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APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

WALDO ANSALDI: “LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA


LATINA, MÁS CERCA DE LA PRECARIEDAD QUE DE LA
FORTALEZA”

Tres matrices societales: Los países latinoamericanos se constituyen


1 históricamente desde tres matrices societales, la plantación con el trabajo esclavista, la
hacienda con trabajo semiservil y la estancia con trabajo asalariado.

Es cierto que plantación, hacienda y estancia tienen un común denominador: la


propiedad latifundista de la tierra. Tienen, a su vez, diferencias notables, en particular el
distinto papel desempeñado por el capital y las formas de organización del trabajo.

La propiedad latifundista de la tierra constituye el núcleo duro de sistemas políticos


duraderos, cuyo desiderátum es la dominación oligárquica. El clientelismo político es
una de las más importantes de esa continuidad oligárquica en unos y otros de tales
regímenes.

Las tres matrices societales indicadas se constituyen en tiempos y espacios diferentes.


La plantación surge a comienzos del siglo XVI, la hacienda, a principios del XVII, y la
estancia, a fines del XVIII. La primera se encuentra en el Caribe, el nordeste brasileño,
Guayanas, partes de Colombia y costa de Perú; persiste hasta la abolición de la
esclavitud, durante el siglo XIX. La hacienda abarca desde México hasta el noroeste
argentino y Chile central, especialmente en las áreas andinas; persiste hasta fines de los
años 1960, cuando es desarticulada por las reformas agrarias chilena, peruana y
ecuatoriana. La estancia es una unidad económica, restringida a áreas rioplatenses, en la
periferia pobre del antiguo espacio peruano, donde todavía subsiste. Es la única
inequívocamente capitalista. Todas constituyen verdaderas microsociedades.

Pese a sus notables diferencias, las tres unidades de producción generan un conjunto de
pautas culturales decisivas para la formación de las sociedades: concepción jerárquica
del orden, paternalismo, clientelismo, modo de ser aristocrático, redes de familia. De los
tres, el más favorable a un régimen democrático es el de la estancia, aunque suele ser
fuertemente condicionado por el de la hacienda o el de la plantación.

La construcción del orden político-social poscolonial: La


democracia invocada en los comienzos de los procesos de constitución de los Estados
latinoamericanos se sitúa en un contexto que es tributario del conjunto de ideas que por
entonces se difunden acerca de la nueva forma de constituir el orden político y
legitimarlo en la lucha contra el absolutismo monárquico. La democracia es una
creación de la modernidad.

La forma de organización es la república representativa, fundada en una ciudadanía


política y una civil con fuertes restricciones. La limitación de la ciudadanía es un dato
clave de ese proceso, ayudando a comprender mejor su resolución bajo la forma
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oligárquica de dominación política y social de clase, común a casi toda América Latina.
El proceso de construcción de los Estados y las sociedades latinoamericanas posterga
y/o resignifica el ideal de la democracia política. Muy a menudo se define, incluso
constitucionalmente, en términos de ficción democrática. Pero el enunciado o precepto
legal no se corresponde con su observancia práctica.

La opción por el liberalismo, tiene menos que ver con una supuesta adscripción a una
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moda ideológica o una importación cultural y, en cambio, mucho más con sus intereses
materiales: colocar en el mercado mundial las materias primas de los productores
criollos.

Los diferentes procesos de construcción del nuevo orden político poscolonial invocan a
la democracia, pero, en rigor de verdad, para las clases propietarias, para las clases que
tienen el control de la economía y aspiran a ejercer el control del poder político, la
primera preocupación, es la construcción de un orden político centralizado, férreo. El
orden antes que la democracia, el orden incluso antes que el progreso. La construcción
de un orden político democrático es más tardía que la del Estado.

La dominación oligárquica: Los procesos de construcción de los Estados


latinoamericanos se resuelven por la vía de la revolución pasiva. Una singularidad de
los casos latinoamericanos de revolución pasiva es que ellos se dan en situación de
dependencia. Estas revoluciones tienen componentes que van más allá de lo
estrictamente político-estatal, resuelto en el modo de dominación oligárquica, y definen
imaginarios sociales y símbolos, comportamientos colectivos, sintetizables en la
expresión modo de ser oligárquico.

La dominación oligárquica es la forma política predominante en la construcción estatal.


Siendo una forma de organización y ejercicio de la dominación, oligarquía define un
tipo de régimen o de Estado, el oligárquico, al cual se opone el régimen o Estado
democrático, es decir, la forma contradictoria de la oligarquía como dominación política
es la democracia.

La oligarquía es, en América Latina, una forma de ejercicio de dominación política de


clase situada históricamente entre, 1880 y 1930-1940. Corresponde al período de
economías primarias exportadoras, en el cual el motor del crecimiento económico se
encuentra en el exterior, depende de la demanda de las economías industrializadas del
centro del sistema capitalista mundial. La dominación oligárquica se ejerce en el interior
de sociedades estructuralmente agrarias, fuertemente estratificadas, con prácticas
paternalistas. Es una red tendida vertical, jerárquicamente, combinando centralización y
descentralización entre grupos dominantes de diferente alcance, clientelismo y
burocracia, con mecanismos de control intraoligárquico.

La dominación oligárquica adopta e invoca como principio de legitimación a la


democracia, sino que ella es conculcada. Ella termina de un modo pacífico en la
Argentina que, con la ley de Sáenz Peña, de 1912, permite el pasaje a la democracia
política.
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En la década de 1920, la democracia aparece muy fuerte en la agenda política


intelectual de la época, pero en buena medida con una mirada negativa. La democracia
liberal aparece en el mundo europeo mucho más como una petición de principios que
como una realidad.

En América Latina la democracia política aparece como una petición de principios


postergada para un futuro impreciso, ni siquiera mediato. La década de 1930 es la
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década en la cual la demanda de democracia política termina en una notable frustración.
La aparición de los populismos, desde mediados de aquella y sobre todo desde
mediados de 1940, pone la cuestión de la democracia política en su forma más clásica,
en una óptica o en una perspectiva diferente: estas expresiones sociopolíticas, ponen el
acento en el carácter plebiscitario que las caracteriza.

Dictaduras institucionales de las fuerzas armadas: A diferencia de


las tradicionales dictaduras autocráticas, las nuevas son el resultado de la decisión de las
fuerzas armadas, qua institución, de tomar por asalto el Estado, desplazar el poder civil
y gobernar apelando a mecanismos de selección de los gobernantes decididos y
ejercidos por las jerarquías militares. La primera dictadura institucional de las fuerzas
armadas instaurada en América Latina, es la brasileña, entre 1964 y 1985. Le sigue, en
1966, la Revolución Argentina que solo llega hasta 1973. En los años setenta, la
estrategia se aplica en Chile, Uruguay, otra vez en Argentina y Bolivia.

Las dictaduras producen la evanescencia de la política, reducen la pluralidad de voces.


Son la negación de la política y carecen de principio de legitimidad propio. Se
autopresentan como instancia recuperadora de democracias.

En la primera mitad de los años ochenta, las dictaduras institucionales de las fuerzas
armadas comienzan a ceder. Los resultados son transiciones conservadoras, pactadas,
excepto en Argentina, donde la derrota de las fuerzas armadas en la aventura
irresponsable de las islas Malvinas priva a los militares de cualquier posibilidad de
imponer condiciones.

En las transiciones de dictaduras a democracias políticas que se producen en América


Latina, la gran novedad es la renuncia a transformaciones radicales.

Democracia sin actores democráticos y sin ciudadanos: La


historia de la región muestra que la lucha por la democracia no cuenta, históricamente,
con actores democráticos genuinos, capaces de, y/o con la fuerza suficiente para
impulsar luchas por la construcción de regímenes políticos democráticos. Ello se aprecia
mejor en la historia del movimiento obrero latinoamericano. Es claro que los
anarquistas, en muchos países predominantes, ocluyen toda posibilidad de luchar por
ella. Del mismo modo, los anarco-sindicalistas tampoco reivindican la eficacia de la
lucha política y parlamentaria, exaltando al sindicato como vehículo de transformación
societal.
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Hay más que suficiente evidencia empírica acerca del carácter no democrático de las
burguesías latinoamericanas como para creer que la proclamada adhesión actual a la
democracia liberal sea sincera. El avance de la democracia en los países andinos no es
bueno, allí se destaca un hecho preocupante: la subsistencia de contenidos autoritarios
con ropaje democrático.

La corrupción dentro de los niveles más altos del Estado alienta su práctica en todos los
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escalones de la burocracia y en la propia sociedad.

Los efectos corrosivos de la corrupción se sienten en la economía, privando de recursos


al Estado, distorsionando el mercado y operando como un impuesto regresivo; en la
política, restando credibilidad en los políticos, los gobernantes y las instituciones; en la
sociedad, minando el acatamiento de la legalidad y las redes de cooperación y
solidaridad; en la cultura, generando prácticas y opiniones permisivas de las “bondades”
de la venalidad y negativas sobre la “estupidez” de la observancia de los deberes, las
que devienen tradición y refuerzan la continuidad de la corrupción y dificultan la lucha
contra ella.

La extensión de la corrupción estructural va ligada con la pérdida de credibilidad en los


políticos y en los partidos políticos, cuando no en las instituciones estatales en general,
comenzando por la justicia.

La corrupción mina la confianza en las instituciones políticas y en la propia democracia,


agravándose la situación cuando no hay virtualmente sanciones, ya no ejemplares sino
de mera y elemental justicia.

Según sucesivas encuestas de opinión pública, los jueces, los políticos y los dirigentes
sindicales gozan del menor grado de credibilidad, en contrapartida, el mayor grado de
credibilidad lo ostentan los periodistas y los medios de comunicación de masas.

Las políticas neoliberales-conservadoras han producido una brutal fragmentación social,


traducida en ruptura de los lazos de solidaridad y exacerbación de las desigualdades
sociales. El nuevo orden económico, político y cultural latinoamericano es generador
de nuevas y mayores desigualdades, las cuales son reforzadas por el cierre social.

La cuestión de la relación entre democracia y exclusión no es nueva. Es la forma de


referir la antes señalada, entre democracia y capitalismo. Tal cuestión debe plantearse
en términos de la relación entre las consecuencias de las políticas neoconservadoras de
ajuste estructural y los derechos humanos. Elizabeth Jelin dice: “la exclusión y la
indigencia son la negación de derechos fundamentales. No puede haber democracia con
niveles extremos de pobreza y exclusión, a menos que se defina como no humanos a un
sector de la población.

En el contexto histórico-estructural y actual, la democracia política está lejos de estar


consolidada en América Latina. Las realmente existentes son democracias políticas
relativamente estables, no consolidadas ni, mucho menos, irreversibles. Están aún más
cerca de la precariedad que de la fortaleza.
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PETER BURKE: “FORMAS DE HACER HISTORIA”

CAPÍTULO I: Obertura: La nueva historia, su pasado y su


futuro:

¿QUÉ ES LA NUEVA HISTORIA?: La nueva historia se trata de una historia


5 relacionada con la denominada école des Annales. Es una historia escrita como reacción
deliberada contra el “paradigma” tradicional. Convendría describir ese paradigma
tradicional como “historia rankeana”

Se puede resumir en seis puntos la oposición entre historia vieja y nueva.

1. Según el paradigma tradicional, el objeto esencial de la historia es la política. Se


suponía que la política se interesaba fundamentalmente por el Estado, era
nacional e internacional, más que local. Sin embargo, también incluía la historia
de la Iglesia en cuanto institución.
Aunque el paradigma tradicional no excluyera del todo otros tipos de historias,
eran relegados en el sentido de considerarlos periféricos a los intereses de los
“auténticos” historiadores.
La nueva historia, ha acabado interesándose por casi cualquier actividad
humana; aquello que antes se consideraba inmutable, se ve ahora como una
construcción cultural sometida a variaciones en el tiempo y el espacio.
El fundamento filosófico de la nueva historia es la idea de que la realidad está
social o culturalmente constituida.
2. Los historiadores tradicionales piensan fundamentalmente la historia como una
narración de acontecimientos, mientras que la nueva historia se dedica más al
análisis de estructuras.
3. La historia tradicional presenta una vista desde arriba, en el sentido de que
siempre se ha centrado en las grandes hazañas de los grandes hombres.
Por otra parte, cierto número de nuevos historiadores se interesan por la “historia
desde abajo”, es decir, por las opiniones de la gente corriente y sus experiencias
del cambio social.
4. Según el paradigma tradicional la historia debería basarse en documentos. Los
registros oficiales expresan el punto de vista oficial; tales registros requieren de
otras clases de fuentes.
5. Según el paradigma tradicional, expuesto por R.G. Collingwood, “cuando un
historiado pregunta “¿Por qué Bruto apuñaló a Cesar?”, quiere decir “¿En qué
estaba pensando Bruto para decidirse apuñalar a Cesar?”. Este modelo ha sido
criticado por los historiadores por varios motivos, no consigue dar razón de la
variedad de cuestiones planteadas por los historiadores.
6. De acuerdo con el paradigma tradicional, la historia es objetiva. La tarea del
historiador es ofrecer al lector los hechos o “contar cómo ocurrió realmente”.
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En la actualidad este ideal se considera quimérico. Por más que luchemos por
evitar prejuicios, no podemos evitar mirar al pasado desde una perspectiva
particular. El relativismo cultural se aplica, tanto en la historiografía como a sus
objetos. Percibimos el mundo sólo a través de una red de convenciones,
esquemas y estereotipos, que varían de una cultura a otra.

¿HASTA QUÉ PUNTO ES NUEVA LA NUEVA HISTORIA?: La expresión


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“nueva historia” tiene su propia historia; la más antigua del término data en 1912. “La
historia” escribía Robinson, “incluye todo rastro y vestigio de cualquier cosa hecha o
pensada por el hombre desde su aparición en la tierra”. Robinson creía en la historia
total. En cuanto al método, “la nueva historia se valdrá de todos los descubrimientos
sobre el género humano realizados por antropólogos, economistas, psicólogos y
sociólogos”.

El empeño por escribir una historia que fuera más allá de los acontecimientos políticos
se remonta también muy atrás. La historia económica se asentó en Alemania, Gran
Bretaña otras partes a fines del siglo XIX como alternativa a la historia del Estado. Los
sociólogos del siglo XIX como Augusto Comte, Herbert Spencer, se interesaron en
extremo por la historia. El objeto de su interés eran las estructuras y no los
acontecimientos, y la nueva historia tiene con ellos una deuda que frecuentemente no se
reconoce.

La historia alternativa tiene una alcurnia razonablemente antigua; lo nuevo no es tanto


su existencia cuanto el hecho de que quienes la practican sea ahora extremadamente
numerosos y rechacen ser marginados.

PROBLEMA DE DEFINICIÓN: El nuevo paradigma tiene también problemas de


definición, de fuentes, de métodos y de exposición. Se dan problemas de definición
porque los nuevos historiadores se están introduciendo en un territorio desconocido.

La expresión historia desde abajo genera sus propios problemas. En contextos distintos,
su significado cambia.

La historia de la vida cotidiana, está considerada ahora como la única historia auténtica,
el centro con el que debe relacionarse todo lo demás.

Uno de los focos de atención de los historiadores sociales podría ser el proceso de
interacción entre acontecimiento y tendencia de mayor importancia, por un lado y
estructuras de la vida cotidiana, por otro.

PROBLEMAS DE FUENTES: Los historiadores de la cultura popular procuran


reconstruir las ideas ordinarias y cotidianas partiendo de registros de sucesos que fueron
extraordinarios en las vidas de los acusados. Intentan reconstruir lo que la gente
corriente pensaba.

La situación es bastante similar en el caso de fotografía, imágenes y, pruebas de la


cultura material. Algunas obras recientes sobre fotografía han puesto en evidencia la
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pretensión de que la cámara es un registro objetivo de la realidad, haciendo hincapié no


solo en la selección realizada por el fotógrafo, sino también su deuda, consiente o
inconsciente, con las convenciones pictóricas. Los fotógrafos, como los historiadores,
no ofrecen un reflejo de la realidad sino representaciones de la misma.

La cultura material es el territorio tradicional de los arqueólogos que estudian épocas


carentes de documentos escritos. La historia de la cultura material, se basa menos en el
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estudio de los artefactos mismos que en fuentes literarias. Los historiadores interesados
por lo que se ha llamado la vida social de las cosas, confían en gran parte en pruebas
como las descripciones de viajero o inventarios de bienes, susceptibles de análisis por
método cuantitativo.

Lo que se necesitan son medios para discriminar, descubrir qué tipos de estadísticas son
más de fiar, en qué medida y para qué fines. La noción de serie requiere ser tratada
como algo problemático, en especial cuando se estudian cambios a largo plazo. Cuanto
más largo sea el período menos probabilidades habrá de las unidades de las series sean
homogéneas. En otras palabras, lo que necesitamos es una nueva “diplomática”.

PROBLEMAS DE EXPLICACIÓN; La expansión del terreno del que se ocupan los


historiadores implica repensar la explicación de la historia, pues las tendencias
culturales y sociales requieren una presentación más estructural.

El área de lo que podría llamarse “psicología histórica” llegará a ser de especial


importancia al vincular, los debates sobre la motivación consciente e inconsciente con
los de las explicaciones sobre lo individual y lo colectivo. Un puñado de monografías se
centra en la historia de la ambición, la cólera, la angustia, el miedo, la culpa, la
hipocresía, el amor, el orgullo, la seguridad y otras emociones. Están lejos de haber sido
resueltos los problemas metodológicos que supone perseguir objetos de estudios tan
esquivos como éstos.

Los nuevos historiadores han tenido éxito en desvelar la inadecuación de las


tradicionales explicaciones materialistas y deterministas de la conducta individual y
colectiva a corto plazo y en mostrar que en la vida cotidiana, y también en momentos de
crisis, lo que cuenta es la cultura. No han puesto muy en duda la importancia de los
factores materiales, del medio físico y sus recursos a largo plazo; estos factores
materiales determinan lo que se ha de hacer, los problemas a los que los individuos, los
grupos y las culturas intentas adaptarse o responder.

PROBLEMAS DE SÍNTESIS: La disciplina de la historia está ahora más


fragmentada que nunca. Los historiadores de la economía son capaces de hablar el
lenguaje de los economistas; los historiadores del pensamiento, el de los filósofos, y los
historiadores sociales, los dialectos de sociólogos y antropólogos sociales. Pero a estos
grupos le comienza a resultar cada vez más difícil conversar entre sí.

La historia de los acontecimientos estuvo a punto de ser arrojada por la borda. El


descubrimiento de la historia social se asoció a veces a un desprecio por la historia
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política una inversión del prejuicio de los historiadores políticos tradicionales. La


microhistoria y la historia de la vida cotidiana fueron reacciones contra el estudio de las
grandes tendencias sociales, de la sociedad sin rostro humano.

La oposición tradicional entre acontecimiento y estructura está siendo sustituida por una
preocupación por sus interrelaciones y algunos historiadores experimentan con formas
narrativas de análisis o formas analíticas de narración.
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Descubrimos un interés por el componente social en la política y por los elementos
políticos en la sociedad. Los historiadores políticos analizan la geografía y la sociología
de las elecciones y la “república en las aldeas”. Examinan las ideas sobre política que
forman parte de la vida cotidiana pero difieren ampliamente de un período o región a
otra. Sociedad y cultura se consideran ahora terreno de juego de las tomas de decisión y
los historiadores debaten “la política de la familia”, “política del lenguaje”

CAPÍTULO II: “Historia desde abajo”

En el siglo XIX se desarrolló cierto interés por una historia social y económica de
mayor alcance, pero el principal tema de la historia siguió siendo la exposición de la
política de las elites.

La perspectiva de escribir la historia dese abajo es muy atractiva para los historiadores
ansiosos por ampliar los límites de su disciplina, abrir nuevas áreas de investigación y,
explorar las experiencias históricas de las personas cuya existencia tan a menudo se
ignora, pero el intento de estudiar la historia de esta manera implica cierta dificultad. La
primera se refiere a las pruebas. No hay muchas dudas de que el material en el que se
basa, constituye un cuerpo de fuentes masivamente amplio y rico. Sin embargo, cuanto
más atrás se remonte el historiador en las reconstrucciones de las experiencias de las
clases bajas, tanto más se reducirá el ámbito de las fuentes disponibles.

La historia oral ha sido muy utilizada por los historiadores que intentan examinar las
experiencias de la gente común. Sin embargo, en sus esfuerzos por estudiar la historia
desde abajo, los historiadores se han servido de otros tipos de documentación oficial o
semioficial distintos de una fuente única y rica. Como suele ocurrir cuando se manejan
registros oficiales, su mayor utilidad se manifiesta cuando se emplean para fines que
jamás soñaron sus compiladores. El resultado final demuestra cómo es posible utilizar
otro tipo distinto de documentación oficial para construir la historia desde abajo.

En el fondo de nuestro análisis acecha una cuestión fundamental: ¿es la historia desde
abajo un enfoque de la historia o es un tipo diferenciado de historia? El asunto puede
explicarse desde ambas direcciones. En cuanto al enfoque, la historia desde abajo
cumple, probablemente, dos importantes funciones. La primera es la de servir de
correctivo a las personas relevantes y la segunda es que, al ofrecer este enfoque
diverso, la historia desde abajo abre al entendimiento histórico la posibilidad de una
síntesis más rica, de una fusión de la historia de la experiencia cotidiana del pueblo con
los temas de los tipos de historia más tradicionales.
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El término “historia desde abajo” implica que hay por encima algo a lo que referirse. Al
tener en cuenta aspectos explícitamente políticos de su experiencia pasada, la historia de
“la gente corriente” no puede divorciarse de la consideración más amplia de la
estructura y el poder social. Esta conclusión nos lleva, al problema de cómo se ha de
encajar la historia desde abajo en las concepciones más amplias de la historia.

El significado de la historia desde abajo es de una profundidad mayor que la de


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proporcionar simplemente a los historiadores una oportunidad de mostrar su capacidad
imaginativa e innovadora. Ofrece también el medio de restituir a ciertos grupos sociales
una historia que podría haberse dado por pérdida o de cuya existencia no eran
conscientes.

CAPÍTULO III: “Historia de las mujeres”

La vinculación entre historia de las mujeres y la política es evidente y compleja; la


política feminista aparece como el punto de arranque. Estas versiones sitúan el origen de
dicho campo en la década de 1960, cuando las activistas feministas solicitaron una
historia que proporcionara heroínas. Las feministas del mundo académico respondieron
a la demanda de “historia femenina” dirigiendo sus conocimientos especializados hacia
un programa de actividades más político; la historia de las mujeres se alejó de la
política. Amplió su campo de interrogantes documentando todos los aspectos de la vida
de las mujeres en el pasado y adquirió así un impulso propio. La creación de la historia
de las mujeres como materia académica implica una evolución desde el feminismo a las
mujeres, al género.

La historia de este campo exige una posición que no sea simplemente lineal sino más
compleja, que tenga en cuenta la posición cambiante de la historia de las mujeres,
también el movimiento feminista y, de la disciplina de la historia. La evolución de la
historia de las mujeres está intensamente relacionada con “la fuerza y legitimación
creciente del feminismo en cuanto movimiento político”. La historia de la historia de las
mujeres es siempre una historia de la política.

La oposición entre “profesionalismo” y “política” no es natural, sino que forma parte de


la definición de una profesión se da a sí misma como práctica adiestrada fundada en la
posesión compartida de conocimientos extensos adquiridos mediante educación. En la
definición de una profesión hay dos aspectos distintos pero habitualmente inseparables.
Uno implica la naturaleza del conocimiento generado; lo que se considera historia. El
otro, las funciones de control del acceso, que establecen e imponen las pautas
mantenidas por los miembros de la profesión, los historiadores.

La mayoría de las historiadoras de las mujeres no rechazan los esfuerzos por lograr
maestría de conocimientos, razón última de cualquier profesión. Aceptaban las leyes del
mundo académico y procuraban ser reconocidas como intelectuales. Recurrían a las
reglas del lenguaje, las pruebas, la investigación, que hacen posible la comunicación
entre historiadores; y en este proceso, buscaron y consiguieron un alto nivel como
profesionales en el terreno de la historia.
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Las historiadoras feministas insistían en la inexistencia de oposición entre


“profesionalismo” y “política” proponiendo un conjunto de cuestiones profundamente
inquietantes respecto a las jerarquías, fundamentos y supuestos que dominaban la tarea
del historiador.

“HISTORIA FRENTE A IDEOLOGÍA”: La aparición de la historia de las mujeres


como campo de estudio acompañó a las campañas feministas en favor a la mejora de su
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condición profesional y supuso la aplicación de los límites de la historia.

Virginia Woolf reflexiona sobre las diferencias de la historia existente, una historia que
requiere ser escrita de nuevo, pues parece algo deficiente, insuficiente, incompleta.
Propone añadir un suplemento a la historia; las mujeres son añadidas a la historia y, dan
pie a que sea escrita de nuevo; proporcionan algo adicional y son necesarias para que
llegue a su plenitud, son superfluas e indispensables.

La mayor parte de la historia de las mujeres ha buscado incluirlas como objetos de


estudio, como sujetos de la historia. Se ha tomado como axioma la idea de que el sujeto
humano universal podría incluir a las mujeres, ofreciendo pruebas e interpretaciones
sobre las diversas acciones y experiencias de éstas en el pasado. La historia de las
mujeres se enfrenta inevitablemente al “dilema de la diferencia”. Este dilema surge por
la construcción de diferencias “por medio de la estructura misma de nuestro lenguaje,
que inserta puntos de comparación no expresos en el seno de categorías que ciegan su
perspectiva e implican erróneamente una conformidad natural con el mundo”.
Reivindicar la importancia de las mujeres en la historia equivale necesariamente a
manifestarse contra las definiciones de la historia y sus agentes establecidas ya como
“verdaderas”, o como reflexiones precisas de lo que sucedió en el pasado y equivale
también a luchar contra normas fijadas por comparaciones nunca manifiestas, por
puntos de vista que jamás se han expresado como tales.

La historia de las mujeres indaga la forma en la que ha establecido el significado de este


término general. Critica la prioridad relativa concedida a la historia masculina frente a la
historia femenina, exponiendo la jerarquía implícita en muchos relatos históricos. Y,
pone en duda tanto la suficiencia de cualquier pretensión de la historia de contar la
totalidad de lo sucedido, como la integridad y obviedad del sujeto de la historia: el
hombre universal.

CAPÍTULO IV: “Historia de Ultramar”

¿Qué es la historia de ultramar?: una publicación dedicada a la historia de la expansión


colonial europea y, en especial, francesa y de sus antiguas posesiones.

A partir de 1945 el término “colonial” resultó cada vez más odioso y los institutos
debieron encontrar nombres distintos, no solo se trataba de rebautizarlos; también se
produjo un cambio de orientaciones e intereses. La historia de ultra mar se convirtió en
un campo más amplio que en la época colonial. No solo se trataba de un sistema
colonial y el encuentro entre europeos y no europeos, sino también de la historia
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económica, social, política y cultural de los pueblos no europeos. Aquí es donde surge
el problema, pues el historiador de ultramar se ha desarrollado, no sólo en la teoría sino
en la práctica. En primer lugar, el historiador ultramarino maneja normalmente dos tipos
de fuentes, por un lado, europea, en su mayoría archivista y otra no europea, escrita y
como en África no escrita. Debido a la falta de fuentes tradicionales, es necesario
elauxilio de otras disciplinas.
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La mayor parte del mundo de ultramar perteneció al mundo colonial; ahora forma parte
del tercer mundo.

Hay dos formas diferentes y claramente distintas de historia de ultramar: la historia


autónoma de Asia y África y la historia de expansión europea. Si existen historias
autónomas de África, Asia, América, Australia, etc., no hay razón para meterlas a todas
ellas en un cesto por la sola razón de no ser europea, y darles el nombre de “historia de
ultramar”. En 1945 la historia de ultra mar tuvo que buscar un nuevo foco de interés y
los historiadores coloniales y sus estudiantes se aplicaron a la historia de Asia y África.

En este momento, hay dos modos de tratar el problema de historia mundial. Uno de
ellos podría calificarse quizás de macrosociología, que se caracteriza por una
orientación sociológica, destaca un fenómeno o un tema social específico, como la
formación del Estado, y lo analiza en situaciones históricas diversas. El otro
planteamiento es más tradicional, por cuanto intenta distinguir ciertos modelos en el
desarrollo de la historia moderna y considera la historiografía como descripción de
proceso y acontecimientos históricos concretos.

CAPÍTULO V: “Sobre Microhistoria”

La microhistoria es una práctica historiográfica, mientras que sus referencias teóricas


son múltiples y eclécticas. El método se interesa por los procedimientos concretos y
detallados que constituyen la obra del historiador, por lo que la microhistoria no es
susceptible de definirse por relación con las microdimensiones de tus temas. La
microhistoria no posee un cuerpo de ortodoxia establecida en el que apoyarse al igual
que cualquier otro trabajo experimental.

La microhistoria ocupa una posición muy específica en la denominada nueva historia.


Se trataba de corregir aspectos de la historiografía académica que al parecer ya no
funcionaban; y más importante era refutar el relativismo, el irracionalismo y la
reducción de la obra del historiador a una actividad puramente retórica que interpreta
los textos y los acontecimientos mismos.

En cuanto práctica se basa en esencia en la reducción de la escala de observación, en un


análisis microscópico y en un estudio intensivo del material documental. Para la
microhistoria, la reducción de escala es un procedimiento analítico aplicable en
cualquier lugar, con independencia de las dimensiones del objeto analizado.
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Muchas de las características de la microhistoria demuestran los lazos íntimos que ligan
la historia con la antropología. Este punto de vista arranca de un conjunto de signos
significativos y procura encajarlos en una estructura inteligible. La descripción densa
sirve para registrar por escrito una serie de sucesos o hechos significativos que son
susceptibles de interpretación al insertarse en un contexto. Este procedimiento logra con
éxito utilizar el análisis microscópico de los acontecimientos más nimios como medio
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para llegar a conclusiones de mucho mayor alcance.

Una de las principales diferencias de perspectiva entre la microhistoria y la antropología


interpretativa es que ésta ve un significado homogéneo en los signos y símbolos
públicos, mientras que la microhistoria intenta definirlos y medirlos por referencia a la
multiplicidad de representaciones sociales que generan. Hay un peligro en perder de
vista la naturaleza socialmente diferenciada de los significados simbólicos y de su
cualidad ambigua en parte.

La microhistoria no ha renunciado a tener en cuenta la diferencia social como lo ha


hecho la antropología interpretativa, sino que la considera esencial para llegar a hacer
una lectura lo más formal posible de acciones, conductas, estructuras sociales, roles y
relaciones.

Otra característica común al mundo de los microhistoriadores es el problema de la


comunicación con el lector, quien nunca es una tabula rasa y siempre plantea un
problema de recepción. En microhistoria, el punto de vista del investigador se convierte
en parte intrínseca del relato. El proceso de investigación se describe de manera
explícita y las limitaciones de la evidencia documental, la formulación de hipótesis y las
líneas de pensamiento seguidas no se oculta ya a la vista de los no iniciados. El lector
entra en una especie de diálogo y participa en la totalidad del proceso de construcción
del razonamiento histórico,

El enfoque microhistórico aborda el problema de cómo acceder al conocimiento del


pasado mediante diversos indicios, signos y síntomas. Es un procedimiento que toma lo
particular como punto de partida y procede a identificar su significado a la luz de su
contexto específico.

La perspectiva de la microhistoria da una importancia primordial a las actividades,


formas de comportamiento e instituciones que proporcionan el marco en el que las
hablas particulares pueden entenderse adecuadamente y permiten un debate
significativo de aquellos conceptos y creencias que, de lo contrario permanecerían
herméticamente cerrados en sí mismos sin la adecuada referencia a la sociedad.

La microhistoria intenta no sacrificar el conocimiento de los elementos individuales a


una generalización más amplia e insiste en las vidas y acontecimientos de los
individuos. Pero, al mismo tiempo intenta no rechazar todas las formas de abstracción,
pues los hechos mínimos y los casos individuales pueden servir para revelar fenómenos
más generales.
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Las cuestiones y posiciones comunes que caracterizan la microhistoria son: la reducción


de escala, el debate sobre la racionalidad, el pequeño indicio como paradigma científico,
el papel de lo particular, la atención a la recepción y al relato, una definición específica
de contexto y el rechazo del relativismo.

CAPÍTULO VI: “Historia Oral”


13
Los historiadores de las sociedades industriales modernas, suelen mostrarse escépticos
sobre el valor de las fuentes orales en la reconstrucción del pasado.

Según los criterios de Ranke la información oral representa, la segunda o tercera opción,
por lo tanto, su papel se limita a facilitar historias de segunda categoría sobre
comunidades con pobres fuentes de información.

La reconstrucción a partir de fuentes orales puede poseer un grado muy bajo de


fiabilidad, si no se cuenta con fuentes independientes para contractar.

Los historiadores obsesionados por la documentación, se interesan en sus fuentes por


tres cualidades que no posee la información oral: un documento es un objeto: los
documentos proporcionan detalles de acuerdo con el tiempo cronológico; y una vez que
alcanza la etapa de la escritura, ésta resulta más fácil y pensamos que entendemos el
mensaje gracias a la lectura de textos adicionales.

Los principales problemas sobre la utilización oral están relacionados con las
tradiciones que no se han aprendido de memoria, es decir, las épicas y narrativas.
Entiendo por “épica” las homéricas: poesía heroica compuesta oralmente de acuerdo
con ciertas reglas.

La evidencia oral se obtiene de aquellas personas que están vivas. También el recuerdo
personal, basado en las experiencias propias del informante y no suelen pasar de
generación en generación excepto de formas muy abreviadas. Y se distingue de la
tradición oral debido a que la transmisión de grandes cantidades y formas específicas
de información requiere un tiempo y un esfuerzo mental considerable.

CAPÍTULO VII: “Historia de la lectura”

Los historiadores del libro han sacado ya a la luz una gran cantidad de información
sobre la historia externa de la lectura. Tras haberla estudiado como un fenómeno social,
son capaces de dar respuesta a muchas de las cuestiones sobre el “quién”, el “qué”, el
“dónde” y el “cuándo” que pueden ser de gran ayuda para atacar los más difíciles
“porqués” y “cómo”.

Los estudios dedicados a saber quién leyó qué en distintos momentos son de dos tipos,
macroanalíticos y microanalíticos. El macroanálisis ha florecido en Francia, donde se
nutre de la tradición vigorosa de la historia social cuantitativa.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

Las novelas, los libros de viajes y las obras de historia natural tendieron a imponerse
masivamente sobre los clásicos en las bibliotecas de nobles y burgueses ricos. A finales
del siglo XIX, los tipos de préstamos en las bibliotecas alemanas, inglesas y
norteamericanas cayeron en unas pautas llamativamente similares El mundo de la
lectura se había transformado en poco más de dos siglos. El auge de la novela compensó
un declive de la literatura religiosa y el momento crítico puede situarse, casi en todos los
14
casos, en la segunda mitad del siglo XVIII, en la década de 1770.

Así, con toda su variedad y contradicciones ocasionales, los estudios microanalíticos


sugieren ciertas conclusiones generales, algo parecido a la “eliminación de lo misterioso
en el mundo”. Quienes prefieran la precisión pueden recurrir al microanálisis, si bien
éste suele caer en el extremo opuesto: un detalle excesivo.

En 1800 las personas leían “extensivamente”. Sus lecturas estaban constituidas por todo
tipo de material, en especial publicaciones periodísticas y noticiosas, las leían una sola
vez y corrían al siguiente objeto. La lectura no evolucionó en una dirección: la
extensión, sino que asumió muchas formas diferentes entre los distintos grupos sociales
en épocas diversas. En muchos casos, la lectura se hizo más intensiva, no menos. Pero
los últimos años del siglo XVII parecen representar un momento crítico, un tiempo en
que se puso a disposición de un público más amplio más material de lectura, si se
observa la aparición de una masa de lectores que alcanzaría proporciones gigantescas en
el siglo XIX.

El “dónde” de la lectura es más importante de lo que podría creerse, pues la situación


del lector en su escenario puede darnos indicios sobre la naturaleza de su experiencia. El
elemento humano del escenario debió de haber influido en la comprensión de los textos.

Ha llegado el momento de que confluyan la teoría literaria y la historia de los libros. La


teoría puede revelar los límites de las posibles respuestas a un texto. La historia puede
mostrar qué lecturas se dieron de hecho. Al prestar atención a la historia, el crítico
literario podría evitar el peligro del anacronismo. Al tener en cuenta la retórica, los
historiadores podrán encontrar claves de conducta que, en caso contrario, resultarían
quizá incomprensibles.

La nueva estructura tipográfica supuso una nueva forma de leer y un nuevo público: la
gente sencilla, que carecía de posibilidades y tiempo para abarcar grandes tiradas de la
narración.

La lectura tiene una historia. No fue siempre y en todas partes la misma. Podemos
pensar en ella como un proceso lineal consistente en extraer información de una página;
pero la información puede cribarse, clasificarse e interpretarse. Los esquemas
interpretativos pertenecen a las configuraciones culturales, que han sufrido enormes
cambios con el paso del tiempo. Dado que nuestros antepasados vivían en mundos
intelectuales diferentes, debieron de haber leído de manera distinta y la historia de la
lectura podría ser tan compleja como la historia del pensamiento. Se trata de una
actividad que implica una relación peculiar. Aunque lectores y textos han variado según
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

las circunstancias sociales y tecnológicas, la historia de la lectura no debería reducirse a


una cronología de tales variaciones. Habría de ir más allá y abordar el elemento
relacional en el mismo corazón del asunto: ¿cómo construyen los lectores cambiantes
textos mudables?

CAPÍTULO VIII: “Historia de las Imágenes”


15
Material visual: Los historiadores suelen sentirse más cómodos con el material
escrito que el visual y muchos de ellos solo utilizan las imágenes en forma narrativa. No
obstante el punto de vista del historiador apenas se tiene en cuenta cuando se analizan
imágenes en un contexto más amplio.

Este material se titula “historia de las imágenes” y no “historia del arte.

Autoría: el intento de establecer una autoría no es simplemente consecuencia de


valores del mercado del arte; más bien es una consecuencia de la concepción del artista
y de la relación de éste con el arte. La autoría de materiales visuales no considerados
arte se considera como algo de poca repercusión.

Canonicidad: el desarrollo de la historia del gusto implica una nueva actitud hacia la
canonicidad que une un nuevo eclecticismo crítico, que desafía implícitamente el canon
teleológico de la historia del arte, con una actitud que puede fomentar una petrificación
autoritaria de las colecciones individuales hasta producir un nuevo criterio de
canonicidad. Aquí también intervienen otras fuerzas que modifican o socavan tanto el
canon como la noción de canonicidad. Algunas de ellas giran en torno a los conceptos
de interpretación, significado e intención.

Interpretación: la presentación directa del material visual se ve cada vez más


afectada por aplicación de criterios de “historia del gusto”.

La consideración histórica del material visual no se limita a la atribución del significado


ideológico, como el que descubrían, con razón o sin ella. El significado en época de
realización, va más allá de una conformidad inconsciente con la idea sociopolítica del
consumidor hasta abarcar modos de preparación que no son capaces de provocar una
atención políticamente motivada en el momento presente. La tarea del historiador es,
por lo tanto, recuperar el “ojo de la época”.

Algunas personas interesadas por la hermenéutica visual ponen en tela de juicio la idea
de que el significado pueda codificarse en materiales visuales y ser decodificado más
tarde por un posterior intérprete hasta producir un “significado” apropiado.

Historia: no creo que el historiador se halle en mejor posición para tratar las imágenes
visuales: como es natural, se ocupa ante todo de interpretar el pasado, y no de la práctica
visual actual y de las cuestiones críticas. Sin embargo, los historiadores han planteado
cuestiones referentes al material visual en términos válidos que puedan recordarnos a
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

quienes nos interesa la crítica y los asuntos culturales de la actualidad que cualquier
material del pasado es potencialmente admisible como prueba para el historiador.

Conclusión: podemos ver que ninguna profesión debería tener el monopolio sobre la
interpretación del material visual, incluida la historia de las imágenes. Los historiadores
tienen mucho que aprender en este terreno, tienen también importantes puntos que
enseñar.
16 CAPÍTULO IX: “Historia del pensamiento político”

Durante la década de 1960 varios historiadores del pensamiento político publicaron una
serie de reflexiones de carácter general sobre su actividad profesional. Tres de estos
ensayos lograron cierta fama duradera (John Pocock, John Dunn y Quentin Skinner). De
estos tres, el de Skinner fue el que dio pie a un mayor número de debates, ya que
planteó objetivos muy precisos y les dio nombre. El objetivo principal había de ser
“proporcionar una recuperación de los escritos clásicos, sin tener en cuenta la
circunstancia de la evolución histórica, en cuanto tentativas importantes y perennes para
establecer proporciones universales acerca de la realidad política. Sugerir, en cambio,
que el conocimiento de la circunstancia social es condición necesaria para comprender
los textos clásicos equivale a negar que contienen de hecho elementos de interés
intemporal y perenne y, por tanto, a quitar toda importancia al estudio de lo que
dijeron”.

El ensayo de Pocock había sido una ilustración brillante de que los filósofos políticos
más importantes sólo podían leerse sobre un telón de fondo de prácticas lingüísticas
históricamente concretas y especificadas con suficiente detalle y que sólo de ese modo
podía captarse su originalidad o convencionalismo.

Es muy normal que los profesionales de las ciencias humanas dieran por sentado que, de
alguna manera más o menos especificada, quienes decidían eran “los ciudadanos”.

Todos los hombres poseen valores y en cuanto “ciudadanos” harán uso de ellos en sus
decisiones. El principal estudio del pensamiento era suministrar al lector un conjunto de
posibles actitudes políticas que no habría sido capaz de generar por su cuenta, pero a los
que sí podría responder y entre los cuales podría elegir de forma mesurada y bien
orientada.

La polémica de Dunn y Skinner contra la historia tradicional del pensamiento político


coincidió con un sentimiento claro de la posibilidad de una nueva filosofía política
moderna y sistemática.

La historia del pensamiento político ha parecido a menudo a sus detractores mucho


menos original y sorprendente de lo que habían esperado a partir de los manifiestos
metodológicos. Un historiador moderno del pensamiento político considerará aceptable
cualquier prueba que un historiador razonable aceptaría como parte de una explicación
de por qué un agente histórico hizo algo, y con frecuencia no habrá un método claro y
único para determinar lo que cuenta como prueba pertinente.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

Lo importante de estas observaciones es hacer hincapié en que, finalmente, el


historiador deberá emitir algún juicio sobre la manera de contar su relato particular, sin
que le sea posible justificarlo de manera definitiva frente a otro conjunto de juicios
diferentes.

CAPÍTULO X: “Historia del Cuerpo”


17
Planteamiento: no hay duda que deberemos considerar el cuerpo como ha sido
experimentado y expresado dentro de los sistemas culturales concretos, tanto privados
como públicos, que a su vez ha cambiado con el paso del tiempo. Si los cuerpos se nos
presentan solo al percibirlos, la historia de los cuerpos deberá incluir la de su
percepción.

Algunas de las investigaciones más brillantes de la anatomía de los cuerpos son obras
de críticos literarios y estudiosos de orientación similar comprometidos en el análisis
del discurso y la desconstrucción textual, descomprimiendo “representaciones”
cambiante al yo corporizado.

Cuerpo y mente: a la mente y al cuerpo se le han asignado tradicionalmente atributos


y connotaciones distintas. La mente es perceptivamente superior a la materia.
Ontológicamente, la mente, la voluntad, la conciencia o el yo han sido designados
guardianes y rectores del cuerpo y cuerpo debería ser su servidor. Sin embargo, cuando
el cuerpo se rebela, los culpables no son necesariamente los puños, los dedos o los pies
sino las facultades nobles cuyo deber era controlarlos.
La subordinación del cuerpo su apetito y deseos se consideran salvaje, ciegos o
radicalmente pecaminoso; puede ser visto como la prisión del alma. Así, el cuerpo cae
fácilmente en culpa cometiendo actos malvados o criminales.
Los problemas de la responsabilidad relativa de cuerpo y alma entrañan intentos de
explicar y reprimir el desorden.

Regulación del cuerpo: los historiadores han investigado los intentos de ciertos
grupos sociales dominantes por restringir, reprimir y reformar los excesos del cuerpo.
El autocontrol físico ha casado con el deseo de controlar los cuerpos de los demás para
conseguir un mejor orden social y religioso-moral.

Sexo, género y cuerpo: la sociedad europea ha sido patriarcal por la subordinación


de las mujeres a los hombres. El siglo pasado las mujeres se emanciparon con las ideas
embarazo sano, anticoncepción y la legalización del aborto, que, al ceder a las mujeres
el control de su fertilidad, abrieron caminos a la “familia Moderna”, “familia
Igualitaria”.

CAPÍTULO XI: “Historia de los acontecimientos y


renacimiento de la narración”

NARRACIÓN FRENTE A ESTRUCTURA: A comienzos del siglo XX se lanzó un


nuevo ataque contra la historia de los acontecimientos. En Gran Bretaña, Lewis Namier
y R. H. Tawney, propusieron que los historiadores, más que narrar los acontecimientos,
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

debían analizar las estructuras. Si la historia popular siguió fiel a la tradición narrativa,
la académica se interesó cada vez más por los problemas y las estructuras.

La narración histórica ha pasado a ser materia de al menos dos debates producidos


independientemente, a pesar de su pertinencia mutua. En primer lugar, nos encontramos
con la conocida campaña que opone a quienes afirman que los historiadores deberían
tomarse más en serio las estructuras que los acontecimientos, y quienes siguen creyendo
18
que el trabajo de los historiadores es contar una historia.

Los historiadores estructurales han mostrado que el relato tradicional pasa por alto
aspectos importantes del pasado de los que es incapaz de dar razón, desde el marco
económico y social hasta la experiencia y modos de pensar de la gente corriente. En el
caso de una narración de acontecimientos políticos, es difícil evitar insistir en los
hechos y decisiones de los dirigentes a expensas de los factores que eludieron su
control, pues proporcionan una línea narrativa clara. Por lo que respecta a entidades
colectivas, el historiador narrativo se ve forzado a elegir entre omitirlos del todo o
personificarlos.

Quienes abogan por la narración han señalado que el análisis de estructuras es estático
y, por tanto, ahistórico en cierto sentido.

Los historiadores de estos dos campos, el estructural y el narrativo, difieren no sólo en


la elección de lo que consideran significativo en el pasado, sino también en sus modos
preferidos de explicación histórica. Los historiadores narrativos tradicionales tienden a
exponer sus explicaciones en función del carácter y la intensión particulares; se trata de
explicaciones como: “la ventana se rompió porque Pérez arrojó una piedra contra ella”.
Los historiadores estructurales, por su parte, prefieren explicaciones que adoptan la
forma siguiente: “la ventana se rompió porque el cristal era frágil”.

NARRATIVA TRADICIONAL FRENTE A NARRATIVA MODERNA: Este


segundo debate comenzó en EE.UU en la década de 1960, no se interesa por la cuestión
de si ha de escribir o no en forma narrativa, sino por el problema de en qué forma de
narrativa se ha de escribir.

La razón de buscar formas literarias es sin dudas la conciencia de que las formas
antiguas son inadecuadas para los propósitos del autor.

Los historiadores harán bien en evitar algunas de esas innovaciones. Otros experimentos
inspirados por una serie más amplia de escritores modernos ofrecen, tal vez, soluciones
a ciertos problemas con los que los historiadores pugnan desde hace tiempo. Se trata, en
concreto, de tres.

En primer lugar. Habría la posibilidad de hacer más inteligibles las guerras civiles y
otros conflictos. Un recurso así permitiría una interpretación del enfrentamiento a la
manera de un conflicto entre interpretaciones. En segundo lugar, el número de
historiadores conscientes de que su obra no reproduce “lo que realmente ocurrió” sino
que la presenta desde una perspectiva particular aumenta progresivamente. Las formas
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

narrativas tradicionales son inadecuadas para transmitir esta certeza. Los narradores
históricos necesitan encontrar una manera de hacerse visibles en su relato a modo de
advertencia al lector de que no son omniscientes o imparciales y que también son
posibles otras interpretaciones además de la suya. En tercer lugar, un nuevo tipo de
narración podría abordar mejor que el antiguo, las demandas de los historiadores
estructurales, dando una sensación mejor del fluir del tiempo que la que suelen dar por
19
lo general sus análisis.

NARRACIONES DENSAS: El problema que se quiere analizar aquí es el de cómo


hacer una narración lo suficientemente densa como para tratar no sólo la serie de
acontecimientos e intenciones conscientes de sus agentes, sino también las estructuras,
tanto si dichas estructuras actúan como freno de los acontecimientos o como acelerador.

Dado que los historiadores no gozan de libertad para inventar sus personajes, ni siquiera
sus palabras y pensamientos, es improbable que puedan condensar los problemas de una
época en un relato de una familia, como han hecho a menudo los novelistas.

Los autores de algunas obras de historia recientes han reflexionado también sobre
problemas de este tipo y sus estudios esbozan una respuesta, o varias, de entre las cuales
podría ser útil distinguir cuatro.

La primera respuesta podría describirse como “micronarración”. Es la exposición de un


relato sobre gente corriente en su escenario local. Sin embargo, los historiadores no han
adoptado la micronarrativa hasta hace muy poco. Genera problemas propios, sobre todo
el de vincular la microhistoria y la macrohistoria.

Podría haber otras formas de relacionar más estrechamente la estructura con los
acontecimientos mejores que las utilizadas en general por los historiadores. Un método
posible consiste en escribir la historia hacia atrás.

Esta forma de organización tiene sus dificultades, sobre todo el problema de que,
aunque los capítulos están dispuestos en orden inverso, cada uno de ellos ha de ser leído
hacia adelante. La gran ventaja del experimento es, por otro lado, la de permitir, y hasta
forzar al lector, a sentir la presión del pasado sobre individuos y grupos.

Muchos estudiosos piensan ahora que la historiografía ha quedado empobrecida por el


abandono de la narración y ya que ha emprendido una búsqueda de nuevas formas de
relato que sean apropiadas a las nuevas historias que los historiadores nos contarían.
Entre esas nuevas formas se halla la micronarración, la narración hacia atrás y los
relatos que se desplazan atrás y adelante entre mundos públicos y privados o presentan
los mismos acontecimientos desde múltiples puntos de vista.

Si buscan modelos de narración que yuxtapongan las estructuras de la vida ordinaria y


los acontecimientos extraordinarios y la perspectiva desde abajo a la perspectiva desde
arriba, los historiadores deberían seguir el buen consejo de atender a las obras de ficción
del siglo XX, incluido el cine. Es quizá significativo que uno de los estudios más
interesantes sobre narración histórica sea obra de un historiador del cine.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

PILAR CLAVEIRO: “PODER Y DESAPARICIÓN”.

Fuerzas Armadas:
 Asumen el poder con ayuda de diferentes sectores sociales.
 Concentraron la suma del poder y esto los llevó a asumir el papel del estado.
 El golpe de estado de 1976, se realiza para dar una salida definitiva a la crisis
que venía surgiendo en el país debido a una crisis económica durante los
20
gobierno Perón y el Isabel.
 Las fuerzas Armadas asumieron el disciplinamiento de la sociedad a su imagen
y semejanza. Impusieron el castigo físico en los soldados, obligándolos así a
obedecer.
 En los años ´60 se produjeron movimientos con el acento en la acción armada.
Argentina formó parte de este proceso.

Las guerrillas:
 La práctica inicial de las guerrillas afianzó la confianza de las luchas armadas.
Jóvenes entre 18 y 25 años, lograron concentrar la atención del país con asaltos
a bancos, secuestros, asesinatos, bombas y toda acción armada que le dieron
una voz política.
 Desde la izquierda o el peronismo buscaban una sociedad mejor.
 Durante los primeros años de actividad (1970- 1974) seleccionaba de manera
política sus blancos, pero a medida que la práctica militar se intensificó, la
violencia multiplicó engañosamente su peso político real.
 En 1974 los guerrilleros querían construir otra potencia semejante o mayor,
igualmente homogénea y estructurada. Poder contra poder.
 De la persecución contra las organizaciones armadas en particular, surgen:
a. Triple AAA: Alianza Anticomunista Argentina. Quienes entre julio y
agosto de 1974 cometían un asesinato cada 9 horas, así inició la práctica
de desaparición de persona. Y aunque las guerrillas aumentaron sus
acciones armadas, nunca alcanzó el número, ni brutalidad del accionar
paramilitar.
b. A partir del 24 de marzo, la AAA tomó el carácter de modalidad
represiva oficial.

 Los militantes en su intento de supervivencia y lucidez política, abandonaron


las organizaciones para salir al exterior o esconderse. Sin embargo un gran
número permaneció hasta el final.

Poder y represión: Entre 1976 y 1982 funcionaron en argentina 340 campos de


concentración-exterminios distribuidos en todo el territorio nacional. Por ellos pasaron
entre 15 y 20 mil personas, de las cuales el 90 por ciento fueron asesinadas.

DANIEL FILMUS: “ESTADO, SOCIEDAD Y EDUCACIÓN


EN LA ARGENTINA: UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA”.

ORÍGENES DE LA INTERVENCIÓN DEL ESTADO EN LA EDUCACIÓN:


La educación fue concebida más como un servicio público y como una necesidad del
Estado que como un derecho individual. Por un lado, porque la educación no se
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

encontraba entre los derechos que los individuos sentían más conculcados en el marco
de la opresión del Estado absoluto; por otro, porque el Estado debió hacerse cargo a
partir de la nacionalización de los bienes eclesiásticos, en 1789, de muchas de las
funciones educativas que hasta el momento desempleaba la Iglesia e inculcar por este
medio los valores liberales y democráticos. El principal mérito del Estado benefactor, en
esta temática, fue el de haber transformado la educación en un derecho social y por lo
21
tanto haber generado las condiciones para que efectivamente se universalizara.

A medida que se fueron conformando como Estados nacionales, las sociedades europeas
generaron sistemas educativos que se constituyeron en uno de los principales factores de
integración política, de identidad nacional, de cohesión social, de transmisión de los
valores de las clases dirigentes y selección y legitimación de las elites dominantes.

El modelo educativo del Antiguo Régimen fue dejando lugar a la construcción de un


verdadero sistema que corresponde a “un conjunto de instituciones diferenciadas, de
ámbito nacional, destinadas a la educación formal, cuyo control e inspección
corresponden al Estado y cuyos elementos y proceso están relacionados entre sí”.

ESTADO, EDUCACIÓN Y SOCIEDAD EN ARGENTINA: La finalización de la


gesta emancipadora en América Latina no tuvo como correlato inmediato la
constitución de Estados Nacionales. El proceso de “estatidad” en nuestros países tuvo
características marcadamente diferenciales a las europeas pues se desarrolló en
contextos sensiblemente distintos. Pero probablemente la característica más distintiva
del proceso latinoamericano con referencia al europeo estuvo vinculada a las
condiciones de los actores sociales. La sociedad civil aún no había adquirido el carácter
de “sociedad nacional” con anterioridad al surgimiento del Estado. La debilidad de
actores económicos y sociales modernizadores obligaron al Estado en gestación a tener
un peso más significativo que en Europa. Si la marcada intervención del Estado liberal
europeo en la educación fue un hecho excepcional frente al reclamo de no injerencia
estatal en el desarrollo social, en el caso latinoamericano el protagonismo del Estado en
muchos órdenes de la vida social fue su característica distintiva.

El Estado determinó fuertemente a la sociedad, apareciendo como modernizador,


revolucionario, transformador o garante de un orden representativo, pero en todos los
casos con una gran influencia sobre la sociedad. Si en los países centrales, la sociedad
civil tuvo mayor autonomía y una dinámica menos dependiente del sector público, aquí
no se liberó de una fuerte determinación. Esta característica le dio una particular
vinculación que estuvo más cerca de la intervención y de la “fusión” que de una clara
separación entre Estado y Sociedad”. Con esta impronta surgió el Estado en la región. Y
fue una de las principales características distintivas de la relación entre Estado, sociedad
y educación a lo largo del siglo.0

LA FUNCIÓN POLÍTICA DE LA EDUCACIÓN: EL ESTADO


OLIGÁRQUICO-LIBERAL: El Estado en América Latina se consolidó como Estado
oligárquico, una organización donde tuvo posibilidad de participar el sector dirigente de
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

la sociedad. Se hace referencia a una estructura capaz de adquirir un gran poder de


arbitraje frente a las diferentes fracciones del grupo dirigente.

Argentina integró el grupo de países que ha sido denominado como de “modernización


temprana”. Fueron los países menos marcados por la etapa colonial, más influidos por
una larga y heterogénea inmigración europea y que presentaron aptitudes ecológicas
para producir bienes altamente demandados por las economías centrales. En estos países
22
el mayor nivel de heterogeneidad y fluidez social exigió una presencia más importante
del Estado como agente integrador y hegemónico. Denominado como “el orden
conservador”, se trató de un modelo basado en el concepto alberdiano de amplias
libertades civiles y restringidas libertades políticas. Un modelo fuertemente excluyente
en lo económico y lo político encontró en la educación el mecanismo más idóneo para
integrar y modernizar las sociedades. En este marco, el sistema educativo se constituyó
con características fuertemente “estatistas y centralizadoras”. Ello significa que fue el
Estado Nacional quien asumió la tarea educadora por gestión propia o a través del
control de las instituciones de tipo privado. Se trató de un centralismo no igualitario ya
que en su dinámica concreta fortaleció al Estado en la búsqueda de una homogeneidad
formal que no se correspondió con una realidad social marcadamente desigual y
heterogénea. Para nuestro país la función encomendada al sistema educativo en sus
orígenes estuvo más vinculada con la esfera de lo político, que con lo económico. La
educación jugó un papel preponderante en torno a la integración social, la consolidación
de la identidad nacional, la generación de consenso y la construcción del propio Estado.

La relación de la educación con la economía estuvo vinculada en un doble sentido:

a) La estructura escolar permitió generar un sistema de estratificación social acorde


con los intereses de los sectores dirigentes. Un sistema de enseñanza media más
restringido que cumplía dos importantes tareas. Por un lado, dotaba de personal
idóneo a la administración pública y al sector de transportes y serados, y por
otro, seleccionaba a la élite que se encontraba en condiciones de incorporarse al
sector de la dirección de la sociedad y del aparato estatal.
b) La vinculación con la economía se estableció a partir del papel ideológico del
sistema educativo. Una estructura y un curriculum excesivamente centralizados
y elaborados desde el puerto, contribuyó a que el proyecto económico
agroexportador de la generación de los ‘80 adquiriese rápida hegemonía en todo
el territorio nacional. Al margen de las funciones manifiestas y latentes que
desde los sectores dirigentes se proponían para el sistema educativo, desde la
perspectiva de la sociedad, la demanda de educación fue creciente. Los sectores
medios encontraron en el sistema educativo una alternativa eficaz para aumentar
sus posibilidades de participación. La falta de educación era presentada como
indicador de baja capacidad para el protagonismo político y como legitimadora
de la exclusión de la sociedad nacional. Al mismo tiempo significaba la
imposibilidad de acceso a bienes culturales, frecuentemente extranjeros, de los
que podían participar los sectores tradicionales. El acceso al sistema educativo
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

les posibilitó contar con mejores elementos para potenciar su demanda por una
integración social y política plena.

Las primeras posiciones del movimiento obrero frente al sistema educativo público no
fueron similares a las de los sectores medios, porque sus posibilidades de acceso a la
educación habían sido muy escasas, sobre fines del siglo XIX y principios del XX
predominaron en el seno del movimiento trabajador las concepciones anarquistas. Estas
23
corrientes descalificaban todo tipo de educación desarrollada desde el Estado con el
argumento de que sólo servían para transmitir “ideología burguesa”. Desde estas
perspectivas se acusaba a la educación oficial de ser un instrumento de dominación de
los pueblos. Es así como desde un importante número de sindicatos obreros se propuso
el desarrollo de una educación alternativa que fuese implementada por las propias
organizaciones de trabajadores a través de la creación de “Escuelas Modernas”,
“Escuelas Libres” o “Escuelas Racionalistas”.

Con el inicio del siglo XX estas iniciativas fueron perdiendo peso relativo frente a la
expansión del sistema educativo oficial y quedando cada vez más bajo el control del
Estado que se constituyó en la principal y casi excluyente agencia educativa.

La etapa de génesis del Estado Nacional estuvo signada por la contradicción entre los
ideales del liberalismo en sus manifestaciones locales, cuyos principios educativos
estuvieron planteados en parte en la Constitución Nacional y en la Ley 1.420, y un
modelo político, económico y social que no logró incorporar a grandes sectores de la
población. Una de las principales consecuencias de esta contradicción se manifestó en el
papel que comenzaron a desempeñar los sectores medios. La apertura de oportunidades
educativas permitió que una importante porción de estos sectores accediera a la
escolaridad media y superior; otra fue que la misma no alcanzó para que los sectores
más postergados de la población pudieran acceder y permanecer en el sistema.

El crecimiento educativo del país estuvo fuertemente limitado por los altos niveles de
desgranamiento escolar. El acceso del radicalismo al gobierno en 1916 encuentra a más
de la mitad de los niños en edad escolar fuera del sistema, también encuentra profundas
desigualdades educativas entre las diferentes regiones del país. Los límites del modelo
también marcan las dificultades del Estado para asegurar las funciones definidas en este
período para el sistema educativo.

EDUCAR PARA EL CRECIMIENTO ECONÓMICO: EL ESTADO


BENEFACTOR: La necesidad de cambiar los patrones del crecimiento económico
surge principalmente a partir de las nuevas coyunturas que se producen en el mercado
internacional. La usencia de sectores en la sociedad civil con la capacidad económica y
la decisión política para encabezar este proceso de industrialización obligó al propio
Estado a tomar la iniciativa y a conducir el nuevo momento.

El keynesianismo entendido como la intervención activa del Estado en la economía


surgió en la Argentina en la década del ’30, con anterioridad al Estado de bienestar que
se va a desarrollar con toda su potencialidad recién a partir de la llegada del peronismo
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

al gobierno. Los ’30 mostraron la incapacidad de los sectores tradicionales para


restablecer la hegemonía de un sistema basado en la exclusión de las nuevas mayorías.

En lo económico profundizó el abandono de la idea del capitalismo y en el marco de las


concepciones keynesianas ya señaladas, enfatizó su carácter marcadamente
intervencionista. Intentó regular el mercado a partir de una planificación destinada a
mejorar la racionalidad económica y de un poderoso desarrollo del sector público en
24
áreas estratégicas de la producción y los servicios. En lo político intentó expresar la
alianza de los sectores favorecidos con el proceso de industrialización y el crecimiento
del mercado interno. En lo social, el Estado dejó de ser el protector de los derechos
individuales para transformarse en garante de los derechos sociales, ejerció una
influencia decisiva en el proceso de redistribución de los recursos en favor de los
sectores trabajadores, desarrolló una intensa actividad en torno a responder a las
apremiantes necesidades sociales de los grupos y sectores sociales más necesitados. Se
trató de una integración ciudadana a través del voto y social más plena a partir del
creciente acceso a los bienes que la sociedad producía.

En el Estado oligárquico-liberal, la intervención oficial en materia educativa constituyó


una excepción respecto de su abstención a participar en otras políticas sociales. En el
caso del Estado benefactor, significó una de las estrategias que formó parte de una
política social más general dirigida a incorporar a nuevos sectores a la participación
social.

En este contexto la educación fue incorporada no sólo como un derecho de los


ciudadanos, sino también como estrategia de capacitación de mano de obra para
satisfacer las demandas de la surgente industria. La “formación del ciudadano· fue
reemplazada por la idea de “formación para el trabajo” que posteriormente se
convertiría en “formación de recursos humanos”.

Los nuevos roles ocupacionales exigían una alfabetización básica que el sistema
educativo debía brindar. Comenzaron a requerir ciertos niveles técnico-profesionales y
conocimientos de oficios y especialidades que no podían ser aprendidos sólo en el lugar
de trabajo y que los nuevos trabajadores no poseían. Exigían una disciplina laboral que
únicamente el sistema educativo podía brindar masivamente a millones de trabajadores
rurales que provenían del interior del país.

El Primer Plan Quinquenal introdujo reformas en el sistema educativo y en particular en


la educación técnica, con el objetivo de redefinir la relación pedagógica entre educación
y trabajo y dotar al alumno de una orientación y formación profesionales más definidas.

Sobre fines de la década de los ’40 comenzó a generarse una visión “económico-
centralista” del papel de la educación. La educación dejó de ser vista como un gasto
social para transformarse en una inversión que tenía como principal objetivo alcanzar
una renta individual y social. A partir de la teoría del “efecto residual” la capacidad de
generar “capital humano” altamente calificado pasó a ser una de las más importantes
ventajas comparativas en la carrera hacia el crecimiento.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

A partir del derrocamiento del Gral. Perón, esta concepción se profundiza con el
surgimiento del modelo de Estado desarrollista. Este modelo es genéricamente definido
como un sub-tipo de Estado benefactor que centró su acción en la promoción y
conducción del desarrollo económico.

En el período posterior al derrocamiento del presidente Arturo Frondizi, se generaron


sensibles modificaciones. El cambio en los sectores integrantes de la alianza gobernante
25
implicó el creciente abandono de la perspectiva de la educación como un derecho social
que el Estado debía de garantizar para toda la población.

La restricción de la participación política a través de la democracia condicionada fue el


signo principal del período. Esta nueva situación puso en evidencia la contradicción
existente entre el sentido modernizante que se quería imponer al crecimiento económico
y el sentido elitista que adoptó el Estado desarrollista frente a las demandas de
participación social y política plena de grandes sectores de la población. En el ámbito
educativo esta contradicción se manifestó en la formulación de discursos modernizantes
y tecnocráticos en torno a la universalización y el papel de la educación en el
crecimiento.

Los efectos más sentidos de la contradicción se manifestaron en el comienzo del


deterioro de la calidad educativa brindada por el sistema. Mientras la demanda por
educación siguió creciendo y se amplió la matrícula escolar en todos los niveles, los
recursos destinados a las políticas educativas no se incrementaron en la misma
proporción. Ello implicó un paulatino deterioro de las condiciones materiales de
enseñanza. Los sofisticados mecanismos de planificación educativa puestos en práctica
contrastaban con una realidad donde los actores económicos y sociales mostraban sus
propias lógicas de comportamiento.

Así como el Estado oligárquico-liberal, habiendo centrado su accionar en el papel


político de la educación, también había concebido funciones económicas para el sistema
educativo, el Estado benefactor atribuía la primacía al rol económico de la educación
aunque no impidió que la misma desempeñara una importante función política. Esta
función se manifestó principalmente en dos sentidos.

En primer lugar, la escuela junto con el movimiento político y los sindicatos fue una de
las instituciones que permitió que el gran movimiento poblacional de urbanización
ocurrido en este periodo no alcanzara la conflictividad que adquirió en otros países de la
región. La escuela se convirtió en uno de los principales instrumentos de socialización
en las normas, valores y estándares de comportamientos urbanos para los millones de
trabajadores que llegaron desde el medio rural.

El efecto legitimador que cumplió la educación permitió minimizar las consecuencias


de los conflictos sociales que se produjeron por las profundas transformaciones
ocurridas en la sociedad argentina de aquella época. La segunda de las funciones
políticas está vinculada a la distribución de ideologías que explícita o implícitamente se
efectuó a través del sistema ideológico-partidarios que contuvieron tanto el diseño
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

curricular como los textos escolares de la época peronista. El conjunto de los gobiernos
de este período utilizó al sistema educativo para distribuir sus concepciones políticas.

La ruptura del modelo autoritario ocurrido en 1973 y la recuperación de la democracia


coincidirán con el inicio de la declinación del tipo de Estado benefactor. El período de
expansión del modelo de Estado benefactor concluiría son que las promesas realizadas
en torno a las funciones del sistema educativo se cumplieran totalmente.
26
CRISIS DEL ESTADO BENEFACTOR Y RECUPERACIÓN DE LO
POLÍTICO COMO FUNCIÓN PRINCIPAL DE LA EDUCACIÓN: En nuestro
país la declinación del Estado benefactor encontró su momento más crítico a partir del
año 1975. En ese año el proceso de estanflación alcanzó niveles alarmantes y fue
también a partir de ese año cuando la Argentina quebró su ciclo de crecimiento
sostenido para ingresar en un período de estancamiento, desinversión y
desindustrialización que se mantendría hasta el inicio de los ’90. Tres tipos de gobiernos
diferentes administraron la crisis del Estado benefactor en la Argentina. Peronista,
militar y radical. Aun aplicando políticas diferentes, comienzan a generar las
condiciones para el posterior surgimiento de un nuevo tipo de Estado: el Estado post-
social.

En la Argentina es posible proponer que el conjunto de los gobiernos que condujeron el


Estado en este período priorizó la función política de la educación en detrimento de su
papel económico. La desestimación del rol económico de la educación comenzó poco
antes de la crisis de crecimiento que se verifica a partir de 1975. Si se pudiera resumir el
papel central que la educación desempeñó en cada uno de los gobiernos citados, es
posible presentar el siguiente esquema:

1974: Educación para la liberación: La particularidad de este período radica en que


se desvalorizó el papel de la educación en torno a la economía cuando aún no había
declinado el crecimiento. Las posibilidades de autonomía y crecimiento económico
autosostenido se concibieron más como una decisión política que como el fruto de una
estrategia que permitiera incorporar al conjunto de los actores económicos, capaces de
generar una correlación de fuerzas que hiciera posible alcanzar las condiciones
materiales para su concreción. La educación fue concebida como un mecanismo eficaz
para la redistribución de los bienes económicos y las oportunidades sociales y como
instrumento de “concientización” respecto del Proyecto Nacional. El papel de la
educación como derecho social recuperó la centralidad, reemplazando la concepción
desarrollista de la formación de recursos humanos. La principal crítica a este modelo
radicó en el sometimiento de las políticas educativas a la demanda de un desarrollo
económico vinculado con la concentración de riquezas.

En el último periodo del gobierno democrático derrocado en 1976, la intención de


disciplinar y ordenar el funcionamiento de las instituciones educativas y a través de
ellas a la sociedad, se encontró en abierta contradicción con el clima de caos y violencia
generalizada que imperó en el conjunto de las relaciones sociales. Es este clima el que
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

brinda los argumentos que necesitaban los sectores que irrumpieron en el orden
constitucional y conculcaron las posibilidades de participación de la ciudadanía.

1983: Educación para el orden: Las intervenciones anteriores tuvieron como objetivo
principal declarado generar las condiciones para recuperar la institucionalidad
democrática. Fue la primera vez que un gobierno militar fijó un mecanismo
institucionalizado de sucesión presidencial sin recurrir a los civiles ni a las formas
27
democráticas. El restablecimiento del orden y la seguridad, la modernización del país
mediante la reforma del Estado y la vigencia del mercado como mecanismo regulador,
el saneamiento moral mediante la lucha contra la corrupción y la especulación, y la
reforma del sistema educativo en dirección a transmitir normas y valores que
garantizaran la vigencia del modelo autoritario, son los principales objetivos que se fijó
el gobierno del Proceso. La educación jugó un papel político trascendente en este
período: aportar a garantizar el orden social necesario para poder realizar las
transformaciones planteadas. Se intentaron privilegiar estrategias educativas que
volvieron sobre el objetivo de formar recursos humando para el desarrollo económico.
Es posible afirmar que el retorno a la función política de la escuela, ahora en el sentido
inverso al del período 1973/74, estuvo planteado en torno al mecanismo que Foucault
define como “modalidad disciplinaria”. Esta modalidad se implementó sobre los dos
órdenes que conforman la cultura escolar: el instrumental y expresivo. El instrumental
hace referencia al conocimiento educacional públicamente validado y se expresa en la
definición del currículum y en las formas de transmisión pedagógica. El orden
expresivo se refiere a la transmisión de valores y se encuentra más vinculado a las
formas de disciplina que se definen en la organización de la escuela, en la relación de
las instituciones con el exterior y en los ritos que rigen su comportamiento cotidiano.
Las principales políticas desarrolladas en función del orden expresivo en este período
fueron: la clausura de los mecanismos de participación social en la orientación y
conducción del sistema de enseñanza, el disciplinamiento autoritario de todos los
agentes comprometidos en la actividad educativa y la transferencia de la lógica
burocrática al ámbito escolar.

En cuanto al orden instrumental, las estrategias estuvieron centradas en la exclusión de


los docentes y contenidos curriculares que no brindaban garantía ideológica, el
vaciamiento de los contenidos socialmente significativos y de los modos procesuales,
construcción del conocimiento, imprescindibles para una participación social plena, y la
distribución, a través del currículum oculto, de pautas de socialización individualistas y
falsamente meritocráticas.

El rol político de la educación en este período estuvo centrado en la concepción de que


el orden y la disciplina debían convertirse en funciones mucho más importantes que el
proceso de enseñanza-aprendizaje.

El objetivo economicista de la descentralización quedó de manifiesto en la merma que


tuvieron las erogaciones educativas totales en el período en cuestión. Las consecuencias
más importantes se evidenciaron en el deterioro de la calidad de la educación y en la
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pérdida de la homogeneidad cualitativa que habría caracterizado al sistema educativo


argentino de las primeras etapas. A pesar de que los objetivos que el gobierno militar se
había propuesto en torno a la transformación del Estado no fueron cumplidos, este
gobierno generó las condiciones para que la crisis del Estado benefactor adquiriera
características irreversibles. La única estrategia que se adoptó fue la restricción de los
recursos destinados a las políticas sociales.
28
Este gobierno produjo condiciones para el ocaso definitivo del Estado de bienestar que
se puede evidenciar en lo económico, el período 1976/83 dejó una herencia de
endeudamiento externo e interno, crisis fiscal y proceso inflacionario que deberá
enfrentar el gobierno democrático. En lo que respecta al aparato estatal, la ineficiencia
la baja calidad, la burocratización y el encarecimiento de los servicios públicos
profundizaron el cuestionamiento a la capacidad del Estado para gestionar
eficientemente estas empresas; y también, a pesar de la importancia de estos procesos,
un conjunto de actores señalan que la mayor herencia del período ha sido la ruptura del
tradicional equilibrio social y político que históricamente existiera en Argentina.

1983-89: Educación para la democracia: Le correspondió administrar la etapa más


crítica y quizás la última del Estado de bienestar keynesiano surgido a partir de
mediados de la década de los ’40. Las herencias del período autoritario y las propias
limitaciones políticas condicionaron seriamente su capacidad de revertir la crisis de un
modelo de Estado que se había iniciado una década atrás.

En la práctica, las tendencias principales se manifestaron en torno a la declinación del


crecimiento productivo, la desinversión, caída del empleo, concentración económica y
la alta inflación. En lo que respecta al orden político, el diagnóstico principal por parte
de las primeras autoridades democráticas estuvo en la necesidad de transformar una
cultura autoritaria.

Los continuos intentos de desestabilización del sistema institucional durante este


período mostraron que era necesario mantener presente en la ciudadanía la conciencia
respecto a la defensa del sistema democrático. La función política principal de la
educación estuvo dirigida a desmantelar el orden autoritario a partir de la transmisión de
valores democráticos. Se privilegió el papel originario que desempeñó el sistema
educativo en las últimas décadas del siglo XIX con el objetivo de generar una cultura
participativa por parte de la ciudadanía.

La gestión educativa del gobierno radical manifestó una visión restringida de los
elementos que constituían la esencia del orden disciplinado construido en el período
1976/83. En esta dirección se absolutizó el papel del Estado en la transición democrática
en torno al cambio de las normas, reglamentos y prácticas que permitieran desmontar el
sistema autoritario que rigiera en la etapa anterior. Pero en lo que respecta al orden
instrumental, los cambios realizados en el primer período sólo estuvieron vinculados a
los contenidos de las materias dirigidas a la formación cívica y ciudadana.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

Al absolutizar los aspectos vinculados con la transmisión de valores ciudadanos, no se


adoptaron las políticas necesarias para desmantelar la estructura autoritaria construida
en torno al orden instrumental. Este orden estuvo fundamentado en el deterioro y la
diferenciación de la calidad educativa brindada.

La recuperación de la democracia significó también la recuperación del rol protagónico


del Estado docente en los discursos oficiales. El electo democratizador de la
29
intervención estatal en la realidad escolar fue solo parcial. Ello se debió a que el
importante rol desempeñado en el desmantelamiento del orden autoritario no estuvo
acompañado de políticas educativas dirigidas a retomar su responsabilidad en torno a
brindar reales posibilidades de acceso a una educación de calidad para todos los
argentinos. Este proceso, produjo situaciones contradictorias y a veces violentas.

Modificar las formas, pero manteniendo los contenidos, generó mayores condiciones
para que los actores del proceso educativo, en particular los estudiantes de escuelas
medias, expresaran su disconformidad con la falta de atractivo y significación social de
los conocimientos escolares.

La derogación de las normativas disciplinarias impidió que la insatisfacción estudiantil


estuviera en condiciones de ser encauzada a través de los métodos “autoritarios”.

De esta manera en ciertos momentos de la primera etapa democrática se vivió una


situación paradojal. La ausencia de transformaciones profundas de las condiciones
escolares de aprendizaje permitió que desde algunos sectores se propusiera un retorno al
orden educativo autoritario como reacción ante las manifestaciones de disconformidad
estudiantil. Su capacidad en la construcción de un sistema democrático de convivencia
no tuvo correlato en la posibilidad de generar las condiciones socio-económicas que la
mayoría de la población reclamaba.

EL ESTADO POST-SOCIAL: Se trata de un Estado que abandona su papel


interventor en la economía para pasar a cumplir un rol de garante de las reglas de juego,
privatizando sus empresas y transfiriendo al mercado la capacidad de conducir el
modelo de desarrollo y de distribución de bienes. Tiende a favorecer un modelo de
acumulación orientado más a la competitividad externa que al mercado interno. Procura
modernizar y eficientizar su capacidad de gestión, atacando el desempleo encubierto a
partir de reducir el empleo estatal y descentralizando o regionalizando muchas de sus
funciones. Fija como uno de sus objetivos principales el equilibrio fiscal reduciendo el
gasto público y aumentando su capacidad de recaudación impositiva. Estamos frente a
un Estado que se repliega sobre sí mismo transfiriendo responsabilidades hacia el
mercado y la sociedad civil.

Junto con la necesidad de reformar el Estado, también existe un alto grado de acuerdo
en torno a la necesidad de profundizar los procesos de democratización entendida desde
una perspectiva integral que va más allá de la vigencia de las instituciones
constitucionales.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

No es posible concebir al sistema educativo sólo desde una perspectiva de política


social. La escuela ha desempeñado un papel histórico que la coloca en un lugar
privilegiado en torno a la construcción y consolidación de la democracia y como
estrategia de desarrollo económico social.

El cambio en el tipo de Estado está acompañado de transformaciones profundas en el


conjunto de los órdenes de la vida social. El repliegue de la acción estatal no sólo
30
implica una ampliación del espacio de intervención del mercado. También brinda
mayores posibilidades para el desarrollo de nuevos actores y movimientos sociales. Los
nuevos tipos de acción colectiva se originan con mayor independencia y autonomía del
Estado y principalmente en torno a demandas sociales puntuales. No se presentan
únicamente con el objeto de presionar frente al Estado, también se articulan en función
de satisfacer necesidades concretas de las poblaciones que los constituyen.

DANIEL JAMES: RESISTENCIA E INTEGRACIÓN: EL


PERONISMO Y LA CLASE TRABAJADORA.

EL TRABAJO ORGANIZADO Y EL ESTADO PERONISTA: La economía


argentina respondió a la recesión mundial de la década 1930/40 mediante la producción
local de un creciente número de bienes manufacturados que antes se importaban. El
Estado argentino estimuló esa sustitución de importaciones mediante una juiciosa
política de protección arancelaria, controles cambiarios y provisión de crédito industrial.
Al promediar la década 1949/50 tenía una economía cada vez más industrializada:
mientras el tradicional sector agrario seguía constituyendo la principal fuente de divisas,
el centro dinámico de acumulación de capital se hallaba ahora en la manufactura.

Si bien la economía industrial se expandió rápidamente, la clase trabajadora no fue


beneficiada por ese proceso. Los salarios reales en general declinaron al rezagarse
detrás de la inflación. Frente a la represión concertada por los empleadores y el Estado,
los obreros poco podían hacer para mejorar los salarios y las condiciones de trabajo.
Fuera de los lugares de trabajo la situación no era mucho mejor, pues las familias
obreras debían enfrentar, sin ayuda del Estado, los problemas sociales de la rápida
urbanización.

El movimiento laboral existente en el tiempo del golpe militar de 1943 estaba dividido y
era débil. Había en la Argentina cuatro centrales gremiales FORA, ISA, CGT Nº1 y
Nº2. El influjo de este fragmentado movimiento laboral sobre la clase trabajadora era
limitado. La gran mayoría del proletariado industrial estaba al margen de toda
organización sindical efectiva.

Aunque en el período 1943/46 hubo muchas mejoras específicas de las condiciones


laborales y la legislación social, la década de gobierno peronista 1964/55 tuvo un efecto
mucho más profundo aún sobre la posición de la clase trabajadora en la sociedad
argentina. Durante ese lapso se asistió a un considerable aumento de la capacidad de
organización y el peso social de la clase trabajadora. La simpatía del Estado por el
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

fortalecimiento de la organización sindical y el anhelo de la clase trabajadora por


trasladar su victoria política a ventajas concretas determinaron una rápida extensión del
sindicalismo.

La sindicalización debía basarse en la unidad de actividad económica, antes que en el


oficio o la empresa particular. En cada sector de la actividad económica sólo se otorgó a
un sindicato el reconocimiento oficial que lo facultaba para negociar con los
31
empleadores de esa actividad. Se creó una estructura sindical específica centralizada,
que abarcaba las ramas locales y ascendía, por intermedio de federaciones nacionales,
hasta una única central, la CGT. Finalmente, quedaba bien establecido el papel del
Estado en la supervisión y articulación de esa estructura.

Mientras la expansión en gran escala de la organización sindical aseguraba el


reconocimiento de la clase trabajadora como fuerza social en la esfera de la producción,
durante el período peronista también se asistió a la integración de esa fuerza social a una
coalición política emergente, supervisada por el Estado. Durante la primera presidencia
de Perón de 1946 a 1951, se operaron la gradual subordinación del movimiento sindical
al Estado y la eliminación de los líderes de la vieja guardia de acción decisiva en la
movilización de los sindicatos en apoyo de Perón en 1945 y quienes habían formado el
Partido Laborista para que actuara como toma política de los trabajadores.

Cada vez más, los sindicatos se incorporaron a un monolítico movimiento peronista y


fueron llamados a actuar como agentes del Estado ante la clase trabajadora que
organizaban el apoyo político a Perón y servían como conductos que llevaban las
políticas del gobierno a los trabajadores.

En la segunda presidencia se perfiló más claramente el Estado justicialista, se tornó


evidente el papel oficialmente asignado al movimiento sindical: incorporar a la clase
trabajadora a ese Estado.

Un legado crucial que los sindicalistas recibieron de la era peronista consistió en la


integración de la clase trabajadora a una comunidad política nacional y un
correspondiente reconocimiento de su status cívico y político dentro de esa comunidad.
La era peronista borró en gran medida las anteriores lealtades políticas que existían en
las filas obreras e implantó otras nuevas. Para los socialistas y radicales, el peronismo
había de seguir siendo un ultraje moral y cívico, una prueba del atraso y la carencia de
virtudes cívicas de los trabajadores argentinos.

El Partido Comunista intentó asumir una posición más flexible. Poco después de la
victoria electoral peronista, dejó de caracterizar al peronismo como una forma de
fascismo, disolvió su aparato sindical y ordenó a sus militantes incorporarse a la CGT y
sus sindicatos a fin de trabajar con las descarriadas masas peronistas y conquistarlas.
Pero tampoco fue capaz de reponerse del error político que había sido apoyar a la Unión
democrática, ni tampoco de ofrecer una alternativa creíble a las notorias ventajas que se
derivaban de integrarse al Estado peronista. El PC nunca pudo desafiar la hegemonía
política del peronismo en las filas sindicales.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

LOS TRABAJADORES Y LA ATRACCIÓN POLÍTICA DEL PERONISMO:


La relación entre los trabajadores y sus organizaciones y el movimiento y el Estado
peronista resulta por lo tanto indudablemente vital para la comprensión del período
1943-55. La intimidad de esa relación ha sido tomada en general, como definitoria del
carácter excepcional del peronismo en el espectro de las experiencias populistas
latinoamericanas.
32
En los estudios revisionistas, el apoyo de la clase trabajadora a Perón ha sido visto
como el lógico compromiso de los obreros con un proyecto reformista dirigido por el
Estado que les prometía ventajas materiales concretas. Esos estudios ha presentado la
imagen de actores dotados de conciencia de clase que procuraban encontrar un camino
realista para la satisfacción de sus necesidades materiales.

El peronismo desde el punto de vista de los trabajadores fue el sentido fundamental una
respuesta a las dificultades económicas y la explotación de clase.

Sin embargo, era también un movimiento representativo de un cambio decisivo en la


conducta y las lealtades políticas de la clase trabajadora que adquirió una visión política
de la realidad diferente.

LOS TRABAJADORES COMO CIUDADANOS EN LA RETÓRICA


POLÍTICA PERONISTA: El atractivo político fundamental del peronismo reside en
su capacidad para redefinir la noción de ciudadanía dentro de un contexto esencialmente
social. La cuestión de la ciudadanía y la del acceso a la plenitud de los derechos
políticos, fue un aspecto poderoso del discurso peronista, donde formó parte de un
lenguaje de protesta, de gran resonancia popular frente a la exclusión política.

La fuerza de ese interés por los derechos políticos de la ciudadanía se originaba en la


foja de escándalos de la “década infame” que siguió al derrocamiento de Yrigoyen por
los militares en 1930. En la misma se asistió a la reimposición y mantenimiento del
poder político de la elite conservadora mediante un sistema de fraude y corrupción
institucionalizados.

Esa corrupción institucional alimentó un vasto cinismo público. El malestar político y


moral acarreado por esta situación engendró una notoria crisis de la confianza que
inspiraban las instituciones políticas establecidas y de la creencia en su legitimidad. El
peronismo pudo reunir capital político denunciando la hipocresía de un sistema
democrático formal que tenía escaso contenido democrático real. El peso de las
acusaciones peronistas contra ese sistema fue acrecentado por el hecho de que incluso
aquellos partidos formalmente opuestos al fraude fueron vistos como comprometidos
con el régimen conservador. La crisis de legitimidad se extendió entonces mucho más
allá de la elite conservadora misma y fue un tema constantemente reiterado por la
propaganda peronista en 1945 y1946.

El éxito de Perón con los trabajadores se explicó por su capacidad para refundir el
problema total de la ciudadanía en un molde nuevo, de carácter social. El discurso
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

peronista negó la validez de la separación formulada por el liberalismo entre el Estado y


la Política por un lado y la sociedad civil por otro. La ciudadanía debía ser redefinida en
función de la esfera económica y social de la sociedad en el orden de la política
implicaba inevitablemente cambio social. Perón desafiaba en forma explícita la validez
de un concepto de democracia que la limitaba al goce de derechos políticos formales, y
a la vez ampliaba ese concepto hasta hacerlo incluir en la participación en la vida social
33
y económica de la nación.

Perón constantemente recordaba a su público que una verdadera democracia sólo podría
ser construida si se enfrentaba con justicia la división social.

La refundición por Perón del tema de la ciudadanía involucraba en una visión distinta y
nueva el papel de la clase trabajadora en la sociedad, Tradicionalmente el sistema
político liberal en la Argentina había reconocido la existencia política de los
trabajadores como atomizados ciudadanos individuales dotados de una formal igualdad
de derechos en el campo político, pero al mismo tiempo había rechazado, u
obstaculizado, su constitución como clase social en ese campo. Fiel a la separación
liberal entre Estado y sociedad civil, aquel sistema había negado que fuera legítimo
transferir al terreno político la identidad social construida en torno del conflicto en el
nivel social. Entendía que toda unidad, cohesión social y sentimiento de intereses
distintos que se hubiera alcanzado en la sociedad civil debían disolverse y atomizarse en
el mercado político, donde los ciudadanos particulares podían, por intermedio de los
partidos políticos, influir sobre el Estado y así reconciliar y equilibrar los intereses que
existen en reciproca competencia en la sociedad civil.

El peronismo fundaba su llamamiento político a los trabajadores en un reconocimiento


de la clase trabajadora como fuerza social propiamente dicha, que solicitaba
reconocimiento y representación como tal en la vida política de la Nación. La clase
trabajadora había de tener acceso directo y por cierto privilegiado al Estado por
intermedio de sus sindicatos.

Perón se dirigió a los obreros hablándoles como a una fuerza social cuya organización y
vigor propio eran vitales para que él pudiera afirmar con éxito, en el plano del Estado,
los derechos de ellos. Él era sólo su vocero, y sólo podía tener éxito en la medida en que
ellos se unieran y organizaran. Continuamente subrayó Perón la necesidad de los
trabajadores de depender solamente de su propia voluntad para materializar sus
derechos. El Estado era un espacio donde las clases podían actuar política y socialmente
unos junto con los otros para establecer derechos y exigencias de orden corporativo.

La retórica peronista contenía fuertes elementos de caudillismo personalista. La misma


era lo bastante abierta como para absorber las fibras de pensamiento nacionalista
existentes.

La verdadera cuestión en juego en la década 1940-50 se trataba del problema de los


distintos significados potenciales de la industrialización, es decir, los parámetros
sociales y políticos con arreglo a los cuales ese proceso debía operarse. Perón tuvo la
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habilidad de definir esos parámetros en una forma nueva que atrajo a la clase obrera, así
como la habilidad de abordar este problema en una forma que le permitió apropiarse del
tema y el símbolo del desarrollo industrial y convertirlo en un arma política mediante la
cual pudo diferenciarse de sus adversarios.

La clase obrera veía en el apoyo de Perón al desarrollo industrial un papel vital para sí
misma como agente en la esfera pública, considerablemente ampliada, que el peronismo
34
le ofrecía como campo de actividad. Perón establecía como premisa del concepto
mismo de desarrollo industrial la plena participación de la clase trabajadora en la vida
pública y la justicia social.

El vocabulario del peronismo era visionario y creíble. La credibilidad arraigaba en parte


en la índole inmediata y concreta de esa retórica. Esa retórica contrastó nítidamente en
los decisivos años 1945-46 con el lenguaje de alta abstracción empleado por los
adversarios de Perón.

La doctrina peronista tomaba la conciencia, los hábitos, los estilos de vida y los valores
de la clase trabajadora tales como los encontraba y afirmaba su suficiencia y su validez.
Glorificaba lo cotidiano y lo común como base suficiente para la rápida consecución de
una sociedad justa, con tal de que se alcanzaran ciertas metas fáciles de lograr y
evidentes por sí mismas. Esto significaba apoyar a Perón como jefe de Estado y
mantener un fuerte movimiento sindical. En este sentido, la atracción política del
peronismo era esencialmente plebeya; ignoraba la necesidad de una elite política
particularmente iluminada y reflejaba e inculcaba un profundo antiintelectualismo.

La glorificación de estilos de vida y hábitos populares involucró un estilo y un idioma


políticos bien a tono con las sensibilidades populares. Perón tenía una especial
capacidad, que a sus rivales les faltaba, para comunicarse con sus audiencias obreras.

La capacidad de Perón para apreciar el tono de la sensibilidad de la clase trabajadora y


los supuestos con que ésta se manejaba se reflejó también en otros terrenos. La retórica
peronista incluía un reconocimiento tácito de la inmutabilidad de la desigualdad social,
una resignada aceptación dictada por el sentido común, un reconocimiento de lo que
Pierre Bourdieu denominó “un sentido de los límites”.

La credibilidad de la visión política de Perón, la practicabilidad de la esperanza que


ofrecía, eran afirmadas a diario por las acciones que él ejecutaba desde el plano del
Estado. La confirmación de las soluciones que ofrecía se la podía verificar bastante
directamente a la luz de la actividad y experiencia políticas de cada día.

EL HERÉTICO IMPACTO SOCIAL DEL PERONISMO: El peronismo significó


una presencia social y política mucho mayor de la clase trabajadora en la sociedad
argentina. El impacto de este hecho puede ser medido por referencia a factores tales
como la relación íntima entre gobierno y sindicalismo, la masiva ampliación del
gremialismo y el número de parlamentarios de extracción gremial, el orgullo, el respeto
propio y la dignidad.
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SIGNIFICADO DE LA DÉCADA INFAME: RESPUESTAS DE LA CLASE


OBRERA: La década infame fue experimentada por muchos trabajadores como un
tiempo de frustración y humillación profundas, sentidas colectiva e individualmente.

La dureza de las condiciones de trabajo y la disciplina testimoniada por la mayoría de


los observadores de aquel período tuvo impacto sin duda alguna sobre la clase
trabajadora en general.
35

El universo social pintado en los tangos de la década 1930-40 era universalmente


sombrío. El propósito del tango es desengañar al hombre de sus ilusiones enfrentándolo
con una realidad donde “(sí) aquí ni Dios rescata lo perdido”. El tono es de amargura y
resignación. La idea popular de la vida social, tal como la reflejan esas letras, aconseja
adoptar los valores dominantes, es decir, el egoísmo y la inmoralidad. Esa idea
involucra la comprensión de la atracción que ejerce sobre los poderes la lógica de la
“mala vida”, la prostitución, el proxenetismo, el delito. La alternativa, en el caso de los
que no aceptaran el ethos social dominante, era una aceptación resignada o un
“obstinado silencio”.

La inmensa popularidad de esos tangos en la clase trabajadora de Buenos Aires parece


demostrar que cualesquiera que fuesen las manipulaciones de la industria cultural, y
cualesquiera que sean las precauciones con que leamos la conciencia de la clase
trabajadora directamente en las letras de tango, éstas por cierto respondían a algunas
actitudes y experiencias que, recreadas en esas letras, los trabajadores reconocían como
auténticamente propias.

EXPERIENCIA PRIVADA Y DISCURSO PÚBLICO: El poder del peronismo


radicó, en definitiva, en su capacidad para dar expresión pública a lo que hasta entonces
sólo había sido internalizado, vivido como experiencia privada.

El poder social herético que el peronismo expresaba se reflejó en su empleo del


lenguaje. Términos que traducían las nociones de justicia social, equidad, decencia,
habían de ocupar ahora posiciones centrales en el nuevo lenguaje del poder. Más
importante que esto fue la circunstancia de que términos que antes simbolizaban la
humillación de la clase obrera y su explícita falta de status en una sociedad
profundamente consciente del status adquirieron ahora connotaciones y valores
diametralmente opuestos.

LOS LÍMITES DE LA HEREJÍA: AMBIVALENCIA DEL LEGADO SOCIAL


PERONISTA: El peronismo fue en cierto sentido, para los trabajadores, un
experimento social de desmovilización pasiva. En su retórica oficial puso cada vez más
de relieve la movilización controlada y limitada de los trabajadores bajo la tutela del
Estado.

La ideología peronista formal predicaba la necesidad de armonizar los intereses del


capital y el trabajo dentro de la estructura de un Estado benévolo, en nombre de la
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nación y de su desarrollo. También subrayaba que los intereses de la nación y su


desarrollo económico debían identificarse con los de los trabajadores y sus sindicatos.

El Estado peronista tuvo sin duda alguna considerable éxito en el control de la clase
trabajadora, tanto social como políticamente, y si bien el conflicto de clases no fue en
modo alguno abolido, así como no se cumplió el idilio de armonía social retratado por
la propaganda oficial, las relaciones entre capital y trabajo por cierto mejoraron.
36
La eficacia de la ideología oficial dependió en forma decisiva de su capacidad para
asociarse con las percepciones y la experiencia de la clase trabajadora. La retórica
peronista derivó su influjo de su aptitud para decirle a su público lo que éste deseaba
escuchar.

El peronismo marcó una coyuntura decisiva en la aparición y formación de la moderna


clase trabajadora argentina. Su existencia y su sentido de identidad como fuerza
nacional coherente, tanto en lo social como en lo político, se remonta a la era de Perón.
Prestar atención adecuada a la atracción específicamente política del peronismo permite
descubrir un discurso que, no sin poner énfasis en la corrección de las desigualdades
sociales económicas, las asociaba a cierta visión de la ciudadanía y el papel de la clase
trabajadora en la sociedad. Esa visión fue expresada en una retórica diferente y un estilo
político particularmente atractivo para los trabajadores argentinos.

La clase trabajadora misma fue constituida por Perón; su propia identificación como
fuerza social y política dentro de la sociedad nacional fue construida por el discurso
político peronista, que ofreció a los trabajadores soluciones viables para sus problemas
y una visión creíble de la sociedad argentina y el papel que les correspondía en ella. Y si
bien la clase trabajadora fue constituida en parte por el peronismo, éste fue a su vez en
parte creación de la clase trabajadora.

La retórica peronista predicó y la política oficial procuró cada vez más la identificación
de la clase trabajadora con el Estado y su propia incorporación a él, lo cual suponía, la
pasividad de dicha clase. La era peronista también legó a la clase trabajadora un
sentimiento muy profundo de solidez e importancia potencial nacional. El desarrollo de
un movimiento sindical centralizado y masivo confirmó inevitablemente la existencia de
los trabajadores como fuerza social dentro del capitalismo.

El peronismo aspiraba a lograr una alternativa hegemónica viable para el capitalismo


argentino, quería promover un desarrollo económico basado en la integración social y
política de la clase trabajadora.

Sin embargo, a la vez el peronismo se definió a sí mismo en un sentido importante, y


también definido así por su electorado obrero, como un movimiento de oposición
política y social, como una negación del poder, los símbolos y los valores de la elite
dominante. Siguió siendo una voz potencialmente herética, que daba expresión a las
esperanzas de los oprimidos tanto dentro como fuera de la fábrica, como reclamación de
dignidad social y de igualdad.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

ALAN ROUQUIÉ: “DICTADORES, MILITARES Y


LEGITIMIDAD EN AMÉRICA LATINA”

Llamemos dictadura a un régimen que se ejerce sin control. Ello implica que el poder de
los gobernantes sobre los gobernados donde las garantías fundamentales se hallan
abolidas.
37
Al especificar que la dictadura implica la concentración de todos los poderes en manos
de un hombre, clase, de un partido.

La dictadura en un sentido más contemporáneo puede ser de diferentes tipos, abarcando


desde el autoritarismo hasta el totalitarismo. Por lo tanto el problema de la dictadura es
completamente inseparable de la legitimidad. No es sencillo ponerse de acuerdo sobre el
carácter dictatorial o de un régimen porque en la historia de los mismos, no se pueden
oponer dictadura y orden constitucional, tal como negros y blancos, bien y mal. Y
porque no es siempre evidente que una dictadura dada sea más ilegítima que el poder
“normal” al que sustituye.

Dominación Social Y “Normas De Legitimidad”: La fragilidad del estado de


derecho resulta manifiesta en toda la historia de “las democracias americanas”. Júzguese
sino por la manera insegura y precaria en la que están aseguradas las libertades
fundamentales. El estado de sitio o las medidas de seguridad toman el lugar de ley
fundamental.

La fuente de poder nunca es única. El recurrir a procedimientos legales no basta para


asegurar la designación de gobernantes. Se ha podido decir en la dinámica de la política
latinoamericana, que las elecciones, aun siendo libres, no sirven para determinar sin
apelación quien debe gobernar, sino que expresan relaciones de fuerza.

Estas “elecciones contenciosas” demuestran la existencia, tras la “escena pública” de la


soberanía popular, de una “escena privada” donde los “factores de poder” negocian y
regatean en función de otra lógica.

Debido a la desarticulación social y la dependencia multiforme, en los estados


latinoamericanos se encuentran establecidos dos tipos de legitimidad, generalmente en
conflicto. Por una parte la legitimidad de tipo legal y mayoritario en conformidad con
los preceptos constitucionales. Por otra, una legitimidad que se puede llamar
oligárquica, cuya “formula de justificación” es de tipo histórico o de naturaleza
tradicional. Como en el más europeizado de los países de América Latina, se enfrenta de
esta manera en la historia reciente los partidarios del “poder a los más capaces” y los de
“poder a los más numerosos”, oponiéndose una reciente legitimidad política. Se
entiende así porque un gobierno legal puede ser considerado como legítimo por la
subjetividad social dominante y una “dictadura” instaurada de manera ilegal
adornándose de una legitimidad apenas discutida.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

Dictadura Legitimada: Todos los poderes autoritarios justifican como legal sus
peores exacciones. Pero estas acrobacias jurídicas son de poco alcance en una sociedad
donde la legitimidad está bien establecida. La construcción de una nueva legitimidad no
se decreta.

Desde los procesos de independencia se plantea si las instituciones democráticas y


representativas se adaptan a las sociedades latinoamericanas. Frente a esta pregunta dos
38
actitudes se oponen, los “idealistas” o los “progresistas” quieren crear las
precondiciones sociales para el ejercicio de las libertades. Los “positivistas” creen que
hay que aceptar regímenes correspondientes a las condiciones sociales reales.
Partidarios de una interpretación pesimista de la sociología hispanoamericana, dicen que
el caudillo es una fatalidad étnica; la constitución efectiva de éstas repúblicas no
pueden ser más que la “dictadura… gobierno adecuado para crear el orden interior,
desarrollar riquezas y anular las castas enemigas.

A la legitimidad de origen del nuevo poder, fundado en las “causas justas” de la


ruptura del orden político, se agrega la “legitimidad del ejercicio” que puede referirse al
restablecimiento del “orden natural” o a la “búsqueda del bien común” coincidiendo
este último hoy con la “modernización” o el “desarrollo económico”.

Dictadura, Dictadores Y Cultura Política: No resulta exagerado considerar


que cualquier gobierno puede ser calificado de dictadura por un grupo social. En la
medida que perjudica los intereses de ese grupo mediantes medidas de excepción que,
pueden ser adoptadas legalmente. Perón, que fuera elegido en forma regular y reelegido,
sin fraude, es considerado un dictador por la gran burguesía agraria Argentina y por los
partidos políticos tradicionales.

Perón instaura una “democracia de masas”, plebiscitaria y movilizadora, que ignora a


veces los derechos de la minoría.

Sin embargo este poder que los antiperonistas llaman más bien tiranía, para subrayar lo
que debe al “favor popular”, es también una dictadura porque en un marco
constitucional se ejerce prácticamente sin control.

La reforma de la constitución, que permite al “primer trabajador” ser reelegido


legalmente presidente, aparece como la verdadera violación de las reglas de juego
institucional y como la revelación de una voluntad dictatorial que solamente la fuerza
puede extinguir.

A pesar de la subjetividad social que se manifiesta alrededor del concepto de dictadura,


parece, sin embargo, que surge cierto consenso. Por una parte que no hay dictadura sin
dictador; por otra, que este último se reconoce más por la duración de su régimen por el
carácter “exorbitante” del poder de que dispone y la legitimidad de su surgimiento. Es
obvio que no solo nadie controla un poder semejante, sino que el dictador gobierna todo
por él mismo y se preocupa fundamentalmente por su sobrevivencia, incluso su riqueza.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

También la característica notable de estos autócratas, es la duración. Es el continuismo,


que se opone al gobierno “regular”.

Militares Y Dictaduras: Los gobiernos precedentes de golpes de estado militares


son muy diversos por su orientación y sus prácticas. Un poder “de hecho” establecido
por una intervención militar que restaura las libertades y se opone a restablecer las
democracias aparece como dictadura solamente a los partidarios del régimen
39
destituido.

Los regímenes militares se califican a ellos mismos en américa latina de


“revolucionarios”, expresado este término la discontinuidad política y la inauguración
de una nueva fase.

Para la oposición activa, para la izquierda, para las clases populares, víctimas de su
política social, el régimen de dominación militar es una dictadura. El término de
dictadura como el de fascismo empleado sobre y el mismo objeto, califica al que
hablando. Al parecer todo régimen contrarrevolucionario no adopta la forma fascista,
todo régimen militar no puede ser siempre calificado de dictadura.

En los sistemas no autocráticos, el poder frena al poder. Lo mismo pasa en cierto


sentido en los casos de gobiernos dominados por la fuerzas armadas; el poder está
limitado por el poder de los militares mismos.

Si retenemos que la dictadura, conforme al paradigma tradicional, es el poder absoluto


de un hombre que ejerce sin otro límite que aquel que le pueden imponer sus
adversarios por la fuerza, los golpes de estados llamados institucionales o corporativos
engendran raras veces dictadores.

Para los europeos, la definición de dictadura como ruptura de la legalidad política que
dan los constitucionalistas europeos, corresponde a la instauración de régimen que
funda una nueva legitimidad a partir de otros sistemas de valores políticos. Desde ese
ángulo los gobiernos militar latinoamericanos, sin excepción, no aparecen como
verdaderas dictaduras. En este sentido son dictaduras sin ideología; dicho en otras
palabras, esta “dictaduras militares” no pretenden de ninguna manera crear un sistema
político nuevo.

MARISTELLA SVAMPA: “CIVILIZACION Y BARBARIE: DE


“DISPOSITIVO DE LEGITIMACIÓN” A “GRAN RELATO”.

En este libro habla sobre el libro de Facundo Sarmiento donde dice que los años 80 la
oposición entre civilización y barbarie, expresa claramente una fórmula de combate, y
sobre todo un llamado a la exclusión y al exterminio del otro.

Tradiciones Políticas: El conjunto de tradiciones políticas argentinas está


atravesado por dos aspectos de sarmiento, por la imagen de civilización y barbarie, y me
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

estoy refiriendo con ello a la tradición democrático-populista, a la tradición liberal-


conservadora…

La tradición democrático-populista van hacer un cuestionamiento de la legitimidad


democrática a través del sufragio universal. Pero esto va hacer interpelación por la
tradición sarmientina asociando a barbarie con idea pueblo-nación.

40 La tradición liberal conservadora ésta ocupó un lugar central en el marco excluyente y


el llamado exterminio de los indígenas y montoneras, pero al mismo tiempo tuvo una
vertiente de ciertos ideales europeos de progreso y civilización, por vía de la
emigración.

La tradición de izquierda van a tener por un lado diferentes corrientes sindicales


(anarquismo, socialistas...) como también diferentes partidos políticos de izquierda
(socialista, comunista). En este sentido civilización y barbarie ha atravesado desde sus
orígenes la tradición política de izquierda, a través de la críticas a la “política criolla” así
como a las sucesivas actualizaciones de la llamada “barbarie autóctona”.

En definitiva, ninguna de las tradiciones políticas argentinas es neutral respecto a la


imagen sarmientina, sino que el conjunto de ellas han tomado forma, a través del modo
que se han releído y se han reapropiado de esta imagen dicotómica.

Productividad Política Y Recursividad: La historia particular de la imagen


sarmientina no aparece ni al campo político ni en la esfera intelectual; ella se construye
en la intersección de ambos. La historia posterior de la imagen registra esa situación
social la que acomoda dicho personaje y sus diferentes articulaciones. Hay dos
cuestiones: en primer lugar no estamos hablando de una relación discursiva, sino de una
relación “práctica” con la política es una manera de ver y de intervenir en la vida
política argentina, que implica pensar a la política bajo la forma de una oposición entre
principios que no se pueden reducir. En segundo lugar, la actualización d la imagen
sarmientina se produce al calor de las luchas políticas, en determinados momentos
históricos.

Uno de ellos es 1910, época en la que se da la figura de bárbaro, este bárbaro ante era
representado en la figura del nativo, también a legado español, que era la figura del
inmigrante que amenaza cada vez más el orden social existente. Ese inmigrante que la
elite creía que era sumiso en sus manos, y que lejos de eso se organiza en los distintos
sindicatos anarquistas, sindicalistas y socialistas. Entonces asistimos a una época de a
un proceso de aplicación de la figura de bárbaro, y al mismo tiempo la elite, en el
festejo del primer centenario, apuntará a rescatar la idea misma de tradición, que había
sido completamente negada, por el español, para asociarla al gaucho desaparecido, al
que ya no está, al que se ha ido.

En 1930 se dan a conocer los primeros escritos denominado como “revisionismo


nacionalista”, sobre todo, los llamados nacionalistas de derecha. Son ellos son ellos
quienes van a retomar la idea de barbarie, apuntando al modelo civilizador y el carácter
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

falsamente civilizador que ilustra la elite. Ellos van a rescatar esa barbarie nativa,
autóctona, sobre todo asociada a la figura del líder.

La tercera se da en 1945. Época en la cual aquel sujeto que los nacionalistas de derecha
mistificaban como líder, ahora aparece como uno de los protagonistas de la historia. En
1945 serán los revisionistas populistas quienes harán el rescate de esa barbarie
revalorizada positivamente en nombre de un pueblo- nación que puja por su liberación,
41
oponiéndose a la oligarquía dominante.

Usos Y Funciones De La Imagen Sarmientina: Funciones de la dicotomía


sarmientista:

a) La imagen “civilización y barbarie” tuvo un primer empleo en Argentina al


sintetizar el principio de legitimación política. Fue desde el principio una
imagen con muchos significados, esto se hallaba relacionada con la capacidad de
abarcar distintas problemáticas y registros de lenguas diferentes. Esta imagen se
asociaba con el proyecto civilizatorio: la exclusionista y la integradora. Hacia
1880 también expresaba la legitimación de la política en como la civilización y
el progreso europeo, asociados a un régimen liberal.
b) “Civilización y barbarie” es también una representación social, que evoca un
discurso del orden, el peligro de la disolución de los lazos sociales, la amenaza
de la descomposición social. Se la caracterizaba de barbarie a las masas y
expresaban también rechazo a los nuevos conflictos sociales.
c) La lectura idealista o el gran relato binario en la Argentina en los últimos años,
la imagen de peligrosidad y el fantasma de la descomposición social, aparece
ilustrada por las poblaciones pobres movilizadas: desocupados, piqueteros
dándole la figura de clases peligrosas.
En segundo lugar, el conflicto en Argentina entre el gobierno y los productores
agrícolas. Es allí donde se da un sistema binario, que posibilitan una lectura
global de la historia.

En la actualidad, la imagen sarmientina aparece debilitada como lectura idealista, pero


continua presente.

LEY N° 24.195: “LEY FEDERAL DE EDUCACION”

Derechos, Obligaciones Y Garantías

Artículo 1°: el derecho constitucional de enseñar y aprender queda regulado, para su


ejercicio en todo el territorio Argentino, por la presente ley que, sobre la base de los
principios, establece los objetivos de la educación en tanto bien social y responsabilidad
común, instituye las normas referentes a la organización y unidad del Sistema Nacional
de Educación, y señala el inicio y la dirección de su paulatina reconversión para la
continua adecuación a las necesidades nacionales dentro de los procesos de integración.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

Artículo 2°: el estado nacional tiene la responsabilidad principal e indelegable de fijar


y controlar el cumplimiento de la política educativa, tendiente a conformar una sociedad
Argentina justa y autónoma, a la vez que integrada a la región, al continente y al mundo.

Artículo 3°: el Estado nacional, las provincias y la Municipalidad de la Ciudad de


Buenos Aires, garantizan el acceso a la educación en todos los ciclos, niveles y
42
regímenes especiales, a toda la población, mediante la creación, sostenimiento,
autorización y supervisión de los servicios necesarios, con la participación de la familia,
la comunidad, sus organizaciones y la iniciativa privada.

Artículo 4°: las acciones educativas son responsabilidad de la familia, como agente
natural y primario de la educación, del Estado nacional como responsable principal, de
las provincias, los municipios, la iglesia católica, las demás confesiones religiosas
oficialmente reconocidas y las organizaciones sociales.

LEY N° 26. 206: “LEY DE EDUCACIN NACIONAL”

Artículo 11: los fines y objetivos de la política educativa son:

a) Asegurar una educación de calidad con igualdad de oportunidades y


posibilidades, sin desequilibrios regionales ni inequidades sociales.
b) Garantizar una educación integral que desarrolle todas las dimensiones de la
pesona y habilite tanto para el desempeño social y laboral, como para el acceso a
estudios superiores.
c) Brindar una formación ciudadana comprometida con valores éticos y
democráticos de participación, libertad, solidaridad, resolución pacífica de
conflictos, respeto a los derechos humanos, responsabilidad, honestidad,
valoración y preservación del patrimonio natural y cultural.
d) Fortalecer la identidad nacional, basada en el respeto a la diversidad cultural y a
las particularidades locales, abierta a los valores universales y a la integración
regional y latinoamericana.
e) Garantizar la inclusión educativa s través de políticas universales y de
estrategias pedagógicas y de asignación de recursos que otorguen prioridad a
los sectores más desfavorecidos de la sociedad.
f) Asegurar condiciones de igualdad, respetando las diferencias entre las personas
sin admitir discriminación de género ni de ningún otro tipo.
g) garantizar, en el ámbito educativo, el respeto a los derechos de los/as niños/as y
adolescente establecido en la Ley N°26.061
h) garantizar a todos/as el acceso y las condiciones para la permanencia y el egreso
de los diferentes niveles del sistema educativo, asegurando la gratuidad de los
servicios de gestión estatal, en todo los niveles y modalidades.
i) Asegurar la participación democrática de docentes, familias y estudiantes en las
instituciones educativas a todos los niveles.
j) Concebir la cultura del trabajo y el esfuerzo individual y cooperativo como
principio fundamental de los procesos de enseñanza-aprendizaje.
APUNTES DE HISTORIA Y POLÍTICA

k) Desarrollar las capacidades y ofrecer oportunidades de estudio y aprendizaje


necesarias para la educación a lo largo de toda la vida.
l) Fortalecer la centralidad de la lectura y la escritura, como condiciones básicas
para la educación a lo largo de toda la vida, la construcción de una ciudadanía
responsable y la circulación del conocimiento.
m) Desarrollar las competencias necesarias para el manejo de nuevos lenguajes
43
producidos por la tecnología de la información y la comunicación.
n) Brindar a las personas con discapacidades, temporales o permanentes, una
propuesta pedagógica que les permita el máximo desarrollo de sus posibilidades,
la integración y el pleno ejercicio de sus derechos.
o) Asegurar a los pueblos indígenas el respeto a su lengua y a su identidad cultural,
promoviendo la valoración de la multiculturalidad en formación de todos/as
los/as educandos/as.
p) Comprometer a los medios masivos de comunicación a asumir mayores grados
de responsabilidad ética y social por los contenidos y valores que transmiten
q) Brindar conocimientos y promover valores que fortalezcan la formación integral
de una sexualidad responsable.
r) Promover valores y actitudes que fortalezcan las capacidades de las personas
para prevenir las adicciones y el uso indebido de drogas.
s) Brindar una formación corporal, motriz y deportiva que fortalezca el desarrollo
armónico de todos/as educandos/as y su inserción activa a la sociedad.
t) Promover el aprendizaje de saberes científicos fundamentalmente para
comprender y participar reflexivamente en la sociedad contemporánea.
u) Brindar una formación que estimule la creatividad, el gusto y la comprensión de
las distintas manifestaciones de arte y la cultura.
v) Coordinar las políticas de educación, ciencia y tecnología con las de cultura,
salud, trabajo, desarrollo social, deporte y comunicación, para atender
integralmente las necesidades de la población, aprovechando al máximo los
recursos estatales, sociales y comunitarios.
w) Promover en todos los niveles educativos y modalidades la comprensión del
concepto de eliminación de todas las formas de discriminación.

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