Você está na página 1de 3

Capítulo I

Alberto quiere ver al Esclavo y no le permiten pasar. En la puerta


de la enfermería se encuentra con el padre que dice: “No nos dejan
verlo ... No tienen derecho”. Alberto acompaña al padre, que
expansiona su sentimiento de culpabilidad con él. Se insertan en este
capítulo tres episodios de Boa. Relata la expulsión de Cava en un pasaje
penetrado de emotividad. Otro episodio de la infancia de Alberto con
sus amigos de Miraflores y con Helena. Esta le rechaza.
Capítulo II
Funeral de Ricardo Arana. Se dibuja la figura del coronel. Es el
Director del colegio, preocupado por sus intereses, por la apariencia de
las cosas. Ordena a los oficiales: La reacción de los alumnos ante la
muerte: primero risas entrecortadas y bromas; sólo Alberto reacciona
cortando ese ambiente; sólo él se emociona. Llora.
Siguen episodios de la vida de Jaguar.
Capítulo III
Alberto anda por Lima, muy afectado por la muerte del Esclavo.
Se encuentra con Teresa. Se inicia la despedida: “quizá no nos veamos
por algún tiempo”. Se cuenta la infancia de Teresa: el padre llegaba a
casa los sábados, borracho. Entonces la madre se marchaba de casa y
volvía el lunes. Cuando el padre muere, la madre lleva a Teresa a casa
de la tía con quien vive y ella se larga.
Avanza la historia de Jaguar.
Capítulo IV
Gamboa pone en marcha la investigación. Sitúa a Alberto en la
prevención. Va por Jaguar y le recluye también. El capitán Garrido,
enterado de la denuncia, interroga a Alberto, que no tiene pruebas; sólo
puede decir que está seguro Sigue la infancia de Jaguar: actúa en un
robo con Higueras y otros delincuentes. Pelea con unos que cortejan a
Teresa.
Capítulo V
Como consecuencia de la denuncia de Alberto, Gamboa monta
una operación de registro de todos los armarios roperos de la sección.
Se relata esto a través del monólogo de Boa, con su acento peculiar. Se
continúan los hechos de la historia de Jaguar interrumpidos en el
episodio anterior. Otra vez, en una pelea con los que acompañaban a
Teresa, acaba en la comisaría. Allí le dan una paliza y “ya no volvió a
casa”; se va con Higueras.
Capítulo VI
En el curso de la denuncia interviene el coronel dispuesto a parar
el asunto. No le importa la verdad de los hechos, sino las consecuencias
y el desprestigio. Convoca a Alberto a su despacho y allí le llama
“espíritu pervertido, escoria”. Prosigue la historia delincuente de
Jaguar. Se nos cuenta que Perico e Higueras habían trabajado con el
Rajas, al que “encanaron” por cinco años.
Capítulo VII
Se da el carpetazo definitivo a la denuncia y Gamboa pierde.
Alberto y Jaguar salen de la prevención, pasando por la enfermería, y
Gamboa les notifica que se entierra el asunto y que deben guardar
discreción absoluta. Alberto, aunque ha retirado la denuncia, mantiene
la acusación. Jaguar sigue negándola. Gamboa advierte que cualquier
indiscreción tendrá represalias.
Concluye la historia de la infancia de Jaguar.
Capítulo VIII
Regresan Alberto y Jaguar a la “cuadra” desde la enfermería. Los
alumnos, entre tanto, han sufrido el registro de Gamboa. Arróspide, el
brigadier de la sección, que quedó ensombrecido por Jaguar, le acusa
de soplón. Tras un pequeño tumulto toda la sección se vuelve contra
él. No se defiende diciendo que fue Alberto. En el epílogo se explica
esta conducta: el soplón es el ser más vil para Jaguar, pero Alberto lo
ha hecho por vengar a un amigo y esto le justifica. Sin embargo, el
verse acusado de soplón le humilla, y desprecia a todos. El les había
enseñado a ser hombres.
COMENTARIO PERSONAL

La ciudad y los perros tiene carácter de denuncia. Su argumento se


sitúa en el pequeño mundo de un colegio llevado por militares en la
ciudad de Lima, el Leoncio
Prado. En ocasiones se ha extrapolado su significado queriendo ver en
ella el cuadro de toda la sociedad peruana e incluso de toda América.
El tema —una novela sobre adolescentes— no resulta nuevo y
tampoco da para tanto. No se formula en este relato un mensaje
explícito, pero sí contiene una visión de la realidad que trataremos de
señalar.

PALABRAS DESCONOCIDAS

Você também pode gostar