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PONENCIA PARA EL CONGRESO NACIONAL DE PRODUCTORES ASESORES DE

SEGUROS 2004

“ANALISIS DE UN CASO DE RESPONSABILIDAD CIVIL


PROFESIONAL DE UN AGENTE DE SEGUROS”
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AUTOR: Lic. Fernando G. Tornato

Síntesis conceptual:

En los últimos tiempos se ha observado una creciente cantidad de


demandas judiciales involucrando el accionar de productores asesores de seguros,
muchas de las cuales tienen como origen un obrar ilícito (como en los casos de retención
indebida de premios y cambios inconsultos de aseguradoras).

Ya se han producido varios fallos en contra de productores asesores


de seguros, a veces condenando también en forma solidaria a la aseguradora involucrada,
dado que en su desempeño los productores suelen incurrir en excesos respecto de las
atribuciones que las leyes les reconocen.

El caso que se plantea en este trabajo es un claro ejemplo de “mala


praxis profesional” y tiene puntos de análisis de importancia para la operatoria usual del
productor asesor de seguros, como ser la existencia o no de una obligación de conseguir
la cobertura solicitada por el asegurado, la necesidad de una notificación fehaciente frente
a de los cambios introducidos por los aseguradores al requerimiento del asegurado y la
ineficacia de ciertos usos y costumbres.

INTRODUCCION

Desde hace algo más de una década, se observa un fuerte incremento


de demandas judiciales que involucran a los PAS, muchas de ellas originadas en un obrar ilícito, tal
como retención indebida de premios o cambio de compañía aseguradora, sin la previa aceptación por
parte del asegurado.

Según una reciente encuesta de la publicación especializada TODO


RIESGO, en nuestro mercado algo más del 70 % del primaje es canalizado a través de productores y
brokers.

Hay que tener en cuenta que, según cifras extraoficiales, existen


más de 50.000 demandas que involucran a asegurados de compañías en estado de liquidación y
muchos de esos asegurados damnificados por los cierres de las compañías han iniciado demandas
contra los productores que aconsejaron contratar sus pólizas en las mismas. En tal sentido es de
resaltar que recientemente un fallo de la Sala D de la Cámara Comercial, condenó al Banco Bansud a
reintegrar a un cliente las sumas abonadas por éste, en un juicio por un accidente automotor, dado
que la compañía aseguradora sugerida por la entidad bancaria (que le financiaba al damnificado un
préstamo prendario) no contaba con la calificación requerida por el Banco Central y entró en proceso
de liquidación después de que el actor sufrió el siniestro mencionado.

Si comenzamos a analizar el régimen legal aplicable a la actividad


del PAS, encontraremos un verdadero problema ya que existe un cúmulo de leyes aplicables, algunas
interrelacionadas y otras no, con el agravante que a pesar de existir esa multiplicidad de normas,
vemos que a diario se plantean situaciones que exceden las previsiones de los legisladores.

El análisis de las normas que comprenden al PAS comienza con la


primera de las normas civiles, el Código Civil. En algunos fallos, como el caso “Carollo, José
c/Acuario Cía. de Seguros S.A. y otro s/Sumario” se utilizó la figura del mandato tácito (Art. 1874
del Código Civil) para responsabilizar a la compañía de seguros por actos del productor-asesor de
seguros. Entonces tenemos como primera regla general la aplicación del concepto del mandato que,
si bien en principio es aplicable sólo al agente institorio, ha sido aplicado –como ya se dijo– a
productores, por la figura del mandato aparente. Las normas del Código siempre resultan aplicables.
Precisamente uno de los principales fallos judiciales en materia de incorrecta actuación profesional
de un productor-asesor de seguros señaló que:

“Si bien la ley 22.400 establece las sanciones aplicables al


productor-asesor, las responsabilidades de este no se agotan en el contenido de esa ley, porque la
misma sólo es comprensiva del aspecto estrictamente profesional de este auxiliar; el cual, como
todo ciudadano, es responsable civilmente por su actuar culposo, negligente o doloso frente al
asegurado, en cuyo caso, deberá afrontar las consecuencias previstas en el sistema de
responsabilidad del Código Civil, básicamente en sus artículos 512, 902, 1109 y 1198.” (CNCom.,
Sala B, mayo 7-1993). ED, 156-524.

La primera ley que hace referencia específica a la actividad del


PAS es la Ley de Seguros 17.418, que ideó dos figuras bien diferentes para encuadrar a los
intermediarios en seguros. Por un lado, el productor de seguros o intermediario independiente (Art.
53), se halla facultado para:

1) Recibir las propuestas relativas a la celebración y modificación de contratos de seguros;


2) Entregar los instrumentos referentes a los contratos o sus prórrogas emitidos por el asegurador; y
3) Aceptar el pago de las primas si se encuentra en poder de un recibo del asegurador.

Por el otro lado, tenemos la figura del representante o agente


institorio (Art. 54) al cual se le aplican las reglas del mandato. Bajo este concepto, salvo limitación
expresa, el agente puede celebrar contratos en nombre del asegurador, pactar prórrogas o
modificaciones, recibir notificaciones y formular declaraciones de rescisión.

Luego encontramos que la Ley 20.091 (conocida como régimen de


los aseguradores y su control) somete a los intermediarios al régimen policial de control, fijando las
diversas sanciones de carácter administrativo para castigar las infracciones a las disposiciones
legales y/o la violación del deber del productor de actuar con la debida diligencia y buena fe. No
sólo esto: también tipifica penalmente la actitud del productor que no entrega las primas al
asegurador, sancionando dicha conducta con prisión e inhabilitación.
Finalmente, la más específica de todas las normas vinculadas a la
actividad del PAS es la Ley 22.400, estatuto orientado a encauzar en forma integral a esta actividad.
En concreto, crea dos sujetos jurídicos: el productor asesor directo y el productor asesor organizador,
imponiéndole a cada uno las modalidades, funciones y deberes que deben cumplir en el ejercicio de
su tarea. También estableció un registro para productores, los requisitos para inscribirle en él y las
inhabilidades para desarrollar la actividad.

Esta norma ha ratificado principios generales y reglas ya


expresadas en las leyes anteriores:
1) el deber del productor de “desempeñarse conforme a las disposiciones legales y a los
principios técnicos aplicables a la operación en la cual interviene y actuar con diligencia y
buena fe”; y
2) la aplicación de las sanciones previstas en el art. 59 de la Ley 20.091 para los casos en que el
productor-asesor incurra en el incumplimiento de sus funciones y deberes. Es importante
señalar que la Ley 22.400 es exclusiva para agentes no institorios, por lo que en el caso de
agentes institorios deberá estarse a la letra del contrato particular que celebre con la
aseguradora, las reglas del mandato, el art. 54 de la Ley 17.418 y las consideraciones de la
Ley 20.091. Pero el tema no resulta tan sencillo, por que la figura del productor
independiente o no institorio se ha desdibujado en virtud de las prácticas modernas y así a
diario éste realiza actos que exceden las previsiones del art. 53 de la Ley de Seguros, sin una
autorización expresa del asegurador. Es así que concreta operaciones de seguros; establece
las formas de pago; otorga recibos; anula pólizas; recibe pagos fuera de fecha; toma las
denuncias o informaciones que brinda el asegurado. El asegurador no desconoce esta
actuación y la consiente sin objeciones, utilizando al productor como un verdadero factor de
comercio (según lo que han establecido diversos fallos).

Si faltaba algo para hacer aún más complejo el análisis relativo a la


responsabilidad de los PAS, encontramos la Ley 24.240 –Ley de Defensa del Consumidor– que aún
resulta poco conocida, que establece en su art. 2º que quedan comprendidos todas las personas
físicas o jurídicas que presten servicios a consumidores o usuarios y que no están comprendidos los
servicios profesionales liberales que requieran para su ejercicio título universitario y matrícula
otorgada por colegios profesionales o autoridad competente. Por oposición, los PAS quedarían
comprendidos en los términos de esta ley.

El art. 40 de esta ley establece que “Si el daño al consumidor


resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio, responderán el productor, el
fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca
en la cosa o servicio .... La Responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición
que correspondan. Solo se liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le
ha sido ajena.”

La aplicación o no de la Ley 24.240 en casos relativos al contrato


de seguro despierta posturas opuestas entre quienes sostienen que sí es aplicable y quienes dicen que
no. Sin embargo, la parte de la doctrina que sostiene que sí, empieza a analizar sus implicancias y
algunos sostienen que el art. 40 podría dar lugar a la responsabilidad civil del PAS frente a la
liquidación de la aseguradora. No sería de extrañar que se vean fallos que comiencen a aplicar este
concepto.
Independientemente del carácter de institorio, incluso sin tener en
cuenta si tiene una zona exclusiva o no, o si desarrolla su actividad para una única entidad
aseguradora o no, es indudable que siempre el PAS es un verdadero intermediario entre el asegurable
y la compañía de seguros en la etapa precontractual y entre el asegurado y la compañía de seguros
una vez concluida ésta.

Esta responsabilidad estará siempre basada en el incumplimiento de


una obligación principal de medios: el productor no puede asegurarle a un cliente que le conseguirá
una determinada cobertura o que éste cobrará la indemnización debida por un siniestro, ya que
existen varios factores no dominables por él, que puedan provocar que no consiga esa cobertura o
que el asegurado no llegue a percibir el monto debido. En consecuencia el productor sólo puede
poner de su parte todos los medios idóneos para conseguir un resultado (es decir asesorar sobre la
mejor cobertura, explicar los derechos y obligaciones del asegurado, como proceder el siniestro, etc),
pero sin garantizar el resultado.

Sin embargo, no es propio sostener que toda la obligación sea de


medios ya que, además de la obligación principal que es la de ayudar a la celebración del contrato,
existen actividades periféricas, tal el caso de la rendición de la prima a la compañía, que resultan
eminentemente de resultados.

PLANTEO DEL CASO - ANALISIS

En el caso que vengo a presentar se encontraban involucrados un


importante laboratorio -en carácter de asegurado-, uno de los principales brokers de seguros a nivel
nacional, y varias compañías aseguradoras, una de ellas dando cobertura de Errores y Omisiones al
broker.

El caso es inédito y no figura en repertorios de jurisprudencia. Las


partes decidieron llegar a un acuerdo en base a los fundamentos de la sentencia de primera instancia,
por cuanto se consideró que los mismos eran tan sólidos que difícilmente serían modificados en
Cámara y, por otro lado, el broker involucrado no deseaba verse “expuesto” en una sentencia de
conocimiento público.

Es de resaltar la importancia económica del pleito, dado que el


monto demandado era de aproximadamente u$s 700.000 y la sentencia fijó un reconocimiento de
u$s 580.000, a lo cual debieron agregarse los honorarios de los letrados de los demandantes y las
costas de los peritos por otros $ 300.000 (por ese entonces pesos convertibles a dólares a la paridad 1
a 1).

Utilizaremos nombres ficticios. ABC es un laboratorio de alta


tecnología que opera con drogas especiales, las cuales tienen un altísimo valor comercial y reducido
volumen, aspecto importante al momento de analizar el siniestro que dio lugar al pleito. Sus
operaciones de seguros eran atendidas desde hace 3 años por el broker JRS, uno de los más
importantes a nivel nacional.
Ente los riesgos usuales para los que el laboratorio ABC buscaba
cobertura de seguros a través del broker JRS se encontraban los derivados del envío de mercaderías
al exterior por vía aérea.

Un día miércoles, el laboratorio remite al broker JRS una


propuesta de seguro para cubrir una exportación por vía aérea de drogas especiales valuadas en
aprox. u$s 700.000, las cuales serían transportadas el sábado siguiente. El broker obtuvo cobertura a
través de dos aseguradoras, dando instrucciones para su emisión, pero sólo por la suma de u$s
550.000 y con la inclusión de una cláusula que obligaba a declarar el valor de la mercadería en la
guía aérea, lo cual –según sus dichos- fue notificado telefónicamente y confirmado por fax al
laboratorio asegurado, el día viernes por la tarde.

La partida desapareció durante su transporte. Cuando el laboratorio


recibe la póliza (obviamente con el siniestro ya producido) conteniendo los cambios antes
mencionados, rechaza los términos de la misma y el límite asegurado, pero abona el premio de la
misma. Las aseguradoras devolvieron el premio al broker y este intentó devolver el pago, primero
remitiendo un cheque con un cadete y luego mediante carta con aviso de retorno, pero el laboratorio
nunca aceptó dicha devolución.

Dado que la guía aérea no declaraba el valor de la mercadería, las


aseguradoras procedieron a rechazar el siniestro por incumplimiento de condiciones de póliza. El
laboratorio inició demanda de daños y perjuicios contra el broker y las dos aseguradoras
involucradas, desistiendo posteriormente de la acción contra estas dos, la que quedó dirigida
únicamente contra el broker (que contaba con una póliza de seguro de Errores y Omisiones)

Al analizar la prueba colectada en la causa, la cual incluye una


pericia contable y una extensa pericia técnica en seguros, se observan los siguientes hechos:

 El laboratorio había contratado con anterioridad numerosos seguros a través del broker, todos
ellos de similares características y condiciones lo cual -en palabras del juez- “revela no sólo
habitualidad, sino además una actuación uniforme en los trámites de contratación y en las
condiciones de las pólizas, lo cual constituyó cierta costumbre”.

 En todas las operaciones anteriores, el seguro fue obtenido sin reducción del límite de
cobertura propuesto, incluso habiéndose contratado embarques por sumas mayores, y SIN la
inclusión de la cláusula de valor declarado. Precisamente, la primera modificación en cuanto
a condiciones de la póliza -no en la mecánica para requerir y obtener cobertura, que fue la
misma de siempre- ocurre en la operación afectada por el siniestro.

 La forma de comunicación de las modificaciones utilizada por el broker resultaba de prueba


dificultosa ya que ni la llamada telefónica ni el fax, del cual sólo existía el reporte de envío,
se consideraban medios idóneos y suficientes.

El juez analizó cuidadosamente toda la prueba presentada en la


causa y en un fallo de 18 carillas condenó al broker y a su aseguradora. Para tal conclusión consideró
de aplicación de las normas del mandato, por lo cual no podía excederse de los límites del encargo
(Cod. Civ. 1905) ni contratar algo diverso sin autorización (Cód. Civ. 1916) y también tuvo en
consideración lo que establece art. 10 de la Ley 22.400 acerca de las funciones y deberes del PAS.

Algunos párrafos del fallo, que considero de interés resaltar,


señalan lo siguiente:

“...la obligación (del broker) no sola radicaba en asesorar (al


laboratorio) sobre la conveniencia y recaudos del seguro a contratar, sino en general, ejecutar las
instrucciones que el cliente le había cursado con total precisión.

Síguese de lo dicho que, si las mismas no podían cumplirse tenía


como deber, sobre todo ante la inminencia del viaje, comunicar fehacientemente (al laboratorio) no
haber obtenido la cobertura requerida, y en el caso en estudio, hacer conocer al cliente las únicas
ofertas obtenidas que en el caso diferían sensiblemente en su extensión como en los recaudos a
cumplir.”
“Reitérase que este seguro era el primero donde se exigía la
declaración de valor; amén que amparaba, también por primera vez, un riesgo sensiblemente
inferior al pedido.

Tales aspectos excepcionales acentuaban aún más la necesidad de


comunicación fehaciente.

Es que los numerosos seguros concertados conforme las


instrucciones dadas y con igual porcentual de prima (como lo certifica la pericia contable), hizo que
la obtención de cobertura se entendiera prácticamente de concesión automática.

Así, (el laboratorio) podía razonablemente sentirse cubierto en los


riesgos amparados por los seguros requeridos (al broker), en la medida de que esta última no
cursara noticias en contrario”

CONCLUSION

En principio puede afirmarse que este fallo es sólo uno más entre
tantos, que por ser una sentencia de primer grado no puede considerarse jurisprudencia y, además,
algunos de sus considerandos podrían resultar discutibles.

Sin embargo, en tiempos en los que resulta conocido el hecho de


que las aseguradoras suelen cambiar asiduamente sus condiciones de cobertura -por lo general para
restringir todavía más su limitada aceptación de riesgos que no sean automotores-, este fallo debe ser
especialmente tenido en cuenta, por la responsabilidad que dichos cambios repentinos le podrían
generar al PAS frente a sus clientes y la necesidad de la adopción de una comunicación fehaciente
para dichas situaciones, sin perjuicio de los mayores costos que ello acarrearía.

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