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RESEÑAS DE LIBROS 231

Pedro Carlos González Cuevas


Acción Española. Teología Política y nacionalismo autoritario en
España. (1913-1936),
Madrid, Tecnos. 1998. 411 págs.

El libro que aquí comento telectual de esa ideología tra-


contiene, además del estudio d i c i o n a l i s t a . T i e n e , grosso
de la revista Acción Española modo, dos partes diferencia-
(1931-36), un exhaustivo aná- das. La primera empieza con
lisis de la formación y desarro- una explicación exhaustiva de
llo de una corriente ideológica los tres últimos lustros del rei-
que arranca con los primeros nado de Alfonso XIII para llegar
años de la crisis de la Restau- así hasta las puertas de la Se-
ración y culmina con el co- gunda República. La segunda
mienzo de la guerra civil; una se dedica plenamente al pe-
corriente que habría desembo- riodo activo de Acción Espa-
cado en un tradicionalismo de ñola; el análisis de la revista
nuevo cuño —en el que sería sirve de pretexto para abarcar
posible identificar y estudiar una historia más amplia, la de
una teoría de la contrarrevolu- la derecha monárquica del pe-
ción sofisticada y h o m o g é - riodo republicano. Aparte el
nea— y se habría convertido en protagonismo de este sector,
mayoritaria dentro de las dere- no está ausente la considera-
chas españolas. Todo esto, en ción del g r u p o mayoritario
verdad, como resultado de un dentro de la derecha católica,
proceso precipitado por la pro- Acción Popular. Se trata, sin
clamación de la Segunda Re- duda, de una presencia que no
pública, al h a c e r s e m á s ur- es gratuita; encaja con la pre-
gente, si cabe, la elaboración tensión más o menos explícita
coherente de una ideología de estudiar ambas corrientes
conservadora contestataria, de un modo convergente, de
tan monárquica como católica ahí que la «teorización contra-
y, claro está, profundamente rrevolucionaria de la derecha
antirrepublicana y antiliberal. católica» tenga un espacio re-
A pesar del relato detallado servado en el texto, el que co-
de la situación política y de la rresponde al segundo bienio,
copiosa información que con- allá por 1935, momento cum-
tiene el libro —esfuerzo que bre de los gobiernos de centro-
hay que agradecer especial- derecha.
mente—, es en el debate de las Dentro de ese ámbito tempo-
ideas en el que este texto en- ral tan amplio, tiene especial
cuentra su horizonte, el sentido importancia la explicación de la
de su cronología y el deseo im- crisis política de la Restaura-
plícito de explicar el origen in- ción. Según reza el libro, la Res-
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tauración fue, en relación al dé- esto, que la ideología de la de-


ficit de libertad de nuestro si- recha antiliberal de los treinta
glo xix, una cierta obra de civi- no habría carecido de un pa-
lización de la derecha; aunque sado político en el que rastrear
de poco sirvió, por cuanto que sus orígenes. Así las cosas, Ac-
las c o n c e s i o n e s ideológicas ción Española fue la culmina-
que el liberalismo hizo al tradi- ción, lógica y consecuente se-
cionalismo para afianzar la res- gún este argumento, de la con-
tauración monárquica, más que solidación de las tendencias
aportar una senda de paz y pro- antiliberales en la derecha es-
greso a la sociedad española, pañola.
se tradujeron en el fiasco de los En ese recorrido, Ramiro de
principios liberales. Las conce- Maeztu representa, desde su
siones a la Iglesia, la parálisis propia evolución personal, la
del conservadurismo liberal, mejor puesta en escena del
sus veleidades antidemocráti- desplazamiento del conserva-
cas, la Monarquía como perso- durismo monárquico y cató-
nificación del Estado más que lico, antaño liberal, hacia un
como representante de la vo- nuevo tradicionalismo y nacio-
luntad nacional..., fueron, en nalismo autoritario. El libro de
definitiva, contradicciones pro- Pedro Carlos González hace un
pias de un liberalismo falseado análisis detallado del pensa-
e imposibilitado de raíz para di- miento político de Maeztu, y lo
rigir un tránsito gradual a la hace, a mi juicio, excedién-
modernidad democrática y se- dose en dos aspectos: su co-
cularizada. herencia y su proyección pú-
No se turbe el lector si ha no- blica dentro de la derecha; am-
tado la asombrosa comunión bos, de ser ciertos, resultan
que existe entre esta interpre- incompatibles con la plurali-
tación histórica y la de la iz- dad ideológica y el pragma-
quierda republicana de entre- tismo que distinguía al conser-
guerras. Siguiendo con ese ra- vadurismo monárquico. De he-
z o n a m i e n t o , la crisis de la cho, en Acción Española,
Restauración, a la par de la del Maeztu no podía encontrar y
liberalismo europeo, facilitó un no encontró otra cosa que un
acercamiento de las distintas grupo claramente minoritario y
familias de la derecha sobre profundamente heterogéneo.
presupuestos antiliberales. La Sólo una actividad conspira-
evolución de ciertos sectores dora desenfrenada contrapesó,
mauristas, las buenas relacio- en parte, aquella dispersión
nes de los católicos con Primo irremediable de la derecha es-
de Rivera y la labor de los ide- pañola.
ólogos de la dictadura confir- La derecha antiliberal de los
marían esa unidad de destino treinta deseaba una ruptura ra-
antiliberal del campo conserva- dical con los métodos constitu-
dor. Es fácil entender, según cionales y parlamentarios y
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postulaba un nuevo orden polí- con el nuevo régimen. Siendo


tico, social y económico confi- así, el posibilismo de la mayoría
gurado con los elementos de de los miembros de Acción Po-
una determinada tradición na- pular, apoyado por el sector de
cional e interpretación de la his- la Iglesia católica que más peso
toria de España. Decía venerar tenía en ese momento, no fue
el pasado y, sin embargo, gran otra cosa que una farsa táctica
parte de su armazón ideológico tras la cual descansaban presu-
lo había construido, como en el puestos similares a los del tradi-
caso de la izquierda antiliberal, cionalismo monárquico de Ac-
sobre el desprecio del mejor ción Española. Asimismo, Gil
fruto del pasado más cercano, Robles, el líder más importante
esto es, la herencia ilustrada, la de la derecha católica durante la
construcción decimonona del Segunda República tanto por su
Estado liberal y constitucional, papel integrador y movilizador
la independencia de las esferas como por su dimensión parla-
civil y religiosa en el ámbito de mentaria, queda completa-
la política, la centralización, la mente desautorizado y poco
burocracia estatal, el raciona- menos que en ridículo. Y si el
lismo jurídico..., todo ello sím- posibilismo fue una farsa y el
bolo de la construcción paula- accidentalismo un imposible, no
tina de un marco estable de ga- digamos ya cómo habría que
rantías para la libertad en el que calificar el estimable esfuerzo
se habían invertido más de cien que hizo la jerarquía católica y
años. la nunciatura para alcanzar un
Esa derecha antiliberal de los acuerdo preconstitucional con
años treinta presentaba, preci- el gobierno de la Segunda Re-
samente por su ataque a la mo- pública durante el verano de
dernidad y al liberalismo, im- 1931. En fin, de este modo, to-
portantes diferencias tanto con dos y cada uno de los porme-
el liberalismo c o n s e r v a d o r nores que diferenciaban al con-
como con otros sectores menos servadurismo católico de Gil Ro-
liberales pero igualmente católi- bles, Ángel Herrera —nombrado
cos, monárquicos y conserva- en 1932, no por casualidad,
dores —léase Acción Popular, presidente de la Acción Cató-
con todas sus ambigüedades—. lica—, Jiménez Fernández, Luis
No parece creerlo así Pedro Lucia, y tantos otros, respecto
Carlos González, que al analizar de Antonio Goicoechea, Euge-
las tácticas de la derecha cató- nio Vegas Latapié o Calvo So-
lica ante el nuevo régimen, con- telo, se diluyen bajo un para-
sidera al accidentalismo de Ac- digma que hace converger a
ción Popular sólo como presu- ambos en un mismo plano ideo-
puesto especulativo y, en con- lógico. Resulta así que los mo-
secuencia, mero disfraz de posi- nárquicos puristas, que estaban
ciones monárquicas antilibera- en clara minoría en las eleccio-
les, antidemocráticas y desleales nes de 1933 y 1936, habrían
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sido los depositarios de una co- se explica en el libro, presentó


rriente de pensamiento más que en 1922 una tesis doctoral en la
mayoritaria. que las apelaciones a la tradi-
Ahora bien, las tácticas polí- ción y al papel del catolicismo
ticas coyunturales tienen un va- en la política española recuer-
lor incalculable en una situación dan a los postulados de Acción
de repentina y amplia moviliza- Española. Sin embargo, si se
ción política como fue la de los trata de conocer las supuestas
años treinta en España; y ese determinaciones de su biografía
valor supera toda ambigüedad intelectual y política, no basta
en la interpretación, para alcan- con unas cuantas líneas dedica-
zar un significado propio en el das a un trabajo teórico y uni-
caso del ralliement de los cató- versitario escrito diez años antes
licos españoles. El discurso más de la proclamación de la Repú-
o menos antiliberal que acom- blica; hay que añadir un análisis
pañaba a muchos de los líderes exhaustivo de sus múltiples y
cedistas no debe hacernos olvi- decisivas intervenciones parla-
dar lo que esas actitudes de- mentarias, conferencias y míti-
mostraban: la supervivencia de nes. Es verdad que Gil Robles
un talante de predisposición ha- compartía presupuestos de la
cia el acuerdo, al modo liberal crítica del parlamentarismo y
de antaño, y un esfuerzo por su- del liberalismo y apelaba al va-
perar contradicciones teóricas y lor de la conciencia católica en
limitaciones doctrinales me- la estabilidad, unidad y sentido
diante la acción política. Ade- universal de la nación española,
más, conviene recordar que fue encarnada en la dinastía histó-
a este esfuerzo más o menos rica. Pero no despreciaba ni
sincero al que premió la amplia consideraba del todo caducada
mayoría del voto católico y con- la opción parlamentaria, con-
servador —y, por qué no, mo- fiaba en la capacidad de movili-
nárquico—. zación de las derechas y en el
Pero si aquello que parece valor del sufragio y defendía una
simple diferencia táctica entre interpretación de la doctrina ca-
Gil Robles y Goicoechea o entre tólica que, aun negando la tole-
El Debate y Acción Española se rancia con el «error», hacía del
observa en el terreno de las bien común y la defensa prác-
ideas, tampoco aparece tan ní- tica de los derechos de la Iglesia
tida una posible línea de con- suficiente motivo para trabajar
vergencia subrepticia. Bien es desde dentro de la legalidad re-
cierto que Gil Robles, tal como publicana 6 .

6
Uno de los mejores discursos políticos de Gil Robles sobre la táctica acci-
dentalista y el sentido de la política de Acción Popular fue el celebrado ante más
de 4000 personas en el domicilio social de Acción Popular en Madrid el 15 de ju-
nio de 1932. El Debate, 16 de junio de 1932.
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Hubo, claro está, distintas proximidad entre el cedismo y


etapas y momentos, tanto de su los monárquicos, el ámbito de la
pensamiento como de su activi- especulación ideológica tam-
dad política; la cronología, en poco es tan claro respecto a las
este caso, tampoco es baladí. afinidades cedistas con el dis-
En la segunda mitad de 1935 curso tradicionalista. La doc-
Gil Robles demostró mayores trina católica no era en absoluto
simpatías y proximidades con la liberal, el catolicismo compartía
derecha radical, pero entonces una concepción organicista de
la situación política había cam- la sociedad que tenía su traduc-
biado considerablemente en dos ción en la política por medio de
aspectos que no siempre se va- cierto tipo no del todo claro de
loran suficientemente: primero, corporativismo, la confianza teó-
se había producido un levanta- rica en el sufragio universal era
miento revolucionario contra la escasa y las preferencias apun-
legalidad de la República, lega- taban hacia algún tipo de régi-
lidad que tuvieron que defender men autoritario de transición en
sus, a priori, máximos enemi- el que se impusiera un orden so-
gos, y, segundo, al partido con cial y laboral estables. Pero, a
mayoría de votos en el Con- diferencia de los monárquicos
greso se le había negado por la de Renovación Española, los
más alta magistratura del país, católicos cedistas confiaron du-
ateniéndose a un criterio de leal- rante meses en que la República
tades que no se había estable- hiciera valer sus postulados li-
cido años atrás con los socialis- berales y respetara la libertad de
tas, el acceso al control del go- cultos y la libertad de ense-
bierno. Igualmente cierto es que ñanza; repitieron hasta la sacie-
aumentaron las veleidades y dad y contra todo tipo de situa-
amistades oscuras de los cedis- ciones adversas la obligación de
tas con la derecha extremista y acatar los poderes legalmente
los sectores conspiradores a constituidos y llegaron a consi-
medida que se afianzaba el te- derar la posibilidad de gobernar
mor a que la República desem- dentro del marco constitucional
bocara en un régimen socialista, dado. La apelación cedista al
antireligioso y separatista. Era, ser católico de España o la crí-
sin duda, la semilla de un nuevo tica del liberalismo no llegaba a
discurso de confrontación y re- los parámetros del grupo de Ac-
chazo del régimen que nunca, ción Española ni tenía dema-
pese a lo que se ha dicho, llegó siado que ver con el ideal de
a germinar; y que estaba más Hispanidad de Maeztu o la durí-
relacionado con la coyuntura sima crítica de la doctrina del ra-
política del segundo bienio que lliement que elaborara Vegas
con una convergencia teórica e Latapié. El propio Gil Robles se
ideológica de fondo. encargó, en el Congreso de los
Si la actuación política inva- Diputados, de manifestar la dis-
lida un juicio definitivo sobre la ponibilidad católica a aceptar
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un marco constitucional no con- sin posibilidad de cursar el re-


fesional 7 . Y El Debate, en di- curso previsto por la Constitu-
ciembre de 1933, conteniendo ción ante el Tribunal de Garan-
la explosión de fuerza y con- tías, permitido más de un cente-
fianza que se d e r i v a b a del nar de incendios contra edificios
triunfo electoral de la CEDA, no religiosos... Si ante ese pano-
dudó en publicar una editorial rama que recordaba ABC, El
que respaldaba la opción de una Debate apoyó la opción basada
derecha católica leal al régimen, en una escrupulosa prudencia
sujeta a sus instituciones y con- política que incluía el apoyo
fiada en los mecanismos legales parlamentario a los radicales —
de reforma constitucional 8 . Mu- para mayor escarnio, antiguos
cho le disgustó eso a ABC y a El comecuras— no cabe otra cosa
Siglo Futuro, que contraataca- que ser cautos a la hora de, pri-
ron como pudieron recordando mero, minusvalorar el papel de
al máximo órgano de la CEDA la doctrina del accidentalismo o
la experiencia de 1931-33; no el posibilismo cedista y, se-
les faltaba algo de razón: un bie- gundo, sobrestimar ciertos con-
nio en el que El Debate había tenidos de la Revista de Estu-
sido cerrado dos veces por de- dios Hispánicos, órgano doctri-
cisión gubernativa, sin que se nal de algunos cedistas que
demostrase o aportara prueba apareció al calor de los aconte-
de que hubiera violado la ley y, cimientos del segundo bienio y
por tanto, sin garantía judicial careció, además, de la difusión,
alguna; un bienio en el que se coherencia y continuidad tem-
había legislado el cierre de los poral de El Debate,
colegios dirigidos por religiosos,
disuelto la Compañía de Jesús MANUEL ALVAREZ TARDÍO

Vicente Cacho Viu


El nacionalismo catalán como factor de modernización,
Quaderns Crema, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes,
Barcelona, 1998.

Resulta ciertamente incó- mirábamos a Vicente Cacho. Su


modo reseñar, criticar, la obra charla, llena de anécdotas y su-
de un profesor desaparecido no cedidos, resultaba fascinante. El
hace mucho tiempo. Todos ad- profesor Cacho era un gran con-

7
DSSC, 8 de octubre de 1931, pág. 1529.
8
Edit. «Los católicos y la República», en El Debate, 15 de diciembre de 1933.
La respuesta de ABC el 16 de diciembre de 1933; para ellos eran, precisamente
las normas de la Iglesia las que «imp[edían] la incorporación de los católicos a la
República». También El Siglo futuro, 15 de diciembre de 1933.

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