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Pese a sus notables diferencias, las tres unidades de producción generan un conjunto de
pautas culturales decisivas para la formación de las sociedades: concepción jerárquica
del orden, paternalismo, clientelismo, modo de ser aristocrático, redes de familia. De los
tres, el más favorable a un régimen democrático es el de la estancia, aunque suele ser
fuertemente condicionado por el de la hacienda o el de la plantación.
oligárquica de dominación política y social de clase, común a casi toda América Latina.
El proceso de construcción de los Estados y las sociedades latinoamericanas posterga
y/o resignifica el ideal de la democracia política. Muy a menudo se define, incluso
constitucionalmente, en términos de ficción democrática. Pero el enunciado o precepto
legal no se corresponde con su observancia práctica.
La opción por el liberalismo, tiene menos que ver con una supuesta adscripción a una
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moda ideológica o una importación cultural y, en cambio, mucho más con sus intereses
materiales: colocar en el mercado mundial las materias primas de los productores
criollos.
Los diferentes procesos de construcción del nuevo orden político poscolonial invocan a
la democracia, pero, en rigor de verdad, para las clases propietarias, para las clases que
tienen el control de la economía y aspiran a ejercer el control del poder político, la
primera preocupación, es la construcción de un orden político centralizado, férreo. El
orden antes que la democracia, el orden incluso antes que el progreso. La construcción
de un orden político democrático es más tardía que la del Estado.
En la primera mitad de los años ochenta, las dictaduras institucionales de las fuerzas
armadas comienzan a ceder. Los resultados son transiciones conservadoras, pactadas,
excepto en Argentina, donde la derrota de las fuerzas armadas en la aventura
irresponsable de las islas Malvinas priva a los militares de cualquier posibilidad de
imponer condiciones.
Hay más que suficiente evidencia empírica acerca del carácter no democrático de las
burguesías latinoamericanas como para creer que la proclamada adhesión actual a la
democracia liberal sea sincera. El avance de la democracia en los países andinos no es
bueno, allí se destaca un hecho preocupante: la subsistencia de contenidos autoritarios
con ropaje democrático.
La corrupción dentro de los niveles más altos del Estado alienta su práctica en todos los
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escalones de la burocracia y en la propia sociedad.
Según sucesivas encuestas de opinión pública, los jueces, los políticos y los dirigentes
sindicales gozan del menor grado de credibilidad, en contrapartida, el mayor grado de
credibilidad lo ostentan los periodistas y los medios de comunicación de masas.
En la actualidad este ideal se considera quimérico. Por más que luchemos por
evitar prejuicios, no podemos evitar mirar al pasado desde una perspectiva
particular. El relativismo cultural se aplica, tanto en la historiografía como a sus
objetos. Percibimos el mundo sólo a través de una red de convenciones,
esquemas y estereotipos, que varían de una cultura a otra.
El empeño por escribir una historia que fuera más allá de los acontecimientos políticos
se remonta también muy atrás. La historia económica se asentó en Alemania, Gran
Bretaña otras partes a fines del siglo XIX como alternativa a la historia del Estado. Los
sociólogos del siglo XIX como Augusto Comte, Herbert Spencer, se interesaron en
extremo por la historia. El objeto de su interés eran las estructuras y no los
acontecimientos, y la nueva historia tiene con ellos una deuda que frecuentemente no se
reconoce.
La expresión historia desde abajo genera sus propios problemas. En contextos distintos,
su significado cambia.
La historia de la vida cotidiana, está considerada ahora como la única historia auténtica,
el centro con el que debe relacionarse todo lo demás.
Uno de los focos de atención de los historiadores sociales podría ser el proceso de
interacción entre acontecimiento y tendencia de mayor importancia, por un lado y
estructuras de la vida cotidiana, por otro.
Lo que se necesitan son medios para discriminar, descubrir qué tipos de estadísticas son
más de fiar, en qué medida y para qué fines. La noción de serie requiere ser tratada
como algo problemático, en especial cuando se estudian cambios a largo plazo. Cuanto
más largo sea el período menos probabilidades habrá de las unidades de las series sean
homogéneas. En otras palabras, lo que necesitamos es una nueva “diplomática”.
La oposición tradicional entre acontecimiento y estructura está siendo sustituida por una
preocupación por sus interrelaciones y algunos historiadores experimentan con formas
narrativas de análisis o formas analíticas de narración.
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Descubrimos un interés por el componente social en la política y por los elementos
políticos en la sociedad. Los historiadores políticos analizan la geografía y la sociología
de las elecciones y la “república en las aldeas”. Examinan las ideas sobre política que
forman parte de la vida cotidiana pero difieren ampliamente de un período o región a
otra. Sociedad y cultura se consideran ahora terreno de juego de las tomas de decisión y
los historiadores debaten “la política de la familia”, “política del lenguaje”
En el siglo XIX se desarrolló cierto interés por una historia social y económica de
mayor alcance, pero el principal tema de la historia siguió siendo la exposición de la
política de las elites.
La perspectiva de escribir la historia dese abajo es muy atractiva para los historiadores
ansiosos por ampliar los límites de su disciplina, abrir nuevas áreas de investigación y,
explorar las experiencias históricas de las personas cuya existencia tan a menudo se
ignora, pero el intento de estudiar la historia de esta manera implica cierta dificultad. La
primera se refiere a las pruebas. No hay muchas dudas de que el material en el que se
basa, constituye un cuerpo de fuentes masivamente amplio y rico. Sin embargo, cuanto
más atrás se remonte el historiador en las reconstrucciones de las experiencias de las
clases bajas, tanto más se reducirá el ámbito de las fuentes disponibles.
La historia oral ha sido muy utilizada por los historiadores que intentan examinar las
experiencias de la gente común. Sin embargo, en sus esfuerzos por estudiar la historia
desde abajo, los historiadores se han servido de otros tipos de documentación oficial o
semioficial distintos de una fuente única y rica. Como suele ocurrir cuando se manejan
registros oficiales, su mayor utilidad se manifiesta cuando se emplean para fines que
jamás soñaron sus compiladores. El resultado final demuestra cómo es posible utilizar
otro tipo distinto de documentación oficial para construir la historia desde abajo.
En el fondo de nuestro análisis acecha una cuestión fundamental: ¿es la historia desde
abajo un enfoque de la historia o es un tipo diferenciado de historia? El asunto puede
explicarse desde ambas direcciones. En cuanto al enfoque, la historia desde abajo
cumple, probablemente, dos importantes funciones. La primera es la de servir de
correctivo a las personas relevantes y la segunda es que, al ofrecer este enfoque
diverso, la historia desde abajo abre al entendimiento histórico la posibilidad de una
síntesis más rica, de una fusión de la historia de la experiencia cotidiana del pueblo con
los temas de los tipos de historia más tradicionales.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA
El término “historia desde abajo” implica que hay por encima algo a lo que referirse. Al
tener en cuenta aspectos explícitamente políticos de su experiencia pasada, la historia de
“la gente corriente” no puede divorciarse de la consideración más amplia de la
estructura y el poder social. Esta conclusión nos lleva, al problema de cómo se ha de
encajar la historia desde abajo en las concepciones más amplias de la historia.
La historia de este campo exige una posición que no sea simplemente lineal sino más
compleja, que tenga en cuenta la posición cambiante de la historia de las mujeres,
también el movimiento feminista y, de la disciplina de la historia. La evolución de la
historia de las mujeres está intensamente relacionada con “la fuerza y legitimación
creciente del feminismo en cuanto movimiento político”. La historia de la historia de las
mujeres es siempre una historia de la política.
La mayoría de las historiadoras de las mujeres no rechazan los esfuerzos por lograr
maestría de conocimientos, razón última de cualquier profesión. Aceptaban las leyes del
mundo académico y procuraban ser reconocidas como intelectuales. Recurrían a las
reglas del lenguaje, las pruebas, la investigación, que hacen posible la comunicación
entre historiadores; y en este proceso, buscaron y consiguieron un alto nivel como
profesionales en el terreno de la historia.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA
Virginia Woolf reflexiona sobre las diferencias de la historia existente, una historia que
requiere ser escrita de nuevo, pues parece algo deficiente, insuficiente, incompleta.
Propone añadir un suplemento a la historia; las mujeres son añadidas a la historia y, dan
pie a que sea escrita de nuevo; proporcionan algo adicional y son necesarias para que
llegue a su plenitud, son superfluas e indispensables.
A partir de 1945 el término “colonial” resultó cada vez más odioso y los institutos
debieron encontrar nombres distintos, no solo se trataba de rebautizarlos; también se
produjo un cambio de orientaciones e intereses. La historia de ultra mar se convirtió en
un campo más amplio que en la época colonial. No solo se trataba de un sistema
colonial y el encuentro entre europeos y no europeos, sino también de la historia
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA
económica, social, política y cultural de los pueblos no europeos. Aquí es donde surge
el problema, pues el historiador de ultramar se ha desarrollado, no sólo en la teoría sino
en la práctica. En primer lugar, el historiador ultramarino maneja normalmente dos tipos
de fuentes, por un lado, europea, en su mayoría archivista y otra no europea, escrita y
como en África no escrita. Debido a la falta de fuentes tradicionales, es necesario
elauxilio de otras disciplinas.
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La mayor parte del mundo de ultramar perteneció al mundo colonial; ahora forma parte
del tercer mundo.
En este momento, hay dos modos de tratar el problema de historia mundial. Uno de
ellos podría calificarse quizás de macrosociología, que se caracteriza por una
orientación sociológica, destaca un fenómeno o un tema social específico, como la
formación del Estado, y lo analiza en situaciones históricas diversas. El otro
planteamiento es más tradicional, por cuanto intenta distinguir ciertos modelos en el
desarrollo de la historia moderna y considera la historiografía como descripción de
proceso y acontecimientos históricos concretos.
Muchas de las características de la microhistoria demuestran los lazos íntimos que ligan
la historia con la antropología. Este punto de vista arranca de un conjunto de signos
significativos y procura encajarlos en una estructura inteligible. La descripción densa
sirve para registrar por escrito una serie de sucesos o hechos significativos que son
susceptibles de interpretación al insertarse en un contexto. Este procedimiento logra con
éxito utilizar el análisis microscópico de los acontecimientos más nimios como medio
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para llegar a conclusiones de mucho mayor alcance.
Según los criterios de Ranke la información oral representa, la segunda o tercera opción,
por lo tanto, su papel se limita a facilitar historias de segunda categoría sobre
comunidades con pobres fuentes de información.
Los principales problemas sobre la utilización oral están relacionados con las
tradiciones que no se han aprendido de memoria, es decir, las épicas y narrativas.
Entiendo por “épica” las homéricas: poesía heroica compuesta oralmente de acuerdo
con ciertas reglas.
La evidencia oral se obtiene de aquellas personas que están vivas. También el recuerdo
personal, basado en las experiencias propias del informante y no suelen pasar de
generación en generación excepto de formas muy abreviadas. Y se distingue de la
tradición oral debido a que la transmisión de grandes cantidades y formas específicas
de información requiere un tiempo y un esfuerzo mental considerable.
Los historiadores del libro han sacado ya a la luz una gran cantidad de información
sobre la historia externa de la lectura. Tras haberla estudiado como un fenómeno social,
son capaces de dar respuesta a muchas de las cuestiones sobre el “quién”, el “qué”, el
“dónde” y el “cuándo” que pueden ser de gran ayuda para atacar los más difíciles
“porqués” y “cómo”.
Los estudios dedicados a saber quién leyó qué en distintos momentos son de dos tipos,
macroanalíticos y microanalíticos. El macroanálisis ha florecido en Francia, donde se
nutre de la tradición vigorosa de la historia social cuantitativa.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA
Las novelas, los libros de viajes y las obras de historia natural tendieron a imponerse
masivamente sobre los clásicos en las bibliotecas de nobles y burgueses ricos. A finales
del siglo XIX, los tipos de préstamos en las bibliotecas alemanas, inglesas y
norteamericanas cayeron en unas pautas llamativamente similares El mundo de la
lectura se había transformado en poco más de dos siglos. El auge de la novela compensó
un declive de la literatura religiosa y el momento crítico puede situarse, casi en todos los
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casos, en la segunda mitad del siglo XVIII, en la década de 1770.
En 1800 las personas leían “extensivamente”. Sus lecturas estaban constituidas por todo
tipo de material, en especial publicaciones periodísticas y noticiosas, las leían una sola
vez y corrían al siguiente objeto. La lectura no evolucionó en una dirección: la
extensión, sino que asumió muchas formas diferentes entre los distintos grupos sociales
en épocas diversas. En muchos casos, la lectura se hizo más intensiva, no menos. Pero
los últimos años del siglo XVII parecen representar un momento crítico, un tiempo en
que se puso a disposición de un público más amplio más material de lectura, si se
observa la aparición de una masa de lectores que alcanzaría proporciones gigantescas en
el siglo XIX.
La nueva estructura tipográfica supuso una nueva forma de leer y un nuevo público: la
gente sencilla, que carecía de posibilidades y tiempo para abarcar grandes tiradas de la
narración.
La lectura tiene una historia. No fue siempre y en todas partes la misma. Podemos
pensar en ella como un proceso lineal consistente en extraer información de una página;
pero la información puede cribarse, clasificarse e interpretarse. Los esquemas
interpretativos pertenecen a las configuraciones culturales, que han sufrido enormes
cambios con el paso del tiempo. Dado que nuestros antepasados vivían en mundos
intelectuales diferentes, debieron de haber leído de manera distinta y la historia de la
lectura podría ser tan compleja como la historia del pensamiento. Se trata de una
actividad que implica una relación peculiar. Aunque lectores y textos han variado según
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA
Canonicidad: el desarrollo de la historia del gusto implica una nueva actitud hacia la
canonicidad que une un nuevo eclecticismo crítico, que desafía implícitamente el canon
teleológico de la historia del arte, con una actitud que puede fomentar una petrificación
autoritaria de las colecciones individuales hasta producir un nuevo criterio de
canonicidad. Aquí también intervienen otras fuerzas que modifican o socavan tanto el
canon como la noción de canonicidad. Algunas de ellas giran en torno a los conceptos
de interpretación, significado e intención.
Algunas personas interesadas por la hermenéutica visual ponen en tela de juicio la idea
de que el significado pueda codificarse en materiales visuales y ser decodificado más
tarde por un posterior intérprete hasta producir un “significado” apropiado.
Historia: no creo que el historiador se halle en mejor posición para tratar las imágenes
visuales: como es natural, se ocupa ante todo de interpretar el pasado, y no de la práctica
visual actual y de las cuestiones críticas. Sin embargo, los historiadores han planteado
cuestiones referentes al material visual en términos válidos que puedan recordarnos a
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA
quienes nos interesa la crítica y los asuntos culturales de la actualidad que cualquier
material del pasado es potencialmente admisible como prueba para el historiador.
Conclusión: podemos ver que ninguna profesión debería tener el monopolio sobre la
interpretación del material visual, incluida la historia de las imágenes. Los historiadores
tienen mucho que aprender en este terreno, tienen también importantes puntos que
enseñar.
16 CAPÍTULO IX: “Historia del pensamiento político”
Durante la década de 1960 varios historiadores del pensamiento político publicaron una
serie de reflexiones de carácter general sobre su actividad profesional. Tres de estos
ensayos lograron cierta fama duradera (John Pocock, John Dunn y Quentin Skinner). De
estos tres, el de Skinner fue el que dio pie a un mayor número de debates, ya que
planteó objetivos muy precisos y les dio nombre. El objetivo principal había de ser
“proporcionar una recuperación de los escritos clásicos, sin tener en cuenta la
circunstancia de la evolución histórica, en cuanto tentativas importantes y perennes para
establecer proporciones universales acerca de la realidad política. Sugerir, en cambio,
que el conocimiento de la circunstancia social es condición necesaria para comprender
los textos clásicos equivale a negar que contienen de hecho elementos de interés
intemporal y perenne y, por tanto, a quitar toda importancia al estudio de lo que
dijeron”.
El ensayo de Pocock había sido una ilustración brillante de que los filósofos políticos
más importantes sólo podían leerse sobre un telón de fondo de prácticas lingüísticas
históricamente concretas y especificadas con suficiente detalle y que sólo de ese modo
podía captarse su originalidad o convencionalismo.
Es muy normal que los profesionales de las ciencias humanas dieran por sentado que, de
alguna manera más o menos especificada, quienes decidían eran “los ciudadanos”.
Todos los hombres poseen valores y en cuanto “ciudadanos” harán uso de ellos en sus
decisiones. El principal estudio del pensamiento era suministrar al lector un conjunto de
posibles actitudes políticas que no habría sido capaz de generar por su cuenta, pero a los
que sí podría responder y entre los cuales podría elegir de forma mesurada y bien
orientada.
Algunas de las investigaciones más brillantes de la anatomía de los cuerpos son obras
de críticos literarios y estudiosos de orientación similar comprometidos en el análisis
del discurso y la desconstrucción textual, descomprimiendo “representaciones”
cambiante al yo corporizado.
Regulación del cuerpo: los historiadores han investigado los intentos de ciertos
grupos sociales dominantes por restringir, reprimir y reformar los excesos del cuerpo.
El autocontrol físico ha casado con el deseo de controlar los cuerpos de los demás para
conseguir un mejor orden social y religioso-moral.
debían analizar las estructuras. Si la historia popular siguió fiel a la tradición narrativa,
la académica se interesó cada vez más por los problemas y las estructuras.
Los historiadores estructurales han mostrado que el relato tradicional pasa por alto
aspectos importantes del pasado de los que es incapaz de dar razón, desde el marco
económico y social hasta la experiencia y modos de pensar de la gente corriente. En el
caso de una narración de acontecimientos políticos, es difícil evitar insistir en los
hechos y decisiones de los dirigentes a expensas de los factores que eludieron su
control, pues proporcionan una línea narrativa clara. Por lo que respecta a entidades
colectivas, el historiador narrativo se ve forzado a elegir entre omitirlos del todo o
personificarlos.
Quienes abogan por la narración han señalado que el análisis de estructuras es estático
y, por tanto, ahistórico en cierto sentido.
La razón de buscar formas literarias es sin dudas la conciencia de que las formas
antiguas son inadecuadas para los propósitos del autor.
Los historiadores harán bien en evitar algunas de esas innovaciones. Otros experimentos
inspirados por una serie más amplia de escritores modernos ofrecen, tal vez, soluciones
a ciertos problemas con los que los historiadores pugnan desde hace tiempo. Se trata, en
concreto, de tres.
En primer lugar. Habría la posibilidad de hacer más inteligibles las guerras civiles y
otros conflictos. Un recurso así permitiría una interpretación del enfrentamiento a la
manera de un conflicto entre interpretaciones. En segundo lugar, el número de
historiadores conscientes de que su obra no reproduce “lo que realmente ocurrió” sino
que la presenta desde una perspectiva particular aumenta progresivamente. Las formas
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA
narrativas tradicionales son inadecuadas para transmitir esta certeza. Los narradores
históricos necesitan encontrar una manera de hacerse visibles en su relato a modo de
advertencia al lector de que no son omniscientes o imparciales y que también son
posibles otras interpretaciones además de la suya. En tercer lugar, un nuevo tipo de
narración podría abordar mejor que el antiguo, las demandas de los historiadores
estructurales, dando una sensación mejor del fluir del tiempo que la que suelen dar por
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lo general sus análisis.
Dado que los historiadores no gozan de libertad para inventar sus personajes, ni siquiera
sus palabras y pensamientos, es improbable que puedan condensar los problemas de una
época en un relato de una familia, como han hecho a menudo los novelistas.
Los autores de algunas obras de historia recientes han reflexionado también sobre
problemas de este tipo y sus estudios esbozan una respuesta, o varias, de entre las cuales
podría ser útil distinguir cuatro.
Podría haber otras formas de relacionar más estrechamente la estructura con los
acontecimientos mejores que las utilizadas en general por los historiadores. Un método
posible consiste en escribir la historia hacia atrás.
Esta forma de organización tiene sus dificultades, sobre todo el problema de que,
aunque los capítulos están dispuestos en orden inverso, cada uno de ellos ha de ser leído
hacia adelante. La gran ventaja del experimento es, por otro lado, la de permitir, y hasta
forzar al lector, a sentir la presión del pasado sobre individuos y grupos.
Fuerzas Armadas:
Asumen el poder con ayuda de diferentes sectores sociales.
Concentraron la suma del poder y esto los llevó a asumir el papel del estado.
El golpe de estado de 1976, se realiza para dar una salida definitiva a la crisis
que venía surgiendo en el país debido a una crisis económica durante los
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gobierno Perón y el Isabel.
Las fuerzas Armadas asumieron el disciplinamiento de la sociedad a su imagen
y semejanza. Impusieron el castigo físico en los soldados, obligándolos así a
obedecer.
En los años ´60 se produjeron movimientos con el acento en la acción armada.
Argentina formó parte de este proceso.
Las guerrillas:
La práctica inicial de las guerrillas afianzó la confianza de las luchas armadas.
Jóvenes entre 18 y 25 años, lograron concentrar la atención del país con asaltos
a bancos, secuestros, asesinatos, bombas y toda acción armada que le dieron
una voz política.
Desde la izquierda o el peronismo buscaban una sociedad mejor.
Durante los primeros años de actividad (1970- 1974) seleccionaba de manera
política sus blancos, pero a medida que la práctica militar se intensificó, la
violencia multiplicó engañosamente su peso político real.
En 1974 los guerrilleros querían construir otra potencia semejante o mayor,
igualmente homogénea y estructurada. Poder contra poder.
De la persecución contra las organizaciones armadas en particular, surgen:
a. Triple AAA: Alianza Anticomunista Argentina. Quienes entre julio y
agosto de 1974 cometían un asesinato cada 9 horas, así inició la práctica
de desaparición de persona. Y aunque las guerrillas aumentaron sus
acciones armadas, nunca alcanzó el número, ni brutalidad del accionar
paramilitar.
b. A partir del 24 de marzo, la AAA tomó el carácter de modalidad
represiva oficial.
encontraba entre los derechos que los individuos sentían más conculcados en el marco
de la opresión del Estado absoluto; por otro, porque el Estado debió hacerse cargo a
partir de la nacionalización de los bienes eclesiásticos, en 1789, de muchas de las
funciones educativas que hasta el momento desempleaba la Iglesia e inculcar por este
medio los valores liberales y democráticos. El principal mérito del Estado benefactor, en
esta temática, fue el de haber transformado la educación en un derecho social y por lo
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tanto haber generado las condiciones para que efectivamente se universalizara.
A medida que se fueron conformando como Estados nacionales, las sociedades europeas
generaron sistemas educativos que se constituyeron en uno de los principales factores de
integración política, de identidad nacional, de cohesión social, de transmisión de los
valores de las clases dirigentes y selección y legitimación de las elites dominantes.
les posibilitó contar con mejores elementos para potenciar su demanda por una
integración social y política plena.
Las primeras posiciones del movimiento obrero frente al sistema educativo público no
fueron similares a las de los sectores medios, porque sus posibilidades de acceso a la
educación habían sido muy escasas, sobre fines del siglo XIX y principios del XX
predominaron en el seno del movimiento trabajador las concepciones anarquistas. Estas
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corrientes descalificaban todo tipo de educación desarrollada desde el Estado con el
argumento de que sólo servían para transmitir “ideología burguesa”. Desde estas
perspectivas se acusaba a la educación oficial de ser un instrumento de dominación de
los pueblos. Es así como desde un importante número de sindicatos obreros se propuso
el desarrollo de una educación alternativa que fuese implementada por las propias
organizaciones de trabajadores a través de la creación de “Escuelas Modernas”,
“Escuelas Libres” o “Escuelas Racionalistas”.
Con el inicio del siglo XX estas iniciativas fueron perdiendo peso relativo frente a la
expansión del sistema educativo oficial y quedando cada vez más bajo el control del
Estado que se constituyó en la principal y casi excluyente agencia educativa.
La etapa de génesis del Estado Nacional estuvo signada por la contradicción entre los
ideales del liberalismo en sus manifestaciones locales, cuyos principios educativos
estuvieron planteados en parte en la Constitución Nacional y en la Ley 1.420, y un
modelo político, económico y social que no logró incorporar a grandes sectores de la
población. Una de las principales consecuencias de esta contradicción se manifestó en el
papel que comenzaron a desempeñar los sectores medios. La apertura de oportunidades
educativas permitió que una importante porción de estos sectores accediera a la
escolaridad media y superior; otra fue que la misma no alcanzó para que los sectores
más postergados de la población pudieran acceder y permanecer en el sistema.
El crecimiento educativo del país estuvo fuertemente limitado por los altos niveles de
desgranamiento escolar. El acceso del radicalismo al gobierno en 1916 encuentra a más
de la mitad de los niños en edad escolar fuera del sistema, también encuentra profundas
desigualdades educativas entre las diferentes regiones del país. Los límites del modelo
también marcan las dificultades del Estado para asegurar las funciones definidas en este
período para el sistema educativo.
Los nuevos roles ocupacionales exigían una alfabetización básica que el sistema
educativo debía brindar. Comenzaron a requerir ciertos niveles técnico-profesionales y
conocimientos de oficios y especialidades que no podían ser aprendidos sólo en el lugar
de trabajo y que los nuevos trabajadores no poseían. Exigían una disciplina laboral que
únicamente el sistema educativo podía brindar masivamente a millones de trabajadores
rurales que provenían del interior del país.
Sobre fines de la década de los ’40 comenzó a generarse una visión “económico-
centralista” del papel de la educación. La educación dejó de ser vista como un gasto
social para transformarse en una inversión que tenía como principal objetivo alcanzar
una renta individual y social. A partir de la teoría del “efecto residual” la capacidad de
generar “capital humano” altamente calificado pasó a ser una de las más importantes
ventajas comparativas en la carrera hacia el crecimiento.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA
A partir del derrocamiento del Gral. Perón, esta concepción se profundiza con el
surgimiento del modelo de Estado desarrollista. Este modelo es genéricamente definido
como un sub-tipo de Estado benefactor que centró su acción en la promoción y
conducción del desarrollo económico.
En primer lugar, la escuela junto con el movimiento político y los sindicatos fue una de
las instituciones que permitió que el gran movimiento poblacional de urbanización
ocurrido en este periodo no alcanzara la conflictividad que adquirió en otros países de la
región. La escuela se convirtió en uno de los principales instrumentos de socialización
en las normas, valores y estándares de comportamientos urbanos para los millones de
trabajadores que llegaron desde el medio rural.
curricular como los textos escolares de la época peronista. El conjunto de los gobiernos
de este período utilizó al sistema educativo para distribuir sus concepciones políticas.
brinda los argumentos que necesitaban los sectores que irrumpieron en el orden
constitucional y conculcaron las posibilidades de participación de la ciudadanía.
1983: Educación para el orden: Las intervenciones anteriores tuvieron como objetivo
principal declarado generar las condiciones para recuperar la institucionalidad
democrática. Fue la primera vez que un gobierno militar fijó un mecanismo
institucionalizado de sucesión presidencial sin recurrir a los civiles ni a las formas
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democráticas. El restablecimiento del orden y la seguridad, la modernización del país
mediante la reforma del Estado y la vigencia del mercado como mecanismo regulador,
el saneamiento moral mediante la lucha contra la corrupción y la especulación, y la
reforma del sistema educativo en dirección a transmitir normas y valores que
garantizaran la vigencia del modelo autoritario, son los principales objetivos que se fijó
el gobierno del Proceso. La educación jugó un papel político trascendente en este
período: aportar a garantizar el orden social necesario para poder realizar las
transformaciones planteadas. Se intentaron privilegiar estrategias educativas que
volvieron sobre el objetivo de formar recursos humando para el desarrollo económico.
Es posible afirmar que el retorno a la función política de la escuela, ahora en el sentido
inverso al del período 1973/74, estuvo planteado en torno al mecanismo que Foucault
define como “modalidad disciplinaria”. Esta modalidad se implementó sobre los dos
órdenes que conforman la cultura escolar: el instrumental y expresivo. El instrumental
hace referencia al conocimiento educacional públicamente validado y se expresa en la
definición del currículum y en las formas de transmisión pedagógica. El orden
expresivo se refiere a la transmisión de valores y se encuentra más vinculado a las
formas de disciplina que se definen en la organización de la escuela, en la relación de
las instituciones con el exterior y en los ritos que rigen su comportamiento cotidiano.
Las principales políticas desarrolladas en función del orden expresivo en este período
fueron: la clausura de los mecanismos de participación social en la orientación y
conducción del sistema de enseñanza, el disciplinamiento autoritario de todos los
agentes comprometidos en la actividad educativa y la transferencia de la lógica
burocrática al ámbito escolar.
La gestión educativa del gobierno radical manifestó una visión restringida de los
elementos que constituían la esencia del orden disciplinado construido en el período
1976/83. En esta dirección se absolutizó el papel del Estado en la transición democrática
en torno al cambio de las normas, reglamentos y prácticas que permitieran desmontar el
sistema autoritario que rigiera en la etapa anterior. Pero en lo que respecta al orden
instrumental, los cambios realizados en el primer período sólo estuvieron vinculados a
los contenidos de las materias dirigidas a la formación cívica y ciudadana.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA
Modificar las formas, pero manteniendo los contenidos, generó mayores condiciones
para que los actores del proceso educativo, en particular los estudiantes de escuelas
medias, expresaran su disconformidad con la falta de atractivo y significación social de
los conocimientos escolares.
Junto con la necesidad de reformar el Estado, también existe un alto grado de acuerdo
en torno a la necesidad de profundizar los procesos de democratización entendida desde
una perspectiva integral que va más allá de la vigencia de las instituciones
constitucionales.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA
El movimiento laboral existente en el tiempo del golpe militar de 1943 estaba dividido y
era débil. Había en la Argentina cuatro centrales gremiales FORA, ISA, CGT Nº1 y
Nº2. El influjo de este fragmentado movimiento laboral sobre la clase trabajadora era
limitado. La gran mayoría del proletariado industrial estaba al margen de toda
organización sindical efectiva.
El Partido Comunista intentó asumir una posición más flexible. Poco después de la
victoria electoral peronista, dejó de caracterizar al peronismo como una forma de
fascismo, disolvió su aparato sindical y ordenó a sus militantes incorporarse a la CGT y
sus sindicatos a fin de trabajar con las descarriadas masas peronistas y conquistarlas.
Pero tampoco fue capaz de reponerse del error político que había sido apoyar a la Unión
democrática, ni tampoco de ofrecer una alternativa creíble a las notorias ventajas que se
derivaban de integrarse al Estado peronista. El PC nunca pudo desafiar la hegemonía
política del peronismo en las filas sindicales.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA
El peronismo desde el punto de vista de los trabajadores fue el sentido fundamental una
respuesta a las dificultades económicas y la explotación de clase.
El éxito de Perón con los trabajadores se explicó por su capacidad para refundir el
problema total de la ciudadanía en un molde nuevo, de carácter social. El discurso
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA
Perón constantemente recordaba a su público que una verdadera democracia sólo podría
ser construida si se enfrentaba con justicia la división social.
La refundición por Perón del tema de la ciudadanía involucraba en una visión distinta y
nueva el papel de la clase trabajadora en la sociedad, Tradicionalmente el sistema
político liberal en la Argentina había reconocido la existencia política de los
trabajadores como atomizados ciudadanos individuales dotados de una formal igualdad
de derechos en el campo político, pero al mismo tiempo había rechazado, u
obstaculizado, su constitución como clase social en ese campo. Fiel a la separación
liberal entre Estado y sociedad civil, aquel sistema había negado que fuera legítimo
transferir al terreno político la identidad social construida en torno del conflicto en el
nivel social. Entendía que toda unidad, cohesión social y sentimiento de intereses
distintos que se hubiera alcanzado en la sociedad civil debían disolverse y atomizarse en
el mercado político, donde los ciudadanos particulares podían, por intermedio de los
partidos políticos, influir sobre el Estado y así reconciliar y equilibrar los intereses que
existen en reciproca competencia en la sociedad civil.
Perón se dirigió a los obreros hablándoles como a una fuerza social cuya organización y
vigor propio eran vitales para que él pudiera afirmar con éxito, en el plano del Estado,
los derechos de ellos. Él era sólo su vocero, y sólo podía tener éxito en la medida en que
ellos se unieran y organizaran. Continuamente subrayó Perón la necesidad de los
trabajadores de depender solamente de su propia voluntad para materializar sus
derechos. El Estado era un espacio donde las clases podían actuar política y socialmente
unos junto con los otros para establecer derechos y exigencias de orden corporativo.
habilidad de definir esos parámetros en una forma nueva que atrajo a la clase obrera, así
como la habilidad de abordar este problema en una forma que le permitió apropiarse del
tema y el símbolo del desarrollo industrial y convertirlo en un arma política mediante la
cual pudo diferenciarse de sus adversarios.
La clase obrera veía en el apoyo de Perón al desarrollo industrial un papel vital para sí
misma como agente en la esfera pública, considerablemente ampliada, que el peronismo
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le ofrecía como campo de actividad. Perón establecía como premisa del concepto
mismo de desarrollo industrial la plena participación de la clase trabajadora en la vida
pública y la justicia social.
La doctrina peronista tomaba la conciencia, los hábitos, los estilos de vida y los valores
de la clase trabajadora tales como los encontraba y afirmaba su suficiencia y su validez.
Glorificaba lo cotidiano y lo común como base suficiente para la rápida consecución de
una sociedad justa, con tal de que se alcanzaran ciertas metas fáciles de lograr y
evidentes por sí mismas. Esto significaba apoyar a Perón como jefe de Estado y
mantener un fuerte movimiento sindical. En este sentido, la atracción política del
peronismo era esencialmente plebeya; ignoraba la necesidad de una elite política
particularmente iluminada y reflejaba e inculcaba un profundo antiintelectualismo.
El Estado peronista tuvo sin duda alguna considerable éxito en el control de la clase
trabajadora, tanto social como políticamente, y si bien el conflicto de clases no fue en
modo alguno abolido, así como no se cumplió el idilio de armonía social retratado por
la propaganda oficial, las relaciones entre capital y trabajo por cierto mejoraron.
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La eficacia de la ideología oficial dependió en forma decisiva de su capacidad para
asociarse con las percepciones y la experiencia de la clase trabajadora. La retórica
peronista derivó su influjo de su aptitud para decirle a su público lo que éste deseaba
escuchar.
La clase trabajadora misma fue constituida por Perón; su propia identificación como
fuerza social y política dentro de la sociedad nacional fue construida por el discurso
político peronista, que ofreció a los trabajadores soluciones viables para sus problemas
y una visión creíble de la sociedad argentina y el papel que les correspondía en ella. Y si
bien la clase trabajadora fue constituida en parte por el peronismo, éste fue a su vez en
parte creación de la clase trabajadora.
La retórica peronista predicó y la política oficial procuró cada vez más la identificación
de la clase trabajadora con el Estado y su propia incorporación a él, lo cual suponía, la
pasividad de dicha clase. La era peronista también legó a la clase trabajadora un
sentimiento muy profundo de solidez e importancia potencial nacional. El desarrollo de
un movimiento sindical centralizado y masivo confirmó inevitablemente la existencia de
los trabajadores como fuerza social dentro del capitalismo.
Llamemos dictadura a un régimen que se ejerce sin control. Ello implica que el poder de
los gobernantes sobre los gobernados donde las garantías fundamentales se hallan
abolidas.
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Al especificar que la dictadura implica la concentración de todos los poderes en manos
de un hombre, clase, de un partido.
Dictadura Legitimada: Todos los poderes autoritarios justifican como legal sus
peores exacciones. Pero estas acrobacias jurídicas son de poco alcance en una sociedad
donde la legitimidad está bien establecida. La construcción de una nueva legitimidad no
se decreta.
Sin embargo este poder que los antiperonistas llaman más bien tiranía, para subrayar lo
que debe al “favor popular”, es también una dictadura porque en un marco
constitucional se ejerce prácticamente sin control.
Para la oposición activa, para la izquierda, para las clases populares, víctimas de su
política social, el régimen de dominación militar es una dictadura. El término de
dictadura como el de fascismo empleado sobre y el mismo objeto, califica al que
hablando. Al parecer todo régimen contrarrevolucionario no adopta la forma fascista,
todo régimen militar no puede ser siempre calificado de dictadura.
Para los europeos, la definición de dictadura como ruptura de la legalidad política que
dan los constitucionalistas europeos, corresponde a la instauración de régimen que
funda una nueva legitimidad a partir de otros sistemas de valores políticos. Desde ese
ángulo los gobiernos militar latinoamericanos, sin excepción, no aparecen como
verdaderas dictaduras. En este sentido son dictaduras sin ideología; dicho en otras
palabras, esta “dictaduras militares” no pretenden de ninguna manera crear un sistema
político nuevo.
En este libro habla sobre el libro de Facundo Sarmiento donde dice que los años 80 la
oposición entre civilización y barbarie, expresa claramente una fórmula de combate, y
sobre todo un llamado a la exclusión y al exterminio del otro.
Uno de ellos es 1910, época en la que se da la figura de bárbaro, este bárbaro ante era
representado en la figura del nativo, también a legado español, que era la figura del
inmigrante que amenaza cada vez más el orden social existente. Ese inmigrante que la
elite creía que era sumiso en sus manos, y que lejos de eso se organiza en los distintos
sindicatos anarquistas, sindicalistas y socialistas. Entonces asistimos a una época de a
un proceso de aplicación de la figura de bárbaro, y al mismo tiempo la elite, en el
festejo del primer centenario, apuntará a rescatar la idea misma de tradición, que había
sido completamente negada, por el español, para asociarla al gaucho desaparecido, al
que ya no está, al que se ha ido.
falsamente civilizador que ilustra la elite. Ellos van a rescatar esa barbarie nativa,
autóctona, sobre todo asociada a la figura del líder.
La tercera se da en 1945. Época en la cual aquel sujeto que los nacionalistas de derecha
mistificaban como líder, ahora aparece como uno de los protagonistas de la historia. En
1945 serán los revisionistas populistas quienes harán el rescate de esa barbarie
revalorizada positivamente en nombre de un pueblo- nación que puja por su liberación,
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oponiéndose a la oligarquía dominante.
Artículo 4°: las acciones educativas son responsabilidad de la familia, como agente
natural y primario de la educación, del Estado nacional como responsable principal, de
las provincias, los municipios, la iglesia católica, las demás confesiones religiosas
oficialmente reconocidas y las organizaciones sociales.