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BQ. V.

TEMA E

1 TEMA E
LAS LIBERTADES BÁSICAS DEL SISTEMA COMUNITARIO: LIBRE CIRCULACIÓN DE
MERCANCÍAS, PERSONAS, SERVICIOS Y CAPITALES.

LAS LIBERTADES BÁSICAS DEL SISTEMA COMUNITARIO: LIBRE CIRCULACIÓN DE


MERCANCÍAS, PERSONAS, SERVICIOS Y CAPITALES
El artículo 18 del TFUE establece que “en el ámbito de aplicación de los Tratados, y sin
perjuicio de las disposiciones particulares previstas en los mismos, se prohibirá toda
discriminación por razón de la nacionalidad. El Parlamento Europeo y el Consejo, con arreglo al
procedimiento legislativo ordinario, podrán establecer la regulación necesaria para prohibir
dichas discriminaciones”.

De este modo, el principio de igualdad de trato se erige en el núcleo gordiano de las cuatro
libertades económicas básicas. A saber, la libre circulación de las mercancías, la libre
circulación de los trabajadores, la libre circulación de servicios y la libre circulación de capitales
constituyen el motor del mercado común y el fundamento último del proceso de integración
europea.

La realización del mercado único interior ha sido posible gracias al impulso político explicitado
en los cinco tratados modificativos del Tratado constitutivo de la Comunidad Europea, esto es,
el Acta Única Europea, el Tratado de Maastricht, el Tratado de Ámsterdam, el Tratado de Niza
y, finalmente el Tratado de Lisboa.

Según lo establecido en el artículo 26 del TFUE “el mercado interior implicará un espacio sin
fronteras interiores, en el que la libre circulación de mercancías, personas, servicios y capitales
estará garantizada de acuerdo con las disposiciones de los Tratados”.

Para el logro de los objetivos enunciados en dicha disposición “la Comisión tendrá en cuenta la
importancia del esfuerzo que determinadas economías, que presenten un nivel de desarrollo
diferente, tendrán que realizar para el establecimiento del mercado interior, y podrá proponer
las disposiciones adecuadas. En el supuesto de que se prevean como excepciones, tales
disposiciones, “deberán tener carácter temporal y perturbar lo menos posible el
funcionamiento del mercado interior” (artículo 27 del TFUE).

LA LIBRE CIRCULACIÓN DE MERCANCÍAS

La libre circulación de mercancías, la primera de las cuatro libertades fundamentales del


mercado interior, se basa en la eliminación de los derechos de aduana y de las restricciones
cuantitativas, así como en la prohibición de las medidas de efecto equivalente. Para completar
la realización del mercado interior, a ello se sumaron el principio de reconocimiento mutuo, la
eliminación de las barreras físicas y técnicas y el fomento de la normalización. La adopción de
un nuevo marco legislativo en 2008 reforzó notablemente las normas de comercialización de
productos, la libre circulación de mercancías, el sistema de vigilancia del mercado de la Unión y
el marcado CE. Además, se consolidó el principio de reconocimiento mutuo, pues ahora se
aplica a un amplio abanico de productos que no están sujetos a la armonización de la Unión.

Bases jurídicas

Artículos 26 y 28 a 37 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE).

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Objetivos
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El derecho a la libre circulación de los productos originarios de los Estados miembros y los
productos procedentes de terceros países que se encuentren en libre práctica en los Estados
miembros constituye uno de los principios fundamentales del Tratado (artículo 28 del TFUE).
Inicialmente, la libre circulación de mercancías se concibió en el marco de una unión aduanera
entre los Estados miembros con supresión de los derechos de aduana, las restricciones
cuantitativas al comercio y las medidas de efecto equivalente, por una parte, y el
establecimiento de un arancel aduanero común para la Comunidad, por otra. Posteriormente,
se hizo hincapié en la eliminación de todos los obstáculos que todavía dificultaban la libre
circulación con vistas a la realización del mercado interior, definido como un espacio sin
fronteras interiores en el que las mercancías circulan con la misma libertad que en un mercado
nacional.

Resultados

La eliminación de los derechos de aduana y de las restricciones cuantitativas entre los Estados
miembros se completó el 1 de julio de 1968, es decir, un año y medio antes de lo previsto. Los
objetivos complementarios —la prohibición de las medidas de efecto equivalente y la
armonización de las correspondientes legislaciones nacionales— no pudieron alcanzarse en
ese plazo. Tales objetivos pasaron a ser el eje central de un esfuerzo permanente en pos de la
libre circulación de mercancías.

a. Prohibición de las exacciones de efecto equivalente a los derechos de aduana: artículo 28,
apartado 1, y artículo 30 del TFUE. En ausencia de una definición en el Tratado, este
concepto ha tenido que ser definido por la jurisprudencia. El Tribunal de Justicia de la
Unión Europea considera como exacción de efecto equivalente, cualquiera que sea su
denominación y su técnica, un derecho «que al gravar específicamente un producto
importado de un país miembro, con exclusión del producto nacional similar, tiene como
resultado, al alterar su precio, la misma incidencia sobre la libre circulación de los
productos que un derecho de aduana», independientemente de su naturaleza o de su
forma.

b. Prohibición de las medidas de efecto equivalente a las restricciones cuantitativas: artículos


34 y 35 del TFUE. En su sentencia Dassonville, el Tribunal de Justicia aclaró que toda
normativa comercial de los Estados miembros que pueda obstaculizar directa o
indirectamente, real o potencialmente, el comercio intracomunitario debe considerarse
como una medida de efecto equivalente a las restricciones cuantitativas. El Tribunal
desarrolló esta jurisprudencia en su sentencia Cassis de Dijon al establecer el principio de
que todo producto legalmente fabricado y comercializado en un Estado miembro de
conformidad con sus normas leales y tradicionales, así como siguiendo los procedimientos
de fabricación de dicho país, debe ser admitido en el mercado de cualquier otro Estado
miembro. Este fue el razonamiento de base que impulsó el debate sobre la definición del
principio de reconocimiento mutuo. Por consiguiente, los Estados miembros, aun cuando
no existan medidas europeas de armonización (legislación secundaria de la Unión), están
obligados a permitir la libre circulación y comercialización en sus mercados de los
productos legalmente producidos y comercializados en otro Estado miembro.

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c. Excepciones a la prohibición de las medidas de efecto equivalente a las restricciones


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cuantitativas. El artículo 36 del TFUE permite a los Estados miembros adoptar medidas de
efecto equivalente a las restricciones cuantitativas cuando estén justificadas por un interés
general no económico: moralidad pública, orden público o seguridad pública. Tal
excepción al principio general debe interpretarse de forma estricta y las medidas
nacionales no pueden constituir un medio de discriminación arbitraria ni una restricción
encubierta del comercio entre los Estados miembros. Una excepción ya no está justificada
cuando se ha adoptado un acto legislativo de la Unión en el mismo ámbito y dicho acto no
contempla tal excepción. Además, las medidas deben tener un efecto directo sobre el
interés general que se trata de proteger y no exceder del nivel necesario (principio de
proporcionalidad).

Por añadidura, el Tribunal de Justicia ha reconocido en su jurisprudencia (asunto Cassis de


Dijon) que los Estados miembros pueden establecer excepciones a la prohibición de las
medidas de efecto equivalente sobre la base de exigencias imperativas (relativas, entre
otras cosas, a la eficacia de los controles fiscales, la protección de la salud pública, la
lealtad de las transacciones comerciales y la defensa de los consumidores). Los Estados
miembros han de notificar las medidas nacionales de excepción a la Comisión. La
información y el control se formalizó en el Reglamento (CE) n.º 764/2008 sobre
reconocimiento mutuo.

d. Armonización de las legislaciones nacionales. Desde finales de la década de 1970, se han


hecho considerables esfuerzos para armonizar las legislaciones nacionales. La adopción de
actos legislativos de armonización ha permitido suprimir los obstáculos creados por las
disposiciones nacionales al declararlas inaplicables, así como establecer normas comunes
destinadas a garantizar tanto la libre circulación de mercancías y productos como el
respeto de los demás objetivos de los Tratados, en materia de medio ambiente, protección
del consumidor, competencia, etc.

El proceso de armonización fue facilitado por la introducción del principio de la mayoría


cualificada, aplicable a la mayor parte de las directivas relativas al establecimiento del
mercado único (artículo 95 del Tratado constitutivo de la Comunidad Europea, en su
versión modificada por el Tratado de Maastricht), así como por la adopción de un nuevo
enfoque conforme al cual la armonización debe limitarse a los requisitos esenciales y solo
se justifica cuando las normas nacionales no pueden considerarse equivalentes y crean
restricciones.

e. Realización del mercado interior. El establecimiento del mercado único requería la


supresión de todos los obstáculos que aún impedían la libre circulación. En el Libro Blanco
de la Comisión de junio de 1985 se enumeraban las barreras físicas y técnicas que era
necesario eliminar, así como las medidas que debía adoptar la Comunidad para ello. La
mayoría de estas medidas ya se han adoptado. No obstante, el mercado único exige
todavía reformas sustanciales si quiere afrontar con éxito los desafíos del progreso
tecnológico, factor clave en la mejora de la competitividad de la Unión en el mercado
mundial. El Parlamento contribuyó notablemente a la elaboración del nuevo marco
legislativo adoptado en 2008, centrándose en las siguientes cuestiones:
- aumentar el grado de responsabilidad de todos los agentes económicos implicados

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- garantizar la seguridad de los productos comercializados en el mercado y su


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conformidad con los requisitos pertinentes
- Potenciar el marcado CE dándolo a conocer en mayor medida entre los consumidores.

Junto con el principio de reconocimiento mutuo, la normalización desempeña un papel


central en el correcto funcionamiento del mercado interior. La armonización de las normas
europeas contribuye a garantizar la libre circulación de mercancías en el mercado interior
y permite mejorar la competitividad de las empresas de la Unión. Estas normas ayudan a
proteger la salud y la seguridad de los consumidores europeos y contribuyen asimismo a la
protección del medio ambiente. El 25 de octubre de 2012 se adoptó el Reglamento (UE)
n.º 1025/2012 del Parlamento Europeo y del Consejo sobre la normalización europea. En
aplicación del mismo se han aprobado distintas directivas de adaptación en diversos
sectores.

LIBRE CIRCULACIÓN DE PERSONAS

La libre circulación de personas se erige en un principio fundamental garantizado por la Unión


Europea conforme a lo establecido en los artículos 45 a 48 del TFUE. A tenor del artículo 45 del
TFUE la libre circulación de trabajadores supondrá la abolición de toda discriminación por
razón de la nacionalidad entre los trabajadores de los Estados miembros, con respecto al
empleo, la retribución y las demás condiciones trabajo. Si se dejan de lado las limitaciones
justificadas por razones de orden público, seguridad y salud públicas, la libre circulación de los
trabajadores presupone el derecho a:

a) responder a ofertas efectivas de trabajo.


b) desplazarse libremente para este fin en el territorio de los Estados miembros.
c) residir en uno de los Estados miembros con objeto de ejercer en él un empleo, de
conformidad con las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas aplicables
al empleo de los trabajadores nacionales.
d) permanecer en el territorio de un Estado miembro después de haber ejercido en é un
empleo, en las condiciones previstas en los reglamentos establecidos por la Comisión
(artículo 45 del TFUE).

Será el Parlamento Europeo y el Consejo, con arreglo al procedimiento legislativo ordinario y


previa consulta al Comité Económico y Social, adoptarán, mediante directivas o reglamentos,
las medidas necesarias a fin de hacer efectiva la libre circulación de trabajadores. En concreto:

a) asegurando una estrecha colaboración entre las administraciones nacionales de


trabajo.
b) eliminando aquellos procedimientos y prácticas administrativos, así como los plazos de
acceso a los empleos disponibles, que resulten de la legislación nacional o de acuerdos
celebrados con anterioridad entre los Estados miembros, cuyo mantenimiento
suponga un obstáculo para la liberalización de los movimientos de los trabajadores.
c) eliminando todos los plazos y demás restricciones previstas en las legislaciones
nacionales o en los acuerdos celebrados con anterioridad entre los Estados miembros,
que impongan a los trabajadores de los demás estados miembros condiciones distintas
de las impuestas a los trabajadores nacionales para la libre elección de un empleo.
d) restableciendo los mecanismos adecuados para poner en relación las ofertas y las
demandas de empleo y facilitar su equilibrio en condiciones tales que no se ponga en
grave peligro el nivel de vida y empelo en las diversas regiones e industrias (artículo 46
del TFUE).

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En materia de seguridad social el artículo 48 del TFUE establece que el Parlamento Europeo y
el Consejo, con arreglo al procedimiento legislativo ordinario, adoptarán las medidas
necesarias para el establecimiento de la libre circulación de trabajadores, creando, en especial,
un sistema que permita garantizar a los trabajadores migrantes por cuenta ajena y por cuenta
propia, así como a sus derechohabientes:

a) la acumulación de todos los periodos tomados en consideración por las distintas


legislaciones nacionales para adquirir y conservar el derecho a las prestaciones
sociales, así como para el cálculo de éstas.
b) El pago de las prestaciones a las personas que residan en los territorios de los Estados
miembros.

En el supuesto de que un miembro del Consejo declare que un proyecto de acto legislativo de
los previstos en el párrafo primero perjudica a aspectos importantes de su sistema de
seguridad social, como su ámbito de aplicación, coste o estructura financiera, o afecta al
equilibrio financiero de dicho sistema, dicho Estado miembro podrá solicitar que el asunto se
remita al Consejo Europeo. En este caso, quedará suspendido el procedimiento legislativo
ordinario, de tal manera que, previa deliberación y en un plazo de cuatro meses a partir de
dicha suspensión, el Consejo Europeo:

a) Devolverá el proyecto al Consejo, poniendo con ello fin a la suspensión del


procedimiento legislativo ordinario, o bien
b) no se pronunciará o pedirá a la Comisión que presente una nueva propuesta, siendo
así que el acto propuesto inicialmente se considerará no adoptado.

Inicialmente, la libertad de circulación comunitaria tuvo un sentido sólo económico, vinculado


a la actividad económica, optando además las normas comunitarias de los años sesenta por un
concepto estricto de trabajador, de modo que éste era el criterio de atribución de la titularidad
de los derechos de protección social que quedaban en exclusiva en el ámbito de regulación de
las legislaciones nacionales. El Derecho Comunitario sobre protección social, más en concreto,
sobre derechos de los sistemas nacionales de Seguridad Social, se limitaba a establecer los
principios de coordinación entre los mismos como mecanismo de garantía de la libertad de
circulación de aquellos sujetos nacionales de Estados Miembros que hacen uso de la misma
para trabajar o desarrollar una actividad económica en el territorio de otro u otros Estados
Miembros.

En los años noventa del S.XX, la libertad de circulación se configura formalmente como un
derecho “fundamental”, esencial, de las personas, a través de la asunción en el Derecho
Originario Comunitario del estatuto de la “Ciudadanía de la Unión”, reiterando el TJUE desde
entonces que es un concepto amplio basado en la solidaridad social y financiera de los Estados
Miembros (STJUE Ruiz Zambrano), considerando que un ciudadano de la Unión que reside
legalmente en el territorio de un Estado miembro del que no es nacional o que se desplaza a
residir desde su propio Estado goza de una libertad comprendida en el ámbito de aplicación
ratione materiae del Derecho Comunitario.

La evolución de la doctrina del TJUE en la configuración de ese estatuto no permite concluir


que abogue por un carácter absoluto del derecho a la libre circulación porque sigue aceptando
las restricciones al mismo y, pese a la proclamación de la Ciudadanía de la Unión, no puede
concluirse de su doctrina que resulten proscritas cualesquiera de las acciones estatales que

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restrinjan el efectivo disfrute de los ciudadanos comunitarios, en especial, de los derechos de


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protección social. Lo que permite concluir que en la actualidad es un estatuto intermedio,
entre el del ciudadano nacional de cada uno de los Estados Miembros y el del extranjero
extracomunitario; es un estatuto heterogéneo y jerárquico porque hoy se advierte que existen
varios niveles o grados en el contenido del derecho a la igualdad de trato y en el conjunto de
derechos que puede ejercer el ciudadano comunitario en el Estado de Acogida, en particular,
en los que cabe entender bajo la expresión “derecho comunitario prestacional”. Es cierto que
el TFUE, en su artículo 18, expresa el derecho a la igualdad y no discriminación por razón de
nacionalidad de los ciudadanos comunitarios en el territorio de cualquiera de los Estados
Miembros en que se encuentren y sea cual sea la circunstancia que lo motive, económica o no
económica. Pero también lo es que desde la perspectiva del derecho prestacional, no hay en
las normas comunitarias la asunción de un derecho universal de ciudadanía, igual para todos,
porque tampoco hay un derecho absoluto pleno o universal, como derecho inherente a la
condición humana, a la ciudadanía europea, a sus derechos derivados, entre ellos el de
residencia

LA LIBERTAD DE ESTABLECIMIENTO Y LA LIBRE CIRCULACIÓN DE SERVICIOS

Ambas libertades se encuentran recogidas en los artículos 49 a 55 del TFUE y en los artículos
56 a 62 del TFUE respectivamente.

Por lo que se refiere al derecho de establecimiento, quedarán prohibidas las restricciones a la


libertad de establecimiento de los nacionales de un Estado miembro en el territorio de otro
Estado miembro y las restricciones relativas a la apertura de agencias, sucursales o filiales por
los nacionales de un Estado miembro establecidos en el territorio de otro Estado miembro.

En concreto, la libertad de establecimiento comprenderá el acceso a las actividades no


asalariadas y su ejercicio, así como la constitución y gestión de empresas y, especialmente, de
sociedades en las condiciones fijadas por la legislación del país de establecimiento para sus
propios nacionales. Para lograr la libertad de establecimiento en una concreta actividad, el
Parlamento Europeo y el Consejo decidirán, mediante directivas, con arreglo al procedimiento
legislativo ordinario y previa consulta al Comité Económico y Social. Más aún, el Parlamento
Europeo, el Consejo y la Comisión Europea ejercerán en particular las siguientes funciones:

a. ocuparse, con prioridad, de las actividades en las que la libertad de establecimiento


contribuya de manera especialmente útil al desarrollo de la producción y de los
intercambios.
b. asegurarse una estrecha colaboración entre las administraciones nacionales
competentes a fin de conocer las situaciones particulares de las distintas actividades
afectadas dentro de la Unión.
c. eliminar aquellos procedimientos y prácticas administrativos que resulten de la
legislación nacional o de acuerdos celebrados con anterioridad entre los Estados
miembros, cuyo mantenimiento suponga un obstáculo para la libertad de
establecimiento.
d. velar por que los trabajadores asalariados de uno de los Estados miembros, empleados
en el territorio de otro Estado miembro, puedan permanecer en dicho territorio para
emprender una actividad no asalariada, cuando cumplan las condiciones que les serían

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exigibles si entraran en el citado Estado en el momento de querer iniciar dicha


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actividad.
e. hacer posible la adquisición y el aprovechamiento de propiedades inmuebles situadas
en el territorio de otro Estado miembro.
f. aplicar la supresión progresiva de las restricciones a la libertad de establecimiento, en
cada rama de actividad contemplada, tanto en lo que respecta a las condiciones de
apertura, en el territorio de un Estado miembro, de agencias, sucursales o filiales,
como a las condiciones de admisión del personal de la sede central en los órganos de
gestión o de control de aquéllas.
g. coordinar, en la medida necesaria y con objeto de hacerlas equivalentes, las garantía
exigidas en los Estados miembros a las sociedades para proteger los intereses de
socios y de terceros.
h. asegurarse de que las condiciones para el establecimiento no resultan falseadas
mediante ayudas otorgadas por los Estados miembros.

La libertad de establecimiento y de prestación de servicios no es absoluta, ya que encuentra


límites, por una lado, en aquellas tareas investidas de autoridad pública y, por otro lado, en
motivos de orden público, seguridad pública o salud pública.

Del mismo modo, las disposiciones relativas al derecho de establecimiento y las medidas
adoptadas en virtud de las mismas no prejuzgarán la aplicabilidad de las disposiciones legales,
reglamentarias y administrativas que prevean un régimen especial para los extranjeros y que
estén justificadas por razones de orden público, seguridad y salud públicas.

Con el propósito de facilitar el acceso a las actividades no asalariadas y su ejercicio, el


Parlamento Europeo y el Consejo, con arreglo al procedimiento legislativo ordinario,
adoptarán directivas para el reconocimiento mutuo de diplomas, certificados y otros títulos,
así como para la coordinación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de
los Estados miembros relativas al acceso de actividades por cuenta propia y a su ejercicio.

En relación con la libertad de servicios, quedarán prohibidas las restricciones a la libre


prestación de servicios dentro de la Unión para los nacionales de los Estados miembros
establecidos en un Estado miembro que no sea el del destinatario de la prestación (párrafo
primero del artículo 56 del TFUE).

El Parlamento Europeo y el Consejo, conforme al procedimiento legislativo ordinario, “podrán


extender el beneficio de las disposiciones del presente capítulo a los prestadores de servicios
que sean nacionales de un tercer Estado y se hallen establecidos dentro de la Unión”. Según el
artículo 57 del TFUE se considerarán servicios “las prestaciones realizadas normalmente a
cambio de una remuneración, en la medida en que no se rijan por las disposiciones relativas a
la libre circulación de mercancías, capitales y personas”.

En particular, los servicios comprenderán las actividades de carácter industrial, actividades de


carácter mercantil, actividades artesanales y actividades propias de las profesiones liberales.
En la dirección apuntada, y sin perjuicio de las disposiciones relativas al derecho de
establecimiento, “el prestador de un servicio podrá, con objeto de realizar dicha prestación,
ejercer temporalmente su actividad en el Estado miembro donde se lleve a cabo la prestación,
en las mismas condiciones que imponga ese Estado a sus propios nacionales”. La
Jurisprudencia del TJCE se ha venido ocupando de la correcta aplicación de la libertad de

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establecimiento y de la libre circulación de servicios. El TJCE ha tenido ocasión de interpretar,


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entre otros, el supuesto de prohibición de prestación de servicios, los supuestos de exigencia
de establecimiento o residencia para prestación del servicio, los supuestos de exigencias de
autorizaciones previas y los supuestos de restricciones en las modalidades de prestación del
servicio. En este sentido, merece especial mención la Directiva 2006/123/CE del Parlamento
Europeo y del Consejo, de 12 de diciembre de 2006, relativa a los servicios en el mercado
interior. Más conocida como Directiva de Servicios o Directiva Bolkestein, su objetivo
primordial es crear un entorno regulatorio más favorable y transparente para el desarrollo de
las actividades de servicios a nivel comunitario mediante la eliminación de obstáculos
innecesarios y desproporcionados para la prestación de servicios.

La Directiva está en la base de las modificaciones legislativas que dieron lugar a las leyes 39/15
y 40/15 en la búsqueda de la reducción de las cargas administrativas y supone un incremento
de las posibilidades de elección de los destinatarios y una mejora de la calidad de los servicios
tanto para los consumidores como las empresas usuarias de los mismos.

LA LIBRE CIRCULACIÓN DE CAPITALES

La libre circulación de capitales y pagos aparece regulada en los artículos 63 a 66 del TFUE. A
tenor de lo establecido en el artículo 63 del TFUE quedan prohibidas todas las restricciones a
los movimientos de capitales y pagos entre Estados miembros y entre Estados miembros y
terceros países. El Parlamento Europeo y el Consejo, con arreglo al procedimiento legislativo
ordinario, adoptarán aquellas medidas relativas a los movimientos de capitales, con destino a
terceros países o procedentes de ellos, que supongan inversiones directas, incluidas las
inmobiliarias, el establecimiento, la prestación de servicios financieros o la admisión de valores
en los mercados de capitales (artículo 64.2 del TFUE).

Ahora bien, el apartado 3 del artículo 64, pone de manifiesto que sólo el Consejo, con arreglo a
un procedimiento legislativo especial, por unanimidad y previa consulta al Parlamento
Europeo, podrá establecer medidas que supongan un retroceso en el Derecho de la Unión
respecto de la liberalización de los movimientos de capitales con destino a terceros países o
procedentes de ellos. En este sentido, y a falta de las medidas de aplicación señaladas en el
apartado 3 del artículo 64, la Comisión Europea, o a falta de una decisión de la Comisión
dentro de un período de tres meses a partir de la solicitud del Estado miembro interesado, el
Consejo, podrá adoptar una decisión que declare que las medidas fiscales restrictivas
adoptadas por un Estado miembro con respecto a uno o varios terceros países deben
considerarse compatibles con los Tratados en la medida en que las justifique uno de los
objetivos de la Unión y sean compatibles con el correcto funcionamiento del mercado interior.

En este caso, el Consejo se pronunciará por unanimidad a instancia de un Estado miembro. Ha


de dejarse bien sentado que, lo dispuesto en el artículo 63 del TFUE se aplicará sin perjuicio del
ejercicio del derecho de los Estados miembros a:

- aplicar las disposiciones pertinentes de su Derecho fiscal que distingan entre


contribuyentes cuya situación difiera con respecto a su lugar de residencia o con
respecto a los lugares donde esté invertido su capital.
- Adoptar las medidas necesarias para impedir las infracciones a su Derecho y
normativas nacionales, en particular en materia fiscal y de supervisión prudencial de
entidades financieras,

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- establecer procedimientos de declaración de movimientos de capitales a efectos de


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información administrativa o estadística o tomar medidas justificadas por razones de
orden público o de seguridad pública.

El artículo 66 del TFUE contienen una cláusula de salvaguardia, de tal modo que cuando en
circunstancias excepcionales los movimientos de capitales con destino a terceros países o
procedentes de ellos causen, o amenacen causar, dificultades graves para el
funcionamiento de la unión económica y monetaria, el Consejo, a propuesta de la
Comisión y previa consulta al Banco Central Europeo, podrá adoptar respecto a terceros
países, por un plazo no superior a seis meses, las medidas de salvaguardia estrictamente
necesarias.

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