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JACULATORIAS mos comenzar a amarle como Él nos ama,


porque el amor de Dios se ha derramado
1. Las jaculatorias en la experiencia espi-
en nuestros corazones (cfr. Rm 5, 5): “a los
ritual y pastoral de san Josemaría. 2. Al-
gunas jaculatorias más significativas en la
que amamos van constantemente las pa-
piedad de san Josemaría. 3. Jaculatorias labras, los deseos, los pensamientos” (AD,
según los diversos momentos de su vida. 247), y como los cristianos “somos almas
de amor, mantenemos una conversación
En la tradición espiritual de la Iglesia constante con María y José y, después,
Católica, al menos desde san Agustín, al con ellos, pasamos a tratar a Jesús y, con
que se debe el vocablo, se entiende por los tres, al Padre y al Espíritu Santo” (cita-
jaculatoria una oración breve y vibrante; do en Echevarría, 2000, p. 171).
por ejemplo, “¡Sagrado Corazón de Jesús, Sabemos que “nadie puede decir:
en Vos confío!”, “¡Ave María Purísima, sin «¡Señor Jesús!» sino por el Espíritu Santo”
pecado concebida!”. Se puede decir en (1 Co 12, 3), y que “el santo no nace: se
cualquier lugar: en la iglesia, en la oficina, forja en el continuo juego de la gracia divi-
en el campo... “bastarán dos o tres expre- na y de la correspondencia humana” (AD,
siones, lanzadas al Señor como saeta, ia- 7), en esa lucha a lo largo de toda su jorna-
culata: jaculatorias, que aprendemos en la da, “de la noche a la mañana y de la ma-
lectura atenta de la historia de Cristo (…) ñana a la noche” (ECP, 119). Y eso reclama
frases, breves y afectuosas, que brotan del empeño, perseverancia: “Acostumbraos
fervor íntimo del alma, y responden a una a dirigiros constantemente al Señor, cada
circunstancia concreta”, y que nos ayudan uno a su modo, con sus piropos, con sus
a “convertir nuestra jornada, con natura- jaculatorias” (citado en Echevarría, 2000,
lidad y sin espectáculo, en una alabanza p. 171). Con frecuencia, san Josemaría, al
continua a Dios. (…) cuando un cristiano encontrar a algún hijo o hija suya, aunque
se mete por este camino del trato ininte- fuera temprano por la mañana, le pregun-
rrumpido con el Señor –y es un camino taba, sin ánimo de obtener respuesta, pero
para todos, no una senda para privilegia- sí de que se planteara cómo iba ese punto:
dos–, la vida interior crece, segura y firme; ¿cuántos actos de amor has hecho hoy?
y se afianza en el hombre esa lucha, ama- (cfr. Echevarría, 2000, p. 172).
ble y exigente a la vez, por realizar hasta el
fondo la voluntad de Dios” (ECP, 119). A veces ponía las jaculatorias por es-
crito en papeles que le servían de “desper-
tador” de la presencia de Dios, o las hacía
1. Las jaculatorias en la experiencia es- grabar en el friso de un oratorio o en el din-
piritual y pastoral de san Josemaría tel de una puerta, en un mantel de altar, o
En esta vida no podemos conocer a junto a una imagen de Nuestra Señora. El
Dios como Él nos conoce, pero sí pode- objetivo era facilitar la presencia de Dios y

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el tono sobrenatural en el trabajo o en el dos). En momentos de necesidad repetía


descanso, al ir por un pasillo o al entrar en “¡Oh Jesús, descanso en ti”, “Dei perfecta
una habitación… “Sed como niños, delan- sunt opera!” (¡Las obras de Dios son per-
te de Dios. Yo me paso el día diciéndole ferctas!), “Deus meus et omnia!” (¡Tú eres
jaculatorias… de niño… ¡niñerías! Si las es- mi Dios y mi todo!); a veces pedía más fe:
cucharais… ¡os harían reír! O, a lo mejor… “Credo, Domine, sed adiuva incredulitatem
¡os harían llorar!” (Urbano, 1994, p. 77). En meam!” (¡Creo Señor, pero ayuda mi incre-
fin, propiciaba un mundo interior rico y va- dulidad, fortalece mi fe!) (Mc 9, 24).
riado, como son fecundos y originales los Su amor a Santa María fue especial-
deseos de unión con el Amor y las realida- mente fecundo en jaculatorias; baste re-
des de la entrega. pasar las advocaciones de la letanía del
Rosario, devoción tan querida para él; o
2. Algunas jaculatorias más significati- el título que daba a la Reina de cada na-
vas en la piedad de san Josemaría ción en la que el Opus Dei iniciaba la la-
Las jaculatorias que san Josemaría bor apostólica: Regina Hispaniae, Regina
compartía con sus hijos y con otras per- Germaniae, Regina Kenyae, Regina Italiae,
sonas que trataba, pueden exponerse si- Regina Venetiolae… que solía rezar al lle-
guiendo distintos modos; se han escogido gar al país –o al sobrevolarlo, si cruzaba
dos como luces indicadoras: a) conside- su espacio aéreo–; además de incontables
rando las referentes a virtudes o devocio- desahogos como: “Mater Pulchrae Dilec-
nes básicas; y b) siguiendo los jalones so- tionis, filios tuos adiuva!” (¡Madre del Amor
brenaturales de su vida, que corre a la par Hermoso, ayuda a tus hijos!), “Sancta Ma-
con la vida del Opus Dei. Las vemos ahora ria, Spes nostra, Ancilla Domini!” (¡Santa
siguiendo la primera posibilidad. Para no María, Esperanza nuestra, Esclava del Se-
hacer pesada la lectura las mencionare- ñor!), “Adeamus cum fiducia ad Thronum
mos sin indicar la fuente que documenta Gloriae ut misericordiam consequamur!”
su uso; en la bibliografía final pueden en- (¡Acudamos con confianza al Trono de la
contrarse fácilmente las referencias. Gloria para que consigamos misericordia!)
y “Beata Mater et intacta Virgo” (¡Madre
Su hondo sentido de la filiación divi-
Bienaventurada y Virgen sin mancilla!). Y
na le llevaba a hacer suyas unas palabras
un clamor magno, “¡Madre!, monstra te
de Jesús a su Padre: “Abba, Pater” (Rm 8,
15). Destacaba también su rendido amor al esse Matrem!” (¡Madre!, ¡manifiesta que
Espíritu Santo –“Ure igne Sancti Spiritus!” eres Madre!).
(¡Enciéndenos con el fuego del Espíritu Otro venero fue su recio trato con San
Santo!) – y a la Eucaristía que, además de José –“¡Mi Padre y Señor!”–. Y con los Án-
verter en Comuniones espirituales, expre- geles Custodios: «Ángeles Santos, yo os
saba, por ejemplo, con un “Dominus meus invoco, como la Esposa del Cantar de los
et Deus meus!” (¡Señor mío y Dios mío!) Cantares, ‘ut nuntietis ei quia amore lan-
(ECP, 119), o, durante la Misa, diciendo gueo’» –para que le digáis que muero de
con el corazón en el momento de la Con- amor” (C, 568).
sagración: “Adauge nobis fidem, spem, Pedía y expresaba virtudes como la
caritatem!” (¡Auméntanos la fe, la esperan- humildad: “Ut iumentum factus sum apud
za y el amor!). te, et ego semper tecum!” (¡Soy como un
Agradecía todo lo bueno, incluso lo borrico junto a Ti, y estaré siempre conti-
que no conocía o lo que parecía malo: go!) (Sal 72 [Vg 71], 22-23); o la fortaleza:
“Gratias tibi ago, pro universis beneficiis “Quia Tu es, Deus, fortitudo mea!” (¡Porque
tuis, etiam ignotis” (Te doy gracias por to- Tú eres, Señor, mi fortaleza!); y la contri-
dos tus beneficios, también los desconoci- ción: “Domine, tu omnia nosti, Tu scis quia

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amo te!” (¡Señor!, ¡Tú lo sabes todo, Tú sa- O.c.P.a.J.p.M., D.O.G., R.Ch.V. (cfr. CECH,
bes que te amo!) (Jn 21, 17). pp. 226-227). Según comenta Pedro Ro-
Y la preocupación constante por las dríguez, estas tres jaculatorias resumen de
almas, porque “de eso se trata: de llevar algún modo el fundamento último de su
a las almas a que se sitúen frente a Jesús espíritu (cfr. CECH, p. 929).
y le pregunten “Domine, quid me vis face- No le faltaron dificultades, pero habi-
re?” (“Señor, ¿qué quieres que yo haga?”) tualmente, ante los obstáculos objetivos y
(Hch 9, 6: ECP, 149); de clamar para que ante la incomprensión de algunas perso-
el Señor mande obreros a su mies (cfr. Mt nas, traía a su corazón y a sus labios una
9, 38): “¡Jesús, almas!… ¡Almas, almas de síntesis de Rm 8, 28: “Omnia in bonum”
apóstol!: son para ti, para tu gloria” (C, (¡Todo es para bien!) (S, 127), seguro de
804). Y con confianza: “¡Sobre tu palabra que siempre “¡a través de los montes las
echaré las redes!” (Lc 5, 5; cfr. CECH, p. aguas pasarán!” (Sal 108 [Vg 107]; cfr. AVP,
894), acudiendo a Nuestra Señora: “Regi- III, p. 592). “¿Estás sufriendo una gran tri-
na Apostolorum” (ECP, 149). bulación? –¿Tienes contradicciones? Di,
muy despacio, como paladeándola, esta
3. Jaculatorias según los distintos mo- oración recia y viril: «Hágase, cúmplase,
mentos de su vida sea alabada y eternamente ensalzada la
justísima y amabilísima Voluntad de Dios,
Para exponer las jaculatorias que san sobre todas las cosas. –Amén. –Amén»”
Josemaría repitió, siguiendo la cronología (C, 691). Tanto alimentaba desde 1928 el
empecemos por las que le habían enseña- amor a la Voluntad de Dios (cfr. CECH, pp.
do desde niño como “¡Dulce Corazón de 810-811; AD, 167), que su querer fue sien-
Jesús, sed mi Amor!”, “¡Dulce Corazón de do cada vez más firme: “Fiat!, Serviam!”
María, sed mi salvación!” (Echevarría, 2000, (cfr. Del Portillo, 1993, p. 55), “¡Hágase,
p. 177), “Para Ti nací: ¿qué quieres Jesús cúmplase!”, “¿Lo quieres, Señor?…, y ¡Yo
de mí?” (Toranzo, 2004, p. 24). Después, también lo quiero!” (C, 762). Unía a su de-
desde los quince o dieciséis años, mucho bilidad la urgencia de la ayuda divina: “¡Oh,
antes de fundar la Obra –y también des- Dios mío: cada día estoy menos seguro de
pués–, pedía a Dios le hiciera ver lo que mí y más seguro de Ti!” (C, 729).
quería de él: “Domine, ut videam! Domine,
ut sit!” (¡Señor, que vea! ¡Señor, que sea!) La filiación divina es el fundamento del
(AVP, I, p. 175). Como siempre, también espíritu del Opus Dei (cfr. ECP, 64). Nació
en esto contó con la Madre de Dios, como con la Obra, y en 1931 tomó forma, en mo-
documenta la inscripción “Domina, ut sit!” mentos humanamente difíciles (cfr. Carta
que grabó en la base de una imagen de la 9-I-1959, n. 60: AGP, serie A.3, 94-1-5),
Virgen del Pilar, fechada el “24-5-924” (cfr. por lo que san Josemaría, basándose en
AVP, I, p. 181). Una vez vista esa Voluntad su propia experiencia espiritual, aconse-
de Dios el 2 de octubre de 1928, intensificó jaba invocar frecuentemente a Dios como
su oración y se puso a trabajar para lle- Padre: “Descansad en la filiación divina.
varla a cabo, repitiendo “Omnes cum Petro Dios es un Padre lleno de ternura, de in-
ad Iesum per Mariam! (“¡Todos con Pedro finito amor. Llámale Padre muchas veces
a Jesús por María!”). San Josemaría unía al día y dile –a solas, en tu corazón– que le
a esta jaculatoria otras dos muy expresi- quieres, que le adoras: que sientes el orgu-
vas: “Deo omnis gloria!” (¡Para Dios toda llo y la fuerza de ser hijo suyo” (AD, 150).
la gloria!) y “Regnare Christum volumus!” Seguro de que la Voluntad de Dios se-
(“¡Queremos que Cristo reine!”). En sus ría antes o después una realidad, se aban-
apuntes y cartas a veces escribía sólo las donaba en las manos de Dios. Nunca se
iniciales de cada palabra de la jaculatoria: retraía; al contrario, sabía que su trabajo

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debía apoyarse en la unión con Dios y cla- otras locuciones que Dios le hizo oír en su
maba con fuerza: “¡Aparta, Señor, de mí lo interior –“Clama, ne cesses!” (¡Clama, no
que me aparta de ti!”, y no sólo se refería ceses!) (cfr. AVP, III, p. 608) por ejemplo–,
a cosas de gran envergadura, sino a desa- las tradujo en jaculatorias que repetía con
mores, tentaciones, pensamientos inútiles, consuelo de su alma y de muchas otras
defectos y debilidades o aspectos que le personas. Este conjunto marca otro hito en
parecían compensaciones. Era su deseo su vida: la fe le decía que se podía herir el
afinar en el amor a Dios (cfr. Echevarría, Cuerpo de Cristo, pero que al final las puer-
2000, p. 203). tas del infierno no prevalecerían (cfr. Mt 16,
En 1951, en momentos delicados para 18): “Sancta Trinitas, ut inimicos Sanctae
la consolidación del Opus Dei tal como Ecclesiae humiliare digneris. Te rogamus
Dios lo quería, clamaba: “Cor Mariae Dul- audi nos!” (¡Trinidad Santísima, para que te
cissimum, iter para tutum!” (¡Corazón Dul- dignes humillar a los enemigos de la Santa
císimo de María, prepara un camino segu- Iglesia, te rogamos escúchanos!).
ro!). Le pedía lleno de fe que preparara un Sabía y sentía que, en la empresa
camino seguro para la Obra. en que estamos los cristianos, podíamos
Avanzado el desarrollo del Opus Dei, contar siempre con la Santísima Virgen:
no cejaba en su oración: “Cor Iesu Sacra- “¡Señor, Santa María, que el tiempo de
tissimum, dona nobis pacem!” (¡Corazón la prueba sea corto! Sancta Maria, Refu-
Sacratísimo de Jesús, danos la paz!), cla- gium nostrum et Virtus!” (¡Santa María, sé
maba al Señor desde 1952; en 1971 com- Tú nuestro refugio y nuestra fuerza!). Y no
pletó esta jaculatoria “Cor Iesu Sacratis- dejó de involucrar expresamente en sus
simum et Misericors, dona nobis pacem!” ruegos a san José, desde septiembre de
(AVP, III, p. 611): fue una época en la que 1971, aunque su devoción por el Santo
se sintió especialmente urgido a confiar en Patriarca venía desde antiguo: “¡San José,
la misericordia de Dios. Pedía y se aban- nuestro Padre y Señor, bendice a todos los
donaba, como un hijo pide a su padre: hijos de la Iglesia de Dios!”.
“Señor Dios mío: en tus manos abandono
Es significativo que algunas de las ja-
lo pasado y lo presente y lo futuro, lo pe-
queño y lo grande, lo poco y lo mucho, lo culatorias que repitió piadosamente al final
temporal y lo eterno!” (AVP, III, p. 611). Era de su vida, fueran semejantes a las de los
consciente de que su fortaleza estaba pre- primeros tiempos: “Domine, ut videam!,
cisamente en su debilidad y en la omnipo- ut videamus!, ut videant!”, “¡Que yo vea,
tencia de Dios: “Domine, fac cum servo tuo que veamos todos, que vean!”, “¡Que yo
secundum magnam misericordiam tuam!” vea con tus ojos, Cristo mío, Jesús de mi
(¡Señor, haz con tu siervo lo que te dicte tu alma!”.
gran misericordia!) En sus últimos meses repitió una jacu-
Después del Concilio Vaticano II sufrió latoria recogida también en Via Crucis (VI
mucho al ver maltratada la Iglesia cuando Estación): “Vultum tuum, Domine, requi-
se interpretaban mal ciertos documentos ram!” (¡Buscaré, Señor, tu rostro!) (Sal 26
(cfr. AVP, III, pp. 473 y 593 ss.). El 8 de mayo [Vg 25], 8-9; cfr. AVP, III, p. 726); “Sí, ¡tengo
de 1970 oyó en su interior, y repitió des- ganas de ver cómo es el Señor, pero no ya
pués frecuentemente: “Si Deus nobiscum, por la fe, sino cara a cara…!”, repitió en su
quis contra nos? (Rm 8, 31; cfr. AVP, III, p. catequesis de 1975 por América. Dios se
608), reforzando una consideración que lo concedió el 26 de junio de 1975 y la Igle-
se había hecho ya anteriormente muchas sia al canonizarlo el 6 de octubre de 2002,
veces: Si Dios está con nosotros ¿quién reconoció solemnemente la plenitud de su
nos podrá derrotar? (cfr. AD, 219). Ésta y Amor a Dios.

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