Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Contexto bíblico
Las historias de la mujer que sufría de flujo y la hija de Jairo (5,
21-43) son dos de cuatro milagros en esta sección. El primero: Jesús
calma la tempestad (4, 35-41), muestra su poder sobre la naturaleza. El
segundo: Jesús sana al demoníaco gadareno (5, 1-20), muestra su poder
sobre los demonios. Ahora, el tercer y cuarto milagro (5, 21-43),
muestran el poder de Jesús sobre la enfermedad y la muerte de traer
salvación en situaciones sin esperanza.
La historia de la mujer muestra gran fe por parte de una mujer
que ya había intentado todo tipo de remedios sin resultado esperaríamos
que se rindiese que perdiese toda esperanza. La historia de Jairo y su
hija muestra gran fe por parte de un líder religioso, parte del
establecimiento. Generalmente, líderes religiosos se oponen a Jesús,
pero Jairo viene como creyente. Estas dos historias de gente de fe
inesperada nos llevan hacia la historia del rechazo de Jesús por los
nazarenos, su pueblo natal, donde esperaríamos que su pueblo le diese
2
mejor bienvenida y que le otorgara a Jesús el estatus de ciudadano local
que ha tenido éxito fuera y que ahora regresa a su pueblo (6, 1-6a).
Exégesis bíblica
A) Una historia dentro de otra
Esta es una historia dentro de otra, la historia de la mujer que
toca el manto de Jesús dentro de la historia de Jairo y su hija. Las
historias pertenecen juntas y san Marcos crea tensión dramática al
contarlas juntas. Ambas se hacen más poderosas e interesantes al verse
yuxtapuestas una con la otra.
Las historias muestran como Jesús trata a gente de gran
diferencia social. Jairo es influyente y tiene dinero, mientras que la
mujer es pobre y socialmente rechazada. Jesús no favorece a uno sobre
otro. Ni rehúsa a Jairo por su dinero y nivel social, ni ignora a la mujer
por su pobreza y su marginación. Como solemos hacer a veces, curas,
monjas, laicos, etc.
En las dos historias, las autoridades han demostrado que no hay
remedio para estas dos mujeres. A lo largo de los años, la mujer ha
gastado todo su dinero con médicos. Aun así, los mejores remedios que
ofrecieron fallaron. En la casa de Jairo, la multitud ya ha empezado los
ritos de luto, porque la niña está muerta. Se ríen cuando Jesús dice que
la niña solo está dormida.
Ambas historias tratan de impureza ritual. La mujer no está
limpia por su flujo de sangre (Lev. 15, 25-30). La niña no está limpia
porque está muerta (Núm. 19, 11-20). Quien sea que las toque también
quedará impuro al hacerlo. La mujer ha sufrido doce años y la niña tiene
doce años. A la niña y la mujer se les llama “hija” (vv. 22, 34).
En ambas historias, la palabra griega σῴζω, “sozo” es
importante, salvar. Jairo ruega que Jesús vaya a tranquilizar a su hija.
Jesús le dice a la mujer: Hija, tu fe te ha, salvado (σσωκέν, sesokén).
Las historias de la hija de Jairo y la mujer no son solo historias de sanar,
sino también historias de salvación.
Ambos Jairo y la mujer muestran fe considerable en Jesús. Jairo
está convencido de que el tacto de Jesús curará a su hija (v. 23), y la
mujer está convencida de que al tocar el vestido de Jesús ella quedará
curada (v. 28). Jesús reconoce a la mujer por su fe, diciendo, “Hija, tu fe
3
te ha hecho salva” o “te ha salvado” (σσωκέν, sesokén una forma
de sozo v. 34). Cuando Jairo oye que su hija está muerta, Jesús
dice, “No temas, cree solamente” (v. 36), y después restaura la vida de
la niña. La fe es un componente imprescindible de estas dos historias.
4
C) Hija tu fe te ha salvado
“Y una mujer que estaba con flujo de sangre desde hacía doce
años” (v. 25). Esta mujer ha sufrido a manos de muchos médicos, que
tomaron su dinero sin curarla. Sus circunstancias son muy diferentes a
las de Jairo. Su flujo, probablemente era grande, la ensucia ritualmente,
aislándola de todo contacto humano. No solo se le considera mujer o
impura, también su tacto mancha a cualquiera que toque. Su condición
haría imposible que ella encontrara un trabajo como sirvienta doméstica.
Irónicamente, su condición la rinde, incapaz de poder asistir a la
sinagoga de Jairo. Está claro que esta mujer es una “forastera”, una
persona que no cuenta, que no pertenece a nada y menos del culto.
“Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y
tocó su manto” (v. 27). Jairo se acercó a Jesús directamente, cara a cara,
pero esta mujer se acerca a Jesús por detrás, escondida entre la multitud.
Ella cree que con solo tocar el manto de Jesús se curará (v. 28).
Habiendo tenido que evitar tocar a otros durante tantos años, requeriría
un gran esfuerzo de su parte para estirar la mano y tocar el manto de
Jesús. Porque está manchada y se le considera impura, existe el peligro
de que cualquier contacto físico que ella pueda tener con el que la sana
anule su poder de hacer milagros y destruya todo su esfuerzo.
Inmediatamente al tocar el manto de Jesús, “la fuente de su
sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de la enfermedad”
(v. 29). Jesús se da cuenta de que virtud ha salido de él y pregunta,
“¿Quién ha tocado mi manto?” (v. 30). Al oír esto, los discípulos
piensan que es una pregunta poco razonable, considerando la multitud
que le rodea. Sin embargo, la mujer cae ante Jesús y le dice toda la
verdad (v. 33). Jesús dice, “Hija, tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y
queda sana de tu enfermedad” (v. 34). Fíjense que, al tocar su manto,
ella quedó sana de su enfermedad. Pero, solo después de que ella se
presenta a Jesús él dice, “Hija, tu fe te ha sozo, te ha salvado”. Fíjense
en la relación entre la fe y el salvar. “Hija, tu fe te ha hecho salva” (v.
34). La palabra “hija,” el uso de la palabra refleja un cariño y una
aceptación que esta mujer no habrá sentido por mucho tiempo, una hija
es un ser querido de una familia. En este contexto, “hija” es una palabra
que salva.
5
D) Niña levántate
“Tu hija ya se murió; ¿para sigues molestando al Maestro?” (v.
35). “Y no permitió que lo acompañaran sino por Pedro, Santiago, y
Juan” (v. 37). Jesús “vio el alboroto, los que lloraban y gemían mucho”
(v. 38). El rito de luto incluye gente que lamenta de manera profesional,
que gime y llora, se bate el pecho, se tira del pelo, y rasga sus prendas.
Flautas tocan canciones de lamentación. Estas acciones avisan a
la comunidad de la muerte. Están diseñadas para representar la
desolación y separación final de la muerte.
La multitud recibe a Jairo diciéndole, “Tu hija está muerta; ¿para
qué molestas más al Maestro?” (v. 35). Jesús le dice a Jairo, “No temas,
cree solamente” (v. 36). No permite que nadie lo siga cuando va a ver a
la niña (v. 37).
A la multitud, les dice, “La niña no está muerta, solo duerme” (v.
39). El último comentario es difícil de comprender ya que ésta es una
historia de resucitar en vez de sanar. Quizá Jesús quiere decir que la
muerte de la niña es solo temporal y que se despertará con su llamada.
“Y se reían de él” (v. 40). Este comentario deja claro que la
multitud no duda la muerte de la niña, y nos prepara para la dificultad
del milagro que requiere.
Jesús limita sus testigos de sanar/resucitar a la niña a los padres
de la niña y “a los que estaban con él” (Pedro, Santiago, y Juan) (v. 40).
“Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo
interpretares: Niña, a ti digo, levántate”. “Talitha cumi” es arameo, una
lengua semítica relacionada al hebreo. “Entre los judíos, el arameo era
utilizado por la gente común, mientras que hebreo permanecía siendo el
lenguaje de la religión y el gobierno y la clase alta”. San Marcos
traduce “Talitha cumi” al griego para los cristianos gentiles de la
temprana Iglesia que quizá no sabían arameo.
“Y tomando la mano de la mano a la niña” (v. 41). El tocar a la
niña va contra de la ley del Torá, que rinde impuro a quien toque un
cuerpo muerto hasta la noche (Lev. 11, 39), o por siete días (Núm. 19,
11). Tal persona debe pertenecer fuera del campamento (Núm. 5, 2-3).
En este capítulo Jesús rompe muchos tabúes. “A Jesús no le
importaba nada llevar a cabo su ministerio allí. Afirmó la mujer impura
por haber tocado su vestido llevada por su fe. Ahora, él toca un cadáver.
Pero el milagro termina el asunto al eliminar lo que ensucia”. ¿Cómo
6
pueden ahora acusarle a Jesús de poner la mano sobre una mujer
inmunda si ahora ella está curada o de tocar un cadáver si ahora la niña
está andando y comiendo? (vv. 42-43).
“Más él les mandó mucho que no se lo dijeran a nadie” (v. 43).
Esto parece extraño ya que sería imposible que la multitud no se diera
cuenta de que la niña había sido curada/resucitada, y sería improbable
que esta multitud mantuviera secreta esa información. Un mandato
parecido fue dado al leproso y fue desobedecido inmediatamente. De
nuevo encontramos el tema de discreción en cuanto a uno de los
milagros de Jesús: el sanar de la niña no debe ser anunciado a los que no
lo puedan comprender esto incluye, por supuesto, a todos los
contemporáneos de Jesús. El milagro de la resurrección solo puede ser
entendido por los que creen en Él, el mismo que ha sido resucitado de la
muerte.
7
haces por darnos una familia. Por eso te damos gracias. Gracias Señor,
gracias Señor.
Perdón, por las veces que hemos dudado, que Tú estás en medio de
nosotros, y por no saber valorar tu amor y el de nuestros hermanos. Por
no ser responsable en mis actividades de la parroquia, y por no ser
coherente con lo que digo y hago. Por eso te pedimos perdón. Perdón
Señor.