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INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACION DOCENTE N° 29

“Profesora Graciela Gil”

Profesorado de Educación Primaria


Didáctica de las Ciencias Sociales II
Profesora: Derungs, Silvia
Planificación 11 de Septiembre

3° Año C
Fecha de entrega: 12/07/2018
Alumnas: Ance, Soledad
Beltrán, Maximiliano
Ledesma, Macarena
Poblete, María Verónica
Singh, Mariana
Planificación de Clase
Año: 6to

Bloque: Las sociedades a través del tiempo.

Contenido: La conformación de una sociedad móvil, compleja y conflictiva.

Recorte de la realidad: Formas de vida de la élite de grandes terratenientes pampeanos,


de los sectores medios y de trabajadores. Tensiones y conflictos.

Palabras claves: Desnaturalizar-Estereotipo

Propósitos: Que el docente logre:

● Diseñar situaciones de enseñanza que propicien la reflexión en torno a la figura de


Sarmiento.

● Diseñar situaciones de enseñanza que propicien un espacio de intercambios


orales.

Objetivos: Que el estudiante logre:

● Identificar las características sobre el pensamiento de Sarmiento.

● Desnaturalizar la idea de “gaucho” y la figura de Sarmiento como “hombre de bien”

● Trabajar de forma cooperativa entre pares.

● Realizar producciones escritas.

Inicio:

Iniciaré la clase pidiéndole a los estudiantes que formen grupo de 3-4 integrantes porque
hoy trabajaremos con unos fragmentos (ver ANEXO) que escribió Domingo Faustino
Sarmiento, en un libro que se publicó en 1845, llamado Facundo: Civilización y Barbarie.
Se las daré y les comentaré que en ese periodo la Argentina estaba formada por dos
grandes grupos los Unitarios, que querían un gobierno centralizado en Buenos Aires, con
una economía que no defendía a las industrias regionales y con un fuerte peso en que los
negocios de exportación de materia prima se realicen solamente en el Puerto de Buenos
Aires apoyados por los terratenientes y estancieros porteños,; en cambio los Federales,
querían defender al mercado regional, además buscaban que los gobernadores de las
provincias sean elegidos por sus ciudadanos y que el gobierno no sea realizado desde
Buenos Aires, estos eran apoyados por criollos, entre ellos resalta la figura de Facundo
Quiroga, que Sarmiento lo utiliza para describir al gaucho como un ser malvado, bárbaro,
que vive en los espacios rurales de las provincias, todo lo contrario a un civilizado que
vive en zonas urbanas, pensando en el progreso, emparentado con la cultura europea.

Desarrollo:

Les diré que lean los fragmentos y que realicen unas anotaciones teniendo en cuenta las
siguientes preguntas orientadoras ¿Por qué Sarmiento consideraba bárbaro a Facundo?
¿Según para Sarmiento, qué diferencias tiene el “campo” con la ciudad? ¿Qué quiere
decir que el gaucho es malo? ¿Por qué el gaucho no puede vestir de traje? ¿Por qué
hace mención del cuchillo? ¿Por qué dice que Facundo es un hombre divorciado con la
sociedad?¿Qué es lo civilizado para Sarmiento?
Tras pasado un tiempo, abriré una ronda de intercambio, donde cada grupo explicará
brevemente el fragmento que le tocó y contará sus anotaciones.

Cierre:
Para finalizar la clase, les diré que armen dos grupos y luego les daré un afiche a cada
grupo donde podrán en uno, las características de lo Bárbaro y en el otro lo Civilizado.
ANEXO:
FACUNDO: Civilización y Barbarie (fragmentos)
INTRODUCCIÓN: (fragmento)

"Je demande á l'historien l'amour de I'humanité ou de la liberté; sa justice impartiale ne


doit pas étre impassible. Il faut, au contraire, qu'il souhaite, qu'il espére, qu'il souffre, ou
soit heureux de ce qu'il raconte. " (1)

VILLEMAIN, (Cours de littérature)

¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el ensangrentado


polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones
internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! Tú posees el secreto:
¡revélanoslo! Diez años aún después de tu trágica muerte, el hombre de las ciudades y el
gaucho de los llanos argentinos, al tomar diversos senderos en el desierto, decían: "¡No;
no ha muerto! ¡Vive aún! ¡Él vendrá! " ¡Cierto! Facundo no ha muerto; está vivo en las
tradiciones populares, en la política y revoluciones argentinas; en Rosas, su heredero, su
complemento: su alma ha pasado a este otro molde, más acabado, más perfecto; y lo que
en él era sólo instinto, iniciación, tendencia, convirtióse en Rosas en sistema, efecto y fin.
La naturaleza campestre, colonial y bárbara, cambióse en esta metamorfosis en arte, en
sistema y en política regular capaz de presentarse a la faz del mundo, como el modo de
ser de un pueblo encarnado en un hombre que ha aspirado a tomar los aires de un genio
que domina los acontecimientos, los hombres y las cosas. Facundo, provinciano bárbaro
valiente, audaz, fue reemplazado por Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo él; por
Rosas, falso, corazón helado, espíritu calculador, que hace el mal sin pasión, y organiza
lentamente el despotismo con toda la inteligencia de un Maquiavelo. Tirano sin rival hoy
en la tierra, ¿por qué sus enemigos quieren disputarle el título de Grande que le prodigan
sus cortesanos? Sí; grande y muy grande es, para gloria y vergüenza de su patria, porque
si ha encontrado millares de seres degradados que se unzan a su carro para arrastrarlo
por encima de cadáveres, también se hallan a millares las almas generosas que, en
quince años de lid sangrienta, no han desesperado de vencer al monstruo que nos
propone el enigma de la organización política de la República. […] Necesítase, empero,
para desatar este nudo que no ha podido cortar la espada (2), estudiar prolijamente las
vueltas y revueltas de los hilos que lo forman, y buscar en los antecedentes nacionales,
en la fisonomía del suelo, en las costumbres y tradiciones populares, los puntos en que
están pegados.

NOTAS:
(1) “Je demande... ce qu’il raconte.” “Yo pido al historiador el amor a la humanidad o a la libertad:
su justicia imparcial no debe ser impasible. Es necesario, al contrario, que desee, que espere, que
sufra o sea feliz con lo que narra.” Villemain. Curso de literatura
(2) "desatar este nudo que no ha podido cortar la espada." Alusión al nudo gordiano. El régimen
rosista, que los levantamientos militares no pudieron derribar, podrá ser derrocado tras la toma de
conciencia cívica e histórica que el libro se propone crear.
CAPÍTULO I (fragmento)

La ciudad es el centro de la civilización argentina, española, europea; allí están los


talleres de arte, las tiendas de comercio, las escuelas y colegios, los juzgados, todo lo
que, caracteriza, en fin, a los pueblos cultos.
La elegancia en los modales, las comodidades del lujo, los vestidos europeos, el frac y la
levita tienen su centro y su lugar conveniente. […]
El hombre de la ciudad viste el traje europeo, vive de la vida civilizada, tal como la
conocemos en todas partes: allí están las leyes, las ideas de progreso, los medios de
instrucción, alguna organización municipal, el gobierno regular, etc. Saliendo del recinto
de la ciudad, todo cambia de aspecto: el hombre de campo lleva otro traje, que llamaré
americano, por ser común a todos los pueblos; sus hábitos de vida son diversos; sus
necesidades, peculiares y limitadas; parecen dos sociedades distintas, dos pueblos
extraños uno de otro.
Aún hay más: el hombre de la campaña, lejos de aspirar a semejarse al de la ciudad,
rechaza con desdén su lujo y sus modales corteses; y el vestido del ciudadano, el frac, la
capa, la silla, ningún signo europeo puede presentarse impunemente en la campaña.

CAPÍTULO II (fragmento)
EL GAUCHO MALO

Éste es un tipo de ciertas localidades, un outlaw (3), un squatter (4), un misántropo


particular. Es el "Ojo de Halcón" (5), el Trampero de Cooper (6), con toda su ciencia del
desierto, con toda su aversión a las poblaciones de los blancos, pero sin su moral natural
y sin sus conexiones con los salvajes. Llámanle el Gaucho Malo, sin que este epíteto lo
desfavorezca del todo. La justicia lo persigue desde muchos años; su nombre es temido,
pronunciado en voz baja, pero sin odio y casi con respeto. Es un personaje misterioso:
mora en la pampa, son su albergue los cardales, vive de perdices y mulitas (7); si alguna
vez quiere regalarse con una lengua enlaza una vaca, la voltea solo, la mata, saca su
bocado predilecto y abandona lo demás a las aves mortecinas (8). De repente, se
presenta el gaucho malo en un pago de donde la partida acaba de salir: conversa
pacíficamente con los buenos gauchos, que lo rodean y lo admiran; se provee de los
vicios, y si divisa la partida, monta tranquilamente en su caballo y lo apunta hacia el
desierto, sin prisa, sin aparato, desdeñando volver la cabeza. La partida rara vez lo sigue;
mataría inútilmente sus caballos, porque el que monta el gaucho malo es un parejero
pangaré (9) tan célebre como su amo. Si el acaso lo echa alguna vez, de improviso, entre
las garras de la justicia, acomete a lo más espeso de la partida (10), y a merced de cuatro
tajadas (11) que con su cuchillo ha abierto en la cara o en el cuerpo de los soldados, se
hace paso por entre ellos, y tendiéndose sobre el lomo del caballo, para sustraerse a la
acción de las balas que lo persiguen, endilga (12) hacia el desierto, hasta que, poniendo
espacio conveniente entre él y sus perseguidores, refrena su trotón y marcha
tranquilamente. Los poetas de los alrededores agregan esta nueva hazaña a la biografía
del héroe del desierto, y su nombradía vuela por toda la vasta campaña. A veces, se
presenta a la puerta de un baile campestre, con una muchacha que ha robado; entra en
baile con su pareja, confúndese en las mudanzas del cielito, y desaparece sin que nadie
se aperciba (13) de ello. Otro día se presenta en la casa de la familia ofendida, hace
descender de la grupa a la niña que ha seducido, y, desdeñando las maldiciones de los
padres que le siguen, se encamina tranquilo a su morada sin límites.
Este hombre divorciado con la sociedad, proscrito por las leyes; este salvaje de color
blanco, no es, en el fondo un ser más depravado que los que habitan las poblaciones. Él
osado prófugo que acomete una partida entera es inofensivo para con los viajeros. El
gaucho malo no es un bandido, no es un salteador; el ataque a la vida no entra en su
idea, como el robo no entraba en la idea del Churriador: roba, es cierto; pero ésta es su
profesión, su tráfico, su ciencia. Roba caballos. Una vez viene al real de una tropa (14) del
interior: el patrón propone comprarle un caballo de tal pelo extraordinario, de tal figura, de
tales prendas, con una estrella blanca en la paleta. El gaucho se recoge, medita un
momento, y después de un rato de silencio contesta: "No hay actualmente caballo así".
¿Qué ha estado pensando el gaucho? En aquel momento, ha recorrido en su mente mil
estancias (15) de la pampa, ha visto y examinado todos los caballos que hay en la
provincia, con sus marcas, color, señales particulares, y convencídose de que no hay
ninguno que tenga una estrella en la paleta: unos las tienen en la frente; otros, una
mancha blanca en el anca. ¿Es sorprendente esta memoria? ¡No! Napoleón conocía por
sus nombres, doscientos mil soldados, y recordaba, al verlos, todos los hechos que a
cada uno de ellos se referían. Si no se le pide, pues, lo imposible, en día señalado, en un
punto dado del camino, entregará un caballo tal como se le pide, sin que el anticiparle el
dinero sea un motivo de faltar a la cita. Tiene sobre este punto, el honor de los tahúres
sobre las deudas.
Viaja a veces a la campaña de Córdoba, a Santa Fe. Entonces se le ve cruzar la pampa
con una tropilla de caballos por delante: si alguno lo encuentra, sigue su camino sin
acercársele, a menos que él lo solicite.

Notas:
(3) outlaw. Palabra inglesa que significa "fuera de la ley".
(4) squatter. Palabra inglesa que significa "advenedizo", "intruso", "usurpador".
(5) "Ojo de Halcón": El gran cazador de la obra de Fenimore Cooper, El último de los mohicanos
(6)El Trampero. Personaje de La Pradera, de F. Cooper.
(7)mulitas. Desdentado que habita en América meridional, llamado también "peludo".
(8) aves mortecinas. Aves que comen carne de carroñas: caranchos, cuervos, etc.
(9) pangaré. Caballo de color leonado, entre doradillo y zaino.
(10) acomete a lo más espeso de la partida. Un caso así se presenta en Martín Fierro, de
Hernández.
(11) tajadas. Chilenismo: tajos, cuchilladas.
(12) endilga. Encamina, dirige.
(13) aperciba. Galicismo por "se dé cuenta, lo advierta".
(14) real de una tropa. Lugar donde se realiza una feria de caballos.
(15) mil estancias. En la primera edición, página 55, dice "diez mil estancias': Sarmiento excluyó la
palabra diez en atención a las observaciones de V. Alsina en su nota 2. Era una hipérbole, que
manifestaba la actitud de simpatía y admiración del escritor. Alsina lo reconoce así, señalando el
carácter literario de la lengua de Sarmiento opuesta a la intencionalidad teórica y sociológica:
"...creo que tiene mucha poesía, si no en ideas, al menos en los modos de locución. Vd. no se
propone escribir un romance, ni una epopeya, sino una verdadera historia social..."
CAPÍTULO III (fragmento)

El gaucho estima, sobre todas las cosas, las fuerzas físicas, la destreza en el manejo del
caballo, y, además, el valor. (...)
El gaucho anda armado del cuchillo que ha heredado de los españoles: esta peculiaridad
de la Península, este grito característico de Zaragoza (16): ¡guerra a cuchillo!, es aquí
más real que en España El cuchillo, a más de un arma, es un instrumento que le sirve
para todas sus ocupaciones: no puede vivir sin él; es como la trompa del elefante, su
brazo, su mano, su dedo, su todo. El gaucho, a la par de jinete, hace alarde de valiente, y
el cuchillo brilla a cada momento, describiendo círculos en el aire, a la menor,
provocación, sin provocación alguna, sin otro interés que medirse con un desconocido;
juega a las puñaladas, como jugaría a los dados. Tan profundamente entran estos hábitos
pendencieros en la vida íntima del gaucho argentino, que las costumbres han creado
sentimientos de honor y una esgrima que garantiza la vida. El hombre de la plebe de los
demás países toma el cuchillo para matar, y mata; el gaucho argentino lo desenvaina para
pelear, y hiere solamente. Es preciso que esté muy borracho, es preciso que tenga
instintos verdaderamente malos, o rencores muy profundos, para que atente contra la vida
de su adversario.
Su objetivo sólo es marcarlo, darle una tajada en la cara, dejarle una señal
indeleble (17). Así se ve a estos gauchos llenos de cicatrices, que rara vez son profundas.
La riña, pues, se traba por brillar, por la gloria del vencimiento, por amor a la reputación.
Ancho círculo se forma en torno de los combatientes, y los ojos siguen con pasión y
avidez el centelleo de los puñales, que no cesan de agitarse un momento. Cuando la
sangre corre a torrentes; los espectadores se creen obligados, en conciencia, a
separarlos.
Si sucede alguna desgracia (18), las simpatías están por el que se desgració: el mejor
caballo le sirve para salvarse a parajes lejanos y allí lo acoge el respeto o la compasión.
Si la justicia le da alcance, no es raro que haga frente, si corre a la partida, adquiere un
renombre, desde entonces, que se dilata sobre una ancha circunferencia. Transcurre el
tiempo, el juez ha sido mudado, y ya puede presentarse de nuevo en su pago, sin que se
proceda a ulteriores persecuciones; está absuelto. Matar es una desgracia, a menos que
el hecho se repita tantas veces, que inspire horror el contacto del asesino.

NOTAS:
(16) Zaragoza. Ciudad española, a orillas del Ebro. Fue llamada inmortal por la resistencia que
opuso a las huestes napoleónicas durante la invasión de 1808 – 1809.
(17) Es preciso que esté…señal indeleble. Carácter del gaucho que se evidencia en el Martín
Fierro.
(18) desgracia. Eufemismo del habla gauchesca para denominar un homicidio y las consecuencias
que acarrea al matador.
CAPÍTULO V (fragmento)

Toda la vida pública de Quiroga me parece resumida en estos datos. Veo en ellos el
hombre grande, el hombre de genio, a su pesar, sin saberlo él, el César, el Tamerlán, el
Mahoma. Ha nacido así, y no es cuIpa suya; descenderá en las escalas sociales para
mandar, para dominar, para combatir el poder de la ciudad, la partida de la policía. Si le
ofrecen una plaza en los ejércitos la desdeñará, porque no tiene paciencia para aguardar
los ascensos; porque hay mucha sujeción, muchas trabas puestas a la independencia
individual, hay generales que pesan sobre él, hay una casaca que oprime el cuerpo, y una
táctica que regla los pasos; ¡todo esto es insufrible! La vida de a caballo, la vida de
emociones fuertes, han acerado su espíritu y endurecido su corazón; tiene odio
invencible, instintivo, contra las leyes que lo han perseguido, contra los jueces que lo han
condenado, contra toda esa sociedad y esa organización a que se ha sustraído desde la
infancia y que lo mira con prevención y menosprecio. Aquí se eslabona insensiblemente el
lema de este capítulo: "Es el hombre de la Naturaleza que no ha aprendido aún a
contener o a disfrazar sus pasiones, que las muestra en toda su energía, entregándose a
toda su impetuosidad. Este es el carácter original del género humano"; y así se muestra
en las campañas pastoras de la República Argentina. Facundo es un tipo de la barbarie
primitiva: no conoció sujeción de ningún género; su cólera era la de las fieras: la melena
de sus renegridos y ensortijados cabellos caía sobre su frente y sus ojos en guedejas
como las serpientes de la cabeza de Medusa; su voz se enronquecía, y sus miradas se
convertían en puñaladas. Dominado por la cólera, mataba a patadas, estrellándole los
sesos a N. por una disputa de juego; arrancaba ambas orejas a su querida porque le
pedía, una vez, 30 pesos para celebrar un matrimonio consentido por él; y abría a su hijo
Juan la cabeza de un hachazo, porque no había forma de hacerlo callar; daba de
bofetadas, en Tucumán, a una linda señorita a quien ni seducir ni forzar podía. En todos
sus actos mostrábase el hombre bestia aún, sin ser por eso estúpido y sin carecer de
elevación de miras. Incapaz de hacerse admirar o estimar, gustaba de ser temido; pero
este gusto era exclusivo, dominante, hasta el punto de arreglar todas las acciones de su
vida a producir el terror en torno suyo, sobre los pueblos como sobre los soldados, sobre
la víctima que iba a ser ejecutada, como sobre su mujer y sus hijos. En la incapacidad de
manejar los resortes del gobierno civil, ponía el terror como expediente para suplir el
patriotismo y la abnegación; ignorante, rodeábase de misterios y haciéndose
impenetrable, valiéndose de una sagacidad natural, una capacidad de observación no
común de la credulidad del vulgo, fingía una presciencia de los acontecimientos que le
daba prestigio y reputación entre las gentes vulgares.

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