Era de azúcar, me disolví en la eche del crepúsculo -no digáis que no existo.
Pasé de una cuarto a otro,
de un cuarto coloreado al cuarto sin colores, desde las formas a los rayos.
Antes mi cara iba hacia la luz,
tambaleaba la sombra de mi espada en el muro. Ahora soy luz y si te pones frente a mí trenzo un rayo en tu cara y lanzo a la pared la sombra de tu espalda.
Si te preguntan quién eres, di:
Soy de lo mismo que el viento,
que la corriente de un río, que el goteo de la lluvia, que los vuelos de los pájaros, que la pisada de alguien con zuecos sobre manera. ¿Es el viento de aire? ¿Son de agua el gotear y la corriente? ¿Es de pájaro el vuelo y es de madera el ruido del zueco sobre tablas? El viento se detiene, no se detiene el aire pero sin viento muere. El pájaro se ha muerto, tiene su cuerpo atuendo nuevo, en mil formas disperso - su vuelo no perdura ni se pierde. Más no sé de mí mismo y para cuando sepa, ya estaré por encima de poder saber algo. Aún no estoy entero, y cuando pueda serlo, ya estaré por encima de poder ser yo entero. Todavía no vivo, y no voy a vivir: más íntegro que en vida seré después de muerto.-