profissionais da Educação (FUNDEB) a las
otras etapas y modalidades de la educación básica a los niños y adolescentes, ampliando los
recursos financieros que a ésta se destinan, mejorando el sistema distributivo, y promovien-
do condiciones de calidad y la ampliación de matrículas en EJA.
10. Implementar acciones afirmativas de género y orientación sexual desde una perspectiva
intersectorial y de generación de empleos e ingreso que contribuyan a la superación de las
desigualdades socioeconómicas en los educandos de la EJA, considerando la diversidad cul-
tural y social como bandera de lucha para la promoción de la igualdad y la valorización de
la diversidad como contribución a las propuestas de subvención en la proposición de las
políticas públicas.
Revista Interamericana de Educación de Adultos Año 38 • número 2 • julio - diciembre de 2016 129
Reseñas
132
Ética para Gobernar.
Lecciones básicas para un gobierno justo
Miguel Rodrigo González Ibarra
Ética para Gobernar.
Lecciones básicas para
un gobierno justo
Oscar Diego Bautista La ética pública puede entenderse como un hacer colectivo,
un proceso en el que la colectividad y los individuos van
Ética para Gobernar. Lecciones
generando aquellas pautas de conducta y aquel carácter que
básicas para un gobierno justo, permiten un mejor desarrollo de la convivencia y una mayor
México, El Colegio de México, expansión de la autonomía y libertad del ser humano.
Universidad Autónoma del
Manuel Villoria (2000: 19),
Estado de México, Senado de
la República, LXII Legislatura,
En los últimos años la corrupción es un problema que reclaman
2013, 146 p. Http://www.senado.
resolver diversos sectores de la sociedad mundial. La región la-
gob.mx/comisiones/biblioteca/
tinoamericana está inmersa en este vicio, en particular, Méxi-
docs/LXII2013_3.pdf
co. Este trabajo se manifiesta en la construcción de una política
pública que incluye diversos instrumentos éticos de aplicación
práctica como estrategia para enfrentar, prevenir y controlar la
corrupción.
En este escenario, el trabajo de Oscar Diego Bautista intitu-
lado, Ética para gobernar. Lecciones de un gobierno justo, editado
por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) y el
Senado de la República tiene como propósito contribuir al estu-
dio de la corrupción y analizar la importancia de la Ética Pública
como antítesis de ésta.
Asimismo, sugiere generar mecanismos para la incidencia
pública y fomentar valores en los servidores públicos con miras
a fortalecer o generar los códigos de conducta en las institucio-
nes públicas. Dicha propuesta la realiza a través de 17 lecciones
organizadas en cuatro secciones en las que comparte una discu-
132 Revista Interamericana de Educación de Adultos Año 38 • número 2 • julio - diciembre de 2016
Ética para Gobernar. Lecciones básicas para un gobierno justo
sión fundamental para comprender la impor- así como conocer y explicar las causas que dan
tancia de la relación entre ética y política. origen a la corrupción y a las diversas conduc-
Como proemio, es necesario señalar que tas antiéticas en los gobiernos y las administra-
si bien la ética ha estado presente a lo largo de ciones públicas contemporáneas.
la historia de la humanidad, y ha existido una Además, aporta un panorama esencial para
cierta preocupación por la formación de los go- comprender el contexto internacional y realiza
bernantes y establecer códigos de gobierno que un análisis acerca de las medidas (legislación,
incluyan valores, es importante destacar que el convenios, creación de organismos) que se han
libro se propone discutir a fondo de qué manera desarrollado en algunas regiones del mundo
se puede lograr que los individuos que ocupan para articular y poner diques al fenómeno de la
cargos públicos no lleven a cabo actitudes inde- corrupción en los asuntos del Estado.
bidas, así como advierte la necesidad de gene- La segunda parte, Ética y política: elemen-
rar instrumentos para desarrollar sensibilidad, tos para su desarrollo, desde una perspectiva
crear conciencia y madurez desde el individuo centrada en la relación y contrastes entre Ética
para contrarrestar los actos de corrupción. y Política, el autor comparte una recuperación
La obra plantea que el estudio y práctica de de autores clásicos para comprender el origen
la ética pública son de vital importancia por- de la ética pública y discute las políticas públi-
que tiene como tesis central la relevancia de la cas neoliberales contemporáneas que inciden
categoría del servicio público y la misión que directamente en la conducción de los estados
realizan los servidores públicos hacia la plura- y regímenes políticos.
lidad de miembros de la comunidad política. El autor propone realizar una relectura
Para el autor pretender ser ético en el ám- cuidadosa de la teoría política sobre el origen
bito público no es algo generalizado, porque y razón de ser de la política, la cual se vincula
sea algo difícil, sino porque en muchas ocasio- estrechamente con la disciplina ética que, por
nes se ha carecido de la oportunidad de llegar un lado, sirve de freno a comportamientos ne-
a ese conocimiento. “Cualquier persona está gativos o desviados que son nocivos en el ser-
en capacidad de lograr la ética mínima que se vicio público, y por el otro, refuerza los valores
requiera para actuar con responsabilidad en el y comportamientos positivos contribuyendo
ejercicio de sus funciones […] las personas con así a la calidad moral de las personas y de las
principios éticos no ofenden, no abusan, no ro- instituciones.
ban, no mienten, no son soberbias, al contra- Esta sección concluye con una serie de lec-
rio: ayudan, enseñan, son sencillas, solidarias, ciones interesantes acerca de cómo los diversos
responsables con sus tareas y, finalmente, ofre- grupos de poder, sean de izquierda o derecha,
cen resultados” (p. 15). en un Estado aplican sus principios que afectan
La primera parte de la obra, Fundamen- al acuerdo político en un contexto de globali-
tos para comprender la importancia de la ética zación vigente, y orienta al lector sobre el aná-
pública, ofrece una inducción a la temática y lisis de la retórica en la vida pública y su papel
a la vinculación de los procesos de gobierno a en el juego democrático. Destaca la necesidad
través de la relación entre ética y política. En de contar con un perfil ético de los candidatos
esta sección, se trata de conocer y valorar las a puestos de representación popular donde
herramientas que son necesarias para formar apunta que: “todo servidor público que forma
hombres que ocupen los honores del Estado, parte de la cosa pública debe ser consciente de
Revista Interamericana de Educación de Adultos Año 38 • número 2 • julio - diciembre de 2016 133
Miguel Rodrigo González Ibarra
que el servicio público se define como la acción la comparación de los códigos de gobierno para
de gobierno para satisfacer las demandas y ne- explicar los valores en los servidores públicos.
cesidades de las personas que integran el Esta- En el caso de México pone énfasis en las
do, es decir, los ciudadanos” (pp. 17-18). tradiciones prehispánicas, conservadas actual-
La tercera parte de la obra, intitulada Herra- mente por algunas comunidades indígenas
mientas para la construcción de un buen gobierno a través de sus sistemas de cargos. Mediante
analiza diversos instrumentos para el fomento dicho sistema se conservan valores del gober-
de valores en los servidores públicos con el fin nante cuyo ejemplo sería digno emular por
de prevenir y combatir la corrupción. En su de- parte de los representantes públicos.
sarrollo se plantea que es importante aclarar el El apartado concluye con una orientación
concepto de buen gobierno a través de la edifica- acerca de los retos que afronta la ética pública
ción de una cultura ética en los servidores públi- respecto a la generación de valores y herramien-
cos que fortalezca los principios y valores éticos. tas que logren llegar a las personas. Asimismo,
También presenta una lección interesante se afirma que: “la causa fundamental que oca-
acerca de los instrumentos y acciones que per- siona que un servidor público realice actos de
mitan garantizar una “ética aplicable” en los corrupción relacionados con los antivalores es la
principales actores de las decisiones y ejecucio- ignorancia. Ésta se da porque existe un vacío de
nes públicas a fin de asentar los cimientos de la conocimiento en materia de ética que pone en
construcción de un gobierno justo. marcha los principales motores de la corrupción:
El autor destaca que la teoría política advier- la codicia, la avaricia y el anhelo de poder” (p. 593).
te que la conducta del legislador debe ser excelsa, En síntesis, este libro constituye un esfuer-
dado que al ejercer la política dirige los destinos zo valioso e importante para realizar una nueva
de un país. Concluye esta sección enfatizando lectura respecto de los principios y valores de la
en la generación de un órgano autónomo de éti- política y el gobierno, pone sobre la mesa un tema
ca pública que tenga como misión fomentar va- para ser analizado por estudiosos y analistas de la
lores y prevenir múltiples prácticas corruptas en política. El trabajo aporta una perspectiva central
contextos y conductas basadas en anti-valores. para comprender las tres cualidades básicas que
Dice Oscar Diego que: “La ética en los ser- señaló Aristóteles en su tratado Política que son:
vidores públicos estimula la práctica de brin- a) lealtad a la constitución establecida, b) capaci-
dar ayuda a los más necesitados, a los ciuda- dad para el cargo y c) virtud y justicia.
danos que han sido víctimas de la injusticia. El Ahora bien, y dada la coyuntura política y
descuido, omisión o ignorancia en esta materia las manifestaciones de corrupción en diferen-
ha dado pie a la ausencia de valores y prácticas tes ámbitos de gobierno del país en el contexto
corruptas, lo que a su vez ha conducido a tener de las contradicciones de las políticas de ajuste
gobiernos injustos y corruptos (p. 349). neoliberal, el libro realiza una contribución
En la cuarta y última sección, Ética aplicada: valiosa para comprender, reflexionar e interio-
casos prácticos, el trabajo aporta una compilación rizar sobre la manera en que se puede avanzar
de casos sobre la aplicación de valores en los ser- hacia un buen gobierno guiado por principios
vidores públicos, tanto en el escenario interna- y valores en los procesos de formulación y eje-
cional como nacional. En particular, analiza los cución de políticas públicas.
casos de los Estados Unidos de Norteamérica, Es importante señalar que la pérdida de
Reino Unido, España y México en los que realiza confianza y legitimidad de los gobiernos ac-
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Ética para Gobernar. Lecciones básicas para un gobierno justo
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catifs. Extension : de 15 à 25 pages (5,000 à En fichiers séparés, il devra être soumis :
8,000 mots maximum, tableaux, figures et a) La couverture avec les informations sui-
références compris). vantes :
Aula Magna. Dans cette section se présente 1. Titre de l’article ou essai.
une interview, conférence ou dialogue avec 2. Nom complet de l’auteur(s).
une figure importante de l’éducation des 3. Nationalité.
jeunes et des adultes, ou de chercheurs qui 4. Grade professionnel.
abordent un problème éducatif d’actualité. 5. Domaine de recherche ou intérêt.
Extension : de cinq à 15 pages (5,000 mots 6. Nom et adresse complète du centre
maximum). d’études ou travail actuel, numéros
Transiciones. C’est l’espace dédié à la des- téléphoniques, fax et courrier élec-
cription d’événements académiques et tronique inclus.
d’informations ayant un intérêt éducatif 7. Les numéros téléphoniques com-
dans l’A mérique latine et autres pays, avec plémentaires.
une attention particulière sur l’éducation 8. Date de remise.
des jeunes et des adultes. Extension : de b) Couverture avec uniquement le titre de
quatre à six pages (1,800 mots maximum). l’article ou essai et la date de remise.
c) Texte complet de l’article ou essai. Pour des informations supplémentaires en re-
d) Dans le cas échéant, images, graphiques, lation à la Revista Interamericana de Educa-
tableaux, figures, etc. en format tiff ou jpg. ción de Adultos, vous pouvez communiquer
e) Résumé professionnel d’une demi-page. en espagnol avec Margarita Mendieta et/ou
f) Lettre de cession de droits de reproduction, Jaime Calderón Lopez Velarde aux numéros
dans le formats imprimé et numérique. suivants : (01 434) 342 81 53 et 342 81 25 - 24.
Instruções Aos Autores
Exploraciones
Las trayectorias furtivas.
Tránsitos posibles de la escolarización
▶ Darío G. Martínez
Construcción de conocimiento y creencias epistemológicas
sobre cambio climático en docentes de nivel primaria.
De la vulnerabilidad a la resiliencia
▶ Erick Cajigal Molina, Ana Lucía Maldonado González
y Edgar Javier González Gaudiano
Transiciones
Carta de Brasília
Reseñas
Ética para Gobernar.
Lecciones básicas para un gobierno justo
▶ Miguel Rodrigo González Ibarra